lunes, 30 de septiembre de 2013

El hombre moderno y su laberinto



Esta semana la va a copar, desde hoy hasta el Sábado, uno de los nombres fundamentales del séptimo arte desde hace, al menos, cuatro décadas. Seis películas de Francis Ford Coppola desde su gran estallido a principios de los años setenta, pasando por las claves para entender su posterior declive, cimentado entre los ochenta y noventa, y terminando con dos de sus films más recientes, donde casi podemos rastrear ya a un creador zarandeado por la industria y con un calidoscopio diferente.
Y es que mucho ha cambiado el cine de Coppola desde, por ejemplo, THE CONVERSATION, que para muchos cinéfilos (aunque a mí me parezca aventurar demasiado) es su verdadera cumbre, incluso por delante de los dos primeros "godfathers". Simplismos aparte, estamos ante una obra compleja y de difícil recorrido, un film sin género que comienza hablando de una cosa y que gracias a su impresionante guion desemboca en otra muy distinta. Su inolvidable comienzo, con esas imágenes a vista telescópica y extrañas frecuencias de sónido, nos introducen en el cuestionable mundo de Harry Caul (excepcional Gene Hackman), un detective especializado en escuchas y vigilancia que es contratado por una importante suma de dinero para que vigile a la mujer de un misterioso millonario y así probar su supuesta infidelidad con uno de sus empleados. Coppola echa mano de todo su ingenio y ofrece un in & out impecable, donde el espectador, con la dosis justa de información, irá incrementando su curiosidad por esas escuchas que Caul intenta afinar y desentrañar y que, una vez llegados al punto álgido del film, no sólo resultarán ser mucho más sorprendentes de lo que esperábamos, sino que llevarán al detective a una progresiva degradación perceptiva que le hará desconfiar de todo el mundo. Si el principio es bueno, el final es brutal como metáfora del hombre vigilado e incapaz de mantener su intimidad a salvo. Uno de esos films que nunca deberían faltar en una cineteca particular de calidad y que además se mantiene con toda su fuerza y frescura cuarenta años después de su realización.
Saludos.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Rincón del freak #124: Del terror tedioso



La exageración, el "a ver quién la dice más gorda", le está haciendo un flaquísimo favor al género de terror, no ya porque cada vez es más difícil para un director extralimitarse sin caer en el ridículo o directamente en la bulimia, sino porque esto redunda en el espectador acolchando su capacidad de asombro e incluso ofensión. Esto suele ocurrir en un montón de películas pululantes por festivales y con limitada repercusión mediática, y yo lo atribuiría precisamente a esa indefendible predisposición a lo extremo que ya se ha convertido en preocupantemente cotidiano. Títulos los hay a patadas, pero hot me detendré brevemente en una producción alemana de hace unos dos años. DIE WAHRHEIT DER LÜGE (algo así como LA VERDAD DE LA MENTIRA) es, para resumir, una hora y media del interior de una fábrica donde un tipo que se hace llamar "el escritor" tiene a dos mujeres cautivas, con la particularidad de que ambas lo han hecho por propia voluntad y con el objetivo de una suculenta recompensa. "El escritor" tiene encuentros con una mujer llamada "la editora", que le va pidiendo informes de su trabajo, que consiste (supuestamente) en torturar física y psicológicamente a las dos prisioneras hasta llevarlas (supuestamente) a un paroxismo rayano en lo extático. Hasta ahí lo mejor de la peli, su sinopsis, porque una vez metidos en harina, y ni siquiera mencionando que tanto la puesta en escena como las interpretaciones son lamentables bajo cero, lo único que yo vi es un gilipuertas divagando sobre sandeces mientras dos tías aburridas y en pelotas lo miran como el inepto que es. Eso sí, si han visto la saga de SAW les sonarán las jaulas suspendidas, los bozales de hierro oxidado y los grilletes a tutiplein... Aparte de ese organigrama, cero provocación, cero creación y, lo que es mucho peor, cero sentido del humor. O sea: Alemania, humor cero...
Saludos.

sábado, 28 de septiembre de 2013

La hoja de ruta del cine español



Uno de los males de los que más se suelen quejar tanto crítica como público, es la tendencia no siempre justificada a refugiarse en el conflicto civil del 36 al 39 (y postrimerías), no ya para intentar esclarecer hechos candentes y cuyas resonancias podrían rastrearse incluso hasta nuestros días, sino más bien como un asidero que nunca falla si a algún productor le hiciese falta hormigonear presupuestos; una receta infalible en lo argumental, pero aún por demostrar en lo puramente práctico. No nos engañemos, películas buenas sobre la Guerra Civil hay muy poquitas, pero al ser éste un tema tan "serio" y tan arrojadizo, son menos aún los directores patrios que se hayan resistido a rodar sobre ello. Desde hace ya algunos años, triunfa en la parrilla televisiva una serie de esas "interminables", que comenzó su andadura en plena Guerra Civil y debe haber adelantado ya unos quince o veinte años, aunque lo que más llama la atención es la habilidad con la que enmascara los motivos del típico "culebrón" con la pátina antes descrita. Es, poco más o menos, lo que le ocurre a DESEO, la película con la que Gerardo Vera se despidió hasta el momento (es de 2002) de la dirección. Con guion de la previsible Ángeles Caso, DESEO es figurinismo pulcro al servicio de tramas de opereta, que pierden todo interés en el mismo instante que su afán por recoger toda una época (la posguerra) termina por lograr todo lo contrario: adaptar el foco sólo donde "ocurren cosas". Como si lo único interesante de un fresco histórico fuesen los espías y colaboracionistas, mientras las personas y situaciones "normales" quedan como simples figurantes. Esto podría no ser ningún problema si lo que se cuenta tiene fuerza y engancha, pero es poco probable creerse a esa acongojada mujer, interpretada a hipidos por Leonor Watling, con el marido encarcelado y embobada con el nazi a cuya casa ha ido a servir. Aunque la palma se la llevan Leonardo Sbaraglia y Cecilia Roth, demasiado poco creíbles haciendo de malas personas... En fin, un film correcto, tan correcto que asusta cómo desprecia oportunidades para vertebrar un discurso mucho más complejo y controvertido que esta insustancial historia que tantas veces hemos visto en una pantalla... y en la otra.
Saludos.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Salgo de la sala... entro en el teatro...



En su tercer film, Gerardo Vera huye de clásicos e intenta demostrar que es capaz de desarrollar una idea propia. Para ello se pone en contacto con Ángeles González Sinde y juntos escriben el guion de SEGUNDA PIEL. Aclaremos que es lo mejor que ha rodado Vera, pero que el resultado general pasa de lo forzado a lo descabellado y su trazo, que pretende por todos los medios una naturalidad que es (y quizá indique) la misma que nada tiene que ver con la realidad, esto es: el sainete televisivo de última hornada. La parihuela es Alberto, un homosexual que lleva doble vida; por un lado está casado, tiene un hijo, es un ingeniero aeronáutico de éxito, pero la pasión le llama por una relación oculta con Diego, que le proporciona lo que siempre le ha faltado con Elena, su mujer.
De acuerdo, es muy sencillo, en una sociedad tan gazmoña como la española, confundir sofoco con complejidad, y es que aquí siempre hemos sido muy dados a liarlo todo para que parezca complicado, sin dar valor a un wide open space, dejando las dobleces a la mano maestra de la sutilidad. Lo que cuenta SEGUNDA PIEL no le importa a casi nadie por diversos motivos: porque si yo fuese homosexual me importaría un comino lo que le ocurra a un tipo que se mueve por el puro sexo, ya que en cuanto su amante le pide un mínimo de compromiso él se vuelve al calor heterosexual, más seguro y confortable. Además, la historia va dando tumbos, sin detenerse en un solo aspecto y esperando que ocurra un nosequé, porque la sinopsis es la que es y no hay mucho más. Por si fuera poco, en un momento dado a Vera/Sinde les da un ataque de cine negro y nos ponen en mitad de un congreso de medicina con miradas oblicuas, chinchines con el rumor de las olas y Cecilia Roth intentando ser natural, pero como no hay ninguna intriga uno se pregunta cual es exactamente el tono de lo que está viendo y si no se habrán equivocado al poner género... De los actores podríamos hacer una excepción, porque Jordi Mollà hace lo que puede con un personaje mal dibujado y Javier Bardem, como no podía ser de otra forma, es de lo más inspirado del lote, porque con su físico no debe ser sencillo dar vida a un personaje así. El problema es que por allí andaba Ariadna Gil y su rinoplastia interpretativa, y claro...
¿Recomendable?... ¡Naaaaaaah!...
Saludos.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Clásicos y encíclicas



