jueves, 31 de marzo de 2011

La épica en movimiento



Ésta es la historia de Roy Hobbs, que quizá pudo ser el mejor jugador de baseball de todos los tiempos... o quizá no. Da igual, porque no lo hubiesen dejado de todas formas. El éxito a toda costa, incluso traicionando a los seres queridos, incluso vendiendo el alma al diablo del dinero, es la base sobre la que se cimienta la excelente THE NATURAL, donde Barry Levinson logró por breves momentos alcanzar ese grado de excelencia que casi siempre le ha estado vedado en una filmografía, la suya, plagada de altibajos de poca sustancia. A esto contribuye un espectacular reparto, con un Robert Redford en uno de los mejores papeles dce toda su larga carrera; un tándem femenino, perfectamente complementadas como día y noche (sí, al igual que en TWO LOVERS), formado por Glenn Close y Kim Bassinger, y unos secundarios magníficos, como Barbara Hershey, Joe Don Baker, Richard Farnsworth y hasta un incipiente Michael Madsen.
En THE NATURAL se nos cuenta con un ritmo encomiable, pausado, sabio, el descubrimiento del talento de Hobbs, desde que bateaba con su padre en el campo, lo que le llevará a ser estafado por un tipo que le llevará poco menos que de atracción de feria, y entroncando esto inteligentemente con la tardía llegada al baseball profesional. Aunque Hobbs arrastra un pasado aún más oscuro que no puede desvelar a sus jóvenes y sorprendidos nuevos compañeros; Hobbs fue extorsionado y engañado por el dueño del club, lo que terminó con un desgraciado disparo que le dejó fuera del baseball durante los que prometían ser los mejores años de su vida. En esta inesperada segunda oportunidad, aparecerán viejos fantasmas y nuevos fangos, lo que convierte a THE NATURAL en un exuberante cruce de géneros, del cine de gangsters al de proezas deportivas, pasando por el drama romántico y hasta un extraño y precioso desenlace que por momentos roza el cine fantástico y que a mí siempre me remite al mejor Spielberg. Y les advierto que, en esos instantes finales, repletos de la épica hollywoodense que tanto nos gusta, es prácticamente imposible reprimir las ganas de levantarnos y animar también nosotros a ese bateador que ha sido golpeado tanto por la vida, con la misma fuerza que ha imprimido a esa bola que va hacia arriba... arriba...
Saludos en primera base.

Tu juego

miércoles, 30 de marzo de 2011

Puro ejercicio de estilo



No te la ves venir; todo indica que será una película palomitera más, pero, más de un cuarto de siglo después, STREETS OF FIRE sigue siendo un referente de ese cine que, readaptando las clásicas historias de amor a un entorno "moderno" (que aquí deviene extrañamente intemporal), se sirve de sus siempre efectivos mecanismos narrativos para, sin contar nada nuevo, crear esos iconos generacionales que tanto juego dan cada cierto tiempo. Walter Hill tiene cosas mejores, eso es seguro, pero esta trepidante mezcla de Romeo & Julieta, Buicks resplandecientes, Purple Rain y tupés desafiantes, tiene un encanto propio que luego se ha imitado cientos de veces en infectos subproductos de consumo rápido. Salía Michael Paré, del que ya poco se supo fuera de los circuitos del DVD más penumbroso, y la chica era una espectacular y jovencísima Diane Lane, que encarnaba a una estrella del Rock asediada por unos moteros infernales, que tenían a un también pipiolo Willem dafoe como su sádico líder. Y también estaba aquel Rick Moranis que fue el Jim Carrey de los ochenta y que ahora se dedica al bluegrass... Hay mucha acción, mucha inmediatez, los malos son muy malos y el bueno siempre tiene la nariz rota; Hill sabe imprimir un ritmo constante y una cadencia de western clásico, lo que no permite ni un segundo de aburrimiento en un film que se ha convertido por derecho propio en una cult movie mucho más apreciada hoy día que en el momento de su estreno, cuando sólo parecía aspirar al beneplácito de un público primordialmente juvenil.
Saludos ardorosos.

Streets on fire

martes, 29 de marzo de 2011

Habas con jamón



Es curioso cómo los modos y motivos se van perfilando y repitiendo a lo largo de filmografías tan diferentes entre sí como son, por ejemplo, la española y la francesa. Esto puede que no sea más que la constatación de que existe una industria del entretenimiento "estándar", dedicada en cuerpo y alma a satisfacer los minutos semanales (en el mejor de los casos) de "proyección" que un ciudadano necesita para solazar su escaso y cuidadosamente distribuido ocio. Es curioso, digo, porque he encontrado algunos ejemplos bastante ilustrativos de esto, como estas nuevas comedias de época ambientadas en una guerra (preferiblemente en el siglo XX), y que se sirven de una serie de personajes digamos inusuales, como son aquellos teatros de varietés, repletos de tanto entusiasmo como miseria... O así es como queda al final en artefactos como FAUBOURG 36, la segunda incursión de Christophe Barratier en esto de entretener a las masas, tras el cornucópico éxito de LES CHORISTES, aunque aquí, como era de esperar, el encanto brilla aún menos y cansa un poco más. Fácil de resumir, FAUBOURG 36 presenta un teatro, el Chansonia, en quiebra y que deja a sus artistas en la calle; éstos, lejos de desanimarse, hacen piña común e intentan reflotar el Chansonia con su insuperable e inagotable ingenio. Por supuesto hay un empresario muy malo que les tiene envidia por ser tan felices con tan poca cosa, una chica joven y guapa que quiere ser cantante y de la que se enamora el apocado tramoyista, y, por si fuera poco, salen los inefables Clovis Cornillac y Gérard Jugnot, que ya son como de la familia, una suerte de Alfredo Landa y Tony Leblanc gabachos; aunque no lo duden: aquéllos tenían muchísima más gracia.
A mí LES CHORISTES me gustó ya bien poco, pero esta especie de anticipo de la edulcoradísima patria PÁJAROS DE PAPEL (y, ojo, que comparadas, la de Emilio Aragón sale ganado...) se regodea tanto en sus lugares comunes, que llega un momento en el que te preguntas si no te estarán tomando el pelo a base de bien, sobre todo cuando ni siquiera se trata de un musical al uso. En fin, al menos ésta no tuvo mucha repercusión, lo que tampoco deja de ser un poco extraño, la verdad.
Saludos entre bastidores.

Parisienne moonlight

lunes, 28 de marzo de 2011

Atisbo de crepúsculo



Que RIO LOBO no es una gran película lo piensa casi todo el mundo, sobre todo lo piensan los que hemos amado incondicionalmente el cine de Howard Hawks y, evidentemente, sus westerns. Pero hay algo en lo que debemos detenernos para comprender qué impulsó a Hawks a acometer, ya en 1970, el que iba a ser su último proyecto maquillándolo en clave de "cierre de trilogía", algo que no sólo me niego a aceptar como establecido, sino que apenas atiende a tres o cuatro esbozos mitómanos, de esos que tanto gustan por la blogosfera y antes eran comidilla de filmoteca. RIO LOBO es un western correcto, serio, bien facturado, pero sin alma ni sangre, el plasma suficiente para tenernos pegados a un respaldo mientras los dioses hacen su trabajo; los dioses aquí no aparecen por ninguna parte, porque John Wayne, a aquellas alturas, no podía sostener él solo todo un tinglado que oscilaba peligrosamente de lo chusco a lo romanticón/calenturiento ("Los tiempos estaban cambiando", que cantaba otro), y aquello olía decididamente a naftalina prematura. Sin embargo, digo yo que si a Clint Eastwood lo hemos elevado a los cielos por regodearse encima del cadáver del género por excelencia, a Hawks, que siempre estará un peldaño por encima del de Frisco, podríamos concederle al menos que, ya con sus buenos 74 años, viese claramente que ni el western ni el mismo Hollywood podía volver a ser lo que un día fueron.
Y luego está la película, que es entretenida, un poco triste, sus chistes apenas tienen gracia y hasta los malos parece que mueren sin mucho entusiasmo, además de volverse un poco moñas y dedicarse a hacer lazos con sus supuestos enemigos. Ni siquiera creo que fuese una especie de homenaje al ejército Yanqui y sus "elevados principios morales"; su única verdad habría que buscarla donde nadie lo hace, que es en esa especie de correspondencia soterrada con la que Hawks hace algunas bellísimas referencias a John Ford. Lo veo en cómo rodó esos espectrales contraplanos desde los umbrales, en cómo se detuvo un poco más de lo normal en la caída de los héroes tras constatar que, efectivamente, aquellas puertas ya no daban a ninguna parte. Hawks siempre, sí, pero... ¡Hay tantísimo Hawks!...
Saludos lupinos.

