lunes, 31 de marzo de 2014

Un campo de fresas polvoriento



Para cerrar el círculo, ya que estamos abordándolo todo a lo bestia, pues terminemos de una vez con aquello de los Goya con su "gran" triunfadora. VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS es el originalísimo título de la película elegida por la Academia de cine para que todo siga exactamente igual que antes. "No avancemos. Nuestra meta es la recaudación", parecen decirnos cuando se pone en la cúspide (o eso parece) un film que no inventa nada, ni elude algunos de los lugares comunes más sonrojantes del cinematógrafo ibérico; en lugar de ello, coloca la cámara en el sitio donde usted, avezado espectador, quiere mirar. Esto es: un cura pegándole a un niño mientras Javier Cámara (haciendo de Javier Cámara una vez más) enseña inglés con las canciones de los Beatles; una reunión familiar al más puro estilo "Los Alcántara", con sopa de arroz y todo; una muchacha con problemas de embarazo prematuro, ahora que lo del aborto está candente; y cómo no, las generosas tetas de la misma chiquilla, que antes tenía que darnos penica y luego ponernos cachondos. En un momento dado, el improbable trío protagonista asiste al visionado de EL PADRE MANOLO, con Manolo Escobar y Laly Soldevila; varios minutos después, uno se pregunta en qué aspecto intrínsecamente semántico ha avanzado el concepto de dirección desde Ramón Torrado hasta David Trueba, y no me refiero al pulimentado y abrillantado, sino a lo que abría esta reseña ¿En qué nos cambia la Sota, el Caballo y el Rey? Lo digo para que nadie se me enfade si utilizo el término "comedia simpática"; pero si esto es lo mejor que podemos ofrecer...
Saludos.

domingo, 30 de marzo de 2014

Rincón del freak #148: Miedo al compromiso y langostas atrofiadas en Bankialandia



Tenía que ponerla de una vez tras el bache de los Goya (nunca mejor dicho). 3 BODAS DE MÁS realiza un diagnóstico muy certero de por qué estamos como estamos... o peor: por qué estamos como estamos y no hacemos nada para cambiarlo. Cifras y letras. Las cifras, lo que importa, por delante del análisis. Las letras, gruesas, con brocha muy gorda, chilladas en una trompetilla así de grande. Que no quede nada tras el huracán, por aquí han pasado todos los agregados de la televisión, las teleseries, esos engendros del demonio que han terminado por enterrar bien hondo al cine. El cine es otra cosa, no es campana sobre campana, no es tirar a la basura el fuera de campo y no es el ola k ase. No. Y Ruiz Caldera, lo dije con aquello de SPANISH MOVIE, no te está vendiendo cine, te está vendiendo unas preferentes del carajo y se está descojonando en tu cara porque a él lo invitan a festivales de cine y lo nominan a los Goya.
La película. Otra boda... A ver cuando hacen la del funeral. Los actores... los actores... los actores... Se supone que nos están contando la tragedia de una muchacha que se quiere casar pero no se casa... Gran tragedia, sí señor. Yo digo que lo que subyace tras esta oda ultrarreaccionaria es animar la amnesia y celebrar la insensatez... Como firmar hipotecas, como casarte porque "es lo que hay", como hacer bodas horteras para que una panda de gilipollas se atiborre a tu costa, como insistir en que tenemos muchos amigos gays, como el "sí señó" diario de este país inenarrable, de esta fiesta de maniquíes... que cantaba otro.
Odio las bodas y el primer presidente de la democracia fue Manuel Azaña, maldita sea...
Saludos.

sábado, 29 de marzo de 2014

(Re[o])crear



Pero que ni al pelo comentar AMERICAN HUSTLE justo después de hacer lo mismo con THE WOLF OF WALL STREET. Concisamente: David O. Russell quiere ser Scorsese y por el camino le brotan Tarantino, Coppola, Gray, Linklater... Demasiados nombres para ser genuino, porque no lo es. Hablamos, sin embargo, de una buena película, muy desarticulada y cochambrosa, pero con algunos momentos (menos de los deseados) realmente conseguidos gracias a sus poderosas interpretaciones, muy especialmente unos soberbios Christian Bale y Amy Adams. Puede que si Russell se hubiese dedicado a pulir estos dos diamantes, personajes repletos de aristas y matices, vulnerables, emocionantes... a lo mejor, digo, no habría bostezos en mitad de una película que me recuerda a muchas otras sin llegar a concretarse por sí misma. Tampoco me convence el rotulador fluorescente que parece pender sobre cada imagen (¡estamos en los 70!... ¡recuérdenlo!), y como cada imagen se desespera por ser la imagen más despampanante de la temporada. AMERICAN HUSTLE me recuerda a LA CONVERSACIÓN, pero también a ARGO y LA NOCHE ES NUESTRA, a JACKIE BROWN o, claro está, la miríada de referencias a CASINO, UNO DE LOS NUESTROS, MALAS CALLES... ¿Mi recomendación?: disfruten de los actores, de su entrega y generosidad. En este caso me da la impresión de que una cosa está muy por encima de la otra.
Del trabajo de peluquería me reservo toda opinión. Yo nací en los 70...
Saludos.

