domingo, 30 de noviembre de 2014

Rincón del freak #177: Lo soez y lo bajuno. Películas para desengancharse #y 25



Supongan que para ilustrar una explicación sobre la maternidad, un profesor use la imagen de Belén Esteban. Que para hablar de periodismo, haga lo propio con Marhuenda... O mejor, Marhuenda dando una clase magistral sobre Francisco Nicolás. Imaginemos que la Primera Cadena no existe y que el todo vale se apodera de las privadas. Que Jorge Javier se haga selfies con el Papa Francisco y a Pablo Iglesias lo termine eclipsando el verdadero gran ideólogo-teórico de este país: Risto Mejide. Y he dicho "este país", porque lo que subyace perfectamente agazapado en el rincón más recóndito de OCHO APELLIDOS VASCOS no es más que una tétrica apología de la hegemonía de la homogeneización ideológica de un "país", España. No creo que lleguemos a ver nunca unos "Ocho apellidos catalanes"... ni gallegos... ni ceutíes; por la misma razón que nos ha llevado a tapar las goteras con chicle, hasta que nos han reventado las tuberías. Y que conste que yo soy el primero que demando el siempre difícil arte de la comedia, por encima de falsas circunspecciones que están lejos de otorgar seriedad verdadera. Pero ¿para cuándo un "Louie"? ¿Es que no nos atrevemos a reírnos de lo imbéciles que somos? No, es mejor seguir haciendo el chiste del vasco, o del andaluz, o del catalán... o hasta del ceutí... Y así nos va...
Saludos.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Rebelde e incomprendido



Quinta referencia del SEFF'14. Empiezo a ver FEHÉR ISTEN (WHITE GOD) como segundo plato de una intensa jornada, es decir: con el entusiasmo justo y el primer asomo de fatiga visual (saturación). El comienzo es apabullante, bellísimo y brutal al mismo tiempo; uno no sabe si sentir temor, curiosidad o estupor. Una niña avanza en bicicleta por las calles (literalmente) desiertas de Budapest; al doblar una esquina, cientos de perros aparecen y la persiguen, o eso parece, con el trasfondo de una música apocalíptica. Parece el fin del mundo. Glorioso. Excelso. Terrorífico.
Lo que sigue es una película convencional, bien escrita, bien dirigida como entretenimiento de calidad e inscrita, casi milagrosamente, en el cine de género más reconocible, teniendo en cuenta el país de donde procede, Hungría... Pero, no, no es Béla Tarr; no le busquen ni rastreen aquí, porque esto es otra cosa. WHITE GOD prescinde del elemento desestabilizador y se acoge al confortable hilado de líneas cognitivas de cualquier novela de suspense. Curiosamente, su tramo final, sensiblemente mejor que su primera parte, le hace un flaco favor al conjunto; una vez las cosas se desmandan y la peripecia de este perro (casi salido de 12 AÑOS DE ESCLAVITUD) epata con los deseosos de emociones fuertes, todo lo que hemos visto antes nos sobra de alguna manera que no puedo explicar, pero que contribuye a que su metraje se eternice innecesariamente. Una pena... a medias.
Saludos.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #24



      -"Las rosas no deben llorar al alba. Que su rocío endulce su pena y tape esas lágrimas..."


No es poco menester ver BLOW-UP y haberla disfrutado; porque ya, de haberla entendido... Sí, la del fotógrafo que conduce un Rolls Royce y trata a las modelos como mierda y se compra la hélice de un barco... ¿o es un avión?... La del fotógrafo que deja plantado a todo el mundo en plena sesión y se va a un parque a hacer fotos. La del fotógrafo que persigue a una chica y luego huye de ella... y luego se va al cine con ella y luego ve a su mujer con otro y le da igual porque en el Swinging London, justo antes de que Pink Floyd publicase su primer disco, la gente estaba así de pirada. Digo yo... Luego es justo reconocer, también, que Antonioni consigue una obra de una belleza formal excepcional; hipnótica y malsana, parece buscar un esteticismo vacuo para tirarlo todo por la borda y acercarse a un naturalismo casi pasoliniano. En el incesante, alocado, neurótico e hiperactivo devenir de este fotógrafo (un inolvidable David Hemmings) cabe todo eso, y podríamos afirmar que casi nada de ello es en realidad tan importante como para conformar un argumento real. Yo no me atrevería a hablar de que la excusa sea el descubrimiento de un cadáver en una de las fotos que le tira a la pareja espiada; ésa podría ser su obsesión a partir de ahí, pero bien parecería que, en una metáfora sin moraleja, Antonioni intenta hacer las veces de fotógrafo él mismo, apresar un instante de gloria y exaltación, como el recuerdo de un niño antes de que se desvanezca o ese momento en el que nos creímos enamorados por primera vez. Aquél fue un momento único, según los que allí lo vivieron; por tanto, no el asesinato como elemento de intriga, sino el asesinato de lo que ese fotógrafo parece necesitar constatar para que no se le vaya. La juventud, el amor, la furia, el ruido... las imágenes...
Si después de leer esto siguen sin entender una papa de la película, es mejor que no sigan intentándolo sólo porque a los caimanitas les guste tanto y la defiendan tanto. Aprovechen y desengánchense...
Saludos.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Desubicación permanente



Cuarta referencia del SEFF'14. Mucho cine austríaco este año en Sevilla, al ser éste el país invitado; y no sólo compuesto de nombres consagrados, sino también esos nuevos emergentes de los resquicios que esta cambiante Europa va descubriendo, toda vez que sus fronteras se revelan inconsistentes y licuantes. Un buen ejemplo de esto sería MACONDO, drama desidentitario sobre una familia de origen checheno en una comunidad en plena Austria. Primer largo de ficción de Sudabeh Mortezai, tras dos documentales, y loable intento de iluminar esos oscuros rincones de la Europa que nadie ve, el resultado es, simplemente, fallido. De hecho, no sé qué puede aportar la visión de una cineasta de ascendencia iraní acerca de la muy compleja problemática del pueblo checheno, quizá la más compleja tras los armenios y palestinos; por supuesto, esto que digo no es políticamente correcto, y en un mundo transglobalizado (mentira cochina, pero así nos lo hacen creer desde, por ejemplo, el FMI) cualquiera podría dar su opinión sobre cualquiera, el problema es que a un tercero esto le llegue de manera que le remueva la conciencia. Tampoco sé identificar el sentido del título, no veo al viejo "Gabo" por ninguna de las imágenes de este deprimido y deprimente colacao visual (turbo) muy "a lo Loach", poniendo a sus personajes exactamente donde deben estar para que a nadie les quepa duda de que, al fin y al cabo, son desplazados que viven en condiciones dificultosas. Eso, más que cine de ficción, es periodismo, y del chusco; y es posible que la directora tenga más pulso y tino en el terreno documental (no he visto sus otros trabajos), pero MACONDO no es, precisamente, el tipo de cine magmatectónico que el viejo continente necesita para desperezarse.
Saludos.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #23



