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martes, 16 de junio de 2015
Ataúdes de última generación
Si alguien piensa que TOMORROWLAND es una película calificada "para todos los públicos", se equivoca. Quien no conserve aún la maravillosa ingenuidad en su mirada, la que alguna vez en nuestras vidas nos indicó el camino de baldosas amarillas hacia la cinefilia, es mejor que no la vea, porque le decepcionará. Quien crea, por contra, que la Disney intenta un arriesgado salto hacia cierto "punto de maduración", aunque en algunos momentos lo parezca, el montaje final de esta fábula retrofuturista, de dudoso envaine moral y diálogos incomprensibles en su sencillez, se encarga de desmontar dicha teoría. Hagan la prueba, véanla con algún niño y luego (si aún les quedan fuerzas) solos: la segunda vez lo pasarán mejor. Y esto es muy triste, y sintomático; o bien nuestros hijos han perdido la capacidad de asombro mediante el cine, o las películas que se hacen ahora son incapaces de dar respuestas satisfactorias a espectadores que se han formado en el formato multimedia. Quizá sea eso, o quizá sea que yo me rastrillo demasiado la sesera, porque lo que debería decir para abreviar es que TOMORROWLAND es una idea bienintencionada absorbida por el corpachón de un parque temático, que es la sensación que queda tras sus interminables dos horas y pico. O resumido: el episodio perdido de "Los Supersónicos", con toboganes gigantes, tubos de plástico y cohetes a ninguna parte. Lo peor no es que sea mediocre, sino que todos sabemos que podía haber sido infinitamente mejor.
Saludos.
sábado, 17 de abril de 2010
Una rata en la cocina
Debo ser una de las poquísimas personas a las que RATATOUILLE no le emocionó lo más mínimo; no discuto la calidad de sus imágenes, ni el gran esfuerzo que supone levantar un proyecto de estas características; mi crítica (menos furibunda que en otras ocasiones, porque como mero divertimento funciona a la perfección) va dirigida exactamente al mismo punto del que obtienen sus grandes aciertos títulos similares como UP y, sobre todo, WALL·E. Y es que no veo la supuesta historia de "chaval, aunque seas un fracasado, tú puedes", no me conmueve el optimismo "quetodolopuede" ni el esfuerzo denodado contra cualquier adversidad, cuando, si nos fijamos bien, su secreto se sustenta en una frenética sucesión de acontecimientos que tienen más que ver con el azar que con otra cosa.
Brad Bird (y por extensión, la productora Pixar) tira de la ya bastante manoseada "fábula contemporánea" y busca antes la lagrimilla que la posible reflexión sobre lo que se está contando. No hay rastro pues de la amarga e irremediable soledad que desprendía WALL·E o el tenaz desencanto de la primera parte de UP; siendo ejemplos éstos de cómo puede usarse la imagen 100% digital para transmitir emociones que creíamos reservadas para actores de carne y hueso. Y es ciertamente extraño, pues, dentro de mis obvias limitaciones de edad, no me da la impresión de que el público que más ha disfrutado la que hoy nos ocupa haya sido precisamente el infantil, por lo que mi conclusión es que RATATOUILLE, aun reconociéndola cargada de buenísimas intenciones (en todo su mefistofélico sentido), termina quedando en una tierra de nadie que la relega (y esto es literalmente cierto) a ocupar un día familiar en la parrilla de la primera cadena, con todo lo que esto conlleva.
Por cierto, no soporto al ratón de marras corriendo para que no le den caza. Me da dolor de cabeza...
Saludos roedores.
Brad Bird (y por extensión, la productora Pixar) tira de la ya bastante manoseada "fábula contemporánea" y busca antes la lagrimilla que la posible reflexión sobre lo que se está contando. No hay rastro pues de la amarga e irremediable soledad que desprendía WALL·E o el tenaz desencanto de la primera parte de UP; siendo ejemplos éstos de cómo puede usarse la imagen 100% digital para transmitir emociones que creíamos reservadas para actores de carne y hueso. Y es ciertamente extraño, pues, dentro de mis obvias limitaciones de edad, no me da la impresión de que el público que más ha disfrutado la que hoy nos ocupa haya sido precisamente el infantil, por lo que mi conclusión es que RATATOUILLE, aun reconociéndola cargada de buenísimas intenciones (en todo su mefistofélico sentido), termina quedando en una tierra de nadie que la relega (y esto es literalmente cierto) a ocupar un día familiar en la parrilla de la primera cadena, con todo lo que esto conlleva.
Por cierto, no soporto al ratón de marras corriendo para que no le den caza. Me da dolor de cabeza...
Saludos roedores.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!