domingo, 30 de diciembre de 2012

Para informar a los lectores y no dejarles en un suspenso innecesario, debo trasladar que este blog (y el otro) no va a ser actualizado por el momento por causas de fuerza mayor. El autor promete volver a escribir en los mismos cuando realmente pueda, que deseamos que sea en el tiempo más breve posible. Gracias.

David Vázquez Dávila, que es el que escribe...

martes, 25 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 7



En clara contraposición a todo lo declarado ayer respecto a la dificultad de trasladar a según que autor literario a la gran pantalla, el ejemplo queda magistralmente reflejado en una película absolutamente maravillosa. Y es que MEPHISTO, que ganó en 1981 uno de los oscars en lengua no inglesa más merecidos que yo recuerde, es un espectacular entramado de referencias, homenajes, aportaciones novedosas y, sobre todo, un dominio del medio narrativo que, para un espectador entregado, queda como una experiencia apabullante. MEPHISTO es muchas, muchísimas cosas condensadas en poco más de dos horas que transcurren, como debe ser, en un suspiro. La novela original, obra (y he aquí el primer impacto) de Klaus Mann, hijo de Thomas y a la sazón dueño de una escueta obra tan fascinante como incomprendida, y de una vida personal dificilísima, que desembocaría en su suicidio con poco más de cuarenta años, desmembraba el mito "faústico" sin tocarlo, puesto que quien aquí vendía su alma era una encarnación humana del mismísimo Mefistófeles. En realidad, la compleja propuesta del libro original, escrito en 1936, era un ataque frontal al régimen nazi; Mephisto (un impresionante Klaus Maria Brandauer, al que cualquier calificativo se le queda corto) era un actorcillo sin mucho gancho que buscaba desesperadamente una salida a su desmedido ego (no es casual la referencia al actor Gustaf Gründgens, quizá el Mefisto más famoso), lográndolo, un poco inconscientemente, al aterrizar en mitad del horror nazi primero como un trepa más, y finalmente como una arrepentida marioneta, utilizada como un instrumento más de delación. Pero impera dejar a un lado la novela y centrarse en el grandísimo trabajo del húngaro István Szabó, al que no asustaba la envergadura del proyecto y que quedó como una referencia ineludible en el tránsito de un cine europeo que buscaba el concilio entre lo espectacular y lo íntimo. MEPHISTO no sólo consigue este difícil equilibrio, sino que sus imágenes parecen irradiar la pureza de, por ejemplo, el expresionismo de Murnau, al tiempo que se vale de una dialéctica brillante, jamás cháchara y una puesta en escena que yo pocas veces he visto sin sentirme abrumado. Nada parece faltar ni sobrar en esta obra maestra, un título ineludible que yo he sentido que forzosamente debía incluir en este monográfico; y es que en pocas ocasiones lo sutil era aún más explícito que lo obvio... Obviamente.
Saludos.


Mefistofele

lunes, 24 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 6



Autor de la descomunal ERFOLG (EL ÉXITO), de la que prometo hablar un día aquí, el alemán Franz Seitz realizó una interesante aproximación al mito de Fausto por una vertiente que en cine aún no se había decantado con decisión: la novela de Thomas Mann. Realizada con formato de telefilm, DOKTOR FAUSTUS retomaba la temática clásica de dicho personaje, sólo que la búsqueda, en este caso, revierte a la virtud musical, al ser Fausto un pianista que anhela la perfección en su arte. Más cercana, por ejemplo, a un Bergman distensionado, la película, sin ser fallida, queda como un ejercicio plomizo y complicado de digerir, y la elección de Jon Finch para el papel principal, aparte de tener que apechugar con un discutible doblaje, y lejos de integrar métodos contrapuestos, no hace más que enfriar una puesta en escena ya de por sí gélida. Se ve, claro, y su adaptación es todo lo fiel que se necesita ser con un maestro como Mann, pero (y esto ya ocurría con "La montaña mágica") es curioso comprobar cómo la dificultad de la traslación de una prosa magistral convierte a ambas en obras completamente diferentes, cuando no simple y llanamente contrapuestas. Yo la vi de chiripa en casa de un coleccionista de esos que se llaman "enfermos", ahora mismo me temo que debe ser realmente complicado dar con esta rareza, si no es que se pueda disponer del DVD alemán original.
Saludos.

Doktor Faust

domingo, 23 de diciembre de 2012

Rincón del freak #90: El mito de Faust(ina) 5



A mí la broma me hace poca gracia, aunque la tiene, he de reconocerlo. Y es que buscarle sensatez a un sainete filmado que intenta, por todo mérito, introducir las no pocas habilidades seductoras (y de las otras) de la gran María Félix en una España tan depauperada como cartonpiedresca, tiene, siendo infinitamente benevolentes, su miga troceada. El experimento se tituló FAUSTINA, y comenzaba con un incipiente Fernando Rey en plan espeleólogo/dominguero con descapotable y churri empañolada, que encontraba una cueva en la que, tras quedar atrapado, su sorpresa es mayúscula al hallarse a aquel enjuto Fernando Fernán Gómez pescando, a la sazón un desencantado demonio menorcillo que atendía al sugerente nombre de Mogón. Toda la película es un enorme flashback que comienza con la invocación de Mogón por parte de una señora de avanzada edad, la Faustina del título, que le requiere para volver a ser joven y lozana, pero que, oh casualidad, una vez repuesta resultaba ser el antiguo y fatal amor de aquel desdichado. Ya con el tapete dispuesto, todo transcurre por el terreno de la fruslería sin importancia, con cameos de altura, como el del inolvidable Pepe Isbert, el recientemente desaparecido Tony Leblanc o uno de los mejores histriones del cine español, Juan de Landa como un diablo simplemente hilarante. Y... María Félix, everywhere para más señas. No me extraña que el ciclón de Sonora no encontrase acomodo en éste nuestro país, con aversión al despelote de los sentidos y convirtiendo a aquella bomba sexual en una señora con aspiraciones de miss de pueblo o cantante que, al no cantar, recitaba las noticias del periódico, mientras a los señores de boina, puro y fajín se les restallaban las órbitas por doquier. FAUSTINA es lo que es, una película de 1957, un entretenimiento trufado de inmensos profesionales al servicio del anestésico general (nunca mejor dicho) y que terminaba en un extraño país inventado, mitad dictadura y mitad monarquía... Y todas las mitades, por diferentes que fueran, mantenían ese inenarrable rictus ante la actriz mejicana, tan fuera y tan lejos de un país, éste, que de fantasía tenía poca.
Saludos.


Faustine

sábado, 22 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 4



No deja de ser curioso que uno de los escasos ejemplos que el cine español ha ofrecido acerca del mito universal de Fausto sea una película experimental (otra es, aún más bizarra, la que vendrá mañana) y cuyo punto de vista comprenda, cuanto menos, un arco personalísimo sobre un tema que, en teoría, permitiría pocos estiramientos radicales. EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR FAUSTO, inscrito como el segundo trabajo de Gonzalo Suárez, supuso una agradabilísima conmoción en un panorama, el del cine patrio, francamente depauperado, presentándose nada menos que en el Festival de Berlín y demostrando que, si bien choca la distancia tomada por su autor respecto a una influencia, la de la nouvelle vague, más que evidente, es su espíritu rompedor el que marca su calidad, incluso por encima de lo mucho que ha envejecido un film cuyo interés máximo queda en su forma. Su fondo, incluso si obviamos ciertos retruécanos y licencias, poco o nada asimila de la obra original; más aún, la moldea tanto que quedaba irreconocible si no se maneja el marchamo del cine de aquellos años del autor ovetense. Instalada entre un lisérgico extraterrestrial, que debía un poco al cine de Jodorowsky y otro tanto al de un Godard nada templado, y una bomba decididamente poética, si no nos dijesen que aquello se hacía en España en plena dictadura (aunque Suárez tuvo siempre mucho "aliento francés") nadie lo hubiese sospechado. Mi opinión es que conserva un punto insolente de frescura pero, al mismo tiempo, su exceso de militancia le hace un flaco favor a su vigencia, cuando en realidad podría (debería) ser totalmente al contrario. Su visionado por primera vez puede ser toda una experiencia, hay que reconocerlo.
Saludos.


Faust

viernes, 21 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 3



Guardaba yo, en la inmensidad de mis recuerdos infantiles, una especie de esbozo de recuerdo, casi un boceto mental, de una película, o así lo creía yo, de la que sólo el nombre me aparecía cristalino; algo sobre "Fausto", sin duda. Al preparar este monográfico, mi sorpresa fue revisar una olvidadísima cinta británica, la única en la que en sus créditos puede encontrarse al actor Richard Burton en labores de dirección; aunque, si nos atenemos a la verdad, su responsabilidad fue compartida con el escritor y dramaturgo Nevill Coghill, que enseñaba en Oxford. De DOCTOR FAUSTUS me quedan dos sensaciones extrañas y no necesariamente complementarias; la primera es que no ha envejecido nada bien (es de 1967), porque su tono, a mitad de camino entre las producciones de la Hammer y el mismo teatro filmado, tan prestigioso en la BBC, se queda en una flojedad de intenciones casi rozando la pedantería. Otra cosa es su dubitativo tono, ahora cómico, ahora terrorífico... Eso sí, mucho "Where art thou..." ultrarecitado, mucha mirada perdida al infinito, y la presencia eclipsante de Burton, verdadero motivo de una película que él mismo se encargó de representar en teatro un par de años antes junto a su esposa, una Elizabeth Taylor más pétrea que nunca, hasta el punto de (y si no, corríjanme) suponer su único papel en el que no tiene ni una sola línea de diálogo... Con todo esto, DOCTOR FAUSTUS no pasa de una curiosidad muy curiosa, con sus ramalazos pop (era la época) y la constatación de que cualquier tiempo pasado, si fue mejor, es preferible no invocarlo cual demonio burlón...
Saludos.


