lunes, 31 de agosto de 2020

Sobrevivir al hashtag



#ALIVE es una reciente producción coreana, que nos va a servir para abrir un minirrepaso a alguno que otro título integrado en el tan de actualidad género de zombis, y que especialmente ha calado en el país asiático. Se trata de el enésimo acercamiento a los muertos vivientes, con resultados de aceptable raspado, buena factura técnica y pocas sorpresas en un guion tan previsible como acomodado en una serie de tics que ya parecen de la familia. En este caso, la excusa es el protagonista, una especie de nini coreano con el pelo teñido y querencia a vaguear frente a una pantalla. Con tan dudosas habilidades, la gracia está en hacerlo sobrevivir a todo un holocausto zombi; y aunque la premisa parezca atractiva, el resultado no lo es, yendo por donde títulos similares sí han aprovechado la coyuntura del survival. Ni da miedo, ni tampoco funciona como comedia, y sólo le veo sentido como producto de consumo rápido, tal y como su título da a entender.
Saludos.

domingo, 30 de agosto de 2020

Rincón del freak #419: Eufemísticamente hablando



En 1994 se rodó ZEIRAMU 2, o la continuación de las andanzas de Iria y Bob, en lucha constante con el monstruo Zeiram. Poco se puede añadir a lo que no es más que la explotación de una fórmula con relativo éxito (se llegó a realizar un anime entre medias), la de aunar la tradición de monstruos en traje nipona con una comedia sin aristas. En las intenciones se ven los penosos homenajes a ALIEN o TERMINATOR, y cuesta seguir el hilo sin soltar alguna carcajada de incredulidad. Afortunadamente, la cosa se detuvo aquí, y Amemiya siguió a lo suyo, que era la ciencia ficción chusca e infantiloide... Hasta nuestros días.
Saludos.

sábado, 29 de agosto de 2020

Pre-reprise



No sé si lo sabían, pero ya en 1990 existía un largometraje que adaptaba la novela de Margaret Atwood, aunque lo normal es que no lo supiesen. THE HANDMAID'S TALE fue una inusual coproducción entre Alemania y Estados Unidos, cuyo responsable en la dirección fue el germano Volker Schlöndorff, y que comprimía en poco más de hora y media lo que dura la primera temporada (eso lo sabemos ahora), obviando todo lo que pudiese ocurrir después. Se trata de un trabajo correctito, pulcro, pero incapaz de explotar todo su potencial, máxime cuando se echa un vistazo a su nómina de actores, con la malograda Natasha Richardson a la cabeza, y estrellas como Faye Dunaway, Robert Duvall o la añorada Elizabeth McGovern. El guion de Harold Pinter se intuye impersonal, más esbozado que otra cosa, y la partitura de Sakamoto puede estar entre las peores suyas. Hoy día se puede ver más por curiosidad que por otro motivo, y aunque su juego de correspondencias haga aflorar alguna sonrisa de condescendencia, es lo que es, un encargo mal concebido y mal ejecutado, y que habría quedado en nada de no ser por la serie de Hulu.
Saludos.

viernes, 28 de agosto de 2020

8M



Ese es el encabezamiento, más que nada por ver si dejan de dar por saco con lo que no es más que el enésimo ejemplo de desprecio machista de esta sociedad; no he escuchado nada más zafio y repugnante que culpar de una pandemia mundial a una manifestación feminista... En fin. El caso es que al fin me he decidido a ver la primera temporada de THE HANDMAID'S TALE (veremos si el entusiasmo me llega para las dos siguientes), y la experiencia ha sido estimulante y clarificadora a partes iguales. Sin haber leído la obra de Margaret Atwood, ésta se adelanta varias décadas (es de 1985) a la visibilización feminista como denuncia, pasando del objeto pasivo a la carga activa, y su denuncia, me parece, es en absoluto distópica, sino que señala muy claramente a la estructura social en la que vivimos cotidianamente. Es, efectivamente, una fábula expresionista y de marcado carácter orwelliano, pero no nos avisa tanto como nos interpela, especialmente a los hombres. Además, su mensaje no debe leerse "tan sólo" en clave feminista, porque abarca de manera brillante la inmigración y el racismo, aunándolos como una suerte de pecados universales, a los que se abandona una sociedad enferma (blanca y heteropatriarcal), tanto que hasta es incapaz de reproducir a su propia especie enferma. Se trata de una serie brillante en lo formal, con magníficas interpretaciones (de Moss huelga decir nada) y con ese potentísimo mensaje de fondo, que da la palabra con elocuencia a quienes habitualmente no la tienen.
Mientras tanto, la culpa seguirá siendo de las mujeres...
Saludos.

