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miércoles, 28 de octubre de 2020

La forma nada más


 

La última película de Takashi Miike se titula HATSUKOI (PRIMER AMOR)..., aunque me soplan que el incontinente director nipón ya ha completado otro largo y una serie... Madre del amor hermoso, como para esperar que se ponga en huelga. Yo de Miike he hablado algo aquí, no mucho, no tanto, pero supongo que lo suficiente como para desconfiar de que cualquier cosa que haga vaya a gustarme por decreto, e incluso más bien al contrario. En este caso, esta desquiciada historia es lo suficientemente entretenida y alocada para mantener el interés sin caer en ninguna pedantería. Como si de un Tarantino elevado al cubo se tratase, en esencia se trata de una trama de lo más convencional, pero con el equipo hasta las cejas de speed. El protagonista es un joven boxeador, con más derrotas que victorias, que además recibe la fatídica noticia de que tiene un tumor en el cerebro, y no le queda mucho tiempo de vida. En paralelo, se nos cuenta una trama entre la yakuza y las tríadas chinas, que pugnan por hacerse con el control del tráfico de drogas en Tokyo. Lo más interesante del film ocurre aquí, mientras desentrañamos qué diablos pinta cada personaje, o por qué unos persiguen a otros; y en un momento dado, el boxeador se topa con una joven drogadicta que huye de los tipos que la prostituyen, lo que desencadena una segunda mitad en la que Miike ya se relame de gusto ante la perspectiva de filmar cualquier idea que podamos imaginar. Es decir, que lo que parecía un thriller se convierte en un film de acción trepidante, que no da pausa al espectador más avisado. Desde luego, es un manjar para los incondicionales de este señor, pero tanta burrada junta puede llegar a saturar. Una imagen que no puedes quitarte de la cabeza: un señor japonés, en calzoncillos, bailando en un vagón de metro... Puro Takashi Miike...
Saludos.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Siempre en pie



El cine de Takashi Miike, ustedes lo saben, yo lo sé, es torrencial, excesivo, indomable y augustamente irregular. Capaz de lo mejor y de lo peor, y sin que un batacazo se note (rodando hasta cuatro películas al año es más factible), Miike congrega como nadie a fanáticos y detractores por igual, sin que parezca que esto vaya a detener su hemorragia creativa. Si hace escasas semanas estuve comentando uno de sus habituales desbarres, hoy toca uno de sus títulos mayores, o al menos a mí me parece que lo será en cuanto pase algo de tiempo y perspectiva. MUGEN NO JÛNIN (LA ESPADA DEL INMORTAL) está basada en el sangriento manga de Hiroaki Samura, otro excesivo que convoca en su amalgama visual una fascinante pureza de líneas y una desconcertante tendencia hacia el desmembramiento continuo, y que encuentra en Miike al perfecto trasladante de esta barbaridad en torno a un samurái renegado que huye del pasado junto a su hermana pequeña y asiste impotente al asesinato de la misma, jurando eterna venganza y asesinando allí mismo a más de 100 hombres, de donde sacará su terrible apodo. Justo cuando cae derrotado, una bruja le ofrece la vida eterna antes de morir; sean cuales sean sus heridas, éstas se cerrarán, sus miembros volverán a unirse y "el asesino de cien hombres" podrá continuar su sangriento juramento.
Es cierto que sus dos horas y media llegan a embotar hasta al aficionado más avisado, y que no es fácil seguir el enciclopédico listado de nombres, clanes, escuelas de samuráis y conjugarlo con unas escenas de lucha interminablemente crudas y explícitamente desagradables. Hay para todo, porque contiene momentos de bostezo junto a otros (como la larga suite inicial, filmada en exquisito blanco y negro) de una intensa belleza. No es para todos los paladares, ni se presta a más de un visionado, pero es un film que puede tener su hueco en alguna que otra vacación antinavideña...
Saludos.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Rincón del freak #291: Nacen... se reproducen... y, con Cucal, mueren...



Sí, amigos, porque si la semana pasada eran avispas humanas dispuestas a reventar el heteropatriarcado a base de aguijonazos, lo de hoy no tiene desperdicio. Basada en un manga original de Sasuga y Tachibana, TERRA FORMARS se sustenta en la delirante idea de la colonización de Marte para evitar la superpoblación en la Tierra. Nada que no hayamos visto antes, pero la gracia aquí proviene de que la transformación del planeta rojo en un hábitat adecuado necesitaba nada menos que un proceso de 500 años tras enviar a las dos especies más resistentes del mundo: el musgo y las cucarachas. Pasado ese tiempo, Marte se puede habitar... excepto por un pequeño detalle: las cucarachas han evolucionado tanto que se han convertido en unos humanoides que mezclan lo mejor de humanos e insectos, y que ahora suponen un problema que hay que erradicar. En fin, que estamos ante un film de Takashi Miike, un director más prolífico que las cucarachas reproduciéndose, y al que es imposible seguir la pista si no es a salto de mata, ya que suele alternar producciones más "serias" con barrabasadas como ésta, un insólito cruce entre los Power Rangers y Alien (por decir algo), en el que los protagonistas son un grupo de condenados a muerte a los que se les otorga el poder de mutar en diversos insectos, adquiriendo sus propiedades genéticas. Al principio no está mal del todo, y tiene su gracia el primer encuentro con estas cucarachas gigantes, pero luego Miike hace de las suyas y lo convierte todo en un sinsentido al que le canta la preproducción y que encierra dos incógnitas: ¿Qué hace Rinko Kikuchi aquí?... ¿Por qué seguimos viendo estas cosas?...
Saludos.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Los dioses cabroncetes