Antes que nada, anticipo la inminente recta final de este extenso monográfico acerca de adictos y desintoxicados, no sin advertir que amenaza una segunda parte para más adelante. Pero como esa es otra historia, hablemos un poco de THE SHAWSHANK REDEMPTION, de la que necesito que se desenganchen sobre todo esas personas que apenas han visto siete películas en toda su vida, quizá porque con ésta ya cubrieron sobradamente el cupo. Ahora, el señor Frank Darabont goza de un reconocimiento merecido, y su actividad, alternando la gran y pequeña pantalla, le ha elevado a los altares del cine de género de calidad. Y es cierto que de no haber sido por el tsunami FORREST GUMP (otra que me va a faltar aquí), CADENA PERPETUA podría haber sido la gran vencedora de los oscar de hace veinte años ¿Pero cómo es esta película? Indudablemente, Hollywood puro; nada que ver, por ejemplo, con el verismo truculento de HUNGER y más emparentada con viejas joyas como BRUBAKER, de Stuart Rosenberg, con el que Darabont comparte más de un tic. No he leído el relato de Stephen King, pero la pulcritud de su desarrollo y el ingenioso mecanismo de sus muchas sorpresas me recuerda a muchas de sus (mejores) novelas. Es la historia de un banquero que es acusado por el asesinato de su díscola esposa y sentenciado a cadena perpetua en un presidio en el que no te gustaría pasar el resto de tu vida. Es la historia de sus penalidades, de la dificultad para adaptarse y ni siquiera sobrevivir al día a día; pero también es la historia encubierta de su inocencia, en la que nadie cree, y de las pequeñas (enormes) conquistas que es capaz de lograr gracias a una inteligencia apoyada en la paciencia y la convicción. Pero sobre todo, lo que más emociona es una de las historias de amistad más creíbles del cine; la química entre Tim Robbins y Morgan Freeman (excepcional su composición y contención, la de los dos), recuerda a otros tiempos y otros actores, aquellos que transmitían con una mirada y no se podía apartar los ojos de la misma.
Sí, ya sé que es muy buena, y que con el paso del tiempo (cumple ya 20 añitos) no ha perdido nada de vigencia, pero no es menos cierto que desde entonces se han hecho otras cosillas... ¿o no?...
Saludos.

martes, 25 de noviembre de 2014

El rencor es ciego



Tercera referencia del SEFF'14. La película noruega BLIND llegaba precedida de una inmejorable acogida en Berlín; en mi opinión, pelín exagerada. BLIND es un batiburrillo confuso y poco exigente, que se queda en un puñado de buenas intenciones y un montón de pistas demasiado reconocibles y achacables a otros creadores más curtidos, en los que el debutante Eskil Vogt se apoya para que su intento de ensayo psicologista no caiga (como finalmente creo que ocurre) en un martirizante realismo mágico. Y todo por culpa del atenazamiento que proviene de la narración clara; en lugar de adentrarnos en el insoportable y hermético mundo de oscuridad al que queda relegada la joven escritora protagonista, justo cuando podría dar un golpe de timón importante y arriesgado, Vogt se refugia en otros dos personajes que no sabemos si son reales o inventados, aunque lo peor es que nos da igual dicha circunstancia. Uno es un adicto al sexo (a la pornografía, más bien) que deambula en soledad y suspira por poder encontrar al amor de su vida; la otra es una mujer divorciada, madre de una niña y cuyos problemas de memoria están a punto de derrumbar su ya de por sí precario devenir... ¿Perdedores en Noruega? Sí, por qué no; al fin y al cabo esto no es esa bazofia de "Españoles por el mundo", pero ya que estábamos, y con lo bien planteada que está la premisa argumental de la ciega que no se resigna a que su vida sea anormal, creo que hubiese faltado dar un pasito más hacia la insumisión narrativa. Tiempo al tiempo...
Saludos.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #22



Antes de empezar, quiero enviar un caluroso saludo a mi tocayo David, antes de que se ponga a bufar y le suba la tensión...
Dicho esto, sí, MARY POPPINS, cuya razón de existir sólo puede ser una: el advenimiento de la era psicodélica. "Échale un poco de azúcar a la medicina"... "El deshollinador que baila en los tejados"... "Los animales que me hablan"... Al principio, nuestra heroína está literalmente en las nubes, al final simplemente vuelve a ellas. Entre medias, demuestra su espíritu hippie chafando el símbolo inglés ultraconservador por antonomasia: la caza del zorro. Al final, incluso consigue que un banquero torne a antisistema pacifista y alucinado... y más de cien años antes de la aparición de Podemos... Sea como sea, la verdad es que MARY POPPINS es una película rara de cojones, para mí en absoluto es mala, pero dudo mucho que el público infantil la logre entender de la manera en que yo creo que la Disney pudo interpretar la obra original de la escritora australiana P. L. Travers; y digo "pudo" porque la blancura con la que se va desarrollando este canto al "paso de tó" es más una crítica a las absurdas neurosis de los adultos que una innovadora forma de educar a niños rebeldes. Por ello, MARY POPPINS, a cincuenta años vista, es un espectáculo que no ha pasado de moda, al contrario, hace envejecer a producciones similares más recientes. La razón por la que les pido que se desenganchen de ella es otra, ni más ni menos que el terror que me produce pensar en los tiempos muertos de esa niñera... ¿Qué diablos hace Mary Poppins en su tiempo libre? ¿De qué conocía a ese deshollinador? ¿Por qué pintaba el deshollinador en el suelo, como un perroflauta cualquiera? ¿Por qué no le decían que no se puede pintar en el suelo? ¿Es bailar con pingüinos la solución a nuestros problemas fiscales?... Tan sólo piensen en ello...
Saludos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Rincón del freak #176: El señor Besugo y los payeses encantados