En la década comprendida entre 1992 y 2002, a Gerardo Vera, más vinculado hasta entonces con el teatro, le entró el gusanillo de la dirección cinematográfica, lo que dio como resultado un total de cuatro films y un episodio para la serie "Cuentos de Borges". Dejando de lado su debut (que de momento me es inencontrable), en estos tres días daremos cuenta aquí de sus otras tres películas por dos motivos fundamentales: la constatación, con el paso del tiempo, de lo mucho que ha cambiado el sistema de producción en nuestro país y, sobre todo, lo poco que deberíamos echar de menos un cine español sin imágenes propias y más preocupado del dudoso lanzamiento de nombres y marcas, si es que esto no fue lo mismo... ¿Y qué mejor estampa para balancearse ante una Academia apolillada que con un clásico "intocable" (las comillas son por el oxímoron perteneciente a "manoseado")? Sólo a un director poco dotado se le ocurriría involucrar a Rafael Azcona en lentejas de este tamaño, con una puesta en escena de cartón piedra y unas interpretaciones que van de lo insólito a lo sonrojante. Sólo la gran Terele Pávez es capaz de elevar con su personaje un film avejentado, morcillón, aburrido y con un problema grave en la sala de montaje; LA CELESTINA no es Fernando de Rojas, por su absurda circunspección punteada de una jocosidad impostada y de renglón bizco; e insisto: jamás Azcona, al que atisbo más preocupado de hacer hablar a memos como Penélope Cruz o Juan Diego Botto, a los que se les nota la cara de asombro ante el torbellino Pávez y que se declaran el amor como una rata lo haría con un avefría... En fin, una película incomprensible con la que está cayendo, pero que instala en su sosez el momento de entonces, los dispendios, arreglos presupuestarios y "donaciones" varias. Apunten: Sogetel, Lolafilms, Andrés Vicente Gómez... aquellos locos noventa... Y de aquellos polvos...
Ah ¡Y qué música, vive dios!...
Saludos.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La integridad del rey #2



Pasando de un ámbito como el de la medicina a uno tan diferente como es el de la arquitectura, Vidor parecía más empeñado que nunca en agudizar sus análisis acerca de un nuevo tipo de hombre, el hombre moderno y sin ataduras que sólo se debe a sí mismo y a su trabajo, puesto que su única creencia consiste en su propia capacidad para mover cualquier eje, por pesado que pudiera parecer. Hay quien no duda en señalar THE FOUNTAINHEAD como la gran cúspide de su obra, el remate que todo gran cineasta debería poder contar, tanto por su singularidad como por el atrevimiento que un director absolutamente consagrado es capaz de dar a un público poco acostumbrado a salidas por la tangente en una década dominada por guiones sólidos y grandes estrellas. No es que sea el caso, pues Vidor contó con un impecable guion de la autora de la novela, la escritora de origen ruso Ayn Rand, además de un apoyo incondicional por parte del productor Henry Blanke y toda la Warner, que puso tres nombres que luego se antojan decisivos a la hora de enfrentar esta, por muchos motivos, colosal película. Nada menos que Raymond Massey, Patricia Neal y, en una de sus más grandes interpretaciones, Gary Cooper dando vida a Howard Roark (¿nos queda clara la similitud, tras tantas décadas, con Lloyd Wright?), un joven arquitecto, el más prometedor de su generación, que, pudiendo tocar el cielo, caerá incluso al estatus de simple obrero por no dejar que absolutamente nadie, por mucho poder que tuviese, tocara una sola línea de un innovador proyecto, primero aceptado pero con la sombra del intervencionismo por su extremo atrevimiento formal. La cuestión central de este film es, a mi modo de ver, si el artista (y es importante resaltar cómo Roark insiste en su condición de obrero/constructor/creador) debe considerar algún tipo de complejo en su obra a la hora de presentarla al público, o si éste se encuentra preparado para juzgar, sin la perspectiva de un visionario, lo que en un momento dado parece inaudito pero luego ha de persistir por fuerza. Grandes imágenes, un trabajo de fotografía soberbio a cargo de Robert Burks y una espectacular banda sonora de Max Steiner, coronan uno de esos títulos por los que simplemente no ha pasado el tiempo y que anticipan otros nombres como los de Malick, Coppola o Thomas Anderson. Yo la recomiendo para necesarias curas de humildad tanto como para entender la diferencia entre algo grande y algo capaz de dejarte sin palabras; y es que en estos tiempos de mediocridad moral, resulta interesante el debate acerca del individuo contra la masa, no mezclado; un individuo, pese a todo, tan discutible como fascinante.
Obra maestra.
Saludos.

martes, 24 de septiembre de 2013

La integridad del rey #1



En la notable filmografía de King Vidor abundan los temas y motivos, aunque es justo reconocer lo mucho y bien que este director se ha ocupado de esos personajes cuya honestidad e integridad moral se ve constantemente puesta a prueba por culpa de una sociedad envidiosa y mediocre, incapaz de valorar su valía precisamente por chocar con una moral a prueba de bombas. Sin embargo son dos los títulos que a mí más me llaman la atención respecto a esto que apuntamos y que revisaremos entre hoy y mañana. En THE CITADEL, de 1938, Vidor adaptaba la exitosa novela de A. J. Cronin centrada en un voluntarioso médico recién licenciado en el Gales de principios de siglo cuya vocación y esfuerzo son socavados constantemente. Desde su primera ocupación en un pueblo minero, donde se enfrentará cara a cara con las precarias condiciones de los mineros, con muertes por culpa de las desatenciones y con el estado dando la espalda a quienes curiosamente sustentan la base de su economía. El prematuramente desaparecido Robert Donat daba vida con su elegante estilo interpretativo a este hombre (con Vidor de por medio, la palabra "hombre" cobra una dimensión mayor), primero un joven que dedica toda su vida a ayudar a quien lo necesita, apoyado incondicionalmente por su joven esposa (la estupenda Rosalind Russell), pero que llegado el momento tendrá que elegir entre ser pobre y honrado o desperdiciar su talento en un lujoso hospital privado, donde se concienciará de quienes necesitan realmente la atención medica. THE CITADEL tuvo cuatro nominaciones a los oscar y fue un sonado éxito en su momento, pero lo más importante fue la vertiente que ya Vidor exploraba desde su etapa muda y que luego se convirtió casi en una constante, esas historias en apariencia grandes, heroicas, pero siempre poniendo en alza valores humanos difíciles de sostener. Una gran y hermosa película, y una de esas lecciones impagables sobre lo maravillosamente imperfectos que son los seres humanos.
Saludos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Pasen y vean...



