viernes, 31 de mayo de 2013

Desde que tú y yo nos vimos...




... en aquella sala oscura, donde igual fusilaban a un partisano que un niño cruzaba una luna llena, donde los violines teñían los besos o un vaquero moría cien veces, nunca he dejado de quererte. Te he observado con ojos ávidos que, a fuerza de ser fieles, se han vuelto más exigentes; y es que primero fue la inocencia del juego, el juego de la luz. Pero entonces, sin previo aviso un mono tiró un hueso hacia arriba, y todo cambió para siempre... Es desde entonces que nuestro amor de correspondencias se ha vuelto menos emocionante pero más fiable, y es un amor que podría ser el principio de una gran amistad. Y si tuviera que describir esta pasión, cómo se siente uno cuando se encuentra frente al monolito que no entiende, a su irresistible campo de atracción, tendría que irme cincuenta y tres años atrás, a París, dar vueltas alrededor de una menuda chica de pelo corto, desafiarla sin temor, dejando que el cigarrillo se consuma en los labios... Me iría con ella a una habitación cualquiera y hablaría sobre cualquier cosa, menos de lo que se supone que hay que estar hablando; pondría discos... Es una sensación extraña, porque por un lado nos hemos hecho mayores, pero por otro no podemos evitar ser inmaduros y maravillosos.
Si es de esto de lo que están hechos los sueños... ¡No me despertéis, hijos de puta!...

jueves, 30 de mayo de 2013

Cuidado con lo que deseas...



Cuidado con lo que deseas, podría hacerse realidad. Podría hacerse realidad que después de estar cerca de treinta años dirigiendo amables comedias románticas, ganándote el sueldo como inocua rampa de lanzamiento para futuros aspirantes a estrellas o aceptando que tus películas jamás llegarán a Cannes ni serán analizadas en profundidad por sesudos intelectuales, verdaderos pensadores de cine... A lo mejor un día alguien te encarga algo que parece un regalo pero que entraña un grave peligro. El director es Michael Hoffman, la película es THE LAST STATION, la traición se llama "hablemos sobre Tolstói". Bien, hablemos sobre Tolstói, ¿pero cómo? Uno puede ser riguroso, puede entroncar poética con contemplación, ampliar la panorámica hasta abarcar un tiempo y una situación, o incluso inventar una divertida parodia a lo Woody Allen. Lo que no se debe hacer (y mucho menos si esperabas lograr al fin cierto reconocimiento a tus esfuerzos) es creerte que lo que estás haciendo es "resucitar" a Tolstói. Básicamente porque no lo estás haciendo. THE LAST STATION es un film que se recrea en exceso; en los trajes, los paisajes, los rostros, las frases lapidarias. Sin embargo, nada de esto rechina en Syberberg o Greenaway, a lo mejor porque son directores de cine que están (y siempre estarán) un paso, o varios, por encima de Hoffman, al que sólo podemos pedirle que no atente, que no descarrile ni traicione su estilo "finamente encorsetado". Los actores son de altura, tienen toda una suerte de directrices para erigirse beneficiados de este entramado pseudohistórico y azucaradamente indulgente, y lo hacen. Christopher Plummer da veracidad y oficio a su recreación de un Tolstói al final de su vida, Helen Mirren convierte en oro cada frase que pronuncia, James McAvoy confirma que es uno de los mejores actores surgidos en los últimos años... Pero, ay, Mr. Hoffman...
Biosaludos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Pero ríase, desgraciado



Siempre se ha argumentado, con mayor o menor precisión, que existe una distancia insalvable entre la comedia clásica española y la italiana, y que, más allá de los "trasvases" que se han producido entre los nombres más importantes de ambas cinematografías, presenta un problema que podríamos definir de "actitud". A mí me parece que algo de eso hay en un título fundamental para mirar con extrañeza a uno y otro lado y comprobar que los mismos espacios se pliegan hacia motivos diferentes. En A CAVALLO DELLA TIGRE, Luigi Comencini dibujaba una sonora mezcla tragicómica en la que sobresale la triste figura de un pobre diablo interpretado deliciosamente por Nino Manfredi y cuyo posterior devenir quedará perfectamente plasmado en la estrambótica secuencia inicial, en la que el pobre Giacinto, desesperado por su situación económica, idea un asalto ficticio para poder pedir una indemnización. No sólo acabará autolesionado, sino que será descubierto por un pescador que pasaba por allí (el colmo de la cutrez) y será encarcelado por fraude. Tras tres años siendo el hazmerreír de la cárcel, donde será constantemente utilizado tanto por los demás reclusos como por los guardias, Giacinto sólo espera la recta final de su condena, aunque se verá forzado a participar en una fuga, convirtiéndose así otra vez en un fugitivo. Con una complejidad mucho mayor de lo que se podría pensar viendo los elementos que la componen, es difícil pensar que este guion se hubiese podido desarrollar en España hace cincuenta años, excepto si pensamos en Berlanga... ¿Que qué podría haber cambiado (yendo un poco más allá) Azcona? Puede que al culpable de tantas desdichas. Y es que sólo el destino puede aparecer tan caprichoso...
Saludos a rayas.

martes, 28 de mayo de 2013

Hasta 2016



No, lo siento pero el título de la reseña no alude a la despedida del blog (se chinchan), sino a la supuesta cadencia que toman, hasta la presente, las películas de Pascal Laugier, un señor que a mucha gente le parece el novamás de esa tonturrada del "post-horror" y que a servidor le provoca bostezos, visitas al Seiko y urticarias emocionales... De acuerdo, con THE TALL MAN mejora pelín, pero es que tampoco era complicado superar aquella cosa que se llamaba MARTYRS. Eso sí, mejora en lo que la mayoría de pelis de miedo hacen bien desde hace años, que son los primeros 10-15 minutos, lo que debería hacer replantearse a algunos pedantillos el formato corto. Esta película debería haberse llamado "Jessica Biel's presents", y no sin razón, pues esta actriz lleva ya algún tiempo coqueteando peligrosamente con el encasillamiento autoconsciente, y que no es el de scream queen, no, sino algo mucho más "post..."; se trata del papel de señorita embutida y mirada bovina que de repente te suelta una patada en los huevos y se larga corriendo y mirando atrás con labios agrietados... Y eso que a mí la Biel me pone, pero es que uno no llega a comprender bien ciertas cosas. Lo que Laugier propone es, en esencia, una trampa falaz que podría asumirse amablemente si al menos fuese entretenida y se despojara de solemnidad. Pero no, que este señor ha rodado MARTYRS, oiga. Los primeros quince minutos de THE TALL MAN están bien, con ritmo, provoca la suficiente inquietud como para pensar que, efectivamente, todo va a irse al carajo cuando llegue el momento de las explicaciones. No contaré nada, porque no soy tan cabrón, pero sí les prevengo de que este tipo debe estar muy trastornado para rodar un final que parece un anuncio de pañales... Yo no sé, sólo espero dos cosas en esta vida: que este señor mantenga la cadencia hasta dentro de tres años (y no la adelante) y que la Biel se replantee seriamente su deriva profesional...
Saludos largos.