jueves, 27 de agosto de 2020

Correr por el museo



Qué fácil parece hacer una película como BANDE À PART, y qué complicado es apresar esa mezcla de trascendencia e ingenuidad, de desencanto, romanticismo, soberbia, intriga y qué sé yo más. A Godard esto le salía casi natural, a veces, cuando decidía dejar de enfurruñarse, que era cuando Anna Karina (cuántas enes tenía ese nombre) caminaba, frágil y desvalida, entre billares y ceniceros de Cinzano. Es la historia de un trío, un triángulo escaleno, desigual, encantador cuando van en el Simca descapotable, cuando corren por el Louvre, planean un robo o bailan con un compás que es, a la vez, sincronía y libertad. De la libertad va el film, de correr, de escapar, de huir de ese París de calles frías que congelan cualquier idealización al respecto. Del arte, probablemente, pero también del otro margen, del de los holgazanes cuya juventud les hace dignos de tomar lo que los viejos toman, en un círculo inacabable de latrocinio. Hora y media le basta a Godard para aleccionar con desgana, y seguidamente entonar un vigoroso ensalmo desinfectado de cualquier pedantería. Contiene escenas memorables, de las que casi se puede intuir que imantan la memoria con vocación de daguerrotipo, pero posee otra cualidad que la eleva a la categoría de obra maestra: se la vea cómo y cuando se la vea, estará en mutación permanente. Siempre fresca, siempre elocuente, siempre alerta...
Saludos.

miércoles, 26 de agosto de 2020

El buque fantasma



Un joven sale a pescar, en su pequeña barca, en una hermosa caleta de Malta. El día no parece ser fructífero, y además se interna en un espeso banco de niebla. Mientras recoge, recibe un golpe inesperado, y cuando se disipa la niebla ve que se trata de un velero de recreo. Llevado por la curiosidad, el joven intenta hablar con los tripulantes, pero la certeza es aún más extraña: el barco está vacío. Así comienza THE BOAT, un pequeñísimo film auspiciado por el productor Winston Azzopardi, e interpretado íntegramente por su propio hijo, Joe. En mi opinión, y sin que invente absolutamente nada, me parece un estupendo y sano divertimento, muy en la onda de los episodios de "Twilight Zone", en los que te estás preguntando a cada momento qué diablos está pasando, y con un referente/homenaje latiendo, como es aquel televisivo y primerizo Spielberg de DUEL. Quizá se alargue un poco innecesariamente por tal de cubrir los 90 minutos, pero merece la pena echarle un vistazo, primero porque es capaz de mantenerte en tensión en un espacio único y con un solo intérprete, pero también por apostar a ese cine sin pretensiones y que no se cree más listo que nadie.
Saludos.

martes, 25 de agosto de 2020

En otro mundo



A bordo de un descomunal carguero, el Fair Lady, el director de fotografía (entre otras muchas, de LO QUE ARDE) Mauro Herce, realiza un apabullante e inclasificable documental, que en realidad parece otra cosa, un film de ciencia ficción, un descenso a un inframundo que la normalidad imperante nos escamotea, en pos de unas imágenes cada vez, pues eso, más normalizadas. DEAD SLOW AHEAD, un poco en la línea de aquella gloriosa LEVIATHAN, retuerce el foco y la luz por entre tubos, manómetros, escotillas, camarotes, silos y otros lugares a lo mejor innombrables, mientras la tripulación, de origen filipino, empequeñece ante la enormidad del buque, y queda relegada a sus escasos momentos de ocio y algunas llamadas entrecortadas a la familia. Incluso un suceso que no podría parecer tan grave, como la inundación de una carga de trigo, emerge como un desafío del hombre (al hombre), integrándolo en titánicas tareas de desalojo y limpieza. Y por encima de todo ello, el film como concepto, y como desafío también en sí mismo, a las absurdas convenciones de un cine que se autodenomina "moderno", cuando no hace más que repetir los mismos viejos mecanismos funcionariales. Herce da una lección de cine sin monitorizar, quizá para que su película sea usada en un futuro como cuadro de mandos o mapa sensorial. Ojalá.
Saludos.