Es posible que Óscar Aibar no sea el mejor director de cine del mundo. Incluso es posible que no lo sea de España. De su pueblo, a lo mejor. Pero lo que sí es Óscar Aibar es un tipo arriesgado y con convicciones más allá del baboseo imperante en el inexistente modelo de producción patrio; una rara avis con mucho de esponja (por lo de impregnarse de olores ajenos) y de saltarse a la torera aquello de "Es que en España lo que interesa es esto y aquéllo". Vale, parece decir Aibar, hasta el gorro ya de peliculillas inanes sobre la Guera Civil ¿no?, pues ahí va eso: Un payés del Bajo Aragón ve asediada su propiedad por los rojos, así que se esconde en el bosque, dejando en la masía a su mujer; sin embargo, desesperado, se acuerda del secreto que le enseñó su padre siendo niño, que no es otra cosa que acercarse a un extraño grupo de árboles en la noche de San Lorenzo y esperar a que aparezca una luz verde que le llevará a... Sí, amigos... ¡Otra dimensión! Así que repito: hay que tener unos huevos como sandías para hacer una película de género con el trasfondo de la Guerra Civil, y encima en Teruel... y encima en catalán... y encima con efectos especiales ¿Que si EL BOSC es un peliculón? Pues no, es un pasarratos la mar de entretenido, con un montón de defectos e imperfecciones, pero es cine de, por y para cinéfilos que no se conforman con la misma pasta orgánica de siempre. Y lo mejor: ¡Está hecha aquí!...
Saludos.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #21



Mucho me temo que este dispar y alucinado monográfico, repleto de sustancias de procedencia y finalidad dudosas, no habría estado completo sin un guiño a los hermanos Coen. Ahora bien ¿de qué película suya me parece que habría que desengancharse? Dejando aparte su calidad, y sobre todo su influencia en una gran cantidad de directores y guionistas posteriores (y haría hincapié en el sorprendente y celebrado auge de la ficción televisiva), no me cabe la menor duda de que ese título debe ser THE BIG LEBOWSKI. Ahora conocemos con pelos y señales la trayectoria de los Coen, hemos asistido a su consolidación y también a una última etapa (reciente) en la que parecen querer escapar a cualquier tipo de encasillamiento, eliminando tics y jugándose incluso la fidelidad de su legión de seguidores, pero en 1998 la sensación era de que casi todo había quedado dicho en FARGO. No sólo no fue así, sino que ...LEBOWSKI fue abrazada, si no como su mejor trabajo, como un necesario punto y aparte; un dilema que resolvieron con la exageración en sus puntos más jocosos, una trama que fluctuaba entre lo delirante y lo directamente alucinógeno y los que posiblemente sean sus personajes más emblemáticos, puede que no los mejores, pero sí los que con más fuerza se han quedado en nuestro imaginario. Y por encima de todo ello, Lebowski, "El Nota"; mezcla imposible entre Homer Simpson, Charles Bukowski, Jeeter Lester y algún coleguilla de la magnífica "Regular show". A estas alturas no nos choca ver a actores de prestigio embarcados en proyectos que en otros tiempos se ponían en manos inexpertas; ahora son legión los que quieren ser como Jeff Bridges, pero ser Jeff Bridges, componer un personaje cuya comicidad está implícita en su circunstancia personal de vago, pasota y enemigo de los líos, es una tarea más complicada de lo que parece. "El Nota" es la fuerza gravitatoria alrededor de la que salpicar esta sinfonía del absurdo con los satélites, unos secundarios igualmente brillantes e insólitos ¿Por qué, por tanto, desengancharse de THE BIG LEBOWSKI ahora que es un facsímil contemporáneo? La respuesta la tienen los Coen, ellos supieron hacerlo cuando aún estaban a tiempo.
Saludos.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Un tono de voz agradable



Segunda referencia en el SEFF. La acepción anuncia un modo de hablar enamorado, cantarín, la forma en la que uno no se siente intimidado ni rechazado en la toma de contacto con alguien a quien acaba de conocer, y tan sólo por lo que su timbre de voz es capaz de transmitirle. LILTING es el vocablo, y el título; y además de situarse en las antípodas de la ganadora del año pasado a la hora de abordar una relación homosexual (ternura vs. pornografía), de alguna manera logra poner en imágenes un cierto estado de ánimo que transita de la tristeza por la pérdida inesperada del ser querido al gozo en su recuerdo. Positivista, sí, pero no es menos cierto que es mucho más dificultoso hablar de las emociones y los sentimientos desde un punto de vista no desapasionado ni frío, sino mullido y cauteloso. Peca, eso sí, el primerizo Hong Khaou de un "exceso de democracia", que no le permite centrarse en ningún momento en lo mejor, con mucha diferencia, del film: las interpretaciones de la entrañable Pei-Pei Cheng, pero sobre todo de un extraordinario Ben Whishaw, un actor capaz de transformar el concepto "anticlimático" en una virtud que le da ese aire de "estar ahí desde siempre", y sin aspavientos. LILTING es un film tibio, eso también es verdad, y se deja ver sin mayores sobresaltos, pero es de celebrar que de vez en cuando podamos disfrutar una cierta rebaja de intensidad en un mundo (también el del cine) crispado y tan dado al color chillón; aquí hay mucho pastel, del que se corta, pero también del que relaja la pupila.
Saludos.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #20



Una cosa estaba clara: que si no hubiese tenido esta coartada quizá (y tan sólo quizá) nunca me hubiese puesto con TITANIC... Y a lo mejor ni la hubiese visto (es que la vi por primera vez hace un par de semanas). Virgen al matrimonio, sigo sin saber "qué" le ven; yo, apenas una historia de amor bastante tontorrona y trilladilla. Lo demás, lo de siempre: técnica; dibujo; planificación; cartoné; repollo desmayado flotando sobre el vapor sisado de un cocinero ambiguo. La obra de un ingeniero (dios me libre de menospreciar a los ingenieros, vive dios) más que de un artista. Vista así, creo que TITANIC gana, porque tiene sus dos o tres momentos de humor, romance, desastre y pechos de almidón... que viste lo suyo bajo las arañas (de cristal). Luego está lo de las tres horas y pico, que no se entiende, y menos con el rollo patatero del cazatesoros al principio y al final. Y sentencio: si estás convencido de que tu largometraje va a ser largo de verdad, lo menos es tener el don de la narración, y en eso Cameron es jodidamente torpe, tiene saltos argumentales más dolosos que un condón de pana, y ni siquiera es consciente de que el flequillo de Leonardo DiCaprio y el estupor constante de Kate Winslet no pueden taparlo todo. A esas alturas, justo cuando el desastroso Billy Zane ya empieza a recordarnos demasiado a The Phantom, viene lo del iceberg, pero yo ya estaba tan saturado, tan poco receptivo y pendiente de si Carlos Bacca llegaba a punto para la Europa League, que... que... que ya me sentía totalmente desenganchado. No concibo otra cosa por mucho 3D que nos encasqueten. Y ya...
Saludos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Casting life