En un principio, esta película debería ir mañana, pero no; porque la de mañana es mucho peor, así de claro. De hecho, y sin esperarlo siquiera, me encuentro viendo una película de la vasta filmografía del ínclito Takashi Miike y van pasando los minutos... y me gusta. KAMISAMA NO IU TÔRI (algo así como LO QUE LOS DIOSES QUIERAN) es una especie de videojuego elevado a la máxima potencia, algo que con su dosis de cachondeo resulta de lo más divertido, porque en vez de afrontar la incapacidad de un guionista para desarrollar una narrativa convincente, lo que lleva a la mayoría del cine comercial actual a lucir exactamente como un videojuego, el guion de Hiroyuki Yatsu lo hace a la inversa: borra cualquier rastro psicológico y transforma cada elemento del film en una bola de pinball con sentimientos, aunque éstos se reduzcan al miedo o el enfado. Así que no os rasquéis la cabeza si os choca el apabullante arranque, un juego sospechosamente parecido al de "el escondite inglés", solo que si el tipo de arriba se da la vuelta... En fin, mucha sangre, violencia y colegialas en uniforme, y todo para explicar que los jóvenes de todo el mundo llevan una vida de aburrimiento y hastío, por lo que le ruegan insistentemente a dios que les dé la oportunidad de tener un poco de diversión; la respuesta es que todos los institutos del mundo (lo juro) quedan cerrados a cal y canto, y los dioses, juguetones ellos, les van a poner una serie de pruebas, a cual más mortífera y sangrienta... hasta que sólo quede uno. E insisto, así leído parece una patochada, pero con un cubo de palomitas (virtual en mi caso) es una película muy entretenida y disfrutable. En Sitges así lo atestiguaron...
Saludos.

jueves, 9 de mayo de 2013

Perlas ensangrentadas



Ocurre que el llamado J-horror (pelis de miedo hechas en japón de un tiempo a esta parte) se ha convertido en una imparable y a veces discutible franquicia; de igual forma, el director Takashi Miike es una máquina de fabricar películas de la más diversa índole, y cómo no, alguna de terrorle ha tocado hacer de vez en cuando. Así las cosas, no es difícil perderse en ambos océanos, confundir motivos o productos y apazguatarlos todos en una masa informe llamada (o yo creo que es así) "Telol amalillo". Tiemblen, sí, porque hay que estar muy informado y dispuesto (aparte de almacenar toneladas de tiempo libre) para deambular con un paso lo suficientemente firme como para toparse con esa anhelada joyita que refulge con entidad propia por encima de las fotocopias de consciente manufacturación. Sí, me estoy refiriendo a ÔDISHON, que sin inventar nada que no hayamos visto antes o despues (está filmada en 1999), es capaz de concretar en sus dos horas todas y cada una de las constantes de este subgénero y, en lugar de aglutinarlas sin compasión, Miike consigue la heroicidad de hacer inteligible lo que estamos viendo, horrorizar al más pintado con un sadismo francamente salvaje y además tirar de un plausible tono anticlimático durante la primera hora del film, que, de no saber qué paño nos ofrecen, diríamos de profunda melancolía. No es que su argumento sea la repera, pero contiene tantos sofismas tanbien defendidos que, al menos yo, poco sospechoso (creo) de embriagues tardohelicoidales, la sigo recomendando como de lo mejorcito de este señor junto a la de los samuráis. Y, sí, es mejor para quien no la haya visto aún desconocer su sinopsis. Es más chachi así.
Saludos en Mi Bemol.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Rincón del freak #38: Jekyll, Hyde y todos los demás... mientras quepan...



