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viernes, 10 de noviembre de 2023

Faltaría el Rocío


 

Ya estaría tardando Álex de la Iglesia en hacer un remake de EL EXORCISTA en la aldea del Rocío. Se me ocurre una escena de bautismo infernal en el río Quema, o una lucha patillera entre hisopos rellenos de rebujito. No sería tan terrible como la broma de THE EXORCIST: BELIEVER, que podría haber tenido un pase si no se hubiera tomado en serio y hubiese abierto con el célebre tema de los Monkees. Pero no, porque además de incorporar otra vez el Tubular Bells, se cree a pies juntillas todas las sandeces de su risible y adolescentista guion, por lo que aquí el único creyente es Gordon Green, que ya empieza a oler raro como "director-franquicia". Esto no hay por dónde cogerlo, ni por la historia, que sólo siembra un poco de interés al principio, ni por los personajes, que no se pueden construir peor, haciéndolos surgir de la nada, y haciéndonos preguntar qué pinta éste o aquél. Los protagonistas son comparsas, las niñas son un pálido remedo de aquella escalofriante Linda Blair, y por supuesto omitiendo todas las connotaciones sexuales de aquélla. Lo peor, no obstante, es el empecinamiento en lo del crisol de culturas, todos unidos para derrotar al mal, por supuesto. Hubo un momento en el que dudaba si esto no sería un spin-off de Los Vengadores, lo digo en serio.
Vergüenza ajena. Si no tienen ideas propias, dejen de apropiarse de las ajenas.
Saludos.

lunes, 31 de octubre de 2022

De rebajas


 

Supongo que era inevitable. Poner hoy aquí HALLOWEEN ENDS, me refiero. Y no pensaba ni por asomo que el descalabro era tan grande, ni en el peor de mis sueños. Primero porque he defendido la idea de David Gordon Green, basada en una no-renovación de la saga, convirtiéndola en una especie de miniserie autoconclusiva, con su parte de homenaje, sí, pero con un tono diametralmente diferencial al original de Carpenter. Después, porque me parece bien tener el arrojo suficiente para finiquitar una serie que se nutría precisamente del carácter cuasiinmortal de su terrorífico protagonista, una encarnación del mal perfecta, y que casi ya parecía un ente metafísico más que un ser de carne y hueso. Lo que no me esperaba era este desastre de guion, más cercano a un telefilm de mediodía que a un mito del terror de todos los tiempos. Gordon Green ni sabe qué hacer con la historia, ni con los personajes, ni logra introducir una sola variante en este pésimo relato, que va dando bandazos al tiempo que va subrayando lo que va a ocurrir a continuación ("... alguien ha matado a alguien..." Gila dixit). El resultado es inenarrable. Tosco, aburrido, improvisado, de comedia involuntaria y con unos personajes perdidos en el trazo grueso. Me ha parecido, sobre todo, "antigua". Y digo antigua en el peor sentido de la palabra, porque el HALLOWEEN de Carpenter es 45 años más vieja, pero 45 años más moderna. Es una forma de narrar de aprendiz consultando un manual, o de alguien que se ha creído los halagos y se ha visto con la posibilidad de jugar a demiurgo, y hacer eso con un material que no es tuyo es un error flagrante y burdo. En definitiva, que estamos ante un patinazo de proporciones bíblicas, algo peor que una mala película. Esto es: una película relamida en su propia desfachatez.
No la vean ni aunque les gustaran las otras dos, porque a mí me gustaron.
Saludos.

miércoles, 27 de octubre de 2021

Generación espontánea 2


 

A vueltas con esta HALLOWEEN KILLS, hay dos motivos por lo que la presuntamente última secuela (y esperemos que cierre definitivo) se hace imprescindible. Una es zanjar la agotada y agotadora franquicia; la otra es comprobar si aún se puede confiar en que exista un personaje que no sea completamente estúpido. Esto es aún más desquiciante en esta nueva entrega, y llega el momento en que uno espera impaciente que Michael Myers se quite la máscara y le explique a la cohorte de palurdos que lo persigue, cómo se le descerrajan seis tiros en la cabeza a alguien que yace inconsciente en el suelo. Sí, ya sé que guiarse por las leyes de la coherencia no es recomendable si lo que se quiere es transitar por un slasher, pero entonces hubiera sido mejor tirar por la calle de enmedio y valorar un giro muy loco, un poco a lo Drew Goddard. Como esto no ocurre, me queda claro que entre la constante genuflexión de Gordon Green, y sus infinitesimales aportaciones vía comedia destroyer, lo que queda es lo esperable, un afán recaudatorio para la Blumhouse, que estira el chicle con los mismos trillados argumentos que aquellas otras vergonzosas continuaciones. Mejor hecha, sí; más respetuosa, también; pero no por ello más necesaria.
Tiene dos o tres momentos que sólo pueden tacharse de ridículos. O el supuesto cierre del año que viene es la bomba, o podemos estar ante un bluff ciertamente importante.
Saludos.