Meer

jueves, 20 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 2



Una versión injustamente desconocida del inmortal texto de Goethe fue el muy experimental proyecto de la televisión alemana, que en 1960 realizó un insólito híbrido que combinaba teatro filmado y montado, y una excepcional partitura a cargo del músico Mark Lothar. En realidad, y obviando el elemento cinematográfico, este FAUST venía de lejos, concretamente de los escenarios en los que el controvertido actor Gustaf Gründgens venía interpretando a uno de los Mefistófeles más personales y posteriormente recordados (e imitados) desde el que instauró Emil Jannings. FAUST (versión televisiva, aunque bendita televisión aquélla), aparte de incrementar la atención del público sobre los actores, limitando el escenario a un espacio abierto, oscuro y frugalmente decorado, introdujo multitud de novedades, tales como el elemento humorístico (cuando no jocoso) o una explosión final, inesperada, a ritmo... ¡de rock'n'roll!... Mención aparte merecería el auténtico reclamo de este (tele)film/teatro, que no es otro que el tour de force interpretativo entre Will Quadflieg, sobrio actor alemán, y el excesivo Gründgens, un actor que en sí mismo fue paradigma del mito de Fausto, con una vida tan agitada como discutible y al que se acusó de simpatizar con el régimen nazi sólo por no perder su posición en las tablas alemanas; historia ésta realmente apasionante y que fue recogida en otro film, igualmente fascinante, al que iremos un poco más adelante. Hasta entonces, saludos.

The damnation of Faust

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El mito de Fausto 1



En El Indéfilo nos hemos propuesto, un año más, terminar el presente curso a lo grande, y el tema escogido para ello es uno que nos parece mucho más de rabiosa actualidad de lo que podría pensarse. Y es que aquel sabio que vendió su alma al diablo, descrito entre otros por Christopher Marlowe o Goethe, no queda tan lejos de lo que ahora mismo tenemos entre manos ¿Que al diablo lo sustituimos por el capitalismo salvaje? Pues más o menos. El caso es que son muchas las adaptaciones que ha conocido este inmortal (nunca mejor dicho) personaje y su terrible circunstancia, aunque empezar, no nos queda otra que empezar por el principio, que es la inconmensurable FAUST, de F. W. Murnau, una película de tal potencia e imaginación que no son pocos los homenajes-tributos que el cine le ha rendido a lo largo de la historia. Rodada en 1926, FAUST comienza con el reto que Dios le lanza a Mefistófeles, que es poner a prueba a un escéptico buscador de La Verdad mediante el conocimiento científico. Murnau estructuró el film de manera circular, mostrando el sometimiento del ser humano al acto divino y su posterior redención mediante el poder inmortal del amor. Para ello contó con la escalofriante interpretación del gran Emil Jannings, un diablo despiadado, juguetón y, lo que es mejor, sin cuernos. Su personaje es el elemento central de esta película de difícil composición, que transita entre la realidad y el sueño y que tiene como motor la futilidad de los efímeros sueños del ser humano. Fausto es un sabio, un hombre que cree haber alcanzado el derecho de adentrarse en el conocimiento absoluto, pero termina de espaldas a la virtud y embaucado por la falsa promesa de la concesión de cuantos placeres se le pongan por delante. Fascinado por la idea de una perpetua juventud junto a su amada, es incapaz de ver el verdadero propósito de Mefistófeles, que no es otro que adueñarse de su alma tras divertirse con lo que, de una manera u otra, no deja de ser un exponente de la estupidez humana. Este "Fausto", además de su poco corriente estructura narrativa (que sólo Alexander Sokurov ha intentado ensayar recientemente), permite comprobar la asombrosa imaginación visual de Murnau, que apoyado en la magistral fotografía de Carl Hoffmann, y con una sutilísima utilización del espacio escénico, sin ningún abuso de los elementos expresionistas, da como resultado un clásico de formas muy poco clásicas. Como ejemplos imperecederos, quedarán en la memoria ese imponente Mefistófeles cubriendo toda una ciudad con su gigantesco manto de destrucción, que no es otro que una plaga de peste; la tenebrosa atmósfera recreada en la catedral o la reclusión de Fausto en un infierno tanto más creíble por cuanto no es más que un paisaje desolado. En resumen, una cima del cine mudo, además de ser, probablemente, la mejor y más deslumbrante adaptación de este mito, al que seguiremos acercándonos en sucesivos días.
Saludos.

Faust Symphony

martes, 18 de diciembre de 2012

El chico con el escorpión en la espalda



Hay una cosa que me gusta especialmente en el cine del danés Nicolas Winding Refn: pese a sus limitaciones de toda índole, siempre parece estar al tanto de las mismas y, al ser consciente, intenta ofrecer el mejor producto posible, como si el esfuerzo estuviera por delante de una cierta inspiración ¿Qué le falta para ser un grande? Pues me parece que inventar, establecer, que empiecen a copiarle a él; pero que está en el camino creo que no lo discute casi nadie. DRIVE es un paso adelante (o puede que dos o tres), una película que a la asombrosa estilización de Winding Refn (y que mostró sobradamente en, por ejemplo, VALHALLA RISING o BRONSON, y por no hablar de su apabullante trilogía PUSHER), añade dos aspectos vitales en la madurez de un director de cine: el dominio del sentido del ritmo y la dirección de actores, donde estos dejan de "servir al fin" y se definen a sí mismos como entes integrados. Si el perfil es bajo, diremos que DRIVE no es más que una nueva vuelta de tuerca al (anti)héroe solitario y taciturno que, en un momento dado y obligado por las circunstancias, dará rienda suelta a su lado oscuro. Con uno de los mejores trabajos de montaje que he visto últimamente, lo difícil de esta fábula envuelta en sangre y gasolina no es acentuar los momentos álgidos, donde el espectador más avisado siempre esperará un plus, sino hacer danzar la historia desde su deslumbrante comienzo, donde, sin apenas palabras, el magnífico personaje interpretado por Ryan Gosling queda trazado, hasta su desmelenado final, donde en verdad uno puede (y debe) esperarse casi cualquier cosa. Esto es tanto así por la compleja inclusión de unos personajes secundarios (la joven madre interpretada por Carey Mulligan, sobre todo), que amenazan constantemente con una ridícula banalización argumental, puesto que este protagonista, un conductor, pero también un pistolero con más sombras que luces, no necesita razones para hacer lo que hace, y su ética es aceptada por sus propios actos. Es el bueno quizá porque no hay otro a mano, y en esa amargura de no poder cumplir las expectativas de los que le rodean, Winding Refn sale victorioso al entregarnos una película tan emotiva como entretenida; un western apocalíptico sobre lo injusto que es perder cuando no eres dueño de tu propia vida. Un film que será recordado cuando pase el tiempo y que forzosamente ha de suponer ese chasquido de rotura para un director que, en contra de lo que muchos pudieran pensar, yo consideraba atenazado por una extraña timidez conceptual. Magnífica, en todo caso...
Saludos especialistas.

Solitude is bliss

lunes, 17 de diciembre de 2012

Placer por la sangre



Por poner un ejemplo que cualquiera puede entender: Lo que en manos de Jesús Franco puede ser poco más que garrafón, encuentra inusitada estilización formal en unas manos como las del director que nos ocupa hoy. Caso rematadamente raro en la filmografía francesa, Jean Rollin, que comenzó su andadura filmando poemas recitados allá por finales de los cincuenta, es, posiblemente, el gran iconoclasta (mencionaría también a Jacques Demy) de un cine a veces más preocupado por el contenido que por el continente. Rollin, que llegó incluso a filmar un despropósito a cuatro manos con el propio tío Jess que atendía al sugerente título de CHRISTINA, PRINCESSE DE L'ÉROTISME, alcanzó uno de sus puntos más álgidos abundando en su particular visión del mito vampírico, consistente básicamente en concretar un puñado de brumosas imágenes panorámicas en desolados parajes (castillos, bosques...), despreciando cualquier profundidad psicológica y apoyándose, para ir abreviando, en una fijación enfermiza por la silueta femenina, preferentemente a medio vestir y con diverso contacto hemoglobínico. Poco más que eso es FASCINATION (rebautizada aquí como EL CASTILLO DE LAS VAMPIRAS), que empieza como un cuento macabro remitente a Edgar Allan Poe, pero termina como el rosario de la Aurora. Un rosario, eso sí, con una fe inquebrantable por lo que va a poner en imágenes. Apunten: Un castillo, unas vampiras bolleras y siniestras, una guadaña y un pobre incauto al que le da por desviar la orientación sexual de las monstruitas. Es una frikada, desde luego, pero contiene tal grado de candidez , además de una vaporosa fotografía, que uno no puede más que sentir una irresistible curiosidad hacia un tipo de cine que extrae todo su encanto precisamente a partir de su propia obsolescencia.
Saludos con plaquetas.

