martes, 30 de noviembre de 2010

Defensa irracional



Curiosamente, me he dado cuenta de que en los dos años y medio de vida de este blog aún hay nombres fundamentales del séptimo arte que no han aparecido por aquí; uno de ellos, Walter Hill, un tipo al que siempre he admirado y al que he atribuido muchos méritos que luego se han adjudicado otros cineastas más famosos. Hill, poseedor de un rotundo e inquebrantable discurso cinematográfico, es capaz de usar y hasta abusar del "género" más trillado (llámese western, bélico, aventuras) y dotarlo de un soplo revitalizador y francamente original. Huelga ponerse aquí a desgranar la amplia filmografía de este verdadero outsider de Hollywood, así que mejor vamos con el título que he elegido para hoy. SOUTHERN COMFORT es una original vuelta de tuerca a un subgénero, como es el de "asedio, resistencia y defensa", por llamarlo de alguna forma, y del que podríamos extraer algunos títulos como la fundacional THE LOST PATROL, de John Ford; DELIVERANCE, de John Boorman; o la mismísima PREDATOR, de John McTiernan. Sea como fuere, Hill propone aquí un avispero en mitad de los frondosos pantanos de Louisiana y en el que se ven envueltos un pintoresco grupo militar que se dedica a hacer maniobras de reconocimiento con armas de fogueo; un malentendido despertará a un enemigo invisible que va diezmando al asustado grupo, que se ve desorientado, amenazado y sin forma de comunicarse con el exterior. El valor de la cinta de Hill consiste sobre todo en la inteligente utilización de la dualidad ataque/defensa, con el que el espectador no logra ponerse de ningún lado. Los soldados no atacan realmente, pero median una provocación que es recogida por un grupo de cazadores Cajún como un ataque real, así que su propio ataque no es más que una defensa. Puede que el tramo final dé un poco al traste con la tensión acumulada a lo largo de su intenso metraje, pasando de la tensión emocional al mero tiroteo, pero SOUTHERN COMFORT sigue siendo un título tan recomendable como desconocido, y ya va siendo hora de reivindicar a Walter Hill como el gran cineasta que es.
Saludos pantanosos.

Swamp

lunes, 29 de noviembre de 2010

La red antisocial



El último film de David Fincher viene que ni al pelo para hablar de otro, diez años en el tiempo, infinitamente más esclarecedor respecto a los problemas derivados de las actuales globalizaciones, así, en plural.
Porque lo que a simple vista parece un océano de información, actitudes, culturas, lenguajes y desafíos, no necesita estar compilado falsamente en un archivo, independientemente de la fisicidad del mismo. El mundo, la humanidad, posee su propio código de conducta interrelacionado (¡O no!, claro que sí), del que apenas nos llegan retazos, como los rayos lumínicos de las estrellas ya muertas; y sin embargo, era eso la humanidad, un fenómeno capaz de explicarse a sí mismo aun sin pretenderlo. Y Michael Haneke, ese gran director que jamás ha cesado de dudar, de preguntarse, de no dar nada por sentado, puso todo esto en imágenes sin nigún Facebook de por medio. CODE INCONNU es muchísimo más que una película coral, porque no lo es, porque lo interesante de la propuesta de Haneke es, una vez más, utilizar su espejo neutral para devolvernos nuestro propio reflejo, sea éste atractivo o aborrecible ¿Qué cuenta CODE INCONNU? ¿Acaso un tratado sobre la incomunicación? ¿sobre nuestros miedos e incertidumbres? Puede ser, pero me resulta imposible dotar a esta gran película de una línea que nos la haga más reconocible. Porque empezando por los niños sordos que intentan hacerse entender con juegos de adivinanzas; o la magnífica escena en la que un simple papel es capaz de desatar una vorágine de odio y prejuicios, incluso cuando ni siquiera son reales; o la inmigrante que no puede decir la verdad a su familia por la vergüenza de haberse convertido en mendiga; o la representación prostituida del propio rostro de una actriz (Juliette Binoche en un papel impresionante). Aunque todo podría quedar resumido en un vagón de metro y una situación que todos hemos sufrido alguna vez en nuestras carnes; en la imposibilidad de entender el porqué verdadero, las razones que mueven a un ser humano a humillar, por puro placer, a otro.
Se trata de una virguería narrativa de Haneke, capaz de poner en pie una historia monumental dejando que seamos cada uno de nosotros quienes juzguemos. Que yo sepa, no hace falta un Facebook para seguir incomunicados.
Saludos códice.

Reincarnation of a love bird

domingo, 28 de noviembre de 2010

Rincón del freak #4: El thriller yanqui con trama médica e ínfulas apocalípticas






Hoy, otra lindeza extraída directamente desde las catacumbas más profundas del DVD de garrafón ¿Se acuerdan ustedes de una peli que se llamaba VIAJE ALUCINANTE? Allí se nos contaba la descabellada peripecia de un grupo de científicos que se miniaturizaban hasta quedar a la altura de un  microbio y así penetrar en el torrente sanguíneo de un señor ¿a que es la leche? Bueno, pues el otro día me di de bruces con un producto de categoría triple Z (es decir, lo peor de lo peor) que además, para no romperse mucho el coco, extrae su vomitiva línea argumental (por llamarlo de alguna forma) del original film de Richard Fleischer. No me extenderé demasiado porque no merece la pena, pero mi reflexión es la siguiente: estoy seguro de que, por tratarse de 1966, Fleischer contaba con un presupuesto muy inferior incluso al de esta gilipollez; sin embargo, su desbordante imaginación, además del fantástico trabajo de fotografía de Ernest Laszlo, conseguía reproducir el interior de un cuerpo humano con atrezzo, luces estroboscópicas y mucho plástico en fibra. Cuando yo me refiero a la era de los efectos digitales como aberración, lo hago desde la perspectiva de que si éstos no mejoran el trabajo artesanal su uso es eso: aberrante. Así que no tiene sentido desperdiciar tiempo y dinero para ver fondos de pantalla y power points sobre los que Lance Henriksen se esfuerza en no cometer el mayor de los ridículos... Ah, bueno ¿que ni siquiera les he dicho cómo se llama esta cosa?... ANTIBODY; así que de nuevo quedan avisados...
Saludos víricos.

No meaning

sábado, 27 de noviembre de 2010

Inmigración consensuada, consentida y desintoxicada



Resulta doloroso ver cómo se despliegan año a año las constantes, las estrategias más bien, del cine español; su falta de carisma, su cúmulo de despropósitos, la imbecilidad de productores y críticos, incapaces de distinguir entre "calidad comercial" y "calidad autoral". En fin, un espectáculo deprimente del que intento huir en cuanto puedo, aunque tampoco es difícil si tenemos en cuenta la terrible distribución existente en este país, que esa es otra... Después de mi puntual desahogo, he de decir que, contra todo pronóstico, LOPE, del brasileño Andrucha Waddington, es una magnífica cinta de aventuras que no elude su gran baza, la puesta en imágenes del imaginario de uno de los puntales de las letras españolas, cogiendo todo lo bueno de lo que, por ejemplo, los ingleses llevan haciendo nosecuánto tiempo con Shakespeare y usándolo en beneficio de unos diálogos bien hilvanados y unas interpretaciones correctas, con oficio y dedicación ¿Qué esperaban, un ejercicio "rivettiano" de contención y sesudez? No se me ocurre un director de aquí para ello... Serra, quizá... No, borren a Serra, lo siento... En serio, me parece estupendo que LOPE haya recaudado, porque de eso se trata, de inyectar a la gente el amor por las salas (aunque no soy optimista a este respecto); lo que Waddington logra, dando una lección a directores patrios que fallaron estrepitosamente antes que él (y no doy nombres, porque ustedes ya saben de qué hablo), es ser fiel a la contemporaneidad del Siglo de Oro en base a unos personajes y situaciones que no se hacen viejos ante nosotros, sino que dan buena cuenta de la actividad vital de aquel tiempo en el que la palabra "artista" no tenía, ni muchísimo menos, el mismo significado (prostituido significado) que hoy día. Habrá que seguirle la pista al director brasileño, que ya traía un interesante bagaje de su país; de Alberto Ammann ya lo dije respecto a CELDA 211: es lo más parecido que tenemos aquí a una estrella de Hollywood y además actúa bien. Es decir: ¿hay esperanza?... No sé, sigamos esperando.
Saludos dorados.

