viernes, 27 de julio de 2012

Ozu en Viernes #16



Convertido en uno de sus títulos más controvertidos, SHUKUJO WA NANI O WASURETA KA (¿QUÉ OLVIDÓ LA SEÑORA?), el último film pre-Segunda Guerra Mundial de Yasujiro Ozu se atrevía a poner en imágenes un valiente cuestionamiento de ciertos valores tradicionales japoneses (como suele ocurrir, sin entendederas abiertas el efecto puede ser el contrario). Con un comienzo orientado a la comedia costumbrista, Ozu deriva la película hacia su particular mezcla de drama y conciencia social, sólo que esta vez   el desempleo y la marginación darán paso al cinismo que suele rodear al papel de las mujeres comparado con el de los hombres en una sociedad quizá de las más machistas incluso en nuestros días. Así, y tras ponernos en situación con un matrimonio de lo más pintoresco, el formado por el calzonazos (otra palabra sería faltar a la verdad) profesor Komiya, que da clases de cirugía en la Universidad, y la asfixiante Tokiko, una mujer que ha de tenerlo todo bajo control, la llegada de una sobrina aún no mayor de edad, Setsuko, hará tambalear el estricto orden familiar, basado fundamentalmente en que el marido hace todo lo que dice su mujer. Setsuko hará excelentes migas con su "pobre" tío, hasta el punto de embaucarlo para que, haciendo creer a su mujer que está jugando al golf (casi su único capricho), montarse una juerga kilométrica (pónganle sus matices, claro) que desemboca nada menos que una casa de geishas. Descubierto el pastel, tocarán las explicaciones, y ahí es donde el juego psicológico se hace patente y torna el film más ambicioso y complejo; Setsuko se revela como una excéntrica manipuladora, y no sólo logra que su tío le ponga los puntos sobre las íes a su perpleja esposa (bofetazo incluido...), sino que se muestra ante ésta como una pobre arrepentida que asume su culpa y amenaza con marcharse, con lo que el chantaje emocional queda servido. Así, este afilado guion (del propio Ozu junto a su habitual Akira Fushimi) no sólo logra su propósito de revertir la comedia en una crítica social en toda regla, sino que deja a la imaginación del espectador (y resulta cuanto menos subyugante) qué extrañas y ocultas intenciones albergaba la abotargada cabecita de un profesor maduro y con poca vida social al hacerse compinche de correrías nada menos que de una sobrinita de 17 años... Y ahí lo dejo...
Saludos.

Things i forget

jueves, 26 de julio de 2012

La intención es lo que cuenta



Veo THE HOLE 3-D, de Joe Dante, con todo el escepticismo del mundo, sin esperar ni demandarle gran cosa a: 1º, una peli con adolescentes en plan Tom y Jerry (esto es: los adultos son comparsas insignificantes de los que apenas veremos pantorrillas y zapatillas parlantes); 2º, una peli de miedo desafiantemente light, sin truculencias ni salsa de tomate, que es algo imprescindible ahora mismo; 3º, el 3-D, que es una cosa que me la trae tan al fresco como los techos solares de los coches, que los encarecen 2.000€ por la cara; 4º, el morbo de ver a un ilustre anciano (bueno, es un poco exagerado, pero parece que está ahí desde el Pleistoceno [... y John Landis, y Tobe Hooper, y Spielberg mismo...]) adaptarse a estos tiempos en los que nada perdura (este film es un buen ejemplo) y todo lo que un artesano, o lo que sea, pueda dar de sí, está indiscutiblemente sacrificado de antemano a la Diosa Productividad (El Roto dixit). Con estos mimbres, lo normal es que THE HOLE 3-D sea mantequilla derretida en una tostada quemada, y así parecen haberlo percibido la mayoría de espectadores, que no han vertido buenas críticas, y sí la peor: el ostracismo. Confinada, pues, a un oscuro agujero fuera del tiempo y el espacio (silogismo inevitable), debo permitirme a mí mismo serme todo lo fiel que me prometí ser cuando, tras despachar sus suspirables 100 minutos, resulta que me encontraba con una sonrisa de oreja a oreja. Esto es: por fin había disfrutado del cine como lo hacía cuando era pequeño, sin presiones absurdas ni presunciones pedantillas. Una peli entretenida, yo, una hora y media bien aprovechada y la sensación de que Dante, muy consciente de que nunca ha sido un "gran genio", se ha limitado a hacer lo que mejor sabe hacer, que no es otra cosa que quitarle un poco de hierro al asunto para demostrar que se puede hacer cine de terror para gente que aún cree en el prójimo; afición ésta ya en un alarmante desuso.
Y, bueno, si no la han visto y quieren saber de qué va, y además creen que van a tener noches de ocio relajadas, lo mejor que pueden hacer es verla, háganme caso...
Saludos tridimensionados.

The fear

miércoles, 25 de julio de 2012

El cuarto mandamiento, el séptimo arte y el primer punk



Los Ambersons serían, en último término, como una versión amable de los Fabra o los Botín; gente despreocupada monetariamente y disoluta en lo social, un clan que gusta de la mezclilla de bailes y saraos aunque cele bigotudamente en cuanto divisa alguna zarpa arribista que pretenda nadar en su abundancia. Por eso mantenían a sus damas en un curioso estatus de cristal irrompible; las dejaban que fuesen olisqueadas nada más, para después lazar al incauto y fagocitar sus presupuesto y condición, sabiendo de antemano que la partida la tenía perdida. Los Ambersons seguramente habían cometido crímenes sin mancha declarada, de los que obtenían magros conjuntos terrenales sobre los que explotar, digamos al resto de la raza humana, desde siempre inferior a ellos mismos. Así, sus cuitas consistían en acidular moderadamente el ponche, ensillar con cuero o lino sus babiecas, atildarse según la moda imperante o hacer fe de lontananza sobre sillones de caña en todo lo alto de alguna colina posesión suya. Sin embargo, la vida avanza sin que los Ambersons lo noten, y gira en contra suya, lenta pero obstinadamente; así que un día, el pobre despechado que malgastaba su tiempo en adaptarse a los nuevos tiempos de humo y cacharrería, recogió su poquito de orgullo y aguantó las risas, aguantó las habladurías, aguantó las puertas nasales y hasta, mucho tiempo después, al Pocholo de turno, hecho un mocito insolente y malcriado, que encima le busca la intención a su propia hija ¿Pero esto qué es? Lejos de sublevarse, el incipiente pionero hace un último conato, puede que ingenuamente llevado por sus antiguas corazonadas y, claro, una viudez repentina y compartida. Sin embargo, el destino siempre sabe nuestras cartas, y al que guardó le hizo hallar, mientras que los que pensaron pertenecer a un rango superior se toparon con una blandura desconocida: el progreso. Y lo chungo no fue que todos terminaran o seniles o muertos o arruinados, sino que el destino que muchos vecinos suyos les habían espetado como una maldición, ya no le importaba a nadie. De repente, los Ambersons habían pasado al peor de los infiernos: el anonimato.
Saludos.