Ciutat podrida

domingo, 27 de marzo de 2011

Rincón del freak #20: Pequeños altibajos en filmografías (casi) intachables



Cuando los hermanos Coen decidieron rodar una adaptación de la obra maestra de Alexander MacKendrick, puede que subestimaran su valor real como el mejor ejemplo de comedia negra y sutilidad a la hora de conjugar lo zafio y lo elegante, algo expresamente implícito en la trama, de una ambigüedad moral tal que es capaz de congelar todas las risas posibles. La trama, aquí, es trasladada a un Sur de Estados Unidos caluroso y apacible, en el que se presenta el excéntrico profesor Dorr, ataviado con una gabardina y presentado como director de orquesta y que alquila una habitación a la dulce anciana Marva Munson. Poco a poco irán llegando unos personajes bastante "particulares" con el fin de ensayar en el sótano, aunque en realidad sus intenciones son otras muy distintas, puesto que lo que se supone como un quinteto de música clásica no es más que una vulgar banda de ladrones que realizarán un túnel desde dicho sótano hasta un casino flotante sito en las proximidades de la casa de la señora Munson.
Amén del pintoresco carrusel de personajes, a cuál más freak y con especial mención a esa improbable pareja de pseudo-tiroleses llamados Garth Pancake y Mountain Girl... !!!, debemos ser justos y admitir que asquí los Coen se equivocaron de todas todas; no basta con la intención, ni siquiera con el homenaje o la recreación, porque precisamente se trata de unos autores que siempre intentan imprimir un marchamo propio a cada nuevo proyecto (el ejemplo más claro es la reciente TRUE GRIT, otro remake), algo que en LADYKILLERS apenas asoma en escasos detalles que no se encuentran entre lo mejor de su ya vasta filmografía. Hay momentos, claro, y Tom Hanks hace lo que puede con un personaje siempre al borde del ridículo, pero su escasa hora y media se hace insoportablemente larga y uno sólo espera que se mueran todos y que se acabe ya, porque apenas nos conmueven las rarezas del grupo de atracadores más improbable que hemos visto en el cine. O dicho de otro modo: comportarte como si fueras inglés no te convierte necesariamente en inglés.
Saludos aniquiladores.

The Lady Killer theme intro

sábado, 26 de marzo de 2011

Epítome readaptado de una obra ajena



MAD DOG AND GLORY es una curiosidad, una rareza; la película que le hubiese gustado rodar a Martin Scorsese pero que sólo se atrevió a producirle a un John McNaughton con las puertas de Hollywood abiertas de par en par tras su demoledor y aclamado debut, HENRY... Con un reparto de lujo, que contaba entre otros con un trío de ases formado por Robert De Niro, Uma Thurman y Bill Murray, MAD DOG AND GLORY es un policial que se adentra en la comedia sentimental, o quizá es una comedia con contundentes ramalazos de cine negro, u otra cosa aún por definir... Sí, lo que a Scorsese le sale tan bien y que, para definirlo de alguna forma, llamamos "sello personal". McNaughton no es Scorsese, y eso tiene su lado bueno y su lado malo; por una parte, te permite usar los códigos del maestro sin imitarle, por el otro, si caes en la imitación harás un ridículo seguro, algo que este extraño film roza durante todo su metraje.
Esta es la historia de Mad Dog, un policía apocado y solitario que una noche, buscando al sospechoso de un asesinato callejero, y en una improbable carambola, le salvará la vida a Frank Mylo, un hampón cínico y elegante cuya pasión son los monólogos cómicos. Mylo, en deuda con Mad Dog, invitará a éste a su club de monólogos, donde conocerá a Glory, que trabaja de camarera. Glory se convertirá en "el regalo" que durante una semana saldará la deuda contraída por Mylo, pero todo virará a oscuro cuando Mad Dog se enamore perdidamente de Glory, que le revelará que se encuentra asimismo saldando la deuda de su hermano casi como una esclava de Mylo. Así, MAD DOG AND GLORY transita por momentos de enrarecido patetismo y momentos decididamente surrealistas, como el matón que bebe Chivas con leche, los monólogos de Murray exclusivamente por y para mafiosos o la estrambótica pelea final entre dos improbables camaradas, un policía y un capo, lo que constituye una reducción al absurdo mucho más audaz de lo que Scorsese haya rodado hasta ahora al respecto ¿Fue, por tanto, John McNaughton no más que un conejillo de indias, un "probador"? No lo sabremos, pero sí sabemos que su errabunda carrera se despeñó a partir de entonces. Aun así, se trata de un título a reivindicar 18 años después de su estreno, por su carácter marciano y la cantidad de obstáculos de las que parten sus muchas e interesantes ramificaciones y conexiones.
Saludos locuelos.

The girl can't help it

viernes, 25 de marzo de 2011

La estación del color



Bien, Indéfilos; como lo prometido es deuda (me duele la boca de decirlo), aquí aprovechamos el reciente cambio de estación (algo que suele ocurrir todos los años) para acometer, tal y como lo hicimos el pasado invierno, "Los cuentos de las cuatro estaciones", de Eric Rohmer. Y, evidentemente, hoy debemos hablar un poco de CONTE DE PRINTEMPS, que además, rodada en 1989 y estrenada un año después, fue la primera de esta deliciosa serie de films acerca de los enredos sentimentales de unas personas cualquiera, víctimas de su propio tiempo y circunstancia; todo ello abordado con la claridad y buen gusto de Rohmer y, en este caso, sin ocultar su vocación alegremente pedagógica... ¡Como si el amor fuera una cuestión filosófica!... Pero ¿y si lo fuera? Todo arranca con una joven profesora de Filosofía que no puede quedarse en el apartamento que comparte con su pareja (aquí figura mítica e invisible, simple referente), aunque se trate sólo de un estado emocional; en el lado material, le resultará imposible estar en su propio apartamento, "ocupado" por una prima que prepara su graduación en París. Así las cosas, se irá casi a ciegas a una fiesta donde conocerá a una joven, casi adolescente, con la que conectará de inmediato y que la invitará a dormir en un piso propiedad de su padre, teniendo en cuenta que éste casi siempre está fuera, aunque no esta vez. A partir de aquí, con el campo bien abonado, Rohmer desliza suavemente su elocuente discurso por entre las idas y venidas emocionales, afectivas y amorosas de tres personajes: la hija, con una pareja casi de la edad de su padre y celosa asimismo de la nueva pareja de éste; el padre, desprejuiciado, con necesidades afectivas inmediatas y no tan enamorado de su joven pareja; y la profesora de Filosofía, un personaje ambiguo (casi masculinizado) y huidizo, que intenta no tomar partido en disputas ajenas aunque le coge un saludable gusto a "dejarse llevar" por una suave corriente que primero es la amistad y complicidad de la hija para después enredarse con el inesperado cortejo por parte del padre. Todo muy parisino, localizado sobre todo en una villita de las afueras de las que tanto le gustan a los franceses, cerezos en flor incluidos, con los habituales dilemas burgueses de Rohmer, que en manos de otro serían meros maniqueismos y aquí se convierten en verdaderos tratados humanos con los que (¡ay!, y es el último ay de hoy) muchos nos sentimos tan identificados, que...
Saludos primaverales.

El campo fui yo

jueves, 24 de marzo de 2011

Perfilando al genio



Hace no mucho me hice con varias películas de la época muda de Alfred Hitchcock, lo que no deja de ser una satisfacción y una oportunidad de comprobar cómo se las apañaba el maestro en sus años mozos, antes de deslumbrarnos en su etapa americana. THE LODGER es su segundo largometraje, un dinámico ejercicio de suspense truculento en torno a un asesino llamado "El vengador", con muchos puntos en común con, por ejemplo, Jack "el destripador", y con una malsana afición a ensañarse con las rubias por encima de las morenas. Aquí, Hitchcock no se limita al folletín policíaco, tan en boga aquellos años en Europa, y se afana por presentar a los personajes, describirlos en su entorno. Así, la trama aparece bien dimensionada, con los típicos juegos de apariencias y despistes, y el suspense no es gratuito, sino que precisa de un espectador atento y ávido de dar con el verdadero asesino. En mitad de la psicosis desatada en un Londres neblinoso y oscuro, un misterioso inquilino se aloja en la pensión Bounting, donde (ay, las casualidades hitchcockianas...), además de los dueños, vive su bella hija, que encima es modelo ¡y rubia!... ¡y está prometida con un policía!... ¡que investiga los asesinatos!... Toma trama potente, no lo que se hace ahora con cuatro encuadres digitales. El misterioso inquilino resulta ser un galán de tomo y lomo de los trágicos y atormentados, lo que sabemos que a las chavalas siempre las ha puesto "de muy buen humor", así que el despechado policía comienza a sospechar. Peeeeero, la gracia está en cómo toda la familia decide "usar" a la pobre hija como cebo humano y pillar in fraganti al inquilino, que cada vez parece más claro qué guarda tras su faz transfigurada... Y no les cuento más; simplemente termino recomendándoles ésta y toda la primera filmografía de Hitchcock, les aseguro que reforzarán la noción que ya albergaban sobre el maestro.
Saludos teñidos.

