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martes, 24 de agosto de 2010

Magníficas intenciones y discretos resultados



FRANKLYN pasó totalmente desapercibida en nuestro país, de hecho no sé si llegó a estrenarse o no; yo no me enteré, desde luego. Y eso que, a priori, era ésta una cinta con un atractivo innegable y con una serie de referencias a las que resulta complicado substraerse. FRANKLYN vendría a ser la hermana pequeña de un imposible híbrido comprendido justo donde terminaba WATCHMEN y empezaba V FOR VENDETTA, curiosamente dos de las obras capitales de Alan Moore; un saludable cañonazo de aventuras para todos los gustos, con su inefable gotita de reflexión social-filosófica y esas loables intenciones por "humanizar" un género, el de superhéroes (aunque no quede muy claro si esto es así), que está derivando peligrosamente hacia la autoparodia inconsciente.
La acción se sitúa en Meanwhile City, que parece Birmingham bajo la peor de las tormentas, en un futuro donde las religiones lo controlan absolutamente todo y cuando digo religiones hay que entender que el guión deja claro que deben imaginar que la sociedad está totalmente bajo el control de la superstición religiosa, sin ser una nueva Edad Media, sino algo mucho peor: una sociedad moderna que no entiende nada que no esté hecho a la medida de la religión. Policía, políticos, intelectuales y hasta científicos tienen su ámbito religioso y según él actúan. Y en esto, hace aparición un misterioso personaje enmascarado que proclama su ateísmo y reparte leña a los "malditos fieles". Así, la película aúna con desigual fortuna la acción y la reflexión, un espectáculo visual al que a veces se le ven las costuras de su "bajo" presupuesto y que acaba por despeñarse incomprensiblemente en su alargado tramo final, que lo lía todo en plan MEMENTO y lo que pretende ser poesía bajo la lluvia se convierte en una constante mirada al reloj; y eso que casi no llega a la horita y media. Supongo que se habrán dado cuenta de todas las referencias a las que he aludido, algo que habla a las claras de la falta de personalidad (no de pretensiones) de un film que se perderá como fondos de catálogo en una estantería...
Saludos de un ateo.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!