lunes, 24 de agosto de 2020

Libertad duradera



Es fácil caer en contradicciones frente a un film como THE OUTPOST. No ocurría así en títulos clásicos del género bélico, cuya impecable factura les ha hecho sobrevivir incluso a su dudoso mensaje panfletario. Así las cosas, uno no sabe muy bien qué pensar ante el ejercicio de claustrofobia controlada orquestada por Rod Lurie, un viejo conocido de ese "americanismo" de baja intensidad. Basada en el libro del corresponsal de guerra Jake Tapper, transcurre enteramente en un puesto avanzado en Afganistán, cuya sola ubicación ya da mal rollo: a los pies de un enorme valle rocoso. No soy ningún experto en estrategia militar, pero casi se puede intuir que no es el mejor sitio para no quedar expuesto. Centrándonos en la película, los ecos de LA DELGADA LÍNEA ROJA, SALVAR AL SOLDADO RYAN y, sobre todo, BLACK HAWK DERRIBADO, supuran por sus tensas imágenes, flaqueando en unos diálogos estúpidos, y confundiendo constantemente con la identificación de personajes, por momentos prácticamente imposible. De hecho, se puede decir que ni siquiera hay un protagonista, saltando de un tímido Scott Eastwood a un Caleb Landry Jones más comedido que de costumbre. Total, una película sólo para incondicionales del género, y sólo porque las escenas de tiroteos están bien rodadas; a partir de ahí, alguno nos preguntamos si aún nos dura aquella payasada de "libertad"...
Saludos.

domingo, 23 de agosto de 2020

Rincón del freak #418: Peyorativamente hablando



Cuenta la leyenda que ZEIRAMU podría haber sido una gran película, una especie de mezcla entre TERMINATOR y ALIEN en clave nipona; esto es: un metraje perturbador y sin concesiones a la galería. Nada más lejos, y por ello me parece adecuado ilustrar esta entrada con una imagen que aparece justo al principio, y que nos las hace prometérnoslas muy felices. A partir de ahí, no hay rastro de ello, y ante nosotros se despliega una imbecilidad que parece un insulto a espectadores maduros; una especie de "Power Rangers" con monstruitos de goma y japoneses histéricos. A mí esto me lo habían vendido de otra manera, y no me parece justo, y por eso me veo en la obligación de realizar esta entrada a modo de advertencia y/o desmitificación con toda la intención del mundo.
Era 1991, y luego hicieron la continuación, pero lo contaremos la próxima semana.
Saludos.

sábado, 22 de agosto de 2020

La conveniencia de la arrealidad



THE BABYSITTER, de 2017, es una grata sorpresa en todos los sentidos, una película que pasó muy desapercibida, y que reconozco que de primeras me tiraba un poco para atrás. El currículum de su director, McG, hace desconfiar a cualquiera, y su apariencia de comedia juvenil no ayudaba precisamente. Sin embargo, hay varias cosas que van elevando el nivel, hasta conformar un film sin ninguna pretensión, pero que cumple su objetivo con brillantez. Mezcla actualizada de memorables como SOLO EN CASA o NOCHE DE MIEDO, se  entra en la figura de un adolescente, Cole (un estupendo Judah Lewis), un niño hipermimado y superprotegido, que a sus doce años sigue teniendo una niñera, Bee (un descubrimiento, la australiana Samara Weaving), que parece ser la única persona que lo entiende, y con la que organiza fiestas cuando los padres no están. Sin embargo, algo no cuadra cuando le cuenta a una amiga y vecina cómo cae rendido cada noche, y ella le asegura que, cuando él duerme, la niñera hace lo mismo que todas, traerse a su novio. Sin embargo, lo que Cole descubre es aún más extraño y aterrador...
El film no deja decaer el ritmo en ningún momento, y los acontecimientos se van sucediendo con naturalidad, interponiendo el paso a la madurez del chico con, quizá, esos mundos ocultos que cada niño sueña con alcanzar cuanto antes. Incorrección política, efectos especiales marca de la casa y esa sensación de que hemos visto un film redondeado en sólo 90 minutos. No es que te vaya a cambiar la vida, pero es perfecta para una noche aburrida.
Saludos.