Here sometimes

miércoles, 23 de marzo de 2011

La Reina del Nilo



Sí, ahora somos todos muy listos y sabemos muchas cosas gracias a la bendita tecnología; por ejemplo, que Cleopatra, quizá el símbolo más imperecedero del Antiguo Egipto, era bajita, feúcha y patizamba... No sé ustedes, pero yo prefiero seguir siendo un ignorante (que en mi caso será para siempre) y me quedo con Elizabeth Taylor, que elevó a la reina a la categoría de diosa, icono, este sí ya imborrable, de un cine del que ya no queda absolutamente nada. Problemas de producción y montaje aparte, lo cierto es que esta monumental película de cuatro horas ha quedado para la historia del séptimo arte como un ejemplo de poderío visual y control dentro de su inabarcable desmesura. Mankiewicz fue el encargado de ponerse a los mandos de una superproducción que iba a marcar el punto de no retorno por el que se despeñaría aquel Hollywood dorado, un rodaje impensable hoy día y que por poco no dejó a la Fox en la ruina absoluta; sólo la repercusión que poco a poco fue tomando el film, sus nueve candidaturas en los oscar y su excelente reparto (indispensable reclamo de la época) sacaron a flote esta CLEOPATRA, sencillamente una de las mejores películas históricas de toda la historia, valga la redundancia. Hablamos de un sensacional Richard Burton encarnando a un brutal e irresistible Marco Antonio; hablamos de Rex Harrison como el mejor Julio Cesar que he visto en pantalla (es una apreciación meramente personal, ya saben). Pero, qué carajo, CLEOPATRA nunca habría sido nada de lo que luego ha logrado ser sin Elizabeth Taylor y su interpretación hecha deidad, presencia más allá de lo que a veces pueda significar el cine; un rostro icónico, quizá la única y verdadera Cleopatra que nuestra maltrecha educación sentimental acogerá por siempre. Ella lo merecía, y estos tiempos tan inciertos también, por supuesto. He aquí el ínfimo homenaje a esta superestrella de Hollywood, puede que la última que quedaba viva; súmese a los millones que recibirá merecidamente de aquí en adelante.
Saludos faraónicos.

Dance, Cleopatra

martes, 22 de marzo de 2011

¿En qué piensan los hombres?



Increíblemente, Charlie Kaufman resulta ahora que es un creador popular (popular es que le gusta a mucha gente); y no lo digo por lo raro que es el tipo, sino porque no lo oculta, ni siquiera lo disfraza. A mí ni me gusta ni me disgusta, me parece un excéntrico apocado (!!), con su pizquita de talento, sus obsesiones, sus manías y lugares comunes; Woody Allen lo hace mucho mejor, pero a día de hoy olemos a Kaufman a poco que algo suyo aparezca por una pantalla. Hay mucha gente que alaba ADAPTATION, una película que promete mucho más de lo que ofrece y que empieza mucho mejor de lo que acaba; una pirotecnia extravagante disimulada con un corolario de emociones, en su mayor parte superfluas y con poco sentido. Sí, la crisis creativa y, paradójicamente, el juego dramático que da cuando en realidad no hay absolutamente nada que contar. El principio es lo mejor, mostrando al propio Kaufman interpretado por un Nicolas Cage igual de gesticulante que siempre, lleno de miedos e incertidumbres; no tiene tanta importancia lo que sí la tendrá luego, la excusa del guión adaptado y toda la cosa aquella de las orquídeas... No sé, sólo creo que lo que en propuestas similares no es más que un chiste privado a Kaufman se le eleva a la categoría de hallazgo metacinematográfico, y tampoco es eso. Una vez presentados los personajes, uno piensa en una especie de metáfora hiriente, como ocurriría (curiosamente de forma invertida) en la muy superior SYNECDOCHE, NEW YORK; sin embargo, ADAPTATION se conforma con que nos apiademos de ese guionista del que, francamente, me cuesta creérmelo, porque ¿cómo llega uno a un puesto así con tantos miedos e inseguridades? ¿Una pose?, claro, a todos nos gusta el drama, sobre todo para hablar de nosotros mismos, y Kaufman, que no tiene un pelo de tonto, lo sabe perfectamente; el problema es que todo este artefacto devenga en una historia atractiva y bien contada. En lugar de eso, está todo el rollo de las orquídeas, el papel de Chris Cooper, que está muy bien interpretado pero no logro imbricarlo en lo del guionista; la fascinación de Meryl Streep, aquí la escritora del libro a adaptar, por dicho personaje y su natural aventurero; el hermano gemelo de Kaufman, Donald, que es un pasota sin talento pero mucho desparpajo, así que un escrito suyo triunfa pese a carecer de calidad literaria, según el propio Kaufman, claro... No sé, no me lo trago, no en la medida de correspondencias que el guión de Kaufman exige; un guión que no es complicado sino enrevesado, y hay mucha diferencia entre una cosa y la otra. Y del final no hablo, que es de lo peorcito que he visto en años; sólo diré una cosa para concluir: ya va siendo hora de que nos dejen de poner accidentes de tráfico para rematar una escena que ha perdido toda la fuerza por sí misma; y en esta película hay varios...
Saludos hidropónicos.

I am Nietzsche

lunes, 21 de marzo de 2011

Presión ocular



La presión ocular es de tanta importancia como la sanguinea, aunque pocas veces se regula y controla; una presión ocular elevada puede ocasionar mareos, pérdidas de visión, derrames y cosas aún peores si se complica, por ejemplo, con una diabetes. Este sermón pseudocientífico viene al pelo para hablar de un film que he vuelto a ver hace nada para ver cómo había envejecido once años después; y lo cierto es que no podría decir si bien o mal, pues REQUIEM FOR A DREAM mantiene todo su elemento sorpresa intacto, aunque uno se hace mayor y pilla los renuncios casi al vuelo. Con esto sólo quiero dejar claro que el segundo film de Darren Aronofsky es uno de los títulos más significativos de esta década pasada y, sin duda, su mejor película. REQUIEM FOR A DREAM no cuenta nada que no haya estado antes en una pantalla; jóvenes yonquis con poco seso que quieren hacer dinero fácil, cero esfuerzo, malos hábitos, la inevitable caída al pozo... Les suena, claro; lo que pasa es que la novela de Hubert Selby Jr. hablaba fundamentalmente de la ambigüedad de las adicciones, de cómo éstas están presentes en casi todos los aspectos del modo de vida occidental; hay personajes manipulados, acorralados, vapuleados. Desde los dos colegas que cortan y venden droga (Jared Leto y Marlon Wayans), y la adicta a la cocaína (una estupenda Jennifer Connelly) con sueños de convertirse en diseñadora, hasta la inofensiva ama de casa sexagenaria (Ellen Burstyn en plan terrorífico) que se hace adicta a las anfetaminas para dejar de comer, adelgazar y así poder ir a su programa favorito de la tele. La historia está bien hilvanada, con pocos excesos y mucha chicha, pero lo que realmente dota de entidad propia a un film que de otra forma no pasaría de lo habitual, es el muy notable trabajo de sonido del film, aspecto éste que le da su inquietante morfología de pesadilla imbricada en la realidad. Aparte de la exquisita música de Clint Mansell, apoyada por el espectacular Kronos Quartet y curiosamente ni nominada aquel año en los oscar, algo que sí tendría Burstyn, aunque el premio se lo llevó Julia Roberts por... ¡¡¡ ERIN BROCKOVICH!!!... (dios). Aspectos todos estos que hablan a las claras del estatus de film sumamente arriesgado de este terrorífico descenso a los infiernos, más mesurado hoy que hace once años, aunque presionando todavía fuertemente nuestras retinas y recordándonos que sigue siendo posible otro cine en Hollywood.
Saludos oculares.