Fascinado

domingo, 16 de diciembre de 2012

Rincón del freak #89: Los espectadores indiscretos



La conclusión (nada original por mi parte, por cierto) es que cada tipo de cine (más que "cada película") tiene su propio público esperándola para verla y valorarla en su justa medida. Quiero decir con esto que, más que "públicos de élite", lo que regula el mercado que lo que se ve y cómo se ve es el producto en sí, que sólo tiene que esperar a que sea "su público", y no otro, quien lo enfrente ¿Quiere decir esto que me atrevo a borrar las concepciones clásicas de "buena" o "mala"? En absoluto, pero sirve para ir conjugando parcialmente los cambios que el audiovisual está experimentando, en consonancia con una crisis a la que no es ajena. Pensemos, por ejemplo, en cómo la práctica totalidad de la cuota reservada al cine de evasión puro y duro excluye sin remilgos ni pudor a toda aquella facción de pensamiento que no se alinee con "lo juvenil" (y sea esto lo que sea), lo que ha ido dando productos que, ante su falta total de ideas, se han limitado a "juvenilizar" argumentos que ya existían, y sólo como estrategia para que siempre exista un público cuya motivación sea la identificación con lo que va a ver. Posiblemente, lo que mejor y más claramente podría ilustrar estas palabras sería la infumable saga TWILIGHT, capaz de reducir el concepto de cine de monstruos hasta que quepa en el atestado dormitorio de una adolescente. Sin embargo, me va a bastar con apenas unas líneas sobre una gilipollez estrenada sin pena ni gloria hace unos cinco años. Atendía al sugerente nombre de DISTURBIA y pretendía ser, ojito... ¡LA VENTANA INDISCRETA para adolescentes! Es decir (y volvemos al principio): la estrategia es desviar la atención sobre si la película es buena o mala, esto no se discute, sino que el plano de discusión se desplaza hacia si quien la va a ver tendrá más o menos edad; aunque hoy día, esto ya no quede tan claro verbigracia de la cirugía estética, claro. Pero como yo soy un carca de corazón, ya les adelanto que la película es una bazofia, y que perpetrar cualquier conato de aproximación con la inmortal obra maestra de Alfred Hitchcock no es que sea un sacrilegio, sino directamente motivo de burla y destierro. No la vean, a menos que les vayan los muchachillos sobrehormonados que espían a sus vecinitas desde la ventana de su cuarto con un trasfondo de Blink 182... Ya saben...
Saludos molestados.

Another way to die

sábado, 15 de diciembre de 2012

Coordenadas



Llegados a este punto, no hay por qué ser más inductivo de lo necesario; y sin plumas y sin adorno. Seré claro y preclaro para con todos ustedes que tanto y tan bien se dignan a leer estas arrinconadas páginas. Hay muy pocas películas contemporáneas que yo haya visto últimamente y que de verdad pueda considerar como indispensables, grandes obras por lo que de reveladoras tienen, por el avance que suponen para un medio, el audiovisual (antes conocido como cine) que no pasa precisamente por sus mejores momentos. Dicho esto, y teniendo en cuenta que no suelo yo prodigarme en esto del elogio ni la recomendación fácil, les voy a recomendar una película para estas Navidades (o para cuando quieran, claro). Se trata de la mastodóntica (y no tanto por duración como por generosidad) HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, del argentino Mariano Llinás, una gozosa celebración de los sentidos tanto para cualquier cinéfilo como para todo gran amante de la narración pura, del éxtasis de estar ante alguien que nos cuenta algo para que lo incrustemos inmediatamente en nuestro subconsciente. Hablar aquí de un argumento se me antoja ridículo; no porque éste no importe o sea flojo o inconsistente, sino porque lo que realmente importa es rastrear huellas por todo un inmenso mapa que se nos va desplegando inesperadamente y cuyos personajes principales, además de que sus nombres nos sean escatimados por tres letras (H, X y Z), bien podrían ser considerados como tres coordenadas (quizá, altura, latitud y longitud) para intentar orientarnos por este verdadero work in progress, casi un juego de rol en el que sólo podemos asistir como observadores privilegiados, pues sólo nosotros manejaremos toda la información. Como en la vida, Llinás entiende que una cosa lleva a la otra, así que su complejísimo guion es una sucesión de eventos a la manera de una pista de fichas de dominó que van cayendo una detrás de otra. Más que querer narrarnos "algo" concreto, la sensación es de que simplemente "hay" que narrar, que es necesario disponer del espectador/oyente (más oyente que nunca) y contarle una historia, compleja, eso sí, pero no más que un cuento para mantenernos pegados a la pantalla durante sus cuatro horas, que pasan en un santiamén. Podremos rastrear a Kafka, Stevenson, Poe, Verne y hasta a Carver; y no se sentirán decepcionados si son buenos lectores, si son de los que sienten el escalofrío por la espina dorsal al abrir un libro y sostenerlo frente a ustedes, HISTORIAS EXTRAORDINARIAS es lo más aproximado a ello que el cine, conscientemente o no, ha dado en los últimos tiempos. Será una obra maestra, sin duda.
Extraordinarios saludos.


Extraordinary

viernes, 14 de diciembre de 2012

El pulso para trazar la semblanza de un maestro



Sí, es cierto; los Viernes ya no volverán a ser lo mismo sin Yasujiro Ozu. Ha sido prácticamente un año dedicado a rendir tributo a uno de los creadores más personales e influyentes de todo el siglo XX, un director cuyo mejor imitador fue él mismo y que, aparte de su inmenso talento, poseía cualidades tan resaltables como la lealtad, el sentido del humor y una gozosa visión de la vida que le llevaba a creer ciegamente en el ser humano. IKITE WA MITA KEREDO: OZU YASUJIRÔ DEN, fue el necesario y emotivo homenaje que Ozu recibió póstumamente en forma de extenso mapa documental, que se va desplegando poco a poco, desde su temprana llegada a la Shochiku con sólo 20 años; pero también centrándose en aspectos poco conocidos como la difícil relación que tuvo con su puritano padre, el tiempo en que fue maestro de escuela o su querencia por la soledad en las montañas, donde dedicaba gran parte de su tiempo a escribir poesía. Se nota en cada entrevista la devoción que le profesaba cada actor, cada técnico, cada ayudante; siempre recordándolo con gran respeto y aludiendo a ese indescifrable halo de misterio que rodeaba su figura. Ozu no fue un director común, como tampoco fue una persona común; y sin embargo, deslizándonos por su filmografía como hemos hecho este año, uno encuentra muy presente ese humanismo sin condiciones, tan a ras de suelo como la cámara, ese punto de vista genuinamente "Ozu" que nunca mira al hombre desde una posición elevada. Magnífico documental y precioso broche de oro a una figura que con el tiempo parece haber abandonado el estatus de simple director de cine (algo que sólo le ocurre a los muy grandes), para quedar en el imaginario universal casi como una corriente de pensamiento, un cine "de las personas" que se revela tan necesario a día de hoy, que tan devaluados tenemos los conceptos morales. También Ozu nos habla(ba) desde sus imágenes de la opresión, la injusticia y de cómo el hombre siempre encuentra una salida a sus padecimientos; tanto da una situación 50 años adelaqnte o atrás, desgraciada o afortunadamente, el único camino sigue siendo mirar hacia adelante. Viviendo, habiendo vivido, pero...
Saludos.

Life's too long

jueves, 13 de diciembre de 2012

En frívolo



Recordemos que, para llegar a ser el inescrutable ogro (eso no lo pienso yo, pero lo transcribo) que es ahora, Godard ha transitado un camino fílmico repleto de curvas, meandros y toda clase de recovecos; recursos que, observados con detenimiento, difícilmente pueden ser aunados bajo un solo gobernante o denominador. Se habla de la "época colorista", la "abstracta" o la militante; a mí me gusta pensar en Godard según sus películas, sin más pamemas ni engolamientos, como un director y no un instaurador; un experimentador, sí, pero cuyos ensayos persiguen un fin que, según sus propias palabras, quizá, y sólo quizá, ahora, y ya octogenario, ha logrado reducir a su esencia misma. Una película que me parece muy ilustrativa acerca del porqué de la exégesis "godardiana" (odio esta palabra tan útil...) es UNE FEMME EST UNE FEMME, su segundo largo y, casi sin tiempo de tomar aliento (chistecito al canto), marcaba una ruptura absolutamente radical respecto a Á BOUT DE SOUFFLE. Este bello gesto, que tanto echaríamos de menos en nuestros engreídos contemporáneos, no es tanto caligrafía como alquimia de un corazón que ama las formas tanto como los fondos, y que no elude cierta asimetría residual en tanto que, a la manera de un terrorista de las ideas, primero hace estallar para seguidamente polinizar la polémica resultante. Si ese mismo año (1961) François Truffaut ya había galvanizado las posibilidades de un amor (imposible) a tres bandas en JULES ET JIM, lo que Godard proponía era aún más osado, nada menos que la construcción de una feminidad al tiempo voluble y granítica, una mujer que estaba dispuesta a dejar atrás fantasmas y cadenas, pero sin renunciar a su voluntad como diferencial de dos opuestos (dos mejor que uno...), el macho dominante y el macho sumiso, ambos tan insidiosos como poco efectivos. Y más allá del ideal romántico, este imposible, mollar triángulo, formado por la inigualable Anna Karina, el reposado Jean-Claude Brialy y un Jean Paul Belmondo menos misterioso que su mítico antecedente, pero más chuleta aún si cabe, compone un cuadro en movimiento que tan pronto pone en cuestión a la familia tradicional como propone, casi sin pretenderlo, la deconstrucción del relato clásico a base de bombardearlo con diferentes usos o géneros. Es como si a alguien le diese por rodar un culebrón con la estética del melodrama clásico, lo engalanara con números musicales y el resultado no tuviese nada que ver ni con una cosa ni con la otra. Es romper desde dentro, cuestionar al mismo tiempo que se crea una obra; sentar las bases y allanar el camino (puede que todo lo contrario) para cualquier generación posterior, cualquiera que se atreva a seguir dicho camino sólo para borrarlo y encontrar el propio. Si la teoría no les dice gran cosa, prueben, cómo no, con la práctica y véanla...
Un saludo... es un saludo.

