martes, 31 de mayo de 2016

Bailar sobre la nada



Primero, una confesión. THE HOST me dejó demasiado indiferente para lo que se suponía que era; SNOWPIERCER, en cambio, me entusiasmó hasta el punto de preguntarme si era obra del mismo director. Sabía que me estaba perdiendo algo, algo grande que no podía estar en modo alguno entre las antes mencionadas, sino que era el sustento mismo de la materia que las conformaba, una mezcla de humor corrosivo, crítica social despiadada y un dominio dislocado de los tiempos narrativos, que las hace reconocibles al mismo tiempo que las invoca fuera de cualquier tentación sacralizadora.
MEMORIES OF MURDER (SALINUI CHUEOK) es, hasta que se demuestre lo contrario, la gran obra maestra de Bong Joon-ho y uno de los mejores thrillers que he visto desde hace mucho tiempo. Partiendo de los años de la dictadura militar (1986), el director coreano perfila con sutilidad un estado de las cosas y un país marcado por la vergüenza, la impunidad y el miedo a terminar siendo "sospechoso", aunque no se sepa de qué. Y esa es la materia prima del film, el combustible con el que inflama sus desafiantes imágenes, que pueden pertenecer a la investigación policial de una serie de crímenes que parecen ser cometidos por el mismo asesino, pero también de las chapuzas de dichas investigaciones, que jamás presuponen inocencia alguna. Y mención aparte merecería el minucioso y hasta doloroso detallismo con el que se retrata una extensa galería de personajes que en ningún momento cae en la superficialidad maniquea; apenas hay que repasar el magnífico e imperceptible vuelco de roles en un momento singularmente significativo, donde el detective sofisticado y políticamente correcto llegado de la capital termina, fruto de la desesperación, adoptando los mismos métodos irracionales del local, que paradójicamente comprende lo fútil de un proceder que sólo lo ha llevado de un error a otro.
La reflexión que se desprende de su enigmático y magistral final puede llevar a multitud de resoluciones, que no digo que no sean válidas, pero prefiero quedarme con lo que quizá sea más importante, aunque de explicación mucho más compleja: ¿Qué es exactamente lo que vemos cuando "vemos algo"?...
Nadie debería perderse esta maravilla.
Saludos.

lunes, 30 de mayo de 2016

Que viva usted



Ahora mismo, el mal llamado "cine independiente USA" es una amalgama de tendencias y corrientes incapaz de explicarse a sí misma, dejando caer (muy de vez en cuando) brillantes joyas que quizá tardan varios años en ser descubiertas, pero también esconden torticeros panfletos de discutible ideología, por lo conservador y anacrónico de su discurso. CLOSER TO GOD tiene una premisa irresistible y que abre un campo de diálogo muy interesante y que invita a la reflexión humanista más profunda; desgraciadamente, y una vez su torpe guion logra hacerse entender (lo que ocurre a los sesenta minutos de sus escasos ochenta), un espectador medianamente inteligente entiende perfectamente a dónde nos querían llevar desde el principio. Un científico (adecuadamente llamado Victor) logra clonar a un bebé llamado Elisabeth, lo que desata un encendido debate paralelo que cuestiona si eso es válido a ojos de dios y las típicas zarandajas católicas de siempre. Como los que creen en dios se creen que llevan la razón en todo mientras los médicos se dedican a salvar sus vidas aunque no sean ateos, éste es el tema principal del film, que se vuelve más rutinario y previsible cada vez que intenta dar alguna explicación. Se le vuelve en contra no tomar posición, dejar demasiados cabos sueltos y, cómo no, desparramarlo todo en un final que parece una película de terror barata; es decir, que donde podría y debería haber florecido un guion potente y repleto de controversia, me da a mí que lo que se pretendía era simplemente un panfleto anti-clonación, pero recubierto de otras capas que pretenden hacernos caer en la trampa de una neutralidad que no veo por ningún lado.
Cronenberg lo hizo mejor, y más terrorífico.
Saludos.

domingo, 29 de mayo de 2016

Rincón del freak #237: La inconsistencia del bastardismo incontrolado



Bueno, a ver... La película se llama BLOOD MOON y es un nuevo y cansino intento de crossover entre el western y el cine de terror, pero desgraciadamente ni le funciona una cosa ni la otra. Y es que desde aquella ya lejana COWBOYS Y ALIENS son muchos los ejemplos similares que se han dedicado a explotar el What if?..., inicialmente novedoso, que nos hubiese maridado jugosamente a John Wayne con Carpenter, aunque el que molaría sería Richard Widmark dirigido por Sam Raimi... No, olvídense del asunto, lo que propone esta inocua producción británica (sí, amigos... ingleses poniendo acento de Wisconsin...) es la existencia de unos gigantescos hombres lobo indios... ¿?..., aunque la verdad es que sólo sale uno, y poquito, y no se mueve y se limita a mover el cuello y mirar a los sorprendidos vaqueros cockney para seguidamente soltarles golpes con el dorso de la mano, que es el summum del terror extremo. Me reservo hablar de los actores, que están tan desubicados que apenas saben si están en un western o en un drama social de Ken Loach; y no porque yo alabe a aquél, sino porque sonríen cuando deberían mostrar terror y chillan como en lastimosas declamaciones de tercera... Un horror, pero de mala...
Saludos.