The splendour of decay

martes, 24 de julio de 2012

Mucho ruido y pocas nueces



Ser conciso, en estos tiempos tan raros que nos han tocado vivir, es todo un lujo; quizá porque se piensa que el abrevadero lleno, aunque sea de mal condumio, ha de bastar para ser saciante. En un entorno de multicines supongo, pero esta es otra lucha. Reconozco que Kevin Smith es un cineasta que, sea por los motivos que sean, no me interesa casi nada. De Smith viene, sin embargo, una querencia que ha ido amplificándose a lo largo de las últimas décadas, la del humor "hablado", con el punto justo de escatología y aludiendo siempre a los recursos intelectuales del espectador, en lo que termina siendo un sugerente quid pro quo (tomaydaca en cristiano) que ha tenido su reflejo, sobre todo, en telecomedias de corte inteligente, pero sobre todo en esas cáusticas series animadas de cuyo nombre huelga acordarse a estas alturas de la película... ¿Qué es, entonces, RED STATE? ¿Un intento desesperado de redención? Creo que no ¿Un repentino ramalazo de madurez? No lo parece ¿Una jugarreta comercial? Puede ser, pero es demasiado despendolada para eso. Lo que yo veo en RED STATE es una tremenda incapacidad para mantener un solo pulso, fuera cual fuese el mismo. Así, lo que empieza como un buen acercamiento a los repugnantes fanatismos pseudoreligiosos que han convulsionado Norteamérica durante no poco tiempo, continúa en la liga del Nuevo Horror Francés (ya saben, MARTYRS, HAUTE TENSION...), donde Smith demuestra no desenvolverse del todo mal. Ahí pensamos que todo va a discurrir hacia un crescendo orgiástico (el montaje paralelo logra su cometido de incomodar e inquietar), un poco como un mórbido Tarantino o un desatado Zack Snyder. Error. Una vez están presentados los personajes, al director le da un ataque de locura y los pone a pegar tiros como en un mal exploitation, las muertes dejan ya de conmovernos y comienza esa demasiado familiar sensación de "esto ya lo he visto, copón". Un rutinario experimento (si me permiten el oxímoron) que no explota lo que tiene de bueno, por ejemplo, un excepcional Michael Parks con un sentido del monólogo fuera de lo común, pero que termina anestesiado entre tanto ruido... Tanto ruido vano, que sólo con un ruido mayor podía ponérsele fin al despropósito (si han visto la peli sabrán de qué hablo). Me da a mí que una sabandija tan reprobable como Fred Phelps (hablé de él y su cohorte hace algún tiempo en el otro blog) bien merecía un ataque más madurado, más vitriólico y sesudo, menos disparos y más palabras para quitarles la razón a quienes la buscan mediante la intolerancia. En fin, que no sé si me ha gustado o si me olvidaré de ella mañana; ya veremos...
Saludos bajo la cruz.

For the love of god

lunes, 23 de julio de 2012

Ríe, payaso



Es curioso que un film como THE MAN WHO LAUGHS no haya tenido una repercusión mucho más madurada y sintomática en estos casi 85 años que la contemplan. Esto es así teniendo en cuenta varios factores, como el saludable desapego que le mostraba Paul Leni a la tremebunda novela de Victor Hugo, añadiéndole el toque necesariamente expresionista, aunque sin renunciar a la furibunda crítica social del original. Por otro lado, el film contaba con grandes estrellas de la época, como Olga Baclanova, Mary Philbin o un Conrad Veidt que daba un auténtico recital en uno de sus hitos interpretativos, el desdichado Gwynplaine, el no-monstruo abocado al rechazo y la marginación por culpa de una horrible desfiguración sufrida en la niñez. Es, con toda seguridad, este primer segmento del film, el que muestra la aterradora infancia de Gwynplaine, el de más enjundia; el momento en que es vendido al temible Comprachicos, cómo es mutilado y condenado a portar una sonrisa perenne, y su milagrosa huida en mitad de una tormenta de nieve, donde rescata a un bebé de los brazos de su madre muerta para acabar topándose con el bonachón Ursus, quien adoptará a Gwynplaine y se dará cuenta de que el bebé, una niña, está ciego. Sí, acojonante... Luego el tono general baja un poco, nos adentraremos en la corte del Rey Jaime, cuyas ansias de poder le han llevado a perpetrar toda clase de crímenes con la viscosa ayuda de su tétrico bufón, Barkilphedro. Así nos enteramos de quién es en realidad ese pobre monstruo de feria al que llaman "El hombre que ríe", mientras la joven Dea le declara su amor ciego (nunca mejor dicho), hasta que Gwynplaine decide dejarla que le toque la cara... Y ya no cuento más que me la cargo para quien no la haya visto, que desde luego que la recomiendo encarecidamente si quieren descubrir una verdadera joya del cine mudo y de su director, quien fallecería inesperadamente sólo un año después. En cuanto a lo del Joker... hombre, es indudable la influencia que debió causar en Bob Kane, pero ya digo que ambos personajes no tienen absolutamente nada que ver... y yo me quedo, por supuesto, con Gwynplaine...
Un saludo muy serio por mi parte...

El bufón

domingo, 22 de julio de 2012

Rincón del freak #73: Las casas encantadas y sus mecanismos interiores



Películas sobre casas encantadas se han hecho tantas, y lo que es peor, con un patrón tan definido y similar, que lo que debería ser aquello que en nuestra infancia nos infundía temor y respeto (normalmente encarnado en las atracciones de feria), se ha convertido a estas alturas en poco más que un lugar común, reconocible y de alguna manera hasta confortable. Reconocemos los pasos que van a darse: la toma de contacto exterior; la profanación del umbral como violación del espacio prohibido (y los llamadores como impasibles guardianes); la primera calma; el primer rasgo de extrañeza; el descubrimiento de las habitaciones "oficiales"; más tarde la aparición de las cámaras secretas; los habitantes, caso de que los hubiera; para terminar con las desapariciones esporádicas y el enfrentamiento final con esos terrores innombrables que, tirando ya mucho de opereta, moran desde el principio de los tiempos... John Hough, director irregular donde los haya, se fijó en una oscura novela de Richard Matheson para rodar THE LEGEND OF HELL HOUSE, donde la premisa inicial era el desmantelamiento del mito de una casa supuestamente encantada y famosa por las víctimas que se había cobrado anteriormente; todo con la figura de un misterioso cacique llamado Belasco, sobre cuya figura corren leyendas de torturas y crímenes horrendos. Allí llega un extraño grupo formado por un físico que ha inventado una máquina capaz de explicar científicamente cada suceso paranormal; su mujer; una especie de joven vidente extrasensible y un tipo que presume de ser el único que ha logrado salir con vida de dicha casa. Buenos mimbres, magnífica localización, pero fallida propuesta; todo es confuso en esta película, donde las motivaciones nunca quedan claras y volvemos a lo anteriormente dicho: el itinerario ya nos lo conocemos. El asunto de la máquina queda vergonzantemente obsoleto, mientras que los momentos terroríficos no pasan de lámparas que caen, objetos que se mueven y gente que desaparece (¿grupos? ¿para qué diablos se conformaría un grupo si luego todo el mundo va por su cuenta?). Así las cosas, THE LEGEND OF HELL HOUSE es un título menor que, sin embargo, ha sobrevivido a duras penas gracias a la aportación de sus escuetos fanáticos, que la idolatran como cierto modelo a seguir. Yo no diría tanto, de hecho hay muy poco que decir.
Saludos encantados.