viernes, 28 de marzo de 2014

Diversión y crueldad



Sí, es muy excesiva y muy larga, y tiene un montón de cosas dentro; es la forma en la que Scorsese nos dice a los que le hemos seguido durante años: "Muchachos. Hice "Hugo" porque quería el premio, pero sólo por eso. Hice la de la prisión porque quería que supiéseis que puedo ser más raro que Lynch o Malick. Pero uno nunca se cansa de lo bueno..." Y lo bueno es THE WOLF OF WALL STREET, que dura tres horas y alecciona a la sociedad acerca de cómo montártelo para engañar a un montón de gente, hacerte multimillonario y gastártelo todo en putas, drogas y... y cualquier cosa inútil que se te ocurra. Olvídate de tus tendencias moralistas y echa un vistazo a esta sinfonía pasada de revoluciones, a lo mejor es más instructivo sobre a quién llevas toda la vida dándole el dinero; Jordan Belfort no es un mesías ni un diablo, es un producto genuino de un sistema, y a ese sistema lo alimentamos entre todos. Y seríamos unos hipócritas si tomáramos esta película divertidísima, reveladora y acusadora a partes iguales como una especie de tratado de por qué estamos como estamos, porque todo el mundo sabía que estaríamos como estamos, no se puede ser tan imbécil. A diferencia del tiburón diseñado por Oliver Stone hace 25 años, aquí el poder no detenta tanta relevancia; se trata de un niño insaciable en un cuarto de juguetes que no para de crecer; se trata del tipo que pasa diez horas diarias en el bar de la esquina, pero con mucho más dinero; se trata de hacer creer que lo que no existe sí que existe (no se pierdan el desquiciado parlamento de un genial Matthew McConaughey, que marcará todo el devenir del film). Por un lado están los Ferraris, los yates, el dinero tirado a la basura, los kilos de cocaína (y otras sustancias) y la sensación de invulnerabilidad; por el otro está la capacidad de Scorsese para que nada se le vaya de las manos, para dominar un torbellino de personajes y situaciones con un Leonardo DiCaprio superlativo sosteniendo toda la función como si hubiese nacido concretamente para este papel. Y a lo mejor no es una grandiosa obra maestra porque tampoco lo pretende, sino que se conforma con hacer muy bien lo que hace; y a lo mejor a Scorsese le tenían que haber premuiado por esta genuina demostración de su talento... aunque sea capaz de asustar a la Academia...
Saludos.

jueves, 27 de marzo de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #4



LES STATUES MEURENT AUSSI supuso la inestimable colaboración entre Alain Resnais y Chris Marker; dos miradas insobornables con el fin de realizar un film de treinta minutos capaz de poner a la civilización occidental frente a sí misma, sus errores, crímenes y pecados. Una tarea engañosa y complicada, porque son muchos los panfletos que, en lugar de arrojar luz, no han hecho más que fomentar la autoindulgencia como nucléico acto de confesión. En lugar de caer en la parábola del buen salvaje (como erróneamente me parece que muchos espectadores han atisbado), Marker y Resnais se apoyan en el arte como significación aumentativa de lo que posteriormente lanzarán como una gran y dolorosa verdad. Les interesa remarcar la diferencia semántica e insalvable entre el concepto de arte en el "primer mundo blanco" (permítanme tan zafia expresión), dado en esencia al catálogo y mercadeo exhibicionista, y el arte africano, jamás en autoría y con el único fin de (como bien se encargan de recordarnos aquí) encarnar no al dios, sino a la plegaria. A la tierra y sus frutos, a la caza proveedora, a la fertilidad femenina o al equilibrio de los elementos. Y es falso y torticero hablar aquí de una confrontación entre una manera de entender la vida (porque no es más que eso) y otra; más bien deberíamos atender a la reflexión que por desgracia tan pocas veces se hace desde las voces de los cineastas: no se pueden cuestionar el destrozo y la miseria, pero sí el porqué.
Fascinante, revelador y muy necesario documental, aunque me niegue a "catalogarlo" como tal, dada su poderosa naturaleza poética.
Saludos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La altura




La naturalidad es ese ente grosero, un poco esquivo y orate que se encuentra siempre tras la esquina que no doblamos. El cine es todo lo contrario a la naturalidad; el arte lo es, porque aspira a una cierta sublimación de sus propios registros y hallazgos. Al mismo tiempo, para un artista parece ser el reto más complicado conseguir plasmar todo aquello que previamente han sentido como personas; quizá incluso ofrecérselo a otros; quizá incluso hacérselo creíble a esos otros. Lo que Alexander Payne consigue en NEBRASKA es que veamos los lugares comunes sólo si de verdad yacen allí donde el director cree necesario posar su paciente cámara. NEBRASKA no ha conseguido ningún oscar porque no es más que la historia de un viejo que chochea y que cree haber ganado un millón de dólares en una de esas infames campañas publicitarias que a todos nos han dejado alguna vez en el correo. Sí, pero si sabemos mirar detrás de las esquinas, nos vamos a encontrar con otra cosa; nos encontraremos con las constantes que habitualmente pueblan el cine de Payne. Y encontraremos un humor que elude obsesivamente el chiste fácil; encontraremos unos personajes que podrían vivir a tu lado, porque a veces son estupendos y entrañables, y a veces son unos cabrones egoístas (y puede que eso sea lo normal); encontraremos una historia admirablemente desarrollada, con una prosa que al principio parece exasperante, pero que sólo espera el momento adecuado para expresarse tal y como debe hacerlo. Todo eso está en NEBRASKA, que parece UNA HISTORIA VERDADERA pero no tiene mucho que ver, porque Payne no ve misterios sino evidencias. Y, cómo no, deberíamos rendirnos ante un par de interpretaciones que ponen la piel de gallina. Bruce Dern y Will Forte se adueñan del relato y lo hacen avanzar, a veces a empellones y otras con la agilidad de su gran oficio. Ellos son el motor de esta bellísima película; bellísima en las antípodas de otras "grandes bellezas", pero igualmente emocionante. Porque todo el que, como es mi caso, siente que le ha faltado mucho tiempo junto a su lacónico y taciturno padre, se verá reflejado en esta pequeña gran película.
Saludos.

