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miércoles, 29 de octubre de 2014

Películas para desengancharse #11



75 años se cumplen de una de las cumbres del séptimo arte de todos los tiempos. GONE WITH THE WIND es, al mismo tiempo, un hito, un descubrimiento, una confirmación y un misterio ¿Cómo conjugar tantos y tan diferentes elementos para terminar creando uno de los iconos más poderosos de Hollywood? Es inútil buscar respuestas concluyentes, porque, como tantos grandes relatos, éste da cuenta, ni más ni menos, de la destrucción de una forma de vida, tan orgullosa, altanera y pagada de sí misma que fue incapaz de adivinar su fatal destino. Y todo ello encarnado en una figura, la de Scarlett O'Hara, que en apenas cuatro horas de metraje (ni que eso fuera mucho) sufre un cambio tan profundo que acabará irreconocible ante nuestros ojos... aunque no necesariamente para peor. Y es que probablemente no haya un suceso histórico que revele tan a las claras la deriva de los Estados Unidos como la Guerra de Secesión; y aunque LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ pueda parecer un supermelodrama hiperromantizado, lo cierto es que su armazón es tan complejo, sustenta tantas y tan diferentes relaciones humanas, abarcando el amor, el odio, la venganza, la compasión, el olvido, la fuerza, la debilidad, el desencanto, la alegría, los árboles en negativo, los bailes estruendosos y las mucamas con mal genio... que... uffff!!, francamente, queridos, he decidido desengancharme. Primero porque calculo que han sido unos veinte años los que han pasado desde que la vi por última vez, y no creo que vuelva a pasar por esta intimidante experiencia. Y no por nada, porque los actores están fabulosos (bueno, menos Leslie Howard, que es insoportable), la química entre Vivien Leigh y Clark Gable aún se está estudiando en las universidades, y el dominio de los grandes espacios me parece insuperable. Aparte: si Max Steiner hizo lo que hizo, reverencia, mirada al suelo y nada más a añadir. Excepto, creo, que un film de proporciones tan grandes necesitaba a los más grandes, y si Victor Fleming ha sido históricamente reconocido como el director que llevó la mayor parte del peso, el tiempo ha puesto en su lugar el extraordinario trabajo de George Cukor (esos personajes femeninos...) y el innato talento para el melodrama de altos vuelos de Sam Wood. Es, definitivamente, un film que debe verse, e incluso revisitarse; uno de esos pulsos que a la industria norteamericana le gusta echar de vez en cuando para probar que su sitio en el Olimpo sigue intacto. Aquí lo consiguieron, no hay duda, pero teniendo en cuenta que me atrevo a decir que no habrá ningún melodrama jamás a su altura, pediría humildemente que no siguiesen tomándola como modelo, porque hay lugares que sólo pueden amarse una vez...
Saludos.

lunes, 12 de mayo de 2008

Y los sueños, sueños son

Hace poco dimos cuenta de una de las mejores cintas de animación de todos los tiempos. Alabamos su inagotable imaginación frente a la planicie creadora en películas de idéntico perfil y comentamos sus posibles ramificaciones en el proceloso espectro de la fantasía juvenil.
Ahora toca ir directamente al lugar común que habitan todas y cada una de las historias de este calibre.
Desnudándola de artificios, la cosa resultaría aproximadamente así: "Se nos presenta de manera más o menos banal el mundo cotidiano; seguidamente conocemos a un habitante de esta aburrida tierra; éste resulta tener una imaginación fuera de lo común; represiones, insultos, mofas, inadaptación...; ocurre un suceso extraño (este suele ser el punto crítico de la narración fantástica, si el autor sale airoso el resto irá como la seda); el protagonista se ve envuelto por dicho suceso extraño que le llevará a interactuar con otros personajes igualmente interesantes; el decorado habitual puede ser sustituido por otro (llamémosle mundo fantástico); tras innumerables peripecias, el protagonista ha de vérselas con una especie de prueba final; final feliz no sin la adecuada dosis de moralina para que ni el más susceptible se vea ofendido".
Un más o menos escueto resumen de lo que en tantas ocasiones nos ha hecho soñar, el aliño debe correr por cuenta del autor.
En 1939, la disquisición adulto-infantil es muy posible que estuviese aún verde; no es de extrañar, por tanto, que Warner hubiese ahorrado tantos remilgos para la producción de THE WIZARD OF OZ, por ejemplo que Judy Garland ya contase con 17 años para el papel de una niña, que el subtexto gay (casi 70 años después, claro) inundase las pretensiones de los personajes principales, o que se mostrara tan explícitamente la muerte aunque fuese la de ciertos malvados.
Quizá provenga de esas incongruencias (tan improbables hoy) el enorme e irrepetible encanto de esta oda a la diferencia, al derecho a ser uno mismo, a la falsedad de las utopías fáciles.
Donde termina el camino de baldosas amarillas, empieza la aventura de la libertad.
Mágicos saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!