jueves, 31 de octubre de 2013

El espejo roto #4




La segunda temporada de BLACK MIRROR se abría con menos espinas que la primera, aunque con una mayor carga de reflexión y audacia. Be right back aparta cualquier tentación tremendista y ofrece tres cuartos de hora muy emotivos y sutiles mientras nos cuenta la historia de una pareja que se muda al campo, a la casa familiar de él, y, en apenas tres o cuatro trazos, y apoyada en la magnífica interpretación de Hayley Atwell y Domhnall Gleeson, nos hace partícipes de unos sentimientos que sólo pueden cobrar sentido a partir de una intimidad por tanto fuera de todo exhibicionismo. De la alegría al drama, lo que Charlie Brooker propone es la posibilidad de que las tecnologías (cada vez más peligrosamente sustitutivas) puedan llegar incluso a rellenar el vacío que nos dejan los seres queridos cuando ya no están. Es un estupendo guion y un estpendo punto de partida, pero hay algo que no termina de convencerme. Y es que, más allá de que el giro (necesario) nos deje patidifusos, uno no puede evitar pensar en qué hubiese pasado si el guion hubiese intentado mantener visible esa ausencia en lugar de hacerla carne; quizá una preponderancia de la palabra, del gesto unilateral, habría amplificado el tono decididamente melancólico y, quizá, no hubiese dado tanta importancia a la extrañeza de una entidad artificial y la incapacidad de ésta para ocupar el lugar de una carne que siempre es mucho más. Y es que, como bien dice la frase, sólo nos acordamos ce lo que teníamos cuando ya lo hemos perdido para siempre.
saludos.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Un niño con zapatos nuevos



Este mismo año se cumplen cuarenta de la publicación de Berlin, el disco maldito de Lou Reed; un descenso a la miseria más sincera, la misma que le acarreó un desastre de ventas y críticas tan demoledor, que de no tratarse de un verdadero poeta (y se necesita comprender estas palabras en toda su profundidad), no se habría repuesto con toda probabilidad. Hace unos días, Lou Reed ha muerto, y muere con él un pedazo desprendido de ese gran iceberg llamado R'n'R. Para siempre. Berlin ha ido convirtiéndose, con el tiempo, en una obra maestra única y casi seminal, un libro de texto recurrente para los que, hartos de carisma y faltos de talento, buscan el Grial de la creación a partir de la nada. Pero no siempre fue así, y Reed tuvo que abandonar su propia paternidad, embarcarse en unas muy distintas aventuras o replegarse sobre un hieratismo que, sin ser impostado, le convenía a la hora de evitarse explicaciones innecesarias.
Hace unos siete años, Lou Reed decidió que ya era hora de echarle un par de cojones (y algún escupitajo) a la horda de miopes emocionales que sólo veían en aquel disco genial una miserable venganza despechada, porque lo cierto es que hay más, mucho más, en esta sinfonía de alcohol, putas, heroína y niños abandonados. Reed contactó con Julian Schnabel para que filmara el que, a la postre, ha terminado siendo el único concierto conformado íntegramente con el repertorio de Berlin... Pero ¿a quién le importa?... ¿A quién le importa ese aire falsamente arty y conscientemente cool? ¿A quién le importa la calculada profesionalidad de unos músicos que no van a meter la pata ni con su sobriedad? ¿A quién le importa que allí esté, como hace cuarenta años, Steve Hunter?... ¿y qué pinta Antony Hegarty allí sentado todo el tiempo?... ¿y ese coro de niñas asustadas bajo la mirada de piedra de quien ha olido menstruaciones al alba?...
No, nada de eso importa un carajo. Sólo importa la sonrisilla que se nos escapa cuando sabemos de nuestra pequeña victoria. La misma única sonrisilla que Lou Reed se permite esbozar mientras habla de cortarse las venas o vomitar sangre...
Saludos.

martes, 29 de octubre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #4



En MOLLENARD, Robert Siodmak alcanzaba uno de sus puntos fuertes con varios giros inesperados en un guion aparentemente convencional y de corte más bien ligero. Tras una apertura dominada por la actriz Gabrielle Dorziat, que debe asumir la sanción impuesta a su marido, el Comandante Mollenard, por "transportar" armas desde Oriente sin el permiso de su compañía, la narración se transforma por completo y da paso a un film que parece otro. El Comandante, interpretado por aquella fuerza de la naturaleza que era Harry Baur, es un personaje anárquico, ingobernable y que sólo lamenta una cosa en la vida: haberse casado con una mujer que es su auténtica némesis. Aun así, Mollenard es respetado por su tripulación hasta las últimas consecuencias y estará a su lado a lo largo de un accidentado viaje desde las costas de China hasta su Dunkerque natal, donde tendrá un recibimiento que oscilará entre el fasto oficialista y el desprecio a su falta de rigor funcionarial. MOLLENARD es la historia de un aventurero que se bebía la vida a empellones y se movía entre traficantes, putas y asesinos, pero que al pisar tierra firme, al volver a "su casa", es incapaz de lidiar con el más mínimo problema cotidiano; y es tan sólo en sus últimos días, postrado por un fulminante ataque, cuando será reconocido como un ser humano que dio su vida por defender a los suyos.
Uno de los mejores trabajos de Siodmak en Francia y un film que merece la pena hoy día por su sorprendente estructura narrativa y sus inspiradas composiciones, que se elevan por sobre su apariencia distendida de comedia de aventuras.
Saludos.

lunes, 28 de octubre de 2013

El "lobisome"



En la Galicia más profunda existe desde hace siglos la creencia de aquel enfermo, "aojado" desde la cuna, que troca su espíritu por el de un lobo, perdiendo su conciencia y convirtiéndose en un animal sediento de sangre. Es el "lobisome", al que han ayudado a la expansión de su leyenda lo intrincado de los bosques gallegos y la arraigada superstición de sus gentes.
En 1970, un joven Pedro Olea, tras el prometedor debut que supuso DÍAS DE VIEJO COLOR, escribió junto a Juan Antonio Porto un estremecedor retrato acerca de cómo la miseria, unida a una omnipresente superstición, era capaz de fabricar monstruos, quizá víctimas de su propia desubicación social, pero protagonistas en todo caso de algunos episodios de lo que conocemos como "la España negra". EL BOSQUE DEL LOBO es un contenido y sequísimo relato de terror basado en dos pilares fundamentales: el intrincado paisaje forestal gallego y la hipnótica interpretación de José Luis López Vázquez, diametralmente alejado de sus forzados arquetipos, dicho sea de paso, que él tan bien dominaba. Desde el principio queda expuesta la condición de Benito, buhonero de mísera existencia, siempre a caballo entre Galicia y el norte castellano, siempre ofrecido a ser guía de quienes busquen fortuna en otros lugares. Y es en esos interminables trayectos en los que Benito, traspasado de una fuerza que es incapaz de dominar, comete unos asesinatos que han de quedar sepultados bajo el silencio de la naturaleza.
Con un estilo, insisto, fuera de cualquier impostura formal, Olea filma posiblemente su trabajo más poderoso e inspirado; una historia tan terrible como compasiva en la que destacaba también la estupenda fotografía de Aurelio Gutiérrez-Larraya y una expresiva música a cargo de Antonio Pérez Olea. Además de un excepcional reparto, donde se encontraban el gran Antonio Casas, Alfredo Mayo y Amparo Soler Leal, a cuya memoria va unida esta reseña.
Saludos.

domingo, 27 de octubre de 2013

Rincón del freak #128: La tuerta jodelotodo



Reconozco que he tenido que reprimir mi impulso primario por poner aquí una reseña dedicada al gran Manolo Escobar, que se lo merecía. Será la semana que viene, porque hoy tenía preparada una bizarrada de las de verdad, una cinta tan jodidamente de culto que me consta que supone la GRAN fuente de inspiración para Quentin Tarantino y Robert Rodriguez, que se reunen una vez al año para recoger ideas de THRILLER-EN GRYM FILM... ¿Que de qué va?... Hmmmmmm... ¿Habéis visto una cosa que se llamaba KILL BILL?... ¿ein?... Pues esto es KILL BILL en 1973, a lo bestia, con una actriz porno como protagonista, con escenas reales de sexo explícito (sí, también mucho antes que Winterbottom y von Trier...) y con un argumento que seguro que a más de uno le sonará de algo.
Pues resulta que una niña (en una escena deudora de EL CEBO) es violada salvajemente y cuando crece, por si fuera poco, es secuestrada por tipo bastante cabronazo que la mantiene presa para explotarla en un burdel. Un día intenta escapar y el precio es que le sacan un ojo con un escalpelo, tal cual. Ni corta ni perezosa, y con todo el dinero que le ha quitado al chulo, contrata a una serie de especialistas que la instruirán en el arte de la guerra, la lucha cuerpo a cuerpo, las armas y hasta la conducción temeraria. Hay hemoglobina a tutiplein, descuartizamientos en primer plano, pollas, coños, tetas, parches, ojos de goma, suecos enfadados, suecas pegando hostias y, por supuesto, Tarantino gritando: "¡Ya tengo mi protagonistaaaaaaaaaaaa!".
No sé si recomendarla, pero seguro que han visto pocas cosas como ésta.
Saludos.