Lo primero que me encuentro en el SEFF es ARTA (ARTE), última propuesta, en formato corto, del siempre prometedor Adrian Sitaru, que debutó hace unos años con la estupenda PESCUIT SPORTIV. ART (que es el nombre elegido para presentarla) es un extenso contraplano en el que vemos a una chica de espaldas frente a tres personas; una es su madre, las otras dos le hacen preguntas y la graban en video: está en un cásting. Aparentemente no parece nada del otro mundo, hasta que vamos descubriendo que la chica es menor de edad y que la supuesta intención de la entrevista es la búsqueda de una protagonista para un film que versará sobre prostitución infantil. Con la sutilidad que otorga la sola acción verbal, la valía de sus escasos veinte minutos reside en cómo el espectador va notando el cambio en las intenciones de los entrevistadores al mismo tiempo que crece la desconfianza de la madre, pero también es obvia la crítica hacia ese submundo del "niño que triunfa" y la fina línea que separa la diversión de la explotación. Más reflexiva que impactante, ART deja una pregunta en el aire (como literalmente se cierra con una pasmante imagen) más allá de si estamos ante una estafa que encubre pornografía infantil, y es la indefensión de quien tiene su destino coartado por el deseo de otros. El hecho de ser padres no nos exime de nuestra responsabilidad, al contrario, nos condena como máximos artífices.
Saludos.

martes, 18 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #19



¿Pero esto qué es?... STROMBOLI... ¡Desengancharse de STROMBOLI!... Pero ¿cómo osar?... La gran obra maestra existencial que Rossellini estampó en las narices de los críticos festivaleros, apoltronados en el contraste del flash y la alfombra roja ¿Por qué STROMBOLI? Pues por eso, porque la "otra crítica", la sesuda, la distante, la... "caimanita", la han adoptado como inamovible estandarte de sus propias limitaciones conceptuales. Sesgando un poco el discurso, queda obvio que este potentísimo film aparezca día sí y día también como apoyo coyuntural en páginas que, en lugar de buscar el descanso, azuzan gámbitos y espolean flejes, resortes más bien, sobre los que construir una identidad que al neófito le sea arcana y sinuosa, reveladora y hegemónica. Luego está la película, que necesita pocos defensores; STROMBOLI, TERRA DI DIO es un prodigio de concisión a la hora de poner en imágenes la sigilosa maldad tras las intenciones que, a fuer de ser tan buenas, terminan ahogando el ego del individuo que se sabe independiente. Por otra parte, la historia es tan sencilla que duele reconocer que no estemos ante la típica "romancina" con buenos y villanos, o en este caso amantes y envidiosos. Rossellini intentó por todos los medios fundir la inconfundible figura de Ingrid Bergman en el paraje menos indicado para pasear su palmito: una isla volcánica de apenas unas decenas de habitantes, a la que llega para casarse con un humilde pescador. En realidad, lo que ensaya es la huida de un campo de concentración, con la certeza de irse también de la asfixiante isla en cuanto pueda. Todo esto compondría un melodrama más o menos clásico, pero la singularidad de esta obra consiste en el constante solapamiento al que se ve sometida la ufana extranjera, autoproclamada de una clase superior (logrando un siniestro silogismo con la ideología nazi) y que acaba desesperada, sometida y humillada, hasta el punto de querer escapar por el borde del volcán aunque le cueste la vida.
Por si no se habían enterado, lo digo más claro: obra maestra absoluta... pero, entre ustedes y yo, no la vean cuarenta veces, que creerán que sus columnitas mensuales empiezan a verse como absolutos aforismos del nuevo milenio... Advertidos quedan.
Saludos.

lunes, 17 de noviembre de 2014

La pequeña muerte



Ha terminado el Festival de Sevilla, arrojando un balance final creo que más que satisfactorio, tanto en afluencia como en selección; una vez más, el punto negro lo ha puesto la caótica organización, incapaz de dar cabida a tantísimos cinéfilos y curiosos, mientras que artefactos sin la menor importancia (los que no pertenecían al Festival) se veían obligados a coexistir con los que de verdad le han demostrado a los subnormales de la Academia de Cine y del Ministerio de Cultura que el cine no sólo no ha muerto, sino que con un precio justo y una exhibición acorde con la demanda, está más vivo, fresco y candente que nunca. Son muchos los títulos relevantes que se han dado cita a lo largo de esta semana, interesantísimos los apartados (EFA, con el premio del público; Las Nuevas Olas; Resistencias; S. Screening) y el imponente repaso a la última cinematografía austríaca, afortunadamente con menos Haneke (sólo uno) del previsto y con dos puntos fuertes: las retrospectivas a Heinz Hemigholz y Martin Arnold. No pude ver TURIST, Giraldillo de Oro, pero me basta hacer una simple reflexión acerca de la ganadora del año pasado, L'INCONNU DU LAC: ambas se llevaron antes sendos premios en Cannes, y las dos en la sección "Un Certain Regard", lo que podría verse como una ventaja tanto como un inconveniente. No estoy seguro sobre si Cannes podría ser un buen "mecenas" para un festival que aspira a respirar su propio aire, pero habría que concluir que una vez más han sido las secciones paralelas las que han ganado por goleada a la Sección Oficial.
Sobre la película de Alain Guiraudie, que intencionadamente había pospuesto hasta este momento, debo destacar su extraño sentido de la sobriedad, teniendo en cuenta los dos temas principales sobre los que desarrolla una trama al mismo tiempo apasionante y sosegada. Un lago, donde en verano se dan cita hombres que buscan sexo, amistad o tan sólo mostrarse desnudos sin ser molestados. Por un lado, el lago, espacio único y sometido a los vaivenes del paso de los días, es este escenario en el que ocurren encuentros y desencuentros entre varones; por el otro, un suceso apenas vislumbrado al anochecer por el protagonista, un asesinato del que no hay duda de quién lo ha cometido. A partir de ahí, Guiraudie despliega un magistral juego de impares; el asesinato sirve a su testigo para poder alcanzar su objeto de deseo, mientras descubre el poder de la amistad sin sexo en un hombre solitario que le confiesa su amor sincero. Todo ello trufado de abundantes desnudos masculinos, que jamás se muestran impúdicos, sino llenos de naturalidad, y que sirven como ilustrativos de otra cosa, quizá la confusión de los sentimientos cuando éstos se encuentran en total libertad de ser experimentados sin la incoveniencia de agentes externos y no deseados. Una gran película, sin duda, arriesgada y con un estilo tan insólito que me temo que va a tener tan pocos adeptos como imitadores.
Saludos.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Rincón del freak #175: La fe como fuente de inspiración