martes, 25 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #24



Llegamos al final del monográfico dedicado a Robert Siodmak, director singular, trabajador abnegado y artista no tan reconocido como algunos suponemos que su trayectoria hubiese merecido. Cierto es que el final de su carrera poco o nada tenía que ver con sus años dorados en la Universal como constructor de un cine negro avanzado a su época, y buena muestra de ello es el mamotreto (tres horas divididas en dos partes) en forma de peplum tardío con el que dejó de hacer cine allá por 1968. KAMPF UM ROM tenía una primera parte titulada "El último romano" en la que dejaba constancia de las intrigas de un imperio a punto de desmoronarse, o más bien disolverse en una alianza que arrinconaba su ya imposible esplendor. En la segunda parte, "La traición", Siodmak introduce una mayor espectacularidad, con grandes batallas en espacios abiertos. Una constante, si preferimos, de un cine hollywoodense que el director alemán intentó exportar desde que se vio obligado a marcharse de nuevo a Europa.
Con un reparto más sonoro que eficiente (un anecdótico Orson Welles, Sylva Koscina, Lang Jeffries, Honor Blackman, Laurence Harvey...), no es un film tan desmesurado como sí gélido o desangelado, puede que por lo antipático de la franja histórica que refleja (apasionante para un historiador, pero con pocos motivos para una película que se pretende espectacular), aunque gran parte de culpa la tienen los inenarrables cardados y terroríficos trasfondos de cartón-piedra. Contiene, es cierto, algunos destellos del gran cineasta que siempre fue Siodmak, pero uno hubiese echado de menos (él lo merecía) un último film con más guion y menos "estrellato"; una vuelta a las raíces que, desgraciadamente, nunca se produjo.
Nos quedaremos, por tanto, con ese puñado de obras maestras que legó a la historia del cine y la grata sensación de haber descubierto un rincón algo olvidado y un poco por detrás de mitos y adoraciones. Pero es que esto también es cine.
Saludos.

lunes, 24 de marzo de 2014

J. R. R. #5



Es curiosa la relación que ha tomado la saga de The Lord of the Rings, primero, y ahora con The Hobbit, respecto a los premios oscar, pues no deja de tener su gracia que se obvie de una manera tan descarada a la que probablemente sea la única genuina superproducción, enclavándola en apartados tan remotos como "Sonido", "Efectos sonoros" y "Efectos visuales" para, seguidamente, dejarla huérfana de reconocimiento alguno. No es que me moleste especialmente, el impacto de The Hobbit, reconozcámoslo, es mucho menor y admite distintas ondas de frecuencia, yendo tranquilamente hacia la franquicia como banco de pruebas para nuevas técnicas y malabares diversos. Eso es la máquina de hacer dinero, fuera de toda duda; después tocaría enhebrar con consistencia una historia que, sin perder sentido, sí es cierto que su insistencia por tocar todas las teclas la deja en un marco de "ya visto". Hay escenas muy espectaculares en THE HOBBIT: THE DESOLATION OF SMAUG, y Jackson parece haber encontrado en Guillermo del Toro el contrapunto perfecto a su jovialidad (a veces no demasiado bien entendida); el realizador mexicano es capaz de congelar sonrisas con su oscuridad, latente tras cada escena. Y si tuviésemos que organizar un itinerario para resumir dos horas y media un poco demasiado largas, tendríamos que empezar con que (otra vez) hay demasiadas persecuciones, (otra vez) se tiene la sensación de que los orcos son rematadamente tontos para cualquier cosa que hagan y (otra vez también) es bastante desesperante que toda la chicha se deja para la media hora final. Debo reconocer que ese conato de desenlace (porque no lo es) nos deja con ganas de más, y que la recreación de Smaug es acertada porque a su imponente presencia física se le une una perspicacia verbal capaz de competir con el estupendo Martin Freeman; su "enfrentamiento" dialéctico es prácticamente lo único por lo que merece la pena esta larguísima travesía. De qué será capaz el tándem Jackson/del Toro a partir de donde han dejado esta entrega es un tanto que ellos ya se han apuntado, porque es seguro que estaremos esperando hasta entonces.
Saludos.

domingo, 23 de marzo de 2014

Rincón del freak #147: Horror y pavor en la UHF



En una semana extraña, sin ritmo para poder publicar como por aquí nos gustaría y con el malestar que nos provoca que (aún!) haya gente que decida perder su tiempo escribiendo sandeces (siendo muy generosos) por el mero placer de esconder su propia ineptitud vital ante lo que yo veo simplemente como una inexplicable frustración intelectual y poco fértil.
Aunque como todo esto nos da igual, porque tenemos problemas más reales y más importantes, y porque no podría perdonarme dejar de escribir cada día (y mis disculpas por ello), vayamos con la sección dominical en la que hoy necesitaba incluir una verdadera y genuina bizarrada proveniente de Argentina; una coproducción tremendamente infame y que aprovechaba los últimos coletazos de un actor como Richard Conte al que, sinceramente, se le ve más perdido que un pulpo en un garaje. EXTRAÑA INVASIÓN (o SINTONICE EL TERROR) nos ponía en situación con una mezcla entre EL PUEBLO DE LOS MALDITOS y LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS, aunque finalmente su delirante premisa la deja muy lejos de estos grandes clásicos. El guion nos pone en situación cuando un pueblo (¡estadounidense!) sufre una misteriosa plaga, ya que la televisión, lejos de ser nutritiva, lo que hace es hipnotizar a jóvenes y viejos hasta convertirlos en inertes zombis sin voluntad propia... Más o menos lo que suele ocurrir en la realidad pero con unos efectos especiales consistentes en... sí, interferencias. La película es mala de verdad, pero es impagable escuchar esos acentos argentinos diciendo "¡Cuidado, Johnny!", además de la colección de tópicos que el esforzado Emilio Vieyra (algo así como el Chicho Ibáñez de la Pampa) introduce para intentar convencernos de que en verdad pisamos suelo yanqui (coches grandes... oficiales de policía con placa... cereales en el desayuno...). Una curiosidad extraña, indescriptible y con un final bastante divertido... cuando supongo que el efecto deseado era crear algún tipo de inquietud... Sólo para iniciados, vaya...
Saludos.