sábado, 26 de octubre de 2013

La vida en un cuarto de juguetes #3



En 2010, Pixar decidió dar por finiquitada (o eso creemos) su franquicia más famosa y emblemática, y no se nos ocurre una manera mejor de hacerlo que dándole la vuelta al típico concepto americano de "película comercial de éxito" con un guion tremendamente ingenioso, obra de Michael Arndt, que cuatro años antes había ganado el oscar con LITTLE MISS SUNSHINE.
Andy se ha hecho mayor; se va a la universidad y debe decidir qué hacer con todos los cachivaches que inundan su cuarto, y por supuesto sus juguetes irán al ático... o a la basura. La primera vuelta de tuerca la encontramos en la accidentada huida de los juguetes, que terminarán en una "idílica" guardería llamada Sunnyside, donde un oso bonachón les dará la bienvenida al lugar de sus sueños, donde los niños no pararán jamás de jugar con ellos. Sólo Woody recelará del asunto y se marchará, descubriendo después que las intenciones de los juguetes que ya estaban en la guardería son muy diferentes. A partir de aquí, hay un despliegue de analogías asombroso: la guardería como supuesto retiro y convertido en infierno; la disciplina militar impuesta por un Buzz Lightyear "reseteado"; el divertidísimo (y muy mordaz) affaire entre Barbie y Ken (la aparición de éste en su mansión es uno de los grandes momentos de la película) y el nada infantil episodio narrado por un payaso que ha perdido la sonrisa después de haber sido abandonado por su pequeña dueña. Por supuesto que hay acción trepidante y las técnicas de animación alcanzan un punto de perfección (qué complicado es recrear una recreación y hacerla realista) que no se había visto anteriormente. Además, todo lo que en cualquier película resulta trillado y muy visto (las situaciones límite; los malos con piel de cordero), brilla y sorprende en este episodio final que se ve en un suspiro con cara y ojos de niño (como debe ser) y cuyo tramo final te deja un nudo en la garganta difícil de superar. Uno, a esas alturas, se ha enamorado profundamente de Slinky, el señor y la señora Potato, Bo Peep, el adorable Rex, Hamm el cerdito, los aliens del Planeta Pizza, el pobre pingüino Whezzy, la impulsiva Jessie y su caballo Bullseye, los soldaditos de plástico (dios, cómo me gustaban de pequeño...), Barbie y, cómo no, una pareja que forma ya parte de la Historia del Cine (con mayúsculas), Buzz Lightyear y Woody. Su peripecia, sus palabras, sus acciones, conllevan mucha más humanidad que la de la mayoría de películas con actores "reales" que vemos; y esto nos lleva a replantearnos muchas cosas que dábamos por sentadas... como, por ejemplo, si nuestra niñez no nos mira de reojo cada vez que hacemos el gilipollas.
Y lo digo ahora para que nadie me lo pida: una trilogía magistral.
Saludos.

viernes, 25 de octubre de 2013

La vida en un cuarto de juguetes #2



Cuatro años después de poner la industria patas arriba, John Lasseter unió fuerzas y talento junto a Ash Brannon y Lee Unkrich, que asistiría igualmente a Pete Docter para su estupenda MONSTERS, INC. y a Andrew Stanton en FINDING NEMO, y justo antes de hacerse con las riendas de la tercera entrega de estos inolvidables juguetes parlantes... Pero ésa es otra historia, que además les contaremos mañana. TOY STORY 2, sin aportar nada que no estuviese en la primera, es otra de esas películas que puedes ver una y otra vez sin cansarte. La introducción de los personajes de Jesse y Pete "el apestoso", recordándole a Woody cómo fue una leyenda con su propio show de televisión, aporta un dato novedoso que en la tercera parte sería incluso más desarrollado: la toma de conciencia de los juguetes de su naturaleza transitoria, estrechamente ligada al crecimiento de sus dueños, que les olvidarán y abandonarán. Asimismo, el episodio del malvado Zurg (impagable el arranque de la película y el guiño a Star Wars), el personaje de Al (a mitad de camino entre un freak coleccionista y un perdedor sin remedio) o esa alucinante fiesta de Barbies, como si de repente estuviésemos en una película "surfera" de Frankie Avalon, no dan tregua a quien esperaba una secuela trepidante y coherente. En mi opinión, a TOY STORY 2 le falta una milésima de esplendor y frescura, la que rebosaba en su glorioso episodio inicial, pero esto no debería restarle el mérito de conjugar todos los valores que realmente importan en la saga (amistad, lealtad, el sacrificio por los amigos que lo merecen...) y usarlos para, eso es innegable, mostrar unos agigantados avances técnicos, los que han convertido a Pixar (y a Lasseter como su verdadero ideólogo) en el gran espejo en el que se han mirado tantas otras producciones (y productoras). Otra película para gozar sin límites. Garantizado... ¿Alguien da más?...
Saludos.

jueves, 24 de octubre de 2013

La vida en un cuarto de juguetes #1



TOY STORY es, ustedes lo saben, yo lo sé, una obra maestra del cine contemporáneo; toda la saga, compuesta por tres películas, lo es. TOY STORY, la primera, tiene casi veinte años, y desde entonces se ha hecho muchísimo cine de animación, y muy bueno, y con un grado de perfección técnica cada vez mayor, pero pocas películas hemos visto cuyo grado de comunión entre lo que cuenta y cómo lo cuenta alcance nuestros corazones de la misma forma en que podría hacerlo una película con actores reales ¿Pero es que no es absolutamente creíble esa pareja, ya inmortal, formada por el vaquero Woody y el aventurero espacial Buzz Lightyear? ¿No es su encuentro una amistad surgida de la colaboración en favor de no perder un estatus, el de ser los juguetes favoritos de Andy? Y lo que es más importante ¿No es sintomático que John Lasseter inaugurara esa fábrica de sueños que es Pixar augurando el fin del "entretenimiento físico" y el advenimiento de la revolución digital, precisamente con un film que cambió por completo nuestro concepto de "cine de animación"? Bajo una apariencia frívola, que luego no es tal, TOY STORY contiene algunos momentos de emoción desatada. Están los chistes, las infinitas referencias, algunos momentos delirantes ("... el gancho... el gancho...") y unas escenas de acción simplemente apabullantes; pero mi debilidad está en esa humanidad latente y muy bien distribuida a lo largo de un preciso (y precioso) guion escrito por Alec Sokolow, Joel Cohen, Andrew Stanton y Joss Whedon, que adaptaron una idea original del tándem Stanton/Lasseter y Pete Docter. Nombres que han pasado a engrosar las listas de los mejores cineastas de las dos últimas décadas no sólo por reinventar el cine de animación, sino por dignificarlo y elevarlo hasta poder competir (de esto no tengo ninguna duda) con un cine comercial al que cada vez le cuesta más reinventarse a sí mismo.
Y al final, la prueba del algodón. Vi TOY STORY hace un mogollón de años y me pareció simpática y entretenida, una buena película; la volví a ver cuando estrenaron la segunda parte y de mis labios salió la frase "Obra maestra". Recientemente, la he vuelto a ver con mi hija de cinco años sin poder pegar los labios (ella... ¡y yo!)... Ahí, amigos, no hay dudas que valgan... ¡Maravillosa!
Saludos.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Las metamorfosis incomprendidas



