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viernes, 16 de febrero de 2024

¿Sueñan los perros con amigos eléctricos?


 

Con admirable sencillez, sin estridencias ni falsos trucos narrativos, Pablo Berger nos lleva de la mano a ese lugar al que queremos ir, y que es tan escurridizo. ROBOT DREAMS mira a los ojos al cine mudo sin que ello se vea afectado o impostado. Su sencillez es necesaria, imprescindible para entender dónde nos quiere llevar, que no es otro sitio que un campo de sentimientos donde se sufre, se ama y se entiende qué tenemos todos por dentro cuando ya no quedan máscaras. Es una hermosísima película, doliente y fugaz, eterna en su celebración de la vida en su expresión más primigenia. No nos equivoquemos, no hay falsa modestia ni exaltación de la pobreza de medios; es, insisto, sencillez al servicio de una narración cristalina, pero hiriente cuando ha de hacerlo. Berger deslumbró en Sitges, y ahora le toca el más difícil todavía en los oscar, donde creo que es la propuesta más original y rompedora en animación. Por explicitarlo sin desvelar absolutamente nada, porque hay que verla con la misma virginidad con que se nos entrega: mezclemos sin miedo al mejor Miyazaki y el mejor Pixar y añadan un soplo de Chaplin...
Preciosa.
Saludos.

lunes, 25 de febrero de 2013

Curb your enthusiasm, babe



Y ya por fin, porque tocaba, y también un poco porque a lo tonto los dichosos oscar se nos han echado encima, vayamos con la ganadora del Goya a mejor película. Me refiero, como todos ustedes saben, a BLANCANIEVES, segundo largometraje de Pablo Berger, raro de entre los raros en el panorama cinematográfico español, y no precisamente porque su cine sea necesariamente extravagante, sino porque ha conseguido obtener cierto reconocimiento filmando dos películas con casi diez años de diferencia entre ellas y con un notable precedente en un cortometraje nada menos que quince años antes... Pero analicemos con calma y texto.
De BLANCANIEVES me gusta, muchísimo, su partitura, y creo que Alfonso de Vilallonga sostiene el tempo (irregular y siempre a punto de caerse) con un inteligente tratamiento de la "españolidad" bien entendida. No me gusta, en cambio, la dificultad de Berger para evitar lugares comunes, tales como una floja previsión dramática teniendo en cuenta que este "cuento" nos lo sabemos todos pero que muy bien. Me gusta el sentido del humor, pero no me gustan algunos chistes facilones, como el tema del gallo Pepe... Me gusta la exquisitez de los decorados (casi todos localizaciones reales), pero no me gusta (y lo siento) la fotografía de Kiko de la Rica, irregular y a duras penas a la altura que merece un Blanco y Negro que, por sí mismo, no es que me disguste, lo que me tira para atrás es el condicionante de que esto lleve a la mudez, y si es al revés tanto da. Ya lo dije de THE ARTIST (que por cierto me parece mucho peor que BLANCANIEVES): una cosa es hacer cine mudo porque en aquellos tiempos aún no se podía hacer otra cosa, otra omitir el sonido intencionadamente y otra muy distinta es filmar como si estuviésemos en 1920... y como no estamos en 1920... En fin, me gustaron las escenas en la plaza de toros, pero no las de toreo, a las que les faltó un poco más de mordiente y pasión. Me gustaron los enanitos... aunque fueran seis, pero no me gustó Maribel Verdú, aunque tenga auténtica planta de madrastra de cuento... Tampoco me gustó Macarena García, a la que le hace falta algo más que sonreír para convencernos de que alguien ha dicho gratuitamente la palabra "expresionismo"... Sin embargo, curiosamente en una película que cualquiera presumiría femineizada, el triunvirato Giménez Cacho-Ponce-Pou (y sobre todo este último) logra intensas cotas de expresionismo bien entendido y, evidentemente, adaptado a su momento fechado. Por todo esto, moderemos el jolgorio, tengamos en cuenta que el cine español sigue sin interesar especialmente fuera de nuestras fronteras y tampoco creo que esta pequeña rareza llamada BLANCANIEVES vaya a cambiar nada ni siente precedente alguno; si acaso, y pecando yo ahora de un poco de ombliguismo, signifique el consuelo de que, después de que otros lo hayan hecho, nuestro grito sea un desaforado Yes, we can!...
Saludos envenenados.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Gaticos y monetes





Existe toda una megamitomanía subterránea sin un nombre definido que comprendería gran parte de la etapa española del mal llamado "desarrollismo"; aquí, en contra de la "cualificada" opinión de los vejetes suecos, británicos y alemanes que se dejaron la juventud y los cuartos entre fiestas, playitas y solaces varios de mayor o menor índice de lagalidad, fueron muchos, la mayoría me atrevería a decir, los que no se enteraron de nada de esto. En este país, por si no se sabía, el currela siempre lo ha sido y siempre lo será; y esas vanidades de fantasía ibérica se han reservado, principalmente, para los que se hartaron de acumular el dinero que (mira tú por dónde) les habían hecho ganar la mano de obra pagada irrisoriamente y que provenía de... 1,2,3, responda otra vez.
Por aquel entonces se acuñaron términos tan apropiados como el "landismo" o la "españolada". Horrendos ejemplos de una realidad falsa, inventada, que nunca aparecerá en las crónicas cinematográficas de este país con su verdadero rostro, el de la miseria económica, pero sobre todo moral; el de la fantasmada de la libertad sexual, que a día de hoy sigue dando sus coletazos machistas, sólo hay que ver el telediario; así como el comienzo de ese monstruo impío llamado construcción. Y de esto se pueden nutrir miles de blogs, si quieren. Y digo que nada de esto saldrá jamás a la luz si no es con un azogue típicamente engañabobos, porque al único cineasta verdaderamente insobornable de aquel tiempo (y que milagrosamente llega hasta nuestros días), don Basilio Martín Patino, se le ha sometido a esa repugnante gota torturadora llamada ostracismo. Estaba claro que se prefería el catetismo cerril de Martínez Soria (Cómo se puede tirar por tierra un talento como el suyo, probado en las tablas clásicas); el machismo baboso de Landa Y López Vázquez (ídem de ídem); o las "iquinidades" del señor Ignacio F., probablemente, y junto a la inefable saga Ozores, el mayor asesino del cine español.
Spain is different. Claro que es different, un insólito paraíso de la flagelación y el masoquismo más incomprensible. Expertos como somos en tirar piedras a nuestro propio tejado, y pensando inocentemente que lo peor había pasado, encumbramos de nuevo a un tipo sin gracia ni talento, pero con un morro que se lo pisa: Santiago Segura. Incapaz del más mínimo movimiento de cinismo en su ultracasposo cine. Aunque más miedo me dan los inamovibles, como estatuas estatutarias, Martínez-Lázaro, Trueba(s), Colomo, Almodóvar, Saura y compañía. Así como los dignísimos sucesores de tal "saguita", Amenábar y sus múltiples tentáculos a la cabeza y la productora de Emilio Aragón como carcoma imparable de la libre expresión del artista independiente.
Como todo tiene una explicación, aunque casi nadie se pregunte cuál es, he aquí algunos ejemplos de por qué seguimos siendo tercermundistas (entre otras cosas) en materia de cine.
Iba a hablar de TORREMOLINOS 73, que está bastante bien y sí consigue el punto irónico que a Segura y de la Iglesia les va a faltar siempre, sobre todo porque nunca lo tuvieron. De momento, creo que Pablo Berger no ha asomado el hocico por las pantallas ¿otro caso de silenciamiento encubierto?
Saludos nada, pero que nada, nostálgicos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!