lunes, 27 de mayo de 2013

De verdad... Jean Rouch #4



MAMMY WATER, corto de unos veinte minutos rodado en 1953, alude a los ritos de los pescadores de la costa de Ghana, sus elaborados preparativos para obtener una pesca propicia, al tiempo que aplacan la ira de los dioses marinos. Con una preciosa fotografía en color, Rouch deja la narración en un segundo plano y filma la abigarrada procesión de cuerpos, trabajadores confeccionando redes, el mar embravecido contra las embarcaciones, el sacrificio de una vaca en la misma orilla, el mar teñido de rojo... No veremos más que la cotidianidad de un pueblo dedicado a su subsistencia, su felicidad por el pescado recibido y el agradecimiento a esos espíritus por no cobrarse ninguna vida.

domingo, 26 de mayo de 2013

Rincón del freak #109: Un horror de cartón piedra



Un horror es, efectivamente, HITLER´S MADMAN, un estiradísimo panfleto antinazi para el que la Metro reclutó a un Douglas Sirk obediente y cumplidor, pero sin ninguno de los valores cinematográficos que hicieron de él uno de los mejores directores del periodo clásico de Hollywood. Es más, estoy seguro de que el nazismo, los nazis, lucían mucho más terroríficos en sus propios panfletos; y se me viene a la cabeza, cómo no, Leni Riefenstahl. Ya desde el truculento cartel promocional, en el que unas virginales muchachas aparecen esparcidas ante una gigantesca y anómala mano gigante coronada con un elocuente "Sensational!", la historia (historieta más bien) nos sitúa en un bucólico pueblo checo que parece sacado de las páginas de Shelley y en el que no nos hubiese extrañado ver ondear la capa verde del Dr. Doom... Allí llegan los nazis, que incordian un poco al párroco mientras va de procesión, hacen preguntas a lo Philip Marlowe (ya saben: miradas aviesas, cuellos estirados...) y sospechan que quizá exista una resistencia montañesa local cuya intención sea dar al traste con los planes de un Hitler al que, como no podía ser de otra manera, no veremos nunca. Por destacar algo, sólo podría destacar a John Carradine, que hace lo que puede para hacernos creíble a un oficial de las SS con acento de Poughkeepsie... En definitiva, HITLER'S MADMAN es uno de esos patéticos ejemplos de comedia involuntaria en los que una risa inesperada sustituye al verdadero efecto que se creía que tendría. Porque si alguno de ustedes se asusta viendo esto es que tiene serios problemas emocionales...
Saludos esvásticos.


sábado, 25 de mayo de 2013

El borracho



La imagen es tan poderosa como devastadora: una ventana filmada desde fuera de la que cuelga una botella de una cuerda; de repente, una mano nerviosa busca la cuerda, iza la botella y estamos dentro del apartamento, pero apenas el hombre destapa la botella y la mira con deseo febril, es interrumpido por unas voces y su expresión torna a un fastidio desesperado. Así describió magistralmente Billy Wilder el día a día de un alcohólico irredento en THE LOST WEEKEND, probablemente el más crudo y certero retrato de la adicción a la botella jamás filmado. Ray Milland (un actor que debo confesar que nunca ha sido de mi gusto) da vida a Don Birnam, uno de esos millares de escritores sin páginas realmente escritas y que ahogaban la frustración de su fracaso en litros de alcohol. Ésta podría haber sido otra historia de borrachos, de perdición, fracasos, mujeres enamradas de fracasados y barras de bar, pero a mí me parece sobre todo un magistral tratado sobre el tiempo, tiempo que pasa pastoso y comprimido, un tiempo en el que no pasa nada y que da la espalda al Hollywood de las consonantes y las pautas bien marcadas. Wilder coloca excepcionalmente dibujado a Birnam frente a un camarero que se sabe verdugo, que le sirve la copa a regañadientes; el whisky hasta el borde, tembloroso, como si cada gota que se pudiera derramar fuesen trozos de vida que se escapan. Tiempo. THE LOST WEEKEND es el descenso a la mierda, no a los infiernos, y es el triste devenir de un hombre reducido a la nada, porque nadie puede ayudarle y él no quiere ayuda. Una manera de suicidarse como otra cualquiera, entre el placer y el dolor, pero que al durar más tiempo intensifica el dolor producido a su alrededor. Nunca el sonido de una botella vacía había sido tan terrible...
Ya lo dijo Chinaski: "... el borracho sabe..."
Saludos empapados.

viernes, 24 de mayo de 2013

El experimento por el experimento por el experimento...



Algún día alguien hará un sesudo estudio sobre qué impulsó a miles de descerebrados a emitir todo un tratado escrito sobre el cine que cada uno de ellos ha visto a lo largo de toda su vida; porque al igual que un banco de peces, la blogosfera (vertiente cinéfila) está formada por una miríada de sujetos individuales que, por una misteriosa razón aún no descubierta, conforman la deriva más coherente e interesante de lo que antaño se conocía como "crítica de cine" y ahora es expresión liberada pura y dura. En estas me encontraba yo poco antes de empezar las vacaciones el año pasado en mi calurosa y desolada ciudad cuando me disponía a "pensar" (cosa que hago cuando todo lo demás ha fallado) sobre un estupendo film de Alain Resnais que acababa de ver y que a su diabólico entramado de vidas cruzadas (la parte racional), sumaba un despiadado motivo surreal que el listo de Lynch copió repugnantemente para su repugnante INLAND EMPIRE. Sí, me refiero a las ratas de apariencia humana. Lo que Resnais ya vislumbró en 1980 en MON ONCLE D'AMÉRIQUE era la descorporeización del hombre común hasta reducirlo a un monigote eternamente vagando por un laberinto, con la única opción de avanzar hacia una dirección y con ese "queso" de diferentes formas esperándole en una meta que, una vez alcanzada, no es más que eso: el final. Así que ¿por qué no iba yo a incluir un ensayo directo sobre ello? ¿no es eso para lo que debe servir un blog sobre cine, o acaso seguiremos "eternamente" publicando listas del uno al diez, estrellitas de una a diez, puntuaciones como las que nos imponían en nuestro represivo sistema educativo? Nunca había escrito absolutamente nada en FilmAffinity, una base de datos fabulosa pero yerma en cuanto a interés crítico, tan completa en lo impersonal como infantil en el filtro que descaradamente impone a quienes allí "escriben". No lo pensé dos veces, porque esta película me parecía el mejor ejemplo para hacer un experimento, que era aludir directamente al único señor que se había dignado a poner unas líneas y al que el film de Resnais le parecía una bazofia pedante y aburrida. Él tiene derecho a decirlo, pero yo tengo derecho a no estar de acuerdo; sin embargo, FilmAffinity opina que no, que alguien que no ha hecho una película en su vida puede insultar a un director que lleva unos sesenta años acudiendo a Cannes, pero que NADIE puede aludir directamente a alguien que escribe esa sarta de sandeces. Era lo que esperaba, por supuesto, y mi breve comentario aún sigue en un curioso limbo a la espera de que yo lo modifique, cosa que no haré; sin embargo, invito a quienes se pasen por este blog que vayan a FilmAffinity y busquen esta película, no verán mi comentario (si quieren lo reproduzco aquí, pero tampoco es nada del otro Jueves) pero sí el genial contra-contra-comentario que un tal Mr. Lombreeze (Il mio fratello digitale) colocó en la página de marras, lo que demuestra dos cosas muy importantes: que actualmente uno puede escribir lo que quiera aunque no lo piense mientras no ofenda a un imbécil y que lo que hace único a un blog es su capacidad de reinvención absolutamente incontrolable e impredecible. Por cierto, vean la peli que es maravillosa.
Saludos, ratitas...

jueves, 23 de mayo de 2013

Y que cumplas muchos más...