We are all going to hell

sábado, 21 de julio de 2012

Los tontos en una caja



No he visto aún las dos películas precedentes de Weingartner, pero puedo hacerme una idea de cuáles son sus líneas maestras, así como puedo arriesgarme a decir que éstas están sintomáticamente abocadas a una cierta "normalización" en base a la supuesta radicalidad de su discurso; que no es tal, sino que consiste en una especie de "manual antisistema para todos los públicos". Pensar, a estas alturas, que la confrontación con el sistema, la no aceptación de sus trampas mortales, pasa por ser activista hasta los 25, funcionario hasta los 50, liberal hasta los sesenta y reaccionario cuando los que tienen 25 ya son otros, no sólo es ridículo, sino lo que es peor, también es inocuo. En este sentido, FREE RAINER, cuyo subtítulo proclama "Reclama tu cerebro", pretende que en dos exasperantes horas nos traguemos que un tiburón de la televisión alemana, productor de telebasura con la que se ha enriquecido rápidamente, consumidor de cocaína, conductor de Porsches y poseedor de lujosas casas, aparte de amante de modelos de usar y tirar, va a convertirse en un antisistema convencido sólo porque (oooooohh, qué casualidad...) una joven empotra su coche contra el Porsche, en un incomprensible intento de asesinato. La joven quería matar a un tipo que según ella es poco menos que el diablo, y en el hospital este tipo no sólo deja las drogas y se convierte al vegetarianismo, sino que entra en contacto con los amigos de la chica y les propone cambiar su concepción de la televisión, así que crea un programa netamente cultural e independiente; por supuesto, el programa es un fracaso y Rainer es despedido de la cadena, así que va un paso más allá y, reclutando a parados y vagabundos, idean un plan para "infiltrarse" en el oscuro mundo de las cuotas de pantalla, manipulándolos y distorsionando la realidad, de forma que el share publicado, y para que nos entendamos, ascendiera al número 1 los documentales de la2 y dejara por los suelos a Salsa Rosa... ¿A que no se lo creen? Yo tampoco.
Saludos de un tipo que simplemente no ve la televisión.

Desensitized

viernes, 20 de julio de 2012

Ozu en Viernes #15



La cita de hoy es, con toda seguridad, la más bizarra e inesperada de las que hemos concertado con el maestro Ozu para cada Viernes. Se trata de un cortometraje (24 minutos) que el Ministerio de Cultura japonés le encargó allá por 1935 para exhibirlo fuera de sus fronteras como promoción de las bondades culturales del país nipón. No queda muy claro si fue más Ozu quien insistió para que finalmente el corto versara sobre la figura de Kikugoro VI, uno de los más famosos actores de teatro Kabuki de la era moderna y continuador de una saga legendaria de actores. El caso es que Ozu aprovechó varios intervalos en el rodaje de TOKYO NO YADO para desplazarse con su equipo hasta el teatro donde habitualmente representaba Kikugoro y así capturarle en pleno proceso de trabajo, algo que alargó durante más de un año y que quedó únicamente plasmado en la "Danza del León", KAGAMIJISHI, una de las más complejas y legendarias del Kabuki. Comprimida su hora original de duración en apenas veinte minutos, asistimos a una coreografía dual, en la que el actor interpreta primero a una mujer que da la entrada al momento más espectacular, en la que hay una transformación radical en el león del título, que danzará junto a dos mariposas, aunando delicadeza y energía. Si soy sincero, no me esperaba esta pieza, no al menos con el estilo tan depurado (algunos dirán incluso que vanguardista) que Ozu le otorga a algo que en otras manos habría sido mera publicidad estándar, y aquí es, aparte de un sentido homenaje de un artista a otro, una impagable introducción a un teatro que sigue siendo muy poco conocido fuera de Japón, y ya incluso marginal en su propio país. Un deleite tanto ético como estético, que hoy resulta (en plena era dorada del documental) de un valor innegable.
Saludos y un rugido.

Kabuki girl

jueves, 19 de julio de 2012

Los niños insoportables



¿Se acuerdan de Peter Cattaneo? Sí hombre, aquel tipo que dirigió una peli llamada FULL MONTY... Bien, pues aún hizo tres o cuatro cosas más, ninguna con la repercusión de aquélla, pero todas con el mismo denominador común: el grave pasteleo. Y me explico. En el mundo de Peter Cattaneo todo es falso, ya que lo políticamente incorrecto pasa a ser correctísimo por un incomprensible afán de normalizarlo todo, incluso lo injustificablemente mediocre, o meramente tontísimo; algo que me recuerda, sobre todo, a las infumables teleseries españolas desde los años noventa para acá y sus reflejos cinematográficos, claro. En el Cattaneo's world no es que quepa cualquier improbable fantasía en una realidad social "verdadera" (me troncho), sino que el loco, el freak o a lo mejor el que simplemente es idiota, pasa a ser el centro de atención y a convencer a todo el mundo a su alrededor de que la normalidad y el raciocinio apestan, y que todos los problemas se pueden resolver si prescindimos de nuestra dignidad de personas sensatas. Así, el problema del paro (que no es cosa de risa) deviene en un bochornoso espectáculo de lorzas cuarentonas al desgaire de los vapores etílicos de unas pintas más puritanas de lo que quieren aparentar. Mientras, POBBY AND DINGAN, adaptación de un cuento novelado de Ben Rice, nos restriega en las narices algo muy parecido; en este caso una historia que empieza con puntos de interés para ir perdiéndolos en un océano inmenso de azúcar y naranjadas. Australia profunda, hay una veta de ópalos que hace tiempo que dejó de dar sus frutos, aunque los Williamson se resisten a abandonarlo en busca de un futuro mejor. Rex, el padre, es obstinado y está convencido de que la veta aún existe; Annie, su mujer, intenta convencerlo de que su situación económica ya es desesperada; Ashmol, el hijo, asiste impávido a las dificultades familiares; Kellyanne, la hija, está majara y dice que tiene dos amigos invisibles, los Pobby y Dingan del título. Podría haber sido una excusa, una metáfora, o simplemente un recurso narrativo; sin embargo, la novela de Rice era ambiciosa e intentaba dar un giro al mito de los amigos invisibles, con la maravillosa HARVEY como piedra angular. Al final, todo es maravilloso, la gente pasa de ser pobre a ser millonario y todos comen perdices; pero no se equivoquen, esto no es Capra, y la partida la gana, una vez más, la tontuna de estos tiempos, en los que tan difícil parece encarar los problemas de frente.
Saludos visibles.