El caso de Justin Kerrigan es de difícil explicación diegética, y sólo un conocimiento profundo de las interioridades del cine británico podría esclarecer lo atropellado de una trayectoria que parecía una cosa (y no era ahí donde radicaba su interés) y luego, al alcanzar cierta madurez profesional, desaparece por incomparecencia, aunque yo añadiría que por incomprensión generalizada. Kerrigan dirigió uno de esos inacabables "hijos bastardos" de TRAINSPOTTING en 1999, HUMAN TRAFFIC, que fue recibida por la crítica de su país como uno de los mejores debuts de aquel tiempo, cuando en realidad no era más que un rendido tributo a un Danny Boyle que parecía el modelo a imitar casi como Tarantino lo era en el Hollywood más gamberro. Sea como fuese, Kerrigan desapareció hasta nueve años después, donde nos encontramos con un film muy diferente, porque I KNOW YOU KNOW, aun con sus carencias, fiándolo casi todo al carácter y el oficio de un Robert Carlyle más comedido que de costumbre y con una premisa argumental suicida, es una película que va ganando si se la va entendiendo desde su hermetismo inicial, que la hace dolorosamente confusa. Es ésta la historia de un chaval cuyo héroe es su padre, con el que viaja sin parar y del que sospecha que puede ser nada menos que un agente secreto. Hasta ahí lo que se nos quiere hacer creer que creamos, luego es verdad que el film flojea por su indefinición, pero remonta en la parte final, donde las cartas quedan bocarriba y la cruda realidad transforma lo que parecía un relato de aventuras, con mafiosos y espías, en la difícil tarea cotidiana de sacar adelante a nuestra familia y cómo todo ello queda adulterado al estar enfocado por unos ojos inocentes que idealizan lo que están viendo. No es ninguna obra maestra en absoluto, pero su guion, muy superior a su realización, nos descubre a un autor de aliento fresco y que, por fin, parece haberse quitado la losa de "imitador de...".
Saludos.

martes, 22 de octubre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #3



QUICK, de 1932, fue una de las películas más famosas en la época que Robert Siodmak estuvo trabajando para la omnipotente UFA. Basada en la obra teatral del dramaturgo francés Félix Gandéra, contaba la historia de Eva, una alocada muchacha que sólo vive para estrenar vestidos y asistir a las espectaculares representaciones del teatro, donde frecuentemente actúa el payaso Quick, un enigmático artista capaz de las más diversas habilidades y del que Eva no puede evitar caer prendida. El payaso, casi como si de uno de sus trucos más ingeniosos se tratase, decidirá conquistar el corazón de Eva pero haciéndolo más difícil, puesto que se hará pasar por el dueño del teatro.
QUICK estaba interpretada por los muy solventes Hans Albers y Lilian Harvey, cuya química es aprovechada por Siodmak para trufar el metraje de esta sofisticada comedia de unos incesantes duelos dialécticos que van desde un florido desdén hasta altas cotas de romanticismo. Una película que a lo mejor no ha envejecido tan bien pero que contiene algunos momentos de gran cine y que adelanta la versatilidad de Siodmak, sobre todo en algunos números musicales de innegables ingenio y encanto. Muy recomendable.
Saludos.

lunes, 21 de octubre de 2013

Pendiente de un hilo



Las marionetas son esas extrañas criaturas de las que apenas se podría afirmar si pertenecen a este mundo o si, por el contrario, al cobrar vida colgando de unas hábiles manos, nos recuerdan que nunca debemos perder la perspectiva de una dimensión paralela. HEART STRING MARIONETTE es una inclasificable película con marionetas cuyos hilos son "reales", es decir, que son conscientes de que su mundo, su vida, están estrechamente ligados a las manos insondables de un "creador". Sí, como dios pero sin paparruchas teológicas. Su director es un joven artesano al que habrá que seguir la pista y que está distribuyendo el film directamente por Internet, aplicando en tiempo presente lo que algunos intuimos como un futuro inevitable. La historia es una absoluta locura que mezcla samuráis, monstruos gigantes y grandes luchas con katanas, como si un Japón feudal alternativo se hubiese contagiado del oscuro imaginario de Henry Selick o el Dave McKean de MIRROR MASK, de la que es, en mi opinión, directa heredera. A ratos confusa, otras veces sorprendente, estamos ante una película capaz de asombrar en la misma medida que su autoconsciencia pueda llegar a irritar a quien la vea hcon un método de visionado preconcebido; sin embargo, a mí me parece una de las sorpresas más estimables de lo que he visto últimamente, aunque su limitada distribución la vaya a pesar para abrirse paso. Curiosa, sí, pero con calidad e intención, también.
Saludos.

domingo, 20 de octubre de 2013

Rincón del freak #127: Todo es posible si se hace en Talamanca (y Navacerrada)



España, años 80. Más concretamente, hace treinta años justos. Usted entraba a un videoclub cualquiera y veía fastuosas portadas plastificadas que, en realidad, ocultaban bazofias terribles y difíciles de explicar. Pero claro, entonces todos éramos mucho más inocentes y nos la colaban desde cualquier ángulo... incluso desde el 3D ultracutre, por mucho que lo llamaran "Super-Visión" y esas cosas... No sé si recordarán un truño inenarrable que atendía al nombre de EL TESORO DE LAS CUATRO CORONAS... ¿no? Pues les pondré al tanto, están advertidos...
Pues resulta que un tipo llamado Tony Anthony (nacido Roger Pettito) fue siempre un aspirante a actor de muy segundísima fila, pero que llevaba el inconformismo en la sangre, por lo que a principios de los ochenta se reencontró con otro lumbreras, Ferdinando Baldi, con el que había rodado un infecto spaguetti western una década antes, EL JUSTICIERO CIEGO, con la idea de lanzar un "modernísimo" nuevo sistema en 3D... El resultado fue otro western malísimo, YENDO HACIA TI, y la que hoy nos ocupa, una delirante coproducción entre Italia, España y, lo que es más incomprensible, los E. E. U. U. de América del Norte... En fin, que esto es como un remedo de Indiana Jones pero en casposo, rodado entre los bellos parajes de Talamanca y Navacerrada y con un protagonista, el propio Tony Anthony, casi en la cincuentena y con graves problemas de movilidad y coordinación. Por allí estuvieron el pobre Paco Rabal, haciendo un penoso papel de payaso... ¿?... y, ojo... ¡Anita Obregón!, que por entonces se creía una actriz de culto por haber salido en un episodio de "El equipo A". La película es horrible... horrible... horrible... Hora y media de mierda absoluta en la que el protagonista es atacado por buitres, perros y hasta un pterodáctilo enano ¿?!!... y luego todos los actores se pegan cuarenta minutos colgados de una viga con mosquetones... ¡El colmo de la acción! Hay algunos momentos que son de otro planeta, como el protagonista al que le gira la cabeza varias veces y luego está como si nada, o el malo, un tipo con capucha que simple y llanamente... ¡no hace nada malo! ¡nada en absoluto! Pero el bueno, que se pega todo el metraje destrozando castillos y antigüedades, lo incinera y santas pascuas. Salen paisanos con caretas, boinas y tocando la pandereta; ¡puertas medievales con USB!; un tipo que dice que se pasó cinco años borracho y que no se sabe qué pinta colgado de una viga; o una llave del todo a cien que levita y que será... ¡Tachán!... la clave para descifrar el misterio de las Cuatro Coronas... Que, por cierto, eran sólo dos... ¿se quedarían sin presupuesto y ya tenían los carteles promocionales hechos?... Como dato para el señor Wert, esta película, o lo que sea, tuvo una asistencia sólo en España de 400.000 personas... Está todo dicho.
Una de las frikadas más grandes de la historia del mundo mundial, y ya...
Saludos.