Forsaken

Fuera de marco



Yo no sé qué les parecerá a ustedes, a día de hoy, un artefacto tan extraño y disonante como lo fue ALICE DOESN'T LIVE HERE ANYMORE; que la podía haber firmado una caterva tan bizarra como la compuesta por J.L. Godard, Max Öphuls, John Waters y hasta David Lynch. Sí, no me miren raro; lo raro es que la dirigiese Martin Scorsese justo cuando se le iban encendiendo las luces que habrían de alumbrar un par de años después TAXI DRIVER y delimitar la exacta dirección de su cine, tan reconocible hoy día. Ahora bien, convengamos que, antes que otra cosa, ALICE... fue un proyecto personal de una actriz a mi juicio de horripilantes maneras interpretativas, Ellen Burstyn, a la que se le metió entre ceja y ceja la obstinada idea de ganar un oscar a toda costa, cosa que logró, por cierto. ALICE... es un hiperactivo y expresionista retrato femenino que va dando bandazos desde la denuncia social hacia la comedia física, el drama de superación y hasta el vodevil... Sí, demasiado extraño, o quizá demasiado derivado, porque a lo mejor entonces todo esto carecía de importancia, pero treinta y seis años después nadie duda de la capacidad autoral de Scorsese y la libertad de movimientos necesaria (independientemente de presupuestos) para que ésta pueda desarrollarse adecuadamente. ALICE... se ve hoy día con una mezcla de estupor, curiosidad e indulgencia, que la han convertido en uno de los títulos menos reconocibles (y reconocidos) de su director y también uno de los más olvidados; una especie de "arqueología de los grandes maestros" casi de manual, libre de interpretaciones y más enfocado hacia la compilación exhaustiva de datos.
Saludos sin dirección.

Muscle of love

jueves, 25 de noviembre de 2010

Gaseando el pasado



Greg Mottola iba para "Don Nadie" cinematográfico, con una única y desconocida película en los noventa y una aceptable y asentada carrera en televisión. En estas llega Judd Apatow y decide que el mundo volverá a ser de los frikis, porque son más inteligentes, más sensibles y tienen más talento. No sé si esto será cierto, pero Apatow rescató para la causa a Mottola en aquella declaración de intenciones disfrazada de mera gamberrada que era SUPERBAD, en la que se conjugaban todas las constantes de esta New American Comedy, que tanto y tan bien bebe de la Stand up..., y que hoy por hoy, y aun aceptando sus muchos altibajos y/o licencias, es todo un soplo de aire fresco para nuestras neuróticas carteleras. ADVENTURELAND intenta dar un paso más allá y demostrar que todo comenzó a finales de los ochenta, aquella tierra de nadie de la que no queremos ni acordarnos los que empezábamos la adolescencia por entonces; por lo que esta curiosa cinta se erige en una especie de rito iniciático por el que guiarnos hacia esas abstrusas personajerías, un interminable ramillete de "peterpanes" que parecen incapaces de saltar fuera del líquido amniótico de sus viñetas personales. Mottola, autor del guión y alma mater del proyecto, presenta el universo en un desvencijado y hortera parque de atracciones, en el que un joven (Jesse Eisenberg, probablemente el actor con una fecha de caducidad más definida) hallará varias cosas, tales como una salida económica de urgencia para su inminente ingreso en la universidad, inesperadas camaraderías y, cómo no, el amor, en la forma de Kristen Stewart (ídem de ídem). Si no pedimos demasiado y la vemos como un buen hilvanado conjunto de sketches, de variadas formas y colores, lo cierto es que ADVENTURELAND funciona sin mayores problemas; lo que puede chirriar (y de hecho lo hace) es el descarado ejercicio de apropiacionismo de su director, sub júdice satisfecho por dar el zarpazo más de veinte años después. Así, y pese a sus aciertos formales, ADVENTURELAND apenas puede entenderse si no se ha estado justo ahí en algún momento dado, algo que ya les es imposible a las nuevas generaciones.
Saludos venturosos.

Adventure

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La vida es una tómbola



IN THE LOOP es una de esas películas que, pese a contar con un equipaje más que sobrado para convertirse en la conmoción del año, increíblemente se queda a mitad de camino de casi todo lo que propone, para quedarse en poco más que un telefilm (episodio piloto, más bien) de lujo. Me refiero a esas cuidadas y muy reivindicables producciones que la BBC lleva explotando desde hace cuarenta o cincuenta años y que debería servir de espejo (hubo un tiempo en que así fue) a nuestra aborrecible e insalvable televisión. Sin embargo, Armando Iannucci, joven e inexperto realizador proveniente de la televisión británica, comete "el gran error": cine no es TV; jamás, no tiene nada que ver. Pueden complementarse ambos medios, pero lo que funciona en la pequeña pantalla necesita algún ingrediente más en la grande. IN THE LOOP es como "El ala Oeste de la Casa Blanca" mixturizado con la mala baba de Monty Python y cohesionado con un montaje enérgico que trata de enfatizar una cascada de diálogos a cual más ácido, que al final es lo poco salvable (por separado, eso sí) de un discurso que se quiere hacer importante desde la parodia pero nunca termina de despojarse de su aura de broma privada. Hay un malentendido a nivel internacional que es aprovechado por mentes perversas para accionar el dispositivo "War", así que un grupo de políticos británicos han de viajar a la Casa Blanca para iniciar un proceso diplomático; todo se volverá del revés, mientras cada cual se encarga de poner de manifiesto su incompetencia total. E insisto: si hubiese sido un pequeño episodio televisivo, IN THE LOOP habría ganado, pero al querer redondearse a sí misma naufraga en un mar de sketches y retruécanos verbales, que la van desinflando hasta un final en el que, francamente, nos importa un pepino si tiran la bomba atómica, si el ministro de Exteriores se tira a la de Interior o si por allí pasaba James Gandolfini vestido de militar. Una lástima, porque su desconcertante inicio nos remite directamente a aquella obra maestra que es DR. STRANGELOVE, OR HOW I LEARNED TO STOP WORRYING AND LOVE THE BOMB; pero eso eran palabras mayores y esto una travesura para pasar una tarde.
Saludos globales.

The loop

martes, 23 de noviembre de 2010

Poli bueno, poli malo



BREACH es una más que solvente producción de 2007, que por España pasó sin pena ni gloria y que pertenece a ese florido grupo de películas que nos llegan sin descanso desde el otro lado del Atlántico y que siempre nos dejan esa extraña sensación de quiero y no puedo; quizá no puedo porque no sé poder más; quizá no puedo porque no me atrevo a más, porque prefiero quedarme en la postura más cómoda posible, la más correcta. BREACH habla de un personaje que a priori tiene todas las cartas para convertirse en uno de los personajes del año, un hermético y meticuloso agente del FBI que es investigado (espiado, más bien) por una especie de aspirante a su propio cargo; las razones son tan oscuras como sospechosas en sí mismas, pues apenas se informa de algún extraño delito sexual que jamás es probado. Dicho agente, encarnado de la mejor manera posible por Chris Cooper, que es lo mejor del film, pone primero a prueba al joven infiltrado, un Ryan Phillippe que intenta mantenerse a la estela, para terminar "adoptándolo" como protegido suyo. El personaje de Cooper quiere ser complejo, debe serlo, pero lamentablemente la labor de dirección de actores no está a la altura, pues los matices nos apuntan a una especie de fanático religioso con más de un secreto escabroso, para pasar inmediatamente a un hombre leal e íntegro, incapaz de traicionar sus propios valores y que sospecha continuamente acerca del intraespionaje que, efectivamente, se lleva a cabo. Evidentemente, la cuestión es otra, y finalmente el joven agente logra acceder a la verdadera causa de su misión; aun así, tampoco sería éste el punto fuerte del film, sino el acoso y derribo al que es sometido el agente veterano y el juego psicológico que esto entraña, la imposibilidad de saber si se está juzgando a un hombre inocente y por una causa que realmente merezca la pena. Es decir, que la torpeza a la hora de poner un excelente guión en imágenes, incluso desaprovechando a un grupo de actores bien cohesionados, es lo que hace que aunque esta trama nos resulte poco menos que fascinante, al final la sensación es la de un bluff directo a DVD y sin mayores consecuencias. Sólo recomendable si se admira el trabajo de Chris Cooper.
Saludos no oficiales.