viernes, 21 de agosto de 2020

Entendible a medias



Se puede entender que Spike Lee monte en cólera al ver su país presidido por un payaso naranja. Se puede comprender que la deriva de violencia racial le haya enardecido la glándula. Me creo que Lee es un tipo honesto en sus convicciones de negro con techo de cristal, lo que nos llevaría a una suculenta contradicción. Lo que ya no logro defender es que se repita en lo conceptual, tapando una pobreza de ideas genuinas con un amasijo de clichés sin nada nuevo que ofrecer, como si una máquina se dedicara a recordarnos diariamente lo malos que somos, pero sabemos que no lo piensa, sólo lo dice. Así las cosas, DA 5 BLOODS se carga los golpes de humor que aún tenía aquello del KKK, y en lugar de tener algo de inventiva se inviste de una pedantería que apenas se puede entender. Esto no se puede entender, porque son dos horas y media, porque el abuso de la cuestión racial termina por desgastar su mensaje, o porque aún sigo dándole vueltas a qué venía meter otra vez a Wagner en mitad de Vietnam...
No sé.
Saludos.

jueves, 20 de agosto de 2020

Arquitectura y moral



CRIMES OF THE FUTURE, de 1970, fue el segundo mediometraje de David Cronenberg, aunque bien podría haber sido una especie de continuación del primero, solo que en color. De nuevo aparecen las obsesiones recurrentes del director canadiense, casi como esbozando la temática de sus siguientes films, al mismo tiempo que se destapa como un más que interesante fotógrafo, capaz de inquietar con sus elaborados encuadres, por mucho que el guion se quede en la superficie de lo que pretende contar. Prescindiendo de nuevo de los diálogos, y hasta del sonido ambiente, la narración corre a cargo de otra voz en off, que relata fríamente un mundo suponemos que deshumanizado, por culpa de una misteriosa enfermedad que ha erradicado a todas las mujeres, condenando a la humanidad a una lenta y triste extinción. Poco a poco, entre tubos y bisturíes, edificios vacíos y jardines mudos, hemos de imaginar que el inquietante e hierático Ronald Mlodzik (primerísimo fetiche del director) es el inopinado salvador de esta desdichada humanidad. Mezcla de científico, agente secreto y gurú trascendentalista, descubre que no todas las mujeres han muerto, pero que las supervivientes están siendo capturadas por una extraña secta. Lo mejor es, pero de muy lejos, su larga escena final, de una provocación extrema, sin llegar a mostrar nada explícito, pero que incluye al protagonista en una habitación, a su lado, una niña que juega...
Interesante, pero excesivamente primaria.
Saludos.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Titulitos



Nunca hubo un título más elocuente. YOU SHOULD HAVE LEFT resume en su sentencia dónde debería haber acabado esta nadería, presuntamente terrorífica, en la que nada es como debería ser. David Koepp no es el tipo con más talento del mundo, pero tiene algo de oficio, y al menos consigue extraer un par de escenas de donde no se supone. La película es cortita, escueta, pero se eterniza en un montón de imágenes y situaciones más propias de una comedia del absurdo que de un film que debe aterrorizar. Nada de eso, porque lo único que merece la pena son un par de secuencias, casi sketches, extrañamente divertidas. En una, Kevin Bacon va a recoger a su mujer (Amanda Seyfried) al plató donde rueda una escena; al no dejarle pasar, oye desde fuera unos gemidos de placer, ante la mirada del guardia de sguridad. Luego, ambos se van de vacaciones con su hijita a una apartada casa en Gales (sí, Gales), y a partir de ahí la historia es aburrida y repetitiva, aunque antes Bacon va a comprar a una tienda, donde un taciturno tendero galés tarda horrores en despacharle un par de cosas, en un guiño, supongo que involuntario, al mismísimo Tati. Nada, se la pueden ahorrar y ya me lo agradecen otro día.
Saludos.

martes, 18 de agosto de 2020

Pulso trémulo



EARTHQUAKE BIRD es el ejemplo perfecto de cómo no debe adaptarse una novela, y la cosa empeora si es una novela flojita ya de por sí. Wash Westmoreland, que desde principios del presente siglo había firmado un aceptable puñado de títulos junto a Richard Glatzer, y que en 2018 dirigió en solitario la correcta COLLETTE, se pierde en esta anodina historia de (tenues) tintes rossellinianos, que luego va mutando en un film de suspense, un poco al estilo de Adrian Lyne. Lo peor de todo ni siquiera es la monolítica interpretación de Alicia Vikander o de Naoki Kobayashi (la de Riley Keough es directamente ridícula), mientras se nos hace creer que asistimos a un complejo retrato psicológico, el de una traductora que vive en Japón a finales de los años ochenta. Lo digo porque lo mismo daba Hungría en los 90 o Tomelloso el año pasado...
Aburrida es poco.
Saludos.