Sí, hombre; si es que hace nada estábamos aquí hablando de las bondades del último film de Takashi Miike (bueno, a su ritmo de trabajo ya debe haber estrenado otra...), de su sorprendente fidelidad a los grandes maestros clásicos y de su templado pulso para filmar una historia en la que lo normal es que se disparen los desmanes por doquier. Vale, es Takashi Miike, así que... ¿qué esperaban? Con el buen sabor de boca coleando aún en el paladar, me dispuse a ver YATTERMAN (YATTÂMAN en nipón), que por lo visto está basado en un manga de hace algunos años, lo cual me da exactamente igual porque si veo una película sólo espero que me ofrezcan algo de cine. En lugar de ello, Miike le da la cámara al guacamayo de su vecino y le encarga los diálogos al agente de Belén Esteban. Esto es (transcribo de FilmAffinity): "Turboperros, cybercalamares, marabuntas mecánicas, chanquetes voladores, megarobots de cocina y más cachivaches electrónicos que el Inspector Gadget... Cuando uno cree que ya lo ha visto todo aparece Takashi Miike en el horizonte y revienta la platea con otra bomba de nitroglicerina visual. Y es que en esta fiel adaptación de la popular serie animada de los setenta todo es bio, cyber y mecha menos la ultrasexy Doronjo, archienemiga de Yatterchico y Yatterchica, los superhéroes de este monumental desenfreno juguetegráfico en el que reinan la histeria, los chistes subidos de tono y una imaginación que no es de este mundo".
En fin, nunca lo había hecho; los que siguen este blog saben que el material que van a leer es 100% autóctono, pero es que no he podido resistirme, porque si estás durante casi dos horas pensando que te están tomando el pelo, la verdad, seamos francos, en lo último que te fijas es en cómo coño se puede tener la caradura de poner monstruitos de goma reventando edificios de atrezzo una vez más... otra vez más... por enésima vez. Y por enésima vez nos la han colado, compañero; nos creemos que todo el monte es orégano y, claro, a cuatro películas por año es imposible mantener un mínimo de calidad.
No sé, véanla sólo si han decidido amplificar su más oscuro lado masoquista. Absténgase el resto de la humanidad.
Saludos en conserva.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Así, sí



He sido el primero en criticar muchas veces el el paroxismo fílmico del incesante Takashi Miike, normalmente más preocupado en no cesar la producción que en mantener ciertas constantes de calidad. Fundamentalmente, lo que menos me gusta de su cine es una innovación que no es tal, sino que huele más a batiburrillo, a refritos indiscriminados de standards del género que toca cada vez, porque, eso sí, a ecléctico no hay quien gane al director japonés. Sin embargo, y no sé si por redención o madurez, Miike parece haber claudicado a los parabienes del clasicismo más rotundo; esperemos que dure para un futuro inmediato, al menos en esta 13-NIN NO SHIKAKU (13 ASESINOS en español), parece haberlo logrado. 13 ASESINOS arrasó en Venecia y Sitges, convenció a la crítica y dejó con un palmo de narices al público más palomitero-hollywoodense con su mezcla de rigor y salvajismo, muy a lo Kurosawa, muy a lo Peckinpah. A mí me da igual que se trate de un remake (Eiichi Kudo), que las correspondencias con el film de Kurosawa (aun con seis samuráis más) sean evidentes. Porque Miike decide que los actores deben actuar (y vaya si lo hacen), sin más aspavientos que los estrictamente necesarios; y que el guión ha de seguir una lógica que conduzca toda la trama a lo largo de dos horas que nunca se hacen pesadas. Es cierto que, si atendemos a la evidente escision en dos partes que el film sufre más o menos en su ecuador, la segunda parte es espectacular, puro nervio; pero no lo es menos que Miike prepara concienzudamente al "espectador que todo lo ha visto" a lo largo de un primer segmento que resulta insólito por su sobriedad y ergonomía de medios. 13 ASESINOS es cine de acción, no confundamos los términos por un exceso de celo, pero una acción en puro equilibrio, donde los personajes también se cansan y las vibraciones las vamos sintiendo con cada espadazo, mientras las ropas aparecen cada vez más manchadas de barro y sangre. No veremos aquí a lo que Hollywood entiende por héroes, sino a un grupo de hombres abnegados, que aceptan su fatal destino porque será la única oportunidad que tendrán de detener a un hombre sin alma (pocas veces se ha visto un tipo tan malvado y despiadado como el señor Naritsugu) que se dirige hacia su imparable ascenso al poder.
Lo dicho, para mí una inesperada sorpresa y una de las películas más entretenidas que he visto últimamente.
Saludos del Shogunato.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Descuartiza que algo queda