My only friend

miércoles, 18 de julio de 2012

Punk enlatado para señoritas



Escapadas de un reformatorio para jóvenes drogadictas, ellas son "la guapa", que estuvo haciendo de scort en casinos de Kuwait y le pega al polvo blanco que es un gusto; "la modosita", que siempre va vestida como una niña y nunca se ríe, porque su padre la violaba de pequeña; "la madre", que se quedó embarazada con 14 años y sólo ha visto a su hija una vez; y "la locuela", con un coeficiente intelectual similar al de Luis de Guindos y una politoxicomanía galopante, que incluye Dormidinas, Ajax pino y saldos del Lidl... Desde que se escaparon, sobreviven como inmaduras profesionales. Si tiene la oportunidad de encontrárselas, quizá pueda contratarlas, aunque no estoy muy sguro de cuál puede ser su utilidad, ya que entre sus aficiones está robar X5's, desayunar cerveza tibia y linchar camellos en grupo... En fin, que se trata de una película danesa que atiende al nombre de SE MIN KJOLE (no sé qué significa, la verdad) y que es, ni más ni menos, que un subproducto arquetípico hasta la náusea que pretende aleccionar a las nuevas juventudes acerca de la rebeldía, que a lo mejor en los países nórdicos es algo que puede medirse y enseñarse en la escuela... No sé, ya no es que sea mala, es que es ridícula...
Saludos antisociales.

Run like hell

martes, 17 de julio de 2012

¿Nos hacemos viejos?



Uno de los síntomas más evidentes del cansancio provocado por la acumulación de años (en contra de la teoría Experiencia=frescura) es el intento de circunspección en todos y cada uno de los aspectos cuya base, en los años mozos, era mofa, befa o mero cachondeo. De esto sabe mucho Álex de la Iglesia, que debe haberse visto un par de veces en el espejo antes de rodar LA CHISPA DE LA VIDA, en ningún modo de sus peores films, pero sí de los más irreconocibles. Esto, en sí, no me parece ni mal ni bien, es natural que todos (y un artista por supuesto) intentemos avanzar, mejorar usando lo que hemos ido aprendiendo; el problema del director vasco es que parece difícil que pueda llegar a rodar como Berlanga o Wilder, si es lo que ha intentado. Y es que este curioso híbrido "comedia negra/crítica social-feroz" carece de más cosas de las que puede presumir. Le falta (y no es un chiste fácil) cierta chispa a la hora de dotar de un sentido hondo a un montaje frenético, puede que el único recurso ante la complicada tarea de enhebrar un reparto tan amplio y en el que tantos personajes tienen su(s) momento(s) álgidos. Ser coral no es cualquiera cosa, y menos serlo poniendo en solfa un stablishment, el de los mass media "vertiente rosa", con todas las connotaciones sociales que dicho fenómeno conlleva. La historia la hemos visto otras veces, puede que nos lleguen sus ecos castizos de la magistral LA CABINA, retazos de la mordacidad de ONE, TWO, THREE, e incluso nos evoque al Berlanga desatado de TODOS A LA CÁRCEL; aunque, en un retruécano que quiero permitirme, a lo mejor lo que de la Iglesia quería rodar era una puesta al día de la LOLA MONTES de Öphuls... Demasiadas cosas para tan poca cosa. LA CHISPA DE LA VIDA tiene, eso sí, dos cosas a resaltar aparte de que terminara siendo el último trabajo de nuestro admirado Galiardo; una es el espléndido trabajo de José Mota, que como suele ocurrir cuando un cómico ha de someterse a ciertas disciplinas, aparca gran parte de sus insoportables tics y los convierte en virtudes para encarnar el papel más difícil de todos, el de hombre normal. Pero lo mejor es ese dardo envenenado y muy bien camuflado que el director lanza contra toda la mierda que contienen los medios audiovisuales, a los que un día aspiró a dotar de algo de dignidad. Es brocha gorda, sí, pero ¿qué no lo es hoy en día?...
Saludos en prime time.

You don't know how lucky you are

lunes, 16 de julio de 2012

La política como convicción



Apoyados en una tradicional canción popular, los hermanos Taviani filmaron, hace ahora cuarenta años, un austero y muy lúcido film que, centrado en la figura de Giulio Maneri, un supuesto anarquista, contaba una peripecia que ahora se nos hace muy presente, pese a estar situada justo al comienzo del siglo XX. SAN MICHELE AVEVA UN GALLO contiene tres partes bien diferenciadas aunque indisolubles unas de otras. La primera nos muestra a un exultante Maneri con un exiguo grupillo de fieles anarquistas (aunque esto estaría por probar) en una fría mañana a las puertas de su pueblo, donde pretenden tomar el poder por la fuerza y expulsar a su alcalde, a quien acusan de exprimir a los trabajadores del campo. Maneri es decidido, culto y elocuente, pero no calcula su inferioridad numérica y, tras una breve escaramuza, acabará dando con sus huesos en una solitaria celda acusado de subversión. Allí, su prolongado confinamiento le hará imaginar a diversos personajes interpretados por él mismo; un cínico, un abnegado, un embaucador, un reflexivo... Saldrá al cabo de los años, envejecido pero con sus ideas intactas, sólo para descubrir que los idealismos ya no tienen cabida en una sociedad conformista y ablandada por las comodidades. Finalmente, en un largo trayecto en barca, dialogará con otras personas que lo tomarán por una especie de loco salido de ninguna parte. Es éste un film que usa el recurso filosófico del aislamiento, en el que el ser humano toma una conciencia propia al margen de lo que la sociedad vaya dictando. Pero también es un doliente retrato, el de un político suicidamente utópico, que cree en la libertad individual como valor máximo y que, en estos tiempos tan desesperanzadores, aparece como inusitado bálsamo de corte humanista. Buena y muy olvidada película de los Taviani, en cualquier caso.
Saludos anárquicos.

