Los que pertenecen a mi generación han vivido rodeados de iconos, en su mayoría fácilmente reconocibles. Al infeliz de turno, deseoso de ingresar en las antesalas del (re)conocimiento, se le obligaba materialmente al pertinente bombardeo de datos e imágenes, con más o menos furia anárquica. Se estaba o no se estaba. Cada cual buscaba una tribu, un sector, un referente con el que identificarse y eludir la catarata de problemas consecuentes del aislamiento.
Resulta cómodo y hasta conmovedor mirar atrás y comparar, tranquilamente, aquella generación perdida para siempre y otra, la actual, en la que se dan los mismos errores y vicios, aunque con una diferencia esencial: la falta de consciencia de esta última. Su autosuficiencia irracional y hasta paranoide.
Posiblemente no tenga nada de esto que ver con la película que voy a comentar a continuación, quizás en un oscuro rincón de mi castigado subconsciente. Puede que el más fieramente asociacionista.
El asunto es que me toca hablar de THE COMPANY OF WOLVES, de mi adorado Neil Jordan, el cual debería tener, a partir de ya, el mismo status que un Scorsese o un Coppola; esto es: clásico moderno.
La calidad que Jordan imprime en cada uno de sus trabajos conforma todo un universo de significaciones y correspondencias que derivan en una prosa poética y justificadamente subjetiva.
Tenemos el arriesgadísimo y emocionante retrato de hipocresías varias que constituye la espléndida THE CRYING GAME; la revisión colorista del atormentado Graham Greene en THE END OF THE AFFAIR; la estampa austera e introspectiva de MONA LISA (probablemente su mejor película); la defensa a ultranza del derecho a ser diferente en un planeta aburrido, como ocurre en la reciente BREAKFAST ON PLUTO. Todo coherencia, Neil Jordan ha posado tranquilamente su precisa mirada sobre la mayoría de los males que acucian a una sociedad absurdamente suicida.
Y luego está el solaz del creador que se sabe importante, dominador. La obra que no debe faltar, por su carácter mitad místico, mitad terrorífico. Como en un juego cuyo final fatal conocemos desde el principio, Jordan nos lleva de lamano a través de bosques sombríos donde el monstruo espera pacientemente a su víctima. THE COMPANY OF WOLVES es caperucita roja, pero también es la denuncia de los excesos. La magistral escena del banquete así lo atestigua, identificando la brutal bacanal con la posterior transformación de hombre a lobo, pero unos hombres que se han comportado como lobos. La bestia humana que no cesa. Y así es este complejo cuento, con más interés en describirnos a nosotros como los auténticos monstruos y dejando a cuenta de cada conciencia la parte de culpa que debería ser asumida.
Debo, por tanto, recomendar vivamente la revisión y/o descubrimiento de esta maravilla que tanto y tan bien marcó a mi generación.
Un saludo a la luz de la luna.
2 comentarios:
Hace tiempo que ví la película, pero creo recordar que me gustó su acercamiento al mundo de las fábulas tenebrosas: ya me gustaría que el género de terror tuviera más películas cómo "En compañia de lobos" para compensar un género que parece prisionero de los excesos de casqueria y el susto de feria a lo bruto.
Off-Topic: me he permitido la libertad de traducir (aproximadamente) su comentario relativo al 1 de julio, para beneficio de lectores angloparlantes
Of course, dear Gloria. Nada sería más de nuestro agrado, teniendo en cuenta la naturaleza babélica de la red.
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