Spy on me

lunes, 22 de noviembre de 2010

Respuestas sin preguntas



Werner Herzog es un tipo impredecible, un majara dentro de la industria y al margen de la industria, que es algo que muy pocos pueden permitirse y que puede dar lugar a artefactos tan sumamente extraños como el que hoy nos ocupa. Y es que THE WILD BLUE YONDER es algo más que un simple film; es la constatación de que una bufonada termina por ser más seria que un producto pretendidamente "serio", sobre todo porque Herzog, su desbocado e indómito talento, es capaz de poner en pie toda una saga galáctica sin más dinero que el de la cámara (en singular) y el sueldo de Brad Dourif, que tampoco debe cobrar como su tocayo Pitt... Así, uno siente una irreprimible curiosidad por saber, por "ver"; y, sí, claro que se ve, pero sobre todo se escucha, porque THE WILD BLUE YONDER es una suerte de cuento oral que nos es contado en primera persona. Dourif se presenta como un alienígena de edad incalculable y que se encuentra en la devastada Tierra solo y confinado, esperando pacientemente la muerte. El cuento habla de cómo un grupo de astronautas fue al planeta que da nombre a la película para colonizarlo y darle continuidad a la especie; para ello, Herzog utiliza material ya grabado hace tiempo, una especie de documental de la NASA y lo entronca con imágenes de buceo bajo gigantescas placas de hielo glacial. Así que el director alemán une un metatexto al que sólo tenemos acceso mediante nuestra propia imaginación, y luego lo altera "mostrando", sólo que no le interesa un despliegue de facultades técnicas, le basta y le sobra con imágenes reales de nuestro propio planeta, que puede resultar tan extraño y cautivador como el mundo más lejano que podamos concebir. La película es roma, áspera, no concede una sola oportunidad de regocijo, pero sobre todo es una demostración (aunque cuente ya con cinco años) de que ni siquiera la crisis económica puede frenar a la imaginación, quizá el único bien inalterable tras el apocalipsis. Como decíamos, Herzog desatado y Herzog en estado puro; búsquenla.
Saludos interplanetarios.

Irrlicht I

domingo, 21 de noviembre de 2010

Rincón del freak #3: El thriller ibérico con trama médica



Yo no sé a ustedes, pero a mí ya me tiraría para atrás que me presentaran una película así, con esa descripción que es como pretender pergeñar un poema en un prospecto farmacéutico. No sólo eso es VORVIK, uno de los títulos (ni me atrevo a llamarla película) más jodidamente infumables que se han producido en este país que tanto ama al cine, con apoyos institucionales a tuti plein y el beneplácito de corbatas y mesas de caoba. Les resumo: Vorvik es el nombre de una clínica. El dueño se muere al principio del film de una manera muy curiosa: le tiene miedo al color rojo. Bueno, eso no importa, porque ya no vuelve a mencionarse. Sale Amparo Larrañaga (Miss Binaca) vestida tal que arriba, junto a ella María Valverde, que es su hija y además neohippy; están en el entierro, pero en vez de llorar, madre e hija van a tomarse una copa con Fernando Guillén Cuervo, que en adelante será nuestro Willis particular. Hay pasta, porque se trata de una urbanización potente y G. Cuervo ha venido expresamente de E.E.U.U. para el entierro. El encargado de la clínica es asmático y también se tira a la Larrañaga; luego la veremos en bata y el pelo mojado. G. Cuervo piensa que el rojo no mata a nadie (como Rajoy) y que todo ha sido un complot orquestado desde las entrañas de la clínica; no se sabe con qué fin, porque si era para que la Larrañaga se quedara con la pasta, es que ya la tenía. Da igual, lo que mola es ver a Bruce Guillén Cuervo por los pasillos de la clínica, donde la gente se cuela por la cara y donde se descubre que experimentan con algo mu peligroso, pero que tampoco se sabe qué es. G. Cuervo se tira a María Valverde y luego se entera de que es su hija, que ya es el colmo de la ineptitud y de lo gracioso por la cara que pone y cómo se lo toma, en plan: "qué se le va a hacer, cosas peores se han visto". Al final, el malo es el del Ventolín..., bueno, no, los malos son todos un poquito, porque ése la espicha y van saliendo todos reivindicando su poquito de maldad ante la atónita mirada de G. Cuervo, que es el único que no es el malo, sino el tonto. Y "the end". Esta cosa llamada VORVIK es eso, una "cosa"; un horrísono ejemplo de qué se hace con el dinero destinado a subvenciones en este país. Yo no se la recomiendo a ninguno de ustedes, a menos que sean unos frikis de pura cepa; yo ya no sé qué pensar sobre mí mismo, porque me trago estas cosas y... en fin...
Saludos de mesa camilla.

Mad doctor

sábado, 20 de noviembre de 2010

No a los pestillos



Desconozco la trayectoria vital y artística de Catherine Corsini; ella desconoce los nuestros; ahí queda todo. PARTIR tenía, a priori, todas las cartas para convertirse en un desbocado retrato de pasiones sin medida hacia desenlaces truculentos. Y lo tenía porque comienza con elegancia y, al mismo tiempo, sin evitar la verdadera naturaleza de sus personajes; los actores son el punto fuerte, pero, desgraciadamente, el tono del guión no logra remontar las pretensiones iniciales. PARTIR presenta a una familia de clase alta, no demasiado estirada pero con sus gilipolleces lógicas; el chalé donde habitan necesita reformas, así que el cabeza de familia, médico, contrata a unos albañiles, entre los que se encuentra Iván, que es español y ha tenido un pasado carcelario un tanto borroso (este detalle será sobado hasta la saciedad posteriormente y rebajará considerablemente cualquier dosis de tensión acumulativa). De una manera u otra, la señora de la casa se enrolla con el hirsuto obrero, obteniendo la pasión sexual que su marido se ve incapaz de otorgarle. Vale, si se es hábil se puede sacar mucho partido de esto, pero Corsini, también firmante del guión, se empeña en los cambios radicales de comportamiento, por lo que todo se va al garete con una burguesa acomodada que se larga con un albañil en paro y cuyos problemas comienzan... (adivínenlo) ¡sí, por la falta de dinero!... Madre mía, menuda alma de pollo; a todos nos cuesta llegar a final de mes y nunca hemos vivido en un chalé de lujo, pero seguimos adelante con la vida; en esta película todo parece funcionar al revés, porque primero se renuncia al lujo por el amor, y luego la abyección nos es mostrada en la forma del despechado doctor (al que le doy toda la razón del mundo) y que se niega a sufragarle los polvos a su casquivana esposa. Una lástima, porque Kristin Scott Thomas y Sergi López están, como suele ser habitual en ellos, bastante entonados, pero no logran salvar este incomprensible cúmulo de despropósitos. La escena final es para mear y no echar gota.
Saludos infieles.