I'll believe in anything, you'll believe in anything

sábado, 14 de julio de 2012

Signo de nuestros tiempos



Dos cosas, totalmente antagónicas, me parecen básicas para entender este JOHN CARTER que se nos presenta con su fecha de caducidad perfectamente visible en la tapa, como los yogures. Una es positiva, y es su agradecida intención de no andarse nunca por las ramas; esto es entretenimiento y debe tener colorines y sentido del ritmo, así que dejemos las divagaciones filosóficas de Burroughs (que por otra parte tampoco eran muy abundantes) para otra ocasión. Una vez hemos aceptado que este film no cambiará nuestras vidas y nos hemos familiarizado con su idiosincrasia visual (que no mancilla la concepción original), toca la crítica. La crítica, por mi parte, ya no es tan positiva cuando no soy capaz de encontrar al Andrew Stanton que me maravilló en WALL·E (una de las diez mejores películas del decenio pasado); no lo veo ni en los chascarrillos, ni en su sentido del ritmo, ni en el uso de la música, ni en unos diálogos que chirrían a cada momento porque ni son grandilocuentes ni intimistas, sino meramente mal construidos. Hay mucha prisa en sus casi dos horas y media, y unono debe tener tanta prisa cuando lo que va a contar es lo mismo de lo mismo otra vez... Los guiños a STAR WARS están ahí, en los vehículos aéreos, en las costumbres tribales, la escena del combate en la arena, las princesas guerreras... Y puede que todo estuviese en la obra original (que no he leído, mea culpa), pero no me sirve como argumento, porque esto es cine y la saga de Lucas es otra división de entretenimiento. No sé, me quedé con el cuerpo raro, porque había cosas que me gustaban (esa querencia por el cartoon), pero pareciese que Stanton se encargaba de tirar por tierra cualquier expectativa que pudiésemos hacernos, especialmente con los actores, muy perdidos entre tantas explosiones. He intentado omitir el elemento Disney y su más que posible influencia, pero me parece de vital importancia para comprender cómo una historia básicamente violenta termina descuajaringada por un deseo de "paratodoslospubliquismo" que la deja (y nunca mejor dicho) en tierra de nadie. Sirve para una tarde soporífera de verano (como la que yo tuve, claro), pero nadie la echará de menos, jamás.
Saludos marcianos.

Life on Mars

viernes, 13 de julio de 2012

Ozu en Viernes #14



No fue hasta 1936 que Yasujiro Ozu decidió dar el necesario salto al cine sonoro, y no es sólo una anécdota más, pues aparte de una obra capital en su filmografía, HITORI MUSUKO (EL HIJO ÚNICO) es un ejemplo de uso del sonido como hilo conductor y narrativo. De nuevo (no me cansaré de resaltarlo aquí) una mujer cuyo marido ha muerto y cuya única esperanza es poder reunir el dinero suficiente para enviar a su único hijo a la Escuela Superior, para lo que tendrá que realizar importantes sacrificios laborales en la fábrica artesanal donde trabaja, en un pequeño pueblo. En una arriesgada elipsis de más de una década, Ozu nos traslada a Tokio, donde el joven vive desde hace años y recibe, al fin, la visita de su madre. Ésta pasa de la concordia inicial con su hijo, su solícita nuera y su nieto de apenas un año, a una desilusión mal disimulada y que estalla en un feroz diálogo en el que echa en cara a su hijo lo poco y mal que ha aprovechado todos los sacrificios que ella tuvo que hacer (y que aún seguía haciendo), ya que sólo ha conseguido un modesto puesto de profesor, una semi-chabola en un arrabal y unas estrecheces económicas que se agravaron con la llegada del bebé. Desde ahí, Ozu evita cualquier sentimentalismo y deja la figura del hijo fracasado a expensas de su insondable desgracia, pero tan sólo para que aparezca un inesperado gesto de redención, mediante el que la madre cambia radicalmente todos sus prejuicios. El director japonés mostró su buen pulso narrativo en este drama social, aparte de dejar constancia de una dirección de actores admirable y, como dije, un magnífico uso del sonido, en el que no sólo importan los diálogos, sino recursos como el ruido de los telares o las aulas atestadas de niños; mención aparte merece la fabulosa partitura compuesta por Senji Itô y que ilustra a la perfección este delicado retrato sobre qué importa más a una madre, su hijo en sí o su mera circunstancia.
Saludos únicos.

Nights interlude

jueves, 12 de julio de 2012

La aborrecedora entre el aturdidor y la comparsa móvil



A la espera de que COSMOPOLIS nos desvele definitivamente si David Cronenberg ha comenzado su (inevitable) declive o sigue esquivando los puñetazos en base a su sólido bagaje estructural, A DANGEROUS METHOD ni confirma ni desmiente, no al menos con la rotundidad que cabría esperar de un proyecto, a priori, tan sugerente como éste. Hay muchas cosas que se agradecen en este film, otras que se echan de menos y otras que simplemente producen el rechazo de que, por momentos, pareciera otro director tras la cámara. En el haber está el no andarse demasiado por las ramas, pese a tratarse de un film sobre psicólogos y psicoanálisis, A DANGEROUS METHOD es tremendamente física (nobleza obliga); desde los espasmos iniciales de una Keira Knightley excesiva, pasando por la pulcritud y contención de unos estupendos Fassbender y Mortensen (excepcionales actores los dos) y la aportación de un irreconocible Vincent Cassel, que en mi opinión podía haber dado mucho más juego. Cronenberg ha construido un lenguaje propio y reconocible, y está dispuesto a aprovecharlo; la lástima es que este sólido anclaje no permite despegar al film más allá justo cuando el elemento desestabilizador parece adueñarse de unos diálogos que no por brillantes son menos tediosos. No nos equivoquemos, esto no es cine experimental, sino un relato clásico pulsado hacia sus propios límites; y puede que la elección (al ser una novela, esto no corresponde al director canadiense) de usar unos iconos como Carl Jung y Sigmund Freud le reste la posibilidad de ir "un poco más allá", quizá por no tener que dar explicaciones innecesarias más tarde dentro del contexto histórico. Creo que ha prevalecido el estrato truculento (y ahí el personaje de Cassel desaparece demasiado pronto) de la pasión sadomasoquista entre médico y paciente, con el consecuente tambaleo de las convenciones de un hombre, Jung, que buscaba precisamente los límites de la moral para explicar el porqué de las conductas humanas. Mejor quedan los brillantes diálogos entre éste y un Freud mordaz y descreído, pero puede que Cronenberg se diese cuenta de las consecuencias de "una película hablada", lo que desemboca en los peores momentos de la película, un Jung apocado y bovino perdiendo los papeles ante una majareta de tomo y lomo. Si he de decir la verdad, me esperaba más, aunque no está tan mal como pudiese parecer.
Saludos desde el diván.