Requiem

domingo, 20 de marzo de 2011

Rincón del freak #19: "Es estupendo estar contentos y tranquilos mientras todo se va al carajo"



Benito y Carolo son dos freaks de cuidado. El primero conduce un R12 (!!) amarillo y lleva unas muletas para aparcar en zona de minusválidos; el segundo viste trajes verdes y hace playbacks de viejos musicales en su casa. Ambos tienen un sueño: hacer una película. El problema es que necesitan a una estrella como partenaire de Carolo, así que, sin pensárselo mucho, raptan a Amanda Castro, una actriz de turbio pasado y oscuro presente que mantiene a flote sus neuras con cocaína y whisky. Este improbable equipo se planta en una apartada casa de campo, propiedad de la familia de Benito, y se dispone a iniciar el rodaje de "Un mundo para nosotros", una especie de musical en Súper 8, al más puro estilo "Ed Wood". Las reticencias de Amanda Castro y las extravagancias de Benito y Carolo, psicópata obsesivo el primero y cándido y apocado el segundo, conformarán el núcleo de OBRA MAESTRA, la segunda película de David Trueba como director; un intermitente y desaprovechado intento de comedia bufa de tintes inquietantemente desestabilizadores, un poco a lo LA GRANDE BOUFFE, pero en exceso lastrada por su demencial reparto. Primero porque ya tener a Santiago Segura haciendo de sí mismo es una concesión al exceso autoindulgente; mejor sale parado Pablo Carbonell, un pobre hombre sin espíritu ni seso, pero cargado de sueños e ingenuidad. El otro problema es Ariadna Gil, pero aquí no hay nada que hacer, porque en este país llevan casi veinte años metiéndonos con manga pastelera que es actriz y de las buenas; de las relaciones erótico-sentimentales me guardo la opinión, porque podría extrapolarlo todo y terminar hecho una furia, y es Domingo y no merece la pena. En fin, una tontería sin aristas, ideal para un día sin ganas de pensar y que perfectamente podría haber filmado treinta años antes un Mariano Ozores de la vida, con Pajares y Esteso secuestrando a Mirta Miller, por ejemplo ¿me siguen?... Pues eso.
Saludos magistrales.

Masterpiece

sábado, 19 de marzo de 2011

¡Tap...tap!



En fin, como no me quedé muy a gusto con lo de la bailarina del otro día, hoy me he acordado de una vieja película de la Metro, uno de aquellos musicales fastuosos de los años treinta con argumentos chorricas y mucha melaza y algunos chistecitos. BORN TO DANCE contaba con la entonces megaestrella del género Eleanor Powell, que bailaba, cantaba, se ponía patalones, sombreros de copa y hasta actuaba de vez en cuando. Aquí encarnaba a una aspirante a eso mismo, a estrella, cuyo sueño es copar los escaparates de Broadway. Por el camino conocerá a un patoso marinerito, que no es otro que un pipiolo James Stewart nada menos que en su segunda aparición en pantalla; éste no baila un pimiento, pero su natural simpático y despistado encandila a la Powell, que caerá poco a poco a sus pies. De fondo, un espectacular repertorio de Cole Porter sirve como perfecto engarce a unos números musicales "de los de entonces". Y todo dirigido por el habitual de la Metro Roy del Ruth, un obediente y eficaz artesano entre cuyos méritos está el ser el realizador de la primera versión en cine de THE MALTESE FALCON, diez años antes de la obra maestra de Huston. Eran otros tiempos, el cine se concebía de otra manera y además aquí no había más que miseria; era el año 1936, y hay que ver lo extrañamente dividido que estaba el mundo entonces. BORN TO DANCE era un producto pensado exclusivamente para la evasión; hoy, además del asombro que suscita su trabajo técnico, nos hace pensar acerca de cómo se han ajustado los parámetros de dicho cine de evasión 75 años después. Es un tema que nos daría para muchas líneas; hasta entonces, saludos coreografiados.

Those dancing days

viernes, 18 de marzo de 2011

La realidad se pervierte ante los espejos



Uno de los grandes problemas del cine español reciente es la incapacidad para hilvanar un discurso propio, al margen de si lo que se está contando es real (realista) o exagerado, o lo que sea. En el cine español se es muy dado a tapar carencias, no asumiendo las propias limitaciones, sino sentando absurdas cátedras de composición, afectando esto a personajes, guión, montaje, etc... Llevaba un tiempo queriendo hablar aquí de HÉCTOR, de Gracia Querejeta, la cual vi en el momento de su estreno y rescaté hace unos días sólo para darme cuenta de que todo lo que he escrito antes se le ajusta como un guante. HÉCTOR es una insoportable historia con un magnífico guión; una sucesión de arquetipos televisivos (el eterno retorno del cine español) que lastra el trabajo de los actores, pulverizándolo, convirtiéndolo en una burda caricatura de lo que sólo pretende ser: cine cercano. Querejeta piensa que una historia cercana lo es sólo por estar localizada en el extrarradio, que sus personajes trabajen en una empresa de mudanzas, se tomen cañas en el bar de abajo y miren al infinito con el fondo de una canción de Pedro Guerra... No es una película abominable, tiene momentos de buen cine clásico (la parte final) y un tono constante que le impide caer en la autoparodia. Lo que más interesa a la directora y a David Planell es que los personajes no pierdan la dignidad, que todos veamos que es estupenda la cultura de los 60 metros cuadrados mientras podamos reunirnos los Domingos para hacer una paellita después de que la niña cante en el coro de la iglesia; iglesia de barrio, por supuesto. No hay aquí mirada, sino constatación del propio reflejo, devuelto por los ruegos del "virgencita, que me quede como estoy". Ah, bueno, hay una como historia conductora sobre un chaval que se muere la madre y se va a vivir con los tíos y su padre viene a buscarlo después de muchos años sin verlo... pero vamos, que eso lo tienen todas las tardes en la tele, se llama "culebrón".
Saludos patriotas.

Let go

jueves, 17 de marzo de 2011

El último baile



Después de ver BLACK SWAN, la sensación que con más insistencia me ha perdurado ha sido la de que, con este material, Darren Aronofsky podía haber hecho una obra maestra; su impericia y, sobre todo, falta de arrojo lastran penosamente una historia que necesitaba menos efectos visuales y más penetración psicológica ¿No está todo en la perturbada mente de Nina? La ambigua y desmoronada interpretación de Natalie Portman (otro oscar bastante merecido) es el único puntal de garantías de un film que promete mucho más de lo que ofrece, que no digo que sea engañar al espectador, pero sí exasperarlo. Aronofsky muestra demasiado pronto sus cartas, prácticamente desde la secuencia inicial, y debe ser muy lelo para creer que nos vamos a tragar algún tipo de desambiguación que pudiese derivar hacia el Fantástico; eso no son más que los trucos visuales de casi siempre, el peaje a pagar por una distribución de primer orden mundial. Pero luego está la historia, y si atendemos un poco (por difícil que resulte con tantas idas y venidas), BLACK SWAN gana en cuanto se centra en su naturaleza alegórica, donde el ballet de Tchaikovski se funde con el grave desequilibrio mental/emocional que sufre su protagonista, víctima de una manía persecutoria extrema que la llevará a crearse su propio mundo de amenazas y conspiraciones. La madre (una estupenda Barbara Hershey), posesiva, acaparadora y frustrada bailarina en su juventud, no queda bien remarcada como elemento fundamental, y se nota. Vincent Cassel está correcto como el magnético director de la compañía, mientras que Mila Kunis apenas tiene peso en otro papel fundamental que se diluye por culpa de una pésima actriz.
Una lástima, porque, si bien BLACK SWAN es un entretenimiento sólido y de loable honestidad, me parece que se tendría que haber mirado menos al ombligo y, no sé, a lo mejor retirando un poco la cámara del rostro de Portman, no para dar un respiro, no hace falta, sólo para echar un vistazo alrededor y encontrar las muchas cosas interesantes que sólo los genios encuentran donde a nadie se le ocurre mirar.
Saludos en demi-pli.

Ho Renomo

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cómo explicar el fin



A colación de lo que se escribió ayer aquí sobre el último film de Clint Eastwood, debo confesar que me entraron unas ganas irreprimibles de completarlo con otro film que, en esencia, habla de lo mismo; sin embargo, ENTER THE VOID, del franco-argentino Gaspar Noé, está en las antípodas formales, existenciales y filosóficas del blandito panfleto del norteamericano. Sin ser su mejor trabajo, Noé efectúa un nuevo paso adelante por la cuerda floja, sin red y los ojos tapados, como a él (y a nosotros) le gusta. ENTER THE VOID es una historia sencilla pero expandida y replegada infinitas veces; la historia de Oscar, un joven que vive en Tokyo junto a su hermana Linda. Oscar vende drogas, Linda es stripper en un club. Oscar es emboscado en un bar, recibe un disparo y muere. A partir de aquí, la intención de Noé es filmar cómo el espíritu de Oscar vaga por todo Tokyo, observando a los demás y a sí mismo; sin reglas temporales ni barreras físicas, nos es ofrecido un desconcertante concierto fluorescente sobre una ciudad asfixiante y caótica, un puñetazo visual y sonoro que deja en pañales lo que habíamos visto de este director, que no busca su público, sino que espera a que sea éste quien encuentre la película. No es lo mejor de Noé por varias razones. Porque es demasiado larga; dos horas y media de luces estroboscópicas, ruidos chirriantes y un constante jugueteo con el ridículo existencialista, que afortunadamente Noé salva con su habitual contundencia narrativa. También le pesa que nos demos cuenta, ya con el film avanzado, de lo poco que nos importa todo lo que le ha pasado a Oscar en la vida, y que Noé rescata en una serie de flashbacks absolutamente inanes. Pero sobre todo juega en su contra la terrible contradicción en la que, bajo mi punto de vista, incurre un nihilista como Noé, ya que, al no poder aceptar la idea del vacío y la nada, decide filmar un "más allá de la vida" que es más severo y radical, pero que no deja de tener ese fondo confortable de esperanza y creencia irracional, algo que a Sartre (y debo citar a Sartre aquí) no se le escapaba que siempre será el colchón defensivo mediante el que nos defendemos de una idea que nuestro cerebro no puede dar como factible: nuestra desaparición absoluta e irreversible, nunca mejor dicho. Aun así, Gaspar Noé sigue siendo uno de los directores de cine más originales y estimulantes de los últimos veinte años; algún día saldrá de su satisfecha automarginación de los cánones habituales; mientras tanto, sigamos quedándonos pasmados.
Saludos descreídos.

