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miércoles, 18 de septiembre de 2024

El antigiro


 

M. Night Shyamalan ha conseguido convertirse en un género en sí mismo, que no es poco dados los impersonales tiempos que corren. En pocas líneas, diría que es un buen director, que conoce el oficio, no duda en apropiarse de todo lo que le sirva para construir su discurso, y al menos lo hace copiando a los grandes. Esto no es una excepción en THE TRAP, donde el artefacto lo es todo, llegando a llevarse por delante cualquier atisbo de coherencia narrativa, en un intenso pero irregular thriller que comienza como un animal feroz, pero termina cayendo en todos los cepos que se va encontrando. Me resisto a contar mucho de la trama, pero no esperen encontrar aquí uno de esos giros de guion insuperables, de mandíbula caída; esta historia, al menos su estupenda primera mitad, daba para haberse estrujado algo más el magín, subvertir las expectativas y haber culminado de manera menos canónica. Curioso, porque el juguete funciona en mitad de un extenso videoclip, alterando la percepción del absurdo e invitándonos a que cada uno vayamos montando qué va a ocurrir a continuación. Lo que ocurre después es una película que no quiere que la creamos, que se sabotea en plan kamikaze y que sucumbe ante los postulados de un Hollywood cada vez más orientado a un público proveniente de TikTok y esas cosas. Le salvo el gran esfuerzo de Josh Hartnett en un papel muy complicado de hacer creíble, y el guiño a los cinéfilos de viejo cuño, que reconocerán a Hayley Mills, antigua estrella infantil de Disney y ya una señora mayor.
Le sobra audacia y amor propio, pero le falta una oscuridad que ya sabemos que este director no posee o no se atreve a indagar.
Saludos.

jueves, 2 de marzo de 2023

Órdago y farol


 

La recomendación número uno que yo haría a quienes vayan a ver KNOCK AT THE CABIN, sin duda sería "rebajen las expectativas". Se trata, sin duda, de toda la filmografía de M. Night Shyamalan, esa película de la que se puede afirmar que no es la mejor, pero tampoco la peor ¿Y esto qué quiere decir? Quiere decir, al menos para mí, que se trata de un trabajo de transición, en el que el director de EL SEXTO SENTIDO intenta reconducir su errática carrera, reverdeciendo los laureles que le trajo dicho título, para ir borrando algunos notables fiascos. Fiel a su propio y reconocible estilo, Shyamalan nos propone un juego diabólico y aparentemente sin una solución sencilla, lo que llamaríamos "un órdago". Sin muchos preámbulos, cuatro desconocidos se presentan en una apartada cabaña, donde se encuentran de vacaciones Andrew, Eric y su hija adoptada, Wen. Armados con extravagantes artilugios, todo hace pensar en un típico slasher de asedio, pero la actitud de los extraños no es exactamente la de unos asaltantes, sino que les van a intentar convencer de que hagan algo simplemente inasumible, o de lo contrario la humanidad estará condenada. Es aquí donde la jugada me parece más un farol que otra cosa, pues (y recordemos que se trata de una adaptación) una premisa tan absurda y totalitaria necesita un giro de guion antológico, y créanme que aquí no lo hay. Es un film que funciona más como artefacto atmosférico y de extrañamiento, pero que no consigue aprehender y expandir sus ambiciones fuera de campo, relegándola a un eco sin reverberancia. 
No diría que fallida, pero sí insuficiente. Entretenida sin más.
Saludos.

miércoles, 6 de octubre de 2021

Cuando calienta el sol


 