lunes, 17 de agosto de 2020

Lunes de no pensar



Podría dar para una sección fija, pero ya tenemos los domingos para eso. Lo cierto es que los lunes suelen ser días de difícil digestión, en los que apetece ir con algo de pausa, como pisando por donde han fregado, como tener el móvil estropeado. Pero si se ve una película como EXTRACTION pueden pasar dos cosas: lunes indigesto o lunes de calma mental. La calma proviene, cómo no, del raquítico discurso proveniente de un guion firmado por Joe Russo, que ya es algo, pero también de comprobar que todo lo que despliega ese thriller de acción es lo esperado, ni más ni menos. De repente uno se pone en situación: esto es JASON BOURNE, esto es MISIÓN IMPOSIBLE, y al que le guste le va a gustar mucho, como la carne de cordero, pero al que no... No hay mucho más que decir, excepto que Chris Hemsworth es un tipo la mar de solvente, y al que se le agradece que aporte esa vis cómica entre tanto mamporro. La acción es trepidante, los efectos digitales están logrados y hay un pasable dilema moral que traspasa el argumento, el cual se puede contar entero y tampoco pasa nada. Un mafioso secuestra al hijo de otro mafioso, y el padre contrata a un mercenario que se caracteriza por su infalibilidad, pero el detalle es que en realidad no tiene dinero para pagarle, así que el plan tiene un subplan que ya pueden imaginar.
Nada, perfecta para un lunes de calores y bostezos.
Saludos.

domingo, 16 de agosto de 2020

Rincón del freak #417: Visto en...



Que adaptar a J.G. Ballard es una tarea harto abrasiva y dificultosa es algo que puede constatar, cómo no, David Cronenberg, cuyas aproximaciones han sido necesariamente irrespetuosas, con el objetivo de poner en imágenes el intrincado imaginario del autor británico. Con Ballard se corre el riesgo de patinar, de ser engullido por no ajustar tiempos y garantías, como le ocurrió recientemente a Ben Wheatley. Algo así se puede decir de THE ATROCITY EXHIBITION, oscurísimo título del año 2000, dirigido por un tal Jonathan Weiss (del que no tengo constancia de nada más), y que sumaba dos inconvenientes complicados de superar. Por un lado, se trata, en mi opinión, de la obra más importante de Ballard, la suma perfecta de todas sus obsesiones formales y argumentales, pero también es su texto más críptico y replegado sobre sí mismo. Por otro lado, habían pasado apenas cuatro años desde la adaptación de Cronenberg de CRASH, que no deja de ser un componente más de la que nos ocupa. Así las cosas, o se es un genio del séptimo arte, o se tiene la suficiente personalidad para no caer en la pedantería y adueñarse de unas ideas, por otra parte, de una audacia apabullante. La película, entre ustedes y yo, es un tostón indefendible, y no extraña que se haya quedado en el ostracismo durante estas dos décadas; mezcla de falso documental, avant-garde pueblerino y provocación en sordina, el embrollo llega a confundir al espectador, que no sabe dónde mirar, si a los accidentes, la pornografía, las imágenes de archivo o las modelos desfilando. Lo más interesante, una operación de cirugía estética...
Saludos.

sábado, 15 de agosto de 2020

Una vida en quinta



A BLAST fue una película griega que obtuvo cierta repercusión en el festival de Locarno'14, un poco a rebufo de la excelente salud del cine heleno por entonces, aunque fuese a costa de relatar las miserias de una sociedad que poco a poco iba a pique. Es el tema recurrente en dicha cinematografía, y no por casualidad, ahora bien, lo que parecería una fuente ideal de recursos narrativos también puede volverse en contra si no se domina el tiempo, los tiempos, y lo que se pretende un drama social de alta intensidad puede tornarse una comedia involuntaria, o peor, un experimento de montaje. Eso parece este film, capaz de eternizarse en apenas 80 minutos, porque hasta sus últimos quince es complicado reparar la intención de fragmentar la historia en segmentos temporales. Tzoumerkas, de notable recorrido documental, integra demasiadas cosas en poco espacio, y el resultado es un batiburrillo en el que los personajes pasan de una euforia desmedida a una fúnebre quietud, de la amoralidad hedonista a la denuncia social. O aún más insólito, de una fe telúrica a un cinismo de saloncito de té. No sé, se puede ver porque su protagonista femenina logra resultar medianamente creíble, pero se echan en falta algunas líneas más de guion, y mejor integradas, por supuesto.
Saludos.