The circle of life

martes, 15 de marzo de 2011

Una cuestión de fe



La cuestión es que a estas alturas le perdonamos cualquier cosa a Clint Eastwood, uno de los directores más importantes de toda la maldita historia del cine; pero no me parece justo darle más flores de las necesarias a un film, HEREAFTER, que no pasa de lo correcto, que comete algunos fallos imperdonables (principalmente de casting) y que se hace muuuuy larga. Lo primero que llama la atención es lo poco que tienen que ver entre sí las tres historias ¿paralelas? y lo metido con calzador que está al final que todas confluyan en el que es (y lo digo yo) el peor final rodado por Eastwood puede que de toda su carrera. Todo comienza con una catarsis que, desgraciadamente, nos suena mucho en estos días; un tsunami devasta el paradisíaco retiro vacacional de una presentadora de la televisión francesa; ésta queda a punto de ahogarse, pero se salva milagrosamente, ve (literalmente) la luz esa que sólo los creyentes dicen que existe y, claro, ya nada le importa excepto investigar sobre esas experiencias. Por otro lado, Matt Damon es un tipo sosainas y amargado que es capaz de leer en el interior de las personas, pero decide dejarlo porque no puede soportar la carga emocional, así que se dedica a ser carretillero, aunque la crisis le deja sin empleo. Por otra parte, se nos muestra la muy dickensiana historia de dos hermanos gemelos que viven con su madre en Londres; la madre es drogota y los tiene descuidados; cuando uno de los hermanos sufre un atropello y muere, el otro es dado en acogida.
Bien, creo que el problema es meramente estructural; primero porque el rollazo new age de la señora francesa no es más que un pretexto para meternos un pestiño romántico/perdicionista a lo Claude Lelouch, con pijos que lo pasan mal porque se aburren de estar bien. Atención a un par de diálogos entre la presentadora y su amante, son de sonrojo absoluto con esa musiquilla que no le pega nada... Sin embargo, la palma se la lleva, cómo no, Matt Damon, el único actor que es capaz de encarnar a una lechuga lombarda; no sé qué le pasa a su personaje, ni por qué va a clases de cocina, ni por qué le gusta tanto Dickens... Un Dickens, como dije antes, muy presente en el tercer segmento, el mejor y más logrado y en el que Eastwood debía haberse centrado, incluso haber hecho la película exclusivamente con ello. El chaval es verdaderamente conmovedor, y su desesperanzada búsqueda por intentar comunicarse con su hermano muerto es un mazazo de los que sólo Eastwood sabe dar. Una lástima, porque creo que, a fuerza de abarcar, al final le ha salido un ladrillo pseudosensorial a lo G. Iñárritu; lo que no deja más margen que el de la fe, la que le seguimos profesando a un maravilloso director que quizá empiece a dar signos de fatiga, pero también la que se necesita para no abominar de un film que tiene más bien poco sentido.
Saludos desde el más acá.

Go 'way from my window

lunes, 14 de marzo de 2011

La desesperación proviene de la incapacidad



Les voy a hablar brevemente de una película que he visto hace nada con la única intención de que no la vean; y lo mejor creo que va a ser contarla, tal cual.
A ver. Resulta que Nicolas Cage sale con pelo y sin cambiar el gesto; al lado sale Ron Perlman, y los dos se dedican a dar espadazos y cargarse gente en un espacio recreado digitalmente y que parece un videojuego (no estoy seguro de que Cage mismo no sea también una creación digital...). Luego desertan y se van a un pueblo, la cosa está chunga porque ya llegó la peste negra, así que Cage y Perlman deciden echar una mano yendo a llevar una bruja a un sitio. Por allí sale Christopher Lee, pero yo no le vi, sólo vi un tipo deformado en una cama... no sé, es todo muy extraño. Bueno, van los susodichos escoltando una carreta con la chavala acusada de ser bruja, un cura, un guía y un chaval que se apunta a ir al sitio; por el camino les atacan unos lobos y casi se caen por un puente. Cuando llegan al sitio, que es un castillo vacío, tienen que luchar contra unos monjes guerrilleros y luego sale el demonio, pero es canijo y sin salero, y no da miedo ni nada; a Cage creo que le da un poco de pena el demonio, lo que aprovecha éste para cargarse a Perlman abruptamente. Al final salen un poco machucados, pero el bien se impone y ya no hay peste negra, sino valles soleados y florecillas... Fin.
SEASON OF THE WITCH, 2011. No la vean.

King night

domingo, 13 de marzo de 2011

Rincón del freak #18: Tropical weather in the deep England



La Planet Films fue, durante un tiempo, la hermana cutre de la Hammer, así que tan sólo intenten imaginar los resultados de unas producciones más allá de lo precario, incluso regodeándose en su propia desfachatez. Y uno de los títulos más significativos de esto que digo hoy (porque mañana ya sería tarde) fue NIGHT OF THE BIG HEAT, donde otra vez otros extraterrestres querían dominar el mundo empezando por la habitualmente tranquila campiña inglesa, que al meno le da un respiro al espectador ya cansado de ver cómo el mundo siempre se acaba por la orgullosa Norteamérica... El caso es que esto no es tan importante, porque lo importante es ver a Peter Cushing y Christopher Lee asándose de calor y sin quitarse la chaqueta ni la corbata, porque el calor unos señores como ellos lo combaten a pintazo limpio en el pub. El pretexto del calor, sin embargo, da para que un par de señoritas se despechuguen todas sudorosas ellas. El argumento no importa demasiado, y sólo hay un poco de diversión cuando aparecen los alienígenas, que son un ejemplo a seguir sobre cómo te ahorras los cuartos a base de bien. Y es que los bichos son una especie de puf de Ikea con flecos y con una bombilla de 100W que se enciende y apaga constantemente; su velocidad punta es de 0'2 centímetros a la semana, sin embargo se las apañan para atrapar a los incautos que, aturdidos por el calor que desprenden estos seres, las muchas pintas ingeridas y los escotes abiertos, osan dar un paseo para mitigar la ola tropical. Si les gustan estas cosas para pasar un domingo de puro Super 8 con el jarro de Tang preparado en la cocina, ésta es su película, pero luego no digan que no se lo advertí...
Saludos caloríferos.

Nobody move, nobody get hurt


We Are Scientists - Nobody Move, Nobody Get Hurt por EMI_Music

sábado, 12 de marzo de 2011

Hostiazos



A trompicones, así avanza una historia que no debería hacerlo, que contiene material de sobra para haber sido otra cosa, no un ROCKY mejorado, que es lo que termina siendo. THE FIGHTER no pica en el elevado universo filosófico de RAGING BULL ni MILLION DOLLAR BABY, porque no puede, porque a su director le falta empaque y le falta arrojo; en realidad le faltan muchas cosas a este dramón familiar-pugilístico y no le sobra de casi nada. Más cercano a la cercanía callejera de THE WRESTLER, esta nueva aproximación a un mundo que ha sido mil veces retratado por el séptimo arte lo fía prácticamente todo a las interpretaciones, colosal en el caso de Christian Bale (muy merecido el oscar), sorprendentemente sobrio en el caso de Mark Wahlberg (con el que por fin me reconcilio un poco), e insoportable en el de Melissa Leo, aunque puede que ése fuera precisamente el efecto buscado deliberadamente, claro. THE FIGHTER habla más de la familia (desquiciantemente acaparadora en este caso) que de los rings; más de los deseos insatisfechos que de la lucha por los sueños; más de "la anécdota" (cargante la de Dicky Eklund sobre Sugar Ray Leonard) que de la coherencia a ras de suelo, incapaz el guión de aprovechar un biopic tan jugoso como éste. Es extraño, porque THE FIGHTER es entretenida, tiene momentos emocionantes y, ya digo, una construcción de personajes envidiable; y sin embargo... no sé, ese tufillo a KARATE KID, al ROCKY de las secuelas, todo eso es demasiado poco noble para este público, el de ahora; por un momento, uno cree estar viendo un film de finales de los ochenta, y no sólo por la cuidada ambientación ni los terribles cardados, sino porque esa es la estructura que O. Russell va buscando casi desesperadamente, pensando quizá en que algún golpe de suerte habrá que le dé sentido a esta historia que, como decía, va durante mucho tiempo a trompicones. Los golpes aquí, teniendo en cuenta que tampoco los combates transmiten la energía necesaria, los dan dos actores que sostienen una historia que, de otro modo, estaba abocada al sonrojo menos digno. Hay, empero, director; o eso creo.
Saludos besando la lona.