Es necesario iniciar cualquier reseña sobre OLD, última y esperada propuesta de M. Night Shyamalan, indicando la gran irregularidad que recorre este ultraacotado relato sobre la fugacidad y circunstancia de un grupo de personas. Así dicho, parece más sugerente de lo que finalmente es; el director norteamericano, hábil en la construcción de paisajes humanos únicos, es incapaz de cohesionar lo que subyace en la novela gráfica original, y que la hacía más reflexiva que inquietante. Aun así, tiene sus momentos, incluso dentro del caótico ritmo, con personajes yendo de un lado a otro, desapareciendo en un espacio único o directamente luchando contra el cliché que atenaza sus líneas de diálogo. No es una película de terror, aunque tiene momentos de sobresalto, y el típico y esperado giro argumental, hablando de quien hablamos, queda resonando casi como un ínfimo capítulo de Miss Marple, ya muy al final ¿Qué es, por tanto, lo que funciona, y evita que todo sea un (otro) desastre? No tengo ninguna duda: un halo de romanticismo, algo extraviado y fugaz, pero que cuando aparece eleva notablemente el nivel de una historia que, intuyo, Shyamalan ya llevaba tiempo queriendo hacer, y que de hecho ya ha realizado anteriormente, y con mejores resultados.
Se puede ver, y ya es bastante para lo que llevamos arrastrado, pero hay momentos en los que el film parece empeñado en flirtear con el ridículo más cursi.
Saludos.

sábado, 18 de mayo de 2019

El rey del giro



Y, bueno, que M. Night Shyamalan está de vuelta. O eso, o al menos ha preferido dejar sus absurdas pretensiones de creador total y ha vuelto a agarrarse a lo que mejor domina. GLASS es una película difícil de abordar, ni siquiera para un fan de los de trayectoria, porque significa varias cosas, un compendio de lo que el imaginario Shyamalaniano ha significado para el cine norteamericano de los últimos veinte años, optando por abordar el cine de género desde el guion, sus recovecos y posibilidades, y dejando los golpes de efecto visuales en insólita sobriedad. GLASS ha sido presentada como un film total de superhéroes, cruzando los destinos de Mr. Cristal, El Protector y ese fascinante personaje de personalidad múltiple, de entre la que sobresale la así llamada Bestia. Y al principio lo parece, aunque la clave para entender sus inesperados desarrollo y desenlace reside en la introducción de un nuevo personaje, una enigmática doctora que intentará convencer a estos tres personajes de que sus supuestos poderes provienen de una especie de delirio de grandeza que les hace creerse que los tienen de forma natural. Ahí, muy sutilmente, Shyamalan lleva al espectador a un terreno nuevo pero perfectamente reconocible, que es el que más domina: difuminar la frontera entre ficción y realidad, y dejar la narración suspendida en un último giro que nadie podría esperar, ni siquiera desde que en 2001 se estrenase EL PROTEGIDO, que ya es rizar el rizo de los giros. Lo que GLASS propone en última instancia es hacernos pasar de creyentes a ateos, y vuelta a empezar. Si creemos o no dependerá de cuánta fe tengamos acumulada, al fin y al cabo ¿qué es el cine sino eso?...
Saludos.

jueves, 8 de junio de 2017

Una sesión agotadora



Coincido en que SPLIT es el trabajo más serio y estimable desde aquellos lejanos tiempos de SIGNS o UNBREAKABLE; una película en la que la forma sí está acompañada de un fondo de verdadera entidad, y en la que subyace (nunca mejor dicho) una doble personalidad que quizá sea su gran debilidad y lo que no permite que este trabajo vuele a mayor altura. Digamos ya que SPLIT es un actor, James McAvoy, enfrentado al reto de mostrar diferentes personajes encerrados en un solo cuerpo sin ningún tipo de modificación corporal, tan sólo un actor y su propio talento para dicha tarea. He ahí lo más interesante del film, aunque esta vez lo que falla es la trama, y por mucho que Shyamalan emplee su consabido truco de la información racionada, llega un momento en el que se pierde la perspectiva y primordialidad del argumento principal, y no se sabe si es más importante el seguimiento para encontrar a las chicas raptadas o el porqué de dicho rapto; si el despliegue de personalidades de Kevin o la lucha interna por controlar a cada una de ellas. En ese sentido, me pareció una decepción ese crescendo que anticipa constantemente a la última personalidad oculta y terrible revelación final, y a Shyamalan le podría haber quedado un film más compacto y retorcido de haberse centrado en las mejores secuencias que filma, las de los encuentros entre Kevin y la psiquiatra, donde llegamos a dudar de si efectivamente el paciente adopta una personalidad o en realidad es otra personalidad haciéndose pasar por otra personalidad... Más retorcido, imposible.
Aun así, buena piedra de toque para que el director de LA JOVEN DEL AGUA vuelva a reinar en esto del "terror inteligente y comercial".
Saludos.

