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lunes, 8 de agosto de 2022

Palabras sin eco


 

Y entonces llega Joe Wright y hace CYRANO. Y este Cyrano, qué quieren que les diga, pues será muy moderno y muy rompedor y muy lo que sea, pero también es muy aburrido. Y no el Cyrano interpretado por Peter Dinklage, que es tan buen actor que es capaz de hacer suyo cualquier personaje que le echen. No, este Cyrano es muy aburrido porque son dos horas en las que nos importa un pimiento lo que pase, tanto si es una cosa como la otra. Todo se reduce a poner a los personajes principales a parlotear en primer plano, mientras en el fondo se desarrolla algo que no tiene nada que ver, pero que sirve para admirar los trajes, el mobiliario, las velas, las paredes... CYRANO, este Cyrano, procura no salirse de la relación fondo-forma, por mucho que se nos quiera hacer pasar su discurso formal por atrevido. Yo no lo veo así por ninguna parte, ni en la consabida historia de amor malentendido, con una Haley Bennett que te dan ganas de mandarla a tomar viento; ni tampoco en unos tramos musicales descafeinados, con unos temas que parecen una lista aleatoria de Spotify. No sé, es una rareza que no ha visto nadie, y es un coñazo para quien la ha visto, y confirma que Joe Wright se lo tiene muy creído, y que ni había inventado nada antes, ni ahora tampoco. Yo, desde luego, no me atrevo a recomendarla... excepto para iniciar una plácida siesta...
Saludos.

sábado, 10 de julio de 2021

De listos e inteligentes


 

Joe Wright solía ser un cineasta con lo que los pedantes llaman "sello propio". No sé qué es eso, hasta que es el propio director el que se encarga de demostrarlo a través de sus imágenes, y de su forma de contar historias. Desde luego, lo que nunca ha sido el londinense es un autor reconocible, y lo que THE WOMAN IN THE WINDOW pone de manifiesto es que copiar a Hitchcock conlleva la caída de muchas máscaras. Es éste un thriller "psicológico" con olor a naftalina, de ropa enmohecida y articulaciones oxidadas; una nadería a mayor gloria de una Amy Adams que hace todo lo que puede por resultar creíble, mientras le van preparando la cama hacia un acto final desastroso, ridículo ¿Para qué el elenco? ¿Qué diablos pintan ahí Gary Oldman, Julianne Moore, Anthony Mackie o una Jennifer Jason Leigh que parece un maniquí mudo? Estoy de acuerdo en que todo el mundo merece cobrar, pero son cosas como ésta las que restan valor a trayectorias como las mencionadas. Todo semeja una opereta de cameos, mientras la protagonista se debate entre su agorafobia, y el "terrible secreto" que sus nuevos vecinos parecen albergar. Los personajes entran y salen sin orden ni concierto, con actitudes en absoluto creíbles, bajo historias que no le importan a nadie, con confidencias de modistilla. Pero creo una cosa. Joe Wright es británico, y los británicos apenas pueden resistirse a dos cosas: la gente conversando con copas de vino y un loft en Manhattan.
Termino de la peor manera posible. Efectivamente, también hay accidente de coche...
No la vean.
Saludos.

martes, 11 de abril de 2017

El espejo roto #7



Otro de los asuntos pendientes que me ha suspendido todo esto de los premios era volver sobre BLACK MIRROR, una de las series más celebradas, polémicas y estimulantes de los últimos años, una fiesta distópica, con las maldades de las nuevas tecnologías de fondo y que, a medida que se han sucedido sus tres temporadas, se ha ido reinventando con el loable propósito de no repetirse.
Esta tercera temporada ha desnaturalizado el entorno y localizaciones británicas, con tal de buscar una necesaria apertura de miras. Y en este sentido, el ejemplo más claro es el del episodio inicial, Nosedive, una pesadilla en tonos pastel que indaga en un futuro que cada vez nos parece menos improbable, el de una sociedad que no valora a las personas, sino lo que los demás valoran de esa persona, aunque se trate de desconocidos. La tiranía de las cinco estrellas, del pulgar arriba, deviene la paranoia de Lacie por aumentar sensiblemente su cuota de puntos para acceder a una vivienda de mayor nivel adquisitivo, además de poder asistir a la boda de una "amiga" de la escuela, que la auparía hasta un estatus insuperable. Sin embargo, un pequeño incidente en el aeropuerto le impide coger el avión y, a partir de ahí, cada cosa que ocurre le va restando puntos, hasta que deja de tener acceso ni siquiera a los servicios más básicos.
Dirige este episodio el irregular Joe Wright, que logra sin embargo una notable interpretación de la también esquiva Bryce Dallas Howard, consiguiendo el gran propósito del capítulo, que seamos testigos de este mundo virtual que hemos creado, de cómo nos juzgan los demás y cuánto puede llegar a afectarnos el dejar de ser "populares" y convertirnos, por desgracia, en uno más del montón...
Saludos.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Donde nos lleva el corazón