Free hand

viernes, 11 de marzo de 2011

Un chiste en un entierro



 Si FUNNY PEOPLE es el buque insignia del giro de 180º que en los últimos tiempos ha dado la comedia estadounidense, entonces la comedia estadounidense está perdida. Pero aclaro, cuidado: FUNNY PEOPLE no es una mala película, ni muchísimo menos; de hecho se trata de lo mejor que ha filmado hasta ahora el incesante Judd Apatow, su obra más cáustica, inteligente, desafiante y amarga... El problema es ¿dónde diablos se ha dejado Apatow la comedia? Evidentemente, el director de KNOCKED UP o THE 40-YEAR-OLD VIRGIN ha preferido entablar aquí un difícil diálogo con el espectador, hacerle olvidar que está viendo a Adam Sandler (con algunos momentos soberbios, de gran actor, pero sólo algunos momentos) haciendo de sí mismo y a Seth Rogen, el nuevo Sancho Panza de Hollywood, lo que dota a este extraño film de una atmósfera enrarecida, como las tristísimas visitas que Sandler, el Rey Midas de la Stand up comedy, hace al médico, que le ha diagnosticado una enfermedad que le fulminará en poco tiempo. En realidad no sabemos si Apatow (como buen niño grande que es) perpetra una especie de venganza contra todas esas estrellitas rutilantes que se creen el ombligo del mundo, o por el contrario construye un fino ejercicio de compasión por los "pobres niños ricos", que creen tenerlo todo y un día se dan cuenta de que están terriblemente solos. Sí, hay chistes mordaces, excelentes chispazos en forma de monólogos (también podríamos considerar este film como un extenso homenaje a los monologuistas anónimos) y hasta queda tiempo en sus excesivas dos horas y media para el bubblegum tardo-adolescente; sin embargo, todo eso queda cubierto por una ceniza invisible, como una sonrisa torcida y aviesa, y no nos hace demasiada gracia. Sólo queda descubrir si la intención de Apatow era realmente esa, o si todo ha sido un malentendido igual a los muchos que pueblan sus agridulces relatos generacionales sobre lo complicado que es mantener encendida la llama de la juventud antes de ser devorado.
Saludos moderadamente risibles.

Laugh laugh

jueves, 10 de marzo de 2011

Lo que pasa cuando un director tiene libertad (y talento)



Se veía venir, esas cosas se ven venir; lo de LEONERA no era fruto de la casualidad, ahí se veía un director tremendamente serio y talentoso, un director alejado del cliché aunque apegado al género, que no es lo mismo aunque lo parezca. CARANCHO lo confirma y lo amplía; tiene más sentido del humor y más pasión, también tiene a un Ricardo Darín que hay que ver lo que ha crecido como actor desde que se concienció de que jamás dejará de ser un actor argentino, con todo lo bueno que eso conlleva. Y, claro, está Martina Gusman, que es otra cosa; una actriz de un talento descomunal, capaz de moverse por la pantalla como si siempre hubiese estado allí y de desvelarnos todos los detalles de su personaje casi sin soltar palabra. Ésta es una historia áspera, maloliente, sin ganadores, una historia que habla de los vampiros surgidos de la amoralidad proveniente de la miseria, un círculo sin fin del que no se salva nadie. Ella es Luján, una hiperestresada médico itinerante que atiende los múltiples accidentes automovilísticos de Buenos Aires con la única compañía del conductor de la ambulancia; él es un carancho. Un carancho es un ave de rapiña, aquellas que se alimentan con alevosía de los restos del desastre; él es Sosa (un Darín contenido y emocionante), un abogado que perdió la licencia para ejercer y ahora trabaja para un oscuro entramado que se dedica a provocar accidentes de tráfico para estafar a las aseguradoras; una cloaca absolutamente interconectada por la que veremos aparecer a policías, políticos, mafiosos de medio pelo, médicos y gente que se deja partir las piernas (y hasta el alma) por un puñado de billetes. Un asunto ponzoñoso y letal, del que Sosa intentará escapar con Luján, un último arreglo para huir y empezar, recuperar la licencia y la dignidad. El final de CARANCHO, de un hiperrealismo hiriente, confirma la tragedia que ya adelantaban las heridas de dos personajes que quedan marcados por dentro y por fuera, víctimas de un entorno que son incapaces de controlar. CARANCHO confirma a Pablo Trapero como uno de los nombres a seguir fervientemente, cosa que haremos por el bien de nuestro buen gusto. Palabra.
Saludos accidentados.

Girl i used 2 know

miércoles, 9 de marzo de 2011

God save the Ayatolah



Si ayer mismo nos referíamos aquí a uno de los iconos más importantes de la cultura popular contemporánea, hoy haremos otro tanto con la no siempre conocida trastienda de la misma, la que florece en los lugares más insospechados y del modo menos usual. En este caso, el director iraní Bahman Ghobadi nos lleva a conocer la peripecia de unos jóvenes iraníes que pretenden grabar un disco de rock, montar un concierto y tomar impulso para salir de su país y establecerse en Inglaterra. Podría parecer descabellado, pero no veo por qué, Ghobadi no hace nada que no hiciesen en otro momento otros directores en Francia, Sudamérica, Italia, Alemania y, por supuesto, España ¿acaso aquellas primeras y supuestamente ingenuas filmaciones de Richard Lester para lucimiento de los Beatles no contenían ya un imparable hálito subversivo y antisistema? KASI AZ GORBEHAYE IRANI KHABAR NADAREH (NADIE SABE NADA DE GATOS PERSAS), no sólo se detiene en los aspectos más truculentos de una sociedad represiva y anacrónica, sino que se conforma como un hábil retrato contemporáneo, un dinámico fresco filmado para dar a conocer qué bulle bajo las losas de los regímenes totalitaristas islámicos, un tema que ha cobrado inusitada vigencia en los últimos tiempos y de la que Irán lleva tiempo siendo punta de lanza. Ghobadi entretiene y conciencia, sus personajes se mueven sin parar, hablan sin parar; pero sobre todo piensan sin parar, son testigos de cómo miles de jóvenes también piensan como ellos, aman la libertad y la buscan mediante la música no oficial, la que ha llegado a duras penas a traves de unas fronteras cada vez más difusas. Esto abre un debate aún más profundo e interesante, y que no encontraremos aquí, el referido a qué demonios entendemos hoy día por arte y qué demonios entendemos hoy día por subversión, especialmente cuando ya la industria fagocita sin parar cualquier asomo de "rebelión" en este sentido. No es este precisamente el film para un debate de tan hondo calado; elijan entonces a Godard. Pero esa es otra historia que les contaremos en otra ocasión...
Saludos maullados.

Behind

martes, 8 de marzo de 2011

La verdad del asunto



No sé si será la obra definitiva sobre Bob Dylan, es difícil afirmarlo tratándose de una de las biografías más intensas y extensas de la historia de la música, pero puede que NO DIRECTION HOME: BOB DYLAN-A MARTIN SCORSESE PICTURE sea lo más aproximado a un documento fidedigno acerca de la vida, obra y milagros del genio de Minnesota; casi 300 minutos de archivos que parecían guardados celosamente en algún lugar de algún sitio y que nadie, excepto Scorsese, ha logrado reunir y montar debidamente, esto es: narrando, revelando, dando la palabra a su protagonista y no yéndose demasiado por las ramas. Lo cierto es que NO DIRECTION HOME, de tan riguroso, parece hermético, como un documental más; sin embargo, Scorsese, como el gran mago que es, consigue el milagro y ofrece un espectáculo tremendamente entretenido y fiel, que pasa en un santiamén y que no hace más que confirmar lo que ya sabíamos: Dylan es más grande que su propia circunstancia como artista. Dan testimonio de ello sus idas y venidas por el Greenwich Village de principios de los sesenta, la admiración (curiosidad) que despertaba entre la flor y nata intelectual-bohemia de entonces; sus míticas participaciones en pequeños festivales de folk por todo el país; minirecitales a lomos de una vieja camioneta y un único micrófono; su amistad con Pete Seeger, la leyenda de Woody Guthrie; sus diferencias con casi todo el mundo que parecía "cogerle el punto" para luego acabar despistado por su enésima incarnation; la locura eléctrica; las interminables horas ante la máquina de escribir... Y un deseo grande y fuerte como una montaña, lo único capaz de forjar la voluntad de un hombre común por divulgar su pensamiento, su obra; un deseo que Dylan sólo muestra a medias, celoso de una intimidad que pocos conocen y que constituye el verdadero valor de un film que con los años se convertirá en una obra capital para comprender cómo y cuándo empezaron a cambiar los tiempos.
Saludos desnortados.