One man woman

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La comedia involuntaria



Una de las razones por las que una novela puede permitirse el lujo de ser excéntrica, exclusivista e incluso remilgada, es su propia naturaleza de objeto exigente con sí mismo, pero también con quien la toma entre sus manos para leerla. Es una batalla que probablemente el cine no llegue a ganar nunca, y menos cuando las diferencias entre el cine-arte y el cine-espectáculo quedan ya a muy poca distancia y suspendidas en un debate cada vez menos interesante. Algo así es lo que le ha ocurrido a David Cronenberg al adaptar COSMOPOLIS, la novela de Don DeLillo. No sé si por ser quien es el escritor, el director, o por las dos cosas; el caso es que, si nos ponemos ligeros, COSMOPOLIS es una película sobre la aséptica maldad del capitalismo salvaje que no logra dar con la tecla de su crítica, así que, sin llegar a la indulgencia, encuentra una inesperada tabla de salvación en un género aparentemente alejado de sus parámetros formales. Así, tras muchos devaneos, una cháchara cercana al Woody Allen menos soportable y una preocupante falta de profundidad a la hora de dibujar cada personaje, COSMOPOLIS termina siendo una comedia acerca de un niño rico que sólo puede calmar su fogosidad sexual gracias a su posición, pero que se ve impotente cuando se trata de empatizar con quien está delante. Díganme que no es hilarante... para ser Cronenberg. Algo así: "me tiro a mi asesora de arte, a mi contable, a mi guardaespaldas, pero mi mujer sólo se digna a que la invite a almorzar, y cada vez que le digo (literalmente) que tenga sexo conmigo su mirada me hace recordar la mía cuando me miro al espejo"... Niños ricos, engreídos, vacíos, hábiles en un mundo hecho de abstracciones pero torpones en el juego de la vida real. Más que un apocalíptico fin del mundo, diríase el final de un modelo masculino, que, por otra parte, tampoco es que haya durado tanto. Esto queda perfectamente reflejado en el extenso diálogo final entre el protagonista, un Robert Pattinson apático y agarrotado, y su posible verdugo/liberador, que es Paul Giamatti haciendo... de Paul Giamatti... Lo del corte de pelo, en mi opinión, debería haber tenido un peso más específico, pero, efectivamente, sólo es una excusa con más de excentricidad que de nostalgia.
Saludos desde el mercado de valores.


Bimbo in the Limo

martes, 11 de diciembre de 2012

Un paseo epidérmico por las tripas de un país



Si usted, avezado espectador, decide que los espasmos de Jim Carrey, la verborrea de Billy Crystal y los peinados de Alec Baldwin jamás le otorgarán estatus de cinéfilo digamos serio, un cinéfilo capaz de exponer sus profundas inquietudes con toda soltura ante un embelesado y a la vez partícipe ramillete de personalidades, tales como esas otras almas sensibles y atormentadas que son capaces de mantener diálogos permanentes con "El Arte" y sus intrincados vericuetos; lo que debe hacer, insisto, es ponerse inmediata e ineludiblemente con esto del Nuevo Cine Filipino, que contiene obras sugerentes, estimulantes y a veces incluso inexplicables. Yo no dudo de la sensibilidad e inteligencia de Raya Martin, un tipo que empezó a coger una cámara en pleno destete y cuya precocidad, unida a su extraña concepción de rodaje, le ha granjeado una, no diré yo que inmerecida, fama en esos círculos sanedrínicos que ahora parecen aflorar por doquier, auspiciados por estas nuevas tecnologías que sonnos motivo de solaz y donaire. Vale. Dicho esto, si usted ve, por ejemplo, AUTOHYSTORIA, lo primero que le recomiendo es que se haga con una sinopsis, donde le será explicado que un travelling de treinta minutos equivale a un ansia de libertad de la nación (la filipina, claro) oprimida por el colonialismo y que va al encuentro de su propia identidad. Sin dicha lectura, usted ve a un muchacho en camiseta caminando por una acera por la noche mientras alguien lo filma desde una camioneta. Luego, la enorme rotonda-plaza de la imagen que ilustra estas líneas simboliza la férrea lucha de este mismo pueblo (que sigue siendo el filipino) que, no obstante, va a tener que afrontar una serie de sacrificios. No se alarme si no es capaz de ensamblar el concepto "sacrificio" con un par de jóvenes observando la rotonda-plaza desde el interior de un vehículo, al fin y al cabo son otros quince o veinte minutos den plano fijo... Para finalizar, y sin mediar esos absurdos diálogos explicativos que tanto le gusta al espectador embotado (al que usted ya no aspira a pertenecer), se termina la función con la puesta en imágenes del sacrificio mismamente ¿Cómo? Pues los dos jóvenes que iban en el vehículo ahora caminan por la selva, atosigados (suponemos) desde atrás por sus captores; así hasta un sitio que está muy lejos y donde les espera un desenlace fatal. Y fin. Lo que demuestra que con una grabación casera usted también puede escribir la historia de su país.
Autosaludos.

The science of imaginary solutions

lunes, 10 de diciembre de 2012

Literariamente



Si yo hubiese querido parecerme a algún escritor en concreto, posiblemente uno de los nombres que con más fuerza resonarían en mi imaginario más íntimo sería el del británico Dennis Potter. No se sabe muy bien por qué, Potter nunca tuvo gran calado en este país (bueno, yo sí sé por qué, pero no viene a cuento), pese a contar con una obra tan vasta como interesante, y cuya cúspide sería The singing detective; título mítico, y tan extraño como evocador. El caso es que en 1991, Potter se lanzó a la dirección, y lo hizo, como no podía ser de otra forma, adaptando un texto suyo. SECRET FRIENDS es, digámoslo así, la historia de una pérdida de identidad. Encarnada en la magnífica actuación de Alan Bates, esta "deconstrucción" identitaria es tan hábil que nos hace dudar de qué estamoa viendo exactamente, si a un pobre hombre consumido por el amor de su joven esposa, devastado por la rígida educación que sufrió a manos de su padre o vencido por una existencia que, en suma, es directamente absurda. Potter, pese a evidenciar un ritmo cansino por su nula experiencia, consigue captar su gran mordacidad y brillantez como novelista, y facturar una de sus habituales tramas híbridas, a caballo entre una angustiosa realidad, de la que no se puede escapar, y un mundo paralelo e ideal, compuesto por ensoñaciones que por momentos parecen confundirse en las torturadas mentes de sus protagonistas. Una pena que su prematura muerte, sólo tres años después, truncara la posible carrera como director de Potter.
Saludos secretos, amigos.


Secret friend

domingo, 9 de diciembre de 2012

Rincón del freak #88: Si te ríes es que va a matarte (La soledad del asesino 12)



THE LIQUIDATOR (no confundir con la película kazaja estrenada el año pasado ni con la traducción española de THE ADJUSTER, de Atom Egoyan), sin ser de lo mejor del entrañable Jack Cardiff, es un entretenimiento camp lo suficientemente disparatado como para hacer las delicias de cualquier aficionado a lo bizarro. Cuenta la historia de un soldado (Rod Taylor) que, con más suerte que otra cosa, salva a un superior (Trevor Howard) de una muerte segura, así que éste, ya convertido en jefe de los servicios secretos británicos, reclutará al primero como un superagente, convencido de que éste posee habilidades especiales. Tras una serie de entrenamientos, a cual más estrambótico, el desconcertado "agente" Oakes se dará cuenta de dos cosas, que su nuevo superior se ha equivocado juzgándole y que, de todas formas, la ocasión la pintan calva, así que no piensa desaprovechar ni la mansión, ni el deportivo, ni la inacabable retahíla de "secretarias" que, una a una, caen rendidas a sus pies. En clave de comedia, lo que THE LIQUIDATOR proponía era una saludable parodia de 007; la lástima es que se le notan demasiado la pobreza de medios y el excesivo convencionalismo de su raquítica trama. Eso sí, Cardiff, que era un excelente director de actores, aprovechó el feeling existente entre Taylor, sublime como playboy sin remilgos, y Howard, que vocifera y gruñe y todo lo que suele hacer Trevor Howard, claro. También estaba una Jill St. John demasiado recatada para su rol (lo siento, pero esto era así) y una explosiva Gabriella Licudi, objeto de deseo de freaks coleccionistas y caverneros... Es flojita, para qué engañarnos, pero tiene su punto si se le sabe buscar...
Saludos liquidados.