miércoles, 25 de mayo de 2016

El disruptor



El término "disruptor" es y proviene del idioma inglés, para variar, y no tiene un uso válido en nuestro idioma, excepto en dos casos: los comics de Iron Man de Vértice y las reuniones de marisabidillas con camisetas de Cake*. Sea como fuere, sirve para poco, pero puede llegar a indicar una ruptura traumática y repentina, sobre todo en el sentido de la percepción del espacio/tiempo... Demasiado rollo para tan pocos cojones, diría yo. Pero es que los franceses, tan dados a estos jueguecillos en lo que al séptimo arte se refiere, han intentado desafiar a la rutilante lógica quebrantahuesos de Hollywood de varias maneras; primero desdoblando la narrativa convencional (o, pongo lo que me da la gana) de los Cahiers/Nouvelle Vague, y un poco más tarde con un intento de ir más allá en el cine de terror, lo que se denominó "Nuevo Extremismo"... A mí tampoco me convence mucho, pero hay quien bebe los vientos por estos bisabuelos de la Deep Web y esas cosas.
Así que cuidado si se acercan a una cosa llamada AUX YEUX DES VIVANTS, quizá atraídos por el apellido de sus codirectores, que hace unos años lo dejaron todo perdido con À L'INTÉRIEUR. Sobre todo porque la "disrupción", en este caso, es la que sufre el guion, por donde aparecen y desaparecen personajes a mansalva y por la carajera gabacha, he dicho.
Saludos.


* (Banda de Indie norteamericana y noventera que sólo escucharon cuatro fumaos)





martes, 24 de mayo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #y 20



Es difícil, casi imposible hablar de NO HOME MOVIE, la última película de Chantal Akerman. Su epitafio artístico, pero de alguna manera también vital. Y lo es porque se trata, en su extrema sencillez, de una película extremadamente compleja, porque lo deja todo a la vista y aún sabemos el manantial inagotable que se nos escamotea. Es lo que algunos dan en llamar "la vida". No sé, puede que la directora exorcizara algunos demonios que claramente aparecen por los resquicios de una narración de una veracidad que asusta. Es un testimonio vital, el de su madre, que vivió toda su vida recluida en ese apartamento tras volver de Auschwitz. Volver. No parece haber vuelta atrás en esas paredes, las mismas que dieron forma y cobijo a los primeros trabajos de esta cineasta; y como si cerrara un círculo, aquellas églogas de la distorsión y el aprendizaje han terminado por desembocar en un remanso tranquilo, como la tranquilidad del animal por sacrificar. Son conversaciones banales, o no, porque también hay un hueco para arremeter contra la pasividad de los aristócratas belgas y su repugnante connivencia con el nazismo. Conversaciones que dan a un último tramo insoportable por lo crudo, con la madre ya postrada, jadeante; Sylviane, la hermana de Chantal, desglosando pequeñas esquirlas de una memoria que se desvanece a marchas forzadas. Y Chantal callada, grabando, registrando, fumando. La misma Chantal Akerman que se suicidaría muy poco después de la muerte de su madre se levanta de la cama en el último y estremecedor plano de esta canción vacía que, me temo, muy pocos han entendido.
Saludos.

lunes, 23 de mayo de 2016

Ya están aquí... #4



Así las cosas, parecía imposible que a nadie se le ocurriese hacer un remake de POLTERGEIST en esta época trufada de los mismos. La conclusión, no por esperada es menos sorprendente ¿Necesaria?... Sí, más que nunca ¿Por qué?... Pues para callarle la bocaza a los que piensan que los efectos digitales son capaces de tapar un guion tan malo que simple y llanamente es incapaz de mover una coma de la maravilla ideada por Steven Spielberg hace 34 años. Esta POLTERGEIST es una película de papel de calco, pero con el azul movido, desenfocado y con la convicción de que tú, maldito inútil, también vas a ser capaz de captar la magia de esos suaves travellings que anuncian lo irreal sin que tú lo veas más que reflejado en los ojos de un actor en estado de éxtasis. Pues ni siquiera consigue Gil Kenan con un reparto fallido para estos menesteres, porque Sam Rockwell haciendo chistes todo el tiempo no transmite asombro ni inquietud, y Rosemarie DeWitt parece una señora que pasaba un día por allí y no puede competir con la inmensa JoBeth Williams, dueña de las muecas más orgasmáticas del cine de todos los tiempos. De la niña no digo nada, porque no merece la pena. Hay ventiladores y luces, y un lamentable monstruo que podría haber programado en su tiempo Dynamic o Topo Soft... En fin, un despropósito que a alguien habrá lucrado, digo yo.
Saludos.

domingo, 22 de mayo de 2016

Rincón del freak #236: Los explotadores del más allá. Ya están aquí #3



La idea de partida de Poltergeist III no era necesariamente mala, pero el fallo estuvo en continuar con la franquicia toda vez que sus elementos principales se habían desentendido ya por completo de la misma. Todo huele no ya a impostado, sino directamente a impuesto por una productora, la Metro, que ni siquiera fue capaz de ver el avanzado estado de la enfermedad de la joven Heather O'Rourke, que fallecería muy poco después, ya que ésta era lo único que quedaba de la original, aparte de una Zelda Rubinstein que a esas alturas se había convertido en una parodia de sí misma. Ahora bien, hay que tenerla muy dura para soltar la gilipollez de que la niña se ha ido de la soleada California a la fría Chicago a vivir con sus tíos sin que se sepa muy bien por qué, y que después de que empiecen otra vez los fenómenos paranormales en el gigantesco edificio donde viven todos ni siquiera se dignen a llamar a los padres... Pero vamos, que yo es que hablaba de verosimilitud y eso...
Bueno, todo ocurre en el rascacielos de marras, con muchos espejos y muchos ventanales y reflejos espectrales por todas partes, además de que el malo es clavado al mítico reverendo de la segunda parte, solo que el carisma de aquél se quedaba aquí en un maquillaje vergonzoso y una peluca blanca...
No, no hace falta que la vean, y Tom Skerritt y Nancy Allen... es que no sé qué rayos pintaban ahí, pero bueno...
Saludos.