Me ha pasado en varias ocasiones. Hablo de cine (poco, porque sólo se me suelta la lengua cuando he bebido). Me aconsejan. Mal hecho, porque siempre que me aconsejan lo hacen sin escucharme. No lo digo porque mi criterio sea la panacea, sino porque yo JAMÁS aconsejaría a nadie en contra de su propio criterio... Y para conocer el criterio de alguien, primero, que yo sepa, hay que escucharlo. Y si yo te hablo mal de Almodóvar no intentes arreglarlo yéndote a Guy Ritchie ¿? Primero porque no pega, y luego porque tras el "Bueno, la buscaré y a ver qué tal", subyace un deseo de primacía que nada puede hacer olvidar. Mi deseo era el siguiente: "Voy a ver REVOLVER, le voy a dar una oportunidad. A la peli y al señor que me la ha recomendado completamente contra natura"... O a lo mejor es que lo que intentaba era defender a Almodóvar poniéndome enfrente su antítesis... O quizá quería demostrarme que poseía un gusto más ecléctico que el mío...
Nevermind. REVOLVER es una puta mierda se coja por donde se coja. Es aburrida, es presuntuosa, tiene algunos de los personajes más ridículos que he visto en mi vida... y encima sale Ray Liotta tomando rayos UVA... Demasié p'al body. Un montón de gente diciendo paridas sin sentido, con música de Satie de fondo... y luego David Guetta (o su primo)... y luego Satie... ¿Por qué? Pues porque el que no tiene absolutamente nada que decir lo dice engolando la voz, a ver si es más creíble... Sí, así fue la recomendación...
Saludos.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Lo que oculta el camuflaje



El tercer ejemplo de incorrección política en el cine norteamericano, tomando como base un trasfondo bélico, es tan famoso como paradigmático, y ha suscitado tantos debates alrededor de su auténtica naturaleza que, más de cuarenta años después de su tumultuoso estreno, sigue teniendo una actualidad que no es fácil mantener intacta. Será por la inesperada aceptación de crítica y público, o por el masivo éxito de la serie de televisión (más comedida, es cierto), pero lo cierto es que M.A.S.H., más allá de su corrosiva visión del absurdo de los conflictos bélicos, creó una nueva forma de desarrollar una trama, por cruda que ésta fuese. El truco consistía en reírse de todo, pero sin omitir los detalles más escabrosos; y qué mejor marco para ello que un hospital de campaña en mitad de una guerra, la de Corea en este caso, aunque a nadie se le escapa que la intención de Robert Altman era reflejar el por entonces aún candente desastre de Vietnam. Altman fue el único que le echó un par al texto de Richard Hooker (asimismo, médico en Corea) y consiguió camelarse nada menos que a la FOX, con el pretexto de realizar una comedia que cambiase la negrísima percepción que la sociedad norteamericana tenía por entonces de su ejército. En lugar de ello, M.A.S.H. parece un exótico cruce entre cualquier comedia adolescente, con unos personajes subidos de hormonas, borrachuzos e irreverentes, y un feroz alegato en contra de la guerra. Súbitamente, y con el particular estilo de filmar de Altman, repleto de planos generales y zooms nerviosos, podemos pasar de los líos de cama de los imposibles cirujanos "Hawkeye" (Donald Sutherland) y John McIntyre (Elliot Gould), a cómo diariamente deben dar lo mejor de sí mismos para salvar vidas. Es decir: siempre se puede camuflar el horror de la guerra con una exaltación del valor, el honor y esas cosas, pero resulta más realista cuando percibimos que quienes están allí también son personas, con todos sus defectos y debilidades. Y eso es M.A.S.H., ni más ni menos; quizá no tan "cinéfila" como para llevarse la Palma de Oro de aquel año, aunque visto con calma aquel Cannes fue de los más flojos de la década, lo que no sé si es necesariamente bueno, claro...
Saludos.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #18



Este monográfico no estaría completo, ustedes saben, sin una de Almodóvar. Y ésta no les voy a recalcar que se desenganchen de ella, ya que supuso mi definitivo desenganche del director del que más desenganchado me siento. Todo loas y alabanzas ¿qué podría decir yo en contra del traje invisible del Emperador? Nada. Y no lo siento, a mí VOLVER me gusta más que la mayoría de películas del manchego, pero también me debo un minuto de coherencia a mí mismo y detecté, cuando la vi en su estreno, que era un punto de no retorno que no por intuido largo tiempo atrás iba a ser menos veraz. Si tuviese que describir esta película mediante sensaciones diría que cruza con tozudez y magnanimidad al De Sica más frondoso, al Sirk menos dulzón y a esa espita de gas abierta como herida desangrante que yo doy en llamar "nueva telecomedia ibérica"; agréguenle un patchwork de (Roy) Lichtenstein y el tejemaneje del cansino Iglesias (Alberto) y la mesa está servida. Hay un momento dolorosamente malrrollero, el del playback sacado literalmente de las mangas con lunares de Estrella Morente, y otro sublime, excepcionalmente filmado y sin que sirva de precedente, que es la marciana charla en casa de Chus Lampreave. Además, el principio, bellísimo, con ese viento Solano de fondo azotando a las "limpiadoras" de tumbas, no le hace justicia a un final tan atropellado como inverosímil, con una Carmen Maura menos Carmen Maura que nunca. En suma, una película que no me gusta cuando me la ponen como una película que me tiene que gustar por cojones, y una película que me gusta mucho más cuando la veo en soledad y sin el murmullo de ese Pepito Grillo infame y descabellado que es "la gente española que va al cine a ver cine español". Y aunque no lo crean, existen.
Saludos.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Evasión sin victoria



En un camino completamente opuesto, aunque con el mismo objetivo, la complicada adaptación que la Universal emprendió en 1972 de la celebérrima novela de Kurt Vonnegut sigue, a día de hoy, sin poner a nadie de acuerdo. Teniendo en cuenta el estatus de cuasimito de la obra literaria, es perentorio desligarla de la película, buscando los motivos y encontrando las soluciones a un dilema irresoluto. Lo primero es la discutible decisión de encargar a George Roy Hill asumir la dirección; es cierto que el director estaba en la cumbre de su carrera, pero sigo preguntándome qué diablos podría haber salido de quien a mí me parece el único capaz de extraer todo el valor de la novela. Sí, Stanley Kubrick. Y es que SLAUGHTERHOUSE-FIVE se desarrolla en un "dentro-fuera" diabólico, por no juzgar nunca a su personaje principal, Billy Pilgrim, alelado testigo mudo de la podredumbre humana, desde el terrorífico bombardeo sobre Dresde hasta su "abducción" al planeta Tralfamadore; y por no desvelarnos si lo que ocurre está sólo en la imaginación febril de Pilgrim o si en realidad la cuestión es dejar claro que todo ocurre ahora, incluso el ayer... o incluso el mañana. Demasiada pirueta para un director acostumbrado al relato clásico y organizado; todo se resiente en el film, desde su temerario reparto (aunque el cetrino Michael Sacks nos pase como todos habíamos imaginado a Pilgrim) a su confuso montaje, porque si se quiere recrear un salto temporal no estaría de más tener algún indicio estético sobre ello. Sin embargo, Roy Hill, que siempre fue un director con un talento especial para las emociones puras, se explaya en los episodios pertenecientes al ingreso de Pilgrim en el campo de refugiados que da nombre al film; ahí están los mejores momentos de esta irregular película, tanto en el devastador (y con el tiempo, controvertido) bombardeo, como en la camaradería surgida en el confinamiento, o el momento (sí, por qué no) más "Kubrick", en el que toda la confusión y el absurdo de la guerra queda perfectamente reflejado en uno de los atuendos militares más estupefacientes de la historia. Mención aparte merece el puntazo de dejar la banda sonora en manos del genial pianista Glenn Gould. Ahora bien, si la van a ver es mejor que lean antes el libro. Aquí, sí.
Saludos.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #17