Como una cosa lleva a la otra, y embebido en buscar las pistas de la nueva ola de directores de cine de terror canadienses, me topé con una curiosa coproducción entre los dos gigantes norteamericanos y Francia, una película de episodios titulada THE THEATRE BIZARRE de oscilante gravedad y caligrafía, y que, ya desde su típico cúmulo de intertextos dirigidos por el ignoto Jeremy Kasten, denota poca consistencia aunque un buen empeño por facturar horror de calidad; desgraciadamente, la dispersión deviene incoherencia y la coproducción, en lugar de colaboración, meros insertos.
La introducción, torpemente lynchiana, obtiene del estupendo Udo Kier, al menos, a un actor con carisma y magnetismo. No importa, el primer segmento, titulado "The mother of toads", es una druídica pantomima que, ahora mismo, sólo podría dirigir con dignidad e imaginación Ben Wheatley, pero que en manos de Richard Stanley (lo que prometía este señor con aquella lejanísima HARDWARE) es una tontada sin narices de goma pero con manos falsas. Lo único decente es el reivindicable trasero de Lisa Crawford (aquí la verdadera profesión de Lisa Crawford)...
Otro "grande" del quiero y no me sale, Buddy Giovinazzo, es el encargado de dirigir "I love you", que quiere pasar por el filtro destemporizador de un Christopher Nolan de baratillo, con una ininteligible historia sobre un tipo que no recuerda nada ni con la casa llena de sangre... Mala.
Sin solución de continuidad, Tom Savini se embarca en su enésimo intento de dejar las ortopedias y hemoglobinas y demostrar que sabe ser director; lamentablemente, y pese a contener un tanto del sentido del humor de este experto en FX's, "Wet dreams" apenas es un juguetito que pone en evidencia el complicado oficio del narrador.
Afortunadamente, a alguien le da un arrebato de lucidez y encontramos lo mejor con diferencia en The accident", sin sangre, sin sustos, sin prótesis... La verdad es que esta bella reflexión sobre la vida y la muerte, sostenida únicamente por la charla que mantienen una mujer y su hija a raíz de la visión de las consecuencias de un accidente de tráfico, poco o nada tiene que ver con el tono general, pero por un momento tenemos la sensación de que Douglas Buck (al que echaré el ojo desde ahora) le ha dedicado algo de su tiempo a desarrollar una historia que al menos hace pensar al espectador.
Karim Hussain, al que hemos dado amplia cancha en este blog, intenta emular al Cronenberg más desasosegante y filma una oscura historia sobre adicciones, agujas y globos oculares. Más truculenta que otra cosa, "Vision stains" funciona mientras es capaz de mantener su cuota de extrañamiento, pero al finalizar tenemos la sensación de que lo que nos han contado simplemente no va a perdurar.
Y para acabar... pues mira, una cosa bastante bizarra (que con este título, lo cierto es que no han abundado las bizarradas [pongan muchachos como Paul Morrissey, Tom Six o Fabrice Du Welz]). Y es que "Sweets" es un delirio de principio a fin, un divertimento de David Gregory que empieza como una exageración hiperkitsch y termina con una inenarrable orgía de sangre y vísceras que por momentos (no me pregunten por qué) me recordó a los instantes más inspirados de Peter Greenaway...
En fin, que no se pierden nada si no ven THE THEATRE BIZARRE, pero si son curiosos a lo mejor se sorprenden descubriendo alguna joyita oculta... quién sabe...
Saludos.


domingo, 22 de septiembre de 2013

Rincón del freak #123: Yo juraría que iban todos encocados...



Sale una cheerleader vestida de granjera, siliconada y rodeada de niños; en teoría estamos en un programa infantil y dan paso a un tipo llamado Hambo, que es un tipo con nariz de cerdo y peluca bicolor, pero éste está demasiado ocupado cascándosela con un Playboy y pegándole duro al tequila. Lo despiden, pero antes llama desesperado a su mejor y único amigo, que es un joven negro que acaba de aprobar un duro examen de nosequé y va a celebrarlo inseminando a su novia... pero claro, es mejor ir a escuchar a Hambo... No me pregunten por qué, pero el tipo tiene una colección de figuritas: "el chulo vendedor de crack", "la puta consumidora de crack", "el maricón chapero", "el propio Hambo" y "Ooga Booga", un indígena africano con un hueso en la nariz, una lanza y un pitillo de marihuana en la boca... Hambo le regala este último a su amigo; nunca más veremos a Hambo. En una tienducha entran tres delincuentes y se cargan al dependiente; casualmente, nuestro protagonista está allí, pero se esconde y no le pasa nada; desgraciadamente, después aparece un policía racista y le pega tres o cuatro tiros. Entonces, la máquina de bebidas se cortocircuita y el alma del pobre chaval se trasplanta a Ooga Booga, que se convertirá en un sanguinario asesino de racistas... de un palmo de altura. Luego va al apartamento donde está la desconsolada novia, mediante gruñidos le explica lo que ha pasado y, aprovechando que la muchacha necesitaba una ducha, se masturbará abundantemente. Es curioso, pero los mismos tres tipos que mataron al chaval se encuentran a la chavala en la calle y la violan... muy curioso. Luego sale Stacy Keach haciendo de juez con sombrero de cowboy; el poli malo va a buscar a los tres delincuentes, que parecen los únicos tres delincuentes del globo terráqueo, y los encuentra esnifando coca, comiendo Doritos y bailando con Siri (aquí el verdadero oficio de Siri). Sin solución de continuidad, el policía malo y corrupto llama a la puerta de una señora mayor que está enganchada al Pasapalabra y al irse la deja con muy mal cuerpo. Al final, Ooga Booga, el asesino africano porrero de quince centímetros de altura se carga a todos los malos y les saca los ojos, ensartándolos en su diminuta lancita... Si no iba todo el equipo hasta los cojones de farlopa, que venga dios y lo vea. Yo la vi porque se había muerto Karen Black y me dio pena...
Saludos.


sábado, 21 de septiembre de 2013

7 pecados 7

En 1962, la Gibé y la Titanus aunaron fuerzas y dispendios para dar forma a un ambicioso proyecto. Lo titularon LES 7 PÉCHÉS CAPITAUX y consistía en siete capítulos independientes, dirigidos cada uno por algunos de los directores más notables del momento y con una vocación que oscilaba desde la mirada irónica y desapasionada hasta un desafiante y peripatético (alumnos y maestros; realizadores y guionistas) esperpento made in France. 
Por ejemplo, el experimento se abría con el segmento dirigido por Sylvain Dhomme y guionizado por Eugène Ionesco. "La ira" comenzaba con una felicidad forzada, impostada, que daba paso a una creciente violencia que ha de desembocar nada menos que en el fin del mundo.
En "La envidia", el irregular Edouard Molinaro dirigía un texto de Claude Mauriac que invita a la reflexión, puesto que no sólo la sirvienta anhela la posición social de la señora, sino que ésta se morirá de envidia al no poder poseer al atractivo amante de la otra... Divertido y refrescante episodio.
En "La gula", un guion de Daniel Boulanger es dirigido por Philippe de Broca muy "a la italiana" en donde una familia disfruta del buen yantar cuando les sorprende la muerte del abuelo y deben dirigirse al entierro, aunque les será complicado decidir qué es más importante, si la puntualidad del obituario o la de sus copiosas comidas "en ruta".
"La lujuria" es puro Jacques Demy, un cuento lleno de ternura y estupendas intenciones acerca del pecado de pensar siempre en lo mismo. Con guion propio, narra el encuentro de dos amigos (soberbios Jean-Louis Trintignant y Laurent Terzieff) con divergentes puntos de vista sobre las mujeres, cuya discusión les llevará a momentos pretéritos en los que las pasiones, por auténticas, se disparaban y confundían. De lo mejor del lote.
En las antípodas, Jean-Luc Godard guioniza y dirige el más desconcertante de los episodios, y en mi opinión el menos comprensible... aunque Godard no sería Godard, claro. En "La pereza", Eddie constantine se interpreta a sí mismo, un hombre tan perezoso que no se inmutará ante las descaradas insinuaciones de una admiradora... por no tener que volverse a vestir... Marciano, marciano...
En "El orgullo", Roger Vadim, un director al que normalmente no soporto, dirige un ingenioso y mordaz guion firmado por Félicien Marceau, en el que una pareja se pone los cuernos mutuamente, aunque ella sea capaz de dejar a su propio amante y quedarse con su marido simplemente para fastidiar a la amante de éste. Brutal.
Claude Chabrol cierra la función con "La avaricia", un medianamente inspirado corte en el que unos estudiantes de la Escuela Politécnica (de sospechoso aire "tunero") pondrán dinero y hasta harán un sorteo para que uno de ellos se beneficie a una prostituta de lujo. Al final, los buenos sentimientos aflorarán y la meretriz conocerá lo que es el amor verdadero, devolviéndole al afortunado su dinero... pero sólo el suyo, claro... Un Chabrol irreconocible y muy menor.
Se puede y debe desprender de estas líneas la irregularidad y tibieza de un film curioso y entretenido, pero de grandes altibajos, en el que, eso sí, resulta satisfactoria la sensación de intemporalidad y, sobre todo, las reconocibles diferencias entre cineastas, lo que aumenta la certeza de encargo alimenticio y poco más. Sólo para incondicionales del cine francés.
Saludos.

viernes, 20 de septiembre de 2013

¿Puedes creerlo?