jueves, 19 de mayo de 2016

Ya están aquí... #2



Sí, hoy el chiste sería muy fácil de hacer, pero entiéndanme, que ayer fue un día futbolero intensísimo, porque mi equipo hizo historia en un partido simplemente memorable. Así que "ya está aquí... la quinta".
Y bueno, hablemos de POLTERGEIST II: THE OTHER SIDE, rodada cuatro años después de la original y que aún mantenía algunos elementos de cierto interés, sin ocultar su vocación de hacer caja en ningún momento y que hubiese supuesto un digno cierre a esta idea original de Steven Spielberg, ya desentendido de la misma, aunque Michael Grais firmaba también en esta. El asunto del cementerio bajo la urbanización vuelve a cobrar vida, ya que se introduce la idea de una secta fanática que cometió un suicidio masivo y cuyos espíritus claman por que la pequeña Carol Anne los guíe hacia la dichosa luz. Lo peor son los efectos especiales, una vez ya nos conocemos el truco de las luces y algunas caretas de goma bastante prescindibles, además de algunos face to face simplemente coñásticos entre la inefable Zelda Rubinstein, deconstruyéndose a sí misma, y aquel recordado actor llamado Will Sampson. Sin embargo, aún hay un par de cosas destacables, como la breve pero indeleble aparición de Julian Beck, excepcional actor de teatro neoyorquino y fundador del mítico "Living Theatre", que redimensiona una película normalita y encarna a uno de los personajes más aterradores que yo recuerde en una interpretación tan breve, algo que además supuso fuerza mayor, ya que el actor murió durante el rodaje por culpa de un cáncer.
Ustedes saben que no me interesan las anécdotas escabrosas, porque aquí hablamos de cine, o lo intentamos. Para consultar el supuesto malditismo de esta saga tienen la Wikipedia y a Íker Jiménez...
Saludos.

¡¡¡¡¡CAMPEONE5!!!!!



miércoles, 18 de mayo de 2016

Ya están aquí... #1



Asusta un poco echar la vista atrás y comprobar el tiempo que ha pasado desde que la mitología cinematográfica fue tomando forma en nuestro subconsciente, quizá haciéndonos como somos y determinando nuestra manera de ver cine. Nada ha vuelto a ser igual desde entonces, y mucha de aquella bendita inocencia se ha ido quedando en las miles de pantallas que nos han observado a nosotros como espectadores; así que no vemos ya el cine como lo veíamos entonces, pero también es cierto que el cine, en estos momentos, es otra cosa. Por ejemplo, es ridículo hacer hoy día POLTERGEIST, pero en 1982 Steven Spielberg y Tobe Hooper redefinieron el concepto de cine de terror vertiente casas encantadas y lo hicieron con una mala leche que no necesitaba de sangre, torturas ni truculencia, simplemente colocaron a una niña frente a una pantalla de televisión tras una carta de ajuste (otro mito) que daba las buenas noches a los buenos compatriotas a golpe de himno nacional. Antes, el cabeza de familia había hojeado una hagiografía de Reagan tumbado en la cama, la madre (nunca hemos tenido esas madres por aquí) repartía tortitas (aquí eran tortazos) a diestro y siniestro enfundada en una camiseta de football. Mientras el idealizado universo americano se desarrollaba con normalidad en una urbanización que señalaba el camino de la felicidad (Cuesta Verde), la amenaza provenía precisamente de esas horas en las que las urbanizaciones duermen despreocupadamente. Así, POLTERGEIST, vista 34 años después, no es tanto una película de terror como el indicativo, a lo mejor involuntario, del principio del final de esos mundos que tanto y tan bien nos vendieron desde Yanquilandia.
Ya no quedan ni cartas de ajuste, aunque la programación de madrugada da bastante más miedo que los seres sobrenaturales que se llevaron a la pobre Carol Anne a otra dimensión. Además, aquí somos de desayunar en los bares...
Saludos.

martes, 17 de mayo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #19



La penúltima película rodada por Chantal Akerman dejaba abierto un interesantísimo panorama, el de las adaptaciones literarias, que la cineasta belga podría haber explorado con mayor amplitud y que redimensionaba su particular concepción del cine, llevando su narrativa, a menudo en exceso hermética, a un territorio más accesible. Y no porque LA FOLIE ALMAYER sea un film fácil de abordar, porque de hecho contiene algunos pasajes francamente enigmáticos. Esta adaptación de una novela de Joseph Conrad cuenta la imposibilidad de un aventurero, Almayer, para encontrar el amor de su hija, Nina, fruto de su tormentoso enlace con la hija de un pirata, lo que le confinó de por vida en la selva malaya. No buscaría un mero largometraje de aventuras, sino más bien una reflexión sobre el papel del europeo en unas colonias que les iba desplazando poco a poco, hasta reducir a unos cuantos locos o idealistas quienes consideraban dichas tierras como su auténtico hogar. Incluso la propia Akerman se encarga de saltarse líneas temporales y abrir el film con un impactante plano secuencia que en realidad indica el final de la historia, mientras que el desenlace muestra la lánguida agonía de Almayer, enfermo y abandonado, mientras (supuestamente) maquina una terrible venganza.
Obtuvo una dispar acogida en Venecia, donde se presentó y dividió a público y crítica; a mí me parece una Akerman muy distinta, ávida por explorar nuevos caminos en su cine. Nunca sabremos qué hubiera pasado...
Saludos.

