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martes, 14 de marzo de 2023

Un puzzle magnético


 

Imaginen un puzzle, uno cuyas piezas encajen y además queden fijas por imantación. La idea es ingeniosa, resolutiva y eficaz, y seguro que queda bonito. Ahora imaginen un defecto de fábrica, o bien falta una pieza, o ha y una repetida... Algo así. TÁR viene a ser más o menos eso, un rompecabezas deslumbrante, rotundo y con vocación de resistir como "gran relato". Pero al guion de Todd Field le falta alguna pieza, o le sobra, y lo que nos encontramos es una disertación, cuya difusa alocución inicial pide paciencia y atención, concentrado todo en la epatante (y magnética también) interpretación de Cate Blanchett, que ejerce prácticamente de agujero negro, a cuyo lado es imposible brillar. TÁR es demasiado larga, a costa de difuminar un motivo principal enmascarándolo con otro que va cediendo a la película que creo que Field quería filmar en realidad, y que empezaría a partir de las dos horas. Demasiada exigencia, y demasiada complicidad que asumir. Sí, porque mi impresión es la de aceptar la maniobra, la filigrana de un director del que no puedo dudar de su brillantez (ahí está su intensa filmografía), pero se va abandonando el riesgo de unos diálogos rapidísimos, cortantes, para ir acanzando hacia otro modelo, más narrativo y llevadero, pero menos interesante. El final, y me cuesta horrores decirlo, es que no lo he podido entender, porque quiero desechar el contracampo de autoayuda barata para ricos aburridos.
Por momentos sublime y por momentos ridícula.
No me extraña que se haya ido de vacío de los oscar. 
Saludos.

jueves, 17 de octubre de 2019

Películas para desengancharse #67



IN THE BEDROOM, de 2001, es un film que siempre me ha suscitado pensamientos encontrados desde que la vi en su estreno. Por un lado está el mazazo emocional y la durísima forma en que Todd Field envuelve al espectador, sin soltarlo durante más de dos horas; por el otro está la excesiva sensación de autoconsciencia, como uno de esos equipos cuya superioridad le hace respetar al rival. Se habló mucho de aquel certamen de los oscar, en el que este film debió arrasar y se fue de vacío, mientras un rutinario Ron Howard se lo llevó todo. El trabajo de Tom Wilkinson y Sissy Spacek es soberbio, una lección magistral de contención interpretativa repleta de matices, tan sutiles que prácticamente es necesario ver la misma escena tres o cuatro veces para entenderla en su intrincado significado. En este caso, especial caso, quien pareció desengancharse fue el propio Field, actor medianamente conocido, buen guionista, y que se destapó como una especie de Eastwood elevado a la máxima potencia de depuración estilística; pero que luego tardó cinco años en filmar su siguiente obra (de la que prometo hablar aquí en breve) para desaparecer del panorama cinematográfico justo hasta este año, en que ha estado trabajando en una serie que aún no tiene fecha de estreno. La película es hermosamente irregular, imperfecta, de una tristeza astillada, que no permite relajación ante esa "habitación" del título, y que creo que no alude tanto al espacio físico que una vez perteneció al hijo que ya no está, sino al espacio mental habitado por quienes inesperadamente se ven inmersos en un dilema irresoluble: ¿es el bien hacer justicia o no caer en la tentación de hacer lo mismo que te han hecho?
Maravillosa película, pero no sé qué le pasó a este director para haber filmado tan poco.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!