Una película de Judd Apatow. Otra película de Judd Apatow. Lo primero es bueno, lo segundo es una preocupante sensación de cansancio. Una película de Judd Apatow que habla de pollas durante dos horas es normal, una película de Judd Apatow con Megan Fox es levemente preocupante. Una película de Judd Apatow en la que un tipo se mira sus propias hemorroides es escatológicamente normal, una película de Judd Apatow en la que la protagonista le toca las tetas a Megan Fox pero lo descolocante es que se marque un baile a lo Lady Gaga es altamente preocupante. Una película de Judd Apatow en la que los padres llevan a sus hijas al cole en su Lexus o en su BMW (a elegir) mientras discuten si los Pixies son más auténticos que Lady Gaga es entrañablemente atolondrada, una película de Judd Apatow de más de dos horas (debo recalcarlo) en la que gente que despilfarra el dinero en chorradas habla de problemas económicos durante el 90 % del film es ofensivamente estupidizante. Por eso y por muchas otras cosas más, KNOCKED UP era una comedia de las que ahora mismo se llaman "afiladas", que extraía muchas de sus virtudes de una pareja protagonista (Seth Rogen y Katherine Heigl) todo lo similar que Judd Apatow es capaz de hacer que parezca a una pareja real, mientras que  Paul Rudd y Leslie Mann ocupaban exactamente el lugar que les correspondía, y que sin ser cruel a mí me parece que no pasa de una anécdota excéntricamente reaccionaria. El problema gordo viene en esta THIS IS 40, porque Apatow necesita hacernos creer que dos histéricos de la Visa Oro son lo suficientemente interesantes porque cuando eran jóvenes "iban de alternativos", y lo que ya es la repera: darles un giro dramático... ¡porque están en bancarrota! Mal asunto, porque a mí lo que me parece es que Judd Apatow sólo está obsesionado con un tema, pero le cuesta horrores ser honesto al respecto... y eso que los hombres no pueden quedarse embarazados...
Saludos de un treintañero en capilla.

miércoles, 22 de mayo de 2013

De la envidia y la inconsciencia



Posiblemente no haya dos directores de cine que, usando los mismos materiales de manera casi obsesiva, estén tan alejados entre sí (final y éticamente) como Claude Chabrol y Michael Haneke. Y puede que esto se haga aún más evidente si confrontamos dos títulos curiosamente muy cercanos en el tiempo. Me refiero a FUNNY GAMES, del alemán, y LA CÉRÉMONIE, del francés. Por acortar en el mensaje esencial, Chabrol explicitaría lo que en Haneke es un misterio absolutamente premeditado; esto es: toda suerte de detalles que nos van a conformar el porqué de una actuación tan inexplicable y reprobable como la llevada a cabo por dos mujeres diferentes entre sí pero que comparten un mismo odio por "ese otro mundo" (llámese burgués, acomodado, snob...) que les es tan ajeno como francamente atrayente. Efectivamente, lo que une a los personajes (los albos asesinos en el caso de Haneke) es lo mismo que implementa dos mecanismos fílmicos que (aparentemente) funcionan en estratos distintos. Chabrol, minucioso, sagaz, despiadado, nos deja en manos de dos actrices que se encuentran como pez en el agua en esas líneas transfronterizas que igual amoldan un patetismo de poca ternura como un horror primario e infantil por lo salvaje y cruel. Sandrine Bonnaire, en quien recae el peso de casi todo el film mientras éste se despereza con paciencia, es una mujer metódica y reservada que trabaja como ama de llaves (imposible no acordarse del Dirk Bogarde de EL SIRVIENTE), tras ser despedida en extraña(da)s circunstancias, para una acomodada familia en una de esas "chabrolianas" ciudades de provincias. Sin apenas contacto con el mundo exterior, conocerá a una mujer entrometida y amoral hasta límites insospechados que trabaja en la oficina de correos, donde hurga sistemáticamente en la correspondencia ajena. Ésta, tras descubrir las limitaciones educativas de la primera (es prácticamente analfabeta), la usará como una especie de ariete incontrolable para introducirse en la casa de los Lelièvre con unos fines que se revelarán en la tremebunda parte final del film. Es decir, que la omisión de cualquier detalle biográfico que a Haneke le permite abordar la violencia por la violencia, despojándola de cualquier sentido o explicación moral y convirtiendo a la pareja de torturadores en elementos cuasiabstractos, en manos de Chabrol es precisamente lo que más importa y lo que no permite, en última instancia, que cedamos al morboso deseo de juzgar (aunque más de uno en su fuero interno así lo haya hecho) a quienes el director francés siempre ha juzgado y con no poca dureza, aunque sea porque esta vez son las víctimas.
Saludos sin protocolo.


martes, 21 de mayo de 2013

Los veranos eran antes




A ti te dicen, poniendo gesto serio, de cosa seria, inteligente, como mínimo interesante, que han hecho una película como HEROIS (HÉROES en el Reino...), que vayas a verla, que no te la puedes perder, y tu reacción es de un recelo primario, costoso, que has ido acumulando junto lo que, como idiotas que somos, llamamos "sabiduría cinéfila", porque eso no existe. Porque HEROIS es una mezcla entre "Verano Azul", LOS GOONIES, CUENTA CONMIGO y VERANO DEL 42 (baby version); y su director, Pau Freixas, parece poseído por el espíritu de Antonio Mercero... Ahora bien ¿y si la película, después de todo, después de tener (casi voluntariamente) todo en contra, resulta que no está nada mal? Y más difícil: ¿Y si resulta que toda la primera parte de la película comete todos y cada uno de los tópicos que uno no pensaría que su director fuese tan zoquete de incluir porque en en el Siglo XXI todos somos dolorosamente menos ingenuos? Porque esto es así, pero durante toda la segunda parte de HEROIS, y sin saber muy bien de dónde proviene el hechizo, uno está completamente integrado en el descabellado ejercicio nostálgico-revisionista que consta nada menos que: 1_ Chavalería en flor y en bicicleta 2_ El último verano que van a pasar en "aquella urbanización playera a la que jamás nadie volvió" 3_ Una cabaña encima de un árbol que una pandilla ha de conquistar cada año 4_ Hormonas 5_ Dráculas de Frigo 6_ (¡Oh, no! ¡Uno de los chavales tiene síndrome de Down y le llaman "Eru" porque eructa como un campeón!) 7_ (¡Oh, no! ¡Otro de los chavales lleva gafas y se ha unido a la alegre pandilla a regañadientes) 8_ Flashbacks...
Pues como decía antes, desconozco el efecto que todo esto pueda tener en un chico de veinte años, pero en un señor de casi cuarenta es de rechazo absoluto, así que es sorprendente el cambio de timón que Freixas da a esta inesperada película y que termina contando lo que ninguna serie de televisión va a contar jamás; a ello contribuye el peso que otorga a la trama en presente, que uno va intuyendo pero no es capaz de desentrañar del todo. La conciliación entre recuerdos y actos inmediatos, al igual que la que Freixas consigue entre una comercialidad bien entendida y un complicado intimismo sentimental, eleva sensiblemente el nivel de este film que parece imposible que se haya concebido en España, pero mucho más que haya salido victorioso de su difícil empresa. Hay que verla por todos estos motivos, pero también porque fue la última vez que un señor (bueno, un genio, un maestro, un icono inolvidable...) llamado Constantino Romero se asomó a una pantalla de cine...
Saludos, veraneantes.


