domingo, 20 de julio de 2008

Tanta inteligencia no puede ser buena

A ver. Que yo sepa, la política, si se ha ocupado concienzudamente de algo alguna vez, ha sido de enrevesar hasta las cosas más sencillas. Se nos llama directamente tontos y, de paso, se cuelgan la etiqueta de "gente más inteligente del reino".
Sabemos que no es así, que si hay un sector donde la gilipollez malsana campa a sus anchas, es en política.
Abundaré en esta desesperante cuestión en mi recién estrenado blog, pero aquí no me voy por las ramas y hablo de una película.
Lo malo es que la película en cuestión exhibe, sin importarle lo más mínimo, todas y cada una de las maldades que la críptica política moderna nos muestra como la gran embaucadora que es.
SYRIANA tiene una trama secillísima que su director, por novato o por miedoso, ha liado desastrosamente. Es que no lo entiendo. El arranque es bueno, el ritmo es intenso, los actores cumplen, hay tensión dramática... ¿Por qué, entonces, esa sumisión al tan americano del "no estáis preparados para algo tan grande", que siempre suele ser decepcionante, fraudulento?
Hombre, si obviamos los tecnicismos (que en una película, la verdad, sobran), la historia es la de los últimos cuarenta años: El petróleo escasea. Hay quien lo posee a lo bestia y, como tonto ya no hay ni en los pueblos, pues otros, que cuando se enfadan pasan de diplomacia y hostias, les presionan, les atacan, les aniquilan...
El núcleo duro de la peli es ese; después, cuando a los personajes les toca hablar y explicarse... pues eso, nada de nada. Atisbamos que pasan cosas chungas, que hay un clima de infelicidad permanente, pero ni una sola clave sobre responsabilidades y remedios. Entonces ¿para qué hacer una película como esta? No se puede ser tan tonto y pensar que, de repente, se ha creado un nuevo género. Ah, pero si por ahí, infiltradillo, estaba S. Soderbergh. Esto ya aclara algo las cosas (fijaos que me importa más desentrañar esta nimiedad que el pírrico argumento), pues Soderbergh (aunque aquí aparezca como co-productor) es, con toda seguridad, el único director capaz de aunar en su persona cada defecto, virtud y/o vicio de la más reciente cinematografía yanqui.
Si lo quieren pasar bien, no la vean. Si quieren enterarse de secretos de estado, no la vean. Si quieren ser más inteligentes, no la vean.
Dentro de un mes les diré si he encontrado algún motivo para verla.
Hasta entonces, saludos.

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