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lunes, 7 de abril de 2025

Como en casa en ninguna parte



 Robert Zemeckis comienza HERE desde la edad de los dinosaurios (meteorito incluido), para avanzar todos esos años en apenas cinco minutitos de nada ¿Para qué? ¿Sabe Zemeckis menejar un dispositivo supuestamente vanguardista? ¿Tiene alguna continuidad semántica la concatenación (caótica, caprichosa, efectista) entre las distintas historias vitales, más allá de horrorizarnos con un sistema de rejuvenecimiento facial equivalente a "sacarse la chorra", cuando contiene los peores presagios del último y vomitivo uso de la IA? Yo digo no, no a todo, porque HERE es aburridísima, sensiblera y perfectamente olvidable; cine senil, anclado en otros tiempos, y también en otros públicos. La gestión de Zemeckis para este bodrio se resume en su propio dispositivo formal, que lejos de resultar ingenioso, al menos a mí me habla de cómo, con infinitos menos medios, los padres pioneros de esto del cine conseguían chispa, dinamismo, fascinación... sí, sin mover la cámara. 
Quiere ser un BOYHOOD de Aliexpress, pero es igual de pretenciosa que EL ÁRBOL DE LA VIDA. A buen entendedor...
Saludos.

miércoles, 11 de mayo de 2022

Verdades a medias


 

En relación, más o menos directa, con la película que comentábamos ayer, se me ocurrió revisar WHAT LIES BENEATH; farragosa incursión de Robert Zemeckis en el género de fantasmas, asesinatos sin resolver y otras componendas, que en realidad (aludiendo a su pomposo título) lo que escondía era un estertor de algo que ya por el 2000 no se llevaba tanto. Su lujoso envoltorio, con Michelle Pfeiffer y Harrison Ford, apenas puede disimular una trama enclenque, desorbitada y muy deslavazada, con continuas disrupciones de tono, que dan la sensación de contener cuatro o cinco historias diferentes, sin que ninguna funcione del todo. Podemos quedarnos con el film sobrenatural, el de suspense, el policíaco, o incluso el costumbrista. Mi preferido, de todas formas, es el de un guion machista en el peor sentido de la palabra (peor que su tramposo mcguffin). Usted vive en una pedazo de casa junto a un lago, sin estrecheces ni agobios, pero está triste porque su hija se ha ido a la universidad, y porque nunca gana al solitario. Entonces descubre que hay fantasmas... o no. Descubre que su vecino podría ser un asesino... o no. Descubre que su mejor amiga se ha comprado un descapotable con la pensión alimenticia de su divorcio (esto lo juro), y a lo mejor le empieza a ver las arrugas al bueno de Ford. En fin, que la cosa se eterniza hasta más de dos horas, para justificar un guion ridículo y engolado, de un cine, este sí, al que Hollywood ya le cuesta mirar con condescendencia. 
Fue, eso sí, un taquillazo tremendo, cómo no. Hay cosas que no entenderemos nunca ni con sesión de ouija mediante...
Más que mala, incomprensible.
Saludos.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Un corcel refrenado


 

Me extraña que la industria cinematográfica conserve la idea de que debe ser sumamente sencillo adaptar a Roald Dahl, habida cuenta la gran cantidad de películas "basadas" en su fértil imaginario. Adaptar sí, pero trasladar es otra cosa. La prosa del autor galés siempre escondía algo que transcurría en paralelo a la historia contada, que le servía como material conductor, cuando no inductor de profundas reflexiones sobre el paso del tiempo, las trampas de la moral o directamente la inevitable corrupción de la inocencia. Para quien esto escribe, debe ser THE WITCHES una de sus cumbres (mi favorita, de hecho); una especie de aventura generacional que parte de un trago amarguísimo, que no es otro que la orfandad repentina de un niño, que ha de quedarse a vivir con su abuela. Lejos de caer en complacencias dramáticas, Dahl imagina un mundo sombrío de brujas crueles (y también muy divertidas), cuya motivación existencial es la erradicación de los infantes de todo el mundo, superponiendo a estos seres como la amenaza de la adultez, incapaz de soportar su propia decadencia. 
THE WITCHES se ha vuelto a hacer (mañana hablaremos de la otra), y sin ser un absoluto desastre, confirma que el mero entretenimiento se aleja de las cuestiones antes mencionadas, centrándose en la exhibición de efectos e interpretaciones desbocadas. Aquí, sin embargo, lo mejor es precisamente el trabajo de una Anne Hathaway que sigue creciendo exponencialmente, y que ajusta un meritorio homenaje a su antecesora 30 años después. Dirige Robert Zemeckis, que a estas alturas es ya prácticamente un clásico del cine intergeneracional, y sirve para pasar un rato entretenido, recordando de paso las diferencias en cuanto a puesta en escena, y comprobando que tampoco esta vez han logrado bordar un final tan atípico como agridulce, e incluso menos.
Saludos.