Bring the pain

miércoles, 11 de julio de 2012

Atrapados con el gato



El poema de William Blake nos habla del tigre mítico, de la bestia simétrica y resplandeciente que reina en una naturaleza virgen y nunca hollada... Es obvio que las correspondencias entre este grandísimo poema y la película de hoy apenas quedan por la parte del título; es tontería buscar más allá. BURNING BRIGHT está repleta de magníficas intenciones, de un esfuerzo por dotar de coherencia y verosimilitud una historia ya no estrambótica, sino directamente borderline. Se nos cuenta un complicado tejemaneje que empieza con un hombre comprando un tigre ilegalmente en mitad de un desierto, lo que ya resulta, cuanto menos, insólito. Hay un breve diálogo entre comprador y vendedor "a lo Tarantino" que nos pone en órbita para el cogollo, que es la construcción de una reserva de animales salvajes por parte del comprador, que mantiene al tigre en una jaula especial. Luego resulta que éste tiene un complicado asunto familiar, porque en la casa donde se van empezar las obras se encuentran sus hijastros, una chica de 20 años y un chaval autista, que han quedado deamparados tras conocer que su padrastro ha gastado todo su dinero en su proyecto, dinero que les pertenecía tras la muerte de la madre. Sí, un poco enrevesado, y además no importa demasiado, porque lo importante viene luego, cuando sobrevenga un cruento huracán y los dos jóvenes queden atrapados en la casa, que ha sido herméticamente cerrada "por motivos de seguridad". Evidentemente, "alguien" da vía libre al sanguinario tigre dentro de la casa, esperando que a la mañana siguiente todo haya quedado en un simple accidente. Supongo que imaginan lo que sigue, que no es más que un juego de supervivencia más o menos creíble, con sus licencias y sus pasotes digitales; es decir, un quiero y no puedo, con buenas intenciones pero resultados muy básicos. A Carlos Brooks le conocíamos de su anterior trabajo, QUID PRO QUO, y es posible que algún día destape el tarro de las esencias y logre filmar una historia como dios manda, porque intenciones las tiene todas, pero da la impresión de estar aún tremendamente verde. Entretenida (a ratos) y muy poquito más.
Saludos a rayas.

Tyger

martes, 10 de julio de 2012

El corazón es un cazador abatido



Me entero, hace un par de días, de que nos dejó Ernest Borgnine; uno de esos actores que ha tenido (sobre todo recientemente) legiones de imitadores, sólo para que quedase demostrado que era inimitable. Un grande con mayúsculas y con una filmografía realmente apabullante. Aunque, si debo quedarme con un título suyo, creo que muchos nos pondríamos de acuerdo con ese papel que, a mediados de los años cincuenta, pareció caerle a Borgnine desde el mismo cielo. Y es que MARTY era un giro absolutamente radical respecto a lo que el actor venía haciendo, e incluso lo que iba a hacer después; uno de esos personajes inolvidables y que ha de ganarte por la vía más complicada, que es la de desarmarte hasta que claudicas y ya no te quedan argumentos de crítica. Porque, curiosamente, este Marty, carnicero de barrio, hijo ejemplar, amigo de sus amigos y soltero empedernido a sus 34 años, puede ser cualquier cosa menos maniqueo. Delbert Mann, que debutaba en la dirección, escogió este personaje creado por Paddy Chayefsky, y que ya había deambulado brevemente por la televisión de entonces, y le dio los honores de un tipo de hombre víctima de su propia bondad e integridad. Marty sólo busca alguien para compartir la vida, pero está harto de que le rompan el corazón, así que le incomoda que algún amigo (sí, también soltero) le insista en ir a un salón de baile el Sábado por la noche, como le aburren las interminables fanfarronadas de bar acerca de ligues de una noche. MARTY contaba con un excelente guion firmado por el propio Chayefsky, porque de no haber sido así se hubiese quedado en un film más sobre un tontito católico que conoce a una solterona y ambos se romperán el corazón por su mera incapacidad empática; pero nada de eso, porque MARTY no sólo es un film ágil y dinámico, sino que sabe dónde poner los acentos, y contiene tantos momentos hilarantes como aldabonazos que terminan por estremecerte. Una historia sin ínfulas ni adornos, que se llevó nada menos que cuatro oscars y que nos descubrió a un grandísimo actor, un tipo que quedará inmortalizado en nuestro subconsciente por trabajos como éste.
Saludos a todos los solteros.

One man, one woman

lunes, 9 de julio de 2012

Momentos para la historia



Cualquiera que quisiese dedicarse a coger una cámara, filmar algo y darle más o menos la forma de una película (hacer cine, en menos palabras), tiene el deber ineludible de ver BRONENOSETS POTYOMKIN (EL ACORAZADO POTEMKIN) unas cuantas veces; las necesarias, al menos, para fijar un sentido de la continuidad narrativa y luego poder alterarlo según la conciencia de cada uno. La vigencia de esta obra inmortal no está supeditada a motivos meramente cinematográficos, mucho menos históricos (su rigor, en este sentido, deja mucho que desear), sino que actúa como interruptor aliterable en un cerebro dominado por un puñado de reglas técnicas dadas por supuestas. Es casi como si Eisenstein estuviese seguro de la pazguatería de la masa enfrentada a la imagen filmada, de su incapacidad de análisis y quisiese esquematizar la forma de contar algo para realzarlo y dejarlo en evidencia irrevocable; convertir la imagen filmada en una papilla de tuercas y tornillos. Hay imágenes memorables en esta película, y se ha hablado mucho sobre ellas; toda la parte sobre el acorazado, la opresión de los marineros por parte de sus superiores, y, claro, el ensalzamiento de la lucha contra la injusticia, que tiene un durísimo colofón en la parte final. Los cañones perfectamente alineados dejan paso a una interminable escalinata. Es decir: que es mucho más efectiva la superposición de contrarios, en los que se incita a la sublevación sin saber que lo que vendrá después será una masacre en toda regla. Desde luego que hemos visto este esquema, después, miles de veces, pero parece decisivo que en un momento histórico en el que el cinematógrafo comenzaba a definirse como contador de historias y revelador de sensaciones, que alguien optara por dar relevancia al montaje por encima de la imagen en sí; o lo que es lo mismo: obtener el sentido de las imágenes a partir de su encadenamiento y, por tanto, cadencia. Si es verdad que han existido unos cuantos adelantos significativos a lo largo de la historia del cine, uno de ellos no cabe duda que fue la filmación de esta película rotunda y explosiva; un film que nos sigue mirando de frente, interrogándonos sobre la estupidez humana y devolviéndonos un puñado de imágenes que no pueden borrarse por mucho que se intente. Simplemente imprescindible.
Saludos en cubierta.

Oh Odessa

sábado, 7 de julio de 2012

Solo en casa



Yo creo que en este momento exacto del año no hay un título mejor para hablar de él que THE SEVEN YEAR ITCH; y por varios motivos. Primero porque parece existir una especie de revival alrededor de la controvertida figura de Marilyn Monroe, que cada vez es menos mito erótico y, a medida que se indaga un poco en su triste vida, más juguete roto, vapuleado por un entorno al que nunca le interesó como persona. Después porque sigue siendo una de las mejores comedias de Billy Wilder, y sobre todo una comedia complicada de filmar sin caer en el manierismo propio de provenir de una obra de teatro que la gente, por entonces, se sabía de memoria, y que además tenía pocos de los latigazos que el propio Wilder le imprimió a posteriori y que la convirtió en todo un alegato contra la hipocresía del hombre común, atrapado entre sus deseos y la seguridad asfixiante de la vida familiar. Tom Ewell, que la representó en teatro durante años, tenía la difícil misión de no caer en una parodia demasiado evidente, al tiempo que lograba no desentonar junto a una actriz a la que no le hacía falta casi nada para centellear en cada aparición. THE SEVEN YEAR ITCH es más de lo que aparentemente parece, y a sus chisporroteantes diálogos y elocuentes monólogos por parte del propio Ewell, síntoma viviente de un hombre al que le cuesta recordar si alguna vez tuvo algún atractivo o talento que le hiciese destacar más allá de su jornada de trabajo y los problemas para mantener a su familia; familia que, claro, está de vacaciones y cuya (no)presencia pesa como una losa en el inconsciente de alguien que descubre por casualidad que la tentación vivía en un piso comunicado por unas escalerillas plegables, una especie de invisible "paraíso" del que desciende puntualmente aquel ángel de modos descarados y pensamientos en absoluto malintencionados, porque los malpensados siempre fuimos nosotros... Bueno, tenía que hablar de esta maravillosa película por todo eso y, efectivamente, porque este mes también yo estoy de Rodríguez... En fin...
Saludos encima de una boca de metro.