sábado, 16 de abril de 2016

Los papeles de Panamá



Me viene que ni al pelo. La moda de los sinvergüenzas (que lo son porque carecen de la misma) consiste en salir a la tribuna, muy dignos ellos, y poner cara de supositorio mientras repiten el mantra "yonosená", o el más convincente "nadená". Mientras sigo preguntándome cómo la población no ha iniciado ya un movimiento de desobediencia civil en lugar de poner morritos en Facebook, lo que se nos pide es que creamos en lo increíble y que aceptemos el clasismo como parte de una religión incuestionable. Porque como dijo Bukowski, ese "mal" escritor: "El esclavismo no ha desaparecido, sólo ha ido ampliandose para que quepamos todos"...
Particularmente, desde hace un tiempo mantengo que M. Night Shyamalan está acabado como gran mago del suspense y el terror inteligente; le han descubierto el truco, y detrás de las cortinas púrpura estaba todo vacío, un inmenso artificio que siempre ha funcionado por su inmanente e inalterable convicción y habilidad para el giro argumental. Shyamalan era como ese driblador demoníaco al que los defensas han terminado por adivinarle el gambeteo; y periódicamente subía al púlpito defendiendo sus razones para seguir haciendo el cine que hace, pero le descubrieron un par de sociedades secretas cuando el cine de horror se ha fragmentado para ofrecer nuevas sensaciones que el director de EL SEXTO SENTIDO ha olvidado, puede que por culpa de tenerse que ser fiel a sí mismo, sea eso lo que sea. Y, sí, ya sé que voy a hablar muy poquito de THE VISIT, que al fin y al cabo era la peli que venía aquí, pero créanme que es mejor no desvelar nada, excepto su premisa: dos hermanos adolescentes se van una temporada con sus abuelos, porque su madre se va de vacaciones en un crucero. Nunca les han visto antes (porque los americanos son así de descastados), pero su estancia va a ser cualquier cosa menos normal.
... ¿Les he pedido que me crean?...
Saludos.

domingo, 9 de marzo de 2014

Rincón del freak #146: ¿Está usted ahí, Mr. Shyamalan?... ¿Puede oírme?



Otra de las películas que arrasaron en los razzies fue AFTER EARTH, un producto controlado y diseñado por Will Smith & Co. y que olía mal desde su preestreno. Nadie podía entender cómo aquel buen director que una vez fue M. Night Shyamalan iba a tropezar con la misma piedra de aquella ininteligible AIRBENDER. Pero así fue, y la película es lo que es, un aburrimiento repleto de tópicos a cual más manido y con un mensaje implícito que le resta cualquier posibilidad de redención como producto comercial de entretenimiento. Con toda la poca vergüenza del mundo, todo elemento exterior desaparece y en escena queda únicamente Jaden Smith rodeado de muñequitos digitales; al otro lado de la línea, con una gravedad que ni le corresponde ni se la cree, Will Smith, el antes conocido como caricato oficial del reino, pretende convencernos de que tiene alguna capacidad dramática para interpretar sin moverse... y no. Un dato: si la ponen en el minuto 83 tendrán la misma sensación que si la ven entera y de corrido. Y me jugaría el cuello a que el hilo musical perpetrado por James Newton Howard (quién si no) es un bucle sonoro repetido hasta el infinito por una computadora.
Aún sigo dándole vueltas al sentido de esta película, pero la verdad es que me da miedo toparme con algo aún peor que su terrible guion.
Saludos.