viernes, 14 de agosto de 2020

Visto lo visto



Si cogen ustedes una mijita de Disney Channel, otra de Jeremy Saulnier, le agregan algo de Stranger Things, y lo pasan por el rebozado de Haneke, a lo mejor les sale un artefacto excéntrico pero divertido, indigesto pero agradecido en su riesgo formal. Caradura, lo llamo yo. BECKY es una película que no es infecta porque tiene golpes de humor bestia, más cerca de Troma que de todo lo antes mencionado, pero su inmodestia la convierte en un experimento fallido. Millott y Murnion, en su tercera película (si se atreven vean las otras dos), dan la razón a cualquier puritano de nuevo cuño, esos que se indignan y se ofenden porque un chaval vea una película más compleja de lo que su edad le "permite ver". Es como el que sale a buscar trabajo con 20 años: no lo encontrará porque no tiene experiencia, y viceversa. La película evita cualquier conflicto moral y se sumerge en una especie de SOLO EN CASA gore, pero con un ritmo tan atropellado que deja a Hughes como si fuera Hawks...
Anyway. Si no les importa ver cómo una adolescente malhumorada se enfrenta, ella solita, a un grupo de sanguinarios convictos nazis, puede que le encuentren la gracia, pero yo no se la vi por ningún lado... Bueno, hay una escena con unas tijeritas...
Saludos.

jueves, 13 de agosto de 2020

El barco que siempre zarpa



THE LONG VOYAGE HOME es una película que urge reivindicar por varios motivos. Primero, porque suele ser uno de esos títulos "fordianos" que pasan desapercibidos, sin que se sepa por qué, puesto que su lectura se reinventa, vigente, a cada visionado, conformando un retrato impresionista sobre muchas más cosas de las que un siempre incompleto vistazo podría resultar. A grandes rasgos, su argumento gira en torno las vicisitudes de la tripulación de un barco, un carguero que tiene la difícil misión de transportar un cargameno de dinamita desde las Antillas hasta Europa, en plena WWII. Quedarse en eso es quedarse en nada. El portentoso guion de Dudley Nichols adaptaba cuatro obras de Eugene O'Neill, con la habilidad suficiente para trazar un rico corolario de personalidades, que asimismo son la patente de ilusiones y desencantos de un grupo de hombres unidos por una inquebrantable camaradería. El film se abre con algunas de las imágenes más sensuales filmadas por Ford, en la jornada de descanso de los marineros en las Antillas, y la llegada de un grupo de exóticas meretrices que revolucionan a la tripulación. Después, el barco zarpa, y es cuando vamos conociendo más a fondo a cada tripulante, desde el veterano Driscoll (Thomas Mitchell) al enigmático Smitty (Ian Hunter), cuyo secreto es revelado en una emotiva escena; aunque es reseñable el papel de John Wayne como un fornido sueco, de nombre Ole, que encarna a ese marinero que anhela volver a su casa, pero siempre pierde el barco. El ataque sufrido a cargo de unos cazas alemanes da paso a una parte final, en mi opinión la mejor, cuando el Glencairn llega a puerto y los marineros juran solemnemente no probar una gota de alcohol hasta que Ole, al fin, embarque hacia Suecia... Pueden imaginarse el resto.
Tengamos en cuenta que Ford rodó ese mismo año (1940) LAS UVAS DE LA IRA, por lo que es lógico que HOMBRES INTRÉPIDOS, como se la conoció aquí, no haya gozado de un alto predicamento, pero insisto, es una película mucho mejor de lo que parece.
Saludos.