Llevo ya algún tiempo advirtiendo acerca de J. T. Petty, un cineasta centrado en el cine de terror y que no ha cesado desde su debut, hace más de una década, de indagar sobre nuevas formas de asustar y al mismo tiempo hacer pensar al espectador sobre lo que ve en una pantalla. Si ya SOFT FOR DIGGING nos presentaba un joven cineasta en ciernes con la capacidad de encontrar imágenes subyugantes y primarias, lo cierto es que su resbalón con la franquicia MIMIC y su poco comprendido western de ciencia ficción, THE BURROWERS, hacían presagiar una preocupante deriva. Pero en mitad de todo ello sobresale una curiosa e inclasificable película, un nuevo intento por fusionar ficción y realidad en el camino de un catálogo de inquietudes formales. S&MAN (nótese el juego de palabras para formar sandman, que viene a ser "el coco" en la cultura anglosajona) nos introduce en el misterioso mundo de las películas snuff, pero con un punto de vista francamente original. Petty muestra imágenes de un festival real de cine extremo, donde unos personajes bastante siniestros presentan y promocionan ellos mismos sus "obras", la mayoría grabaciones caseras sin guion y consistentes en representaciones más o menos veraces de violencia, degradación física y muerte; nada que no hayamos visto, excepto que su amateurismo convencido las emparenta más con el porno menos elaborado que con el cine convencional. Al mismo tiempo, escucharemos la opinión de psicólogos, periodistas y escritores sobre un fenómeno que, no por oculto, habría que obviar, ya que la existencia de películas snuff reales implicaría problemas mucho más profundos. Mejor ideada que rodada (y es justo reconocerlo), S&MANse conjuga como un compendio, una especie de puzzle mediante el que el espectador  establezca parámetros y, lo que es mejor, se atreva a que éstos sean derribados, algo a lo que contribuye decisivamente la intervención, un poco a salto de mata, de un inquietante personaje, un tipo con aspecto bonachón que presenta en el festival una serie de grabaciones extrañísimas, consistentes en un insidioso acoso a mujeres cámara en mano, pero que (y aquí entraría la parte desestabilizadora) posiblemente encubra algo mucho más oscuro. Lo más interesante es esa jugosa confrontación ficción/realidad, en la que uno se mueve por aguas pantanosas; lo peor es que, en sí, también se nota que es un film rodado con cuatro duros y algunas urgencias que le restan parte de su inquietante atmósfera. Aun así, es lo mejor que ha rodado Petty con mucha diferencia.
Saludos.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La expulsión del reino



Lo dije una vez, pero no recuerdo dónde ni a propósito de qué, pero me parecía clara la línea narrativa y filosófica de algunos cineastas contemporáneos, más ocupados en hacer avanzar la pesada rueda de la creación artística que de lamentarse por la dificultad de llevar a cabo sus proyectos. No hay duda de que habría que inscribir a Béla Tarr en la punta de lanza de dicho no-movimiento, al mismo tiempo que los que hemos seguido su personalísimo cine, hemos comprobado el significativo y curioso repliegue desde una exuberancia formal hasta la seca parquedad repetitiva de su última obra. Y en mitad de todo, como un monstruoso minarete que pudiese contener todas las inquietudes de un artista incontenible, se encuentra una granítica obra de siete horas, bajo cuyas apabullantes imágenes palpitan tanto los deshumanizados monitores de sus comienzos como el oscuro y gradual apocalipsis que, según él mismo, ya es su epitafio cinematográfico. Intentar describir SÁTÁNTANGÓ de una forma común es complicado y probablemente pretencioso, pero este críptico cuento ideado por Laszlo Krasznahorkai contiene algún tipo de mensaje que en sus larguísimos y elaborados planos-secuencia, en su descarnado retrato de un lugar que parece condenado al inmovilismo y el odio acérrimo de sus habitantes (esa granja/lodazal que abre en horizontal con un plano repleto de animales), nos lleva primero a la constatación de que ese sitio ya no podrá albergar más vida y después a una expulsión voluntaria disfrazada de tierra prometida. Tenemos a los padecientes y expulsados; a la figura del médico que, incapaz de curarse a sí mismo, es el único que quedará atrás; los dos heraldos/pordioseros, que anunciarán el éxodo; y por último al profeta-charlatán-gurú, Irimías, que posee el don de la palabra y el dominio de unas mentes demasiado acostumbradas a subsistir como para pensar. Al mismo tiempo, dos extremos más se abren: la existencia de una importante cantidad de dinero que está repartida entre los habitantes de la granja, cuyo origen nunca sabremos si es fruto del trabajo o de alguna fechoría y cuya custodia reclamará Irimías, provocando una irreparable escisión en un grupo no demasiado homogéneo. Por otra parte, el único contacto que Tarr nos permite con la inocencia y pureza, queda encarnado en la pobre niña (Erika Bók, el fascinante rostro que repetiría en EL CABALLO DE TURÍN), cuyo fatal destino termina con las pocas esperanzas de quedarse en la granja. Existe también un punto discordante, el diletante que, sin embargo, no puede más que palidecer, claudicar y marcharse a su suerte (evidentemente, sin dinero). Tarr lo filma todo como un novelista, recreándose en los detalles, haciéndonos masticar cada escena y dándonos a entender, sobre todo, que el tiempo no es una tarea fácil y que el motivo principal de un cineasta es la modulación del mismo en una fútil búsqueda de concisión, que no deja de ser el regalo que se le hace a la digestión del espectador ¿Que si es farragosa? No jodas, son más de siete horas de película con algunos planos de quince minutos ¿Que si es aburrida? No, aburrido es SyFy. Punto final.
Saludos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Detallismo y humanidad



Es curioso, pero se hace difícil hablar sobre una película como THIS LAND IS MINE, cuando se precisaría lo contrario al ser ésta clara y diáfana en su contenido y mensaje. Podríamos comenzar diciendo que Jean Renoir deseaba plasmar un verdadero discurso humanista antiheróico, nada que ver con lo que Hollywood lleva vendiéndonos desde hace más de cien años. El profesor Lory es uno de los personajes más complejos de la historia del cine, complejo en sus creíbles contradicciones, en sus flaquezas y miedos, en su humanidad palpable, que le lleva de ser el típico don nadie bajo las faldas de su madre a encabezar la indignación de un pueblo, su pueblo, no ya por la ocupación nazi, sino por la cobarde connivencia de los que sí son considerados los "héroes oficiales". Así, el excelente guion escrito por Renoir junto con Dudley Nichols elude con bravura cada peligroso lugar común, y ofrece una historia sin asideros históricos, donde importan más las personas que los hechos, y donde cada plano tiene una consecuencia absolutamente justificada ¿Qué es, si no, más importante? ¿La imposible historia de amor entre el blando conservador interpretado por Laughton y la contestataria profesora (O'Hara), o la explosiva mixtura de lo que él sabe pero calla, mientras que ella desconoce en su tierna ignorancia? THIS LAND IS MINE no es la típica película sobre nazis y antinazis, es una película sobre quién tiene la razón y quién no la tiene; y en ese sentido es de justicia atribuirle la exquisita proporción que contiene entre sus jugosas líneas de guion, puesto que tampoco ningún personaje queda expuesto al vacío argumental. Soberbia colección de momentos hondos, como puñetazos a nuestras tontas conciencias de hijos del Siglo XX, lo que Renoir logra, por encima de sus cualidades cinematográficas, es que permanezcamos atentos al siguiente fotograma, precisamente por ese alambre por el que caminan estos personajes que ni son inocentes ni su culpabilidad puede comprenderse si no es mediante sus propias debilidades. Sin grandes fastos ni oropeles, una de las mejores películas antibélicas de toda la historia; no se pierdan a ningún actor de esta obra maestra, porque están todos en estado de gracia, pero sólo su parte final, ese discurso enmudecedor de Charles Laughton y esas miradas de Maureen O'Hara, pasando de la estupefacción a la admiración más absoluta, forma ya parte de la historia inmortal del séptimo arte. Brutal.
Saludos.