jueves, 26 de abril de 2012

La ocasión la pintan calva



Y digo yo, que para rematar este improvisado remate sobre M. Night Shyamalan ¿qué mejor que con su cinta más emblemática, la que le elevó al olimpo fílmico en un abrir y cerrar de ojos que nadie podría haber previsto en aquel entonces? Son trece años con este director que, sin inventar nada, ha sabido mantener con habilidad una serie de puntales ya característicos y perfectamente reconocibles por sus seguidores. No es THE SIXTH SENSE el colmo del refinamiento de dichos argumentos, pero sí que muestra una especie de camino a seguir, inicia unas pautas nada titubeantes que luego serán proyectadas en la mayoría de sus títulos. Resulta paradójico comprobar cómo (y esto abre un interesante campo de ampliación) Shyamalan va despojando, cada vez más, sus trabajos de dicho y reconocible hálito; no estoy seguro de que su propósito le vaya a ser rentable, pero al menos descubre a un cineasta nada conformista y (esto es lo mejor) radicalmente crítico con su propia obra. Ésta es una historia de fantasmas, típica y tópica, pero también es una historia acerca de la vida, del deseo de vivir por encima de todo; y lo que mejor le sienta es la exploración de ese personaje, Malcolm Crowe, aureolado desde el extático arranque con una inquietante investidura que ha de ser (aunque esto no lo sepamos hasta el final) el verdadero motor de unas imágenes siempre al borde de la (auto)condescendencia, pero que, gracias al equilibrio entre impacto y reflexión, ha logrado perdurar en el imaginario universal del séptimo arte, puede que actuando como inesperado relevo de Spielberg. Sea como fuere, THE SIXTH SENSE no es una historia posmoderna, sino decididamente romántica; y a diferencia de la mayoría del terror facturado en este principio de siglo, no se sirve del escepticismo para "hacernos creer" con media sonrisilla, sino que sublima el clima de terror clásico (su "hermana gemela" podría ser LOS OTROS) para terminar brindando por algo francamente loable, como son los buenos sentimientos en un mundo donde éstos no son muy bien recibidos. Sí, quizá deba desdecirme a mí mismo y sea ésta la película de Shyamalan que ni me exaspera ni me vuelve loco, simplemente se eleva sobre la mediocridad imperante, pero sólo para echar un vistazo y volver a su lugar natural, un lugar donde tocar las narices queda terminantemente prohibido.
Sentidos saludos.

miércoles, 25 de abril de 2012

Ejercicios de suspensión asistida



Si quisiera ser cruel, si esa fuese mi principal intención, entonces habría dejado la reseña de ayer para pasado mañana, y la de hoy la hubiese puesto ayer. Sí, son tres; tres seguidas, pero no sé por qué, lo he decidido así y ya está. Pero sin ánimo de comparación, porque me parece inútil y un poco desfasado, igual que ayer intenté explicar los motivos por los que LADY IN THE WATER me parece una película fascinante sin pretender serlo, hoy me gustaría señalar por qué THE VILLAGE es lo mismo pero al revés; es decir: que intenta epatar al espectador con múltiples toques de atención (fundamentalmente de índole visual), para terminar sin contar casi nada, excepto una floja disculpa conceptual para que el autor del guion (sí, Shyamalan) no salga demasiado mal parado. Las películas tramposas por excelencia son las que te embaucan en su primera parte, las que te prometen, como un mal amante, una noche de placer y éxtasis, para que terminemos descubriendo, horrorizados, su maloliente pellejo de latin lover trasnochado. Efectivamente, incluso a estos fantoches hay que tenerles un poco de lástima, y es lo que me ocurre cuando veo tantos esfuerzos para poner en pie esa danza enfermiza de "lo que no se ve"; y a los veinticinco minutos cruzo los dedos para implorar "que no cambie; que no enseñe nada". Desgraciadamente, el concepto antes mencionado no encuentra su anclaje en un una idea poderosa, así que toca quitarse las capuchas (tranquilos, no desvelo nada para los que no la hayan visto) y mirar de frente. Sinceramente, indagando un poco bajo su exasperante sucesión de ritos domésticos (que no por repetidos son más elocuentes) y "tiempo pretérito encoñado en ser tiempo futuro" ¿qué quiere contarnos realmente esta película? ¿qué, si no es tan divertida como la de ayer ni tan circunspecta como la de mañana? Ojo, porque una cosa es escribir una historia flojita, que no pasa nada, que Shyamalan es un estupendo escritor de guiones, y otra muy distinta jugar a paternalizar su disgusto con la industria (la crítica, ya decíamos); un beatus ille a la inversa que a mi juicio no funciona, no tan bien, por ejemplo, como (y evito el lloriqueo nostálgico) la magistral MARTHA MARCY MAY MARLENE, que le da la vuelta por completo al fallido salto mortal de THE VILLAGE y lo usa, ahí sí, para sembrar la inquietud a medida que el espectador va descubriendo que todo es mucho más terrible sin máscaras. No, definitivamente no me gusta.
Saludos villanos.