jueves, 20 de marzo de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #3



De menor profundidad y calado que sus dos predecesoras, GAUGUIN se muestra más esquemática y menos acerada, centrándose en el muy conocido viaje del pintor francés a la Polinesia, lo que influiría decisivamente en su estilo, colorido y vitalista. Pero, tratándose de una obra de Resnais, cabría indagar en posibles recovecos formales que aquí quedan a merced de apenas dos o tres notas (auto)biográficas, mientras que la narración de Jean Servais se resiste al desencuadre, tanto más necesario por la escasa concentración de datos. No es su mejor cortometraje sobre un pintor ni sobre pintura, pero de nuevo sorprende la facilidad de Resnais para, de algún modo, "colorizar" sin esfuerzo unos fotogramas en Blanco y Negro, con el salto al vacío consiguiente, por lo que queda como un complemento perfecto aunque en absoluto reveladora.
Saludos.

sábado, 15 de marzo de 2014

La dolce Rosebud



En Italia (y a lo mejor sólo en Italia) son capaces de convivir Berlusconi y Caravaggio; Raffaella Carrá y Enrico Caruso; Las Mamachicho y Miguel Ángel; lo trascendente y lo banal; la fiesta y la meditación; lo profundamente bello y lo profundamente miserable; lo hortera mirando a la belleza con los bolsillos repletos de dinero como única oportunidad de poder alcanzarla. Pero una cosa es el dinëro y otra la belleza, y Gep Gambardella lo sabe, y sabe que no se puede hacer nada excepto dejarse llevar, por una cosa o por la otra, o por ninguna; ser testigo excepcional de los lugares donde ocurren las cosas, o donde quizá no esté ocurriendo nada. Gambardella es ese triste tipo de novelista joven que escribió demasiado bien su primer libro y luego sintió que no merecía la pena ofrecer nada más; un hombre que pasa su vida entre fiestas atronadoras y palacios fantasmales, que se rodea de cardenales, vendedores de juguetes, dramaturgos frustrados, bailarinas de strip tease, santas, millonarias comunistas y vagos en general cuyo mayor dilema existencial consiste en cómo gastar el dinero de la forma más inútil. Toni Servillo es el mejor embajador de este excesivo carrusel desde, seguramente, Marcello Mastroianni, y Paolo Sorrentino ha encontrado en Fellini su timón impulsor; no es muy original, esto ya se ha hecho, pero debo reconocer que el resultado es atractivo y que contiene (a lo mejor sin quererlo) una afilada crítica hacia un estado de las cosas bastante deplorable desde el punto de vista de una fauna demencial. Todo es muy exagerado e inconexo, como un collage desmesurado y caprichoso que pugne por rebasar la pantalla, pero lo que podría jugar en su contra es un acierto, porque imagino que a Sorrentino lo que menos le apetecía era contar una historia, sino construir un personaje inolvidable y convertirlo en epicentro imperturbable aunque profundamente conmovible, movido (a ratos) por un recuerdo de juventud que ha sido incapaz de superar y que sorprendentemente lo dota de una gran humanidad. Y esto es, más o menos, LA GRANDE BELLEZZA...
Saludos.

viernes, 14 de marzo de 2014

Más sabe el diablo...



Hay un dilema consustancial en el fondo del guion de PHILOMENA, el último film de Stephen Frears, comenzando (y puede que también terminando) por su antipático "basado en hechos reales". Es complejo de desentrañar, pero lo que le resta fuerza y empaque, por otro lado la ha llevado, contra todo pronóstico, hasta la misma antesala del oscar a mejor película. Y quién lo diría viendo que es un relato que ya hemos visto muchas veces en telefilmes de medio pelo y menos en películas de calidad; por supuesto que Frears sabe lo que hace, por supuesto que bajo su aparente "convencionalidad" late el fuego de la crítica tranquila pero segura de quien lo sabe casi todo por los años que lleva en el oficio. Pero insisto, el tándem Coogan/Dench es perfecto para Hollywood, lo que lleva a PHILOMENA a instaurar una cierta anomalía en las buddy movies, dada su chirriante pareja. Es hilar demasiado fino por mi parte, y reconozco que se trata de un buen film, contado con brío y con los ingredientes que a mí me gustan (un guion sin agujeros negros, interpretaciones solventes y el siempre bienvenido sentido del humor). Pero una de dos (y esto es muy subjetivo): o deberían haber prescindido de Judi Dench, cuya densidad... un poco a lo Anthony Hopkins, no admite chascarrillos de stand up comedy para treintañeros desocupados; o por el contrario, dejar fuera a steve Coogan y su humor, sofisticado pero predecible cuando se trata de hilvanar una historia y no un sketch. Claro que esto habría modificado completamente el film, al ser Coogan corresponsable de adaptar el libro del periodista Martin Sixsmith, al que él mismo da vida.
Muy buena película para gente que quiera pasar hora y media sin sentirse estafada, que no es poco.
Saludos.

jueves, 13 de marzo de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #2



Más de sesenta años después, el visionado de GUERNICA, el cortometraje que Alain Resnais rodó junto a Robert Hessens, sigue siendo una experiencia casi insoportable aunque terriblemente necesaria. La lúgubre superposición de la recitación, casi en mortal éxtasis, de Maria Casares del oscuro poema de Paul Éluard; la música, cayendo, como en un bombardeo, de Guy Bernard; y, por supuesto, los rincones escogidos de esa obra maestra del horror (duele decirlo, pero es así) que es el gigantesco cuadro de Picasso. Es una denuncia, pero también es un grito, y es el estupor de lo que se vivió en la población vasca y el pintor malagueño reventó en sus figuras acromáticas; pero también es la imponente visión de un artista insobornable que, al contrario que sus coetáneos, no se veía embaucado por cantos de sirena ni promesas doradas. Los primeros pasos de Resnais iban dirigiéndose exactamente al sitio que debían dirigirse, y su mirada iba exactamente a esos sótanos en los que a nadie le gustaba mirar. Pero es que eso también es cine; y es un cine que debe ser hecho.
Saludos.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Bluegrass en Gante