La información no puede ser más elocuente: Joe Wright se apoya en los clásicos para "revertirlos", su ambición mantiene siempre un ancla, al ser adaptación y no versión. De momento no le conozco una gran película a Joe Wright... tampoco una bazofia. Por su parte, la novela de Tolstói admite cuantas variaciones se le quieran añadir, está demasiado bien escrita como para poder ser adaptada por un necio; sin embargo, está por llegar (si no contamos con los apócrifos) esa "Karenina" perfectamente integrada en el tiempo que ha de hospedarla. No lo digo tanto en lo técnico (porque de sus muchas adaptaciones quizá sea ésta la más osada) como en lo semántico, y para ello habría que desnudar demasiados artificios, a la manera de Bergman, pero me temo que Bergman tiene poco o nada que ver con el genio ruso. Es esta ANNA KARENINA menos... ¿flamboyant?... ¿psicológica?... Puede que más visceral en tanto que la cámara, aun registrando una miríada de detalles, es incapaz de despegarse de una Keira Knightley que necesita desesperadamente un desencasillamiento. Todo lo que "arropa" a estos personajes frustrados y frustrantes es delicioso y fascinante, incluso lo ornamental no oprime al ágil guion de Tom Stoppard, y aunque sepamos la historia ésta no nos resulta fatigosa. Incluso, he de reconocerlo, ANNA KARENINA contiene algunos momentos de belleza casi irreal, como la escena de la pista de patinaje, y los trenes y las estaciones son una auténtica maravilla. No, el pequeño gran problema que le encuentro es que una vez dispersado el encanto, esta "enorme miniatura" pasará a un olvido progresivo porque su director, como buena eterna promesa, y a diferencia de su protagonista, no quiso traspasar los umbrales del corazón, porque sabe que esa es una apuesta a todo o nada, y eso tampoco se estila  hoy día.
Saludos.

jueves, 21 de abril de 2011

Dilapidando



THE SOLOIST no es un mal film, es algo peor: es la copia de un mal film. Y con apenas un par de toques de sabiduría, de oficio, podía haber salido un peliculón, porque los cimientos así lo indican. THE SOLOIST es la historia de Nathaniel Ayers y de Steve Lopez. Ayers es un excéntrico indigente que arrastra un carrito repleto de cachivaches, Lopez es un desencantado periodista de Los Angeles Times; ambos se encuentran por casualidad y Lopez se verá pronto atraído por la singular historia de este hombre que pudo ser un genio del violín, pero que desarrolló esquizofrenia mientras estaba en el conservatorio y terminó como un pordiosero, apenas tocando un viejo violín para subsistir. Este tipo de historias deben tener a un buen director y unos buenos intérpretes para no sucumbir al lagrimeo telefílmico y olvidarse de lo esencial, que es contar bien una historia. El tour de force de Robert Downey Jr. y Jamie Foxx, sin ser una maravilla, es prácticamente lo único interesante del film. El primero podría interpretar a una aceituna y estar de oscar, simplemente convierte en oro todo lo que toca; sin embargo, Foxx se acuerda demasiado de "su" Ray Charles y, pese a lograr conmover en un par de escenas, se le notan los anclajes profesionales en demasía, un poco lo que le pasa a DeNiro o a Dustin Hoffmann de un tiempo a esta parte, con la lástima de que Foxx no tiene la trayectoria de estos dos gigantes. Aun así, el principal problema se lo achaco al director, que es incapaz de decidir qué tipo de película nos quiere ofrecer; un Joe Wright que despuntó notablemente con ATONEMENT y del que, una vez confirmado su pertinente salto del charco, esperamos su reciente HANNA, sin demasiada expectación, la verdad.
Saludos en pizzicato.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!