Je partirais

viernes, 19 de noviembre de 2010

Conflicto de intereses



Vamos hoy con uno de esos exponentes del cine coreano que más me viene interesando descubrir desde hace años, y que no tiene nada que ver con las ínfulas autorales de ciertos nombres que a todos se nos vienen ahora mismo a la cabeza, sino con la exploración de toda clase de géneros desde múltiples puntos de vista, lo que refresca en gran medida la hipersaturación de productos norteamericanos y abre distintas reflexiones en tanto que las motivaciones poco tienen que ver con la papilla yanqui. Así, descubrí no hace mucho un curioso título en DVD que atendía al nombre de LJUNG GANCHEOB (DOBLE AGENTE, para entendernos), que da una nueva vuelta de tuerca al sobado tema de la tensión coreana entre norte y sur, y nos muestra a Rim Byeong-ho, un superespía norcoreano, que se pasa al bando del sur, o siempre lo estuvo, pues esta nebulosa argumental es uno de los puntos clave del film. Sin embargo, lejos de hinchar el más que probable panfleto político, su director (no le conocía hasta ahora) prefiere poner las cartas sobre la mesa y presenta un dinámico thriller que jamás elude la crítica a ambos sistemas. Rim se convierte, de la noche a la mañana, en héroe de la libertad y adalid de los valores capitalistas; cuando pretende dar un paso más allá en sus competencias internas será acusado de contraespionaje. Es entonces cuando el film da un giro más, descoloca por completo al espectador y da rienda suelta a sus momentos más salvajes, pues nunca estamos completamente seguros de a qué bando pertenece realmente Rim. Finalmente (y no voy a desvelar nada), Rim encuentra una especie de escape o redención, e intenta dejar atrás toda la vorágine desatada; éste es otro punto fuerte de la película, rodado casi al margen del resto, y con una secuencia final que te deja pensando un rato. Después de ver DOBLE AGENTE, uno se pregunta cómo es posible que nos traguemos tanta basura americana que jamás hará preguntas tan drásticas ni ejercerá una autocrítica tan feroz contra su propio sistema. Aquí tienen un ejemplo muy recomendable de ese otro cine, que también puede ser de género y muy entretenido.
Saludos dobles.

Double dutch

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cadencia



Mucho, demasiado para tratarse del director que se trata, y eso habla a las claras del difícil momento que atraviesael cine, ha tardado en asomarse a las pantallas españolas el (pen)último (el último hemos podido verlo en el festival que acaba de cerrarse) film de Stephen Frears, un autor capaz de instalarse a caballo de la comercialidad y la autoría con unos resultados más que satisfactorios y solventes. CHÉRI es una película de las que a los críticos de pocas luces les gusta poner adjetivos como "deliciosa", "espléndida" y cuyo valor estético suele bastar para tapar deficiencias que no se perdonan en films menos trabajados en este aspecto. Personalmente no puedo decir que me haya disgustado, tampoco que me haya fascinado ni mucho menos, pero creo que se trata de una película bien dirigida, con intención, dedicación y buenas interpretaciones. CHÉRI cuenta la historia de una cortesana parisina nada más comenzar el siglo XX, justo antes de que la dispersa vida de dandys y susodichas estuviese a punto de dejar de ser lo "in" y pasase, junto a su desmesurado gusto estético, a mejor vida; era el fin de una época y, por tanto, de sus personajes, y esto es el motor de una historia sin otros argumentos. Léa (Michelle Pfeiffer tras su pacto con el diablo), ya madura, frecuenta la compañía de Madame Peloux (Kathy Bates), por cuyo jardín trota una fauna excéntrica y desvaída, fiel reflejo de su decadente aburrimiento (impresionante la labor de vestuario de Consolata Boyle y la excelente fotografía de Darius Khondji); en éstas aparece Chéri (un muy buen Rupert Friend; atentos a este chaval), perfecto dandy disperso y hedonista, hijo de la Peloux y cuya madre necesita imperiosamente buscarle una esposa adinerada, aunque primero requerirá los expertos servicios de Léa para "iniciarle" en las técnicas de seducción. Con lo que no contará nadie es con la fascinación mutua que se profesarán el joven aprendiz y la curtida maestra, lo que desmbocará en un tórrido, obsesivo y autodestructivo amor. El gran acierto de Frears (desconozco si también la novelita de Colette) es la paciencia con la que asistimos al progresivo cambio de ambos dos, desde la desconfianza y desafío iniciales hasta la sincera entrega final, lo que desemboca en que veamos al fin el interior de una mujer acostumbrada a no amar y que encuentra tan controvertido sentimiento en la persona más insospechada. Desde luego, para quien busque emociones prefabricadas, CHÉRI le aburrirá soberanamente; sin embargo, se trata de una película a la que hay que buscarle las aristas bajo sus toneladas de parafernalia, sólo entonces su disfrute es pleno. A mí me parece mucho más recomendable para gastarnos el dinero que otras "carteleradas", y no miro a nadie.
Saludos decadentes.

Courtesan

martes, 16 de noviembre de 2010

To p'abajo #2



Y como THE DESCENT no sólo había obtenido unas recaudaciones aceptables, sino unas inesperadas buenas críticas, pues toma secuela. Aunque se hizo esperar, la verdad, cuatro años tardó un tal Jon Harris en mostrar que tiene la mitad de talento y la mitad de vergüenza que Marshall, pues THE DESCENT 2 es, tal y como su título indica, una burda e innecesaria continuación de la primera, con un pretexto para ponerlo todo en pie de nuevo que no se sostiene por mucha imaginación que le pongamos (la superviviente, con un trauma de caballo, se presta a ir a buscar a sus amigas al mismo sitio de donde escapó por los pelos), y con un nulo interés por esa tensión narrativa que elevaba considerablemente el nivel de aquélla. La diferencia, aunque no importa demasiado, consiste en amplificar el elemento gore, lo que hizo las delicias de un sector de público que a lo mejor demandaba más de eso en la primera. No sólo gore, sino los típicos "sketches" que suelen aparecer en este tipo de productos, aunque no tengan ni pizca de gracia, y un par de detalles verdaderamente repulsivos y que hacen que estés a punto de dejar de verla. No sé, no le encuentro mayor virtud más allá de sus efectos especiales y un algún que otro susto visual, pero como todo eso ya estaba en la otra tampoco es que me haya interesado demasiado, lo que pasa es que uno se deja llevar por los comentarios ajenos y, claro está, por su propia curiosidad, por muchas malas pasadas que ésta nos haya jugado tantas y tantas veces, así que volvemos a tropezar con la misma piedra.
Saludos estalactíticos.

I will kill you

To p'abajo #1



THE DESCENT es una curiosa película que entraría en una denominación que sólo tendría sentido de existir hoy día, teniendo en cuenta las horas bajas por las que atraviesa el cine de género, y más concretamente el de terror. La denominación sería algo así como: "películas de no demasiado presupuesto, con actores desconocidos y que extraen su valía de la explotación de la atmósfera como potencial activo para crear la mayor parte de la tensión, en lugar del abuso de efectos especiales y/o digitales". Un poco largo, sí, pero es lo más aproximado que se me ocurre para definir este film sin tener que descalificarlo, porque, al fin y al cabo, THE DESCENT no es más que lo mismo de siempre pero con un esfuerzo mayor por hacer visibles los elementos verdaderamente tangibles, físicos, de este tipo de cine, lo que la dota de un mayor encanto y la hace más entretenida. Neil Marshall, su director, sabe que todo está ya contado y que la tensión narrativa sólo puede provenir de un adecuado marcado de puntos a seguir y de una amplificación progresiva de una extrañeza que ha de ser patente desde el primer minuto. Así, se nos cuenta la historia de un grupo de chicas que obtiene de la espeleología la catarsis para afrontar sus cuitas y lastres emocionales; el problema comienza cuando la expedición en la que se centra el film lo elige una de ellas sin la documentación geográfica suficiente para tener toda la seguridad posible, buscando en la virginidad de un grupo de montes y cuevas norteamericanas una mayor emoción. Como está claro, todo saldrá mal; se perderán y se pondrán nerviosas, y esto es aprovechado durante la primera mitad del film para crear un estupendo suspense que se hace totalmente creíble. Pero claro, THE DESCENT no está hecha cuarenta años antes, sino ahora, así que Marshall cree necesario (y no lo es) una segunda parte repleta de bichejos sobrenaturales y otras cosas que no voy a desvelar, claro. Un síntoma que se hace ya demasiado repetitivo y que es capaz de restar interés a films que empiezan tan bien como éste.