lunes, 20 de mayo de 2013

De verdad... Jean Rouch #3





Uno de los mejores y más impactantes mediometrajes grabados por Rouch en la cuenca del Níger es, sin duda, CHASSE À L'HIPPOPOTAME. Así, tal cual, nos son mostrados los preparativos, en clave casi festiva, con la que un pueblo celebra la proximidad de "la gran caza fluvial". Veremos cómo se forjan los pesadísimos arpones, la idoneidad de las barcazas para hacerlas lo más resistentes posibles, los rituales para proteger a los cazadores del mortífero ataque del que está considerado el animal más peligroso de África. En apenas 45 minutos, Rouch encadena su concisión narrativa y consigue unas imágenes tan bellas como brutales, una vorágine de sangre y músculos tensos cuando el gran hipopótamo es acorralado mediante una técnica que se ha repetido durante generaciones, para convertirse no sólo en una inmensa reserva de alimento, sino en un inigualable sacrificio para los dioses del gran río. Me imagino, entonces, a esas grandes cadenas internacionales, dedicadas por entero a la producción en serie de documentales que gozan de gran prestigio; en ninguno de ellos (y no son pocos) se puede encontrar una verdad tan cruda como en lo que Rouch filmaba hace más de sesenta años con un equipo tan rudimentario como el empleado para dar muerte a un monstruo, pero de los de verdad...
Saludos.


domingo, 19 de mayo de 2013

Rincón del freak #108: Quien no se arriesga no tiene prima



Declaración de hechos: Primera película de Pedro Lazaga que aparece en este blog tras cinco años de existencia, y eso que el director tarraconense es lo más parecido que hemos tenido por aquí a John Ford... cuantitativamente hablando, claro. El porqué está implícito en el arranque mismo de VENTE A ALEMANIA, PEPE, prosaico título sin anatemas ni dobleces y rodado casi íntegramente en el Munich preolímpico de 1971. Digo: entre superzooms alejatorios de campanarios y vacas, y tras observar al pobre Alfredo Landa tirar de la cuerda sacristanesca, llega a oídos del cura local (Peralejos, Alto Aragón) que en aquella primitivista tele de jotas y misas van a actuar unas señoritas "que bailan"; ipso facto, el clérigo oredena desenchufar el repetidor. Lo que sigue es un lácrime de señores emboinados y desdentatos ante una sucesión de chatos de vino y bajo almanaques de taller mecánico. España:
Continúan los zooms y llega un Mercedaco del que baja Pepe Sacristán vestido de pseudobávaro; ahí Lazaga adelanta el Dogma'95 y nos lo sirve con un inusitado "cámaraenmano" que sigue a Angelino, emigrado de visita, hasta el interior del templo. De ahí a que el exploited Pepe (además de sacristán, vaquero de vacas y novio eterno de Tina Sáinz) se marche a Alemania, se vista de vinilo amarillo, friegue platos, pegue carteles veraniegos, limpie cristales a considerable altura junto al añorado Manolo Summers, pose como modelo peludo en unos grandes almacenes e invite a callos a Josele Román en la Casa de España, media un tenue suspirillo, que era el mismo hálito insoslayable que cruzaba cada apresurado fotograma de las películas pertenecientes al franquismo (yo es que las llamo así, ya saben). Ustedes llámenlo "landismo", pero me parece una tontería; yo tenía que poner una de estas películas, por lo de la corrección política, pero lo más apróximado que puedo retener en estos kafkianos momentos que nos han tocado vivir es la relación cateto-germano-emigración, y no piensen ni por un momento que el primer vocablo es gratuito...
Hail, lectores.

sábado, 18 de mayo de 2013

A Raymond Chandler



Dos años después, José Luis Garci dio carpetazo definitivo al detective Areta con EL CRACK DOS, así, escrito con letras. Repleta de licencias, esta no-secuela, que más parece el capítulo final de una serie de dos episodios, abunda menos en los impecables retratos de secundarios y su trama principal, una especie de enrevesado galimatías de contrabando farmacéutico, palidece ante lo que de verdad importa: Alfredo Landa poniendo cara al hastío de quien ya lo ha visto todo y sabe que no puede hacer nada por cambiar la realidad. Sólo a Garci se le podía ocurrir poner al mismo actor (José Manuel Cervino) como jefe de la Policía después de haber actuado como delincuente de poca monta en la primera, o que otra vez la acción transcurriese en Navidad; empezar con el famoso mechero de la primera parte o darle un papel a uno de los maestros del doblaje, Rafael de Penagos... Precisamente Garci, que siempre ha preferido las voces dobladas. EL CRACK DOS es Areta contenido, cuando podría haberse desencadenado por completo, autodestruirse en un último órdago, como el que lanza en esa antológica escena inicial en la que Garci abre con un primer plano de la mirada feroz de Landa... puede que en peligro, mirando a un lado y a otro, pero que al abrirse el ángulo descubrimos que no está más que jugando al mus. Es público que a Garci le hubiese gustado continuar la saga, pero tuvo que cerrar aquí por motivos de presupuesto, algo que se nota, de tapadillo, en cómo pasa rápidamente por lugares en los que en la primera se detenía y recreaba mucho más (las conversaciones, las dobles intenciones). Al final uno piensa que Areta está perdido, que su fin se escribirá con sangre; la venganza de guion de Garci, no obstante, consiste en dejarle frente a un pobre Arturo Fernández que parece estar a punto de exclamar "¡Pero qué pasa, chatín!"... La película es estupenda porque está muy bien escrita (tiene una línea de diálogo entre Alfredo Landa y José Bódalo simplemente antológica), pero podía haber aspirado a algo más alto, más recrudecido... Pero siempre nos quedará Germán Areta, investigador bajito, con bigote y muy mala leche...
Saludos.


