miércoles, 31 de marzo de 2010

El mono número doce

Reconozco que ha sido más la "pasión" ajena la que me ha llevado a revisar por tercera vez BRAZIL, el delirante exceso que Terry Gilliam puso en imágenes hace ya veinticinco años. La primera era demasiado joven y no me enteré de nada; mi viejo la trajo de un videoclub en formato Beta junto a NETWORK, LORD OF THE RINGS (la de Bakshi) y una porno de entonces... La segunda, ya con unos veinte años, más o menos, me quedé como un tronco en cuanto vi las nubes y el Ícaro salir de esa especie de archivador que es un edificio. Esta vez ha sido otra cosa. Más o menos me he dado cuenta del amor que Gilliam le tiene a las lentes abiertas, los tubos de goma, los enanos, las bombas sin venir a cuento y las cosas que salen del suelo a lo bestia... Gilliam es Gilliam, y ésta puede que sea su mejor película. Con cosas de JABBERWOCKY y THE MEANING OF LIFE; y adelantando lo que luego intentó refinar en THE ADVENTURES OF BARON MÜNCHAUSEN, THE FISHER KING, la reciente THE IMAGINARIUM OF DOCTOR PARNASSUS, pero sobre todo 12 MONKEYS, el ex Monty Python coge un poco de Kafka y su laberinto burocrático, entremezcla una extraña historia de amor onírica y la salpica con su habitual audacia a la hora de denunciar los desmanes de la era tecnológica, como si no debiéramos haber traspasado el medievo. Y es su mejor película porque aunque Gilliam sea un director preocupantemente ciclotímico, es en BRAZIL donde el exceso está plenamente justificado y la historia de ese gris burócrata, aplastado por el sistema, que encuentra la redención en el amor de una camionera y la amistad de un fontanero terrorista con la cara de deNiro. Hay humor, amor, acción, samuráis gigantes, operaciones estéticas, maquetas como dios manda y muchos pero que muchos tubos de plástico. Y hay algo que a Gilliam le suele faltar: alma. Porque esta historia nos avisa, sobre todo, de que no se puede escapar a la máquina, muy bien reflejado en un descorazonador y tristísimo final que los yanquis se encargaron de adulterar convenientemente (menuda alegoría) y cuyo estrambótico periplo es explicado en el documental THE BATTLE OF BRAZIL, que recomiendo ver junto con el film... Ah, y también sale un actor terriblemente desaprovechado y que atiende al nombre de Jonathan Pryce.
Saludos de Janeiro...

Outro lugar

martes, 30 de marzo de 2010

No intente ajustar su televisor...

A partir de la década de los cincuenta, los yanquis demostraron su imparable gusto por las conspiranoias de todo tipo; el caché lo ponían las historias ingeniosas, llenas de recovecos y en la que el espectador se entregaba absolutamente consciente de que lo importante era salir de manera opuesta a como se entraba en la sala.
Martin Scorsese puede permitirse el lujo de fantasear, tramposear y manipular al tan pagado de sí mismo espectador del siglo XXI, que se jacta de no sorprenderse ya por casi nada. Se lo puede permitir porque Scorsese es un viejo zorro que seguro que lo ha pasado pipa en el rodaje de SHUTTER ISLAND, puede que su única mirada (al menos altamente reconocible) al cine de suspense clásico, porque CAPE FEAR no le pertenecía en absoluto. En esta nueva entrega de su frenética e imparable actividad, Scorsese ni deslumbra ni sorprende ni defrauda ni aburre ni deja nada al azar, todo en uno. En SHUTTER ISLAND encontramos varios frentes abiertos que suman tanto como restan. Por ejemplo, la historia fluctúa desde el thriller de tintes góticos, con sus marcadas características, hasta un psicologismo del que tío Marty no siempre sale bien parado. Los actores están correctos aunque algo irregulares, incluso reconociendo que los registros son preocupantemente lineales, salvando quizá a Ben Kingsley, que nunca se muestra excesivo en un papel que lo es, o a Emily Mortimer, incomprensiblemente desaprovechada en una mínima pero terrorífica aparición. Mención aparte merecen tanto la estupenda fotografía de Robert Richardson, en la que Scorsese se recrea una y otra vez, remarcando que la isla tiene entidad propia, así como la música, el gran punto fuerte del film, que se encuentra trufado de inusuales composiciones de Ligeti, Penderecki, Cage o Richter, entre otros. Una extraña banda sonora que le acerca a los experimentos de Kubrick y que cierra este irregular film con un emocionante tema interpretado por la gran Dinah Washington.
Resumiendo, ni es de lo mejor del año ni de su autor, pero merece la pena ser vista sólo para comprobar la interesante deriva que el cine de Scorsese, lejos de estancarse, está tomando.
Saludos encerrados.