sábado, 19 de octubre de 2013

Vida prócer: El cine de Hong Sang-soo #15



Una terrible (por lo cutre) versión ¡en teléfono móvil! de la 7ª Sinfonía de Beethoven supone el rasgo central de la (pen)última película (mientras escribo esto ya se ha estrenado otra...) de Hong Sang-soo, NOBODY'S DAUGHTER HAEWON. Lo es emocionalmente junto a una solitaria fortaleza militar convertida en atracción turística y que es testigo de los encuentros y desencuentros de la improbable pareja formada por la joven estudiante Haewon, una meliflua eterna indecisa acerca de qué quiere y cómo lo quiere, y el típico gilipollas "hongsangsooniano", un petimetre que sólo puede jactarse de dirigir alguna que otra película. Esto queda de manifiesto en dos de las mejores escenas del film justo al comienzo, cuando se comporta como una idiota adolescente al pedirle un autógrafo a Jane Birkin (haciendo de Jane Birkin) y ésta le dice que se parece a su hija... ¿? Y luego cuando no sabe ni qué decirle a su madre, que se va al día siguiente a Canadá tras una visita a su pobre hijita. Con menos soju y menos cigarrillos de costumbre (en la fortaleza no se puede fumar), encontramos aquí a un Hong Sang-soo más equilibrado, menos predispuesto a los vericuetos intrincados y con una visión mucho más melancólica, como si estuviese constantemente apiadándose de lo intrascendentes que son la vida y los problemas de estos desorientados insatisfechos crónicos. Como si fuese lo peor del mundo, inventan una mentira que no se cree nadie cuando se encuentran por casualidad a un grupo de alumnos del director, que como no puede ser de otra manera también es profesor. Lo verdaderamente alucinante del cine del director coreano es esa capacidad para insuflar asombro desde un paraje desolado y banal hasta la náusea; un intérprete que nos muestra lo extraña que puede llegar a ser la cotidianidad y lo poco que solemos poder ofrecer a otras personas, precisamente porque nunca nos miramos a nosotros mismos desde fuera. Una (otra) gran pequeña película que debemos sumar a la incesante actividad de su director; fue a Berlín, dejó boquiabierto al jurado y no ganó absolutamente nada. Eso lo explica todo.
Saludos.

viernes, 18 de octubre de 2013

¿Dónde estamos al final?



34 años después, en 2009, Patrice Chéreau filmó su último título, PERSÉCUTION, una película que pasó más desapercibida de lo que en realidad merecía y bajo la que subyace una enigmática premisa, puede que no muy bien contada, pero no por ello desdeñable. PERSÉCUTION empieza como una película de Haneke, con una escena llena de violencia cotidiana; continúa como un émulo de Claire Denis, dejando que la historia supere a los personajes; es sólo muy al final cuando Chéreau recuerda su personalísima impronta e insufla a este extraño relato desdoblado en dos de una voz propia (y adecuada). Es la historia, sobre todo, de Daniel, un tipo sin medias tintas, que escupe todo lo que se le pasa por la cabeza sin pararse a pensar si es diplomático o no; un personaje de gran potencial que se queda en casi nada por culpa de un actor (Romain Duris) al que cuesta encontrarle el rastro fuera de la impostura. Con Daniel cono eje, luego aparecerá Sonia (Charlotte Gainsbourg), algo parecido a una pareja, pero con la que sólo puede compartir pequeños encuentros casi casuales. El guion es complejo y hubiese necesitado de un pulso firme para no caer en el batiburrillo; se atisban sutilidades formales, no todo está completamente claro y es posible que la idea fundamental sea poner en imágenes una falta de empatía casi patológica, o un miedo al compromiso, o simplemente a amar o a ser amado. En estas, Chéreau se saca de la manga una segunda vuelta de tuerca, y entonces ya no entendemos absolutamente nada. Daniel, que trabaja reformando pisos, tiene el suyo en perpetua reforma, y un día encuentra a un extraño durmiendo en él; este personaje (un Jean-Hugues Anglade que podría haber dado mucho más de sí), que confiesa desesperado su amor por Daniel, será como un negativo del propio Daniel, una especie de recordatorio de lo que él le hace a los demás con su indetectable actitud. La pena, la lástima, es que un intrincado y supuestamente perverso juego psicológico quede lastrado por una indefinición que hace que no podamos saber a qué atenernos. Es PERSÉCUTION una película interesante, pero quizás fallida; y quizás Chéreau merecía otro colofón. Quién sabe...
Descanse en paz.
Saludos.

jueves, 17 de octubre de 2013

Una flor que es como un sexo



Era Patrice Chéreau un autor al que he ido postergando innecesariamente en el tiempo, teniendo en cuenta los muchos y muy interesantes títulos que componen su filmografía, incesante desde su impetuoso debut en 1975. Patrice Chéreau ha muerto, pero nos ha dejado sus películas; algunas magníficas, otras correctas, pero siempre con un sentido "cinematográfico" (en un término puramente de honradez hacia el espectador) intachable. Aquí hablaremos entre hoy y mañana de su primer film y del último, y no dejaremos el resto para mucho más tardar...
Como decíamos, Chéreau debutó como director con sólo 31 años y con una adaptación literaria que, aún hoy día, no deja indiferente a nadie. LA CHAIR DE L'ORCHIDÉE fue una novela de gran éxito escrita a mediados de los años cuarenta por James Hadley Chase y que se basaba libremente en Ma Baker, aquella mítica gangster americana, y sus hijos. Sin embargo, y aun manteniendo piezas esenciales de dicha novela, la adaptación escrita por el propio director junto a Jean-Claude Carrière respira un aire propio, empezando por la traslación geográfica y otorgando un protagonismo compartido a una rica heredera confinada en un siniestro hospital y un don nadie con demasiados problemas a cuestas. Ambos se encontrarán por casualidad, y por casualidad se enamorarán; ella ha escapado del psiquiátrico tras dejar ciego al hombre que la violaba sistemáticamente, él es perseguido por una extraña pareja de lanzadores de cuchillos. A partir de ahí, la trama no parará de dar vuelcos, todo el mundo busca a todo el mundo y nadie quiere ser encontrado.
LA CARNE DE LA ORQUÍDEA es un film denso, oscuro, casi siempre filmado en grandes espacios bajo la lluvia; un thriller atípico que a mí me recuerda, por sus insondables personajes (esos dos hermanos...) y situaciones, a los hermanos Coen. Protagonizaban una bellísima Charlotte Rampling y aquel gran actor que siempre fue Bruno Cremer; además, contaba con cameos de excepción, como los de tres grandes damas de la escena: Edwige Feuillère, Alida Valli y Simone Signoret. Un debut que apuntaba desde bien pronto a un creador de madurez incontestable.
Saludos.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Las "variaciones Wan"



Pareciera James Wan un director empeñado en manosear una y otra vez los mismos temas y motivos, desconozco si en busca de una perfección formal que le acerque a cierto Olimpo personal, como buen mitómano, o si quizás una conjugación cada vez más estilizada no haga más que esconder una preocupante falta de ideas. Propongo que lo averigüemos en la segunda parte de una de las películas que más he defendido desde estas páginas, INSIDIOUS, donde el horror daba paso, por medio de la extrañeza, a otra cosa que podría quedar refrendada en dicha continuación, o a lo mejor nos descubre, desgraciadamente, el truco del mago.
Por su parte, THE CONJURING es como una demostración de poder por parte de Wan, un depuradísimo ejercicio de estilo de un tipo que domina como nadie los efsctos visuales y (sobre todo) sonoros para hacer entrar al espectador a una estancia sin cuarta pared, una especie de ensalmo visual que, sin inventar nada, le está dando al género terrorífico unos galones que parecían perdidos entre tansto marasmo digital. Sin embargo, he de decir que la encuentro inferior, sin nada que decir o aportar por sí misma, como el elegante homenaje de un rendido fan a joyas como THE EXORCIST o POLTERGEIST; y a Wan (y a sus avispados productores) no se le escapa que esto, ahora mismo, vende, así que de momento podríamos aseverar que si alguien tiene todo el derecho del mundo a hacer experimentos para hacerse mejor cineasta, es él. THE CONJURING es terrorífica en su justa medida, los actores están portentosos en sus muy complicados papeles (hacer creíble todo el asunto debe depender de algo más que unas viejas fotografías al final) y la historia está contada con mesura y buen tino. Wan consigue frenar en más de una ocasión su tendencia a "mostrar de más" y hay dos o tres momentos, de esos de "atmósfera", que te ponen los pelos de punta. Pero su punto fuerte sigue siendo, como en INSIDIOUS, la puesta en escena, la "preparación" a la que somete al espectador para lo que finalmente va a mostrarle; sabes que algo va a ocurrir aunque nada telo indique en apariencia, y crear ese clima de percepción es un gran mérito en los tiempos que corren. Es terror para gente a la que además le gusta el cine, y por eso es una película recomendable, pero yo sigo esperando una nueva vuelta de tuerca (nunca mejor dicho) que aquí no se ha producido. Veremos.
Saludos.