Una de las películas que optaban a la categoría de habla no inglesa era la belga THE BROKEN CIRCLE BREAKDOWN, un intenso (y por qué no decirlo, insostenible) tránsito por varios cambios de registro, tantos que al film de Felix Van Groeningen lo único que le falta en sus asfixiantes dos horas es eso, un respiro. Podríamos estar hablando de un intento de mixtura entre el realismo de los hermanos Dardenne y el lirismo en tonalidades de Kaurismaki, pero esta tremebunda aproximación a ese "¡Atentos, que todo va a irse al carajo!" tiene, finalmente, toda la pinta de aquel Lars von Trier que jugaba a ser Dreyer en sus tiempos mozos. Es, sin embargo, una buena película demasiado empeñada en tocar todas las fibras sensibles, por lo que su loable mensaje termina por moralizarse en exceso y sus personajes principales, magníficamente dibujados en su primera hora, pierden peso en la segunda, y parece mentira que una tragedia tan impactante se vea perjudicada por el efecto de sus ultrasonidos. Es la historia de Elise y Didier, que luego serán Alabama y Monroe, y es la historia de su amor, del que nacerá la pequeña Maybelle. Ella se dedica a tatuar y él a tocar el banjo en una banda de bluegrass, todo parece perfecto pero la desgracia llegará de la forma más inesperada. ALABAMA MONROE (que viene a ser su segundo título) tiene una cosa muy buena, que es su directa forma de agarrar lo que le funciona; y otra no tan buena, que es el rompecabezas en el que se convierte cuando debe hilar varios motivos y, precisamente, este es un film repleto de flashbacks. O sea: Van Groeningen se perfila como un buen artesano en barro, pero como un pésimo orfebre y especialista en filigranas.
Saludos.

martes, 11 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #23



Parecía difícil de creer que Robert Siodmak languideciera de una forma tan evidente en producciones europeas sin demasiado interés sin dejar, al menos, un último título a la altura de su talento. Y sin ser una gran película, CUSTER OF THE WEST contiene momentos de una expresividad ante los que un cinéfilo no puede más que regocijarse; como si de un imposible intento de retomar el exceso visual de un Griffith se tratase, esta revisitación de la figura del general Custer se desmarca de la épica del film de Raoul Walsh y se impregna de la crudeza de carácter de su protagonista, un Robert Shaw simplemente mimético. Demasiado larga, demasiado dura, demasiado descoyuntada (una película de casi dos horas y media no debería tener estos problemas de montaje), es lo que es, un western de finales de los sesenta, con el género iniciando su declive y con Siodmak, desde hacía varios años, resignado a la incógnita de la coproducción; ésta no lo era exactamente, pero estaba rodada en Almería con la mayoría del equipo de nacionalidad española. De hecho, la fotografía corrió a cargo de Cecilio Paniagua, y reseñemos que, francamente, el "esplendoroso" Cinerama no fue su mejor aliado. De entre los grandes aciertos, yo destacaría la imponente y muy original banda sonora compuesta por el músico brasileño Bernardo Segall y el tremendo cierre, con la inefable batalla... perdón, masacre de Little Big Horn. Y luego me gustaría apuntar un par de curiosidades, como el uso del 3D... ¡sin 3D! que Siodmak se sacó de la manga en varias escenas, como la de una carreta desbocada, la huida de un soldado por un acueducto y el descarrilamiento de un tren, algo que habría hecho las delicias de Jerry Bruckheimer, sin duda. Y luego está la inexplicable elección de Jeffrey Hunter y Ty Hardin... no porque no lo hicieran bien, sino porque eran dos actores tan parecidos físicamente que supongo que hasta Siodmak le puso bigote a uno para poder diferenciarlos... ¡porque además salían juntos en todas las escenas! Por no hablar de los cinco minutos de Robert Ryan (le haría falta el dinero). En fin, título a revisitar por la razón de que es un western exótico y desconcertante y, sobre todo, porque luego ya no habría mucho más Siodmak... De hecho, terminaremos este monográfico la semana que viene.
Saludos.

lunes, 10 de marzo de 2014

Una verdad animada



De nuevo con los oscar y sus sinsentidos, no logro entender muy bien a qué se refieren con el apartado "mejor película de animación"; no sólo porque FROZEN sea más de lo mismo, papilla inocua lista para deglutir en grandes cantidades, sino porque este año había una película simplemente maravillosa. ERNEST ET CÉLESTINE nos lleva de la mano a aquella animación artesanal a la que no le hace falta ninguna vocación hiperrealista, porque su intención es otra: contar bien una historia y llegarnos al corazón sin sensiblerías, tengamos la edad que tengamos. Ernest es un oso bohemio que pasa mucha hambre porque su oficio de hombre orquesta ambulante no le da para llenar la barriga; Célestine es un intrépida ratoncita que se resiste a creer los terribles cuentos sobre osos feroces que viven en la parte de arriba, porque Célestine cree que ella puede llegar a ser amiga de un oso. Y así transitamos, en un mundo, el de arriba, donde el gran negocio consiste en tener una tienda de dulces y, justo enfrente, otra de dientes de recambio; mientras, abajo, los ratones han creado una sociedad basada en la recolección de los dientes de oso para que su legión de dentistas proporcione recambios asegurados. El encuentro entre Ernest y Célestine, su camaradería al estar ambos fuera de sus respectivos "sistemas", es una bella historia de amor y compromiso que contiene un mensaje sanísimo para los chavales de hoy en día: Yo seré un gigantesco oso y tú una minúscula ratoncita, pero ambos tenemos un corazón que late acompasado al entendimiento mutuo. Además, qué descanso para los ojos todas esas suaves líneas de color pastel, cómo echábamos de menos una película de animación sin agresividad ni estridencias. Y qué magnífico actor es Lambert Wilson, pasará mucho tiempo hasta que nos podamos sacar de la cabeza su recreación de este oso tierno y bonachón.
Absolutamente maravillosa.
Saludos.

domingo, 9 de marzo de 2014

Rincón del freak #146: ¿Está usted ahí, Mr. Shyamalan?... ¿Puede oírme?