martes, 24 de abril de 2012

Barbos en remojo



Con M. Night Shyamalan lo tengo meridianamente claro, nada de medias tintas ni dobleces innecesarias; empezando por asumir que lo suyo es cine de entretenimiento del de toda la vida, y el que quiera buscar otra cosa que se aburra con Malick, que para eso está. Tengo claro cuáles son sus películas que me ponen mucho y cuáles las que me dan dolor de cabeza, y más o menos la cosa está al 50%, y de momento el sentimiento se mantiene igual de radical, sin títulos que me provoquen bostezos de indiferencia. Y LADY IN THE WATER es, con toda seguridad, la tercera película suya que más me gusta; primero porque no me la espero, no sé por dónde va a ir, y eso a estas alturas es realmente impagable; pero también porque (y creo que ahí está la clave de que haya gustado muchísimo más en Europa que en América) contiene varias cargas de profundidad directamente contra la crítica más pacata y anquilosada, la que (ellos sí) bosteza ante una amalgama de imágenes que apenas les interesa, pero que les llena los bolsillos sólo por ejercer de césares contemporáneos, pastor de rebaños más bien. Intuyo que a Shyamalan le deben exasperar pocas cosas, pero que una de ellas es lo sesgadamente que se suele criticar unos trabajos, los suyos, en los que tanto cariño y dedicación pone; esto es inevitable, pero no ocurre lo mismo con directores aún más aburguesados que él (Ridley Scott, por ejemplo). Y es que LADY IN THE WATER, aun suavizando bastante las pocas aristas que el director norteamericano se permite, se sirve del delicado cuento de hadas, sirenas y demás hierbas para trigonometrizar un complejo microcosmos en torno a esa enigmática piscina; sea porque me fascinan esos residenciales típicamente americanos, por el insólito y encantador "monstruo" encarnado por Bryce Dallas Howard, el excepcional (excepcional, con todas las letras) papel que Paul Giamatti hace oscilar de la panoplia decadente a una improbable heroicidad repleta de dignidad, o por esa famosa escena con el crítico de cine (una de mis escenas favoritas ya para siempre), he aquí una película del nuevo milenio, delas pocas que se puedan llamar así sin salirse de su condición comercial y sin negarse a sí misma. Para acabar, un entretenimiento que tiene terror, aventuras, intriga, risas inteligentes, poca escatología y un punto a su favor, para mí un puntazo, y es que no hablaba de la crisis (cumple seis años), sino que la asume y se inviste de la misma sin muchos remilgos. Si no les gustó en su momento, es un buen ídem para revisarla.
Saludos con floculante.

domingo, 22 de mayo de 2011

Rincón del freak #26: La esquina donde el viento da la vuelta (O sea: lo último de lo último)



