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martes, 9 de abril de 2024

El anti spin-off


 

El chiste se cuenta solo, y en pocas líneas. La incorrección política tiene gracia mientras no se le ven los faldones, o si sirve para puntualizar una historia canónica, evitando caer en una previsible monotonía. Es exactamente el único problema que veo en PEACEMAKER, cuya razón de ser creo que ha de atribuirse totalmente a James Gunn, que vio las posibilidades de convertir a este antihéroe en protagonista de su propia serie. La cosa funciona más bien a medias, por los momentos hilarantes, dstartalados, sin rubor a la hora de reírse de un personaje al que (hay que decirlo) John Cena le coge el punto casi sin esfuerzo. No está mal porque hay gran variedad de personajes (incluso alguna sorpresa inesperada), porque el ritmo cómico termina por atragantarse al volverse mecánico, y por tanto previsible. Es una serie desvergonzada, medianamente tronchante, que creo más orientada a los espectadores más comiqueros (por entender referencias) y que funciona como curiosidad en la parrilla de una plataforma a la que le hacen falta cosas así para volver a ser la mejor.
Me la esperaba mejor y no sé si le da para otra temporada.
Saludos.

lunes, 8 de enero de 2024

Errar por poco


 

BLOOD es un film que aparentemente debería haber tenido mayor peso específico en Sitges, pero también pone de relieve que el contar con elementos potentes por separado no te garantiza un montante satisfactorio. Brad Anderson es un buen director para películas que en otras manos serían rutinarias, pero sigue empeñado en dotar a sus trabajos de una pátina de verosimilitud que suele chocar con el extremismo de lo que presenta. No hay más que comparar su mejor película, EL MAQUINISTA, con la peor, VANISHING ON 7th STREET, donde sale ganando la impúdica exhibición de la primera con la imposibilidad de Anderson para recrear una atmósfera invisible y opresiva en la segunda. Lo que propone en BLOOD es una mezcla desigual de ambas, con unos cuantos golpes de efecto muy bien conseguidos, pero un guion francamente decepcionante, incluso ridículo cuando se sobreexplica. Con algunas reminiscencias (torpes y engañosas) al CUJO de S. King, el desencadenante es el perro de la familia, que parece haber contraído una misteriosa enfermedad, y que seguidamente transmitirá al hijo pequeño, con consecuencias terroríficas. Los problemas son, sobre todo, la indecisión para abandonarse al terror más visceral, resaltar la abnegada lucha de la madre por proteger a su hijo o la promesa de un giro inesperado que nunca llega, y que deja el film en un quiero y no puedo medianamente entretenido, pero absolutamente olvidable.
Saludos.

viernes, 20 de marzo de 2020

Veniales



Me estoy dando cuenta de lo mucho que me está ayudando esta reclusión a hacerme con los mandos de esa rara habilidad que considero es "ver series". No soy seriéfilo, y como le comento a un amiga muy especial (ella intenta redimirme como puede), la paciencia me dura lo justo para ver cómo algo empieza y acaba, y no para un "eterno retorno de lo idéntico". Anyway. La cosa es que me he despachado, en mucho menos tiempo del que hubiera creído, la primera temporada de THE SINNER, una serie de USA Network que distribuye (también) Netflix; puede que convencido por sus escuetos ocho episodios autoconclusivos, aunque no menos por la mezcla que contiene y la curiosa manera de desarrollarla. Policíaco, misterio, intriga, thriller. Lynch por un lado, Pizzolatto por otro, y un gusto por retorcer lo simple que es lo que dota de entidad a una serie que podría haber quedado como un fondo de catálogo agradable, pero logra asomar la cabecita justo por su falta de pretensiones. En el haber, dos magníficas interpretaciones a cargo de Jessica Biel y un Bill Pullman literalmente volviendo a CARRETERA PERDIDA, además de los estupendos capítulos firmados por Antonio Campos (SIMON KILLER) y Brad Anderson (EL MAQUINISTA). En el debe, serios problemas de ritmo, con parones y acelerones que parecen más caprichosos que motivados por la búsqueda sensata de un clima que, sin embargo, aparece casi sin buscarlo en secuencias que rozan el delirio onírico.
El título puede llevar a engaño, ya que tratándose de una serie podríamos pensar que asistiremos a un espectáculo de pecado y redención, cuando el pecado alcanza a todos, y muy especialmente a quien ha de erigirse en insospechado salvador.
Podría dar más de sí, pero tampoco se hace pesada.
Saludos.

domingo, 9 de octubre de 2011

Rincón del freak #40: Cualquier cosa no es más que cualquier cosa... aunque nos empeñemos en que no lo sea...



