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miércoles, 8 de mayo de 2013
Postrado de hinojos
Digámoslo ya, si no puede que esta aseveración quede obsoleta inmediatamente. Si convenimos que Brillante Mendoza es el género, Lav Diaz (el poder de) la narración y Khavn de la Cruz la fiereza hecha imagen, entonces Raya Martin es el diletantismo, el arte por el arte o casi. Casi porque el más terrible de los novísimos cineastas filipinos suele escudar sus atosigantes mamotretos tras cualquier excusa que, como poco, nos consiga un par de minutos pensando sobre si en realidad nos están tomando el pelo. Por ejemplo, en A SHORT FILM ABOUT THE INDIO NACIONAL (OR THE PROLONGED SORROW OF THE FILIPINOS), lo que Martin necesita para introducir una desolada sucesión de imágenes fijas, en blanco y negro y sin sonido, es ni más ni menos que un cuento aterrador y tristísimo, lo único que se le ocurre a un pobre hombre para hacer dormir a su santa esposa... Es muy rara esta película, primero porque parecen varias películas ensambladas sin un motivo claro; una bizarra fusión de diferentes formas de transitar una pantalla, con algunos momentos de extraña belleza (la lucha a machete, el final en el que un grupo de niños mira al cielo con rostro desencajado...), pero es imposible no recelar al leer la sinopsis, algo así como: "Filipinas, los filipinos, están hartos de la esclavitud de siglos, así que su mayor reto consiste en la creación de su propia Historia, escindida de la oficialista y en constante búsqueda de la comunión entre los ancestros y un porvenir a sangre y fuego...". Bien, muy bien, pero no creo que Raya Martin sea capaz de mostrar esto, ni aunque sus cortos duren 100 minutos...
Un saludillo.
jueves, 17 de enero de 2013
La escritura como tinta sobre papel
Si le intuyo la intención a Raya Martin, es difícil quedarse solamente con una palabra; ni siquiera "ensayo" y ni siquiera "desnudez". Ni siquiera "deconstrucción", porque para ello debería haber una construcción previa, y sus imágenes son tan egoístas, morosas y ensimismadas, que uno diría de esos edificios céntricos con un solo habitante, y no tan majestuosos como simplemente incólumes. A Martin le interesa contar lo mismo de siempre, incluso sin que le molesten las tramas zafias, casi de culebrón barato; lo que pasa es que su forma de narrarlo desborda cualquier lectura preconcebida de la misma. En NEXT ATRACTION, Martin juguetea con una especie de making-of en bruto sobre algo que está rodando, presumiblemente una ficción. Podemos ver al equipo, al director ordenando cuándo empieza o acaba una escena..., pero nunca a los actores; no vemos "qué" está rodando, y apenas lo escuchamos. Y, de acuerdo, si uno acepta hacerse el inteligente, a lo mejor concedemos un acto de genialidad a un tipo que, en el global de una producción, dota de la misma importancia a los que estarán delante de las cámaras como a los que están detrás. Sin embargo, su radicalidad no le permite elaborar un único discurso, por acertado que sea, así que, seguidamente, "vemos" lo que Martin y su escueto equipo rodaba. Rodaba una esquemática tramilla acerca de un joven que se ve incapaz de conciliar su incipiente homosexualidad con una preocupada a la par que impertinente madre. Imagino que, dada la extrema juventud de Raya Martin, la posibilidad de un inacabable ensayo preparatorio para pulirse la retina, antes de su primera obra de verdadera enjundia, es algo que entra dentro de lo que algunos pacientemente esperan. No es mi caso.
Próximos saludos.
martes, 11 de diciembre de 2012
Un paseo epidérmico por las tripas de un país
Si usted, avezado espectador, decide que los espasmos de Jim Carrey, la verborrea de Billy Crystal y los peinados de Alec Baldwin jamás le otorgarán estatus de cinéfilo digamos serio, un cinéfilo capaz de exponer sus profundas inquietudes con toda soltura ante un embelesado y a la vez partícipe ramillete de personalidades, tales como esas otras almas sensibles y atormentadas que son capaces de mantener diálogos permanentes con "El Arte" y sus intrincados vericuetos; lo que debe hacer, insisto, es ponerse inmediata e ineludiblemente con esto del Nuevo Cine Filipino, que contiene obras sugerentes, estimulantes y a veces incluso inexplicables. Yo no dudo de la sensibilidad e inteligencia de Raya Martin, un tipo que empezó a coger una cámara en pleno destete y cuya precocidad, unida a su extraña concepción de rodaje, le ha granjeado una, no diré yo que inmerecida, fama en esos círculos sanedrínicos que ahora parecen aflorar por doquier, auspiciados por estas nuevas tecnologías que sonnos motivo de solaz y donaire. Vale. Dicho esto, si usted ve, por ejemplo, AUTOHYSTORIA, lo primero que le recomiendo es que se haga con una sinopsis, donde le será explicado que un travelling de treinta minutos equivale a un ansia de libertad de la nación (la filipina, claro) oprimida por el colonialismo y que va al encuentro de su propia identidad. Sin dicha lectura, usted ve a un muchacho en camiseta caminando por una acera por la noche mientras alguien lo filma desde una camioneta. Luego, la enorme rotonda-plaza de la imagen que ilustra estas líneas simboliza la férrea lucha de este mismo pueblo (que sigue siendo el filipino) que, no obstante, va a tener que afrontar una serie de sacrificios. No se alarme si no es capaz de ensamblar el concepto "sacrificio" con un par de jóvenes observando la rotonda-plaza desde el interior de un vehículo, al fin y al cabo son otros quince o veinte minutos den plano fijo... Para finalizar, y sin mediar esos absurdos diálogos explicativos que tanto le gusta al espectador embotado (al que usted ya no aspira a pertenecer), se termina la función con la puesta en imágenes del sacrificio mismamente ¿Cómo? Pues los dos jóvenes que iban en el vehículo ahora caminan por la selva, atosigados (suponemos) desde atrás por sus captores; así hasta un sitio que está muy lejos y donde les espera un desenlace fatal. Y fin. Lo que demuestra que con una grabación casera usted también puede escribir la historia de su país.
Autosaludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!