Hablamos hoy de una película difícil de entender, de explicar; no sólo un fracaso comercial y artístico, sino un pifiazo que se veía venir antes incluso de rodarse y que normalmente las productoras ponen en manos de directores sin mucho caché. Lo que no se comprende de THE LAST AIRBENDER es la firme decisión con la que se ha articulado lo que se ha vendido como "La Gran Saga Cinematográfica", y sin embargo no es más que un torpe refrito de multitud de producciones similares. Supongo que M. Night Shyamalan, acostumbrado a los guiones ingeniosos, con múltiples virajes y sorpresas narrativas, con su habitual mesura y sus montajes pausados, se dijo un día que podría con una fantasía épica, que su gran habilidad le iba a permitir romper los férreos esquemas del género, indagar con su cámara detallista en esos compartimentos que suelen quedar olvidados en favor del fuego de artificio. Es sólo una suposición, un agarradero para intentar entender este cúmulo de despropósitos acerca de unos que son buenos y otros que son malos, y hay unos que dominan el fuego y otros que dominan el agua y otros que dominan la tierra y otros que dominan el aire, sin el cual acabo de quedarme... En fin, sé que parece difícil creer que esto no tenga ni una pizca de validez fílmica, pero es que Shyamalan se olvida de que si no hay trascendencia al menos debe cundir el bendito entretenimiento, pero THE LAST AIRBENDER es taaaaaan aburrida, tan tontuela, con tan poca chicha, que cuando empiezan a salir monjes tibetanos pegando saltos y soltando rayos y centellas hace ya tiempo que estamos mirando a quien quiera que tengamos al lado, encogidos de hombros y con esa expresión facial que viene a decir: "¿Pero esto qué diantres es?"... Sí, un fiasco de proporciones impredecibles, que fue de cabeza a los razzies y que, a menos que lo subsane de inmediato, puede ser la tumba profesional de su autor.
Saludos elementales.

domingo, 28 de junio de 2009

Un sentido y merecido homenaje

Sí, puede que esté abusando de alguna manera de un cine ciertamente comercial y en su mayoría estadounidense, pero tenía una lista "congelada" desde hace meses y he querido echar mano de ella antes de acometer el próximo monográfico, que será... Bueno, paciencia; pero prometo que no va a dejar a nadie indiferente.
Hoy vamos con un tipo de esos que se ha convertido por derecho propio (y muy conscientemente) en un standard del sistema de producción hollywoodense. Desde luego, si alguien tiene la ocurrencia de llamar "autor independiente" a M. Night Shyamalan, es que no sabe de qué va la cosa. Pues ya he recalcado suficientemente que con este señor o me llevo muy bien o me llevo muy mal; aún espero una película suya que ni me entusiasme ni me haga querer asesinarlo. Y me da la impresión de que he tenido pocas coincidencias al respecto con la mayoría de gente, pues sólo me entusiasman SIGNS, LADY IN THE WATER y UNBREAKABLE; y estoy seguro de que es esta última la que creo que es su mejor trabajo hasta ahora. Y por muchas razones. Primero porque esas interpretaciones "de piedra" tan suyas, aquí cobran gran sentido; es una película sobre un superhéroe que no sabe que lo es, pero también sobre los cómics de superhéroes, sobre toda la impertérrita idiosincrasia de los mismos; y, por si fuera poco, Shyamalan eleva un magnífico homenaje al coleccionista de comics y a ellos les regala los mejores momentos de la película. Así, hay momentos impagables como el que presenta a un incrédulo Willis pidiéndole a su hijo que le siga poniendo peso en la barra para levantarlo, cosa que sigue haciendo, claro; o el encuentro en la tienda de Don Cristal, todo un canto a la mitomanía comiquera. Pero quiere Shyamalan rematar la faena con la mejor escena que ha rodado hasta ahora, una escena que le acerca a los parámetros de Fincher o Scorsese y que muestra a Bruce Willis encapuchado recorriendo la casa donde un psicópata tiene retenidos a sus propietarios. Su resolución, que será también la del film, consigue algo bastante complicado en estos tiempos: mostrar una gran violencia casi con movimiento cero. En UNBREAKABLE, todo esto cobra gran vigencia, pero repetido acaba por cansar ¿Es posible que Shyamalan sea un director que visualiza sus escenas como si de viñetas se tratara? Desde luego, el homenaje está ahí; de ser así, gran parte de su "mística" se vendría abajo.
Saludos irrompibles.

