Mostrando entradas con la etiqueta Jonathan Glazer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jonathan Glazer. Mostrar todas las entradas

sábado, 9 de marzo de 2024

El ave del paraíso devorando sus polluelos en el vestíbulo del infierno


 

Movimiento 1: Pies cansados. Fatiga del trabajo bien hecho. Solaz en la cálida familia, adecuadamente distante por el honor a la educación.
Movimiento 2: Ese molesto soniquete filtrándose por todas partes. El hormigón no es suficiente.
Movimiento 3: La vacación del dios. Huertos, piscina, aperitivos. 
El ruido persiste.
Movimiento 4: El problema, la crisis. El deber rompe la armonía arduamente construida. La preocupación precede a la resignación.
Movimiento 5: La ira. El resentimiento. Cierto impúdico sentimiento de impotencia.
Movimiento 6: Advenimiento del olvido. Ninguna obra es tan grande como el tiempo. Ningún mal es tan útil como su negativo.

No ganará, pero su inclusión junto a otras cosas ya es una conquista en plenos jardines babilónicos.
Saludos.



miércoles, 18 de marzo de 2015

On fire...



Me acordé el otro día de que aún tenía pendiente de ver SEXY BEAST, primer largometraje de ese director que, por motivos más o menos inconfensables, tanto me interesa y que es Jonathan Glazer. Vistos sus tres films en el arco de estos quince años que los contemplan, además de esa escasa proliferación, lo que me llama la atención es que al director británico, responsable de la sorprendente REENCARNACIÓN y de la magistral UNDER THE SKIN, y sólo con estos tres trabajos, ya se le puede rastrear convenientemente y en base a una serie de constantes que, al menos hasta ahora, no está dispuesto a abandonar.
SEXY BEAST es, si se quiere, más jocosa y desperezada, como un primer Tarantino más callado y reflexivo, con su mismo gusto por los personajes limítrofes y presentados "a la carta", pero con un trasfondo aún más enigmático y, de hecho, incluso esotérico. Poco original en cuanto a su trama, puesto que ésta es la enésima recreación del delincuente retirado y redimido, dispuesto a ser un ciudadano respetable... O algo así, pues el personaje interpretado por Ray Winstone parece ocultar siempre retazos de su oscuro pasado; comparte una apartada villa almeriense con su mujer (ex-actriz porno) y las visitas de su único par de amigos. Se cuece al sol, se emborracha y mantiene su tranquilidad bajo capas de monotonía un poco tontorrona... Hasta que recibe la única visita que no le hubiese gustado tener y su pequeño mundo se viene abajo en cuestión de horas.
Efectivamente, estoy de acuerdo en que casi todo el mérito del film se lo lleva un impresionante Ben Kingsley, un psicópata mortífero y mordaz, acuciado por su incapacidad emocional y cuya obstinación oscila de la carcajada surreal a sugerir un terror primario e incontrolable. Y como los grandes directores, Glazer desprende de su ópera prima cualquier explicación sucinta del meollo realmente importante, que es el torbellino de sensaciones que, además de no relajar la presión retinal, se nutre de un juego de opuestos: Sol y frío; España e Inglaterra; moralidad y arrogancia; reflexión y arrebato. El bien y el mal, es cierto, aunque aquí no haya nadie totalmente bueno... ni malo.
Recupérenla si no la han visto.
Saludos.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Danse Macabre



