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viernes, 25 de marzo de 2016

Un suplicio interminable



Sigamos con los oscar. THE REVENANT es una película muy larga acerca de un tipo al que no le pueden pasar más cosas. Hay mucha nieve, salen caballos despanzurrados y todo el mundo está muy sucio, pero eso es normal, no pasa nada. Hay un oso y unos indios, y no se sabe quién es más malo, seguro que menos Di Caprio cualquiera. Como la película dura un huevo, Iñárritu (que no se explica el oscar a mejor director) pone cohetes en los árboles y hace girar la cámara para que lo veamos; y en esta película salen muchos árboles, desde abajo, desde arriba, de frente... En un momento dado me doy cuenta de que el malo es Tom Hardy, al que yo pensaba que era imposible dirigirlo como la mierda, pero sí. Y ahora ya en serio, por supuesto que le otorgo todo el mérito a los sufridos cámaras, y a un trabajo de producción mastodóntico. La pregunta es: ¿pero para qué?... ¿Por qué tan larga que si miras a otro lado un par de minutos no te has perdido nada? Esta película, ustedes lo saben, ya fue hecha antes, con Richard Harris como protagonista y bastante más corta, y sin el rollo de los mantras ni las escenas oníricas, tan sólo un tipo destrozado al que dan por muerto y que vuelve para vengarse. E insisto. Si fuese un pelín más corta sería mucho más disfrutable.
Saludos

domingo, 15 de marzo de 2015

Rincón del freak #188: Ariadna en su laberinto



Me preguntan desde el otro lado. "¿Pero hoy no es Domingo?"... Sí, es Domingo.
Necesito hacer dos lecturas infrapuestas para explicar y explicarme BIRDMAN sin tener que cerrar el chiringuito o reprocharme el no hacerlo. Antes que nada, reconozco que la Academia me sorprendió, no esperaba que ésta fuese la ganadora; pero debo aclarar que la comento hoy no por eso, sino única y exclusivamente por lo que es, lo que significa su propuesta en un momento particularmente turbulento para el séptimo arte... si es que aún cobra sentido dicha nomenclatura.
BIRDMAN empieza como la película que un director mexicano presenta en Hollywood. Un objeto cae del cielo y un crepúsculo adorna una playa de medusas. Eso es Carlos Reygadas o yo soy bético de toda la vida. Pero a Carlos Reygadas no le van a dar un oscar porque enseña pollas y chuminos (conste que opino que Reygadas es aún más insoportable que Iñárritu)... Proseguimos hasta la hija bastarda de todas las falacias: el plano secuencia único. Porque o lo haces o no lo haces. Iñárritu no sólo no lo hace, sino que hace ver que lo ha hecho, y eso está muy mal. Esto es doblemente insoportable (a mí me dolían los ojos) porque obtenemos un demoledor Grindcore visual que se repite constantemente. Esto es: cámara pegada a Michael Keaton, que tiene que decir algo importante, entonces entran en escena otros personajes y la cámara zumba como una avispa a sus rostros (eso, para Iñárritu, es una puesta en escena); cuando han soltado lo que tenían que decir, suena un solo de batería y uno de los personajes (no necesariamente Keaton) sale corriendo, siempre corriendo, por los pasillos del teatro, donde siempre hay gente cargando cajas, hasta que ese personaje se vuelve a parar y a soltar otro lúcido speech.
Así, durante dos horas.
El mejor momento de BIRDMAN es curiosamente el que más se presta al sonrojo: Keaton está en un bar, mojando sus pavorosas intrigas, y se acerca hasta una crítica con fama de severa a la que intenta lisonjear para que favorezca su gilipollesca adaptación de Carver. La crítica lo mira como a un insecto y le dice que lo va a destrozar, no por nada, sino porque su obra es una puta mierda. Keaton monta en cólera y le escupe en la cara que quién se ha creído que es ella sino una arrogante que no arriesga ni un centavo en escribir tonterías etiquetadas. Perfecto, Iñárritu se acaba de describir a sí mismo sin quererlo, aunque haya tenido que acudir a Woody Allen para ello, claro...
Sólo un par de cosas. El hecho de que BIRDMAN sea lo mejor que ha hecho Iñárritu desde AMORES PERROS era algo que caía por su propio peso, porque su trayectroria desde entonces no ha podido ser más lamentable. Y también quería terminar diciendo que yo pensaba que un diálogo o un monólogo repleto de fuerza lo era por su contenido, no porque lo digan gritando... Sólo era eso...
Saludos.