Liquidate Bob

sábado, 8 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 11



Sin llegar a la excelencia ni singularidad de un Gaspar Noé, ni pareciendo querer beber de las fuentes clásicas, aunque su austera puesta en escena nos recuerde por momentos al mejor Melville, el experimento (no sé llamarlo de otra forma) ideado por Mathieu Kassovitz para el que fue su tercer largometraje, es precisamente eso, una especie de largo paréntesis entre un tipo de cine que se niega a desaparecer y otro que viene pujando fuerte. ASSASSIN(S) es tan valiente como temerosa, y muy extraña, anticlimática; igual estamos en mitad de un clímax puramente venido de Haneke (que por entonces acababa de deslumbrar con su FUNNY GAMES) como se resbala imprudentemente por los toboganes del cine de género vertiente "moralista-social". Error, a mi juicio, pues la impronta es esa mortífera presencia del asesino/anciano, impecablemente representado por un Michel Serrault que es demasiado para un director tan poco dotado como Kassovitz, y que encima se reserva (no podía ser de otra manera) un papel coprotagónico. En el lado bipolar, Kassovitz no cesa de mostrar pantallas de televisión, como queriéndonos advertir y consiguiendo, sólo, fastidiar y embotar. ASSASSIN(S) podría haber sido una gran película, pero, insisto, quiere picar en tantos sitios a la vez que finalmente uno no sabe qué le están contando exactamente, ni por qué ¿Tratado antiviolencia? Puede, pero esto quedaba más y mejor justificado en LA HAINE; mientras que ésta se dispara a sí misma en un pie no más que para continuar coja por un metraje excesivo y que obliga a un cambio de rumbo que, sorpresivamente, no es sorpresivo. La diferencia entre rupturismo y continuismo es un problema que no muchos directores están dispuestos a abordar; éste es un buen ejemplo. Y en mitad de todo ello, Michel Serrault, al que no te gustaría encontrarte a solas en un callejón...
Saludos aleccionados.

No other way

viernes, 7 de diciembre de 2012

Ozu en Viernes #33



En 1962, Yasujiro Ozu filmó su última película, SANMA NO AJI (EL SABOR DEL SAKE). Y es Chishu Ryu, en una espléndida interpretación, quien dejaría constancia de este inesperado testamento. Todas las constantes del universo de Ozu están perfectamente reflejadas; el patriarca viudo, con un hijo mayor casado, uno menor que sigue estudiando y la hija en edad casadera que se resiste a abandonar el hogar paterno. Pero hay una elipsis maravillosa en este film ya desde el mismo principio, muy compleja y muy sencilla, al estilo Ozu, puesto que el lema principal es iniciado con la reunión de antiguos alumnos que invita a su viejo profesor, quien se termina revelando como un alcohólico amargado que vive con su hija solterona. Ya al final, el protagonista logra, tras muchas tribulaciones, casar a su hija, pero aunque no desea exteriorizarlo, sabe que le espera una vejez solitaria que sólo puede ser mitigada con... el sabor del sake. Círculo cerrado, sin estridencias ni culpables; Ozu hace transitar su levísimo enfoque con una naturalidad que asusta, por su simpleza, pero también por su trascendencia. Ahora, justo 50 años después, su filmografía es objeto de estudio; se rastrean las constantes que hacían que la repetición, en su caso, fuese virtud, y cómo llegó a ser, desde un inmovilista sentido de la austeridad, uno de los nombres más importantes de toda la historia del cine. Para quien esto escribe, erróneamente tildado de "poco occidental" (ya tira para atrás tamaña afirmación), puesto que Ozu, ya desde su temprana época muda, preñaba cada trabajo suyo de un sinfín de detalles y motivos que hacían explícita referencia al cine hollywoodense. La diferencia entre una cosa y la otra es que Ozu hizo suya, de su propio sentido de la cultura, dicha admiración y la transmutó, con ingenio, oficio y sensibilidad, en un ejemplo de amor por un trabajo, que debía muchísimo al teatro tradicional japonés, pero que entre sus grandes hallazgos adelantaba, en mi opinión, (y ahí está ese uso del contraplano, esa noción del "interior y exterior" tan acusado o la embobante sucesión de planos de corte onírico, cuando no directamente surrealista como preámbulo de un diálogo importante) muchas de las constantes que han servido, por ejemplo, para imbricar la mutua seducción entre la publicidad y el séptimo arte propiamente dicho. Sólo me queda añadir un par de cosas: que sigan disfrutando de la maestría de Ozu y que les emplazo para la semana que viene... ¿La semana que viene?... Sí. La semana que viene. Hasta entonces.
Saludos.

Binks' sake

jueves, 6 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 10



Poco, o casi nada, se puede decir del innecesario (creo que es la palabra adecuada) remake que la Warner, previo millonario desembolso por los derechos de Luc Besson, le encargó al siempre obediente John Badham. POINT OF NO RETURN, que fue el título con el que se estrenó en Yanquilandia, posee esa rara cualidad, un poco paleta, del peor cine comercial estadounidense que, no se sabe muy bien por qué, busca cierta virtud en el europeo, encontrando sólo una ridícula mímesis. Es decir: copia la forma, la reproduce, pero es incapaz de indagar sobre el espíritu que contiene. No es sólo que Bridget Fonda sea sosa e inadecuada; es cierto que los personajes, apenas esbozados, contribuyen al desmadre general, pero hay mucho más (o menos) a lo largo de una película soporífera, inocua y finalmente desacreditadora. Ni siquiera la inclusión de Harvey Keitel al final, adelantando el inmortal personaje que Tarantino le escribiría sólo un año después, consigue que salgamos del estupor de esta nadería repleta no ya de lugares comunes, sino directamente sobados. No es que técnicamente esté mal hecha, es que a Badham (pero esto es una constante en su cine) pareciese que le estaban dictando cada paso del rodaje y él sólo se limitase a decir "acción"... No, no la recomiendo; y sólo la pongo aquí porque... bueno, no sé por qué carajo la he puesto, la verdad...
Saludos no retornables.


No return

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 9



En un giro radical en cuanto a lo que el cine venía ofreciendo en materia de asesinos a sueldo, el francés Luc Besson tuvo la desvergüenza de vendernos a una yonqui a la que el gobierno (aunque esto no queda muy claro) "salva" de morir, después de que fuese condenada por matar a un policía, aunque sus intenciones fuesen hacerla pasar por muerta, adiestrarla como un asesino de élite y enviarla a misiones suicidas... ¿Ustedes se lo creen?, yo tampoco; y sin embargo, NIKITA funciona no sé muy bien por qué. Será que Besson ha sido uno de los mejores directores a la hora del "(casi) todo vale"; o que sus imágenes, su misma concepción formal del cine, pese a no contar nada nuevo, bien pareciera ofrecerno algo no visto antes. El caso es que el director francés, que sólo un poco más tarde refinaría esta historia con uno de sus personajes más memorables, el interpretado por Jean Reno, ha cimentado toda su obra en estos aspectos: el riesgo y la inventiva. Sólo así NIKITA pasa de ser una demencial castaña a una película demencialmente entretenida. Aunque, digámoslo ya, esa improbable asesina, casi una salvaje adiestrada que termina teniendo exquisitos modales, encuentra perfecto acomodo en la difícil belleza de Anne Parillaud, una actriz de rasgos cambiantes y querencia al escapismo, que es puro magnetismo. Ni frágil ni fuerte, Parillaud pasa de mostrar sus curvas a retorcerse en toda su fibrosidad para escapar de sus perseguidores ¿Acaso importa que la película no se la crea ni el que la hizo, cuando la realidad nos indica que nadie antes se atrevió a dibujar un personaje así? Pues eso...
Saludos fatales.

Nikita

martes, 4 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 8



Es curioso el caso de SONATINE, cuarta película de Takeshi Kitano, puesto que tuvo una repercusión absolutamente enfrentada en el momento de su estreno, repartiendo premios en Cannes y Berlín con, por ejemplo, un increíble ostracismo de cinco años en nuestro país, que tomó (entonces sí) al cineasta japonés como una figura de culto, lo que haría que, de golpe y porrazo, se editara toda su primera producción, hasta entonces inédita. A Kitano se llegó tarde, o es que él siempre ha ido un pasito por delante; y esto es sintomático en una de sus mejores películas, que contiene toda la esencia de su cine aparte de sostener sin aparente esfuerzo una demostración de depuración estilística pocas veces vista después. En SONATINE, que comienza como el típico film de yakuzas, continúa como una suerte de "Kikujiro" decididamente surreal, y que termina de forma desgarradora, se puede decir que está implícito el motor de todo su cine posterior, su deconstrucción del personaje del asesino sin sentimientos y de vuelta de todo, implicado en un proceso de (auto)destrucción una vez ha comprendido que lo que antes era su mundo y su razón de vivir ha dejado de tener sentido. Esa es la gran soledad que queda, la de un tipo que se muestra mortífero, tanto que se ha vuelto un problema para los jefes, que le envían en una supuesta misión a una apartada playa junto a varios de sus hombres. Lo que sigue es una extraña mezcla de tedio y sospecha, y mientras el primero es combatido con una serie de actividades que reducen a unos asesinos a la condición de niños que se entretienen como pueden, la segunda será confirmada en la última y sangrienta parte del film, donde el personaje de Kitano es el único que no se sorprende por la emboscada a la que han sido confinados. Una soledad, la suya, consciente, y que no le permite huir cuando puede, sino que prefiere extinguirse en silencio en una secuencia, la última, de gran belleza y sentido, de lo mejor que ha filmado Kitano. Es, quizá, ahora cuando mejor vamos comprendiendo su cine, tan esquivo y poco dado a los lugares comunes; quizá porque, igual que ese yakuza que lo ha encontrado en mitad de ninguna parte, el mismo cine de Takeshi Kitano se ha convertido en un lugar común para cineastas ajenos al mismo.
Saludos perdidos en el oleaje.

