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martes, 7 de febrero de 2023

Didactismo y fatiga visual


 

La Historia, con mayúsculas, siempre me ha interesado lo justito, y apenas si no sirve para entender mejor la contemporaneidad, en lugar de establecerse como un lastrante dogma falsamente educativo. Hay algo incluso peor que leer un libro "histórico", y es una película que desecha el lenguaje cinematográfico para enfrascarse en rudimentarios entresijos historicistas, ralentizando la supuesta epopeya, desembocando en ladrillos como el que hoy nos ocupa. Hay algo bienintencionado en MEDIEVAL, una inesperada producción checa, en la pulcritud de su fidelidad histórica para que nos interesa un poquito la figura de Jan Zizka, que fue el paladín del reino de Bohemia en el siglo XV, y que resistió sin perder una sola batalla contra el Sacro Imperio Romano Germánico del rey Segismundo. Tengo muy pocas cosas que decirles, ninguna positiva, sobre MEDIEVAL, excepto que desaprovecha un buen reparto, con Ben Foster a la cabeza, secundado por Matthew Goode y Sophie Lowe, y con la efímera aunque siempre estimulante colaboración de Michael Caine, que ya no debería estar para cosas como ésta, no vaya a ser que por mor del demonio se convierta en su epitafio...
Una película plana plana, aburrida, sosa, sin nada verdaderamente genuino que ofrecer, por lo que les prevengo de que no pierdan el tiempo en sus interminables dos horas, más cercanas al telefilm con ínfulas que a un largometraje en sí.
Incomprensible.
Saludos.

viernes, 20 de junio de 2014

Letras escondidas



OBSLUHOVAL JSEM ANGLICKÉHO KRÁLE (YO SERVÍ AL REY DE INGLATERRA) es una excelente adaptación literaria; y se le nota, para lo bueno y para lo malo. Por la parte positiva, diría que el veterano Jirí Menzel apenas necesita palabras para estructurar una narrativa directamente entroncada con el cine mudo y que se aprovecha de la gran expresividad, sobre todo, de su protagonista, el actor búlgaro Ivan Barnev, una mezcla de Dustin Hoffman y Charles Chaplin. Sin embargo, y sin haber leído la novela de Bohumil Hrabal (del que Menzel ya adaptó la estupenda TRENES RIGUROSAMENTE VIGILADOS), se especifica demasiado obviamente el carácter levemente mágico-realista de esta epopeya a través de varias décadas, las que contemplan al joven Jan Díte desde que vendía salchichas en la estación de trenes hasta que acabó regentando un hotel confiscado a los nazis. Antes fue camarero, conoció a un jefe de camareros que hablaba más de diez idiomas y que realmente sirvió al Rey de Inglaterra; y por último, arruinado pero feliz, recién salido de la cárcel, recuerda toda su juventud como un trasiego hacia ninguna parte, como si todos estuviésemos condenados a repetir nuestros errores. Cómicamente física, mordazmente dramática, se trata de un repaso a la complicada situación de los orgullosos checos tras la ocupación alemana, y de la dificultad para conciliar la paz ficticia instaurada por el Führer con la libertad para decidir de una nación. Así, Jan es testigo impasible de injusticias y malentendidos, y su mirada, siempre limpia de toda maldad, parece no comprender qué camino es el verdaderamente correcto. Tiene momentos hilarantes y otros de una belleza casi surreal; puro Menzel para quienes amen su cine.
Saludos.

miércoles, 9 de enero de 2013

El mito de Fausto 8



En 1994, el genial Jan Svankmajer se sacó de la manga una de las versiones más personales, extravagantes y sugerentes que del mito de Fausto se han hecho jamás. Mezcla de imagen real, animación stop motion y unas maravillosas marionetas, LEKCE FAUST empieza un poco aturullada, casi ininteligible, para, una vez hemos entendido el complejo juego propuesto por el maestro checo, terminar siendo toda una delicia y deleite para los sentidos. Casi sin palabras (la mayoría del diálogo se encuentra representado en el teatro de marionetas), Svankmajer nos propone un Fausto irresistiblemente jocoso y de aire (como no podía ser de otra manera) casi kafkiano; una especie de sacrilegio, no ya formal, sino directamente argumental, y en el que el pobre hombre interpretado por Petr Cepek dista una enormidad del Fausto apesadumbrado por el mal del mundo; digamos sólo a modo de ejemplo que sus ambiciones son más terrenales y que sus invocaciones demoníacas terminarán como el rosario de la aurora. Mención aparte tendrán las impresionantes transfiguraciones del personaje mefistofélico; ora muñequito metamórfico y arcilloso (desde calaveras de honda mirada a bebés monstruosos), ora marioneta cabezona y de madera, que a las caprichosas órdenes del bufón invocador acabará más hastiado que aterrador. En un momento dado, incluso las marionetas se confundirán con la gente real y darán un paseo en gabardina, mientras de una mesa manará vino sin explicación aparente o los coches cobrarán vida propia. Y si me permiten, se la recomiendo encarecidamente a todo el mundo que le guste disfrutar del cine como experiencia sensorial.
Saludos.

jueves, 6 de octubre de 2011

Joyas escondidas



Los países ya no son lo que eran. Ni siquiera la actual República Checa es la antigua Checoslovaquia. Ni su cine, en el que apenas hay asomo de aquella poesía surrealista de hace cuarentaytantos años, sustituida por un amargo trasfondo realista que todo lo engulle con una sombra de desesperanza muy oscura. No son muchos los títulos relevantes que cada año nos llegan desde este país, y ni siquiera cobran relevancia los que han pasado triunfantemente por algún festival, lo que habla mal de las distribuidoras españolas y de los críticos obcecados (y asalariados) que a diario sufrimos por estos lugares. La que traigo hoy aquí, por ejemplo, fue nada menos que Concha de Oro en su momento, y puede que una de las más merecidas de los últimos años. Štěstí (ALGO PARECIDO A LA FELICIDAD) empieza titubeante, con esa pléyade de personajes inubicables que hacen cosas raras que aspiran a no ser raras. Lo que quiero decir es ese intento por mostrar personas que se resisten a ser alienadas y que son las más complicadas de plasmar en imágenes ficcionales sin caer en una especie de complacencia que consigue poner a salvo hasta los planteamientos más descabellados. Aquí es donde la ópera prima del joven director Bohdan Sláma sale triunfante: empieza por lo más complicado y solventa con maestría los escollos que su propio guión le va planteando, fundamentalmente en la construcción de personajes. Todo gira en torno de Tonik, atípico antiprotagonista, que se debate entre dos personalidades totalmente contrapuestas: la abnegada Monika, que sueña ilusamente con marcharse a América con su novio, y Dasha, que tiene dos hijos a los que es incapaz de cuidar debido a sus problemas psicológicos. Dasha será finalmente recluida en un sanatorio y Tonik se hará cargo de los dos niños con la inesperada ayuda de una desengañada Monika; todos vivirán esa aproximación a la felicidad en una vieja granja, propiedad de la huraña tía de Tonik. Ahora bien, no esperen estallidos de jolgorio bohemio en plan Kusturica, nada de eso. ALGO PARECIDO A LA FELICIDAD es un film durísimo, incluso un poco sádico, que recoloca constantemente a sus personajes al borde de sus anhelos sólo para arrebatárselo en el último instante. Si tienen la oportunidad de verla no se arrepentirán, es una de esas joyas escondidas que desgraciadamente no suelen tener una distribución acorde con su calidad. 
Algo parecido a un saludo.  

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!