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sábado, 12 de marzo de 2022

Vendiendo el drama


 

Lo que sostenía los seriales de Marvel para el fan, básicamente, consistía en la habilidad para suspender el tiempo, angustiar para seguidamente reconfortar. Y en esa montaña rusa de emociones, la acción era la que se instalaba, no al revés. Y el gran mal del cine de superhéroes es "tener superpoderes", aclimatarse con gusto en los brazos de una espectacularidad destinada a saturar por mera intrascendencia. No es el caso de SPIDER-MAN: NO WAY HOME, que se acerca más a otro territorio más asimilable para el cine, incluso el de hoy día: las novelas gráficas. Por eso, interesa menos aquí el tejemaneje de correspondencias, reseñas, guiños y otros posibles lazos, y termina triunfando el formato de historia cerrada, importante sólo por su propia circunstancia. Y eso que el tema principal es el metaverso y sus singularidades, que de no estar bien moduladas caen en el más espantoso de los ridículos. Pero insisto (y les recuerdo que nunca me ha chiflado el trepamuros), estamos ante una película que al fin tiene un componente emocional por encima de la media, gracias en gran medida a la habilidad de Jon Watts para desembarazarse de la mochila de las otras dos entregas, y embarcarnos esta vez en una historia sorprendente y, por momentos, fascinante; donde ni siquiera los malos son tan malos, y los buenos han de admitir que también se equivocan. Una película que no es perfecta, ni pretende serlo, pero que al menos luce mucho más honesta desde una perspectiva que me atrevo a pensar que no desagradaría a Steve Ditko. Este Spiderman es el más Ditko hasta la fecha, y eso ya merece que le otorguemos el honor de ser la mejor película de su personaje.
Dos horas y media que se pasan en un suspiro.
Saludos.

viernes, 4 de octubre de 2019

¿La gran estafa?



Si hubiese sido dirigida por alguien competente e inteligente (Drew Goddard). Si la Disney no hubiese convertido a Peter Parker en fetiche de sus horrorosas abducciones catódicas. Si no tuviésemos esa inquietante sensación de reciclaje todo el tiempo. Si, en definitiva, se hubiesen tomado un pelín más en serio los milloncejos invertidos en "otra más del trepamuros", posiblemente SPIDER-MAN: FAR FROM HOME habría sido una peli cojonuda, pero no lo es. Y no lo es por todo lo dicho antes, porque desperdicia un ingenioso juego de espejos y apariencias para que salgan adolescentes diciendo gilipolleces de adolescentes, lo que está muy bien en un personaje aparte, pero es incomprensible (cajacajacaja) a la hora de integrarla en un universo en el que, por ejemplo, acabamos de ver perecer a la mitad de la humanidad. E insisto, es una de las mayores oportunidades perdidas de la Marvel, porque el personaje de Mysterio cae como un guante para ilustrar las bondades y miserias del CGI, de cómo se nos manipula constantemente a través de unas imágenes que no provienen de lo físico, y de cómo esto no es necesariamente malo en las manos adecuadas. Sin embargo, todo va al revés, y queda perfectamente ejemplificado en una escena aparentemente inocua, ya al final (tampoco quiero revelar nada): Nick Fury bebiendo un caipirinha en una idílica playa. De repente, la pantalla frente a él se apaga y nos/le recuerda que en realidad está en el cuartel de S.H.I.E.L.D.
Saludos.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Amistades que son para siempre



Es curioso, ahora me lo parece, que siendo un ávido lector de comics (entonces lo fui) no estuviese Spiderman entre mis obligatorios. No, nunca me incliné ante la idiosincrasia del hombre araña, ni ante su sentido del humor, de la justicia, su familiaridad y cercanía, o sus muchos lugares comunes. Es por eso que tampoco me ha interesado tanto sus recientes adaptaciones cinematográficas, ni las que inició, hace unos años ya, Sam Raimi, ni las fallidas incursiones de Marc Webb. Sólo empecé a cogerle gustillo al amistoso vecino trepamuros con la acertada inclusión en el último film sobre los Vengadores. Se ve que alguien ha leído los brillantes guiones sesenteros de Stan Lee, además del estupendo pulido que les dio, una década más tarde, Gerry Conway, y aparcó convenientemente la exuberancia y presuntuosidad que introdujo Todd McFarlane a principios de los noventa, una ciénaga idearia con la que un personaje tan empático como éste corría el peligro de quedar en un segundo plano que en los comics nunca fue el suyo. Y en SPIDER-MAN: HOMECOMING, todo esto queda de manifiesto; en sus hechuras de pequeña historia con contenido, en sus ajustadas interpretaciones y en ese aroma a cómic de antaño que siempre se agradece. No es THE AVENGERS, ni falta que le hace, es un film de largo metraje que se ve de un tirón, y un magnífico ejemplo de cómo se pueden meter muchas cosas dándole su sitio adecuado a cada una. Lo mejor, aparte de la chispa de Tom Holland, el interesante y ambiguo villano compuesto por Michael Keaton, un "Buitre" que es capaz de desarmar de razón a un superhéroe y dejarnos pensando un buen rato acerca de la verdadera naturaleza de ciertos personajes que dábamos como de una sola pieza.
Entretenidísima.
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!