Temptation

viernes, 6 de julio de 2012

Ozu en Viernes #13



TOKYO NO YADO (UN ALBERGUE EN TOKIO), de 1935, es una película que no sólo es que no haya perdido vigencia, sino que puede ser vista con notable estupefacción hoy día (caso de que se busque a Ozu como referencia) por lo poco que han cambiado las cosas y cómo las mismas cuerdas siguen pulsándose en un devenir, el humanista, que da buena cuenta de las desigualdades sociales y toda su cuenta de controversias y agobios, que son los que lleva padeciendo el hombre moderno tras venderle su alma al capital. De nuevo una familia monoparental (obsesión o asidero para el maestro japonés), aquí un pobre hombre que llega a Tokyo con sus dos hijos, sin dinero y con la esperanza de poder empezar algo parecido a una vida digna. Los héroes de Ozu no son tales, son personas de carne y hueso, con sus traumas y debilidades; y se nos quiere dejar claro que no pueden con toda la carga que les es impuesta, lo que somatiza la posible fábula humanista y la convierte en un mero espectáculo acerca de la solidaridad, la miseria y una infancia arrebatada, donde los niños asisten impasibles al cruel espectáculo de la vida. El protagonista (un Takeshi Sakamoto francamente conmovedor), un desterrado, un paria de sí mismo, no ve salida alguna a su situación; recoge perros abandonados y los entrega por el equivalente de una comida diaria; por las noches, comparte la sordidez de un albergue junto a otros como él. Un día la fortuna parece sonreírle al encontrar a una vieja amiga que le proporciona techo y trabajo, lo que este hombre, con toda su buena voluntad, aprovecha para echar un cable asimismo a una mujer que vagabundea con su pequeña hija. Y como no somos perfectos, y como eso Ozu lo remarcaba con maestría, la solidaridad, en un mundo insolidario, crea desafectos, equívocos y marca el destino de esas almas a la deriva que son arrojadas a la pobreza bajo la mirada indiferente de quienes marcan esos destinos sin asumir responsabilidades. Por eso, uno vuelve a ver TOKYO NO YADO y no está viendo 1935, está viendo 2012 y está viendo una maldición que no cambiará jamás. Maravillosa.
Saludos bajo techo.

Searchin

jueves, 5 de julio de 2012

Conducta, de conducir #2



¿Por qué es imposible que nos tomemos en serio THE EXPERIMENT? Fácil, muy fácil: porque ya estaba hecha antes, porque llegó tarde y mal y, sobre todo, porque no aporta absolutamente nada a la original. Esto me lleva a pensar algo (aunque no es un pensamiento que deba estar vinculado exclusivamente a este caso), y es la nula disposición del público norteamericano a ver cine extranjero; debe ser así cuando cada temporada nos vemos desbordados por remakes insulsos, que lo único que proponen es la "normalización" a través del canon hollywoodense. Algo preocupante, quizás, pero aún más extraño si tenemos en cuenta que dichas adaptaciones apenas cambian un par de comas sobre el guion del que proviene (entiéndase en un amplio espectro cognitivo). Así, no sólo nos van a hacer pasar a Adrien Brody (yo empezaría a preocuparme por este muchacho) por Moritz Bleibtreu, sino que el único añadido propio consiste en varias escenas presuntamente definidoras, y al principio, en el que Brody es presentado como una especie de pacifista militante, lo que ya nos obliga a entroncarlo con el asunto de la violencia y demás, como ustedes saben. Curiosamente, Paul Scheuring también proviene, al igual que Oliver Hirschbiegel, de la televisión; y digo curiosamente porque el norteamericano fue uno de los creadores de la estupenda serie PRISON BREAK, lo que no parece haberle ayudado demasiado para infundir un poco de alma en este "más de lo mismo" cansino y poco agradecido. Ni siquiera un recorte de casi media hora la ayuda a ser más "digestiva"; y si tuviera que quedarme con algo sería con la modélica interpretación del habitualmente minusvalorado Forest Whitaker, que es capaz de convencernos de que es un verdadero psicópata sin apenas gesticular. Mi recomendación es que sólo la vean si no tienen mucho interés en ver la otra; en un programa doble, ésta no resiste la comparación.
Saludos desde el Bosón.

Center of the sun

miércoles, 4 de julio de 2012

Conducta, de conducir #1



En DAS EXPERIMENT, el director Oliver Hirschbiegel, que hallaría su consagración tres años después en DER UNTERGANG, y que venía (los extremos siempre son curiosos) de enfatizar las aventuras de un simpático perrito llamado Rex, probó suerte con una arriesgada propuesta que de no haberle salido bien podría haber dado al traste con una de las carreras, a posteriori, más brillantes de lo que podríamos conocer como "cine comercial de calidad". No tanto por lo que cuenta, que ya, con uno u otro disfraz, nos ha sido contado en multitud de ocasiones, sino por el temple que es capaz de darle Hirschbiegel a un guion que firma Mario Giordano, autor de la novela original, junto a Christoph Darnstädt y Don Bohlinger. Para hacernos una idea, el film empieza de manera jocosa, muy "escuela alemana", con unos personajes ligeramente sobreactuados y con una prisa que amenaza cualquier buen augurio que pudiésemos tener. La clave: esperar el momento justo, previa preparación en forma de pequeños mosqueos como "esto no era lo que yo esperaba" o "así que era ése y no el otro", para asestar el golpe definitivo, a partir del cual el film corre vertiginoso hacia una segunda hora simplemente tremenda. No tremendista, porque se incide en el tema del "experimento" en sí, ya que la excusa para todo es precisamente que se trata de un experimento en el que una serie de voluntarios, veinte, en busca de una generosa compensación económica, aceptarán encerrarse en un recinto cerrado que simula una penitenciaría; ocho serán designados como guardianes y doce como reclusos. Las reglas las pondrán ellos, aunque la función principal de los "guardianes" será mantener el orden y la de los "presos" simplemente obedecer. No me gustaría seguir destripando su sabroso argumento, sobre todo por mantener el elemento sorpresa para quien no haya podido verla, pero, aludiendo a lo antes escrito, merece la pena por lo bien que Hirschbiegel va dominando el crescendo hasta hacerlo, en su tramo final, no apto para gente sensible y/o que no digiera bien los abusos de autoridad. Muy recomendable.
Saludos experimentados.