Breakdown and cry

lunes, 15 de noviembre de 2010

Pecados mortales



Jane y Blanche Hudson son dos hermanas que crecieron bajo la difícil responsabilidad de ser talentos infantiles; Jane no soportó la presión y pronto fue olvidada, mientras que Blanche llegó a ser una actriz de renombre hasta que un fatal accidente la deja postrada en una silla de ruedas. WHAT EVER HAPPENED TO BABY JANE? cuenta la imposible relación de dos hermanas condenadas a convivir con su pasado, sus odios, envidias y demás miserias; un infierno al que Robert Aldrich supo sacar todo su jugo de manera brillante, aprovechando el descomunal talento interpretativo de Bette Davis y Joan Crawford, ya en su propio ocaso, y dotando todo el film de un enfermizo ambiente de constante opresión. El guión, obra de Lukas Heller, quien repetiría experiencia dos años después con el propio Aldrich en la desasosegante HUSH... HUSH, SWEET CHARLOTTE, avanza la nueva época del terror psicológico, mostrando sólo lo que ha de interesar al propio film y su ritmo interior, e introduciendo el imprevisible giro final que tanto le gustaba a su autor, esta vez verdaderamente imprevisible. No creo que haya envejecido del todo bien (mejor, en todo caso, que la otra mencionada), además de fiar excesivamente todas sus cartas al impresionante tándem de actrices, que son capaces de dotar de verosimilitud hasta las situaciones más bizarras, que aquí no eran pocas. En resumen, un título que ha quedado sólo como curiosidad por descubrir si no se ha visto aún, o para solaz de los amantes de las historias tortuosas de ambiente macabro, para los que, en este caso, la histriónica interpretación de Bette Davis como grotesco bebé anciano es verdaderamente apreciable.
Saludos, hermanos.

Baby Jane

domingo, 14 de noviembre de 2010

¡Olé!



Por mal que le pese al estómago agradecido del Boyero, a mí me encanta LA VAQUILLA; y como don Luis García Berlanga, lo merece todo en estos días (incluso que el Trueba se retracte de lo que dijo cuando le dieron el oscar que al maestro nunca le dieron), pues eso...
LA VAQUILLA es muchas cosas; un complejo trabajo de guión del tándem Berlanga/Azcona; una puesta en escena florida y muy dinámica; un elenco de actores en estado de gracia (Landa, Ramos, Montesinos, Sacristán... etc...); una de las películas más divertidas (que ya es decir) de su director; una lúcida y desencantada visión, en clave pseudoesperpéntica, de aquella maldita guerra; por supuesto, uno de los mejores tratamientos, por original, que se ha dado a un suceso histórico que ya ha tapado demasiadas mediocridades "artísticas". Pero, sobre todo, LA VAQUILLA es un durísimo retrato de época travestido de liviandad, como ya ocurriera, por ejemplo, con las igualmente estupendas ¡AY, CARMELA! o MADREGILDA; porque todas las peripecias que les van ocurriendo a ese improbable grupete de soldados republicanos, que acabarán, sin saber muy bien cómo, en mitad del bando nacional, hasta el punto de llegar a formar parte del mismo, no es más que la excusa formal ideada por estos dos genios para conducir al espectador a una parte final inolvidable, una triste metáfora de la orfandad de vencedores que siempre deja una guerra, y que queda perfectamente reflejado en la improvisada (e improbable) capea en mitad del campo de batalla, donde la vaquilla, fiel reflejo de la inocencia asesinada, yacerá hasta un amanecer que la descubre rodeada de buitres que la despedazan poco a poco ¿Se ha explicado mejor en imágenes lo que de verdad fue la guerra incivil?
Señor Boyero, M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-A...
Saludos al tendido.

Les toros

sábado, 13 de noviembre de 2010

Plan 9 de la España interior



Minuto de silencio... Ha muerto el más grande cineasta español de todos los tiempos y no hay ni una sola película suya en ninguna cadena de televisión. Sí, ésa es la españa de charanga y pandereta que se mostraba en la obra cumbre de nuestra maltrechísima cinematografía; ésa, y no el encargo recibido por el régimen para solazar a los americanos que venían con las manitas llenas de chucherías enseñando las virtudes canoras de una tal Lolita Sevilla, de la que nada más se supo luego, como tenía que ser. Y es que ¡BIENVENIDO, Mr. MARSHALL!, aparte de ser una obra maestra del séptimo arte con todas las letras, es un soberano y justísimo corte de mangas a todos los hijos de puta fascistas que tan bien han vivido en este país durante tantísimo tiempo a costa de explotar la ignorancia del pueblo. Berlanga le dio la vuelta a la tortilla... ¡y de qué manera! Un panfleto pro-americano y pro-"enespañatodoelmundovavestidoporlacalledetoreroydetonadillera" se convierte en manos del maestro, y de Bardem, y de don Miguel Mihura, no olvidemos, en una patada directa a los huevos, que es donde más duele; pero es que, además, resulta que hay unas interpretaciones sublimes, porque don José Isbert y don Manuel Morán dan una lección de interpretación soberbia; sobre todo Isbert, M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-O, inconmensurable, oscilando entre el descojone cómico y el patetismo de la miseria encubierta. La escena del desfile, la escena del balcón, la de Isbert vestido de cowboy, el diálogo de los "otimistas"... Son tantos los momentos impagables, imperecederos, de esta maravilla, que hoy suspiramos, todos, fachas y progres, listos y tontos, explotados y explotadores, qué coño habría sido de esta ingrata España sin su Villar del Río particular... ¿Qué habría sido de nosotros sin don Luis García Berlanga?... Donde esté, seguro que le darán la explicación que le deben... ¡Salud!

The Marshall plan

viernes, 12 de noviembre de 2010

Remover el pasado, apuntar al futuro



LOS CONDENADOS se presentó el año pasado en San Sebastián con los honores propios de la expectación que prometía la impecable carrera de Isaki Lacuesta; como debía ser, dividió. Casi nadie entendió las verdaderas intenciones de esta compleja vuelta de tuerca al tema de los fantasmas de la guerra, de la conveniencia o no de desenterrar los cuerpos, a los rencores con ellos; un tema del que en este país sabemos un rato porque todos lo quieren hacer suyo, llevarlo a su terreno sin tener en cuenta lo más importante: los muertos merecen respeto. El ejercicio de Lacuesta, por tanto, merece la pena por el controvertido salto mortal que ejecuta, indudablemente más preocupado por no dejarse a nadie por el camino que por la mera denuncia, lo que le descarga considerablemente de los eufemismos morales a los que el cine patrio nos acostumbra demasiado a menudo.
Martin (sensacional contención, casi ascética, de Daniel Fanego) es un antiguo exiliado que acude a la llamada de su antiguo camarada, Raúl, que ha organizado una serie de excavaciones en la selva de manera completamente clandestina y con la esperanza de encontrar los restos de Ezequiel, que desapareció durante la guerra. Éste es el primer punto interesante: ¿guerra? ¿qué guerra? ¿guerrillas, quizá? ¿y en qué país concretamente? Los actores usan el acento argentino, lo identificamos, pero no creo que importe. Lacuesta nos introduce suavemente en el centro de la miseria una vez removida la tierra y, por tanto, la mierda; su discurso es conscientemente escurridizo, sus postulados lo suficientemente contundentes para no perder la perspectiva de que sólo hay una salida, una razón para los integrantes de un proyecto tan descabellado como iluso (lleno de ilusión, tal vez); esa conclusión es que todos pierden, que no quedan vencedores ni siquiera en los ideales, mantenidos a fuerza de convicción, empuje e inconsciencia. Lacuesta contrapone a aquellos viejos guerrilleros, cuya lucha ahora es interna, y sus hijos, algunos embaucados por una idea que ni siquiera llegan a comprender en su totalidad, otros totalmente desligados, como la hija ausente que sólo aparece ya al final y en un impresionante y esclarecedor monólogo (breve y emocionante intervención de la televisiva Bárbara Lennie), pues Martin comprende que acabó el tiempo de los diálogos y cada unoo ha de expulsar lo que lleve dentro, sea esto lo que sea.
LOS CONDENADOS es cine necesario, pero sobre todo es una lección acerca de cómo se puede rodar hoy día con un peso específico tanto en la forma como en el fondo. Que Isaki Lacuesta es uno de los cineastas con más (y mejor) futuro de este país, creo que no debería dudarlo casi nadie a estas alturas.
Saludos desenterrados.