viernes, 17 de mayo de 2013

A Dashiell Hammett



Ha sido una suerte para este blog que el que esto escribe, por los motivos que sean, no haya echado mano antes de uno de los dípticos más imprescindibles para comprender cómo el abismo insalvable que existe (y siempre existirá) entre el cine americano (así escrito) y el español, tratado con inteligencia y sabiduría (que no son la misma cosa) puede dar como resultado una obra 100% autóctona; todo lo referencial que se quiera, pero hablando más "de lo nuestro", que "de lo suyo", que ya está trillado un rato. En pocas palabras, EL CRACK es el mejor trabajo de José Luis Garci, el que mejor ha sabido aprovechar el ensimismamiento de su autor en beneficio propio; un film a la vez austero y florido, con tanto fondo como forma, que sabe darle importancia a los aspectos más relevantes y, sobre todo, que dejará para la posteridad eternidad a uno de esos personajes que definen a uno de los mejores actores españoles de todos los tiempos, Don Alfredo Landa dando la razón a los que siempre hemos pensado que en el nauseabundo cine franquista (yo es que lo llamo así) había mejores profesionales que ideas. Germán Areta es un Bogart imposible para Hollywood, porque no me imagino a Danny DeVito o a Mel Brooks interpretando a un detective privado tan cercano y amigable como frío y duro cuando las cosas se complican. Areta (curiosamente, segundo apellido del actor) es amigo de sus amigos, con los que comparte no pocas veladas, un hombre de costumbres sencillas que acude puntualmente a su barbero de toda la vida, que dice que ha estado en New York, y es aficionado al mus y al boxeo; pero el trabajo de Areta está entre toda la mierda de la sociedad, y tiene que abrirse paso entre políticos corruptos, yonquis, ladrones..., por eso su rostro es una mezcla de fría impasibilidad y honestidad contenida, casi despreciativa. En EL CRACK, lo que Garci propone es un trabajo más para este antiguo policía (del que apenas se esboza por qué abandonó el cuerpo), que acabará como una peligrosa obsesión, precisamente cuando este hombre, quizá el último hombre íntegro, se dé cuenta de que está rodeado de miserables que se venden por un plato de lentejas. Tiene, desde luego, sus licencias, y gordas, como establecer todo su desenlace nada menos que en la Gran Manzana, pero EL CRACK quedará también como un retrato marcadamente nostálgico de un Madrid ya irreconocible, a caballo entre su pasado y lo que ahora es un anodino presente. Una obra maestra del cine, le pese a quien le pese, con unos diálogos absolutamente maravillosos y que yo dedico humildemente (tal y como Garci encabezaba con su sentida dedicatoria envuelta en la tristísima música de Jesús Glück) a un genio de la interpretación de todos los tiempos.
Saludos.


jueves, 16 de mayo de 2013

El indiscreto encanto de la artesanía



Hay cosas, pertenecientes a nuestra sacra memoria sentimental, que es mejor no tocar, sino dejar que los dulces helechos del entusiasmo se agolpen a su alrededor, formando un invisible manto de virtudes que a nosotros siempre nos parecieron indiscutibles. Por ejemplo, en JASON AND THE ARGONAUTS (película que en estas fechas cumple nada menos que cincenta años), la distancia entre el trabajo de Ray Harryhausen y el del resto del equipo (director, guionistas, incluso actores) es tan abismal, que sólo la mirada inocente de un niño podría obviar una desigualdad tan notoria y mezclarlo todo sin ningún pudor. Bendita inocencia, porque JASON... es una película torpemente realizada, con unas interpretaciones livianas y con un desarrollo apresurado y poco sustancioso, algo que queda de manifiesto en su abrupto final (en 1' 45", Jasón pasa de dar el último espadazo a lanzarse por un acantilado, besar a la chica y ser juzgado "jocosamente" por Zeus y Hera...) y que convierte al film en una inofensiva sucesión de sketches de aventuras en los que apenas importa su conexión argumental. Hasta ahí todo lo reprobable, porque luego uno ve al gigante Talos adoptar la pose del Coloso de Rodas y no puede reprimir un emocionado "guau". En apenas cuatro secuencias, Ray Harryhausen se adueña de la película y se convierte en el auténtico creador de la misma; sólo la excepcional partitura de Bernard Herrmann se le puede comparar cualitativamente. Para el recuerdo quedarán las dos arpías nocturnas que robaban al sabio Phineas y la Hidra de siete cabezas, que custodia el deseado vellocino de oro (con unos espumillones tremebundos). Sin embargo, el momento cumbre es, sin duda, la lucha de Jasón contra los soldados-esqueleto; verles adoptar la postura de combate es un momento imborrable de la historia del séptimo arte. Es por todo ello que JASON AND THE ARGONAUTS retiene la extraña cualidad de permanecer en nuestra memoria sentimental mucho mejor conservada de lo que, desgraciadamente, luego podemos comprobar al revisionarla. Aun así, algo bueno tendría cuando tardó nada menos que 18 años en ser estrenada en España...
Descanse en paz, maestro...
Saludos desde el Olimpo.

miércoles, 15 de mayo de 2013

El arte de las manualidades



El equipo motor de KING KONG (Ruth Rose, Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack) realizó otros dos films de temática "similar": SON OF KONG, que aprovechó inmediatamente el bombazo de la original, y, ya quince años más tarde, MIGHTY JOE YOUNG, que intentaba desmarcarse de aquel dramatismo exacerbado y facturar una película "para toda la familia" y en la que un gran simio (no tan grande, la verdad) fuese no un loco enamorado, sino un ser entrañable e incluso juguetón, aunque no dejara títere con cabeza cuando le tocaban los cataplines, claro... El encargado de dar vida al "monstruo" fue un joven Ray Harryhausen, al que aún le restaba demostrar lo mejor de sí mismo y que, aun sin realizar uno de sus trabajos más depurados, le dio más que de sobra para llevarse de calle el oscar a los mejores efectos especiales. El film comienza aceptablemente, con una trama menos mitificadora que la del gran Kong, en la que un simpático bebé gorila es adoptado por una niña que vive en una granja africana; todos crecerán y al cabo de los años Mr. Joe Young (que es el estrambótico nombre del animal) será descubierto por un avispado empresario que lo convertirá en una ridícula aunque rentable atracción. El guion es estupendo, pero a Schoedsack y compañía se les fue la pinza en el tramo final (ya apuntaban con la ideita de filmar cowboys enlazando gorilas en África...), donde poco menos que invocan a los Hermanos Marx (literal) y nos cuentan la huida de la jovencita (una pipiola Terry Moore), un cariacontecido cowboy y el pobre simio, al que Harryhausen (supongo que por exigencias del guion) deja ya haciendo pedorretas y gestitos cómicos. Aunque la palma se la lleva el acto de redención para el pobre mono, alque persiguen para ajusticiarlo; resulta que van a toda leche para coger un barco dirección África, cuando hete aquí que aparece... ¡Un hospicio en llamas!... Acojonante. Total, que Mr. Joe Young salvará unos cuantos huérfanos y todo arreglado. RKO en estado puro... Para una tarde con los niños puede estar hasta curiosa, aunque sirve más para constatar lo bien hecha que estaba KING KONG muchos años antes.
Saludos peludos.