martes, 15 de octubre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #2



En 1931, Robert Siodmak rodó un mediometraje llamado DER MANN, DER SEINEN MÖRDER SUCHT (algo así como EL HOMBRE QUE BUSCABA A SU ASESINO), con otro estupendo guion firmado a cuatro manos por su hermano Curt y Billy Wilder y que adaptaba asimismo la obra de teatro de Ernst Neubach. En clave de comedia bufa, y con tintes negros, contaba la singular historia de un suicida, incapaz de consumar su muerte, que ve la solución a sus problemas cuando un ladrón asalta su casa; tal es así que le convencerá para firmar un contrato para que le asesine por 15.000 Marcos... Tras varios conatos, el bandido se dará cuenta de que no puede matarle a sangre fría y le pedirá doce horas para prepararse; en ese tiempo, el joven suicida conocerá a la mujer de sus sueños y se dará cuenta del error que ha cometido. Justo cuando intenta contactar con su potencial aesino se enterará de que éste ha "subcontratado" a otro sicario, el mortífero Jim, que va en su busca. El film es una delirante mezcla de slapstick, musical y comedia de enredo, con la pareja protagonista de moda en el cine alemán de los años treinta, Heinz Rühmann (inolvidable protagonista de aquella obra maestra que es EL CEBO) y Lien Deyers (que venía de trabajar con Fritz Lang en la estupenda SPIONE); una película cuyo mayor valor consiste en su capacidad de síntesis para aprovechar todas y cada una de las constantes de la comedia más física proveniente del cine mudo y que a partir de los años treinta sería uno de los géneros más populares y celebrados en un Hollywood que aún tendría que esperar una década para acoger a Siodmak. Como dato a tener en cuenta, la música corría a cargo de Franz Waxman.
Saludos.

lunes, 14 de octubre de 2013

Vendedores de seguros



Los vendedores de seguros son una especie aparte, una raza de personas capaz de sentarse en el sofá de tu casa y no parar de disertar hasta convencerte de que lo más importante que puedes hacer en la vida es estar preocupado por lo que va a ocurrir después de que te mueras. En el cine comercial yanqui está ocurriendo un fenómeno que, como poco, viene a confirmar la teoría de un vendedor de seguros. Hablamos de "productos", de acuerdo, películas, que ofrecen mucho más de lo que finalmente son capaces de dar y que, apoyadas (muy supuestamente) en tempos dislocados y más cercanos al modelo japonés, explotan una veta, la del extrañamiento, de forma bastante artificiosa. Un espectador con un bagaje cinéfilo medio-alto no debería tener ningún problema para detectar cuándo se la están colando sin más, pero entiendo que la preocupación de las productoras, en plena crisis de asistencia a las salas y mientras se debate el apocalipsis final de una forma de ver películas, no sea otro que diseñar el mejor anzuelo posible, aunque se recurra al viejo truco de un vendedor de seguros. No es muy halagüeño, pero si tuviese que quedarme con un aspecto positivo usaría, por ejemplo, un film reciente como THE PURGE, una película que a priori no debería encajar en el broadcast system americano, pero que, dependiendo de a quién le vendamos la moto, puede ser tanto una conmoción como una chufla de las de toda la vida. Se le agradece al señor James DeMonaco (y productores y montadores, claro) que haya sido capaz de dejar esta distopía no tan lejana en el tiempo (2022, creo) en menos de hora y media, lo que aligera el visionado de algo que hemos visto cientos de veces, aunque también desnuda sus carencias, obligándole a mantener la tensión narrativa desde el principio y sin abdarse por las ramas. Sin nada que ver con la reflexión que Haneke tantas veces ha hecho sobre la violencia nihilista, y con menos brío y vigor que aquel asalto (por poner el ejemplo contrario) que tan bien filmó John Carpenter, THE PURGE se queda en una película deshinchada y embobada con los dos o tres planos que parecen haberle salido bien. Lo mejor es Ethan Hawke, un actor imprevisible y que está en su mejor momento; lo peor es la parafernalia que han colado para seguir vendiendo los mismos seguros de siempre.
Saludos.

domingo, 13 de octubre de 2013

Rincón del freak #126: Reflexiones de un ministro de hacienda



El otro día vi una película muy mala cuya única premisa para verla era estar rodada en 3D. Se titulaba SCAR 3D, of course, y sus escasos 80 minutos se hacían más largos que un documental de Wang Bing. Terrible... terrible... No importa, porque ipso facto me encuentro con las incendiarias descalificaciones del ministro Cristóbal Montoro al cine español, que venía a decir que el problema del cine español no es de financiación ni ayudas, sino de calidad. No se hacen buenas películas, pues adiós subvenciones.
1- Las mejores películas españolas que he visto últimamente son películas pequeñas, de escaso presupuesto, por lo que no creo que haya una relación causa-efecto entre una cosa y la otra.
2- Las peores películas españolas que he visto últimamente (y desde hace tiempo) son las que han contado con un presupuesto holgado y ayudas a tutiplein. Si quieren un consejo, abominen de las que contienen dinero de alguna televisión.
3- En toda la parrilla televisiva no existe un solo programa dedicado al séptimo arte, si no son "pizarras" estilo Días de Cine o por el estilo. Que para hablar de cine haya que acudir a un casposo programilla de debate con tertulianos como Francisco Marhuenda, Paloma Zorrilla o Juan Adriansens es, como poco, para tentarse la ropa.
4- Que en dicho programa el único invitado perteneciente a la industria sea Rafael Álvarez "el brujo", cuya amplia trayectoria está apuntalada por el teatro (y más concretamente el español clásico), tampoco es que ayude a esclarecer qué está pasando.
5- Que un ministro de hacienda hable sobre cine lo deja todo dicho sobre el surrealista momento histórico por el que está pasando este país.
Nada de esto, por supuesto, tiene que ver con SCAR 3D, pero es que la película es tan jodidamente mala que me permite hacer una cosa que normalmente no hago, ya que en este blog, mejor o peor, de lo que se habla es de películas y cine. Me permite, como digo, disertar acerca de la carroña y los buitres. Y aludo a una escena magistral rodada por Luis García Berlanga y que pueden encontrar al final de una minusvalorada obra maestra como es LA VAQUILLA... Ahí está todo...
Saludos.

sábado, 12 de octubre de 2013

J. R. R. #4



... y a Jackson no se le pasó la fiebre... Como era de esperar, por otra parte, así que se embarcó en la adaptación de aquel primigenio libro, verdadero germen de THE LORD OF THE RINGS, que no es otro que THE HOBBIT. A primera vista, AN UNEXPECTED JOURNEY, la primera de las tres partes (la segunda llegará estas Navidades y la tercera en las siguientes), puede parecer más sencilla que sus predecesoras, menos ambiciosa y un poco más relajada si se prefiere. No importa, porque el entretenimiento está asegurado, las técnicas digitales más perfeccionadas y el engranaje bien engrasado; no podemos, por tanto, más que esperar lo mejor para lo que está por venir.
La película en sí es un artefacto de dimensiones bien calculadas, con un argumento cristalino y (casi) todo el peso en los hombros de un excelente actor, el británico Martin Freeman, que me parece el más acertado Hobbit que he visto hasta ahora, y es que los Hobbits no son más que una representación más o menos arcáica de esos campechanos y borrachines irlandeses de fino sentido del humor y gran humanidad, y no una suerte de esquizoides universitarios californianos... Vale, porque Freeman insufla a su Bilbo Bolsón de gran elasticidad conceptual, ni un tontito ni un falso héroe, sino un simple Hobbit que, embaucado por un Gandalf demasiado achacoso (la edad no perdona ni a Ian McKellen), verá su casita literalmente asaltada por una docena (+1) de Enanos liderados por el orgulloso heredero del trono de Erebor, Thorin, con la intención de que les acompañe hasta su reino, situado en la Montaña Solitaria, donde desde hace años mora el temible dragón Smaug, que se apoderó del inmenso tesoro de los Enanos y expulsó a sus habitantes. Lo que seguirá es bastante similar a lo narrado, por ejemplo, en THE FELLOWSHIP OF THE RING, con la partida de los quince expedicionarios que tendrán tiempo de acabar en la cazuela de tres Trolls (como nos contaba el propio Bilbo muchos años después), "visitar" el reino subterráneo de los Trasgos y escapar milagrosamente del ataque de Azog, el gran Orco blanco, cuyo brazo amputado es un recuerdo de su épico enfrentamiento con Thorin. Aunque quizá lo más relevante de esta primera parte (en términos argumentales) sea el tremebundo encuentro de Bilbo con un Gollum aún más real que el que habíamos visto, zanjando la explicación sobre cómo obtuvo realmente el Anillo Único.
En suma, es bastante injusto valorar esta primera parte sin haber visto aún las otras dos, pero a mí me parece una estupenda película de aventuras; además, me niego a entrar en un debate que me parece baldío, como el que enfrenta la idoneidad del continuismo a la posibilidad de que la trilogía de EL HOBBIT respire un aire distinto al de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS.
Hasta ahí llego...
Saludos.