Justicia

jueves, 11 de noviembre de 2010

Estados de ánimo



Elena Anaya interpreta a María, una madre de nuevo cuño, de las que sacan adelante a sus hijos sin macho mediante, que hace un inocente viaje a la isla de Hierro y en el ferry pierde a su pequeño, Diego; antes, hemos visto que María trabaja en una especie de acuario junto a su hermana, que también es joven, guapa y dinámica, que vive en un piso donde la tele brilla por su ausencia y que hay manzana antes de ir a la cama. No sé si saben por qué digo todo esto para hablar de una película que ni pasó ni pasará con pena, y ni mucho menos gloria; y es que HIERRO, en realidad, no cuenta nada, nada que nos haga pensar ni cuestionarnos nada, sino que nos ofrece un viscoso corolario de situaciones deformadas en las que su director/publicista llama a nuestros sentidos con los mismos mimbres que usaría en un anuncio de perfumes: atropellando música (sonidos) e imágenes en una infructuosa búsqueda de alguna virtud material. Y hay un momento verdaderamente sintomático y muy preocupante, en el que el señor Ibáñez, después de hacernos ver varios minutos de la madre vagando por las cenizas volcánicas, la hace coincidir inesperadamente, y a altas horas de la noche, con un coche conducido (¡casualmente!) por el detective que se ha hecho cargo de su caso; ahí ya desistimos del posible impacto o descubrimiento, sabemos que la cara desencajada de María, su sufrimiento gegado por la incertidumbre, es un simple instrumento para que un tipo que no volverá a hacer otra película nos enseñe su muestrario de juegos malabares. Una manzana antes de dormir... y a otra cosa.
Saludos férreos.

Naked as we came

martes, 9 de noviembre de 2010

Un ángel en mi armario



Lo primero que uno siente al ver algo tan insólito como RICKY es extrañeza; a no ser, claro está, que ya se conociera aquella lejana bizarrada de Antonio Mercero llamada TOBI. Las similitudes entre una y otra son pocas, y se limitan a lo puramente estético; ambas hablan de un bebé que nace con alas, aunque su discurso e intenciones se encuentren en las antípodas. RICKY es una falsa comedia de un creciente tono oscuro, capaz de combinar el drama social, el fantástico de nuevo cuño y algo que sólo se atisba en su tristísima parte final y que confirma varias cosas, como que Ozon es un director, al margen de su eficacia narrativa, que se desclasifica él solito a base de continuos giros que terminan por descolocar al más pintado.
Ésta es la increíble historia de Katie, una madre soltera que trabaja en una fábrica y cuya vida transcurre entre la monotonía y el conformismo, que un día conoce a Paco (Sergi López, en su enésimo papel de emigrante hispano en las Galias) y queda embarazada de nuevo; parece que la felicidad vuelve a la vida de Katie con la llegada de Ricky, pero Ricky guarda una sorpresa: tiene alas. La incursión del elemento fantástico en mitad de una narración esencialmente realista es la gran baza de un film que, de no ser así, no habría pasado de un drama social correctito; como indicaba antes, RICKY logra su propósito al mostrar las vicisitudes de la desbordada pareja, separación incluida, desembocando en la inevitable crítica a los medios audiovisuales, que exhiben al bebé como un monstruo de feria. El acierto, a mi modo de ver, lo que indica que esto no pertenece al blockbuster zafio y oportunista, sino a un autor poseedor de una mirada propia, es el terrible desenlace, más allá de la lágrima, y que borra de un plumazo la bucólica estampa del angelito, convirtiéndolo en una especie de bestia salvaje e indómita a la que no podemos comprender, porque nunca fue de este mundo, nuestro mundo de leyes y convenciones.
Saludos angelicales.

Take a long line

lunes, 8 de noviembre de 2010

El clic del engranaje



Waterloo fue la batalla que, de alguna manera, decidió casi definitivamente cuál iba a ser el dibujo mediante el que Europa iba a ser reconocida, pues dictaminaba algo tan magno como si finalmente Napoleón lograría su enfermizo sueño de conquistar el continente entero o el Imperio Británico, junto a sus aliados Prusianos (principalmente, porque también hubo participación holandesa y de los extintos reinos de Hannover y Nassau), lograría frenar lo que no era más que un desafío a sí mismo, un pulso a la historia. Napoleón, enfermo tras su huida de Elba, no concebía otra estrategia para consolidar el poder que, según él, Luis XVIII estaba literalmente regalando; así que quiso morir matandon en el desolado paraje de Waterloo, bajo una incesante lluvia y una inferioridad numérica que sólo podía equilibrar su genio militar.
Y ése vendría a ser el esbozo de uno de los episodios fundamentales de la Historia según su vertiente bélica, pero WATERLOO es también una gigantesca superproducción que, justo ahora, cumple cuarenta años; una de aquellas superproducciones impensables para nuestros días, ideada por el inefable Dino de Laurentiis y dirigida por el ruso Sergei Bondarchuk. Un fresco épico de proporciones monumentales que recreaba de manera precisa y enfática aquellos momentos que parecían estar abocados a la eternidad. Con dos personajes de los que hacen historia (nunca mejor dicho); por un lado el flemático Duque de Wellington, que siempre estuvo seguro de su victoria (como así fue), interpretado magníficamente por Christopher Plummer; por el otro, un salvaje y desbocado Rod Steiger que no interpreta a Napoleón Bonaparte, sino que se convierte en él mismo, con un estremecedor abanico de registros que puede resultar excesivo, pero da cuenta de este talento de la interpretación. WATERLOO no elude la inevitabilidad de los hechos que narra y prepara brillantemente el camino hasta el tercio final, donde debo decir que la batalla es una de las más espectaculares que he podido ver en una pantalla. WATERLOO, porque me consta que se trata de un título bastante olvidado, creo que se merece una revisión en toda regla justo ahora, que directores sin talento creen (y su error es su condena, y la nuestra, claro) que las máquinas son capaces de insuflar vida por sí solas.
Saludos en el fragor de la batalla.