sábado, 17 de octubre de 2009

Rabia en dosis

Lo reconozco: también yo caí víctima del influjo "triple G". Aquello que se llamó así por G. Iñárritu, G. Arriaga y G. Santaolalla; aquel triunvirato que rescató al perdidísimo cine mexicano, un cine acomodado al estilo Bollywood, con naderías románticas junto a la playa o grandes tragedias de las de ponerse el dorso de la mano en la frente. El caso es que no me parece a mí que Iñárritu tenga mucho que ver con Guillermo del Toro y mucho menos aún con Alfonso Cuarón, el más interesante de los tres. La cosa es que, nos guste o no, el rompedor debut de G. Iñárritu sigue marcando, a casi una década de su estreno, ese cierto estilo que bebe más del underground yanqui que del cine europeo. AMORES PERROS tiene tantas licencias como hallazgos; de su corteza visual se desprenden algunos momentos de una extraña fuerza narrativa pocas veces vista. Olvídense del "momento Tarantino", con el coche lleno de sangre y los enlaces caprichoso-temporales; tampoco trasciende el "modelo Cronenberg", con la chica paralítica y el perro devorado por las ratas en la tubería; como no cala la absurda justificación de "el chivo", un personaje tan fascinante como improbable. Nada de eso es lo que eleva a AMORES PERROS al estatus, buscado, deseado, de gran película; eso queda reservado para un par de escenas que se encuentran entre lo mejor que uno ha visto en mucho tiempo: el perro ensangrentado que muere en los brazos del dueño y el que debe ser sacrificado por "el chivo", una vez que éste ha descubierto con estupor que ha matado al resto de perros. Los perros. Son los perros los que dimensionan este violento relato de pasiones encontradas, los que irónicamente humanizan a esos personajes tan lejanos de la misma humanidad, unos outsiders que llevan el destino marcado, como perros.
Saludos ladrados.

viernes, 15 de agosto de 2008

Torre de naipes

No son pocos los que opinan que tanto G. Iñárritu como Guillermo Arriaga deberían jubilarse prematuramente, con sólo dos films (conocidos) y con síntomas evidentes de fatiga crónica.
Recuerdo ver AMORES PERROS en su estreno, con inmejorables críticas de por medio y esa magnífica sensación que desprenden las obras con mucho que ganar y poco que perder. A la salida estaba bastante satisfecho, no me sentía en absoluto engañado. Pasó el tiempo (poco) y las costuras empezaron a mostrarse inevitablemente; veía las referencias y algo peor, que las referencias habían sido tomadas de otros directores básicamente de referencias, por ejemplo Tarantino, por ejemplo Soderbergh.
Bueno, pero era una peli llena de buenas intenciones, lo cual no está mal viniendo de una filmografía tan irregular como la mexicana. Un pelín sobrevalorada pero entretenida y por momentos bastante ingeniosa. Lo peor vino luego.
Hace no mucho expliqué los peligros de dar dinero a un friki que se cree autor; con BABEL, Iñárritu y Arriaga, que son bastante rústicos como para ser frikis, demuestran su total planicie de ideas colocándonos una serie de historietillas sin mucho interés y ninguna conexión entre ellas. El típico mal de alturas que sufren los "autores" que sucumben a las primeras de cambio a los engaños de la megalomanía. No ocurre aquí, como también dije en su momento, que dicha megalomanía sea consecuente, pues no se cuenta nada de suma importancia como para gastar tanto en estrellas y localizaciones, puro derroche injustificado. Me viene a la memoria (elijan ustedes) cualquier obra de Rivette. Esa emoción casi sin contar nada, porque, efectivamente, no siempre se descubre América, pero no por ello un autor va a dejar de darnos su personal visión sobre las cosas. El problema es que Iñárritu carece por completo de esta personalidad, quizá pensaba que si mezclaba a Brad Pitt con actores no profesionales por un lado y a García Bernal con una situación que no se cree ni el que la ha escrito, sería posible engatusar (verbo suave) a ese público analfabeto (ya no tan suave) que cree ser elitista al haber visto a Wong Kar Wai y compañía. Craso error, porque la mejor forma de ver una película, desde siempre, es con una cierta mirada inocente (no inocentona), pero claro, el autor debe contribuir de alguna manera, aportar algo de su cosecha, si es que la tiene. Pero si compra el vino en tiendas y sólo les cambia las etiquetas...
BABEL es más que una mala película, es un fraude; uno de esos casos en los que realmente piensas que te han timado. Me gustaría oír las verdaderas razones (por favor, que sean tangibles) de los que la defendieron en su momento arguyendo que se trataba de una firme oposición al cine yanqui.
¿Que no es una película 100% (norte)americana y de la peor clase, las insoportablemente presuntuosas? Entonces John Ford es más mexicano que Iñárritu, y viceversa.
Enrevesados saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!