Sonatina 1er movimiento

lunes, 3 de diciembre de 2012

La soledad del asesino 7



Jim Jarmusch... Jarmusch con Forest Whitaker... Whitaker sin Jarmusch... Finalmente vamos a tener que creernos que existe algún tipo de subgénero escondido que no conocíamos hasta este serial, escindido por circunstancias de fuerza mayor, y que retomamos hoy, y durante lo que queda de semana (Ozu mediante, por supuesto), para seguir narrando qué ha dado de sí en el cine la figura del asesino a sueldo, sus soledades, fobias y problemas derivados de una actividad tan inusual y cuestionable como fascinante. Y hemos empezado así porque, efectivamente, Forest Whitaker, un actor con un físico poco propicio para encarnar a un asesino, ya se embutió en la piel de uno ocho años antes de su "perro fantasma". Fue en la extraña, modesta y por momentos fallida DIARY OF A HITMAN, de un tal Roy London, actor de Broadway para más señas, y que tuvo la desgracia de fallecer víctima del SIDA sólo dos años después de su primer y único rodaje como director. Mirando de reojo la sorna de los hermanos Coen y con algunos ramalazos del humor de la popular ANALYZE THIS, se nos cuenta aquí la estrambótica peripecia de un asesino a sueldo que tiene una pérdida progresiva de visión, lo que le obligará a realizar un último trabajo bien pagado que le permita retirarse sin agobios. El trabajo en cuestión será eliminar a la esposa de un tipo en su propio apartamento para que éste se ahorre un costoso divorcio; la gracia de la trama será conseguir que Whitaker, que va oscilando desde la consulta de su psicoanalista a su "conseguidor" habitual de "contratos", una vez llega al susodicho apartamento no sólo no lo tenga fácil para finiquitar el encargo, sino que progresivamente vaya cayendo en la cuenta de que quizá todo sea un elaborado engaño. Nombres muy conocidos alrededor de un Forest Whitaker que, sin la imponencia de trabajos posteriores, es el centro gravitatorio de este pequeño film; por allí estaban el "casavettiano" Seymour Cassel, una irreconocible Sharon Stone, aquella estrella que quedó en nada llamada Sherilyn Fenn y hasta el inefable James Belushi, de quien me apuesto que pagaba por salir en cualquier sitio... Se ve, se olvida y a otra cosa; un producto típicamente noventero (es de 1991) sin mucha chicha, pero que he querido incluir aquí por su extrañísimo concepto de la figura del asesino a sueldo.
Saludos en el punto de mira.


Falcon style

domingo, 2 de diciembre de 2012

Rincón del freak #87: Miedo rural en la agreste tierra de las patadas en toda la boca



A poco que uno va internándose en el profundo bosque de las filmografías orientales menos transitadas, puede ir descubriendo todo tipo de artefactos a cual más insólito. No ya, que las nuevas tecnologías nos dan la oportunidad de llegar donde antes sólo alcanzaba el crítico subvencionado, pero sigue siendo un estimulante ejercicio, por comparación y mesura de tonos. Una que he visto hace poco es NANG NAK, a simple vista una película más de fantasmas porculeros de ojos rasgados, aunque bien mirada, y pese a sus muchos defectos, su vocación bien pudiese ser otra muy diferente. Desde luego, sobresale su exacerbado romanticismo, que desde su apresurado comienzo nos pone en situación: Mediados del Siglo XIX, un hombre descamisado (nótese que era la costumbre en la Tailandia de la selva interior) y con los dientes negros de masticar té (misma cosa...) regresa del frente con la turbiedad en el ánimo de haber perdido a su mejor amigo pero el solaz de encontrarse con su mujercita (suerte de modelo andrógina que le da al arado arrocero) y su hijo casi recién nacido. Lo que el incauto no sospecha es que en realidad la mujer se murió durante el parto y ahora es un espectro (de buen ver pero espectro al fin y al cabo) que ha usado sus malas artes (para ella buenas, claro) para hechizar a su antiguo marido (se ve que el divorcio no se estilaba allí y entonces) y quedarse haciéndole comiditas (de las de comer, malpensaos) durante toda la eternidad ever... Resumiendo, la película es un pestiño de lentitud con una utilización de los planos selváticos magnífica; como Weerasethakul pero en terrorífico (y malo), aunque lo que se dice miedo no es que de mucho, la verdad. Una curiosidad de esas que yo veo los fines de semana y la constatación de que hay cutrerío más allá de Nicolas Cage...
Saludos de uno que comienza sus vacaciones invernales mañana.

Steal my romance

sábado, 1 de diciembre de 2012

La humanidad



Cerramos esta semana dedicada a directores fallecidos este año con el francés de origen tunecino Marcel Hanoun, nombre clave para entender la deriva de lo que en Francia significó la independencia creativa más militante. Hanoun, para mí más poeta que cineasta, era capaz de multiplicar resultados en pantalla al mismo tiempo que su austeridad de medios vacía la narración de todo artificio inútil. Y no hay un título más representativo de esta especie de milagro que el primero de su intensa e interesantísima filmografía. UNE SIMPLE HISTOIRE arranca con una mujer y su hija que son observadas (¡milagro!) fuera de campo por otra mujer desde una ventana; ésta habla con su marido, en otro fuera de campo milagroso, y baja a buscar a madre e hija, las invita a pasar, a tomar un tazón de leche... A partir de ahí, la voz en off, sin hacer desaparecer la diegética, toma el mando de la narración; Hanoun se dispone a contarnos qué ha podido sucederle a estas dos personas, puesto que el hecho que ha motivado la invitación no es otro que la comprobación de que han pasado la noche al raso, en un descampado. Sería un error emparentar UNE SIMPLE HISTOIRE con, por ejemplo, el neorrealismo italiano, lo desmiente el carácter intrigante de la narración, aunando el angustioso paso del tiempo con la disminución progresiva del exiguo capital de la mujer, que inicia su relato diciendo(nos) que ha llegado a París desde Lille. Poco más. Y en pocas ocasiones cine y literatura (artefacto literario) se han fundido con tanto acierto para resolver una historia que, como su nombre indica, es simple, sí, pero que supone toda una lección acerca de cómo contar algo eludiendo cualquier lugar común. Para mí es una obra maestra absoluta, y su director, uno de los más grandes desconocidos del público, no sabría explicar muy bien por qué.
Saludos simples y llanos.

Simplicity

viernes, 30 de noviembre de 2012

Ozu en Viernes #32



En KOHAYAGAWA-KE NO AKI (EL OTOÑO DE LA FAMILIA KOHAYAGAWA), penúltima película de Yasujiro Ozu, todo el argumento, concerniente a la familia del título, cuyos asuntos parecen cruzarse constantemente, tienen como fin último (pese a que esto no nos es revelado hasta su hermoso y triste final) el elogio de la unidad familiar como célula perfecta y sinuosamente renovable; un organismo vivo que depende de la armonía de sus integrantes y que siempre está al borde de la ruptura o desintegración. No importa tanto el eterno dilema casadero, repartido aquí entre las dos hermanas, interpretadas por la levísima Yôko Tsukasa y  Setsuko Hara, que finiquitaría aquí su impresionante colaboración con Ozu. No, porque la trama de este film se ramifica y adopta formas complejas cuando entra en escena el patriarca (Ganjiro Nakamura, rozando su inmortal papel en LAS HIERBAS ERRANTES), que, puede que vislumbrando un cercano final, prefiere extinguirse visitando a un antiguo amor, de quien sospechamos (sin saberlo a ciencia cierta) que es el padre de su hija, ya mayor. Pero tampoco esto es crucial; menos aún cuando nos es presentado el resto de la familia, y éstos actúan como un sutil hilo conductor de ese haiku que se va escribiendo poco a poco y que nos lleva desde los hijos que se van haciendo mayores o los padres que recuerdan antiguos esplendores hasta un bellísimo desenlace, triste en otras manos, reflexivo en las de Ozu. Un final que aún debería escribirse sólo un año después... Hasta entonces, que será la semana que viene... Saludos.