lunes, 4 de mayo de 2009

Bajo una palmera, en Islandia

Voy a dar cuenta de una película de la que debo adelantar que me entusiasma aunque no quiera; la que más me gusta, hasta el momento, de su discutible director, el irregular M. Night Shyamalan.
Es éste un tipo capaz de sorprenderme e irritarme a partes iguales; puedo decir de él que es un niñato con suerte y, seguidamente, rendirme ante alguna que otra cosa que, actualmente, sólo parece estar a su alcance en el cine comercial americano.
Dicho esto, a nadie se le escapa que SIGNS es, probablemente, su título más discutido y menos reconocido. Creo que es un error. Porque SIGNS pertenece a ese reducidísimo círculo de films suicidas que se inscriben sin empacho alguno en una fatídica tradición de "films comerciales de género" y, sin embargo, increíblemente, SIGNS, pese a una narración algo autista (quizá su mayor defecto), tiene unos cuantos momentos simplemente incomparables. Y son incomparables porque llevo viendo pelis de invasiones extraterrestres toda la vida (y ya son unas cuantas) y ninguna había logrado que me tragara, aunque fuera ilusamente, que aquello podría pasar algún día. A Shyamalan le da igual (o eso creo) ponerle un casco de papel de plata a Mel Gibson mientras la tierra está siendo invadida; así como depositar en un mero bate de béisbol la última esperanza de una reducida familia a la que el hábil guión va guiando hasta el sitio más reducido, una especie de última isla donde ya no se puede retroceder, sólo creer y resistir. Esto hay que percibirlo, claro; si no, toda la película es otro subproducto más dedicado a recaudar para La Máquina. Y, sin embargo, insisto, creo que es el trabajo más fascinante de su autor, especialmente en ese tramo, justo antes de la escena final, en el que aún no creemos nada de lo que se nos está contando, donde pensamos que el tipo ha vuelto a meter la pata por jugar a ser el más cool de la clase. Justo ahí, los incrédulos protagonistas (y nosotros con ellos) están viendo en la tele unas imágenes en directo; hay gente que corre, coches pitando... nada que no hayamos visto antes. Entonces, el alienígena aparece de sopetón, fugazmente, como si tal cosa. Es un segundo que estremece por cómo está narrado, con ese magnífico gusto por lo inverosímil hecho carne. Como si nos enviaran una postal desde Islandia y sólo viéramos palmeras...
Saludos desde el maizal.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Crónica de sucesos

Imaginemos que un día nos levantamos, ponemos la tele y en un telediario, en la sección de sucesos, se nos informa de que el mundo se va a acabar... una vez más. Lo siento, pero no hay que ser condescendiente con la inclinación estadounidense al apocalipsis más desaforado; simplemente no entiendo qué clase de retorcido placer se puede encontrar en enumerar 1001 formas de exterminar a la raza humana, porque por acumulación la cosa acaba por ser ridícula.
M. Night Shyamalan es el director más cercano a aquel viejo ideal que existió en Hollywood alrededor de los años cincuenta, cuando la guerra fría alimentó el imaginario de incipientes frikis en forma de platillos volantes y alienígenas ultraavanzados. Ese género dentro de otro género ha subsistido hasta nuestros días, transmutando la amenaza hasta formas tan sofisticadas como la que nos ocupa, pues esta última, encarnada en el film THE HAPPENING, ya no tiene ni forma, es una especie de llamamiento que la tierra hace a los seres humanos para que se autoexterminen y así dejen de realizar tropelías sobre la misma.
Vaya por delante que Shyamalan es un director capaz de fascinarme (UNBREAKABLE, SIGNS, LADY IN THE WATER) en la misma medida que me exaspera con sus tramposos golpes de efecto (THE SIXTH SENSE, THE VILLAGE y esta última), dejando al descubierto la fragilidad de la tramoya. Mi opinión, en esencia, es que no se debe desaprovechar un buen hallazgo cuando has topado con él (los hombres cayendo en masa desde los edificios y filmados desde abajo), así como tampoco abusar del duelo interpretativo cuando, incomprensiblemente, has decidido cargar dicha responsabilidad sobre los hombros de dos actores muy flojitos, relegando a un insignificante rincón a un muy buen actor como John Leguizamo.
La trama, como digo, es una chorrada que sirve a Shyamalan para engordar la cuenta y preparar la siguiente, que no sabemos si será la de cal o la de arena. Esperaremos.
Saludos "incidentados".
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!