lunes, 16 de mayo de 2016

Imposibilidad de enmienda



Hay una barrera moral que me impide sentir simpatía hacia un cura. No tengo nada contra ellos, pero odio profundamente su naturaleza de espía de las confesiones y debilidades humanas. Mi opinión es clara y contundente: nadie tiene derecho a inmiscuirse en la privacidad de otra persona, y mucho menos a manipular su influencia sobre la misma. Así que me encuentro en un dilema notable respecto a CALVARY, una película a la que le reconozco sus aciertos y valores, pero que idealiza hasta la caricatura a su personaje principal, un cura que de tan riguroso en el cumplimiento de la verdad se olvida de que nadie la ha llamado para ser guardia y custodia de las costumbres morales de un pueblecito donde, por otra parte, cuesta creerse tanta sofisticación. Aun así, McDonagh extrae de un gran actor como Brendan Gleeson una veta de veracidad que ayuda a tragarnos el resto. El sacerdote es aquí, además, víctima de una injusta e insensata amenaza de muerte, como si tuviera que pagar por todos los pecados de la Iglesia, aun siendo él inocente. En un principio parece que el espinoso tema de la pederastia va a ser el núcleo principal de la narración, pero pronto las situaciones van saltando a medida que este cura intenta indagar para saber quién le ha amenazado, al tiempo que va poniendo al descubierto todas las iniquidades de unos vecinos bastante peculiares y que van conformando el microcosmos que finalmente, por sí mismo, es la solución al puzzle.
Y sé que ha recibido estupendas críticas, y que debería haber obtenido una mayor repercusión a nivel mediático, porque lo cierto es que pasó muy desapercibida por los grandes festivales; pero déjenme a mí con mis demonios personales, ya intentaré enmendarme algún día.
Saludos.

domingo, 15 de mayo de 2016

Rincón del freak #235: En busca del guion perdido



En poco más de cinco minutos, una señora se va de los Estados Unidos a Japón a buscar a su hermana gemela porque intuye que se va a morir, o que se ha perdido en un bosque o yo qué sé. Da igual, porque THE FOREST tiene un guion tan malo que buscar explicaciones y verosimilitudes nos descalificaría a nosotros mismos aún más de lo que podamos estar ya tras habernos tragado esta inmundicia. Como si de un elemento de andar por casa se tratara, el bosque Aokigahara se ha convertido ya en un lugar común para explotar su inquietante leyenda, ya que es un sitio donde la gente va a suicidarse. Así, lo que contiene materia prima para una buena película de terror se queda en una nadería en la que se supone que debemos sentir terror a base de un sonido estridente seguido de un rostro infográfico. Sí, también sale una japonesa mirando hacia abajo y con el pelo largo...
Saludos.

sábado, 14 de mayo de 2016

El punto de vista del extraño



No creo en el choque de culturas, sólo en el choque de personas. Sostengo que todo el mundo tiene las mismas inquietudes en cualquier parte del mundo, y que les mueven las mismas pasiones; sólo cambia el aspecto, la cáscara que hace que la percepción que "el otro" tiene de uno difiera de la que nosotros tenemos de él, y eso puede pasar en Tokio o en nuestro barrio, cualquier oposición a esa idea podría acercarse peligrosamente a la endogamia involuntaria, piénsenlo... Es lo que ocurre en TOKYO FIANCÉE, la supuesta adaptación de "Ni de Eva ni de Adán", la novela de Amélie Nothomb, con la que apenas comparte ese "armazón" del que hablábamos antes, la apariencia de "occidental ante el estupor oriental" que no es ni lo más importante ni lo más atractivo, pero sí lo más fácil de adaptar. Una pena, porque la película tiene buenas intenciones, y además logra que me olvide del "efecto poulain" (ya saben) con un sentido del humor nada excesivo y algunas escenas fascinantes, como la del balneario, la subida al monte Fuji o el concierto de camiones luminosos. Cosas que sólo pueden encontrarse en Japón, como un novio capaz de trascender el concepto de machista porque en Japón los jóvenes eso lo tienen superado... como en las series de Disney Channel, mismamente. No sé, véanla si no tienen nada mejor que hacer, pero si ponen bocadillos de calamares junto a su casa yo no me lo pensaría. Pero asegúrense de que estén bien muertos y fritos...
Saludos.