Otra de las películas que arrasaron en los razzies fue AFTER EARTH, un producto controlado y diseñado por Will Smith & Co. y que olía mal desde su preestreno. Nadie podía entender cómo aquel buen director que una vez fue M. Night Shyamalan iba a tropezar con la misma piedra de aquella ininteligible AIRBENDER. Pero así fue, y la película es lo que es, un aburrimiento repleto de tópicos a cual más manido y con un mensaje implícito que le resta cualquier posibilidad de redención como producto comercial de entretenimiento. Con toda la poca vergüenza del mundo, todo elemento exterior desaparece y en escena queda únicamente Jaden Smith rodeado de muñequitos digitales; al otro lado de la línea, con una gravedad que ni le corresponde ni se la cree, Will Smith, el antes conocido como caricato oficial del reino, pretende convencernos de que tiene alguna capacidad dramática para interpretar sin moverse... y no. Un dato: si la ponen en el minuto 83 tendrán la misma sensación que si la ven entera y de corrido. Y me jugaría el cuello a que el hilo musical perpetrado por James Newton Howard (quién si no) es un bucle sonoro repetido hasta el infinito por una computadora.
Aún sigo dándole vueltas al sentido de esta película, pero la verdad es que me da miedo toparme con algo aún peor que su terrible guion.
Saludos.

sábado, 8 de marzo de 2014

El infierno. Los otros



No entiendo la nominación de THE ACT OF KILLING para los oscar como mejor largometraje documental. Si nominas un trabajo tan poderoso e implacable como éste es para darle el premio y cerrar el buzón de sugerencias; y ponerle al lado una agradable y complaciente all ages como A 20 PASOS DE LA FAMA, y darle el premio, y enterrar lo que hay en estas casi tres horas (vean el uncut o no vean nada)... como que no. El documental de Joshua Oppenheimer es un desquiciado descenso al horror de ahí al lado, y parece mentira que casi nadie se haya enterado de nada, porque lo que pasó en Indonesia hace cuarenta años fue infinitamente peor que lo peor que hiciese el diabólico Saddam Hussein, por poner un ejemplo reciente. En Indonesia se mataron a 2.500.000 personas por el ejército paramilitar que dio el poder al general Suharto. "Comunistas", los llamaban; como si les hubiesen puesto "ciclistas" o "encofradores". Porque daba igual todo aquello, porque lo que ocurrió en la idílica Indonesia fue un genocidio en el que ningún salvador del mundo metió las narices (¿les suena de algo Vietnam?), con la unica intención de instaurar un régimen de control absoluto revestido con oropeles de libertad neocolonialista. Es decir: la mayoría vive en la miseria y la minoría hace lo que le sale de los huevos. Pero enfocando la atención al documental en sí, la palabra que me viene insistentemente es "incomodidad", la misma que recorre cada fotograma de su diabólico entramado. La propuesta no puede ser más retorcida: filmar a algunos de los antiguos líderes del sanguinario movimiento y hacerles creer que van a protagonizar una película en la que quedarán inmortalizados como los héroes liberadores de su nación, oprimida por los comunistas. Así, lo que vemos es a los asesinos actuando con toda naturalidad ante nosotros, soñando con llegar a Hollywood (¿acaso no lo han logrado de alguna manera?) y escenificando sus terribles métodos de tortura y exterminio.
Puede que a Oppenheimer se le vaya la mano en algunos momentos casi oníricos (esas coreografías llenas de colorido...), lo que le ha granjeado no pocas críticas acerca de su discutible tratamiento de la moralidad en un asunto tan espinoso como éste; pero no es menos cierto que, antes de él, el glorioso y magnánimo Occidente había estado mirando para otro lado, mientras existía un país donde los locos llevaban décadas construyendo un infierno sobre la Tierra. Pero claro, son "los otros"...
Brutal, terrorífica y muy pero que muy inteligente.
Saludos.

viernes, 7 de marzo de 2014

Una mujer bajo la mentira



En BLUE JASMINE, Woody Allen intenta acercarse a John Cassavetes. Con todas sus fuerzas. Desgraciadamente no lo logra, pero esto de ninguna manera lastra los dos grandes sustentos de esta estupenda película; estupenda por entretenida, dinámica e incluso, por momentos, divertida dentro de su ponzoñosa trama. Lo primero que llama la atención es que por fin Allen parece haberse dado cuenta de lo poco que se parece este mundo al que él solía retratar tan bien hace treinta o cuarenta años, y un buen artista, un cineasta que no pretenda arrogarse la incesante infamia de ser "cronista de su tiempo" (y Allen sólo lo ha sido en los aspectos que él ha sabido manejar) no puede caer en los engaños que su ego le dicte, sino que su observación y posterior disección de un "estado de las cosas" en constante cambio le llevará a su propio cambio personal. En vez de creerse capaz de resolver cualquier asunto, BLUE JASMINE pone de manifiesto que el que va a quedarse atrás no será el que no posea cuentas millonarias, sino el que no sepa disfrutar de sus pequeños momentos de felicidad. Pero nos quedaríamos muy cortos si no hablásemos de Cate Blanchett; no sólo por su, creo yo, incontestable premio, sino por su capacidad para reinventarse, ofrecer cualquier variedad de registros, llevarlos al extremo y, aun así, resultar creíble. Blanchett es Jasmine, que vendió su alma al diablo de las finanzas fraudulentas y luego, cuando todo se fue al carajo, llegó al "terrible" purgatorio de ser normal. Demasiado tarde, porque este es un prototipo de persona neurasténico-histérica, incapaz de empatizar y con un egoísmo que la deja fuera de todo análisis objetivo. Jasmine es casi la Mabel cassavetiana, pero su desequilibrio alberga otra cosa, aún más terrible y despiadada; no el film, notablemente inferior a la obra maestra erigida en torno a la magistral interpretación de Gena Rowlands (de la que Blanchett extrae no pocos elementos), pero sí por la inteligente particularización que Allen hace del mundo tras el desenmascaramiento de las sanguijuelas que nos han llevado a esto que ahora conocemos como "crisis financiera". Por supuesto que hay películas infinitamente más agudas y reveladoras sobre este tema, pero no deja de tener su importancia que un director inevitablemente en su propio final de trayecto tenga este tipo de consideraciones, y que además sea ésta una de sus mejores (recientes) películas.
Saludos.