Stay

lunes, 7 de marzo de 2011

El juego del despistado



Durante algún tiempo, el cine del canadiense Atom Egoyan representó fielmente al amplio sector de burgueses medianamente cultos y sentimentalmente ambiguos; burgueses descontentos, altivos, desencantados, un poco golpeados por una vida insatisfecha de aspiraciones no colmadas; burgueses que son arrastrados a cámaras secretas que no creían que existiesen, víctimas de esos "otros", exiliados de su propia condición, pisando terreno resbaladizo, siempre con un secreto fatal tras sus promesas de exotismo. Así fue, y era poca cosa; ahora, por desgracia, nada es igual. Mucho han cambiado los gustos del siempre fiel público de Egoyan, y flaco favor les ha hecho el canadiense con CHLOE, un famélico remake basado en dos o tres ideas demasiado básicas y atontolinadas; ni rastro de su enfermiza extrañeza visual, ni sus oblicuos estudios sobre la perversidad y sus múltiples refinamientos. CHLOE es un thriller blandierótico, de tenue lesbianismo de manual y problemas inventados por sus propios personajes, el permanente peligro que entraña basarlo todo en el gris mundo de la burguesía, a los que es difícil ubicar en según qué tramas. Aquí hay de todo, y todo es tan poco que apenas da para algún bostezo de conciencia; un marido bajo sospecha de cuernos, una esposa aburrida y neurótica, y la guinda: un desvaído intento por crear un personaje ambiguo y destructivo y que no es más que el incompleto borrador de una mera calientapollas con puntos esquizofrénicos. Demasiado poco para un autor acostumbrado a mostrar el lado menos complaciente de su tiempo, quizá su tiempo haya quedado desfasado, atrapado en aquellos años, los últimos en los que la imagen representada era capaz de idealizar modelos que hoy nos parecen bastante repugnantes. Una lástima.
Saludos infieles... o no.

The reason why i love you

domingo, 6 de marzo de 2011

Rincón del freak #17: Patada a la dentadura



No sé cómo no ha aparecido aquí ningún título de la Hammer, debe ser que en el fondo le tengo cariño a la productora británica o qué sé yo, porque la verdad es que material hay de sobra incluso para descubrir o volver a visitar con nuevos ojos. Ahora, que la de hoy es simplemente impepinable. THE LEGEND OF THE 7 GOLDEN VAMPIRES es una de las bizarradas más grandes que ha parido madre, quizá por su cándida inconsciencia, que la ha convertido en inesperado blanco del gafapastismo menos ilustrado y franco-tirante. Recuerdo haberla visto en un cine de verano, de niño; recuerdo oírla chirriar en el mastodóntico VHS Fischer de mi padre algunos años después; recuerdo un tórrido verano de hace siete u ocho años y un tardío pase dominical en Canal Sur. Ahora recuerdo buscarla en internet y volver a verla con una extraña mezcla de compasión cinéfila y gran regocijo; y es que es indudable que la Hammer tiró de imaginación (a su estilo, claro), desparpajo y, cómo no, coproducción hongkonesa, para perpetrar un imposible cruce del cine de terror (de vampiros, concretamente) y el entonces tan en boga cine de artes marciales. "Los siete vampiros de oro" son una maquiavélica logia china que se ve amenazada, así que un representante, mezcla de Fú Man Chú y el chino de KILL BILL, viajará nada menos que a Transilvania para pedirle apoyo logístico a Drácula, que hay que ver lo solicitado que ha estado este hombre a lo largo de los años. No hay rastro aquí del gran Christopher Lee, lo que lastra muchísimo su irregular metraje, pero sí que está un veterano Peter Cushing, arremangándose por enésima vez contra el mal y dando galones a un film al que se le ven demasiadas costuras pero que contiene momentos impagables, como el destartalado asalto final de los vampiros orientales (ver foto), que se limitan a correr a saltitos y ulular bajo pesadas arpilleras, que no deja de ser poético si ya perdiste tus últimos gramos de vergüenza... Yo la recomiendo siempre si viene alguien con depresión profunda, porque esto le sube la moral hasta a un no-muerto. Palabra.
Saludos doraditos.

Roda

sábado, 5 de marzo de 2011

Artificios



FAMILIA fue el brillante arranque de una carrera que poco a poco ha ido yéndose a pique, la de Fernando León de Aranoa. Producida por Elías Querejeta y con un guión firmado por el propio Fernando León, FAMILIA es un espeluznante descenso al lado más mezquino del ser humano, logrado en base a una reducción al absurdo inteligentemente filmada por un director de firme pulso pese a su bisoñez. Si hubiese estado mal estructurada, habría sido un tostonazo de corte amigable y lacrimógeno, género tan insufrible como de actualidad, y al que el propio Fernando León se ha abonado de manera furtiva.
Lo que cuenta FAMILIA lo podía haber contado un Buñuel descarnado o un Berlanga mordaz, su dispersa anatomía parte de una falsa sensación de ligereza para ir descubriendo poco a poco un tejido que basa su amarga profundidad en la nula ternura que desprenden unos personajes que parecen desprovistos de alma, moviéndose únicamente por motivos meramente materiales. Porque FAMILIA es la historia de un hombre sin familia, un hombre que decide espantar la soledad a base de dinero, así que contrata un familia artificial para intentar tener esa sensación que al resto de los mortales parece costarle tan poco tener. Aparentemente no es más que un juego perverso aunque inocuo, pero poco a poco comprobaremos que, en este insólito caso, nadie está libre de pecado. Avaricia, misantropía, crueldad y nihilismo se dan la mano en un film en el que su director debía haber indagado más constantemente, sobre todo en sus interesantes aspectos formales como entidad autónoma; un artefacto que, quince años después de su estreno, sigue exactamente igual de vigente y que nos descubrió muchas cosas, incluso que Amparo Muñoz también sabía actuar y nadie se había enterado nunca.
Saludos familiares.

Family

viernes, 4 de marzo de 2011

Espacio de sobra para movimientos banales



Algún día aparecerán aquí tanto LAST MAN ON EARTH como OMEGA MAN, las dos anteriores versiones de la magistral novela de Richard Matheson; pero hoy me quedo con el genuino "quiero y no puedo", convertido aquí en "puedo y no quiero", de este convulso principio de siglo cinematográfico, empeñado en desperdiciar buenas ideas a base de hacer pasar un grupo de postales digitales por cierto discurso narrativo. Y no cuela, claro. I AM LEGEND sólo funciona mientras existe la extrañeza, el misterio, el estupendo aroma a cine mudo con la ciudad destruida como telón de fondo y el caminante solitario (exceptuamos al perro), husmeando por los rincones, conduciendo como un niño lo haría cuando nadie le ve; la amenaza, latente, en sombras, sólo nos es mostrada en un par de secuencias que son lo mejor del film por lo que inteligentemente oculta en lugar de ser enseñado (exhibido). A partir de ahí, Francis Lawrence, que apuntaba buenas maneras en CONSTANTINE, un más que digno debut, pierde por completo el control de lo que quiere contar y, sobre todo, cómo quiere contarlo. Will Smith es lo único que importa en el segundo e insoportable tramo, sus chascarrillos ya son de la familia y, claro, los efectos speciales (digitales) invaden la pantalla como fuegos artificiales. Estos vampiros son los peores vampiros que usted podrá ver en una película, meras infografías desnaturalizadas y sin ningún tipo de "alma", nunca mejor dicho. Otra lástima, porque I AM LEGEND podía haber sido un blockbuster potente y duradero, pero todas sus licencias le acaban pasando una factura excesivamente elevada; sirve para entretener con palomitas y atendiendo sólo a las estridencias, pero, y pese a que se lleva anunciando una incomprensible precuela desde hace tiempo, ya está suficientemente olvidada, creo yo. Échense a temblar.
Saludos legendarios.

