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sábado, 3 de octubre de 2020

¿Subir o bajar?


 

"Down" es el título del quinto capítulo de INTO THE DARK. Una especie de nuevo giro de tuerca respecto a un subgénero del que hay varios ejemplos: el de gente atrapada en ascensores. De nuevo casi 90 minutos, y esta vez poco aprovechados, o mejor dicho, mal aprovechados. Prescindiendo del elemento sobrenatural, y confinando a sus dos protagonistas desde muy al principio, lo mejor ocurre durante su primera media hora, mientras se establece un curioso vínculo entre ambos, siempre al borde del ridículo o de lo inverosímil, pero que Stamm (al que recuerdo gratamente por EL ÚLTIMO EXORCISMO) logra llevar a buen puerto, apoyado en el relato oral, y tejiendo un sutil juego de confianzas y equívocos. Ellos son dos trabajadores de un gran edificio, los últimos en abandonarlo el día de San Valentín, con la mala fortuna de que el ascensor queda parado en el penúltimo piso del sótano-aparcamiento. Y queda claro que la habilidad consiste en establecer un clima (anticlima, sería más correcto), para seguidamente girar todas las expectativas y transitar el elemento sorpresa. Desgraciadamente, ni está bien elegido el momento, ni la resolución cumple las expectativas. O mejor dicho: 30 minutos de diálogos en un espacio único, capaces de captar la atención en todo momento, y casi 60 de despiporre en el que podría caber hasta un cameo de Steven Seagal... Una lástima.

Saludos.

lunes, 9 de enero de 2012

Inventariar y ordenar



Qué complicado es sorprenderse hoy en día; y no sólo lo digo por el cine, sino por cualquier cosa que hagamos o veamos. Es complicado ingresar en ese terreno que antes parecía un divertimento más, simple expansión y, por tanto, accesible al menos; ahora a todo le pedimos un plus que, en la mayoría de ocasiones, no es factible que nos sea dado, por mucho que nos desgañitemos en nuestro recién estrenado esmoquin de usuario multimediático y suprainformado reclamando lo que consideramos indispensable. Lo nuevo, la novedad, el giro de tuerca y el salto mortal; no se disfruta así de una película, aunque a veces, hartos de las rutinarias producciones que se suceden en desbandada, puede que sea casi lo único rescatable... cuando lo hay, claro. En estas estaba una curiosa película estrenada el año pasado y que atendía al nada sutil título de THE LAST EXORCISM. El título, ahí ya se nos disipan muchas dudas y nos entran los pesares (¿Otra de exorcismo? ¿Y si va de otra cosa?... No seas cazurro ¿cómo va a ir de otra cosa con ese nombre?). Pues eso. Y sin embargo, este film, casi sin pretenderlo, casi pidiendo perdón por la herejía que está a punto de cometer, consigue rozar el milagro de colocarnos otra vez ante algo novedoso al tiempo que gratificante. Sin inventar nada (pero inventariando todo el catálogo de poses), se nos empieza a meter por el aro impúdicamente, mostrando sin dobles lecturas que estamos ante "otra peli de cámara en mano", para terminar viendo otra cosa muy distinta. Incluso podría afirmar que la anécdota del supuesto exorcista/showman/psicólogo de barrio interpretado magníficamente por Patrick Fabian (uno de esos ignotos actores de TV de talento tardío) apenas importa por lo que debería importar, sino por ser quien crea el clima de extrañeza y "nos convence" de que todo es una pantomima. Empeñado(s) en encontrar el truco, nos topamos con un punto de no retorno que no esperábamos, nos alegramos con la explicación dada y adiós muy buenas... pero como aún queda media hora para el final (la bala en la recámara), es entonces cuando nos agitamos intranquilos y con media sonrisilla en la boca ¿qué ha de esperarnos en ese final una vez parece que todo ha acabado? Se habrán dado cuenta de que he prescindido de contarles casi nada de la película, por no chafársela demasiado y para que sean ustedes mismos los que descubran ese misterioso y muy sutil cambio climático (o anticlímax desordenado) y juzguen si les ha merecido la pena. A mí me la mereció.
Penúltimo saludo.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!