Jamás hubiera pensado tener que incluir tan rotundamente una película del director Brad Anderson en esta sección; le he seguido la pista concienzudamente desde que me deslumbrara con THE MACHINIST y haya mantenido una saludable actividad televisiva con algunas de las mejores series de los últimos tiempos (léase FRINGE, THE WIRE y TREME). Sin embargo, ha sido ver este despropósito llamado VANISHING ON 7th STREET y pensar inmediatamente: "Dios mío, creo que es una de las peores cosas que he visto jamás...". Y, claro, ese es un pensamiento lo suficientemente rotundo como para renunciar a buscar posibles salvoconductos; coartadas que, simplemente, no existen en este vaciado narrativo casi nihilista. No hay guión en VANISHING..., ni trama, ni nada de nada; lo único que hay es un grupo de gente en una ciudad, y luego suenan como susurros superpuestos e ininteligibles, luego salen sombras... ¿qué quieren que les diga si es así? Bueno, los protagonistas salen corriendo para que no les alcancen las sombras; como es natural, cuando tropiezan con algún personaje secundario éste no tarda ni dos minutos en ser engullido por las sombras, lo que le dará al grupo protagonista la oportunidad de salir por patas y salvar el escabeche... Al final yo creo que (y me permito citar aquí "Niebla", la obra maestra de Miguel de Unamuno) los personajes se rebelan contra la mierda de guion que les han impuesto y dejan de correr.
-Oiga, señor Jaswinski ¿se puede saber de qué huimos?
-Errrrrrr... Es una amenaza. Seguid corriendo, cabrones...
-Escuche... Estoy cansado, me quedaré aquí...
-Pero entonces te cogerán las sombras, gilipollas...
-Que le den por el culo, no puede ser mucho peor que estar corriendo todo el santo día...
-¡Mierda!... Brad... Brad... Creo que tenemos que dejar de rodar... ¿Brad?...
Saludos desvanecidos.

martes, 26 de agosto de 2008

Abrir los ojos

Siempre ocurre lo mismo, una simple cuestión de paciencia. Si se espera lo suficiente, las buenas intenciones acaban por aflorar y cuajar en sólidos argumentos.
La productora española Filmax es como ese vecino inválido y un poco retrasado que nos miraba esquivo en nuestra infancia; asistíamos impotentes a las palizas que otros niños más crueles le propinaban y no nos metíamos por si acaso. Así es.
Después de ofrecer un puñado de propuestas de cine fantástico hueco, vacío, (sub)productos hechos en serie, listos para consumir y ser olvidados, los laboriosos y obstinados de Filmax presentan una película que si no llegó a más fue, precisamente, por las limitaciones de orden puramente económico que una productora española encuentra al salir al mercado internacional.
THE MACHINIST es un absorbente relato kafkiano que bebe del horror cotidiano de King y de las culpabilidades inasumibles de Dostoievski.
Quien haya visto esta ENORME película es imposible que haya quedado indiferente ante el impresionante trabajo de uno de los mejores actores en la actualidad, Christian Bale, que ahora, al fin, está obteniendo justo reconocimiento tras sus dos Batmans. Bale realiza la inversa de deNiro en RAGING BULL y se transforma en un esqueleto viviente de apenas cuarenta kilos que corta la respiración nada más verlo. Pero Bale también es capaz de transmitir, al mismo tiempo que lleva todo el peso de la cinta, desesperación, impotencia, locura... Todo un abanico de sensaciones que su personaje vive de forma amplificada por un prolongado insomnio. Inteligentemente, el semidesconocido Brad Anderson aprovecha el impacto visual que supone el personaje de Bale para no tener que desvelar más de lo necesario de la trama, logrando en todo momento (y esto es su gran logro) que el espectador esté interactuando con los personajes, dando su propia versión, y esto es algo que Hitchcock hacía de maravilla y que es una gran herencia de la televisión de los sesenta y setenta. En vez de sus habituales alardes técnicos, la productora logra al fin un film a la altura de sus pretensiones. Cine fantástico que se revela preñado de realidades y con un discurso moral inteligente y nada fraudulento. Ojalá sigan por ese camino. De momento, parece que REC, de su interino Balagueró, confirma las expectativas.
Anémicos saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!