The legend of gods gun

jueves, 3 de marzo de 2011

Detalles de una anécdota



Seamos claros (y que conste que mi condición antimonárquica no tiene nada que ver con esto): No se podría haber construido un film como THE KING'S SPEECH sin sus extraordinarias interpretaciones, porque habría caído en el ridículo más espantoso; pero tampoco sin la estrecha colaboración de los espectadores, que han de realizar un considerable esfuerzo de abstracción para que realmente "les importe" lo nimio que ocurre en la pantalla. Y es nimio porque, al igual que ese horror que fue MARIA ANTONIETA, todo centro de acción acontece, sin segundas lecturas posibles, hacia la compasión que despierta un personaje que en realidad es un privilegiado, pero que aquí aparece como "la pobre víctima". Tom Hooper, director proveniente de la siempre saludable televisión británica, sabe que es incapaz de encontrar la genial mordacidad en el tono que, por ejemplo, lució Stephen Frears en la inmensa THE QUEEN, así que se conforma (y no es poco) con una especie de comedia amable en torno a las vicisitudes de un inesperado aspirante a rey y sus problemas para hilar un discurso, debido a su galopante tartamudez. Es decir, que una mera tara física se expande hacia un dilema universal; y lo digo porque si se solapa la vacuidad del asunto, disculpándolo en base a los apuntes sobre la inminente Segunda Guerra Mundial, es curioso que se use el trillado recurso de "aislamiento del héroe", que Spielberg ha llevado hasta sus últimas consecuencias.
Bien, creo que queda claro que la película, por sí sola, no me parece más que un correcto relato sobre un momento determinado en la historia de un país. Pero está Colin Firth; y Colin Firth podría haber interpretado al Duque de York, posteriormente el Rey Jorge VI, vestido de Teletubbie y nos seguiría asombrando, emocionando y dando una lección de dominio absoluto del espacio vital de lo que se cuenta en cada momento, algo más frecuente en teatro que en cine. Ahora que Firth se ha llevado un merecidísimo oscar, puede que veamos con un poco más de claridad cómo han ido cambiando los modos y hábitos de los actores desde la época clásica hasta lo que hoy ya sólo se conoce como "audiovisual"; en ese sentido, el actor británico logra lo más complicado, que es resultar creíble sin caer en lugares comunes y con cambios de registro casi imperceptibles que le llevan de provocar hilaridad a conmover profundamente, especialmente en un tramo final que de no haber tenido a Firth como conductor habría caído en lo empalagoso. Geoffrey Rush actúa como fiel escudero, aunque podía haber dado un poco más de sí teniendo en cuenta que aparece en pantalla casi el mismo tiempo que Firth; Helena Bonham-Carter está más contenida que de costumbre y luego hay un curioso desfile de caracterizaciones: Timothy Spall como un Churchill que podría protagonizar otra película; un muy buen Guy Pearce como el díscolo Eduardo VIII, que abdica por el amor de una divorciada; o el veterano Derek Jacobi, interpretando al Arzobispo Lang. Otra de las apariciones estelares, y que creo que pasó injustamente desapercibido, fue Michael Gambon, dando un recital de carácter como el Rey Jorge V. En definitiva, THE KING'S SPEECH es un correcto ejemplo de oficio bien hecho, como suele ser costumbre en las islas británicas; la anécdota viene, cómo no, de tierras americanas, donde se ha censurado porque, en uno de los momentos más divertidos del film, Firth dice unos cuantos tacos, pues eso le relaja y fluidifica su atascada verborrea... Se podrá ser más gilipollas que estos distribuidores, pero no se me ocurre cómo.
Saludos reales.

Phonetik

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿Notable alto?



No suelo poner nota a las películas, me parece reduccionista y molestamente autocomplaciente y poco exigente con uno mismo; dicho esto, TRUE GRIT (versión hermanos Coen) es a la autoría lo que un bloguero a una crítica cinematográfica. Esto es: depende de cómo dicho bloguero haga suyo lo que escribe, así, los Coen revisitan, remodelan y reinteriorizan tanto la novela de Charles Portis como el magnífico film de Henry Hathaway, pero no reinventan nada que no hayamos visto demasiadas veces como para que ya apenas nos sorprenda casi ninguna "nueva vuelta de tuerca". TRUE GRIT clama por viajar en el tiempo y enclavarse en otra época, otro Hollywood donde, irónicamente, creo que los Coen no encajarían demasiado bien; su cadencia, sus diálogos, su reposado sentido del humor, sus continuos golpes de emoción (con un final antológico y no apto para corazones sensibles), son reverberaciones de un cine clásico que siempre ha subyacido en las películas de estos inconformistas del sistema. La historia es de sobra conocida, así que me centraré en otros aspectos, como las interpretaciones; no es el mejor papel de Jeff Bridges, pero tampoco le hace falta, porque Bridges ya sólo hace de sí mismo y ha alcanzado tal grado de maestría que, al igual que aquel último John Wayne, que ganó su único oscar por su Rooster Cogburn, le basta con una mirada (esta vez ciclópea), un gesto o una sonrisa de través para llenar la pantalla. Matt Damon está correcto y la "media lengua" le viene fenomenal; y la niña pues hace de niña repelente pero determinada, aunque me gustaba más Kim Darby que tenía más gracia. Me da la impresión de que los Coen se dan cuenta demasiado tarde de que, transcurridas tres cuartas partes del film, aún le quedan demasiadas cosas por meter, así que el último tramo se precipita con personajes que aparecen y desaparecen, lo que le resta empaque a una narración que avanzaba lenta pero segura; y sólo a la mitad se permiten un par de licencias (que una peli de los Coen no lo sería si las mismas) en sendas escenas que rozan lo onírico, como es el descubrimiento de un ahorcado a una altura exagerada y la jocosa aparición de lo un curandero digamos "pintoresco" y que no desvelaré aquí.
TRUE GRIT es una magnífica película; al principio, cuando no sabía qué iba a encontrarme, me recordó agradablemente a MILLER'S CROSSING, su mejor film, pero luego los Coen aflojan un poco (aflojar, no flojear) y se abren a un género, el de aventuras, en este caso cruzado con un western, para regalarnos un par de horas de entretenimiento de calidad no tan inolvidables como podía parecer en un principio, aunque sí de una solidez que da cuenta de la maestría que sus autores han alcanzado a estas alturas. No le pongo nota, pero casi llega al notable alto de recomendación, así que véanla.
Saludos legales.

Knee deep

martes, 1 de marzo de 2011

Una tenaz sensación de solidez



No, no es usual ni mucho menos hablar de una película española en los términos que uno baraja después de ver una impresionante película, que es, ni más ni menos, lo que es PA NEGRE. Que Agustí Villaronga es desde hace tiempo uno de los nombres imprescindibles de la cinematografía patria, es algo de lo que nadie se había enterado a lo largo de veinticinco años; han tenido que premiar al mallorquín (y su puyita autodenominándose con fingida sorpresa "rarito" es absolutamente genial por su sutileza) en un certamen desquiciado y desquiciante, para que los que le habían mantenido en un segundo plano hayan sucumbido a su poderoso discurso narrativo, sin igual en nuestros días. Ahora, la película.
PA NEGRE se abre con una de las secuencias más brutalmente mejor rodadas de los últimos tiempos; dinamismo, tensión, incertidumbre y sentido del ritmo se dan la mano en dos minutos que dejan al espectador literalmente clavado en la butaca y le preparan para lo de después. Puro cine. Y lo de después es un retrato implacable de las miserias que se movían en las tripas defecantes de la posguerra; sin un  gramo de sensiblería, Villaronga propone (la novela de Emili Teixidor como elemento cohesionante) la amarga pérdida de la inocencia de un chaval (muy buen trabajo del joven Francesc Colomer), que va descubriendo un mundo nada complaciente, donde nada es lo que parece y el miedo y la sumisión oprimen a un entorno social asfixiante, cerrado sobre sí mismo. No se trata de "otro tostón sobre la guerra civil", sino de una visión muy personal acerca de cómo mutan (siempre a negro; el negro es omnipresente en el film) los aspectos sociales, de por qué las cosas ocurren como ocurren, y en este sentido el marco desolado de la pobreza aplastada por una maldad, que proviene de lo más primario y que apenas admite razonamiento, aparte de desarmar a un espectador que no se encuentra con lo que ilusamente esperaba, supone un interesante contrapunto para quienes creían que todo estaba dicho sin esperar la voz de los autores, los que de verdad lo son y apenas han podido alzar su autorizada voz por encima del lodo que cada año nos inunda las pantallas. Y mención aparte merece el trabajo de los actores, pues si los niños en general están todos más que aceptables, el tour de force que se establece entre Nora Navas (espectacular en algunos pasajes), Sergi López, Marina Comas, Eduard Fernández y una Laia Marull que tarda en aparecer pero que se come la pantalla a bocados, hacía tiempo que no lo veíamos, y bien que lo agradecemos ¿La película del año? Siguiendo una serie de parámetros de los que tanto nos gusta seguir, sí, por supuesto, pero PA NEGRE es, hablando claro, la merecida bofetada de Agustí Villaronga a un país y unos académicos que le han ninguneado durante demasiado tiempo. Mi aplauso para él.
Una rebanada de saludos.

Night train

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!