* (No podía yo cerrar esta reseña sin recomendarles uno de los primeros y mejores blogs con los que me topé hace ya unos cuantos años, porque si realmente les interesa la obra y milagros de Charles Laughton ésta es su biblia)

martes, 17 de septiembre de 2013

Caer en (des)gracia



Desconozco las razones por las que... 1) Un tipo sin gracia como Jeff Anderson decide hacer una comedia. 2) Un tipo sin gracia como Jeff Anderson cree haber hecho una comedia, cuando en realidad ha hecho una película del género "aburrida". 3) Un tipo sobrevalorado (aunque, eso sí, con más gracia que Jeff Anderson) como Kevin Smith decide apadrinar a Jeff Anderson para que haga una comedia... digo, película... 4) Alguien puede llegar a creer que un grupo de treintañeros que se divierte entrando en casa de un tipo con la única intención de torcerle un cuadro (lo juro, es así) puede llegar a ser divertido. 5) Jeff Anderson decide rodar hasta tres secuencias de barra de bar (es decir: de puro diálogo) con unas líneas de diálogo que podría haber escrito el guionista de "Mujeres y hombres y viceversa". 6) Alguien (Jeff Anderson) puede llegar a peinarse tan demencialmente. 7) Sigo sin hacerle caso a Mr. Lombreeze y veo "cosas" como NOW YOU KNOW, en lugar de dedicarle un poco de tiempo, por ejemplo, a THE BRIDGE...
Saludos.

lunes, 16 de septiembre de 2013

De verdad... Jean Rouch #16



Por increíble que hoy nos pudiera parecer, hace exactamente cuarenta años, tres de los más importantes directores de cine franceses se embarcaron en un proyecto tan descabellado y contestatario que uno, en plena crisis conformista (término que me parece más adecuado que el ya manido "económica") no puede hacer más que maravillarse ante algo que hoy se descalificaría como ingenuo e inocente. Nada de eso. Lo que pone en imágenes L'AN 01 es nada menos que una desobediencia civil a escala mundial, y a los que eso les suene a chino por pasar demasiado tiempo poniendo el culo les vendría bien una mirada al "posible" mundo de las utopías, donde el ser humano intenta (fíjate tú qué crimen) vivir dignamente y sin patrocinar opresores. La gente se levanta un día y dice "¿Por qué coño voy a seguir dejándome la salud para que unos hijos de puta vivan en la opulencia y a mí no me alcance para comprarle unos zapatos a mi hijo?". Sí, la gente se queda en la cama junto a la gente a la que quiere de verdad, las fábricas se paran y las personas no son diferenciadas por ningún motivo... ni siquiera por un ridículo uniforme. En clave ensayística lo que Doillon, Resnais y Rouch proponen es una honda reflexión sobre la infelicidad reinante en el mundo moderno, en si no sería beneficioso un cambio más o menos radical y en la preponderancia del respeto a los demás por encima de clasismos o intrusismos pseudomorales y ortopedias nacionalistas. Un excitante "estado de las cosas alternativo" articulado por varios continentes y con un montón de ideas interesantes que perfectamente podrían aplicarse en esta época tan sosa y adormilada que nos ha tocado padecer. Y qué mejor título que éste para cerrar el tiempo y el espacio que en este blog hemos venido dedicando a un excepcional cineasta, un hombre que siempre estuvo un paso por delante de su propio tiempo, pero al lado de quienes consideraba no otra cosa que sus hermanos naturales... los hombres, naturalmente.
Saludos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Rincón del freak #122: Mal y tarde



Escuetamente. Sé a lo que me enfrento. He visto SCARY MOVIE y derivadas, y antes ATERRIZA COMO PUEDAS y TOP SECRET, que eran el germen de esto que yo llamo "el cine de no pensar", artefactos de usar y tirar sin mayor complicación ni vocación alguna de permanencia. De cualquier manera, siempre habrá público (y no poco) para una película (aunque yo, más que "película" lo llamaría "sucesión de sketches") acerca de algunos de los títulos más reconocibles de la última filmografía española. En SPANISH MOVIE (¡qué título, vive dios!) podemos rastrear lindezas como EL LABERINTO DEL FAUNO, VOLVER, ABRE LOS OJOS, EL ORFANATO, ALATRISTE, MAR ADENTRO o LOS OTROS, sobre cuya premisa argumental se sustenta este ridículo esperpento donde sólo me reí una vez, en el breve interludio protagonizado por la plantilla de "Muchachada Nui"... ¿El resto? Bueno, digamos que confío en su demostrada cinefilia como para no acercarse a este indefendible e inexplicable acto de terrorismo visual...
Espantosa.
Saludos.


sábado, 14 de septiembre de 2013

Fin de trayecto, comienzos de un cineasta



Maurice Deveraux es una de las cabezas más visibles de cierto nuevo cine de horror canadiense, curiosamente apegado a las formas clásicas (setenteras y ochenteras en su mayoría) y con una querencia por los presupuestos casi inexistentes que obliga al director, y en este caso también guionista, a exprimirse el magín con esmero, algo a lo que desgraciadamente cada vez estamos menos acostumbrados, verbigracia de blockbusters hormonados y provenientes de Yanquilandia. Siendo honestos, éste es un cine de aficionados, de fans del género, rendidos ante los guiños y siempre benevolentes con sus muchas carencias. END OF THE LINE, que fue rodada con apenas 200.000$ y ganó el premio a mejor película del festival de cine fantástico de Austin, es un genuino ejercicio de tensión atmosférica en la que la extrañeza de no saber a ciencia cierta qué está ocurriendo y por qué supone su gran baza. Toda la acción transcurre en el interior de los túneles del metro, donde una muchacha viaja en un solitario vagón y es asaltada por un tipo; repentinamente, el tren se para y la situación empezará a enrarecerse. Así contado no parece muy original, pero sorprende la agilidad con la que Deveraux contrasta y da cabida a un generoso número de personajes, además de manejar con audacia los momentos de realidad y los de alucinación, sin que sepamos muy bien discernirlos. Es un film que contado pierde, porque lo que cuenta es lo de siempre, pero una vez vista su introducción, y tras un par de hábiles giros de guion, es una película que se pasa en un santiamén. Perfecta para atiborrarse de palomitas en una sesión doble dominical.
Saludos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Lote completo. Pague a plazos



De nuevo un remake. Otra vez. Y esta vez no voy a soltar mi habitual charleta sobre la necesidad y todo eso, simplemente no viene a cuento. Lo que sí viene a cuento es intentar sacar algo en claro de un batiburrillo digital al que, por desgracia, ya estamos muy acostumbrados. Len Wiseman, al que considero un mediocre en toda regla, dirigió con su habitual troupe británica y la imposición de dos estrellas mediáticas, no de máximo esplendor pero con suficiente gancho para llenar por sí solos un cartel publicitario. Lamentablemente, Colin Farrell parece perdido, ausente entre una indescifrable maraña de megaedificios, diálogos semimesiánicos y persecuciones sin fin en los que, curiosamente, la mayoría de los momentos estelares se los llevan dos mantis como Kate Beckinsale (a la que sigo sin soportar) y Jessica Biel (que cada vez está más maciza); sus encuentros a mamporro limpio son de lo más disfrutable de una película que para un día de no pensar está bien, pero que después de sus larguísimas dos horas es prácticamente imposible hilvanar un discurso medianamente coherente. Estamos de acuerdo en que en el terreno de los efectos ésta es manifiestamente superior a su predecesora, pero también es verdad que, tal y como comentábamos ayer, Verhoeven era capaz de reírse de sus propios defectos y exageraciones, y precisamente es humor lo que fata aquí. Una película demasiado mala para ser tan seria... Y poco, muy poco más, aparte de que es una de las copias más soeces del espíritu y ambientación de BLADE RUNNER que he visto últimamente, y ya son demasiadas...
Saludos.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El irrechazable superpack 3x2



