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jueves, 12 de septiembre de 2019
Películas para desengancharse #57
Se han hecho muchos musicales después de WEST SIDE STORY, también antes. Y se han hecho mejores, y también más modernos, o menos anticuados. Entonces ¿por qué nadie puede discutir que se trata de uno de los mejores musicales jamás filmados? Debe ser por cómo se han quedado en nuestra retina esas vigorosas coreografías en canchas de basket urbano, con esas vallas gigantescas; las calles del West Side neoyorquino, los cubos de basura, las paredes inacabables. El marco ideal para traer a Shakespeare y disparar las emociones, el amor, el odio, el racismo, el desprecio, la camaradería, la inconsciencia de esa edad temprana en la que sólo parece haber lugar a las locuras. Con un destino fatalmente sellado, a lo largo de dos horas y media intensas, nunca aburridas, se vertebra la historia de amor entre Maria, una portorriqueña, y Tony, polaco. Los Sharks y los Jets, y luego el resto del mundo, que parece no importar en este mundo plegado sobre sí mismo. Y me uno a quienes defienden la teoría de que son dos películas en una, la de Robert Wise y la de Jerome Robbins; y que la primera es la que endulza a dos sosísimos Richard Beymer y Natalie Wood; la segunda es puro movimiento y calor, y remite a la fastuosa partitura de Leonard Bernstein y las brillantes letras de Stephen Sondheim, y donde se comen literalmente la pantalla unos maravillosos George Chakiris y Rita Moreno. No, no lo sigan intentando, porque jamás serán capaces de filmar algo como WEST SIDE STORY. Esto sólo pasa una vez en la vida...
Saludos.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Películas para desengancharse #8
Siempre he tenido a Robert Wise por un director más astuto que capaz, menos intuitivo que dotado. Menos autor que artesano, con su arte, que es mucho más que el de algunos "autores", pero que ha tenido algunos puntos más que discutibles en una filmografía que a primera vista parece impecable.
El comienzo de THE SOUND OF MUSIC es esplendoroso; no me extraña que cautivara a Lars von Trier. Igual que no me extraña que parezca otra cosa, otro film ¡Podría haber salido otro film! ¿Debería? Las andanzas de María, la novicia que le canta a los pajarillos, y la infumable familia von Trapp merecen un lugar entre lo más bizarro que se haya filmado nunca... Pero ¿cómo obviar la rotunda, bellísima fotografía de Ted McCord? ¿Y las canciones de Rodgers y Hammerstein, una vez que no podemos sacarlas de nuestra cabeza? Respuesta: centrándonos en el argumento. Que tanto da un partido de fútbol Pelé vs. Goebbels, que el Gente Joven del III Reich (The Residents tenían razón). Son tres horas en las que yo no me atrevo a contradecir a quien se lo pasa fenomenal y olvida la última carta de desahucio; vale, todos necesitamos un poco de evasión (aunque sea sin victoria), pero me devano los sesos inútilmente, buscando un porqué, qué hace que uno se quede hasta el final viendo el azúcar, la blancura que ya no es ingenuidad sino mera gazmoñería. Porque Wise sabía que "el sonido más feliz del mundo entero" es más fuerte que el silencio más triste, y lo filmó; pese a Julie Andrews y los trajes hechos con cortinas y las marquesinas bajo la lluvia y los híbridos HeidiMilka...
Heroína pura. Vivan peligrosamente.
Saludos.
viernes, 27 de diciembre de 2013
Amar en tiempos revueltos
Doble obituario para hoy y mañana. El primero, para una mítica actriz que nos dejó nada menos que con 96 años; Joan Fontaine, la hermanísima de Olivia de Havilland y poseedora de una extensa y muy variada carrera, tanto en cine como en teatro. Debo confesar (aunque creo haberlo hecho alguna vez en estas páginas) que nunca fueron ninguna debilidad para mí su languidez aristocrática y esa seriedad que la imposibilitaba para una comedia, aunque en el papel de señora respetable hubo pocas como ella. Yo debería haber puesto aquí REBECA o SUSPICION, que son sus trabajos más recordados, pero aquí nos imponemos la obligación de ser originales, así que de repente he recordado un film poco reivindicado de Robert Wise en el que Fontaine no era protagonista ni secundaria, sino que debía compartir escena (eso que a ella nunca le gustó demasiado) con otras tres actrices, la gran Jean Simmons, una inquietante Piper Laurie y aquella especie de Marisol yanqui llamada Sandra Dee. UNTIL THEY SAIL contaba con un material de partida más que interesante que, sin embargo, las concesiones panfletarias y pseudopatrioteras dejaban en un raquítico estatus de "película entretenida para una tarde aburrida". Ellas son cuatro hermanas neozelandesas que sufren en sus carnes (y sobre todo en su patrimonio) las estragos de la WWII en el Pacífico, lo que intentarán subsanar con el desembarco masivo de soldados norteamericanos, aunque no sea fácil distinguir las intenciones honestas con las que no lo son. Por allí aparecía, además del cuarteto protagonista, un joven Paul Newman, digámoslo, con pocas oportunidades para el lucimiento personal, pero que aun así dejaba embelesada a la Simmons, mientras que Fontaine, siendo la mayor, se dejaba querer por un oficial interpretado por Charles Drake, del que aún nos preguntamos cómo le hicieron parecer tan alto... En fin, una película sólo para incondicionales. No nos hemos podido resistir...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
¡Cuidao con mis primos!