viernes, 13 de mayo de 2016

Un espejo que duele



El cine es una afición apasionante por diversos motivos, incluso la afinidad que uno puede llegar a encontrar en títulos de medio pelo, fondos de armario apolillados que, observados con la suficiente atención, parecen mirarnos a nosotros y sólo a nosotros. THE SKEPTIC es una modesta producción de las que anualmente se producen como churros en Estados Unidos, un intento de ensayo de telefilm a la antigua usanza, apoyado en los actores y un guion supuestamente ingenioso aunque sin muchos alardes. La película, no les voy a engañar, es mediocre, y apenas sirve para pasear a viejas glorias olvidadas como Tim Daly y Tom Arnold, o lanzar nuevos proyectos de estrella, como la por entonces emergente Zoe Saldana. Una historia de fantasmas sin efectos especiales y un preocupante desdén por algo que se llama sentido del ritmo, por lo que terminar de ver su escasa hora y media es de por sí toda una proeza.
La película es lo de menos. El protagonista, de estar bien descrito, es un escéptico irredento que pasa olímpicamente de todo lo sobrrenatural... Yo soy así. Soy un tipo que, a fuerza de no creer en casi nada, he ido perdiendo la creencia más importante, que implica a otros seres humanos, y no hay nada de sobrenatural en ello. Quisiera disculparme con todas las personas a las que mi escepticismo les haya salpicado en alguna ocasión; quienes son como yo creen tener la verdad absoluta en su poder, y eso es terrible, para los demás, pero también para uno mismo, pues el conflicto interior es constante e irresoluble, y lleva irremediablemente al fracaso. Esto no tiene nada que ver con fantasmas, se trata de personas a las que no tratamos bien, que menospreciamos con soberbia idiotez y que me gustaría. de una vez por todas, tener al lado y no enfrente.
No suelo decirlo mucho, pero lo siento...
Saludos.

jueves, 12 de mayo de 2016

Los malditos



Voy a hablar muy poco acerca de THE WITCH. Primero porque ya se ha escrito mucho y muy bueno, pero sobre todo porque desvelar una sola parte del entramado de esta excepcional película no sería justo para quienes aún vayan a disfrutarla con una curiosidad que, en este caso, es totalmente merecida. Acaso quiero destacar un trabajo de actores impresionante, completamente fuera de los insoportables estándares marcados por el mercado norteamericano y que resta verosimilitud a la mayoría de lo que ahora se entiende por "moderno" (falaz palabra). Es una historia del Siglo XVII, en Nueva Inglaterra; una familia es desterrada, condenada más bien, parece que por un exceso de celo religioso, y ya de por sí esto es curioso y revelador para lo que queda por venir, que es una mercurizada mezcla de razón apoteósica y sinrazón sistólica. En fin, ahí está el título; el título explica por sí solo todo lo que la prudencia no permite explicar, y sólo les diré que si como yo siempre habían echado en falta un film sobre este tema que de verdad se dejara de medias tintas y llamara a las cosas por su nombre, aquí lo tienen. Para quienes deseen reírse de su rigor formal, he escuchado que es un cruce pseudo-cómico entre ORDET y EL LIGUERO MÁGICO... Lo que no deja de tener su gracia, claro.
Ahora en serio: véanla, y sobre todo,  reflexionen.
Saludos.

miércoles, 11 de mayo de 2016

La teoría de Coco



Uno de los apartados más estimulantes de Barrio Sésamo era aquél en el que un tipo de color azul y visiblemente afectado por sustancias inhalantes nos desgranaba, sin que entonces lo supiéramos con exactitud, las bondades y miserias del fuera de campo. Es algo que el cine norteamericano ha ido desdeñando progresivamente; a mayor definición visual, menor resquicios a la imaginación del espectador. La papilla del cine comercial actual es de fácil digestión, por eso decimos sin retractarnos la palabra "bazofia", deletreada y masticada si hace falta, pero no es menos cierto que esto ha terminado por afectar incluso a producciones más arriesgadas y que han apostado fuerte al valor de un guion bien escrito. Cuando vi 10 CLOVERFIELD LANE desconocía completamente si se trataba de algún tipo de secuela de la película de Matt Reeves, CLOVERFIELD, que recuerdo que me gustó muy poquito; pero con un hálito de esperanza, el que Dan Trachtenberg pudiese enderezar la cosa, me puse a ello. El resultado es una película sensiblemente mejor a aquélla, pero muy diferente, de hecho no tiene absolutamente nada que ver, excepto si en su prescindible final nos queremos hacer pajas mentales y conectarlo todo, pero ya digo que no hace falta. Lo bueno sucede en sus primeros 75 minutos, en los que una chica despierta en un búnker tras haber sufrido un extraño accidente de coche; un extraordinario John Goodman interpreta a su ¿captor?... ¿salvador? Un ambiguo personaje, en todo caso, de maneras pseudofascistoides y presa de ese regusto yanqui por las conspiraciones mundiales y el orgullo de haber sido "el único" que lo vio a tiempo como para construirse un refugio pefectamente acondicionado. La gracia del guion es hacernos creer, o no, que efectivamente el planeta Tierra se ha convertido en un lugar inhabitable por culpa de un ataque que ha dejado la atmósfera irrespirable; ahí el guion gana enteros, y algunos sucesos inesperados le hacen ver a la protagonista, una solvente Mary Elizabeth Winstead, que efectivamente el tipo, por muy dudosos que puedan ser sus argumentos, tiene razón, y que todo lo que conocía "allí arriba" prácticamente ha dejado de existir... ¿O no?... Según Coco, "esto es fuera y esto es dentro"; según la condición humana, incluso convencidos de que estamos más seguros dentro, siempre querremos salir fuera. Lástima que los últimos y sonrojantes minutos estropeen una película que hasta ese momento era bastante estimable...
Saludos.

martes, 10 de mayo de 2016

Chantal Akerman y otros enemigos íntimos #18



En 2007, la "Quincena de los realizadores" de Cannes presentó un arriesgado proyecto, un film colectivo que no se parecía a ningún otro. Sus seis historias, sin posibilidad de conexión, debían dar una especie de "parte" acerca de cómo pinta nuestro planeta en diversos puntos del mismo. No es que no se haya hecho antes, pero no recuerdo otro tan radical y, por tanto, libre, y que en ningún caso hubiese cuestionado la personal visión de cada uno de sus directores. Su nombre fue EL ESTADO DEL MUNDO.