Those dicks

martes, 3 de julio de 2012

Por qué hacemos lo que hacemos



El título no es pregunta, sino, efectivamente, afirmación ¿Por qué los seres humanos nos seguimos chocando de frente con nosotros mismos? Entre nosotros, contra nosotros. Un sinsentido que parece resistirse a ser erradicado y que es como una pesada losa que nos mortifica, que no permite que seamos felices aunque su remedio nos petenezca sólo a nosotros. Y es que bajo las subyugantes imágenes de KÖRKARLEN (LA CARRETA FANTASMA), gran obra maestra del realizador sueco Victor Sjöström, importa menos la monocausa impar del condenado a conducir el carromato destinado a recoger las almas de los muertos, como la idoneidad del momento preciso y decisivo, el que marca el destino. Así, y teniendo en cuenta la importancia que para Ingmar Bergman, alumno aventajado de Sjöström, tenía la reflexión sobre el imparable paso del tiempo, nos encontramos primero con la inconsciente iniquidad de David Holm, alcohólico que disfruta fustigando a su propia familia, para seguidamente arrepentirse cuando su hora ha llegado. No es tanta venganza o reprimenda, como sí un frío discurso sobre la fugacidad humana, de lo poco importantes que son sus cuitas al lado del implacable y paciente reloj de arena. Evidentemente, para un film ya cercano a los cien años, sus hallazgos visuales (el juego de fotogramas superpuestos al aparecer la carreta es simplemente apabullante) siguen siendo objeto de estudio y admiración, así como una puesta en escena tan sobria como milimétrica, o una grandísima dirección de actores, comenzando por el propio Sjöström, que borda un papel sumamente complejo. Sin embargo, el gran dardo que nos envía un film tan actual como KÖRKARLEN es, precisamente, el que nos inquiere acerca de nuestros actos, de lo idiotas que somos y cómo apenas podemos darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. En este sentido, la parte final es un ejemplo de cómo el montaje queda a disposición de un crescendo emocional que en este fantástico film alcanza cotas de crispación casi insoportables. Un clásico con mayúsculas que ha sido lanzado hace pocos meses en DVD por  "Acontracorriente" y que a su recuperación inédita de metraje hay que sumarle unos edificantes comentarios del gran Jesús Palacios. Una joya.
Saludos fantasmales.

Psycho

lunes, 2 de julio de 2012

Confusión elemental



Veintiocho años después, resulta más reveladora la visión de la ópera prima de Lars von Trier para entender muchas de las obsesiones que han hecho del danés, más que un director de culto, un objeto de discusión y controversia en sí mismo, que la radiación, a veces cegadora y anestesiante, de sus trabajos más carismáticos. FORBRYDELSENS ELEMENT (EL ELEMENTO DEL CRIMEN) adelanta con precisión la fastuosidad visual de EUROPA, su mejor película para quien esto escribe, al tiempo que constata el principal problema entre él y sus espectadores: entender qué es exactamente lo que pretende. Y esto es así en esta fascinante y confusa película, que tiene la apariencia de cualquier trama detectivesca para, seguidamente, adentrarse por un thriller psicológico cercano al cine de Cronenberg. Todo con una pesada pátina literaria y una voz en off que, a mi juicio, desvía la atención de lo que ocurre en la pantalla; pudiera parecer que sus complicados y barrocos montajes, en búsqueda constante del torrente de conciencia narrativa, no sean más que frontispicios muy decorativos pero de escasa sustancia semántica. Yo me enteré de poca cosa, o más bien me importaba un pito el devenir de ese torturado detective por un Egipto que más bien parecía un cruce entre la Alemania neonazi y una Venecia sumergida ¿?, sino que me entretenía en contar los pliegues de su raída y sucia chaqueta blanca y me decía cosa como: "Qué cojones hay que tener para trasladar Escandinavia a El Cairo e inventarse una vampiresa de rasgos vietnamitas" o "Joder, cómo suda este tipo"... Es decir, que se trata de la típica película que tiene que gustarle a la gente rarilla y enrevesada, pero que vista desde la distancia es un juego de niños comparada con quien su altivo director quería compararse, que no es otro que Orson Welles; es decir, Lars von Trier en estado puro, cómo no.
Saludos elementales.

Love crimes

domingo, 1 de julio de 2012

Rincón del freak #72: Miedo a hacer buen cine



Es curioso comprobar la cantidad de títulos que han pasado por esta sección y que compartían como género el terror, suspense y otras variantes, sólo para darnos cuenta de que lo que las rebajaba a un subescalón que las hacía rozar el ridículo (a veces sin roce alguno) era su proverbial incapacidad para despertar en el espectador la más mínima inquietud frente a lo que estaba viendo. Es decir, que si una peli de terror nos provoca risa es que es muy mala; igual que si una comedia nos deja fríos o si somos capaces de proyectar en nuestra mente un terrible contraplano en el que podemos ver con toda claridad a todo un "esforzado" grupo de rodaje, con su "director" al frente, salirnos de "lo representado" hacia la pura tramoya y descubrir el engaño. Me parece que le estoy dando demasiadas vueltas para lo poco que ofrece lo de hoy. Aunque podría haber sido de otra manera; aunque haya un par de destellos, mínimos, en los que parece que Reg Traviss, al que ya conocíamos por otra pequeñez llamada ESCUADRÓN LETAL, a lo mejor un día puede mirarse a un espejo y decirse que su oficio es director de cine. La cosa en cuestión atiende al poco sugerente nombre de PSYCHOSIS, y es la típica película de dos lechuguinos empastados y buenorros que se mudan a la campiña para estar "en contacto con la naturaleza". Se llevan el X5, decoran la mansión al estilo colonial y la señora (sí, otra vez Charisma Carpenter) se queda en casa con rebequita de punto y taza de té humeante que sujeta con ambas manos mientras mira a lo lejos y piensa en Ponds, L'oreal, Modesto Lomba y demás preocupaciones metafísicas... Luego no sé qué pasa, porque un cateto con chupa de cuero se está beneficiando a una lugareña y luego le enseña la minga a la Carpenter, ésta se asusta pero luego invita a comer al exhibicionista como si tal... No sé, es muy raro todo, como si el guion lo hubiesen firmado cuatro tipos que no se han visto en la vida. Al final hay mucho barro, alguna que otra tormenta (que siempre viste mucho), el X5 por supuesto no arranca y encima nos quieren vender un nosequé de "giro inesperado" que no es más que un "ya te lo dije, pero estabas roque"... Una bazofia, para resumir.
Saludos sicóticos.

Blood rush

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!