* (Sirva esta humilde reseña como improvisado homenaje póstumo al gran productor Dino de Laurentiis)

Waterloo sunset

domingo, 7 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 4



LIVERPOOL, el último film hasta la fecha de Lisandro Alonso, deja abierta una expectativa casi impensable para este tipo de cine; un cine que se sabe y se piensa en la linde, donde apenas cabe nada más que su hilillo argumental, apenas indicando nada, sino sugiriendo y dejando al espectador y su inteligencia el trabajo de construir el film en su propia cabeza. LIVERPOOL nos muestra a Farrel un marino originario de Tierra del Fuego, ese lugar en ninguna parte, que aprovecha el atraque de su barco en dicha provincia para tomar permiso y dirigirse al poblacho de donde es, principalmente para cerciorarse de que su madre aún siga con vida, lo que da idea del tiempo que Farrel lleva fuera de "su casa". O eso es lo que Alonso incrusta en la desnuda narración, apenas esbozada en un puñado de fotos fijas del inhóspito paisaje de Ushuaia; porque sólo sabremos exactamente qué quiere hacer Farrel cuando ya el viaje termina. Alcohólico (Farrel no va a ninguna parte sin una botella de enigmático contenido), paera en una fonda, en un puticlub, come, bebe, observa a los callados lugareños; una vez en el pueblo, apenas si es reconocido, aunque tampoco importa demasiado porque Farrel ya no pertenece a ese lugar, al que sabemos que ya no volverá jamás. Con su habitual y paciente contemplación, Alonso nos plantea su película más enigmática y, al mismo tiempo, emocionante; justo cuando creemos que todo nos será revelado en la última parte, Farrel desaparece sin más, pero a Alonso no le interesa ya seguirle y lo deja ir a su limbo particular, mientras se centra en la joven retrasada que vive junto a la anciana y enferma madre de Farrel. No hemos sabido absolutamente nada de esta joven, sin embargo, en el emotivo y bellísimo final, un final con toneladas de dignidad dentro, LIVERPOOL toma su verdadero sentido y nos deja noqueados, sin saber bien qué decir o pensar, pues aquí no hay héroes ni vampiresas engalanadas, el cine de Alonso sólo incluye nada más (y nada menos) que la vida tal como es para todos nosotros. Por eso es su gran obra maestra y deja un campo de enorme interés. Esperaremos.
Saludos glaciales.

De Ushuaia a la Quiaca

sábado, 6 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 3



El hecho de que ni LA LIBERTAD, ni LOS MUERTOS, eran en absoluto trabajos experimentales, lo confirma el siguiente trabajo de Lisandro Alonso. FANTASMA, siendo como es su película más prescindible, supone un alarde de metalenguaje sólo comparable a la atomización de la realidad de los surrealistas, y extrapola nuestro senso desde el sitio donde se supone que se está desarrollando la acción hasta quién sabe dónde, quizá la película misma. Y la película, en este caso, contiene otra película, pues lo que vemos, aunque simple, tiene como misión transportarnos desde lo cotidiano hasta el haz de luz suspendido; la magia. En su curiosa y misteriosa estructura, FANTASMA nos muestra a Argentino Vargas, el mismo (no) actor de LOS MUERTOS, aparentemente desorientado en un cine de Buenos Aires, donde se va a proyectar, precisamente, dicha película. En otro extremo, Misael Saavedra, el otro (no) actor de LA LIBERTAD, vaga por pasillos vacíos y se lava las manos en el servicio del desierto cine. Hacen su aparición dos personas, quizá los encargados de la proyacción, y una especie de conserje (acomodador, más bien); todos contemplan el cine, en silencio, y parecen esperar un momento dado, que finalmente es el de la proyección en una solitaria sala, sólo habitada por Vargas, al que posteriormente se le unirá una mujer. No sabemos nada de los personajes, Alonso sólo parece interesado en despojarles de su corporeidad y retomar el instante decisivo en el que el cine, el que a menudo denominamos como "nuestra pasión", se hace uno con nosotros y obra el milagro del arte. Así, concebida como un croquis anímico, FANTASMA actúa casi como un apéndice de los dos primeros films de Alonso, un inasible ensayo abierto a todas las interpretaciones posibles y que, según él mismo, filmó en una especie de arrebato incidental. No pasaría nada si no se hubiese hecho, no pasará a la historia como uno de sus títulos fundamentales, pero su extrañeza la coloca en un lugar casi fuera del cine, aunque irónicamente se trate de un poema blanco sobre el mismo.
Saludos en salas.

El fantasma de la transición

viernes, 5 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 2



A veces, en esa búsqueda giratoria que supone el buscar respuestas a los grandes enigmas mediante un arte como el cine, algo infructuoso y de arduo estamento, los cinéfilos se preguntan a menudo de qué manera se palpa la poesía en un puñado de imágenes, cómo se reconoce lo que está más allá de la mera narración fílmica. Esto es un ejercicio íntimo, intransferible y solitario, no tiene nada que ver con los foros, las redes sociales ni las ruedas de prensa; puede que por eso, las mínimas ocasiones en que esto ocurre, se produzca un rechazo inmediato, que es lo que genera la incomprensión de lo que se tiene delante. En su segundo trabajo, Lisandro Alonso amplía el marco subjuntivo de su discurso y muestra en apenas 80 minutos todo el cisma contenido en una cicatriz que no ha terminado de cerrarse ni al cabo de veinticinco años, que es el tiempo que (Antonio) Vargas ha pasado en la cárcel por el asesinato de sus hermanos. La escena inicial es elocuente: en un nervioso desplazarse, otea el sol que se frota por entre las espesas ramas de selva, mira los troncos, anárquica la cámara, para terminar posándose en el suelo, en los cuerpos muertos. La salida de Vargas de la cárcel no es un acontecimiento, sino un impás natural que ha de ocurrir; no hay que explicarlo, igual que no hace falta explicar el largo viaje efectuado en canoa por el río, con la selva de fondo. Todo pertenece al mismo destino. Argentino compra un vestido para su hija, así que el destino nos es desvelado casi por casualidad; en la canoa mata y desangra un cabrito, que será el festín de bienvenida que nunca veremos. Y al final, una vez en el sitio, allí, en ninguna parte y en todas las partes, Argentino ve a un nieto al que no ha visto nacer y todo termina igual que empezó, con una cámara que busca el suelo porque no hay nada más que mostrar. LOS MUERTOS será revisada dentro de cuarenta años, quizá entonces se sepa su valor real.
Saludos vivos.

Posed to death

jueves, 4 de noviembre de 2010

Radical libre: El cine de Lisandro Alonso 1



Noviembre empieza con cine de verdad, supongo que aprovechando el tirón de que mi ciudad inaugura mañana su propio festival de cine y esto siempre es motivo de regocijo para los que nos consideramos, de una forma u otra, cinéfilos. Así que los próximos cuatro días estarán dedicados a repasar la filmografía de uno dce los cineastas más interesantes, rompedores e inclasificables surgidos en la última década; un nombre fundamental para adentrarnos en las nuevas derivas del "audiovisual", por mucho que nos sarpulla esta denominación. Me refiero al argentino Lisandro Alonso, cuyos poemas contemplativos, de sosegado ritmo, impactantes imágenes e historias de libre interpretación suponen muchas de las claves de este nuevo cine casi de transición, de convulsa mirada y espíritu transgresor por naturaleza. Y empezaremos por el principio, por su enigmática ópera prima, que se tituló LA LIBERTAD y que mostraba el monótono día a día de Misael, un hachero de la Pampa, que dedica sus largos días a cortar troncos, venderlos para hacer postes y pasar sus días en soledad en una destartalada barraca en mitad de la naturaleza. La intensidad de una propuesta tan inusual y radical como LA LIBERTAD, que luego Alonso ha ido amplificando en sus sucesivos films, proviene de la naturalidad con la que es filmada la cotidianidad de un entorno que nos es ajeno a los que limitamos nuestro contacto con la naturaleza a "ir al campo a pasar el Domingo", y por eso nos horrorizamos con según qué cosas, como el desollamiento y cocinado de un armadillo, que es la cena de Misael. No soy capaz de concebir LA LIBERTAD como un documental, como no lo es ningún trabajo del argentino, sino como un lúcido ensayo capaz de trascender el mero humanismo hasta hacerlo refulgir como otra cosa, algo que nos cuesta aprehender y que subyace tras la nitidez casi molesta de sus imágenes. No es Lisandro Alonso un autor fácil de digerir; carne de festivales, no tiene nada que ver con lo que normalmente vemos en cualquier sala comercial, pero es este tipo de cine, de arte, el que hace avanzar las visiones, los modos y, cómo no, las costumbres; no podemos percibirlo, pero el engranaje se mueve y también somos partícipes.
Saludos libres.