sábado, 26 de octubre de 2019

Películas para desengancharse #70



Hay una película sobre la que recae casi todo el peso de este monográfico. CAST AWAY (aunque todos la conocemos mejor como NÁUFRAGO) es una de esas historias irreprochables, protagonizadas por un hombre de una sola pieza y que nos remiten incesantemente hacia una especie de back to the basics cuanto menos sospechoso, incluso rozando la autoayuda más chapucera. No es el caso. Robert Zemeckis despoja su relato de grandilocuencia y prefiere transitar una socarronería que siempre le ha sentado muy bien a su cine. Ahora bien, la película es Tom Hanks, no hay otra. Muy pocas veces se ha visto un papel que trascienda de esta manera el protagonismo, engulliendo la percepción misma del relato y transformándolo en un elemento puramente subjetivo. Y parece fácil, pero no lo es. NÁUFRAGO transita constantemente las procelosas aguas del blockbuster orgulloso, cuando realmente lo que hace es sentar unas bases para este tipo de cine, que luego la mayoría de directores han malinterpretado penosamente. Aunque quizá todo sea más fácil y todo se reduzca a una cuestiíon de talento, claro...
Nunca la he considerado una obra maestra, ni nada por el estilo, pero una película que enternece y emociona casi sin palabras merece más atención de lo que indican sus mareantes cifras.
Saludos.

viernes, 3 de noviembre de 2017

Películas para desengancharse #37



Comienzo esta reseña sin medias tintas. El personaje central, protagonista absoluto y peligroso icono mesiánico de FORREST GUMP es, efectivamente, imbécil. No vayamos por otro lado porque entonces los imbéciles seremos nosotros, y no deberíamos serlo tan sólo por ser conscientes de la torticera manipulación a la que Robert Zemeckis y Tom Hanks someten a quien no puede dar otra lectura que no sea la literal a un guion repleto de bobadas y lugares comunes, la respuesta bovinista a Faulkner, que una vez acometió el intimidante reto de pensar como lo haría un disminuido mental y crear una visión de la vida desde su punto de vista. Esto es otra cosa, un film que funciona estupendamente como melodrama cómico y buenista, con una narrativa ágil, tan efectista como efectiva. Hasta ahí, hasta el atropellado repaso a la historia reciente de Norteamérica, sus conflictos bélicos, sus modas y galimatías generacionales, FORREST GUMP se ve con una mezcla de agradable fluidez y empatía cómplice. A partir de ahí, en el preciso instante que empecemos a gustarnos y creernos capaces de vislumbrar la posibilidad de un mensaje trascendental, que sólo nos está buscando a nosotros, entonces, como dije, estaremos atrapados, como espectadores y personas, en ese peligroso leit motiv: no pienses, sólo actúa. Recibe órdenes, acátalas. El mundo es simple, tú eres simple, la felicidad es simple. Y los animales camino del matadero, incluso Franju se percató de la maravillosa simplicidad que se reflejaba en sus pupilas...
Saludos.

domingo, 14 de febrero de 2010

¿3D?

Es curioso esto del cine. Sus referencias y perspectivas; correspondencias y abismos. Subjetivo y objetivo; entretenido o comprometido. Sabemos que hay un par de sensaciones, tres a lo sumo, que experimentamos al salir de una sala de cine; luego estamos nosotros, el filtro sumo, el juez último, que ve una película pero tiene diez o veinte en la cabeza.
Respecto de todo esto, una de las mejores películas que he visto en los últimos cuatro o cinco años (y juro que no deja de resultarme curioso) es, y lo he repetido en diversas ocasiones, la adaptación que Robert Zemeckis hizo del poema épico BEOWULF. Sí, no hace falta que me lo recuerden, el fiasco de AVATAR me encendió en el subconsciente el verdadero valor de este desprejuiciado, fresco y sorprendente ejercicio de cine de aventuras que nunca deriva hacia el infantilismo imperante hoy día. Dejemos a un lado la deslumbrante técnica con la que Zemeckis logra, por ejemplo, que un cincuentón como Ray Winstone se convierta en el ufano y poliédrico "héroe" que ha de salvar al reino de un envejecido Anthony Hopkins de la amenaza de la arpía interpretada por Angelina Jolie (probablemente el gran fallo del film) y su monstruoso hijo Grendel, Crispin Glover, cuya inicial irrupción justo al principio constituye uno de los arranques más dinámicos y apabullantes que he visto en mi vida. Si dejamos, como digo, todo esto de lado y atendemos al buen trabajo en el guión tanto de Roger Avary, habitual de Tarantino, y Neil Gaiman, que dota de la oscuridad necesaria a la inestable batuta de Zemeckis, nos encontramos con un film que "parece", pero no "es"; parece a priori un nuevo producto hueco hollywoodense, trufado de estrellas y dispuesto a ser consumido y fagocitado en un santiamén, pero BEOWULF funciona inesperadamente porque logra desasirse del plomizo poema original e insuflarle un sentido del humor inteligente y de fresca factura. En el otro extremo, la técnica cumple su cometido pese al lastre que supone humanizar unas facciones previamente deshumanizadas, algo que resulta estupendo para, por ejemplo, el monstruo Grendel y el espectacular dragón que clausura esta pequeña gran joya, de la que estoy seguro que obtendrá en algún momento el reconocimiento que merece.
Saludos épicos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!