De lo mejor que he visto con diferencia, en cuanto a Sci-fi reciente se refiere, es UNDER THE SKIN, un inclasificable cuento a mitad de camino de una agresividad sexual sorda, callada, y el horror cósmico. Personalmente, reconozco que Jonathan Glazer es un director que me interesa muchísimo; sin levantar la voz como otros cineastas de su generación, es capaz de hacerse un mundo visual propio y reconocible, que le debe muchísimo a Kubrick, es cierto, pero que busca incesantemente su propio lugar y aun a costa de resultar reiterativo o (esto no lo pienso yo) machacón. Al igual que pasara con su también excelente REENCARNACIÓN, es un rostro superconocido, el de una inquietante y muy contenida Scarlett Johansson (sí, amigos, por fin me la creo como buena actriz), el encargado de deconstruirse a sí mismo y reinventarse en otra cosa ante nuestros ojos, tan acostumbrados a identificarlo, y por tanto asumirlo. La falta de datos o explicaciones no hacen más que aumentar la extrañeza e incrementar el grado de sorpresa, una vez que Glazer se decide a mostrar algo más que lo que sólo es sugerido. Aun así, con todo su misterio, todo está bastante claro desde el principio (un comienzo apabullante y que a mí me fascina): estamos ante un usurpador de cuerpos, un alienígena con la misión de captar machos y... Bueno, no podría seguir contando más, pero debo decir que la conjunción de una fotografía fantasmal y la extraña y bellísima partitura ideada por Mica Levi, componen una "Danza Macabra", al mismo tiempo terrorífica y sensual, o un intento de recrear lo que simplemente no podríamos concebir sino en un plano onírico de ensoñación. Otro punto fuerte es el naturalismo con que Glazer rueda en la fría y húmeda Escocia, con actores no profesionales e imbricando a ese alien, mortífero y un poco desnortado, como un inmigrante más, cuya perdición empezará precisamente cuando tome conciencia de algo que hasta entonces le era ajeno, nada menos que la humanidad.
No es fácil de ver, pero es muy recomendable, aunque tres films en 14 años restan entidad a un director con un talento y un potencial innegables.
Saludos.

lunes, 30 de enero de 2012

Magia potagia



Lo he dicho muchas veces; siempre estoy dispuesto, cuando me pongo a ver una película, a que me engañen, pero bien engañado. Eso significa que acepto incondicionalmente que lo que ocurre ante mis ojos es mentira, pero el trabajo de quien lo hace es que me resulte creíble. Así, sin más. Y como hay películas de coletilla odiosa ("Basada en hechos reales..."), y otras que hicieron en su momento que siguiéramos soñando con lo imposible, justificar y reunificar ambos laterales, al menos en el cine actual, es lo más complicado, una autoinmolación que no sale bien casi nunca. Casi, porque a veces hasta Hollywood da algún chispazo de riesgo (no lo llamaré genialidad), como el asumido por Jonathan Glazer en BIRTH, una historia tan inverosímil que prácticamente podríamos afirmar que se quedó sin defensores, sin público, desde el mismo día de su estreno. Es paradigmático aportar el dato de que Glazer, que deslumbrara hace más de diez años con su ópera prima SEXY BEAST, sólo haya podido rodar su tercer título a lo largo del año pasado y que hayan pasado casi ocho desde la que hoy nos ocupa. No sé exactamente cuáles son los motivos, pero me los puedo imaginar. BIRTH es como si nos fuésemos de vacaciones al Caribe justo cuando nos han echado del trabajo; en lugar de llorar por los malos tiempos, nos introducimos sin ambages en un lujoso apartamento de la Quinta Avenida, aquellos en los que siempre transcurrían las películas de la época dorada, donde una Nicole Kidman de suaves modales y pelo corto se traga la tristeza tras haber perdido a su marido durante toda una década. Justo cuando parece haber encontrado de nuevo el amor y preparar una nueva boda, irrumpe en su vida un niño de diez años que le dice que no se case porque él es su marido redivivo... o reencarnado... averigua... Esto es todo. Es decir, que o nos convertimos en creyentes rendidos de la causa o no tenemos absolutamente nada que hacer durante los siguientes 100 minutos. No voy a contar la película aquí, sólo me gustaría añadir que a mí sí me gustó, con moderación, pero me pareció un relato puro de género fantástico, un género notablemente devaluado hoy día por culpa de los efectos digitales, que, por cierto, no le hacen falta a este curioso director para construir su historia, le basta con un excepcional trabajo de sus actores para que seamos, una vez más, creyentes.
Saludos de vuelta.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!