martes, 26 de octubre de 2021

Generación espontánea


 

La presentación en Sitges de la última puesta al día del clásico de John Carpenter, es el motivo por el que me he decidido a retomar una franquicia que en mi opinión ya había dado de sí más de lo que debiera. Aun así, hay algún punto de interés para comentar sobre HALLOWEEN, de 2018, y evidentemente de su actual continuación. Lo primero que llama la atención es la elección de David Gordon Green para hacerse cargo de un universo que aparentemente está muy alejado de su trayectoria como cineasta. Un reto difícil de defender si solamente se lo compara con la creación de Carpenter, pero que cobra sentido cuanto más se aleja de él. Desgraciadamente, esto sólo ocurre en contadas ocasiones, y este HALLOWEEN termina cayendo presa de su propia incapacidad para generar nuevos conceptos. Todo parece girar sobre el respeto reverencial, no ya al original, sino a su propia idiosincrasia fílmica; algo ridículo, porque "aquélla" era una película rodada en 1978, y ésta, 40 años después, no muestra un solo signo de pertenecer a a su año de rodaje. Gordon Green oficia aquí de admirador rendido, discípulo noqueado por el honor de devolver la gloria a su maestro, por las bazofias que se han visto sucesivamente. Esto sólo ocurre cuando el guion se atreve a explorar lo que Carpenter dejaba deliberadamente en el aire: las motivaciones de este asesino implacable e imperturbable, llamado "la forma" porque el cuerpo de Michael Myers quizá no sea más que un recipiente para ese mal que no se detiene ante nada. Esto ocurre muy poco, apenas cuando se nos permite atisbar a un Myers visiblemente envejecido (aunque su rostro se nos sigue escamoteando), reverenciado asimismo (de ahí la metarreferencia) por el doctor que lo ha investigado durante su larga reclusión. Es un espejismo, y curiosamente la película se torna previsible con su protagonista en pantalla, y sólo cobra algo de interés cuando Gordon Green hace lo que sabe, que son esos retratos incómodos sobre gente que se resiste a ser encasillada. Pero claro, eso hubiese sido otra película, me parece a mí...
Saludos.

sábado, 10 de abril de 2010

Cuando todo el monte es orégano

El problema de tener éxito de crítica es la esquizofrenia traducida en buscar a toda costa el reconocimiento del gran público; digámoslo claramente: el que ve cine, probablemente el que más va al cine, pero no entiende un pimiento de cine ni tampoco tiene entre sus pretensiones avanzar en sus conocimientos. El último ejemplo que he podido comprobar, sin tentar demasiado a la suerte, con un piloso y zigzagueante ademán de desdén, ha sido el desbarre de Judd Apatow (ese hombre permanentemente pegado a un cronómetro) en su enésima encarnación como multiinstrumentista (guionista, productor y, si me apuran, hasta director en la sombra). El artefacto se llama PINEAPPLE EXPRESS, y ya desde su terrorífica traslación hispana del título (SUPERFUMADOS!!!), la cosa se ve claramente que no va a tener demasiados remilgos a la hora de indagar en nuestros bolsillos. Sin embargo, el director, el que aparece en los créditos, es David Gordon Green, aquel lampiño y fresco jovenzuelo que sorprendió a propios y extraños con dos atípicas cintas de sensible corte (SNOW ANGELS y ALL THE REAL GIRLS). Así que uno, sin saber muy bien qué va a encontrarse, se encuentra (hablamos siempre de la primera parte) con unos diálogos ágiles, bien hilados, sin estridencias; una trama moderadamente delirante y que cuenta cosas, cosas que te puedes creer o no, pero que va conformando un estado de ánimo entre dos improbables colegas, interpretados por el inefable Seth Rogen y James Franco. Ambos, bajo los efectos de la droga que da nombre al film, se ven envueltos en un lío que incluye mafiosos de medio pelo, camellos con katinkas, matones de otro planeta y coches multiusos; en cuanto Gordon Green se encuentra de bruces con el guión de Apatow y debe imprimir acción, la cosa se le va de las manos y el sensible retrato de colegueo friki se convierte por la cara en una especie de cruce entre ¡JO, QUÉ NOCHE!, un Tarantino de guasa y las persecuciones de el Gordo y el Flaco... Un desbarajuste que termina en uno de los finales más mal rodados que he visto últimamente. Una pena, porque creo que Apatow le ha chafado la película a Gordon Green, una película que iba en una interesantísima dirección, pero ya dije antes que los pobres hartos de pan son inaguantables.
... pasa el saludo...
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!