Nos guste o no, y con el veraz filtro del tiempo como aliado, se puede afirmar a estas alturas que a lo mejor el cineasta que más y mejor ha anticipado (y usado en su provecho y el de los espectadores) en qué iba a convertirse el blockbuster, o cine decididamente comercial en sus vertientes ciencia-ficción/aventuras/acción, es el holandés Paul Verhoeven. Porque él lo hizo antes que otros, y más dignamente, y con un sentido del espectáculo absolutamente deudor de aquellas olvidadas superproducciones de los grandes estudios; y lo que es mejor: sabía reírse de sí mismo en el momento justo, que es cuando los mediocres logran alzarse en un tambaleante pedestal. Ahora, Verhoeven está en otras cosas, mirando más a Europa y menos a Hollywood; sufriendo como un principiante para encontrar financiación (¡un tipo que enriqueció en los noventa a rateros como la Carolco o ese pope sospechoso que fue Mario Kassar! [aunque poco después se la cargó con SHOWGIRLS... jejeje...]) y embarcado en proyectos cada vez más personales. Yo me atrevería a poner el pico más alto de Verhoeven (si no en calidad, sí en lo que supuso de consagración) en 1990, año en el que TOTAL RECALL se erigió en la enésima gran promesa salvadora del cine de ciencia-ficción, una especie de continuación de lo que en su momento fueron títulos como ALIEN o BLADE RUNNER. Sin embargo, dejemos algo claro: TOTAL RECALL no es Philip K. Dick propiamente dicho, sino el vehículo perfecto para el bigger, faster & louder yanqui, el superpack definitivo capaz de saciar cualquier alma hambrienta de imágenes impactantes embadurnadas con kilos de palomitas. La película, es verdad, tiene momentos muy entretenidos, y como artefacto de acción funciona; otra cosa es el embolado de realidades alternativas y personalidades suplantadas, porque esta premisa, de las favoritas del autor de "A scanner darkly", no es lo que más le interesaba ni a Verhoeven ni a sus productores, más pendientes de que Don Arnaldo enseñase músculo (de la inenarrable colección de poses y muecas podría escribirse todo un geek-tratado); mientras Rob Bottin regalaba a la galería de efectos especiales todo un muestrario de maquillaje que, aun con diversa fortuna, ha pasado a la posteridad; o los que por aquel entonces éramos poco más que adolescentes, nos quedamos petrificados ante una emergente Sharon Stone salvaje y con mallas... Un clásico casi a duras penas, pese a su irregular reparto, pese a sus momentos de puro cachondeo, pese a lo deslavazado de su argumento, pese a que Jerry Goldsmith le copiase la tonada "canalplusera" a Basil Poledouris; esto eran los noventa, muchachos, y eso que la década no había hecho más que empezar...
Saludos.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La calumnia



De manera inversamente proporcional a lo que le ocurre a Lars von Trier (con el que, recordemos, fundó aquello de Dogma 95), la trayectoria de Thomas Vinterberg ha sido tan oscilante como dubitativa, un poco a medias (y sin definirse) entre la provocación frontal, que quedó de manifiesto en la magistral y mil veces imitada FESTEN, y una rara querencia por la autocensura más ramplona, que es lo único que veo en dos disparates como DEAR WENDY y WHEN A MAN COMES HOME. Estaba claro, por tanto, que el cine del director danés necesitaba, tras casi veinte años de andadura, un giro; si no en lo formal, al menos sí en su argumentario. JAGTEN es una película peligrosa, contiene tantos hallazgos como consciente indulgencia, sabe tocar los puntos fuertes de un guion que casi no omite nada, pero a ratos le falta decisión y le sobran momentos de lucimiento para, un por otra parte espléndido, Mads Mikkelsen, que lleva prácticamente él solo todo el peso de esta función no tan macabra y sí más apegada al folletín lastimero y protocristiano, con sus mártires lacerados por la chusma y todo eso. Sin embargo ¿cabe decir que JAGTEN es una mala película? No por mi parte, al menos. Es una película lo suficientemente sólida como para pasar dos horas muy entretenidas con una historia que a veces nos recuerda lo imbéciles que somos y luego nos abre un punto de luz respecto a la condición humana y la ética como únicos salvavidas contra el fanatismo y papanatismo de quien se niega a escuchar. Sin querer desvelarles mucho, lo que más me chirría es ese guion que se muestra transparente a no poder más para, en apenas un par de escenas, escamotear un detalle que simplemente debía estar ahí, y cuyo sorteo era precisamente el reto de todo buen guionista. Lo mejor, sin duda, el recital de Mikkelsen, un tipo que ha demostrado poder interpretar a cualquier tipo de personaje y salir airoso; y eso, con su físico, es para hacerlo notar.
Saludos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Los amores imaginados



Si no me equivoco, creo que DUPA DEALURI (MÁS ALLÁ DE LAS COLINAS) es el último título del curso pasado, de los ocho o nueve que consideré como imprescindibles, que aún me quedaba pendiente por comentar. Imprescindible y fundamental, y por varias razones. La principal es la constatación de la vigencia que sigue teniendo (aunque la gran fiebre ya haya pasado) ese "nuevo cine rumano", del que Cristian Mungiu es responsable junto a, por ejemplo, Corneliu Porumboiu o Cristi Puiu. Este film logró, además de los premios a mejor guion y un sorprendente ex-aequo para sus dos jóvenes protagonistas en Cannes, un reto aún más importante, que fue agitar poltronas instaladas en la mediocridad con su atrevida propuesta. Sin embargo, cabe señalar que Mungiu (al igual que en la extraordinaria 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS) revienta toda convención preconcebida desde un pulcro y metódico ejercicio de estilo; un estilo, el suyo, sobrio y poco dado a los arrebatos, prácticamente convencido de que la revelación ha de llegar al encuadre mediante la escena fieramente trabajada. Se nos cuenta la llegada de la joven Alina a un apartado y, por qué no decirlo, bastante siniestro convento rumano, en busca de su amiga Voichita, que la abandonó en Alemania para convertirse inesperadamente a la estricta fe ortodoxa. Alina es recibida con una mezcla de callada cordialidad y disimulado recelo disfrazado de la perplejidad que provoca la recién llegada a una comunidad que evita cualquier contacto con el exterior. Lo que Mungiu busca es que el espectador vaya construyendo la futura película, sus cuestiones y desenlaces, por lo que no veo excesivo el metraje (150 minutos), teniendo en cuenta que ningún plano resulta gratuito ni regodeante. Es éste un relato que auna fanatismo, un horror que se intuye incluso en sus imágenes más inofensivas y un amor en perpetua confrontación con los rígidos métodos de la comunidad y su inflexible rector, un "padre" que mantiene a su rebaño perfectamente controlado y sumiso. Mención aparte merece la impresionante composición de personajes, con un magnífico trabajo de los actores que nos permite una rápida identificación sin recurrir a estereotipos manidos. Una historia de terror contenido, sin sustos, sin sangre, sin "malos" en el sentido habitual, puesto que la maldad puede encontrarse (y quizá sea éste el mensaje principal del film) bajo la apariencia de una bondad excesiva. El final, terrible, así lo atestigua.
Una obra maestra contemporánea.
Saludos.

lunes, 9 de septiembre de 2013

De verdad... Jean Rouch #15



Parece cosa de guasa, pero cada vez que me preguntan por una buena road movie, siempre se me viene a la mente COCORICO! MONSIEUR POULET, una de las películas más divertidas, originales e indelebles que he visto en mi vida. De nuevo Damouré, de nuevo Lam, aunque el contrapunto bufonesco en este caso lo ponga un aún más alocado Tallou ("no sabes nada, no eres más que un chaval", le dice Damouré en un momento dado, aunque lo cierto es que debe rondar los cuarentaymuchos años. Rouch y su humor negro). Los tres se montarán en el destartalado 2CV de Lam ("se llama Paciencia, porque vas a necesitar mucha con él), que se frena poniéndole el pie en la rueda delantera, que el asiento del conductor es una hamaca de playa y que el limpiaparabrisas es Tallou trepando hasta la parte delantera y dándole con un trapo al cristal... ¡en marcha! El asunto que les llevará por toda la sabana es la adquisición de unos famosos pollos silvestres, de excelente calidad, cuyo precio podrían incrementar en cien, lo que es un jugoso negocio para nuestros héroes. Sin embargo, el viaje no será nada fácil. Tendrán que cruzar un enorme río para burlar a la policía ("¿cómo quiere que tenga papeles si lo construí pieza a pieza?"), para lo que el 2CV será despiezado y vuelto a montar; se les pinchará una rueda, y Tallou tendrá que recorrer varios kilómetros en bicicleta y con el neumático en la cabeza; y por si fuera poco, se encontrarán con un misterioso diablo de la selva que se hará pasar por un estrafalario cazador de elefantes y, luego, de hipopótamos, aunque lo único que les aportará será la posesión demoníaca (es un decir) del pobre Damouré. Es, ya digo, una película divertidísima, rodada con el desenfadado estilo de Rouch, que se lo tuvo que pasar pipa con estos tres verdaderos chiflados; además de enseñar, sin prejuicios ni falsos sermones, el complicado día a día de esa África que tan poco conocemos y que a este cineasta tanto fascinó. Maravillosa.
Saludos.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Rincón del freak #121: Polígonos industriales. Viernes y Sábados por la noche.