jueves, 6 de marzo de 2014

Alain Resnais: Tributo a un maestro #1



A Alain Resnais le ha sorprendido la muerte trabajando. Este mismo año presentaba su última película, rodeado de sus actores, su mujer, sus amigos y admiradores. En una frase, Resnais fue uno de los principales mentores de la nouvelle vague sin estar decididamente dentro de un movimiento, ni ninguna otra corriente. Ni por edad, ni por convicciones, ni, sobre todo, por su compromiso intelectual, podía acotarse ni restringirse; por ello su cine fue siempre tan fascinante y revelador, un cine que nacía con una sola vocación: instruir. Como nuestro maestro, aquí está su merecido tributo que abarcará su completa filmografía, exceptuando sólo los films ya comentados en este cuaderno con anterioridad.
Tras sus famosas "visitas", rodadas de manera artesanal durante todo un año, Resnais acometió su primera obra de envergadura, una semblanza en apenas veinte minutos del pintor Vincent Van Gogh con el único apoyo de las mismas pinturas del genial artista holandés, abarcando sus inicios, su progresiva locura, el ingreso en el manicomio de Saint-Rémy y cómo toda su intensa experiencia vital influyó de manera notoria en su obra, só valorada muy a posteriori.
Casi en el estrato definitorio y filológico de Straub y Huillet, Resnais modula la voz del actor Claude Dauphin en cotas de dramatismo sorprendentes para, seguidamente, narrar con tono neutro. Además, uno de los aspectos más polémicos (e interesantes) de este audaz corto (aunque no sería la última vez que Resnais lo haría) es el uso del Blanco y Negro para, precisamente, enfatizar la importancia del uso del color en la obra de Van Gogh. Un hito de poderosa factura visual y un trabajo que, enfrascados como estamos en los premios de la Academia norteamericana, nos viene al pelo, ya que obtuvo el oscar al mejor cortometraje en 1950.
Saludos.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Depende...



Depende de qué aspecto de una historia sea el que estemos buscando, así nos caerá una película tan indigesta como CAPTAIN PHILLIPS, de la que no consigo sacar un diagnóstico claro sobre por qué se ha ido de vacío en los oscar, con lo que le gusta al público norteamericano este tipo de historias... Y ya lo he dicho, pero ¿exactamente qué tipo de historia es ésta? Una "basada en hechos reales", desde luego; lo tenemos grabado a fuego desde que Paul Greengrass, menos inspirado que en otras ocasiones, abre bochornosamente su "película"... ¿o deberíamos decir "versión"? ¿Qué aporta una intro insustancial aunque reveladora en cuanto que pone en situación, en pocos segundos, a cualquier espectador? Yo creo que marcar las distancias, porque lo que va a venir después ya lo sabemos, y la realidad (afortunadamente) no es tan segmentadora como dos horas y cuarto de tensión creciente. Lo malo es que un tufillo ultrapatriotero asoma a cada fotograma, y a este director le interesa poco plantear preguntas para que seamos nosotros quienes intentemos resolverlas, prefiere panoramas solemnes y marciales, sin resquicios para el debate. Todo muy bien filmado, eso sí, con un despliegue interminable de poderes (como el muy eficaz ejército americano) y con unos personajes de una sola pieza, comenzando con un Tom Hanks en su salsa y constantemente intentando convencernos de que lo que vemos en pantalla no es una multioscarizada estrella. Esto no es UNITED 93, aunque lo parezca, sino un telefilm de gran presupuesto y que busca obsesivamente un verismo que, insisto, no sé explicar muy bien por qué se torna tan en su contra y termina enseñando las costuras. Pero como depende de qué estemos buscando, si sólo queremos ver una película entretenida, sí, ésta lo es. Así que ustedes mismos.
Saludos.

martes, 4 de marzo de 2014

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #22



En DER SCHATZ DER AZTEKEN, de 1965 y también hipercoproducida para la CCC, encontramos quizá al Siodmak más flojo y desganado, a lo mejor con pequeñas contribuciones sólo para ojos muy entrenados (el gusto por forzar a los actores en escenas largas; los elegantísimos movimientos de cámara...), pero nada de ello consigue hacer despegar un film desquiciado y muy vendido a un extraño semikitsch de mueble bar. Yo he leído a Karl May y solía ser un autor pulcro y riguroso incluso en su mojigatería formal, pero de ahí a inventarse un supuesto reducto azteca en el interior de un volcán, para seguidamente llevarnos nada menos que ante... ¡el presidente Lincoln!, es demasiado. La excusa es el viaje del inclasificable Dr. Sternau (un impenitente Lex Barker), que cura a la gente a puñetazos, al México de Maximiliano para... para... anyway... El caso es que hay bailes regionales (yo diría que tirando a flamencoides), Ralf Wolter hace otra vez de graciosete con sombrero raro, hay un azteca rubio que habla alemán... ¿?... y unas noches americanas que no se las salta un galgo. Además (y esto sí es grave), da lastimilla escuchar cómo Erwin Halletz intenta disimular con semicorcheas que ha copiado un importante tanto por ciento de la magistral partitura de Elmer Bernstein... ¿Adivinan cuál?
Yo a Siodmak le perdono cualquier cosa, pero desde aquí aprovecho para hacer un llamamiento a distribuidores para que se pongan manos a la obra con el material preferentemente francés, en su mayoría descatalogado, y que contiene joyas que casi nadie ha visto. Ahí queda eso.
Saludos.