viernes, 11 de octubre de 2013

J. R. R. #3



Cuando empieza THE RETURN OF THE KING (y sobre todo si se han visto las otras dos partes inmediatamente antes), uno tiene la sensación de que Peter Jackson está obligado a amarrar una barbaridad de cabos sueltos, más por ser fiel a un relato ortodoxo que por sérselo a sí mismo como rendido (y honrado) esclavo de una saga necesitada de tanta fiereza en sus tiempos como sutilidad en las formas. El gran protagonista de esta conclusión es "la batalla", y cada paso dado en su ramificada estructura tiene algo que ver en las razones por las que, inmediatamente después de defender el reino de Gondor, la alianza termina por consolidarse y decide que todos han de marchar frontalmente contra Mordor para desviar la atención de Sauron y dar tiempo a Frodo para destruir el Anillo.
Pero antes de todo esto, a Jackson le faltaban minutos para desarrollar las motivaciones por las que Gondor habría de recela de la ayuda de Rohan, y en la versión extendida esto queda magníficamente resuelto; tengamos en cuenta que en la gran batalla yo fui capaz de contar hasta seis alternancias simultáneas, y sin contar las que ocurrían al margen, como el complicado acceso de Frodo al interior de Mordor o la tenebrosa alianza reclamada por Aragorn como heredero del trono de Gondor al ejército de muertos vivientes que fueron maldecidos por Isildur al negarles su ayuda previamente jurada. Todo esto y la emboscada preparada por Gollum a Frodo y con una "invitada" muy especial; la espectacular acometida de los gigantescos olifantes, con la "famosa" escena protagonizada por Légolas; y por último, una escena recuperada para la versión extendida (que no me cansaré de recomendar) y que tiene su cuota de impresión: aquí precede a la última aparición del ejército de Mordor el enigmático emisario conocido en el libro como Boca de Sauron, que pese a ser una escena estremecedora tiene un fallo de raccord imperdonable y que, sin embargo, no desvelaré.
Sigue sin gustarme, sin embargo, el epílogo a modo de bondades y reencuentros, no porque esto no sea así, sino porque parece un anuncio de papel higiénico. Es algo que ni la versión extendida ha conseguido salvar...
No todo puede ser perfecto, evidentemente, pero THE RETURN OF THE KING es un perfecto colofón para una trilogía que, para algunos más que otros, ha quedado impresa en la retina de millones de espectadores y, lo que es más importante, ha puesto en imágenes un complejo universo creado por J. R. R. Tolkien, una especie de mitología aparte a la que, por fortuna, ya podemos poner rostros tangibles.
Y como esto no ha acabado... saludos hasta mañana...

jueves, 10 de octubre de 2013

J. R. R. #2



Hasta hace muy poco, THE TWO TOWERS no ofrecía discusión para mí; es la mejor, me decía, y con diferencia. Curiosamente, la versión extendida apenas ha cambiado el rumbo de esta excelente segunda parte, quizá porque no había mucho que añadir para mejorarla. Aquí se encuentran algunos de los mejores momentos de toda la saga, los que le dan su empaque y la han hecho perdurar en el imaginario de unos aficionados que ya contaban con el bagaje literario. Una difícil empresa de la que Jackson sale airoso desde su tremendo arranque, la épica lucha entre Gandalf y el temible Balrog en una interminable caída libre; mi escena favorita y uno de esos momentos que quedan grabados por derecho propio. Pero hay mucho más en este intenso ínterin que conecta con pulso la exhaustiva presentación de personajes con la apoteosis final; porque aquí se pone ya de manifiesto la rivalidad entre los caballeros de Rohan y los guerreros de Gondor, vital para entender el porqué de muchas decisiones; además de la caída de Isengard a cargo de los Ents, poderosos árboles parlantes que protagonizan el momento con mayor carga ecológica de la novela original. Pero hay otros dos momentos apasionantes y decisivos en esta película. Uno es la aparición de Gollum, un ser dominado por el poder del Anillo y que será el encargado de guiar a Frodo y Sam nada menos que hasta Mordor, sin sospechar que la verdadera intención de éstos es destruirlo en el Monte del Destino. Interpretado por el actor Andy Serkis, Gollum es uno de los hallazgos de Peter Jackson, un personaje cuya complejidad bipolar entierra los reparos que pudiésemos albergar sobre las técnicas empleadas para darle vida y que poco a poco se va convirtiendo en uno de los baluartes esenciales de la saga, uno de esos personajes destinados a ser antológicos.
Y para terminar, la batalla del abismo de Helm. Dilatado durante casi una hora, supone uno de los puntos más oscuros y terribles de las tres películas. Yo creo que nunca antes habíamos visto un despliegue igual para contar la épica resistencia del pueblo de Rohan ante un ejército veinte veces mayor, y Jackson lo filma con brío, sin resultar confuso (teniendo en cuenta las dimensiones del evento) y sin dulcificar ningún aspecto. La inesperada llegada del ejército de Elfos es uno de esos momentos vibrantes junto, quizá, a la carga final de los Rohirrim liderados por Gandalf.
THE TWO TOWERS es una película que pasa en un suspiro, que aclara multitud de asuntos que quedaban en el aire tras la primera entrega y que preparaba el terreno para un último capítulo que, este sí, necesitaba mayor extensión para no dejar un solo cabo suelto.
Saludos... hasta mañana.

miércoles, 9 de octubre de 2013

J. R. R. #1



Alguien me dijo a lo largo de este año "Espera a Navidad"... Teniendo en cuenta que la Navidad me la trae floja y que a Peter Jackson aún habría que esperarlo un año más para que complete la trilogía de "El Hobbit", este Octubre me parece un mes tan bueno como cualquier otro para acometer la que probablemente sea la saga cinematográfica más famosa de todo lo que llevamos de siglo, seguro, y de toda la historia del cine, dependiendo de con qué la comparemos. THE LORD OF THE RINGS es, para situarnos, primero un libro dividido en tres, mas otro volumen (que es con el que Jackson está ahora mismo) y una especie de guía, "El Silmarillion", que no tanta gente ha leído y que es totalmente esencial para comprender el "qué" y el "porqué" de esta superaventura que lleva cautivando a millones de personas unas cuantas décadas. Y como no suelo dilatarme mucho en las reseñas, comenzaré con datos subjetivos, pero que me parecen cruciales. He visto la trilogía cuatro veces y sólo me he convencido por completo al ver el "director's cut", más de doce horas de montaje que cobran mucho más sentido que la versión que se nos presentó oficialmente entre 2001 y 2003 ¿El motivo? Se rellenan multitud de tiempos muertos y/o saltos narrativos que raquitizaban la impresionante narrativa original de Tolkien, hay personajes que por fin tienen el peso adecuado a su dimensión en la historia (me acuerdo, por ejemplo, del Rey Théoden y la gran cantidad de adláteres que termina por arrastrar), pero sobre todo porque (y no es cuestión baladí) porque si la primera entrega es una excepcional y muy concisa introducción, lo importante no podía dejarse para la segunda, así que esta nueva versión extendida culmina en todo su esplendor y la tercera entrega es una auténtica obra maestra.
Por el principio, THE FELLOWSHIP OF THE RING es una exhaustiva introducción de personajes, desde los iniciales (e imprescindibles) Bilbo Bolsón y Gandalf, pasando por la cuadrilla de Hobbits, Frodo, Sam, Merry y Pippin, y estallando en múltiples direcciones, al igual que su estupendo sentido de la simultaneidad (algún día alguien establecerá las uniones entre esta saga y STAR WARS...). Desde la primera vez que los vemos, personajes como Aragorn, Légolas, Gimli, Boromir, Arwen... (la lista sería demasiado interminable) se nos incrustan en el subconsciente para permanecer, perfectamente ubicados, en esta clarísima dicotomía entre un bien y un mal que cualquiera identificaría de inmediato con la WWII, con los aliados por un lado y el mal emergente del Este por el otro. Un mal, por cierto, que curiosamente aquí no tiene un rostro identificable, ya que Sauron es más maldad intrínseca (ese ojo que todo lo ve y todo lo controla) y manipuladora; en su lugar, el renegado Saruman (un terrorífico Christopher Lee) será su siervo más destacado, sin olvidar a orcos, trolls, trasgos y los impresionantes Nazgûl, los incansables perseguidores del Anillo y su portador.
La historia, supongo, ya la conocen, y sólo pondré sobre la pista a los pocos (¿aún queda alguno?) que no sepan de qué va esto, que en la Tierra Media se repartieron los Anillos de Poder entre hombres, enanos y elfos, pero Sauron, haciendo honor a su apodo de "Señor Oscuro", forjó en secreto el más poderoso, el Anillo Único, con el poder de gobernar y someter a todo el mundo. Derrotado por un hombre, el Rey Isildur, el anillo le fue arrebatado, aunque se perdió durante dos eras, hasta que por casualidad cayó en las manos de un tipo insignificante y de nombre Sméagol (del que hablaremos abundantemente en los siguientes días) y de éste pasó, también por "casualidad", a un Hobbit de nombre Bilbo... Y ahí comienza la aventura, justo cuando es creada "La Comunidad del Anillo", que emprenderá un gigantesco viaje por toda la Tierra Media para destruir el Anillo antes de que Sauron lo localice...
Saludos... hasta mañana.