Todo el mundo sabe que deberían haber inventado un género llamado "The horny M. D. Time", y todo el mundo lo habría entendido y a todo el mundo le hubiese parecido bien. En un momento particularmente significativo de BASIC INSTINCT (posiblemente la punta de lanza de dicho e inventado género), al detective Nick Curran le pregunta una porcelánea Jeanne Tripplehorn cómo le va con las drogas, el alcohol y... su vida sexual. Él le dice que le han salido callos desde que no la ve. A las dos semanas del estreno del film, no son pocos los críticos que, cegados por un entallado vestido blanco, no dudan en señalar este exhibicionista e impúdico film como un deslumbrante cruce entre Hitchcock y Howard Hawks... Raro, raro... Para ser moderno uno debe buscar cierto equilibrio, no enseñar sus cartas y saber de qué habla. INSTINTO BÁSICO es una película tramposa y mal construida, pero tiene un ritmo endiablado y un hambre por contar cosas que a otros títulos más "educados" les falta. Verhoeven, su cine, son así, y a mí me gusta mucho Paul Verhoeven, pero ni creo que éste sea su mejor trabajo, ni me atrevería a enclavarlo en una tradición, la del género negro, que desde Hollywood nos ha dado tantos diamantes, pulidos o en bruto. Y luego está el enganche, tanto por parte de los espectadores que la han mantenido intacta en su imaginario cinéfilo más febril a lo largo de estas dos últimas décadas, como por una incontable manada de directores con menos pulso e ingenio que el holandés, que han intentado sin ningún éxito repetir la fórmula (14 años después, incluso se rodó una infame continuación). Por ello: ¿cine de género disfrutable? Pues claro, por supuestísimo. Mas: ¿obra maestra contemporánea?... Como diría el que dobló a Eddie Murphy: "¿Está de cachondeo?"... Pues eso, que se desenganchen de ella...
Saludos.

martes, 11 de noviembre de 2014

¿Qué me pasa, Capitán?



La respuesta antibelicista en el cine norteamericano tuvo un auge destacado a principios de los años setenta, justo después del desastre que supuso la guerra de Vietnam y cuya influencia se dejó notar, sobre todo, en un grupo de intelectuales "de izquierdas", que arremetieron contra el sinsentido de la locura militar del gobierno estadounidense y la paranoia post-guerra fría. Hay algunos títulos cinematográficos de aquella época que son perfectamente representativos de ello, como CATCH-22, que adaptaba libremente el vitriólico libro de Joseph Heller y que con el tiempo se ha convertido en una verdadera película de culto. Imposible cruce entre el exceso felliniano, el absurdo burocrático de Kafka y la risa congelada del teatro de Ionesco, Mike Nichols, que por entonces gozaba de gran crédito, adelantó (esto, entiéndanlo, con reservas) casi una década el rodaje kamikaze de APOCALYPSE NOW y consiguió, como Coppola, que los Estudios nunca volvieran a mirarle con el mismo agrado. CATCH-22 es una sinfonía de ruido, polvo y neurosis, que nos planta una localización militar en algún lugar de Italia en la WWII en la que se llevan a cabo intervenciones aéreas, sin que quede muy claro contra quién ni con qué objeto concreto. El Capitán Yossarian (un joven y excepcional Alan Arkin, perfecto antihéroe escéptico) no aguanta más, y pide salir del ejército con la excusa de que está loco ¿El problema?: la norma 22, que indica que un hombre que desea irse a casa y no combatir... ¡no puede estar loco! Así, y sin solución de continuidad, el film ofrece un continuo desfile de grotescos personajes, a cuál más indeseable (terrorífico el interpretado por Jon Voight, que convierte la base en un emporio comercial) y la constante sensación de que todo no es más que una pesadilla febril o una broma pesada. Injustamente olvidada a día de hoy, me cuesta creer que se pudiese acometer un proyecto como éste hoy día, con un notable presupuesto y una mala leche en su guion tan acusada. Y dos cosas a tener en cuenta: el rutilante reparto, que contaba además con Orson Welles, Martin Balsam, Anthony Perkins, Martin Sheen o ¡Art Garfunkel!... Y la famosísima escena de la avioneta... Ah, ¿que no la conocen?... pues ya tardan en buscarla.
Saludos.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #16



FATAL ATTRACTION fue uno de esos productos tan caros a la industria hollywoodense, en los que el retrato de una personalidad extrema sirve para enmascarar la verdadera intención, que no es otra que el enaltecimiento y glorificación del matrimonio cristiano y fidedigno como única alternativa posible a la perdición de las relaciones extramaritales. Así es, y no debería extrañarnos ni un ápice sabiendo que este plomazo de muy señor mío venía avalado por uno de los directores más tramposos y mojigatos que ha dado esto del cine. Adrian Lyne, que luego insistiría en el tema con las evidentes UNA PROPOSICIÓN INDECENTE e INFIEL, traza el manual del perfecto demiurgo a través del increíble (por lo poco creíble) papel de Michael Douglas, al que da toda la libertad para caer en las redes de una, por otra parte poco atractiva, Glenn Close, que queda marcada como una zorra pirada y posesiva, mientras que el hombre es poco menos que una víctima en las garras de esta "pobre loca"... ¿He dicho "machismo" en algún momento? ¿No? Pues lo digo ahora. El caso es que la película no ha resistido ni un poco el paso del tiempo, y además de muestrario de gabardinas y "trescuartos", alicata peinados y transfigura al tiburón de oficina en plenipotenciario de los plácemes hogareños. Así, lo que algunos ven como un "ejercicio de moderno suspense hitchcockiano", en mi opinión apenas pasa de un putrefacto panfleto súper conservador y estrictamente apolillado, justo para frenar el avance de la polifonía de los sentimientos y hacernos sentir a todos un poco más repugnantemente culpables.
No la vean. Desengánchense, como es obvio.
Saludos.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Pasos en el vacío