martes, 14 de mayo de 2013

Filtros inconscientes



Hace pocos días, Google diseñó una espectacular cabecera para su omnímoda página de arranque, basada en el trabajo del gran Saul Bass; eso, de por sí, hace que a uno le entren ganas de hablar un poco sobre VERTIGO... Bueno, y porque ya tocaba, creo yo...
VERTIGO... (DE ENTRE LOS MUERTOS), en español... Cada vez hay más gente que la detesta, o que la encuentra desfasada, ridícula, excesiva, no-tan-mítica-como-parece. Para mí es una obra fundamental, una genialidad y, por encima de todo, una singularidad que adelanta gran parte de lo que más tarde iba a ser la modernidad cinematográfica (¿de dónde creen que sale, si no, MULHOLLAND DRIVE?); casi un clásico "en contra de los clásicos" ¿De qué diablos habla VERTIGO? ¿de un asesinato? ¿de un majareta obsesivo y desquiciado? ¿de una imagen recurrente que desata impulsos ocultos? ¿de la castración? ¿la impotencia? ¿la ceguera? ¿de lo cabrones que son los críticos... o de lo tontos que son? VERTIGO habla de muchas cosas, pero puede que sólo hable de una, o de ninguna; sin embargo, encuentro infinitamente más estimulante el carácter visual, encadenado a lo que Alfred Hitchcock esperaba del espectador en forma de receptiva complicidad. El comienzo apenas guarda algún punto de conexión con el final, ustedes dirán: "sí, el miedo a las alturas del protagonista"; pero en dos horas, Hitchcock ha atomizado toda la intriga desprendida de esta premisa, hasta dejar sólo una serie de pistas inconclusas y retar al espectador ¿Qué va usted a encontrarse en el próximo fotograma? Es más, le hace intuir que cada paso dado ha de ser otra puerta abierta a otro sitio completamente diferente al anterior. Es la deconstrucción del clasicismo narrativo... ¡narrando clásicamente! En VERTIGO hay dos o tres momentos inolvidables y que sigo manteniendo que son absolutamente imposibles de filmar hoy día; y casi no estoy hablando de los que ustedes creen, como ese aterrador principio con James Stewart colgando de un tejado, o la primera visión de Kim Novak. A mí me embruja la escena del puerto, casi como si fuera un sueño, con una atmósfera pesada, achicharrante... O la llegada de Scottie Fergusson al apartamento, con la sensación de ser el vigilante vigilado; los paseos con esa mujer que parece salida de otro mundo... de entre los muertos, quizá. No será la mejor, pero VERTIGO posee ese halo infranqueable de misterio y seducción que la dejan fuera de los géneros y sigue suponiendo una experiencia inigualable para cualquier cinéfilo. Y también estaba Saul Bass, claro...
Saludos de un tipo con vértigo.

jueves, 9 de mayo de 2013

Perlas ensangrentadas



Ocurre que el llamado J-horror (pelis de miedo hechas en japón de un tiempo a esta parte) se ha convertido en una imparable y a veces discutible franquicia; de igual forma, el director Takashi Miike es una máquina de fabricar películas de la más diversa índole, y cómo no, alguna de terrorle ha tocado hacer de vez en cuando. Así las cosas, no es difícil perderse en ambos océanos, confundir motivos o productos y apazguatarlos todos en una masa informe llamada (o yo creo que es así) "Telol amalillo". Tiemblen, sí, porque hay que estar muy informado y dispuesto (aparte de almacenar toneladas de tiempo libre) para deambular con un paso lo suficientemente firme como para toparse con esa anhelada joyita que refulge con entidad propia por encima de las fotocopias de consciente manufacturación. Sí, me estoy refiriendo a ÔDISHON, que sin inventar nada que no hayamos visto antes o despues (está filmada en 1999), es capaz de concretar en sus dos horas todas y cada una de las constantes de este subgénero y, en lugar de aglutinarlas sin compasión, Miike consigue la heroicidad de hacer inteligible lo que estamos viendo, horrorizar al más pintado con un sadismo francamente salvaje y además tirar de un plausible tono anticlimático durante la primera hora del film, que, de no saber qué paño nos ofrecen, diríamos de profunda melancolía. No es que su argumento sea la repera, pero contiene tantos sofismas tanbien defendidos que, al menos yo, poco sospechoso (creo) de embriagues tardohelicoidales, la sigo recomendando como de lo mejorcito de este señor junto a la de los samuráis. Y, sí, es mejor para quien no la haya visto aún desconocer su sinopsis. Es más chachi así.
Saludos en Mi Bemol.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Postrado de hinojos



Digámoslo ya, si no puede que esta aseveración quede obsoleta inmediatamente. Si convenimos que Brillante Mendoza es el género, Lav Diaz (el poder de) la narración y Khavn de la Cruz  la fiereza hecha imagen, entonces Raya Martin es el diletantismo, el arte por el arte o casi. Casi porque el más terrible de los novísimos cineastas filipinos suele escudar sus atosigantes mamotretos tras cualquier excusa que, como poco, nos consiga un par de minutos pensando sobre si en realidad nos están tomando el pelo. Por ejemplo, en A SHORT FILM ABOUT THE INDIO NACIONAL (OR THE PROLONGED SORROW OF THE FILIPINOS), lo que Martin necesita para introducir una desolada sucesión de imágenes fijas, en blanco y negro y sin sonido, es ni más ni menos que un cuento aterrador y tristísimo, lo único que se le ocurre a un pobre hombre para hacer dormir a su santa esposa... Es muy rara esta película, primero porque parecen varias películas ensambladas sin un motivo claro; una bizarra fusión de diferentes formas de transitar una pantalla, con algunos momentos de extraña belleza (la lucha a machete, el final en el que un grupo de niños mira al cielo con rostro desencajado...), pero es imposible no recelar al leer la sinopsis, algo así como: "Filipinas, los filipinos, están hartos de la esclavitud de siglos, así que su mayor reto consiste en la creación de su propia Historia, escindida de la oficialista y en constante búsqueda de la comunión entre los ancestros y un porvenir a sangre y fuego...". Bien, muy bien, pero no creo que Raya Martin sea capaz de mostrar esto, ni aunque sus cortos duren 100 minutos...
Un saludillo.

martes, 7 de mayo de 2013

La causa/ensimismamiento vs. la anécdota/ligazón



En un momentillo que pasa casi de puntillas, Miguel Batalla le pregunta a la joven y asustada (intimidada) Ángela si lee a Proust, aunque su pregunta va dirigida, con toda la intención del mundo, a toda una generación, y más concretamente la primera que no ha llegado a sufrir al dictador Franco. Es una pregunta mezcla de envidia y advertencia, pero, a lo mejor sin quererlo, David Trueba consigue un extraño momento de superlucidez justo cuando su afrancesadísimo (despectivamente hablando, por supuesto) film, MADRID, 1987, demuestra por sí mismo su agotamiento y hastío, el mismo que atenaza a estos dos personajes una vez quedan encerrados en un cuarto de baño ajeno durante un Sábado de Julio del año y ciudad referidos. Lo digo porque Proust es cualquier cosa menos una anécdota, y lo digo porque es una pena que un punto de partida arriesgado termine apolillado; que la ambición de recoger el sentir, de vueltas pero aún rabioso, de un tipo que lo ha vivido todo (incluso una magdalena), en cuatro paredes, no emocione por su torpeza para expresarse como lo que realmente quiere ser: una peli de Truffaut, y acabe (vaya por dios) encomendada a una verborrea marciana y de otro tiempo que afortunadamente no volverá: el que otorgaba los premios a Garci. Es el increíble muro contra el que cientos de cineastas españoles sigue dándose de frente: nunca seremos franceses, pero los franceses nunca tuvieron un Buñuel o un Berlanga... y por eso sus (escasas) copias son infumables. MADRID, 1987 es un libro filmado, que se salva por los pelos de un José Sacristán al que poco se le puede achacar; a él le han dicho que hable y él habla, y mucho, pero no siempre bien. Curiosamente, son los incómodos silencios los que mejor quedan en esta pequeñez que no pasaría nunca de la anécdota cuajada a duras penas, y no por lo que nos lo quiere hacer pasar su director y guionista, que no es otra copsa que una militancia causal que no deja a su protagonista desarrollarse a su propio gusto, y eso que este Miguel Batalla podía haber dado para mucho más que un calentón tardío. Eso sí, si lo que ustedes van buscando es su propia autosatisfacción en el solaz de las carnes de una figurante en primer plano llamada María Valverde (a la que de paso no le vendrían mal unas clases de entonación por parte del propio Pepe Sacristán), entonces hagan como que no han leído nada y yo haré como que nunca lo escribí.
Saludos preestivales.