El film se abría con un maravilloso corto filmado en Súper8 por el tailandés Apichatpong Weerasethakul, y titulado "Luminous people". Con su habitual sentido del humor de otro planeta, el director que luego se llevaría la Palma de Oro por su "Tío Boonmee", ensambla una serie de diálogos a bordo de una embarcación que surca un río (presumiblemente el Mekong) para llevar a cabo el ritual de esparcimiento de las cenizas de un difunto. Finalmente, en un alarde de concisión narrativa, resultan más importantes los chascarrillos y confesiones entre los tripulantes y familiares que el ritual en sí, algo muy habitual en el cine del autor de CEMETERY OF SPLENDOUR, que sumerge al espectador en la cotidianidad desde lo excepcional... O incluso al revés...





"Germano", del brasileño Vicente Ferraz, es el segmento de contenido y visión más convencional, pero que aun así supone un meritorio vistazo a un mundo poco conocido, el de la masiva desaparición de los pescadores tradicionales de Brasil. En este caso, vemos a Germano, pescador a punto de jubilarse, en su pequeña embarcación junto a su viejo compañero y su joven sobrino, que le echan en cara su empecinamiento en seguir fondeando donde ya no queda nada, por culpa de las grandes corporaciones, a las que Germano maldice y desea la peor de las suertes constantemente. Su cabezonería le jugará una mala pasada cuando se cruce con un gigantesco petrolero ruso y permanezca en el pequeño barco, como si su suicida acto pudiese hacerlo desaparecer...




"One-Way" es una curiosidad que comienza como una anécdota simpática y termina como una contundente denuncia. La directora india Ayisha Abraham narra la historia verídica de un nepalí que lleva 35 años encargándose de absolutamente todo lo que atañe a un pequeño garaje en Bangalore. Como si nada, va contando su peripecia mientras le vemos lavar coches, barrer, hacer de portero o de chico de los recados; luego, llegamos a su pobrísimo barrio en Nepal, donde el analfabetismo es casi del 80% y la gente apenas puede sobrevivir si no es en un estado de semiesclavismo. El silogismo es claro y contundente, el protagonista se lamenta de no poder regresar nunca a su tierra, pero es consciente de que quienes siguen allí apenas si pueden soñar con salir algún día, como hizo él...





A partir de aquí, empieza el núcleo duro del film con la terrible "Brutality factory", de Wang Bing, que demuestra una vez más el irresistible poder de sus imágenes, y cómo las palabras y la dramatización le restan fiereza a este cuento de horror enclavado en una gigantesca fábrica abandonada, que es usada por el régimen comunista para llevar a cabo atroces torturas a quienes consideran "enemigos del sistema". Escalofriante, seca, concisa, es antes un trabajo de valentía necesaria a cargo de un excepcional documentalista, famoso por la larguísima duración de sus films (alguno alcanza las 14 horas) y que aquí emplea apenas quince minutos para helarnos la sangre mientras somos testigos de lo que China lleva décadas ocultando y tan sólo unos pocos son capaces de desvelar, además de denunciar.





Situada en el otro extremo de la semántica cinematográfica, "Tarrafal", de Pedro Costa, es una agónica letanía narrada por fantasmas, los caboverdianos que parecen llevar varias décadas atrapados en un país, Portugal, que apenas les ignora, cuando no les reprocha su desagradecimiento. Es también un choque generacional, el de los jóvenes que jamás han visto Cabo Verde y lo tienen idealizado, y el de los mayores, que siempre acaban teniendo recuerdos amargos de un país semejante a una prisión, como la que encabeza el título. Y, en mitad de todo, como un silencioso espectro que parece saberlo todo, o nada, Ventura...




Y al final de todo, la noche cae sobre Shanghai. O los dos enmudecedores planos con los que Chantal Akerman corona este "estado del mundo". Apenas (o nada menos) el Skyline de la bahía de Shanghai, sus rascacielos vestidos con interminables y gigantescos anuncios luminosos, mientras ignotas versiones de viejos clásicos resuenan como himnos al consumo despiadadamente zombificado. Sabemos qué se oculta tras esa imagen, pero Akerman nos lo muestra desde lejos, como haciéndonos entender que no hay nada que podamos hacer desde nuestros pequeños púlpitos. Los barcos zarpan, salen de cuadro, y todo sigue igual un cuarto de hora después...

Saludos.







lunes, 9 de mayo de 2016

Cómo empezar... cómo empezar...



