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martes, 25 de junio de 2024

Reyes y esclavos


 

Empecé a ver BOARDWALK EMPIRE hará unos seis o siete años, un poco de oídas, atraído por la figura de Martin Scorsese como productor de una serie que prometía ir un paso más allá acerca de la construcción de todo un imperio del crimen en plena implantación de la ley seca. Y me parece que la dejé más o menos en la segunda temporada, por motivos que no logro recordar, engrosando la inacabable lista de "deseos frustrados". Pero mire usted por dónde, la retomé hace poco, diría que por casualidad, tan sólo para constatar que estamos ante una de las grandes series de esta "nueva edad de oro". Y es cierto que hay enormes cambios de una temporada a otra, partiendo de la figura de Nucky Thompson, en la desbordante interpretación de Steve Buscemi, verdadera piedra angular de la serie, y una pléyade de personajes que van de lo histórico a lo figurado, conformando un universo irresistible, pero también brutal. La lujosa producción, el cuidado vestuario, las inolvidables interpretaciones (no hay más que echar un vistazo al apabullante reparto), nos llevan hasta el Atlantic City que surgía como el lugar de recreo para resarcirse de la Gran Guerra o de la endemoniada crisis económica, que estallaría en Wall Street, pero que también fue el lugar perfecto para la proliferación de gangsters, especuladores, contrabandistas y corruptos en general, que daban forma a esta nueva Babilonia, donde todo tiene un precio, pero una vida apenas vale nada.
Si no la vieron en su momento, se están perdiendo un festival para los sentidos. Eso sí, lleven un vaso limpio y un chaleco antibalas...
Saludos.

sábado, 11 de abril de 2020

45 rpm.



Una pena lo de VINYL, rozar la excelencia con los dedos, lograr la inmersión definitiva, el show televisivo mirando a los ojos al cine con mayúsculas. Incomprensible lo de HBO, porque VINYL no era un culebrón más, ni un remedo más; no era una serie más, porque iba directa a la mandíbula, a las entrañas. Así fue como indicó el camino nada menos que Martin Scorsese, con un episodio piloto de casi dos horas que es absolutamente histórico, probablemente lo más ambicioso que se ha visto en una cadena de televisión. Sí, es cierto que luego la serie mantiene el nivel a ráfagas, y que su desenlace no es todo lo grandioso que se podría esperar, pero tampoco le han dado tiempo a ampliar su fascinante universo de S, D's & R'n'R. Lo que uno espera es un fiel retrato de una época irrepetible, aquella en la que los sellos discográficos dominaban los designios de una industria con muchas luces, pero también con muchas sombras, repleta de excesos, traiciones, pasión y adicciones. Lo que obtiene es un genuino chute en vena, con cuidadísimas recreaciones de algunas actuaciones míticas (Bowie, Reed, Led Zeppelin o New York Dolls son algunos de los "momentos estelares"), al tiempo que nos sumergimos en las tripas de American Century, un sello ficticio pero de sobradas resonancias, donde el caótico Richie Finestra (soberbio Bobby Cannavale) intenta, junto a sus socios, reflotar un negocio al borde del colapso mediante una venta a un conocido sello alemán. Finestra es cualquier cosa menos convencional, adicto al polvo blanco, deambula como un Proust enloquecido en busca de su "magdalena", recuperar en algún garito esa esencia de finales de los cincuenta, cuando decidió dejar de ser barman y lanzarse al negocio de la música.
VINYL es un caleidoscopio de sensaciones, una montaña rusa sin final aparente, pero a la que se le privó de la posibilidad de haber desarrollado aún más su lisérgico punto de vista. Ya no podremos saberlo, pero sigue siendo una maravilla, y merece muchísimo la pena zambullirse en sus diez episodios...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!