martes, 8 de octubre de 2013

Robert Siodmak: Tiempo y esfuerzo #1



Comenzamos hoy, y cada Martes, un especial monográfico dedicado a uno de esos directores de los de toda la vida, un creador de imágenes sólido e infatigable que a lo largo de cuatro décadas, y repartido por varios países, nos dejó un buen puñado de películas inolvidables. Robert Siodmak, que junto a su hermano Curt tuvo que marcharse de Alemania por los motivos que todos conocemos, que tuvo una interesante carrera en Francia y que una vez en Hollywood, y junto a nombres como el de Billy Wilder o Fred Zinnemann ayudaron a revitalizar el panorama cinematográfico norteamericano con una visión si se quiere más mordaz y desencantada de la vida. Quizá no tan grande como aquéllos, pero en mi opinión un director al que merece la pena seguir su extensa obra.
Obra que se iniciaba oficialmente con MENSCHEN AM SONNTAG (LOS HOMBRES DEL DOMINGO), un increíble film rodado en 1929 sin actores profesionales y que nos presentaba un Domingo cualquiera en la vida de cuatro amigos que deciden pasar la jornada en el campo. A caballo entre la ficción y el documental, Siodmak, que aquí compartía labores de dirección con el gran Edgar G. Ulmer, otro "ilustre" exiliado, logra el milagro de transportarnos durante poco más de una hora a otro lugar y otro tiempo, y lo que parece una especie de reportaje a la mayor gloria de las bondades de la vida germana, con la gente en sus quehaceres durante la semana y esperando la llegada del ocioso Domingo, cobra una dimensión inusitada e inquietante. Esos "hombres del Domingo", dispuestos a enamorarse, a reírse, a gastar bromas, nadar o tumbarse en la hierba mientras escuchan un disco, esos mismos hombres y mujeres dieron su voto, muy poco tiempo después, a un genocida que los llevó al horror más absoluto. Y es en esta reflexión, que surge involuntariamente y en un inocente experimento por parte de un grupo de jóvenes cineastas, donde MENSCHEN AM SONNTAG ha quedado no como una simple curiosidad, sino un film que más allá de sus virtudes artísticas (que las tiene, y muchas), nos indica que la paz nunca es total, o que un exceso de confianza puede llevarnos al desastre. La recuperación de este film, editado recientemente en DVD, supone por tanto uno de los acontecimientos para cualquier cinéfilo, que no tiene más que constatar en los créditos cómo, además de Siodmak y Ulmer como codirectores, el guion corría a cargo de Curt Siodmak y un tal Billie Wilder (escrito así en los créditos) y Fred Zinnemann como asistente de fotografía. Nada más y nada menos.
Saludos.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ver por obligación



Lo que menos me gusta de Andy Warhol es su normalización, lo perfectamente aceptado que ha terminado por estar en una sociedad contra la que siempre intentó escupir, cuando no directamente llamarla estúpida. Warhol en el cine es poca cosa, no me atrevo a decir nada más allá; ceñido a una experimentación primaria, valiosa, es cierto, para posteriores exploradores, pero de escasa consistencia formularia ¿Es más importante, por ejemplo, una duración excesiva que una complejidad argumental (EMPIRE, CHELSEA GIRLS)? Porque en VINYL, precisamente, ocurre todo lo contrario, y Warhol emplea 70 minutos de cámara fija para contarnos lo que un poco más tarde Kubrick convertiría en un hiperestilizado nomenclátor de violencias en A CLOCKWORK ORANGE. No nos llevemos a engaño, ambas películas no tienen nada que ver entre sí, y lo que parece interesar más a Warhol es ruidizar el escenario, que la violencia sea topografía y los cuerpos surjan como manchas en la oscuridad. Casi como un itinerario sadomasoquista, su espeso metraje transcurre entre declamaciones, paseos, interrogatorios y hostias; siempre con un agresor y un agredido llenando el centro de la pantalla ¿Resumir el resultado? Asombroso para 1965, un poco menos hoy día...
Saludos.

domingo, 6 de octubre de 2013

Rincón del freak #125: Maldita sea... maldita sea... maldita sea...



No sé cómo pierdo el tiempo con estas cosas, pero es que entonces a lo mejor no sería yo, claro... Lo de hoy (realmente no estoy seguro de que llegue a la categoría de "película") es tan malo, tan horrendo, tan ínfimo, que lo único que se me ocurre es conminarles a que abominen si es que tienen la mala suerte de toparse con una bazofia intitulada LOST SIGNAL... aunque creo que en alguna parte del DVD ponía DEAD OF WINTER, o algo por el estilo. El hecho de que ni siquiera me acuerde con exactitud del título habla a las claras de esta cosa en la que dos gilipollas se pegan... ¡100 minutos!... haciendo idioteces mientras caminan por un bosque nevado y, de vez en cuando, les persigue un quitanieves con luces.
Punto y final de la reseña.
Saludos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Senilidad y creación



Escribí no hace mucho, a propósito de aquel juguete llamado DEMENTIA 13 que Roger Corman puso en manos de un joven Francis Ford Coppola, algo así como lo peligroso que hubiese resultado la autoindulgencia para un director en ciernes que, ya por entonces, se sabía capaz de los más altos logros cinematográficos. En su última película hasta el momento, Coppola parece o bien refugiarse en unos ropajes que de ninguna manera le corresponden, o haber sufrido un súbito ataque de amnesia o (nunca mejor dicho) demencia senil. El problema de películas como TETRO, YOUTH WITHOUT YOUTH y TWIXT, con la que dejaremos aquí el minirepaso a Coppola, es intentar atribuirlas a un director que nos suena por otras cosas muy diferentes ¿Que aun así debemos contarla? Pues contemos que el film empieza cojonudamente, con un escritor de tercera división, émulo pálido de Stephen King, que llega a un enigmático pueblo para firmar su última obra y, de paso, buscar inspiración. Mientras nos regocijamos en un embotado Val Kilmer explotando una vis cómica que yo no le recordaba, rodeado de botellas de whisky y firmando un par de libros en una ferretería, el extraño artefacto que es TWIXT funciona e incluso enternece; lo malo es que Coppola piensa que en realidad sí que tiene un buen guion, lo suficientemente complejo como para colocarnos inmediatamente una truculenta historia sobre un demente que mató a varios niños bajo la premisa de salvarlos del fin del mundo. No contento con ello, mete a Edgar Allan Poe (...!!!...) en plan fantasmal, que será el que vaya iluminando al pobre escritorzuelo metido en faenas detectivescas; amén de la joven Elle Fanning como una improbable vampira con brackets (!!!), un ajado y achacoso Bruce Dern y un circo gótico que no se qué diantres pinta en todo esto... Insisto: TWIXT es la película que no debería haber sido, no sólo porque su tratamiento visual carezca de peso y enjundia, sino porque, de haberse reído de sí mismo, no estaríamos juzgando a este último Coppola como un viejo desorientado. Al menos no debería merecerlo.
Saludos.