Libertad sin ira

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Sitges 3: La polémica nuestra de cada día



Y, al fin, el plato fuerte del festival; porque, como bien he leído por ahí, A SERBIAN FILM es "la película" de Sitges'10, o más bien, Sitges'10 ha sido el festival, por encima de otras cosas, que exhibió A SERBIAN FILM ¿Y que diantres es A SERBIAN FILM?, supongo que se preguntan ¿Por qué tanta polémica? ¿no será el enésimo truco de marketing para dar bombo a una peli que luego es ramplona? Habría mucho que discutir sobre esto, y creo que casi todo el mundo tendría su cuota de razón. A SERBIAN FILM es una mala película y es un película terriblemente necesaria; es una atrocidad y también es un poema visual (a trozos ¿eh?. en su conjunto resulta bastante garrula). A mí me parece una interesante piedra de toque, un toque de atención para despertar mediante terapia de shock; y puedo entender que exista un discurso nada ensimismado ni engreído según el cuál la cinta serbia actúe como brutal e impasible es pejo de nuestras propias iniquidades y francachelas, todas esas miserias que mantenemos ocultas durante toda la vida y que denunciamos inmediatamente si es otro el que las comete. Y por eso no me interesa tanto el pretexto snuff-gore-porno-nihilista que ha herido sensibilidades por doquier (no la mía, y no porque yo sea duro de pelar, sino porque sé diferenciar el "hecho real" de la "representación veraz"), sino lo que a duras penas puede atisbarse tras la cortina de sangre, mutilaciones, violaciones y demás marquetería fina. Uno no puede decir que este film debe ser prohibido y quemado en la hoguera y quedar impasible ante el cerdo de Jorge Javier Vázquez, por poner un ejemplo claro y cercano; no digo, ni pido, que este knockout fílmico sea venerado ni elevado a los altares, tampoco es para tanto y contiene muchas limitaciones que dan más risa que otra cosa, pero A SERBIAN FILM tiene una premisa imprescindible y muy saludable: en estos tiempos del "todo vale", Spasojevic ha entendido perfectamente que si pretendes ir más lejos, entonces hay que ir todo lo lejos que puedas, sin niñerías; y yo mismo sé que se puede ir muchísimo más lejos, pero no estoy seguro de que pudiésemos soportarlo, ni siquiera de que pudiésemos llamarlo cine. El debate está abierto, las posturas son por supuesto irreconciliables; vean, si pueden, A SERBIAN FILM, aunque sólo sea para darse cuenta de que durante 90 minutos todos nuestros valores pueden ser zarandeados por un puñado de imágenes. Eso, en la era de la representación dulcificada de la basura moral, es, cuanto menos, interesante.
Saludos festivaleros.

Slovania

Sitges 2: Auteur movie



Imaginen, si es que pueden, una de esas infectas películas que supuestamente son una parodia de un género o un tipo de películas de la más diversa índole; se me vienen a cabeza lindezas como SPANISH MOVIE, SCARY MOVIE, DATE MOVIE y esas cositas, lo que vendría a decirnos que se puede hacer cualquier chorrada intrascendente para hacer caja de casi cualquier cosa. Pero ¿a que no se les habría ocurrido hacer una sobre las películas de vanguardia, lo que conocemos con el proceloso sobrenombre de "cine de autor"? Pues eso es, ni más ni menos, lo que el colectivo responsable del Sónar (evento que comenzó como un festival de música avanzada y ha derivado felizmente en crisol de arte alternativo), con el director sergio Caballero a la cabeza, ha presentado en Sitges, pese a que FINISTERRAE no oculta su vocación de saludable itinerancia, dadas las actuales circunstancias de dificultad para mover un producto de este tipo. FINISTERRAE es la divertidísima peripecia de dos fantasmas (pero de los de toda la vida, con la sábana y todo) que hablan en ruso y parecen confinados en el desolado marco de la sede del Sónar una vez éste ha clausurado sus puertas. Así, con la inocente curiosidad de "qué hay más allá", y con la típica imaginería abstracta y simbolista de tantos y tantos films "vanguardistas", sea esto lo que sea, iremos descubriendo cómo lo trascendente e intelectual también puede ser divertido y hasta hilarante. Los fantasmas invocan el "círculo de Garrel" (brutal declaración de intenciones) para saber a dónde dirigirse; acto seguido llegarán a un bosque donde los árboles tiene orejas y hablan en catalán y una destartalada valkiria les cantará una ópera bufa. Imágenes nítidas, inteligentes alusiones y un ritmo calmado (no lento), con algunos chistes privados ante los que es difícil sustraerse, como el video de vanguardia catalana ochentero que un fantasma ve a través del tronco de un árbol... Magnífica propuesta y, sobre todo, higiénica y saludable propuesta, capaz de demostrar lo inaudito: el cine de autor despojándose sin complejos de su supuesto enseñoreamiento y riéndose de sí mismo, de su a veces fingida circunspección, los que casi siempre limitan sus opciones de distribución y lo limitan a una marginalidad que puede llegar a ser hasta satisfecha. Si pueden, no se la pierdan; luego díganme si no es jodidamente original.
Saludos espectrales.

Matar hippies en las Cies

Sitges 1: El vibrar de la cítara



Tres títulos, sólo tres; absolutamente diferentes entre sí, pero representativos de un cine cero acomodaticio, de barricada, que lucha por abrir el campo de visión, incluso sacrificando su valoración inmediata por ejercer de punta de lanza de (no movimiento, no corriente) de lo que cada uno de nosotros podemos entender como "resistencia". Luis Sampieri es un argentino afincado en España cuyas directrices nos remiten de alguna manera al último van Sant o al Jarmusch más desencantado; FIN es su rotunda (ojo, no redonda, y ampliaremos esto) propuesta para hacernos pensar, de la manera más cruda posible, sobre qué les está pasando realmente a los jóvenes de hoy en día; por qué esas actuaciones sin sentido aparente y por qué ese desencanto crónico y esa falta de compromiso más allá del propio interés. Su estructura, desnuda, morosa, sin adornos, nos presenta a tres jóvenes (19-20 años) que, sin conocerse de nada, acuerdan un encuentro por internet y realizan un viaje a un apartado y escondido lugar en mitad del campo. El motivo nos es ignoto hasta el insoportable tramo final, aunque intuimos vagamente de qué se trata; lo importante en este caso, en mi opinión, es la soberbia recreación de un clima, un estado de ánimo, entre los tres jóvenes ya desde la larga escena inicial. Iker es el verdadero promotor del misterioso encuentro y mantiene una actitud chulesca y despectiva, que se ve punteada por momentos de incapacidad para razonar normalmente. Ana es retraída y callada, y parece vivir bajo los efectos permanentes de somníferos. Ramia es árabe, cubre su pelo con un pañuelo y en ningún momento está segura de qué está haciendo, de qué va a hacer; además será objeto de las burlas constantes de Iker (llámenlas racistas, yo veo otra cosa). En realidad, este mínimo nexo argumental importa poco o nada, porque el film de Sampieri es una trampa mortal que se despliega con paciencia, con seguridad pasmosa, justo hasta el desconcertante y durísimo final, tras el que nos costará una enormidad mantenernos al margen de un suceso que, a fuerza de mostrarse lejano, nos resulta más cercano de lo que pudiera parecer. FIN dará que hablar si se le busca un lugar en los desiertos de la cartelera; es complicado, pero ella misma se ha encargado ya de plantear cuestiones necesarias y más que interesantes.
Saludos_

Something came over me

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!