lunes, 3 de marzo de 2014

La dificultad de ser sutil en estos tiempos



¿Quién sería Llewyn Davis en esta época de supuesta crisis en la que ningún cantante pasa hambre? Eso parecen preguntar los hermanos Coen desde el lado oscuro de los focos, donde se instala esta pesimista y a ratos incluso desagradable película; tan fuera de cualquier jolgorio, tan poco condescendiente consigo misma, que si no fuera por el nombre de sus creadores no creo que hubiese obtenido ni sus dos irrisorias nominaciones (fotografía y sonido). Y me cuesta digerir que una película tan teledirigida como NO ES PAÍS PARA VIEJOS fuese una conmoción y INSIDE LLEWYN DAVIS vaya a quedar en el fondo de armario de los Coen ¿Por qué? Pues porque INSIDE..., por encima de sus complejos personajes, por encima de su sombrío y taciturno mensaje o por encima de su exquisita puesta en escena, nos devuelve la fe en ese gastado axioma que predica que en cada pequeño rincón de esta miserable existencia aún hay millones de historias esperando a ser encontradas. Y los Coen consiguen disparar en múltiples direcciones la desesperante epopeya de este trasunto de Nick Drake mucho antes de que la figura del cantautor insobornable y atormentado atrayese a nadie; porque mucho antes de que Llewyn Davis vea con el rabillo del ojo cómo un gangoso muchachito de Minnesota se encorva sobre una harmónica, lo único que ha recibido es indiferencia, negativas, burlas y hasta violencia. Davis es el mártir necesario para que los que sí tuvieron suerte un poco más tarde, pudieran empezar a escribir con resplandecientes letras de oro. Luego podemos hablar de la película, de si Oscar Isaac consigue un hito al componer un antihéroe repleto de ternura (y no ternurismo), o si los fabulosos momentos musicales llegan exactamente cuando tienen que llegar, que es cuando menos los esperas. Podemos hablar de qué coño nos importan aquella lejanísima bohemia del Village, pero nada de eso nos apartará de la que es, por derecho propio, una de las mejores películas de los hermanos Coen.
Por cierto, atentos a este nombre: Garrett Hedlund.
Saludos.

domingo, 2 de marzo de 2014

Rincón del freak #145: No provoca el que quiere, sino el que puede (o: la moneda la cambia el que la tiene)



La carrera por los oscar culmina esta noche/madrugada con la esperada ceremonia, de la que daremos cuenta a partir de mañana, pero hoy le toca a la trastienda del glamour hollywoodense, los razzies, que arrojan una desoladora problemática (si es que ello es posible). Y es que, más allá de que las (pocas) películas que van a competir (es un decir) por el dudoso honor de ser la peor película de la temporada sean efectivamente horrendas, para mí es significativo que ni siquiera se traten de títulos conocidos, lo que creo que es una nueva vuelta de tuerca hacia el conservadurismo imperante en la industria norteamericana. No es que lo que supuestamente es "comercial" sea ridiculizado con más o menos mala baba, sino que casi hablaríamos de un nuevo concepto de película: La candidata consciente al razzie.
Una de ellas es MOVIE 43, un absurdo artefacto fagocitado por el sistema, incapaz de escandalizarse de nada que no sea el batacazo económico, y que es poco menos que una delirante sucesión de sketches inconexos con un solo lema en común: a ver quién la dice más gorda. En la era de Internet, donde lo más zafio y degradante (y real) se halla a un estúpido clic de distancia de nuestros confortables hogares, debe ser complicado provocar algo más allá de una indiferencia minada de estentóreos ataques de incomprensión. Aunque la cosa tiene su miga, porque cuenta la leyenda que este sinsentido tiene su origen en una loca noche de borrachera en la que esos descerebrados que son los Farrelly convencieron a Hugh Jackman (cualquiera sabe cómo) para que firmara un contrato sin saber qué diablos sería. No sé si será verdad, pero tiene sentido que si grandes estrellas de Hollywood como Richard Gere, Kate Winslet, Naomi Watts, Uma Thurman, Halle Berry o Dennis Quaid (por citar algunos) se han adherido a una idiotez como ésta lo hayan hecho picando algún ingenioso anzuelo... En fin, la película tiene poca gracia porque su inventiva consiste en un humor grosero, cuando no directamente escatológico, y me niego a reproducir aquí algunos momentos francamente bochornosos. Si acaso, tenía su gracia el segmento de la imagen, donde el pobre Robin se las verá canutas para ligar con Supergirl por culpa de quién creen ustedes... En fin, que es muy mala y si gana será un premio absolutamente merecido. Hala.
Saludos.

sábado, 1 de marzo de 2014

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #16



WOORI SUNHEE (OUR SUNHI), de Hong Sang-soo. Y la vemos empezar y la rueda se pone otra vez a funcionar. La segunda película rodada por el director coreano el año pasado empieza, cómo no, con un encuentro: Sunhi, díscola estudiante de cine que planea largarse a Yanquilandia para no dar ni golpe, se encuentra con un antiguo profesor suyo y le pide una carta de recomendación. Luego se va a un sitio donde venden pollo frito a ponerse ciega de birras, y desde la ventana ve a otro trasunto de director de cine (porque ha hecho una película y nadie la ha visto). Más tarde, este tipo se va a buscar a un amigo suyo que también dice que se dedica a lo de las películas, pero que en realidad no hace nada; los dos se encuentran en otra taberna y venga brindar con soju y fumar y echarse cosas en cara. Después es la propia Sunhi la que se encuentra con este último y le dará dos o tres besos etílicos bajo un paraguas transparente, aunque antes ya se había enrollado con el otro y además le había dado esperanzas al maduro profesor, con la condición de que le redactara otra carta de recomendación "más conveniente". Podríamos ubicar a estos tres personajes masculinos, bastante patéticos, con edades de unos 30, 40 y 50 años, y a la terrible Sunhi como veinteañera, por lo que (con su habitual urdimbre de senos y cosenos) Hong Sang-soo nos propone una reflexión certera sobre cómo, por muy complicados que deseemos aparentar, finalmente todos estamos regidos por nuestros impulsos, y da igual la edad o la posición. Eso y el pollo frito con soju, claro...
Esperaremos a la próxima...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!