Esto ya lo he visto yo un montón de veces, lo veo casi a diario en mi ciudad, una de las capitales mundiales del "canismo", "chonismo", "calorrismo" o simplemente "gilipollismo". Muchachos y muchachas que jamás (y este dato es importante) están solos, que jamás podrás ver haciendo absolutamente nada productivo (excepto lavar seis veces en semana su buga tuneado), que emplean el dinero que obtienen vendiendo drogas a otros aún más ineptos que ellos en tatuajes, piercings, iPhones, chandals del Madrid y chaquetitas de Hello Kitty en el caso de ellas (las gafas Carrera simplemente las mangan). El cani trata a la cani como una puta mierda, pero lo mejor es que a ellas les gusta, más que nada porque no se separan unos de otros; su coeficiente mental es el equivalente al de una escalopendra aplastada por un Hankook, pero en lugar de preocuparse son unos tipos y tipas felices, puesto que han obviado las preocupaciones habituales de la vida y las han convertido en unas vacaciones sin fin. El rollo sólo se les acaba cuando al papa (padre) lo meten en la trena o si dejan preñada a la choni de turno, aunque su capacidad de discernimiento está tan disminuida que rara vez son conscientes de que realmente tienen un problema (a.k.a. responsabilidad), a no ser, claro está, que se vean obligados a vender el BMW, momento francamente triste en la poco hacendosa vida de un cani. En fin, que yo esto lo tengo muy interiorizado, así que me cagué en los muertos del gracioso que me recomendó ver una temible producción serbia que, por si fuera poco, me vendieron con que se había llevado el premio a mejor película en Rotterdam el año pasado. Se lo dejaré a ustedes en bandeja de plata: se llama KLIP, salen muchos móviles, suena mucho reggaeton, y para la sinopsis no tienen más que releer de nuevo la reseña; cambien Sevilla por Belgrado y... voilà.
No, no la vean. Saludos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

¡Pues cómo ha cambiado el cuento!



En teoría, la adaptación libérrima de un tipo tan libérrimo como Sam Raimi de la inmortal novela de L. Frank Baum debería contener suficientes estímulos como para hacernos olvidar la versión de 1939 y situarnos durante un par de horas en plena era digital. En teoría. En realidad, OZ: THE GREAT AND POWERFUL (título grasiento donde los haya [parece un anuncio de vibradores]) es una película tan dislocada, tan mal montada, tan incontrolada por un director al que se le nota que no cree ni un gramo en lo que está haciendo (aunque seguro que sí en el jugoso cheque disneyano que le financie futuramente), que, en un momento dado, uno no sabe si esto es para niños, para bipolares, o sencillamente retrasados mentales. Yo hice la prueba y fui con mi hija a verla, la conclusión es que los niños no han cambiado tanto, lo que ha cambiado es la percepción que los adultos tenemos sobre ellos, y para un niño un bluff aburrido lo es ahora igual que lo fue antes. Es sonrojante ver la deriva de un film que sobrepasa (innecesariamente) las dos horas y que comienza con un rayo de esperanza, con James Franco haciendo de lo que mejor se le da, un embaucador pendenciero y mentiroso, un tipo embargado hasta las cejas que lo pierde todo y cuya desolación constituye, quizás, el único momento de verdadera enjundia cinéfila. Error. Llega el tornado, el tono sepia da paso a una chillona paleta de colorines y la factoría del ratón toma el mando. Lo que sigue es un montón de chillidos, ruidos, explosiones y narices de goma (Mr. Lombreeze dixit) que constituyen todo un narcótico para cualquier sensibilidad medianamente desarrollada; no digamos para un pobre infante que no sabe si está viendo "Un mundo de fantasía" o "Un mundo de LSD y detergentes"... En fin, aunque me cueste admitirlo, no puedo culpar al 100% al señor Raimi, se nota que esto, por muy "industrializado" que esté en estos momentos, no tiene nada que ver con el imaginario del creador de joyas como DARKMAN o EVIL DEAD... ¿De verdad que es el mismo tipo?...
Saludoz.

viernes, 6 de septiembre de 2013

La irreprimible memoria sentimental



A Tim Burton le dieron de lo lindo a cuenta del estreno el año pasado de DARK SHADOWS. En realidad, le llevan dando de lo lindo (inclúyanme) desde que decidió poner el piloto automático y apoltronarse en realizador de franquicias neutras, olvidando por completo sus otrora sorna y retorcimiento formal. Y aun así, esta puesta al día de la famosísima serie creada por Dan Curtis en los sesenta (que aquí, por cierto, nunca tuvo ninguna repercusión) tiene algo que, créanme, no sé si subyace bajo sus calculadas imágenes o, por el contrario, flota por encima de lo que vemos reflejado en pantalla. DARK SHADOWS siempre ha sido una cuestión de sensaciones, aromas y corazonadas; un batiburrillo pop en el que igual cabían el hit parade del momento, las puyas políticas o un descaro sexual magníficamente desprejuiciado. Pero no nos engañemos, la serie era para todos los públicos (público inteligente, a ser posible), así que muy poco margen iba a quedarle a Burton para integrar novedades, limitadas éstas a la divertidísima interpretación de Johnny Depp (y es que Barnabás Collins siempre fue un cachondo) y a la exquisita ambientación en ese delicioso pueblo pesquero, excéntrica mezcla de goticismo y avant garde decididamente cheesy (véase, si no, lo último de Soderbergh). Y entiendo perfectamente (maravillosa contradicción) que casi nadie lo haya entendido. DARK SHADOWS no es una gran película, ni lo pretende; es tan sólo (y MARS ATTACKS, y BIG FISH, y BATMAN) el imaginario sentimental eyaculado por un Peter Pan vestido de negro; y precisamente es viendo este film (aunque mejor sería echar un vistazo a la serie original) cuando se entienden los porqués de las constantes éticas y estéticas de todo el cine de Burton, que ha bajado sensiblemente de calidad, por supuesto, pero que aún mantiene su cuota de público medianamente intacta. Para terminar, y sabiendo que son ustedes unos mitómanos, merece la pena prestar atención a la selección musical, que tiene como colofón en los créditos de cierre aquella maravillosa canción de los Raspberries de Eric Carmen que era "Go all the way", que ni siquiera unos chapuceros como The Killers podían destrozar... Y es que el original siempre será infinitamente mejor...
Saludos en la tenebrosa oscuridad...