... Ah, ya.
Es la segunda vez que me la cuelan con una película protagonizada por Jason Statham, un tipo al que profeso una inexplicable aversión (excepto por el tema capilar) y cuyo valor como intérprete estoy aún pendiente de que algún gurú farlopero me explique profusamente mientras sorbe de su bebida energética de 500ml.
Anyway. La razón por la que me puse manos a la obra con REDEMPTION (que también se llama, cosa extraña, HUMMINGBIRD) es que se trataba de la primera película dirigida por el magnífico guionista Steven Knight, que me maravilló en su momento con LOCKE. Sin embargo, y apenas impulsada por dos o tres detallitos que carecen de importancia, esta película es poco más que un cúmulo de lugares comunes, con un personaje central plano planísimo y con una trama que no diría que sea confusa, sino directamente inverosímil. O alguien me rebatirá diciendo que el colmo de la coherencia es que un tipo que se dedicaba a matar talibanes esté alcoholizado y viviendo entre cartones, y seguidamente se rehabilite por completo, se ponga en forma y empiece a ganar pasta como matón de un mafioso chino mientras habita como okupa la lujosa casa de un fotógrafo gay, haciéndose pasar por su novio mientras está en Nueva York... No sé... ¿y si incluimos en el montante a una monja que reparte comida a los indigentes y gusta de los vestidos rojos?... Así las cosas, lo menos extraño es que en pleno delirium tremens a este señor le dé por ver colibrís por todas partes.
Pero siendo serios, y teniendo en cuenta que esta película la podría haber protagonizado Chuck Norris hace treinta años, parece un chiste que el guion corra a cargo del creador, sin ir más lejos, de PEAKY BLINDERS... Muy raro todo, pero no la vean que no se pierden nada.
Saludos.

domingo, 8 de mayo de 2016

Rincón del freak #234: Aquellos alegres abducidos en sus locos cacharros



A ver, que la foto es para compensar lo de la portada, pero yo no tengo la culpa de que efectivamente pertenezca a la película que procedo a comentar sin demasiado entusiasmo. THE ENCOUNTER ha debido costar sesenta y cinco dólares y veintiocho centavos, y habla de extraterrestres que van abduciendo a la gente en los bosques; a los cazadores, a los domingueros con cascos (véase imagen), y hasta a los imprudentes rastreadores de ovnis, que también los hay. Y todos reúnen una curiosa condición: usar una cámara constantemente, con lo que el asunto del found footage queda convenientemente resuelto. Lamentablemente la película es terrible de mala, no hay un solo momento de inquietud o zozobra, y es por eso que la mejor imagen que podía poner es la que he puesto... aunque sea una peli de extraterrestres...
Saludos.

sábado, 7 de mayo de 2016

La vida es injusta



De no ser tan incontestablemente tontísima, KNOCK KNOCK merecería algún tipo de sesudo análisis que nos permitiera entrar en la mente de un tipo como Eli Roth. Incapaz de ser retorcido y con el freno de mano típico de la industria estadounidense, este remake de LAS SÁDICAS, una oscura serie B de finales de los setenta, desaprovecha una inigualable oportunidad para filmar un escupitajo a la cara de los censores. En lugar de ello, Roth se pierde en círculos innecesarios y tira por la borda unos cuarenta primeros minutos estupendos, una explosiva mezcla de FUNNY GAMES, SPRING BREAKERS y algo (que dios me perdone) del mito nabokoviano. Desafortunadamente, el largo, inacabable, cansino y gilipollesco desenlace se carga todo lo apuntado antes, y eso sin hablar de qué diablos pinta Keanu Reeves en todo esto, o la risa involuntaria que provocan un par de escenas que supuestamente nos tendrían que poner a temblar. La historia, por si se deciden a verla, es interesante si sólo nos la cuentan: un tipo razonablemente feliz, arquitecto, casado con una mujer que le ama y con dos hijos, se queda solo en su lujosa casa durante un fin de semana, cuando de madrugada llaman a la puerta y aparecen dos jovencitas bajo la lluvia que se han perdido y le piden ayuda. A partir de ahí, si fuese Haneke vaciaría de moralina la trama y estoy seguro de que rebajaría esos inútiles diálogos al 30%; e incluso estoy seguro de que el mastuerzo de Harmony Korine al menos habría tenido la decencia de tirar por el lado escabroso, y habría puesto al protagonista en más de una duda moral. Y, si me lo permiten, prefiero no involucrar al bueno de Kubrick en esto...
El título... búsquenle ustedes mismos el porqué... Me refiero, claro, al de la reseña...
Saludos.

viernes, 6 de mayo de 2016

Cine de fan



Se han estrenado este año dos películas de Eli Roth, aunque sólo una es reciente; la otra, THE GREEN INFERNO, se presentó hace tres años en Sitges y luego no encontró distribuidor, aunque no estoy muy seguro de si debemos estar exactamente de enhorabuena... No, porque nunca he comulgado con las ideas cinéfilas de este señor, extrañamente apegado a Quentin Tarantino y demostrando con cada trabajo que ni tiene su talento ni tampoco su talante. Se trata de una copia descarada de HOLOCAUSTO CANÍBAL, otra película tremendamente sobrevalorada y que introdujo la desgracia de tener que sufrir una legión de exploitations con la "interesante" temática de la antropofagia por aquellos primeros años ochenta de videoclubes y pseudoproducciones que en su mayoría provenían de Italia. Si les gusta ver prótesis con kétchup, en tonces es su película; por el contrario, si buscan un mínimo de coherencia narrativa y algún intento de dirigir a unos actores que dejen bastante que desear, no la recomiendo. Roth es cualquier cosa menos sutil, y puede que no haya otra manera de acometer este tipo de película, pero me pregunto si era verdaderamente necesario desempolvar algo que ya tiene suficiente bombo por obra y arte de las redes; sin embargo, lo que más me molestó fue un torpe intento de "atrapar" cierta sustancia (que yo creo que ni existe) en esas sobreactuaciones histéricas, montaje deficiente (e intuyo que a posta) y un sospechoso tufillo reaccionario que necesitaría un guion más hábil y menos (conscientemente) garrulo.
Mañana les pongo la otra, que también es para chuparse los dedos...
Saludos.