viernes, 4 de octubre de 2013

Una ceremonia de la confusión



El Francis Ford Coppola de la actualidad poco o casi nada tiene ya que ver con el trasatlántico que surcó el panorama cinematográfico desde principios de los setenta hasta una década después; ni siquiera con el convenientemente reciclado autor/reglador que asumió un desastre económico tras otro y se dedicó a tener menos personalidad y cultivar un mayor sentido de la profesionalidad. No, porque el Coppola que hemos visto aproximadamente desde hace unos seis años es un extraño cruce entre un entusiasmado novel y un rotundo contador de historias de formas heterodoxas y austeridad "europea". Así, YOUTH WITHOUT YOUTH nos devolvía a un cineasta que creíamos perdido para siempre, pero la conclusión es que uno no debe juzgar este film (ni los dos siguientes) comparándolo con un bagaje tan poderoso como el suyo. Esto no es el Coppola clásico, aunque paradójicamente parezca mucho más "clásico" que el de hace cuarenta años. Con paciencia y minuciosidad infinitas, se nos presenta la enigmática circunstancia de un hombre alcanzado por un rayo que se va haciendo cada vez más joven; perseguido y asediado, vagará por toda Europa bajo diversos nombres y apariencias. Es de notar la indefinición final de una trama que parece querer perseguir otro objetivo al simplemente narrativo, como un metatexto que nos advierta a lo largo de todo el metraje (largo metraje...) para que permanezcamos exhaustivamente atentos a ese detalle que, desgraciadamente, yo no llegué a ver por ningún lado. Es el gran lastre de una producción muy cuidada en lo ornamental pero a la que le falta concreción y algún que otro golpe de sensatez; una película hecha con medios y personal rumano, que como nuevo modelo de producción para tiempos de escasez es francamente ejemplar, pero que mucho me temo que no va a pasar a ninguna posteridad. A destacar, el esforzado trabajo del nunca suficientemente valorado Tim Roth y el cuidado diseño de producción ¿Lo peor?... que se hace muuuuuy larga.
Saludos.

jueves, 3 de octubre de 2013

Un gran muchacho



Debo comenzar esta reseña aclarando que JACK, aquella película que nadie entendió, no es en modo alguno una mala película, no al menos de la manera en que yo veo una mala película hecha por un gañán sin oficio ni talento. No es el caso de esta tristísima aproximación a un niño con una extraña enfermedad que le hace crecer cuatro veces más rápido; y es que lo que se podría haber dulcificado con los extravíos y equívocos derivados de un chaval de diez años con el cuerpo de Robin Williams, en manos de Coppola es una tragedia en toda regla, porque si difícil es conciliar dos extremos tan opuestos, la oscuridad del relato se adueña del mismo cuando Jack se da cuenta de que cuando todos sus amigos estén en la flor de la vida, él se encontrará anciano y al borde de la muerte, lo que queda muy bien resuelto en la mejor secuencia del film, que no es otra que su desoladora conclusión. Hasta aquí lo bueno, y no es poco, pero aunque se me ocurren pocos o ningún actor más dotado que Williams para este papel, el resto del reparto es una anécdota sin importancia; comenzando por unos intrascendentes Brian Kerwin y Diane Lane como los noqueados padres, un carcamal llamado Bill Cosby (posiblemente uno de los peores actores del milenio...) o una joven e incipiente Jennifer Lopez haciendo de lúbrica maestrita. En fin, muchos altibajos de tono, fondo y forma, una banda sonora de saldo a cargo de Michael Kamen y un batacazo (y ya iban...) en taquilla, pero sobre todo de cara a sus incondicionales, que apenas podían creer lo que Coppola acababa de estrenar cuatro años después de una de sus mejores películas. Yo, de todas formas, la recomendaría como furibundo bálsamo de estetas e inútiles divagantes de celuloide del que nunca volverá. Una cura de humildad no le viene mal a nadie.
Saludos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ritual de lo habitual



Si por casualidad te ha dado la tostada de dirigir, digamos... no sé... APOCALYPSE NOW, por poner un ejemplo sencillito, debe ser complicado defender desde tu posición de director con talento más que contrastado un film como GARDENS OF STONE ¿Por qué? Mi teoría es que mientras la primera es un orgasmo múltiple con dos rubias a las que no volverás a ver tras una noche de Cadillacs y Tiranosaurios, la segunda es la caricia de tu esposa cuarenta años después mientras te ajusta el respirador artificial y te arropa. Uno siente verdadero miedo al ver el semblante de Martin Sheen acercarse a la boca del lobo que es Kurtz; aquí, la glorificación de uno de los sectores más conservadores del ejército, la Guardia Nacional, deviene desorientación y una preocupante falta de dinamismo, aun conteniendo algunos de los mejores diálogos de todo el cine de Coppola. A mí me pasa con esta película que no sé exactamente hacia dónde quiere ir, si intenta que entendamos un hermético mundo repleto de saludos, marcialidad, grados, símbolos y códigos inquebrantables, hacerlo más accesible o absolutamente todo lo contrario. Yéndonos por las ramas, podríamos llegar a pensar que GARDENS OF STONE retomaría el discurso que un film notablemente superior como THE HURT LOCKER dejaba lúcidamente abierto en su agónico final; o que el silogismo "soldado+final de la guerra=depresión galopante" necesita, además del sujeto y el predicado un mínimo muestreo de campo acerca de lo que se nos está proponiendo como esencial. Con un grave problema de desarticulación o simplemente montaje, las (escasas) escenas referidas a combates gravitan sin fuerza alguna, mientras que lo mejor de la función es el complejo y atormentado retrato de Clell Hazard, que es como un pez fuera del agua cuando se quita el uniforme y tiene que ser solamente un hombre. Si Coppola hubiese optado por centrarse sólo en él el film habría ganado enteros de credibilidad, pero es una lástima que estemos ante un metraje tan diversificado que termina por contar poca(s) cosa(s). Y aun así, puede resultar toda una sorpresa para quien indague en la filmografía coppoliana con cierta virginidad.
Saludos.

martes, 1 de octubre de 2013

El cielo en directo



Con un salto cuantitativo de diez años, Francis Ford Coppola había pasado por todos estados por los que puede pasar un director de cine en Hollywood. Tenía el respeto del público y la crítica, el rechazo de cualquier productor mínimamente prudente y una obsesión, cada vez más acuciante, por el hallazgo del gran Santo Grial en forma de texto a adaptar, algo que le acompañaría ya en cada proyecto y que le iría convirtiendo poco a poco en una especie de superdirector independiente, asumiendo yo toda la desfachatez de esta aseveración, por supuesto. Aun así, sin que quedase muy claro de dónde sacó el parné Mr. Coppola (se dice, se cuenta y se rumorea que algo tuvo que ver la mafia...) COTTON CLUB ha quedado como un deslumbrante ejercicio de maestría coral, irregular en su empeño de modular un micromundo nutrido de lo más excelso y lo más bajo, pero con inigualables cualidades para absorber un lugar y un momento irrepetibles en la historia de Nueva York. De momento hay que ser muy bueno para poner a Richard Gere a tocar la trompeta (y de verdad) y que esté fenomenal como el desorientado bon vivant que se ve inmerso, por culpa de unas bragas enfundadas en Diane Lane (que tampoco está mal), en mitad de un sangriento conflicto entre la mafia irlandesa, comandada por el psicótico Dutch Schultz, y la italiana, con Lucky Luciano al frente (estupendos James Remar y Joe Dallesandro). El Cotton Club, regentado por una curiosa pareja interpretada magistralmente por Bob Hoskins y Fred Gwynne, es casi el centro neurálgico de "lo que importa" en una ciudad donde mantener la ley parece asimismo un delito. El film, si se lo sabe tratar, ofrece multitud de matices y cromatismos, y a su extenso reparto (que nos ocuparía más papel del preciso), yo le sumaría algunos de los momentos musicales más espectaculares en una cinta no expresamente musical y rodada además en una década poco recordada por contener musicales de calidad. Por quedarme con un momento (y esta película los tiene de sobras), digamos... atmosférico y subyugante, no se pierdan el número dedicado al gran Cab Calloway, con un Larry Marshall enloquecido y por momentos poseído de algún espíritu. A mí eso me parece, sin más, Cine Con Mayúsculas...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!