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viernes, 30 de noviembre de 2018

De teen movies conscientes



¿Se acuerdan de YOUNG SHERLOCK HOLMES? Efectivamente, aquella película que aquí conocimos como EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE, y que gozó de cierta popularidad como un "genuino producto de la factoría Amblin", lo que por entonces venía a ser todo un marchamo de calidad y entretenimiento. Que ya no se hacen películas así es algo que atestigua rotundamente este film, que no renuncia a la calidad dramática por el mero fuego de artificio, y que además supone un paso adelante en el universo creado por Conan Doyle, ya que la historia, escrita por Chris Columbus, es totalmente original, ya que el escritor británico nunca se refirió a la juventud del detective, y mucho menos elucubró un posible encuentro juvenil entre él y Watson. Y, sin embargo, es encomiable el respetuoso talante del guionista con dicho universo, por lo que el film podría ser considerado casi como una rarísima excepción de precuela tardía y ajena. Dirigía el siempre solvente Barry Levinson, que aporta rigor y profesionalidad, pero la sombra de Steven Spielberg planea por todo el metraje, especialmente en las escenas de la secta de la pirámide, que remiten directamente a aquel maravilloso "templo maldito". En definitiva, un entretenimiento de súper lujo, para toda la familia y que se ve con la inocente mirada de un chaval que de repente flipa en colores con el descubrimiento de un héroe inmortal y diferente, y eso no tiene precio. Además, viéndola se entiende un poco mejor de dónde salió todo aquello de Harry Potter... ¿a que sí?...
Saludos.

sábado, 16 de agosto de 2014

¡Qué mundo tan maravilloso!



"Si paro de hablar, me muero". Algo así podría ser el epitafio de Robin Williams, y no le faltaría razón; un bocazas, en el mejor sentido de la palabra; un tipo agarrado de su propia capacidad de improvisación, genial, descacharrante, inaguantable a veces. Williams funcionaba por acumulación, no dejaba sitio para la reflexión ni el respiro; la comedia americana, con la llegada del sonoro, era eso: Groucho destapando miserias ocultas, y luego Kaye, y luego Lewis... Y luego llegó él, e hizo lo que en otros queda ridículo ¿Un speaker que actúa? ¿Un actor que habla más que gesticula (y también gesticulaba mucho)? Un payaso, con todo el cariño de la palabra; de los pocos actores de Hollywood a los que la nariz roja les caía bien; un caso especial, aclamado por quien sólo quería pasar un buen rato viendo cine y denostado por los que creen que inventaron esto a golpe de circunspección. Williams hizo muchas películas, y me costaría quedarme con alguna, con la mejor, pero me parece que GOOD MORNING, VIETNAM le retrata estupendamente, porque ahora hay vía libre para que nuevos comediantes tengan los cojones de parodiar a la parodia de la parodia. El fallo no es él, es Levinson, tan apegado a su formato, tan incapaz de salirse del estándar; ésta podría haber sido una película infinitamente mejor, más agridulce, con más punch, porque el dúo Williams/Whitaker derrocha química y buenas vibraciones, pero hay algo que no termina de encajar en un guion que se parece sorprendentemente a lo mismo que denuncia: los tachones rojos en las emisiones de radio en la guerra de Vietnam. La censura autoimpuesta que el anárquico e incontrolable Adrian Cronauer se saltaba a la torera, no porque fuese un mal patriota, sino porque la censura, amigos, siempre es aburrida, y Robin Williams podía ser muchas cosas, pero odiaba el aburrimiento. Tiene momentos sonrojantes y otros realmente emotivos (el montaje con la canción de Louis Armstrong es simplemente inolvidable), y es cine imperfecto y es cine comercial, pero a 27 años vista le sigue sobrando mucha humanidad y vitalidad, la misma que es capaz de transmitir un tipo que a mí siempre me cayó muy simpático. Y quien no lo piense, es que es el hombre blanco que más necesita una mamada en la historia de la humanidad...
Saludos.

jueves, 19 de enero de 2012

Prodúceme



A apenas cuatro años de su estreno, una de las conclusiones (prácticamente la única) que con más persistencia sigue suscitando WHAT JUST HAPPENED? es que es casi imposible saber a dónde quiere ir a parar su guionista primero, el productor Art Linson, y su director, Barry Levinson, después. Porque en un juego metatextual (que en el plano planteamiento del film simplemente no existe, y no creo que ni se haya llegado a barajar como posibilidad) no nos queda muy claro si se trata de una (extraña) venganza del propio Linson hacia un business system hollywoodense que, suponemos, no le permitió auspiciar los proyectos que a él le hubiesen parecido más decentes. Por otra parte, y teniendo en cuenta el tono general de comedia (y la definición se me acaba de ocurrir: imaginen una comedia dirigida por Apatow con casi setenta años...), a lo mejor se trata de una broma privada, demasiado intrincada para ser entendida por nosotros, simples mortales que sólo (jeje) podemos aspirar a "pagar una entrada de cine". Aunque, finalmente y para no dedicar mucho más espacio y tiempo a lo que no lo merece, lo que con más fuerza acaba resonando tras sus eternas dos horas es algo aparentemente tan raquítico como esa vieja leyenda del lobby judío, puede que arrinconado tras varias décadas de esplendor y hasta omnipotencia en el olimpo dorado del séptimo arte. Ya saben, no me lo tengan en cuenta; una reseña diaria desde hace casi cuatro años nos llena de dobleces, la mayoría de ellas infundadas... En fin, a lo mejor es que la película es mala de narices... y punto...
.ברכות