lunes, 6 de mayo de 2013

De verdad... Jean Rouch #2



Considerada como su primera filmación (aunque hubiese un film perdido de un año antes) , AU PAYS DES MAGES NOIRS, de 1947, contiene ya toda la esencia de su obra posterior, y en ella se mezclan los ritos dogón con una mirada fascinante al día a día de esta etnia. Adelantándose varias décadas al uso de la luz natural, Jean Rouch exploró las posibilidades de una acción directa de cámara, una forma de hacer cine descabellada en lo técnico pero que mostraba facetas hasta entonces inauditas del continente africano. En un ejercicio similar al de su predecesor Flaherty, Rouch "se interesó" por el habitante africano, no lo mostraba como un exotismo al que asomarse tranquilamente, sino como una pulsión vital que le recordaba (o al menos tal fue la intención) al hombre blanco de dónde proviene toda civilización, y lo más importante: por qué. En apenas 12 minutos, Rouch filma una febril sucesión de cuerpos que danzan, comen, hablan, intercambian objetos, curan enfermedades, celebran triunfos, coronan líderes... Y mientras su paciente voz nos pone al tanto, la percepción es claramente la de un inmenso work in progress que comenzaba, precisamente, con la apariencia de un inocente documental etnográfico. Demostrar que Jean Rouch siempre estuvo muy por encime de esta sesgada afirmación es una tarea que nos proponemos desentrañar en las próximas semanas; aunque lo cierto es que nos complacería más que este autor fundamental tuviese más calado entre los espectadores más inquietos.
Saludos.

domingo, 5 de mayo de 2013

Rincón del freak #107: De cómo una buena cineasta sucumbe a la tentación de filmar pollas erectas



La cosa es como sigue, y no me extenderé mucho (siempre digo lo mismo...): Catherine Breillat no es en modo alguno una mala directora de cine; antes al contrario, posee un sentido visual nada recargado y su dirección de actores no es afectada ni manierista. No la pondría al lado de los grandes nombres del cine francés de última hornada, pero si nos referimos a un tipo de cine más "convencional", "de hacer taquilla", lo cierto es que Breillat sobresale por méritos propios, y en cuanto pueda me pondré con cuatro o cinco suyas que no están pero que nada mal. Así las cosas... ¿Qué cojones le picó a esta señora para hacer dos blandipornos con la polla de Rocco Siffredi en primer plano? Porque si fue un súbito impulso transgresor la cosa salió rana. Ni siquiera aquí, en España, han cedido a esa obviedad con nuestro semental patrio, Nacho Vidal ¿Que si estoy retrógradamente en contra del desnudo masculino, explícito o no? Pues claro que no ¿qué clase de gilipollas sería yo? Lo que intento poner de manifiesto es que lo obvio, por obvio, no transgrede, sólo incomoda un poquito al principio, y eso porque todavía una polla tiesa nos hace mirar para otro lado. Seguro que las intenciones de Breillat para esta ROMANCE X (hasta el título es ridículo) no incluían caer en una pedantería de saloncito absolutamente insoportable, pero su manía de mirar donde no debe termina por estropear una función que no tiene nada que ver ni con Nagisa Oshima y muchísimo menos con Bertolucci, y la alinea con lo más rastrero del destape, incomprensible teniendo en cuenta que el destape, en Francia, ni siquiera existió. Nada, que no pierdan el tiempo con esta infumable sucesión de frases grandilocuentes y personajes planísimos; aunque, puestos a destacar algo, yo no me perdería la morrocotuda bizquera de la pobre Caroline Ducey cuando Mr. Siffredi se saca la minga por primera vez... Es comprensible, claro está...
Saludox.

sábado, 4 de mayo de 2013

Fondo de aire negro



En diferentes ocasiones he manifestado mi admiración por el cine de Philippe Grandrieux. Lo hice a propósito de su primer y fascinante largometraje, SOMBRE, y este sentimiento no ha hecho más que crecer a medida que he ido descubriendo su poderosa obra. La lástima es lo poquísimo que este cineasta y videoartista se prodiga (cuatro films en quince años, el último estrenado este mismo), lo que me ha obligado a extender el tiempo para comentar sus películas; algo que, al menos, me ha dado la suficiente perspectiva para analizar con calma al que, en palabras de quienes han visto su último trabajo, WHITE EPILEPSY, es el cineasta que mejor ha filmado la oscuridad. En LA VIE NOUVELLE, su segundo film, el mismo extraño temblor recorre unas imágenes que nos sitúan en un lugar que es reconocible y marciano al mismo tiempo; Bulgaria, Sofía, aunque todo se encuentre tan exhaustivamente comprimido que queda reducido a unas habitaciones que contienen cuerpos silenciosos, ambulantes o estáticos; unos cuerpos que poco a poco irán perdiendo sus trazas de humanidad, dirigiéndose hacia una animalidad que está perfectamente representada en su brutal final, que por supuesto no desvelaré. Sin ningún tipo de simpatía por lo que está contando, Grandrieux narra la enfermiza obsesión de un joven norteamericano (¿de vacaciones? ¿cuáles son sus intenciones en un sitio tan apartado?) con una enigmática prostituta (una bellísima esfinge llamada Anna Mouglalis) que es el reflejo del siniestro mercado de la carne en Europa del Este. Esto podría haber dado lugar a un plomizo ejercicio de ese desfasado cine de denuncia, tan bienintencionado como inofensivo, pero que en la mirada de este heredero directo de David Lynch es revelador y descorazonador al no dejar un solo resquicio a la esperanza. Estos personajes (todos y sin excepción) saben que no pueden escapar a ningún sitio, que su destino está marcado a corto plazo, por eso todos, las prostitutas, pero también los chulos y los camellos, se quedan pasmados ante la actitud del joven, desubicado en un mundo que no es el suyo, y le insisten para que se marche cuanto antes. LA VIE NOUVELLE, sin llegar a la excelencia de SOMBRE, es (también) una experiencia sensorial de primer grado, un desasosegante paseo por el infierno de la mano de uno de los directores actuales más interesantes y que, por supuesto, sigue inédito en España. Así que sigan hablando de cultura en los grandes salones...
Un nuevo saludo.