jueves, 5 de mayo de 2016

El creíble hombre menguante



Las diferencias entre la obra maestra de Jack Arnold y el tímido homenaje de Peyton Reed a uno de los primeros y más interesantes personajes del universo Marvel son tantas y de tan diverso calado que parece una broma si quiera compararlas, aunque tanto Stan Lee como Jack Kirby, los padres de la criatura, nunca ocultaron de dónde les vino "la inspiración". Y de nuevo nos vemos forzados a diferenciar un producto de otro si no queremos acabar demasiado pronto con lo que no es más que un poco más de argamasa al edificio que la compañía lleva ya años construyendo. Aquel Hank Pym era fascinante desde cualquier punto de vista, un genio científico que había logrado controlar al átomo y modularlo a su antojo; el resultado fue un superhéroe que podía llegar a medir apenas un par de centímetros, o por el contrario aumentar varias veces su estatura.
Pero no hablaré más de comics, que para eso están los blogs especializados. ANT-MAN, la película, es un ejemplo de irregularidad en tanto que no se atreve a explorar en profundidad las posibilidades cinematográficas de un punto de vista subjetivo, excepto en contadas ocasiones, en las que el ya veterano Peyton Reed (al que se ve más cómodo en los lapsos cómicos, recordemos que no en vano es el director de, por ejemplo, DI QUE SÍ) acierta en el uso de los efectos digitales, que esta vez están más que justificados para recrear una inundación en una bañera o la caída del protagonista a través de ínfimas rendijas que le van llevando de un piso a otro. Este arranque es asombroso, pero la película cae pronto en una previsible monotonía y ya nos vamos conociendo cada paso dado por unos guionistas que parecen incapaces de saltarse la cuadrícula de la viñeta. Por no hablar de un casting poco acertado, con Paul Rudd desubicado y convertido en el reverso conservador de Reynolds... ¿? Y de la omnipresencia de Michael Douglas no digo nada.
Insisto. Momentos estupendos (pocos) alternados con bostezos (bastantes)... Pero habrá secuela, y no me pregunten por qué...
Saludos.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Apuntados al carro



En pocas palabras, DEADPOOL era un cómic que nadie leyó en su momento, un extraño híbrido entre el mainstream y el underground más roñoso. Con el riesgo de no dejar contento a nadie, lo cierto es que la serie de este improbable ninja deslenguado y viciosete fue abriéndose paso en la industria comiquera gracias a su violencia explícita y el ingenio que destilaban sus descacharrantes guiones, en los que valía cualquier cosa, desde una catarata de referencias a un insólito derribo de la cuarta pared. Seamos serios, DEADPOOL habría hecho las delicias de Wittgenstein... Y llega la película, con la dificultad añadida de intentar estar a la altura (o bajeza...) del original, y el resultado se queda claramente a medias. DEADPOOL tiene todo lo que tenía el cómic y seguro que sorprenderá, e incluso escandalizará, a los espectadores que ingenuamente vengan a ver "otra de Marvel" y se encuentren con chistes sexistas, decapitaciones, más chistes sexistas y más decapitaciones. Eso está bien, y si no pues vuelvan a su DVD de GREEN LANTERN y abracen a su gatito. Ahí no está el problema, sino en que los fans más geeks, los que verdaderamente eyacularon sobre aquellas impagables páginas que sólo dos artistas tan mediocres como Fabián Nicieza y Rob Liefeld se podrían haber atrevido a engendrar, puede que encuentren a este W.W.W. más comedido y encadenado a las (inevitables) imposiciones de la adaptación cinematográfica. Personalmente, me parece una película la mar de entretenida y curiosamente bastante inocua; es lo que ocurre cuando el ingenio cae presa de la provocación, y no al revés: que escuece menos y se digiere mejor. El gran acierto, ponerle una máscara a Ryan Reynolds, un actor que se expresa muchísimo mejor verbalmente que con sus gestos faciales. No te deja clavado al asiento como LOS VENGADORES o X-MEN, pero tiene su encanto, y puede que haya hasta una secuela.
Saludos.

martes, 3 de mayo de 2016

Chantal Akerman, enemiga íntima #17



En 2006, Chantal Akerman se encontraba en Tel Aviv para escribir una novela, suponemos que para encontrar cierta "inspiración" en el corazón del conflicto. Recluida en un exiguo piso de la capital israelí, la cineasta toma imágenes de los alrededores a través de las persianas echadas; los edificios y sus habitantes en sus quehaceres diarios, en un clima de normalidad casi insultante. Akerman diserta sobre su estancia y la sensación de estar en una prisión interior; mientras la vida transcurre sin sobresaltos, a pocos kilómetros se suceden violentos ataques que dejan incontables muertos. En esta paradoja se basa LÀ-BAS, toda una lección del fuera de campo y la economía de medios, con la que la directora belga transmite a la perfección la incomodidad del espectador consciente de que le es imposible acceder a la "información real", que es el precio del confort. Mientras nuestras insulsas vidas avanzan con el aburrimiento de los días, otras son arrancadas de cuajo a apenas un paseo en coche; la opción de un artista concienciado siempre oscilará entre contar "lo que ve" o contarlo todo, aunque no lo vea.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!