jueves, 31 de marzo de 2011

La épica en movimiento



Ésta es la historia de Roy Hobbs, que quizá pudo ser el mejor jugador de baseball de todos los tiempos... o quizá no. Da igual, porque no lo hubiesen dejado de todas formas. El éxito a toda costa, incluso traicionando a los seres queridos, incluso vendiendo el alma al diablo del dinero, es la base sobre la que se cimienta la excelente THE NATURAL, donde Barry Levinson logró por breves momentos alcanzar ese grado de excelencia que casi siempre le ha estado vedado en una filmografía, la suya, plagada de altibajos de poca sustancia. A esto contribuye un espectacular reparto, con un Robert Redford en uno de los mejores papeles dce toda su larga carrera; un tándem femenino, perfectamente complementadas como día y noche (sí, al igual que en TWO LOVERS), formado por Glenn Close y Kim Bassinger, y unos secundarios magníficos, como Barbara Hershey, Joe Don Baker, Richard Farnsworth y hasta un incipiente Michael Madsen.
En THE NATURAL se nos cuenta con un ritmo encomiable, pausado, sabio, el descubrimiento del talento de Hobbs, desde que bateaba con su padre en el campo, lo que le llevará a ser estafado por un tipo que le llevará poco menos que de atracción de feria, y entroncando esto inteligentemente con la tardía llegada al baseball profesional. Aunque Hobbs arrastra un pasado aún más oscuro que no puede desvelar a sus jóvenes y sorprendidos nuevos compañeros; Hobbs fue extorsionado y engañado por el dueño del club, lo que terminó con un desgraciado disparo que le dejó fuera del baseball durante los que prometían ser los mejores años de su vida. En esta inesperada segunda oportunidad, aparecerán viejos fantasmas y nuevos fangos, lo que convierte a THE NATURAL en un exuberante cruce de géneros, del cine de gangsters al de proezas deportivas, pasando por el drama romántico y hasta un extraño y precioso desenlace que por momentos roza el cine fantástico y que a mí siempre me remite al mejor Spielberg. Y les advierto que, en esos instantes finales, repletos de la épica hollywoodense que tanto nos gusta, es prácticamente imposible reprimir las ganas de levantarnos y animar también nosotros a ese bateador que ha sido golpeado tanto por la vida, con la misma fuerza que ha imprimido a esa bola que va hacia arriba... arriba...
Saludos en primera base.

miércoles, 17 de febrero de 2010

El comunalismo va a llegar

Siempre hay películas de las que es más difícil extraer una descripción ajustada y conveniente, películas escurridizas, volubles y que cuesta sacar del ostracismo para intentar situarlas en el sitio que el tiempo transcurrido ha de otorgarles. En este sentido, SLEEPERS está justo en el mismo sitio que hace catorce años; catorce lejanos y pesados años, mucho más lejanos que los setenta de THE MALTESE FALCON, por ejemplo... más que nada por dar una idea de qué es moderno y qué no.
SLEEPERS marca el declive de Barry Levinson, de su incapacidad para salir de parámetros previamente dictados por mamá industria, al mismo tiempo que confirma el de Robert de Niro y deja en evidencia una máxima pocas veces respetada: que la amalgama de nombres, si no responde a un fin determinado, sólo produce desorientación y un extraño sopor dramático. Y la comparación perfecta para justificar esto es el magistral trabajo de Clint Eastwood en MYSTIC RIVER, pues su crudeza y sensibilidad a la hora de "mostrar" se torna miserabilidad y exhibicionismo en manos de Levinson; las víctimas, lejos de convencer de su precaria situación tras sufrir todo tipo de vejaciones, se erigen en poderosos ángeles vengadores que darán al espectador su ración de bloody mary hollywoodense periódico. Supongo que un director tan tibio no podía menos que arredrarse ante la terrorífica perspectiva de la venganza según Tarantino; porque lo que es fresco desprejuicio cinéfilo en uno, no es más que una rancia sucesión de catequesis estreñida en la que nos ocupa. He vuelto a ver SLEEPERS y la cosa sigue sin funcionar, y una gran pregunta sobrevuela sus más de dos horas, que se hacen como cuatro y media: ¿Tiene género SLEEPERS?
Saludozzzzzzzzzzzz...
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!