viernes, 3 de mayo de 2013

En busca de una voz propia



Puede ser que Rian Johnson sea uno de los nombres a tener en cuenta en los próximos años en tanto que posible renovador del cine de acción "inteligente". Sin demasiadas ínfulas y con una confianza ciega en sus guiones, aquel jovencito que reclamó cierta atención con una película llamada BRICK se encuentra inmerso en el "más difícil todavía"; esto es: encontrar una manera de dirigir que no sólo sea atractiva para el gran público ni enfría a la crítica, sino que además resulte perfectamente reconocible para unos y otros. A mí me van a perdonar pero no creo que, de momento, LOOPER sea esa película-puente que todo director de corta carrera necesita. LOOPER es una película muy entretenida, con unos actores que en ningún momento denotan dejadez ni descreimiento, y con algunos detalles que la sacan del cine de consumo masivo y la dejan  en otro lugar menos transitado. Su apuesta es medianamente arriesgada, la baza de la pareja Willis/Gordon-Levitt ayuda a tener presente en todo momento que "esto es Hollywood" y que además no nos va a defraudar; pero cuando toca el gran giro, cuando (teniendo en cuenta que Johnson también es responsable del guion) necesitamos imperiosamente que nos cuenten algo novedoso, LOOPER, como película consciente de que todo lo que ha ido mostrando es indiscutiblemente poderoso, resuelve todas sus incógnitas exactamente como uno lo hubiese imaginado. Menos excéntrica de lo que cabría, se trata de un ensayo retrofuturista (uno no sabe si está en un futuro con viajes en el tiempo o en 1950) que intenta fusionar una acción trepidante, una incógnita que juega a ser inteligente y un halo melodramático y melancólico que la emparenta (al menos en apariencia) con el añorado espíritu de BLADE RUNNER. Porque también aquí la cosa va de un tipo bastante jodido al que le encargan matar a alguien y no saldrá todo lo bien que pensaba... No voy a desvelar mucho más aunque supongo que a estas alturas la mayoría de ustedes sabrán a qué me refiero. En definitiva, que seguimos esperando a Rian Johnson y que depositamos nuestra confianza en un tipo quizá no tan dotado como otros directores de su generación (se me vienen a la mente Jeff Nichols o Sean Durkin), pero al que le avala la fe ciega que tiene en sus propias posibilidades.
Saludos en bucle.

jueves, 2 de mayo de 2013

España:



Se murió Bigas Luna, caso único e inexplicable de la cinematografía española; artista visionario, de mirada personalísima que, en un extraño proceso de encoñamiento con los aspectos menos interesantes de su cine, terminó por copiarse (mal) a sí mismo y facturar algunas de las caricaturas más infumables de nuestro cine. Pero hubo un tiempo en el que Bigas Luna fue un excepcional cineasta, tan adelantado a su tiempo que sus primeras películas (las dos primeras a mucha distancia) no sólo no han perdido ni un gramo de vigencia y sentido, sino que en sus gélidas y calculadas imágenes (decididamente "bressonianas") pueden rastrearse a nuevos creadores, sobre todo a los que con tremenda imprudencia llamamos "modernos" ¿Es ello un signo de postmodernidad? No me atrevería a tanto con alguien tan difícil de defender, pero en películas como BILBAO o CANICHE hay mucho de lo que luego han ensayado Jaime Rosales o José María de Orbe; es más: me juego algo a que el griego Giorgos Lanthimos ha visto estas películas.
Y, hablando de CANICHE, de 1979, su mejor película, rodada en pleno estado de efervescencia intelectual tras la oscurísima BILBAO, se trata de un extraño cuento de terror narrado a plena luz del día y que esconde, tras sus inquietantes imágenes, otra cosa, una finísima y aguda disección de un país que nunca ha logrado emanciparse de sus fantasmas; antes al contrario, vuelve a ellos como quien necesita cobijarse bajo el ala de un maltratador al que venera. Pocas veces se ha retratado la decadencia con tanta saña y elocuencia, decadencia representada en dos hermanos que viven en un chalet ruinoso con la única compañía de un pequeño caniche, al que tratan mejor que a sí mismos. Su vida es una monótona sucesión de actos repetidos (la preparación de la comida del perro, la "limpieza" de la repugnante piscina, gastar el último dinero en el canódromo...), mientras esperan pacientemente a que una tía adinerada y sin hijos se muera y les deje toda su fortuna. Eloisa y Bernardo cambian entonces radicalmente sus hábitos, son millonarios y han invertido una fortuna en una faraónica residencia para perros; sin embargo, hay algo latente y que no puede seguir oculto, quizá son los hábitos, que a fuerza de ser repetidos quedan para siempre, esperando para volver. Así, lo que Bigas Luna logra recrear en CANICHE es una relación enfermiza, llena de puntos oscuros, pero lo más interesante es rascar en la superficie, porque CANICHE es también un lúcido retrato de la pequeña burguesía catalana, de sus cuestionables entreactos, y, claro está, de sus estertores como caja de resonancias del régimen franquista. Magnífica. Poco o nada quedaría de este Bigas Luna en su muy inferior filmografía posterior.
Saludos caninos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Peleando a la contra



Siempre defenderé al viejo Hank, hasta el final de mis días; es una cuestión de honor, un pacto entre caballeros. Durante un tiempo estuvo de moda, la gente que quería ser rebelde, como no podía, decía que leía a Charles Bukowski, y aquello se convertía inmediatamente en una pose irresistible pero poco duradera. Ahora percibo que nada de aquello importa realmente, no tanto, y se insulta a quien ama la literatura (sí, literatura le pese a quien le pese) de un tipo que sería mejor o peor, pero lograba lo más difícil: empatizar con los desorientados. A día de hoy, Bukowski se ha convertido en una especie de curiosidad que, entre otras aberraciones, ha quedado incrustado en el manual de estilo de la especie más mediocre de escritor: la sanguijuela que vende su propia sangre para tener cinco minutos y soltar un par de mantras bien aprendidos. Y como hasta en eso Bukowski era más genuino, no es de extrañar que su figura (incluso su literatura) siga teniendo no poco interés, e incluso alentando la obra de otros. A la espera de un buen documental, lo más salvable se ha reducido a unas ficciones más o menos fieles, adaptaciones de un escritor eminentemente autobiográfico. Y como mucho se ha acusado a Bukowski de ser el escritor autobiográfico más mentiroso de la historia, no está de más acercarse a alguno de esos documentales; desgraciadamente, tampoco BORN INTO THIS, de hace diez años, es capaz de colmar ninguna expectativa. Formada en su mayor parte por material más que conocido del propio Hank, el ignoto John Dullaghan se deja embriagar por el perfume del rostro machacado de la estrella y apenas es capaz de balbucear un discurso propio. Está claro: éste es un documental para quienes se encuentren en plena borrachera bukowskiana, no para los que hayan pasado la resaca, e impensable para abstemios. Aun así, lo que estropea la función no es la colección de estampas que van desde la juventud de Bukowski, su deseo de matar a un padre brutal y retrógrado hasta la náusea, hasta sus últimos días junto a Linda Lee, la mujer que que le vio morir y que continuó (suponemos que lícitamente) su legado literario; incluso hay tiempo (el film es largo) para un poco de aquel mítico programa, Apostrophe, o el extenso tour que realizó por Europa en los años setenta, cual estrella del rock. No, lo que raspa como papel de lija es que te endiñen por la cara a Sean Penn y Bono (!!!) diciendo gilipolleces que cualquiera podría decir; es decir: material asquerosamente patrocinado. Es una pena que una voz realmente autorizada, la de Tom Waits, se limite a eso, a hablar de Bukowski como alguien que ya pasó; y no pasó.
Por eso...





... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!