La discusión sobre IVANOVO DETSTVO (LA INFANCIA DE IVÁN) es, paradójicamente, la misma que lleva manteniéndose desde hace décadas sobre KAPÒ (y yo añadiría, sobre todo, LA DELGADA LÍNEA ROJA). Sin extendernos demasiado, el discutible regocijo que un autor (o creador de imágenes sin más) puede encontrar revolcándose en la miseria y sufrimiento extremos de la guerra y sus terribles consecuencias. Ética y estética entre un millón de razones que a mi entender no deberían molestar si realmente existe una intencionalidad reconocible y consciente; porque no es lo mismo el artista que juega a ser autor de sus ideas y el autor que es artífice de cada uno de sus propios mecanismos. Se trata de una difícil disquisición, pero me atrevo a decir que Tarkovski no tiene mucho que ver con el conductismo iletrado de Pontecorvo ni los masajes new age de Malick; es más: todo el film debe ser considerado como una suicida mise en abyme, tan sutilmente engarzada, que es imposible discernir qué tipo de narración salta ante nuestros ojos. Apenas hemos entrado en la terrible peripecia de un niño de doce años que ha perdido "la infancia" del título, y que es una especie de leyenda en el Frente Oriental por su astucia y audacia, el mismo concepto del film da un giro inesperado y nos traslada a otra cosa, casi otro film. Por un momento, instigado y antitético, quien nos ha sido presentado como centro motor de la historia, el propio Iván, desaparece de la misma; los soldados pasan de ser observadores extrañados a nuevos elementos sobre los que empezar otros diálogos y reflexiones. Finalmente, Iván reaparece reconvertido, o quizá ya destruido, enterrado bajo el peso del horror ante el que debe sobreponerse; quizá muerto, quién sabe. Un fantasma condenado a recordar eternamente un escaso momento de felicidad junto a su madre. La dificultad de conciliar y condensar tantos y tan diversos motivos, lograr que el relato no llegue a centrifugar hacia el absurdo, es lo que hace de este film una obra extraordinaria y visionaria, tanto para la futura obra de un cineasta que apenas daba sus primeros pasos, como para la historia misma del cine.
Saludos.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #15




1: Amarás a la Paramount sobre todas las cosas.
2: No dirás "Cecil B." en vano (sobre todo en comisiones).
3: Santificarás el Vista Visión.
4: Honrarás a tu propia versión muda.
5: No matarás al protagonista.
6: No cometerás actos tan impuros como, por ejemplo, obviar la pinta de surfista de John Derek.
7: No robarás el oscar a mejor película ni en 80 días.
8: No darás falsos testimonios... ¿Verdad, Joe?
9: No consentirás pensamientos ni deseos puros, por mucho que quieras vender a Yvonne De Carlo como una inane pastorcilla.
10: No codiciarás, te digo, los oscars ajenos... ¡Copón bendito ya!...

Saludos.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Al azar...



En BALLADA O SOLDATE (LA BALADA DEL SOLDADO), se cumple exactamente la misma máxima que explicábamos hace un par de días. Aunque empleando relaciones diferentes (aquí la madre desconsolada es la que ha de esperar al hijo alistado) y el grueso de la narración esté enfocado al accidentado retorno al hogar materno, la importancia que cobra la transformación sufrida por el joven Alyosha hace que el crescendo, sin grandes aspavientos, devenga en catarsis. La primera víctima de la guerra es la inocencia, es sabido, y quizá Alyosha sea uno de los pocos inocentes que han logrado mantenerse como tales en el frente; y puede que por eso su petición no sea una condecoración tras derribar un tanque enemigo él solo, sino volver a su aldea natal para arreglarle el techo a su madre, antes de que lleguen las lluvias. Por el camino, encontrará traición y lealtad; amor y odio; entusiasmo e indiferencia. Aunque puede que la gran lección que todos aprendemos en esta excepcional película es que nadie es necesariamente bueno o malo en una situación extrema; o que los juicios son prematuros, en una dirección u otra. Tan sólo por el alarde de ritmo y concisión desplegado por Chukhrai en el catastrófico viaje de vuelta en el vagón contenedor de un tren, merece la pena acercarse a este impresionante clásico; impresionante e imprescindible... e impredecible...
Saludos.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #14



Otra película de la que hay que desengancharse antes de que sea demasiado tarde es THE HOUSE OF THE SPIRITS, adaptación del libro homónimo (aunque en español) de Isabel Allende, que en hispano (in)culto significa Isabel Más Allá, lo que podría dotar de sentido a lo de los espíritus y desencauzarlo del patético acercamiento a una obra indudablemente superior tanto en fondo como en forma (si han pensado en "Cien años de soledad", han acertado). Es terrible ver a Jeremy Irons disfrazado de Frida Kahlo; a Glenn Close de Bernarda Alba y a Meryl Streep de pirada despeinada de las narices... Es inconcebible permanecer serio cuando se mezclan los sucesos paranormales con la lucha de clases... porque en el país donde se desarrolla esta historia, Chile, eso es lo normal. Peor es escuchar al distinguido elenco intentando no parecer salidos de un cuento de D. H. Lawrence, es decir: entonando el inglés como mi prima Margarita, que es de Badolatosa, tiene 51 años y le ha dado por tomar Earl Grey... Además, me importa un carajo que le destrocen el parterre a un tipo que es el perfecto trepa hijoputa, esclavista y putero, así que esa reconciliación final, con una inenarrable Winona Ryder también intentando parecer de Santiago de toda la vida, es sencillamente enfermiza. Y para terminar, y tal y como les advertí antesdeayer, Antonio Banderas pone cara de toro, baja la cabeza levemente, mantiene la mirada (por lo que la esclera se acentúa bajo sus pupilas malagueñas), resopla al estilo megabuey y finalmente habla con su tono de "estoy cabreado, pero con dignidad".
Si aun así, insisten en verla, no se me arruguen y háganlo en versión original. Con un par.
Saludos.