miércoles, 12 de agosto de 2020

No lo intenten en casa



Hoy voy a ser breve, porque hablaré de una película muy mala. Tan mala, que sólo se entiende como "fondo de catálogo", aunque el problema es otro, y no tiene que ver con la película en sí, y sí con el dichoso catálogo. THE LAST DAYS OF AMERICAN CRIME iba a ser, dentro de la mente calenturienta de algún ejecutivo de Netflix, su propia SIN CITY; nada más lejos, porque las coincidencias empiezan y terminan en que son una adaptación de novela gráfica, punto. No he podido leer ésta, pero he visto que tiene magníficas reseñas; así las cosas ¿cómo se puede hacer un esperpento tan grande? Grande por lo que dura (¡dos horas y media!), en los que no te enteras de nada, y sólo ves a unos perdidos Edgar Ramírez y Michael Pitt con la mirada igualmente perdida, como si improvisaran. Y luego hay explosiones y disparos, puñetazos y patadas, pero si paras un segundo a reflexionar de qué va todo no hay respuesta. En serio, hacía mucho tiempo que no veía un despropósito tan flagrante, pero insisto, la peli puede ser mala y ya está, pero la reflexión cobra nueva vigencia, ya que esta "nueva" manera de consumir audiovisual (llamarlo cine roza el exabrupto) se asemeja a una papilla, sosa y refinada, satinada en su propia imbecilidad intrínseca. Y me pregunto qué fue antes ¿el catálogo o el encargo?...
Saludos.

martes, 11 de agosto de 2020

De los inconvenientes del post-horror



O como se llame, que no voy a ser yo el que empiece aquí con los adjetivos enigmáticos. El caso es que, de un tiempo a esta parte, el terror pasa por la inquietud, y el suspense por la extrañeza; o mejor dicho: como ya está todo inventado hay que reinventar. Yo las llamo "pelis raras", y su principal problema suele ser el mismo que para una comedia o un drama, y es la coherencia que ha de tomar finalmente  lo mostrado, por enrevesado que sea. THE RENTAL va por ahí, por el camino de los relatos anticlimáticos y que nos hacen preguntarnos constantemente sobre qué estamos viendo realmente, al no asomar el género hasta un momento dado, normalmente inesperado. El problema de esta película es doble, y la deja en un lugar más frío del esperado. Por un lado, si Dave Franco (sí, hermano de James y que aquí debuta como realizador) necesita otros dos guionistas para perfilar al que quizá sea el grupo de personajes más estúpido de la última década, y pretender que nos traguemos una "normalidad" que no logro ver por ninguna parte, el film empieza torcido. Luego, si no das ni una miserable pistita, por pequeña que sea, sobre cómo va a resolverse todo, lo normal es que haya un sentimiento de incomprensión ¿por qué? ¿para qué? ¿quién diablos era ése? Todo ello la hace un debut fallido, con un buen trabajo de fotografía y ambientación, pero que se queda a medio camino de casi todo, y no pasa de ser uno de esos saldos que se olvidan con rapidez, excepto, quizá, a quienes degusten este tipo de películas, pero no logro imaginarme un perfil.
Saludos.

lunes, 10 de agosto de 2020

El plato que se enfría lentamente



Otra de las sentidas pérdidas que ha tenido el mundo del cine recientemente, es el de la mítica actriz Olivia de Havilland, protagonista de algunos de los títulos más inolvidables del séptimo arte, la mayoría de los que hemos abordado en algú que otro momento. Por ejemplo, THE HEIRESS, obra maestra absoluta de William Wyler, que adaptaba una novela de Henry James (Washington Square), y en la que de Havilland está simplemente memorable, dando una lección de modulación interpretativa y pasando por encima de Montgomery Clift y Ralph Richardson. La película tiene un guion tan bien escrito (Ruth y Augustus Goetz fueron los responsables) que a veces cuesta "pensarlo" en términos puramente de género, y su apariencia de melodrama de época, poco a poco va dejando paso a otra cosa, un insólito thriller psicológico, o incluso un desencajado relato de terror gótico. Y todo ocurre en base a la mirada y gestos de su protagonista, una solterona que ya ha dejado atrás la juventud, y cuyo acaudalado padre mantiene como si fuese parte de su fortuna, recelando de cuanto supuesto pretendiente se le acerque. "Supuesto", pues entendemos que la pobre mujer no ha tenido uno solo en su vida, hasta que se cruza en su camino un joven arrebatador y de modales ineludibles, aunque con un problema fundamental, que hará que su padre se cierre aún más, hasta adoptar términos despóticos. El joven no tiene un céntimo, ni oficio conocido, y de hecho acaba de regresar de Europa, donde ha dilapidado sus últimos ahorros familiares. A partir de ahí, la película se dispara hacia terrenos sorprendentes, ambiguos, mientras intentamos dilucidar si el amor de él hacia ella, mientras la imaginamos lúbrica y ardorosa, es sincero, o la patraña que sólo el padre parece vislumbrar, y que acabaría por hacer aún más infeliz a su hija que si se quedara haciendo bordaditos en casa.
Una cumbre, compleja y rica en matices, y que habla de muchas cosas cuando parece que sólo habla de una. Hay aquí una denuncia feminista, sutil pero desgarrada, y una mirada descreída y algo desencantada hacia cierta tendencia romanticista, idealizadora de unas relaciones basadas en la mentira y la entrega ciega de una de las dos partes.
Maravillosa. Inmortal.
Saludos.