Antes que nada, debo confesar que la terminología usada comúnmente en la reciente hornada de películas japonesas me es prácticamente desconocida, así que si empiezan con los típicos comentarios que incluyen palabras como Josei, Dojinshi o Meganekko, les advierto que estoy menos puesto que una bufanda cuadrada...
La cosa es que, de vez en cuando, uno no puede evitar dejar de lado sus gustos "oficiales" y adentrarse un poco en este mundo; y me refiero, claro, a las adaptaciones cinematográficas de comics manga. Y uno de los últimos que he visto ha sido ICHI THE KILLER, que Takashi Miike, ese hombre que ni come ni duerme (sólo rueda), extrajo del cómic homónimo de Hideo Yamamoto, otro que tal baila. Y... bueno, bueno, bueno... ¿cómo empezaría? Podría citar su impactante expresionismo visual, su poesía de la violencia, su insólito y variopinto retrato de personajes o su declamación cromática sobre la venganza... Sí, sí, sí... cuatro zanguangos... cuatro mangurrianes dándose de hostias y riéndose; y que luego se cortan en pedacitos... que digo yo que si se cortan desde el principio nos ahorran ver un montón de orientales sufriendo, que es el equivalente a El Fary en su "apogeo del torito guapo"... Puedo ver un montón de caras (bueno, serán tres o cuatro) enfurecidas al leer esto, pero es que la vi el otro día y no me enteré de nada, sólo me reí un poquito al final, cuando el protagonista se quita las grapas que lleva en los carrillos (vulgo mejillas) y... No, no les cuento nada. Así que aquí estamos, ante un montón de sangre, de vísceras, de pistolas, katanas y escaparates rotos... y no es Tarantino, no... ¿Qué pasa hoy día con el cine?
Saludos de un tipo que el otro día perdió dos horas de su vida.

lunes, 6 de julio de 2009

Suavemente me mata...

Hoy, tras dos merecidos días de descanso, voy a dar una nueva versión de mí mismo. Voy a demostrar varias cosas que parecían indemostrables. Que puedo hablar muy bien sobre cine oriental; incluso cine oriental del que quiere dar miedito; incluso de cineastas coreanos... o más o menos.
El artefacto capaz de obrar tamaña perversión intelectual es un curioso film firmado por tres directores y que se estrenó hace unos cinco años. Su nombre global: THREE EXTREMES.




En el primer capítulo, llamado Dumplings, el hongkonés Fruit Chan, director habitualmente insoportable y soporífero, entrega un "sabroso" mediometraje donde se cruza la tradición macabra de Poe con un insano gusto por lo escatológico. La trama, muy sencilla: Una señora adinerada acude a un barrio miserable donde se dice que hay una mujer que tiene una receta para la eterna juventud. La receta son los dichosos "dumplings", una especie de empanadillas albinas que crujen y que la buena señora (muy buena, por cierto) prepara en su misma casa. La sorpresa (bastante desagradable, por cierto) viene dada cuando la clienta descubre el misterioso relleno de las empanadillas... No cuento nada, pero concluyo con lo importante, que es haber visto al fin un trabajo dinámico y refrescante de este tipo, autor de barrabasadas tales como ese par de trilogías, de las que no conozco nadie que las haya visto enteras.





En el segundo segmento, titulado Cut, también temíame lo peor; nada menos que mi "adorado" Park Chan-wook, del que ya me sé de memoria hasta el nombre y apellidos. Es el más flojo de los tres, pero aun así, he de decir que me sorprendió el alarde de paciencia de este habitual del histerismo fílmico. Con un magnífico trabajo de puesta en escena, reducido a una sola habitación, el coreano comienza su relato de forma fascinante, con un recurso de "cine dentro del cine dentro de..." que tiene su continuación en un cuadro típico, por ejemplo, y para orientarnos, de la serie SAW; donde un tipo es obligado por un majara a cometer una serie de atrocidades para salvar los deditos de su novia, que es pianista. Todo muy calculado y muy retorcido, hará las delicias de los amantes de este tipo de cine. Yo, sinceramente, creo que es de lo mejorcito de su excesivo director






Pero lo mejor estaba aún por llegar. No soy seguidor del prolifiquísimo (más de tres pelis por año) Takashi Miike, ni sé exactamente cuáles son los parámetros de su cine, ni la calidad que le es atribuida por su legión de entusiastas. El caso es que su episodio de este todo, titulado Box, es una extrañísima y delicada pieza de cámara de la que no sabemos nada mientras transcurre, ni nos importa. Sólo vamos dejándonos llevar por esa atmósfera de ensoñación mientras observamos a una misteriosa escritora que entrega un manuscrito, una especie de sueño recurrente donde aparece un pequeño circo en medio de la nieve; un espectáculo igualmente extraño y delicado, con dos bailarinas de cortísima edad y un señor enmascarado que oficia trucos de magia en base a una caja. No intenten buscarle un sentido, da igual. Yo me quedé fascinado por esa manera de filmar tan marciana y con una narrativa en la que nada es lo que parece y sueño, realidad y pesadilla marchan de la mano, sin quedar nunca claro cuál es cuál. Por cierto, el final... el final es caso aparte. UNA BRUTALIDAD... Estoy abierto a sugerencias, porque en menos de media hora yo le había dado no menos de cinco significados diferentes.


Saludos por triplicado.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!