martes, 4 de noviembre de 2014

La bomba en el descansillo



Yo nunca olvido. Esto no es una amenaza ni una retirada, tan sólo un acto de amistad para quienes aún mantenemos fieramente la esperanza en la escritura irreverencial y a tiempo parcial. Astronómicamente hablando, las estrellas nunca miran hacia abajo... pero deberían.
Un amigo puso sobre la mesa (y la mesa no existe, pero sí el mantel, porque es mesa puesta) tres títulos del cine soviético que, dejando pasar un prudente lapso de tiempo, se atrevió a desafiar el siempre peligroso vórtice del panfleto y exponer el desgarro de la Segunda Guerra Mundial al mismo tiempo que sentaba las bases para la construcción de un lenguaje narrativo propio, puede que con lazos irrenunciables con el neorrealismo italiano, aunque con un sentido de la lírica más acusado y un ojo fascinantemente puesto en las acechantes nuevas vanguardias europeas. Uno de ellos es LETYAT ZHURAVLI (traducido, uno de los títulos más bellos de la historia del cine: CUANDO PASAN LAS CIGÜEÑAS), donde no es hasta pasados unos buenos minutos del film que no empezamos a discernir si esto es un amour fou rivettiano, un folletín empalagoso o lo que al final resulta ser: él marcha a la guerra; ella le espera, aunque no entiende por qué se ha alistado voluntario. Ella espera; llega la guerra, las bombas, la destrucción. Llegan las muertes; ella espera. Él tenía un hermano que se ha librado del frente por ser pianista; el hermano no espera. Ella lo irá perdiendo todo, su familia, su esperanza, su dignidad y, finalmente, su identidad. Si lo que querían era experimentar qué ocurre con la normalidad cuando a alguien le da por apretar el botón rojo, vean esta obra maestra absoluta. Yo empecé a comprender gracias a ella tres o cuatro cosas del batiburrillo ruso actual.
Maravillosa.
Saludos.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #13



Lo siento, pero no sé de qué coño va PHILADELPHIA. Nos han dicho que es un "alegato" sobre el derecho a que los enfermos de SIDA no sean discriminados... Como si uno no tuviera bastante con la enfermedad. No, en serio, no es por ir de políticamente incorrecto, que también es una pose como otra cualquiera. Porque, sí, una pose; eso es lo que me parece esta tibia película, poco valiente película, engañosa y relamida película. Una película bien hecha, vale, pero que se abre con un barrido de las calles de la ciudad homónima al compás de la canción (una de las peores suyas) de Bruce Springsteen. Videoclip torticero y que nos intenta inyectar en la retina la ofuscada impresión de que, como decía aquella otra "The people have the power"... Bien, si nos conformamos con el alarde, la voltereta desopresora (como ocurre en la estupenda DALLAS BUYERS CLUB), puede que obtengamos a cambio un film de esos que los entendidos llaman "sólidos", si es que el celuloide antes, y el digital ahora, pueden serlo, claro. Pero no. Jonathan Demme se inviste de gran demiurgo (panteísta por añadidura) y nos cuela el retintín adobado, no de un carnicero, no de una mercera, no de un indigente, no de una linotipista, sino de un abogado de éxito. Sigue. El abogado es homosexual, sí, pero honrado, limpio, amante de la ópera, mejor hijo que amante y encima habla bajito y con un léxico que digo yo que será de Harvard ¿Resultado?: si nada de esto le da pena es que usted es homófobo. Ergo: si usted es homófobo, esto no le va a dar pena, la película no le va a gustar, se va a sentir culpable y mentirá como un bellaco para defenderla cada vez que le pregunten por ella.
Además es la primera de dos que pondré aquí con la "magnética presencia" de Antonio Banderas.
Están avisados. Desengánchense.
Saludos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Rincón del freak #174: De lo que podría haber sido sin una muerte estúpida



El film que nos ocupa hoy podría ser considerado como preeminente de la sección en la que se enclava; su naturaleza y circunstancia son tan particulares que ha logrado mantenerse, cuatro décadas después, como un fresco ejemplo de libertad creativa aun respetando con suma reverencia los códigos del cine clásico de terror. Comenzando por su director, Michael Reeves, que la rodó con apenas 24 años (merece la pena leer su breve e intensa biografía) y que apenas si la pudo ver estrenarse, pues murió con 26, y con un estelar y terrorífico Vincent Price encarnando un extraño tipo de villano que ha devenido en inesperado icono generacional. Lo cierto es que WITCHFINDER GENERAL es un film absolutamente precursor de ese terror tan inglés, descreído y salvaje, que la Hammer puso de moda  y luego ha traído de cabeza a hordas de seguidores que han intentado recuperar su espíritu. Si nos ponemos en situación, en tiempos de Cromwell la guerra civil y el descrédito del Rey auspiciaron el relieve de siniestros personajes que, actuando en nombre de Dios, iban a la búsqueda de brujas y hechiceros, cuando sus intenciones no eran más que robar y violar, destruyendo propiedades y dejando un rastro de terror tras ellos... Como nuestra querida Inquisición, pero itinerante. Precisamente, lo que más atrae de este film es la contundencia con la que queda retratado Matthew Hopkins, un tipo nauseabundo y rastrero, y que se cree investido con algún tipo de poder divino, cuando no es más que un simple delincuente; su hieratismo e indiferencia, incluso en mitad de las ejecuciones más horribles (marca de la casa Price, cómo no), dotan a esta película de su genuino valor, más allá de los fallos de montaje y la comprensible bisoñez de su autor. Un clásico, posiblemente involuntario, que ahora mismo sigue siendo reivindicado y rescatado por sus muchos incondicionales, y una obra que, sin ser explícitamente de terror, aún pone los pelos de punta por la crudeza de algunas imágenes, y no precisamente las más sangrientas...
Saludos.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Las antípodas de la intención



El (merecido) éxito que está obteniendo LA ISLA MÍNIMA allá por donde es proyectada, me hace encontrar casi involuntariamente resonancias en otros títulos que, con menos repercusión, han levantado acta de las imposibles conjunciones entre sociedad, entorno y crimen. Esto es notorio en JINDABYNE, film australiano que toma su nombre de una bella y famosa región, conocida sobre todo por ser el paraíso de cualquier aficionado a la pesca. El director de origen británico Ray Lawrence (LANTANA) intenta un loop demasiado complicado para manos poco expertas, y teniendo en cuenta que se trata de su tercer trabajo en ¡29 años!, esto no deja de sorprender. El argumento es apasionante, los actores cumplen su cometido y la sensación de misterio irresoluto está francamente conseguido... ¿Qué falla entonces? Vuelvo ahora al sensacional film de Alberto Rodríguez, que no hace más preguntas de las respuestas que es capaz de dar; en cambio, Lawrence parece quedarse encantado del lugar y la atmósfera que ha descubierto, y ni su prosa (torpemente poética) ni su calado social (que casi da la mano al peor Ken Loach) avanzan lo suficiente en dos horas demasiado largas para lo que son. De hecho, uno no sabe si lo que le están contando son las andanzas de un asesino en serie, las vicisitudes del pueblo aborigen frente a un racismo latente tras cada esquina o, asómbrense, un curso acelerado de pesca salvaje impartido por un Gabriel Byrne cuyo oficio, unido al de la siempre magífica Laura Linney, es lo poco rescatable de una película a la que se le adivinan más intenciones que resultados. Porque una cosa es querer transgredir el género y otra lograrlo in facto.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!