jueves, 5 de septiembre de 2013

El mentiroso



Cuidado con una película (documental, artificio...) como THE IMPOSTER, porque podríamos correr el riesgo de perder perspectivas dificultosamente adquiridas con el tiempo, la dedicación y el esfuerzo de propuestas similares y, evidentemente, muy superiores. Lo primero que llama la atención de este fenómeno mediático en Gran Bretaña (donde se alzó con dos premios del BIF y tuvo dos nominaciones en los BAFTA) es su vocación transnacional, descubriendo un curioso suceso acaecido entre 1994 y 1997 y que abarcaba desde Texas hasta España y Francia. Resulta que un niño texano de 13 años, Nicholas Barclay, desaparece sin dejar rastro; son tres años de búsqueda infructuosa en la que su familia termina por perder la esperanza de encontrarlo con vida. Casos como este, desgraciadamente, nos suenan demasiado; sin embargo, la policía de Texas recibe una llamada desde España. Nicholas Barclay ha sido hallado con vida tras huir milagrosamente de sus secuestradores. El chico viajará a Texas, los Barclay experimentarán una indescriptible mezcla de asombro, estupor y alegría, y... Los que hayan visto THE IMPOSTER sabrán cómo sigue la historia, los que no la hayan visto, si yo sigo contando les chafaré lo poco que tiene de interesante; exactamente igual a como me pasó a mí una vez el enigma quedó (demasiado pronto) resuelto. Es cierto que lo que narra es lo suficientemente exótico y embaucador como para relajarnos y entretenernos, porque curiosamente THE IMPOSTER es más entretenimiento que revelación. Esto queda completamente de manifiesto en un momento dado, muy poco sutil, en el que reconozco que el documental sube enteros, aunque lo haga a costa de disfrazarse de otra cosa, un thriller criminal acaso; se nos "sugiere" que quizá Nicholas no haya sido raptado, y que su familia esconde algún terrible secreto... No puedo continuar, por supuesto, pero este dato me hace pensar en si, tal y como la famosa frase "No dejes que la realidad te estropee una buena historia" dice, este documental, mestizo y manipulador, no hubiese redoblado su potencia narrativa como una terrorífica y escabrosa ficción... Nunca lo sabremos. Mientras tanto, THE IMPOSTER sigue cobrando adeptos; yo, sinceramente, me la esperaba mejor.
Saludos veraces.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Gato encerrado



De entre la inagotable pléyade del "fondo de armario" cinematográfico, son cada vez más frecuentes los encuentros con titulitos que aluden descaradamente al formato televisivo antiguo (el de los capítulos autoconclusivos), y más concretamente al referido al fantástico tipo "Twilight Zone". Por lo atractivo, intrigante y fresco, debería tratarse de una saludable renovación de un cine de género que parece no encontrar el fin a su agonía creativa; sin embargo es complicado dar con un producto de suficiente entidad como para remarcarlo. ENTER NOWHERE, de 2011, es un forzado cruce entre el pasado de la serie antes referida y el presente marcado por (y sobre esto no hay discusión) "Lost". El resultado, sin ser totalmente decepcionante, sí que queda gravemente afectado por una pobreza de medios que, en este caso, no es ninguna virtud. Hay cabaña en mitad del bosque, pero no estamos ni muchísimo menos ante un film de gore sucio (EVIL DEAD'13) ni súper vuelta de tuerca a nuestros prejuicios (THE CABIN IN THE WOODS); nada de eso, porque (y entiendan que no cuente casi nada) no hay aquí terror, ni sustos, ni métodos escabrosos. Jack Heller se la juega en su ópera prima con un intrincado y enigmático guion a partir de tres personajes que, sin saber cómo, se encuentran en la cabaña de marras; y, como es de suponer, la gracia estará (o debería estar) en desliar el ovillo que nos permita comprender qué diablos sucede en esa cabaña situada en ninguna parte. Desgraciadamente, y obviando un par de giros más o menos interesantes, todo está demasiado visto y desvencijado como para tratarse de un film con apenas un par de años. Eso sí, lo interesante proviene de las interpretaciones. En un extremo, un terrible Scott Eastwood, al que tito Clint debería dar una azotaina (y un par de lecciones de actuación); en el otro, la cada vez más presente Sara Paxton, incuestionablemente en alza; y en la mitad, Katherine Waterston, hija de ese gran minusvalorado que es Sam Waterston y a la que habrá que seguir la pista tras estrenar recientemente lo último de Kelly Reichardt y rodar a las órdenes de Paul Thomas Anderson el film que veremos el año que viene... ahí es nada.
Saludos en ninguna parte.

martes, 3 de septiembre de 2013

Lo mismo, pero con más gracia



¿Cuál es la diferencia entre ATTACK THE BLOCK y, evidentemente, su homónima yanqui, SUPER 8? A priori no detectamos demasiadas, porque la premisa es la misma, los personajes van en la misma dirección y el desarrollo de la trama es idéntico. Sin embargo, hay un detalle que permite que dos productos aparentemente retroalimentados, en busca de su huequito en salas, no tengan finalmente nada que ver. Mientras el calculado homenaje de J. J. Abrams a su maestro (Spielberg) apenas se dejaba nada para sí mismo como producto autónomo, derivando en un aburrido carrusel de "cosas ya muy vistas", ATTACK THE BLOCK aprovecha que el espectador vaya predispuesto a un nuevo compendio de corrección política para darle la vuelta por completo y ofrecer la versión macarra y gamberra; no quizá le que nos hubiese gustado ver con diez o doce años, pero sí la más gozosa para un treintañero con un bagaje cinéfilo más amplio que el demandado por el cine comercial del señor Abrams. Siendo justos, el film de Cornish tiene "sus cosas", tanto buenas como malas; si alguien tiene que morir, morirá; si la vida es chunga, va a serlo aunque se trate de menores de edad; la acción es trepidante aunque intenta por todos los medios no caer en estruendos y fragores innecesarios; además, la intimidante jerga barriobajera con la que sus carismáticos protagonistas se comunican le añade un punto de verosimilitud. En cambio, no le perdono que no haya sabido resolver lo que en este blog llevamos años definiendo como el "síndrome de Tom y Jerry"; así, si atendemos un poco nos ha de chirriar forzosamente que toda una señora invasión alienígena sólo tenga como testigos a una pandilla de adolescentes ¿Es que ahí no vive nadie más? Para pasar una tarde divertida es estupenda, pero no nos volvamos locos, esto es lo mismo de siempre con un poco de humor british, como una hamburguesa acompañada de una pinta de Bass...
Saludos desde el bloque.

lunes, 2 de septiembre de 2013

De verdad... Jean Rouch #14



Es curioso que una de las grabaciones más potentes (éste me parece el adjetivo más adecuado) del Jean Rouch más puramente volcado en el África negra, sea un pequeño cortometraje de apenas nueve minutos. Pero es que LES TAMBOURS D'AVANT. TOUROU ET BITTI contiene en su intensísimo plano-secuencia una experiencia audiovisual absolutamente hipnótica. Mientras las percusiones se van desplegando en busca de un clímax sonoro, se va desarrollando una escena al margen pero perfectamente ensamblada en esta extraña ceremonia de exorcismo o brujería (algo que no queda del todo aclarado); el brujo, con expresión indignada, y una vez ha quedado de acuerdo con el tono de la percusión, se dirige hacia una especie de rival, con el que discutirá airadamente. Bajo un ruido ensordecedor, la contienda terminará enterrada y apenas convertida en un demencial spoken-word, casi una declamación sobrenatural. Más experiencia que visualización, es un título que hace honor a quien era capaz de sostener la cámara donde es casi imposible sostener la mirada.
Saludos.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Rincón del freak #120: TCM?... ¡TCM?... !!!



Si alguien, alguna vez, llegó a albergar la más mínima esperanza sobre un posible remake de una película tan redonda, tan seminal y única en su estilo como es THE TEXAS CHAINSAW MASSACRE, no ha de preocuparse ni mesarse cabellos o barbas. Nada de eso, porque hace ya unos diez larguísimos años que Marcus Nispel, cuyo currículum incluye los destrozos y desaguisados de VIERNES 13, FRANKENSTEIN o CONAN EL BÁRBARO, dejó bien claro que sólo podría quedar espacio para una chapuza sin alma. No hay en esta THE TEXAS CHAINSAW MASSACRE V.2003 nada novedoso, y ni siquiera nada copiado con eficacia de la original; y su resumen no debería ir más allá de dos o tres líneas: Una bobada sobre una tía incapaz de dejar de lucir como una maciza de calendario de taller mecánico aunque la persiga el Leatherface más gilipollas que uno pudiera imaginar... ¿El resto? lo de siempre: el tonto, el fumao y la zumbá... Ah, y el que muere a los quince minutos... ¿Mala? No, lo siguiente...
Saludos aserrados.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!