domingo, 9 de agosto de 2020

Rincón del freak #416: ... y vendrán tiempos peores...



Hace poco me enfrenté (es el término adecuado) a un artefacto tan extraño, que aún me cuesta decidir en qué términos ponerme a definirlo. Lo primero que me vino a la mente fue la Hammer, pero la mítica productora británica no merece que yo la emparente con lo que es apenas un frankenstiniano bodrio, rodado, recortado y montado sin orden y concierto. La cosa en cuestión ya se tuerce desde el título, pues al ser una coproducción entre (ojo) China, Rusia y Yanquilandia, cada cual ha escogido lo que más le convenía, incluso eso. Parece ser que se titula THE MYSTERY OF THE DRAGON SEAL, aunque también aparece como THE IRON MASK 2, seguido de JOURNEY TO CHINA... Pfff... Y de hecho tiene una predecesora, surgida en el país de Putin, que narraba las aventuras de un cartógrafo en Transilvania... Si no han entendido nada, yo tampoco, y menos tras ver a Schwarzenegger vestido como Barry Lyndon, o a Jackie Chan con melenas. Ambos son productores de esta basura, y se reservan unos papeles intrascendentes, que terminan por resultar ridículos. Todos los actores están doblados, todos los paisajes (¡todos!) están generados por una computadora anacrónica, el montaje corrió a cargo de un babuino con alzheimer, y la excusa argumental parece salida de un sketch de ese gran programa de humor que es "Sálvame". Todo el mundo se va a China porque se trafica con té...
Saludos.

sábado, 8 de agosto de 2020

Cuando todo se va a la mierda



Desgraciadamente, en este intervalo vacacional se han sucedido algunos obituarios, lo que nunca es deseable pero siempre aprovechamos para acercarnos a la figura de quien ya no estará más entre nosotros, excepto a través de su trabajo. Es el caso del cineasta británico Alan Parker, por el que siempre he tenido cierta debilidad, y al que curiosamente había vuelto a revisitar recientemente. Son muchos los títulos suyos que han aparecido por aquí, pero me acordé de uno bastante olvidado, y que supuso su primer aldabonazo en Hollywood, además de una meritoria nominación a la Palma de Oro de 1982. De hecho, podría afirmarse que SHOOT THE MOON resuena en otros tantos films que, de una forma u otra, han abordado las siempre problemáticas relaciones "post-maritales", esto es, durante y tras el divorcio. Con el último trabajo de Noah Baumbach aún fresco, son tantas las similitudes que puede llegar hasta a mosquear, aunque, gustándome tanto aquélla como ésta, prefiero pensar en un fino trabajo de pulido y puesta al día. Aquí Parker se apoya en dos estupendas interpretaciones de Diane Keaton y sobre todo Albert Finney, que siguen debatiéndose sobre si lo correcto es separarse, incluso cuando todo hace indicar que el amor ha acabado... o quizá no. Es un poco larga, teniendo en cuenta que el desarrollo del argumento se toma su tiempo, y son sólo esas dos o tres escenas repletas de intensidad las que realmente llegan a levantar al espectador, rozando en algún caso la indignación, aunque eran los ochenta y la corrección política era otra cosa. Un film no tan brillante como podría haber llegado a ser, pero sí un ejemplo del dominio de los tiempos que siempre caracterizó el cine de Parker, alternando secuencias calmadas con verdaderas tormentas visuales.
Le echaremos de menos, aunque se retiró demasiado joven.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!