El final del verano

jueves, 29 de noviembre de 2012

A golpes con la vida



Nunca fue un director suficientemente reconocido, y hay quien confunde los términos al referirse a su actividad como cantautor, pero se impone la lógica de los resultados cuando uno se enfrenta a la compacta, escueta, obra de Leonardo Favio, que también nos dejó a principios de este mes. Y no se me ocurre otro título mejor para homenajearle que GATICA, EL MONO, una sudorosa y resollante parábola, encarnada en aquel inasible boxeador argentino (el oficial del peronismo), del fin de un momento en la historia del país de los tangos, pero también de los rencores, y de los damnificados. Y José María Gatica, pobre, analfabeto, inconsciente, un perro apaleado de los muelles al que ningún puñetazo le borró la sonrisa de quien engulle la vida, bien pudo ser, sin saberlo, un mártir loco, un bufón o un suicida bailongo. Favio lo filma en una oscuridad inquietante, donde los focos ciegan a un público inexistente, sólo una marea de gritos, "una leonera" que alza al mono ("el mono, los cojones", rumia constantemente) ensangrentado delante de un vaivén de banderas, tal que luego haría con Maradona, por poner un ejemplo que cualquiera entiende. Así, cualquier conato hagiográfico queda descartado para terminar conformando un retrato expresionista de una derrota, la de un boxeador que apenas perdió una decena de combates en un total de casi cien, pero sobre todo la de esa facción nacional, que también cayó a golpes. Mención especial merece su protagonista, un Edgardo Nieva excesivo, enternecedoramente monstruoso; un ídolo siempre a punto de caer, este Gatica, que no sólo sacó de un largo ostracismo a Favia, sino que lo puso en el disparadero internacional como un director de mirada insobornable y decididamente personal. Su filmografía, a descubrir, queda ahora a la estela de su repentina desaparición.
Saludos sin tirar la toalla.


The boxer

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ver a la fuerza



Y hace poco más de un mes nos dejaba el director japonés Kôji Wakamatsu, no demasiado conocido en nuestro país, pese a ostentar una larga y laureada trayectoria, mayormente fuera de su país, donde no se le perdonaron, primero, sus oscuros inicios como realizador de porno de perfil bajo, y después su extraño reciclaje en cronista de todas las bajezas que la sociedad nipona se guardaba de mantener ocultas. Wakamatsu fue premiado en multitud de festivales europeos, donde se hizo un nombre desde bien temprano, por lo que podríamos considerarlo una especie de precursor de la legión de directores asiáticos que luego han paseado sus excéntricas propuestas por pantallas de medio mundo. Uno de sus títulos clave es la desasosegante KABE NO NAKA NO HIMEGOTO (algo así como ASUNTOS DE PUERTAS PARA ADENTRO), un escurridizo y escueto, casi esquelético, retrato de obsesiones reprimidas que, sin embargo, son desatadas cuando las cortinas están echadas. Wakamatsu se centra en un bloque de viviendas ultrapequeñas donde inicialmente se aman una esposa infiel y un convaleciente de la bomba atómica; sus juegos amorosos, llenos de dudas y miedos, son acechados por una insidiosa vecina con preocupante furor uterino y un inquietante adolescente que guarda revistas pornográficas bajo unos libros que no estudia. Bien podríamos esperar, dado su año de producción (1965), un tratado psicologista sobre sexualidad y represión; sin embargo, Wakamatsu, del que cabe recordar que le produjo a Nagisa Oshima su "Imperio", vira en redondo y cierra este claustrofóbico cuento de manera aterradora y con pocos adornos. Un film más duro y oscuro de lo que se espera, pero realmente interesante, como la práctica totalidad de la filmografía de este gran desconocido, al que quizá haya que descubrir, como otros tantos, después de muerto.
Saludos que no les importan.


Four walls and a restless shadow

martes, 27 de noviembre de 2012

Un bosque de imágenes



La semana pasada murió José Luis Borau, que además de dirigir la Academia de cine también dirigió un puñado de películas, entre las que sobresale, nadie lo puede discutir, FURTIVOS. Y casi cuarenta años después de su estreno y su Concha de Oro, a la sombra de los últimos alientos de Franco, FURTIVOS no ha perdido ni una sola de las cualidades que la convierte, casi, en una rara avis del cine español, ya que sus formas no sólo se resisten al envejecimiento, sino que en ellas se pueden rastrear algunos síntomas del último cine europeo más interesante. Lejos de acomodarse en ninguna endogamia del parloteo (tan cara ésta al cine patrio), estamos ante un fresco a hachazos, moldeado a golpes, imperfecto; rugoso en su sutil aunque brutal caparazón y con un relleno infecto, de pus, de boñigas de animal. El relleno de un país en proceso de descomposición con una población hasta los huevos de opresión. FURTIVOS es eso, una especie de alegoría de aquella España, la de Tony Leblanc (Leblanc, en francés, es "el blanco"), los Ozores, Lazaga, el Landismo... Aquella España está por entero en la siniestra fonda que regenta Lola Gaos en el papel que la dejaría inmortalizada en la retina cinéfila; una suerte de Pasionaria cruzada de loba con dos navajas de afeitar  por mirada y que ve desmoronarse su "apacible" dominio cuando al insensato de su hijo (un Ovidi Montllor, mayor, casi fantasmal) se le ocurre enamorarse. La incauta es otro animal, una Alicia Sánchez agreste, cuya salvaje melena es cortada de cuajo por las monjas... Y en el otro estrato, los cazadores de pago; los torpones y barrigudos y tragones que van por el "medalla de oro" entre calderetas, berzas con sangre y chupitazos de vino. El Gobernador Civil (el propio Borau, sin actuar, pero bordando el facha de toda la vida) y su solícito séquito; primero pimpampuneando contra los ciervos, después, con la Guardia Civil, haciendo de cazadores de hombres. Nada, ni siquiera la terrible decisión de un desastroso (e innecesario) doblaje de actores, que sólo no tocó a la Gaos (faltaría más), puede empañar una de las películas más fascinantes de la historia del cine español. Cine de formas propias, inalteradas, rotundas; que además, por si fuera poco, tenía música de Vainica Doble y un monstruoso cartel diseñado por Iván Zulueta. Una joya que nadie debería permitirse no ver. Gran cine, en definitiva, de un director que se prodigó poco pero midió con celo sus pasos...
Saludos vedados.


El cazador

lunes, 26 de noviembre de 2012

Aquella España



Se murió Tony Leblanc, hecho por el que El Indéfilo se viste de luto esta semana, dedicada por completo a una serie de cineastas que han fallecido este año, rindiéndoles homenaje de la única manera que conocemos aquí, que es hablando de sus películas ¿Y qué se puede decir a estas alturas de Tony Leblanc que no se haya dicho? Pues quizás que también hizo sus pinitos como director, que en apenas los dos años en los que mantuvo su propia productora activa le dio para dirigir, protagonizar y hasta componer la música de tres títulos, entre los que se encontraba LOS PEDIGÜEÑOS, una típica comedia de la época (1961) con las figuras del momento y una temática digamos que entre lo folclórico y lo puramente esperpéntico. Además de  Leblanc, José Luis López Vázquez, Gracita Morales y el genial y nunca suficientemente reconocido Venancio Muro, completaban un reparto hecho a medida de esta historia de pícaros incapaces de abandonar el vicio de pedir, que se ha convertido en su único modo de vida. Se harán pasar por ciegos, mudos, cojos y, en una surrealista escena, incluso por cantaores de flamenco, lo que por un lado daba cuenta de esas personas tan típicamente españolas que siempre te espetarán un evidente "es malo pedir, pero peor es robar"; aunque, siendo sinceros, todo quede en un inocuo sainete a la mayor gloria de esas "buenas voluntades", aquí encarnada en la casta figura de Licia Calderón, hija de un banquero, que se enamorará perdidamente de Fortunato Calandria (Leblanc), con la sana intención de reformarle y llevarle por el buen camino, cosa nada complicada teniendo en cuenta la cosa esa de la supresión de la carestía de alimentos... Película, como la mayoría de las que protagonizó Leblanc, de intachable blancura ideológica e ideal para una tarde en familia, sin más pretensiones que disfrutar del entretenimiento que ofrece.
Desde aquí, nuestro respeto y admiración por el señor Leblanc... y vean sus películas.
Saludos pedidos.


One better day

domingo, 25 de noviembre de 2012

Rincón del freak #86: Asesinos que no pueden estar solos aunque quieran 6



No cabe en cabeza medio amueblada que alguien decida hacer un remake de una película, la remede en todo su desarrollo, y ésta no se parezca ni en lo más mínimo a la original. Hay que ser muy malo, muy manazas; o no tener muy claro de qué diablos se trata lo que se está haciendo. Algo así le pasó al ínclito y lustroso Michael Caton-Jones cuando fue contratado para ascender a la gloria el mito del Chacal; máxime cuando le notificaron que aquello contaría con el protagonismo de Bruce Willis y Richard Gere... Y eso que, a lo mejor, si le hubiesen puesto otro nombre, esto no empieza tan mal. Una típica trama de cinta de acción hollywoodense maniqueista, en la que los buenos son santos y los malos diablos; un poco de mafia rusa por aquí, servicios secretos de FBI por allá, y, aunque esté muy visto, se puede salvar el día. Pero no, porque de repente sale Willis intentando hacer de Edward Fox... y no cuela. Sidney Poitier, muy mayor, como un jefe del FBI que parece una madre, de lo bueno y comprensivo que es... Una agente rusa con la cara quemada que fuma y no se ríe... Y Richard Gere haciendo de... ¡Terrorista irlandés convicto enamorado de una etarra!... ¡De una etarra que habla inglés!... En fin... Pasado el primer susto, THE JACKAL va fotocopiando cada paso de la obra maestra  de Zinnemann pero en cutre. Fox encargaba un rifle ultraligero para matar a de Gaulle, Willis necesita un cañón de dimensiones gigantescas para cargarse a la primera dama; Fox iba dando esquinazo con pistas falsas, Willis va él mismo a la casa donde están los agentes para cargárselos, aunque le pillen. A esto añádanle que Sidney Poitier, como es lógico, se lleve de gira a Richard Gere, que más que un terrorista parece un playboy con canas, y lo tenga por ahí totalmente libre y armado... ¡un tipo que estaba en una cárcelde máxima seguridad!... No es una broma, pero parece una broma; y uno se puede llegar a tomar en serio hasta una peli de Leslie Nielsen, pero no una imbecilidad de este calibre... Para terminar, una recomendación: esta película contiene la única escena del cine en la que ustedes no podrán parar de reír mientras a Jack Black le arrancan un brazo... Lo juro...
Saludos tremebundos

