domingo, 2 de julio de 2023
Rincón del freak #555: Faster, you punk! Kill, kill!...
martes, 4 de enero de 2022
Inicios de la ficción documental
martes, 22 de septiembre de 2020
Carta al maestro
En 2014, Abel Ferrara, impulsado por la dificultad a la hora de financiar proyectos, decidió marcharse a Italia para materializar una idea a la que llevaba varias décadas dándole vueltas. PASOLINI es, como casi todo el cine del neoyorquino, profundamente personal, respetuoso a su manera con la figura del maestro, pero buscando siempre la distancia necesaria para no caer en falsos manierismos. Y Ferrara cae, pero siempre son los suyos, y por eso su cine es reconocible, incluso en lo complicado que suele ponerlo a la hora de transcribirlo. Comenzando por la elección de Willem Dafoe, sabemos que no estamos ante un biopic al uso, sino ante los hechos tal y como Ferrara sabe, cree saber o imagina que fueron, empezando por la escasa duración (80 minutos) y la cantidad de cosas que quiere insertar, algunas más afortunadas que otras. La grave elipsis que enlaza el principio con el final habría dado para un corto impresionante, con un Pasolini intentando defender su postura artística y filosófica ante un mundo y una sociedad que le admiran sin comprenderlo; ello desemboca, cómo no, en los terribles sucesos acaecidos en la playa de Ostia, filmado con su habitual sequedad por Ferrara. Por el camino quedan decisiones no del todo justificables, como la aparición de Ninetto Davoli, la orgía entre gays y lesbianas o un par de historias contadas por otros personajes, y que acaban por disolver gran parte de la fuerza potencial de una película, no obstante, que se nota que simple y llanamente debía ser hecha por su director. Su carta de amor, o de despedida.
Saludos.
sábado, 14 de febrero de 2015
La dispersión en el sistema
Hacía tiempo que no veía nada de Abel Ferrara, un director que solía gustarme, sobre todo cuando la poderosa plasticidad de sus imágenes tenían un buen guion detrás. Nada o poco de esto ocurre en WELCOME TO NEW YORK, que parece una mera exhibición de atrocidades en clave bufonesca y cuyo mayor (supuesto) logro es darle una patada en el culo al sistema capitalista y los monstruos que ha creado. Uno de ellos fue Dominique Strauss-Kahn, cuya sórdida peripecia es de sobra conocida, casi más como crónica rosa, lo que ha ocultado gran parte de lo que realmente significa que saliera a la luz un abuso de poder por parte de un hombre aparentemente intocable. El problema de WELCOME TO NEW YORK es que no se sabe a dónde quiere ir a parar, si opta por ridiculizar la caída de este despojo humano o verdaderamente Ferrara va a usar su ojo clínico para ahondar en un estado de las cosas deplorable. Así, mientras la primera parte usa muchos de los recursos que ya vimos en BAD LIEUTENANT, la segunda es una tediosa justificación que apenas se apoya en la absurda (y supuesta) afirmación que Gérard Depardieu (a lo mejor interpretándose a sí mismo) escupe a unos periodistas en el arranque: "No me fío de los políticos. Soy una especie de anarquista". Ustedes conocen tan bien como yo los problemas con el fisco del actor... El resto queda a su propia imaginación, claro...
Saludos.
sábado, 23 de mayo de 2009
Pesadilla sin fin

THE ADDICTION continúa el infierno desatado en BAD LIEUTENANT y que está presente en otros títulos menores, como BODY SNATCHERS o DANGEROUS GAME. La diferencia, en este caso, viene dada por una particularísima visión del vampirismo, la adicción a la sangre, poco menos que correspondida con otras adicciones más comunes y que todos tenemos en mente, máxime si hablamos de Ferrara.
No creo que la intención de Ferrara fuera una simplista historia de terror, su logro es transmitirnos el "mono" de una mujer (tremenda Lili Taylor, ¿qué ha sido de ella?) que ha sido mordida por una vampira sin motivo aparente. Es esta adecuación neblinosa, inexplicada, la que dota a un film en principio mil veces visto de una fuerza inusitada. El vampiro mostrado como un vulgar yonqui, la sangre comerciada como heroína o cocaína, las víctimas seducidas, atrapadas e indefensas.
A mucha gente le fascina la breve intervención de Christopher Walken como Grand Vampire, pero no me convence a mí demasiado, no por falta de calidad, sino por interrumpir bruscamente el fascinante deambular de esa vampiro-yonqui que no puede reprimir su nueva adicción, pese a saber que debe matar para ello. Y todo filmado en un blanco y negro crudo, casi expresionista; donde se sustituyen castillos y páramos por callejones y sombríos locales, el mundo inequívoco de Ferrara.
Es una hemorragia de satisfacción el saludarles una vez más.
domingo, 27 de abril de 2008
Agujeros negros

Cuestión filosófica que no toca desentrañar en este sitio, mas nos sirve para intentar abordar una película a la que uno sólo puede enfrentarse de una manera: con valentía.
No es tanto, a mi parecer, el rollo psico-religioso que Abel Ferrara inocula a cada trabajo suyo (el colmo ya es MARY), sino la originalidad y, sobre todo, la crudeza con la que el neoyorquino nos embarca en la peripecia autodestructiva, nihilista, infranqueable del teniente de policía que deja de lado, igualito que un virus, la moralidad y utiliza cuanto está a su alcance (robo, extorsión, asesinato) para lograr sus objetivos. La paradoja está en que tales objetivos (dinero para apostar, drogas, etc...) son la punta del iceberg, ya que importa mucho más el abismo sin fondo que se abre por debajo.
Harvey Keitel demuestra por qué es uno de los grandes, conformando el personaje más terrorífico, por cercano, que he podido ver en una pantalla. Los momentos en los que sufre los efectos de su politoxicomanía deberían pasar a la historia del cine como "sí, tío, ya era hora de que alguien mostrara un yonqui tal y como es".
Después de varios visionados, BAD LIEUTENANT se mantiene única en su especie (acaba de cumplir la mayoría de edad), con la fuerza de una ópera prima (sin serlo) y la asunción de que sin decir nada nuevo, sí que dice lo que la mayoría no se atreve. Ferrara nos acusa directamente a nosotros, los que nadamos seguros en nuestra seguridad adquirida, y por eso constantemente muestra su ansia de redención cristiana, probablemente lo único a lo que alguien pueda aferrarse tras habitar los agujeros negros de a abyección.
Véanla, y si no les gusta es que yo tenía razón...
Saludos indéfilos.
¡Cuidao con mis primos!