Masked jackal

sábado, 24 de noviembre de 2012

La soledad del asesino 5



Grandiosa, enorme adaptación del inmortal bestseller de Frederick Forsyth la que ideó Fred Zinnemann en su celebrada vuelta a la dirección y cuando muchos críticos de la época daban por hecha su retirada. THE DAY OF THE JACKAL es, exactamente igual que HIGH NOON, un estupendo tratado acerca del tiempo cinematográfico; no sólo del manejo del mismo por parte del director (cómo echamos esto de menos hoy día en el cine comercial), sino sobre cómo actúa esto en la percepción misma del espectador a la hora de conjugar lo que está viendo. Poco importa (no, no es spoiler; es respeto a la historia) que se sepa que Charles de Gaulle nunca fue asesinado, puesto que lo que Fred Zinnemann recoge del libro es la fascinante construcción de un personaje que eclipsa todo a su alrededor. El "Chacal" del título (inmenso, irrepetible Edward Fox en el papel de su vida) es un enigmático asesino contratado por la OAS (Organisation de l'Armée secrète) para acabar con la vida del presidente francés. Frío, despiadado y minucioso hasta lo exhaustivo, este personaje no sólo tendrá que idear un complicadísimo plan de despiste, cambiando constantemente de aspecto y pasaporte, sino que, llegado el momento, es consciente de que los servicios secretos británicos le sigue la pista, por lo que debe decidir (véase foto ilustrativa; es el momento crucial del film) si seguir adelante con el plan o abandonarlo definitivamente. Son casi dos horas y media que se pasan en un suspiro, que te dejan con ganas de más (pese a su rotunda y mítica resolución) y que supone uno de los más claros ejemplos de eficacia profesional en cuanto a adaptaciones literarias se refiere. Nada sobra, nada falta; la puesta en escena es referencial y el trabajo de los actores es espectacular. Al margen de Fox y su inacabable ramillete de registros, hay que destacar a un Michael Lonsdale no tan prolífico entonces como ahora, la turbadora Delphine Seyrig y un genial Cyril Cusack, que en una breve intervención logra uno de los mejores momentos de este descomunal film. Por cierto, lo volví a ver hace unos días y me quedé perplejo: cómo bebe Olivier Assayas de aquí para su excelente film CARLOS...
Saludos telescópicos.

Theme for a jackal

viernes, 23 de noviembre de 2012

Ozu en Viernes #31



Como si el maestro atisbara que el final de su vida se acercaba, hay como una sábana de "ligera pesadumbre" (si me es permitida la expresión) en sus últimos trabajos, como si todo estuviese dicho ya y uno no pudiese más que regodearse en sus recuerdos, el último futuro posible. Esto es patente en AKIBIYORI (OTOÑO TARDÍO), que aunque sigue abundando en los temas casaderos, mi impresión es que da mucha más importancia a esa casi imperceptible traslación de poderes de una generación a la siguiente, y que es otro de los temas mayores de Ozu. La gran Setsuko Hara interpreta aquí a una viuda de mediana edad cuya obligación primera ha de ser buscar un buen marido a su hija, que por supuesto se negará a abandonar a la madre; mientras, la familia buscará asimismo otro marido para la madre, designado ya un amigo íntimo de su difunto marido. Todo esto creará una serie de conflictos emocionales sutiles, suavemente desplegados y que no buscan otra cosa que despertar en nosotros nuestros propios sentimientos y confrontarlos con los cambios de época. Qué diferentes estas personas que hacen valer sus deseos sin molestar a quien difiere de ellos, y qué diferente reacción la de la madre a la de la hija, que hace prevalecer su orgullo. Casi una variación mimética de HIGANBANA, de dos años antes, AKIBIYORI contiene dos momentos que son memorables: uno es la semblanza del amigo muerto que, entre sake a hierro y tallarines devorados, van desgranando los tres amigos mientras van buscando la solución al problema de la viuda y que terminará con un sorprendido aunque complacido designado. El otro se encuentra entre lo mejor que ha rodado Ozu, un funeral de gran belleza plástica que traslada al espectador occidental a una especie de mundo interregno, en el que se siente un gran cambio en mitad de un ciclo vital que parece inamovible. Y todo ello casi sin levantar la voz...
Y la semana que viene, más. Saludos.


Find me a man

jueves, 22 de noviembre de 2012

La soledad del asesino 4



Es preciso saber que no hay nada ni por asomo casual en LE SAMOURAÏ, obra maestra de Jean Pierre Melville sobre la soledad. También sobre un asesino frío e implacable, pero sobre todo sobre la soledad de un personaje al borde de lo humano. Es por ello que cada pequeño detalle cuente en esta historia sin redenciones ni prisioneros, donde las calles oscuras y frías de un París invernal se transforman en una ratonera sin salida. Nada es casual, ni la estructura elíptica (tras el estallido central, el final es casi como el principio), ni unos códigos de honor aparentemente incomprensibles, ni la furia con la que todo un cuerpo de policía se lanza en la captura de un hombre al que ni siquiera le vale con una coartada perfecta y que parece desear su propia captura, quizá la única liberación para quien se sabe dueño de un fatal destino. Pero sobre todo no es casual el motor de este excelente film, un Alain Delon que es al género negro lo que Catherine Deneuve podría ser al drama romántico; es decir: un muro que no deja traslucir nada que no sea su desdén hacia quien no es capaz de seguirle el paso. La antítesis no ya del héroe cinematográfico, sino incluso del antihéroe; tal es el vaciado al que Melville somete a este samurái moderno, auténtico paria cuyo único compañero es un pájaro enjaulado que ni siquiera sabe cantar. Sobre su particular estuctura, sobresale la libérrima interpretación de los códigos habituales del cine negro, resaltarlos para subvertirlos, cuando no negarlos. Melville prescinde del crescendo y lo sustituye por una marasma de burocracia y metodología que se sabe inútil ante el lobo, primero solitario y luego herido, así que más peligroso; además de inventarse a un jefe de policía tan despiadado como el criminal al que ha de dar caza (sus razonamientos harían palidecer a un nihilista). Son 100 minutos de invención continua que dejan en el espectador que la ve por primera vez esa sensación de asistir a un acontecimiento, al nacimiento de un género dentro de otro género, de ahí también que quepa resaltar la virtud de Jim Jarmusch al rendir homenaje en GHOST DOG pero utilizando un discurso propio. Una obra maestra por muchos motivos, el más importante porque tiene 45 años y sigue sobrecogiendo al público actual. Imprescindible.
Saludos congelados.


Cold as ice

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La soledad del asesino 3



GHOST DOG: THE WAY OF THE SAMURAI no ganó la edición de 1999 de Cannes porque tuvo que ganarla la inolvidable ROSETTA, en un año en el que participó Lynch con THE STRAIGHT STORY o Kitano con su "KIKUJIRO", nada más y nada menos. Sin embargo, la sensación de que Jarmusch tiene en este título su obra más redonda ha seguido creciendo con el transcurrir de los años hasta convertirlo en un film genuinamente de culto. Referencias, todas las que se quieran, pero ajustadas con convicción a los deseos y obsesiones de un cineasta que nunca, ni siquiera en sus películas más circunspectas, ha renunciado a un saludable sentido del humor. Y luego está Forest Whitaker, que lejos de seguir los modelos de personaje puestos a su disposición crea uno propio; este "perro fantasma", mitad samurai, mitad rapero, amante de la literatura y las palomas, es, en una vertiente menos abstracta, lo que decíamos el otro día de Isaach de Bankolé (presente aquí también en un hilarante personaje): una especie de asesino a sueldo, sí, pero cuya conciencia le hace distinguir estéticamente por encima de la ética, teniendo en cuenta que su mundo está podrido. Jarmusch logra en GHOST DOG un equilibrio casi imposible entre la radicalidad de su cámara, que nunca encuadra gratuitamente, y el compromiso con una narración que siempre parece al borde del suicidio, del absurdo, pero que sabe muy bien qué quiere contar y cómo ¿Es una película sobre un asesino a sueldo? Sí, claro. Pero hay mucho más encerrado en sus imágenes. Hay una lección de moralidad casi imperceptible y que va marcando el camino de este imperturbable samurai moderno, que reflexiona en silencio cada acto; y nada, ni siquiera su pose de rapero desaliñado logra que apartemos la mirada de su rocambolesca peripecia: un negro, salvado por un mafiosillo italiano (impagable la banda, con el gran Henry Silva al frente) y que lo tomará como maestro... Simplemente acojonante. No se la pierdan...
Saludos fantasmales.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!