Entertain

lunes, 29 de marzo de 2010

Frikis sin dinero

Fiel a cierta obsesión que ha recorrido alguna vez que otra estas páginas virtuales, aparecen los términos "frikada", "dinero" y "necesario", no siempre en ese orden ni con el mismo sentido. Porque hay buenas películas, malas películas, películas que no tienen valor porque son cutres y otras que usan esa misma cutrez en su propio beneficio. Esto ha sido el santo y seña de la productora Troma desde hace ya treinta lejanos años, quién lo diría; un interminable catálogo de incorrección política, humor bestial, violencia sin sentido y una absoluta falta de prejuicios. En Troma se han reído de todo el mundo, de ellos los primeros, pero si somos francos no podríamos salvar demasiados títulos, y no lo digo por lo del presupuesto, que en muchos casos se ha mejorado, sino en que la "gruesa ironía" (si se me permite tal aseveración) se ha ido difuminando en una sucesión de dislates marcadamente teen, que está bien para reírte un día de resaca pero que te produce eso mismo si esperabas algo con cierta entidad. No es que el "milagro" Troma necesite de muchas explicaciones, pero sí que sigue habiendo algún que otro título no sólo rescatable, sino hasta reivindicable. Y uno de los más famosos fue SGT. KABUKIMAN N.Y.P.D., así, como suena; porque esta es la delirante historia de un policía patoso y desastrado que recibe los poderes del teatro kabuki ?????, ya saben, ese en el que los hombres se visten con un aparatoso kimono, se pintan la cara como una fachada y se mueven y hablan con extrema lentitud. El sargento Kabukiman se convierte en el improvisado justiciero que luchará contra la mafia con palillos chinos, abanicos, sushi y fragmentos de Madame Butterfly... El summum de la parodia, del gamberrismo y la incorrección política, sin demasiados remilgos en lo argumental pero con momentos antológicamente delirantes, como la inenarrable batalla en el parque o la bromita final con lo del jaguar... En fin, que sin dinero también se puede coger una cámara y ofrecer hora y media de entretenimiento sin que nadie deba rasgarse sus puritanas vestiduras. Estoy seguro de que hay no menos de un fanático que se sentirá identificado con el post de hoy; para ellos pues.
Saludos kabukiiiiiiiiiiiiiii...

Kampfbereit

domingo, 28 de marzo de 2010

En compañía de hombres

Bueno, antes de empezar vayan por delante mis disculpas por la prolongada ausencia; digamos que diversas catástrofes medioambientales son las causantes, aunque es saludable desconectar de cuando en cuando.
Ustedes habrán visto la cosa de Benicio del Toro, yo me niego de momento. En vez de ello, les hablaré de lo que fue la exitosa puesta al día (aunque 30 largos años medien ya desde entonces) del personaje del hombre lobo que popularizó la Universal 40 antes.
THE HOWLING descubrió a Joe Dante, el reverso tenebroso y juguetón de Spielberg, y demostró algo curioso por entonces: que terror y comedia podían ir de la mano sin estorbarse y sin que el conjunto acabe por chirriar. Ésta es la historia de Dee Wallace, que es la perfecta ama de casa ochentera, aunque aquí haga de presentadora de informativos, que tiene un traumático encuentro con un asesino en la escena inicial, que curiosamente es lo mejor del film, y para quitarse el estrés decide irse a una extraño complejo turístico en lo profundo del bosque, donde un grupo de personajes, a cual más extravagante, irán en plan: "Que te lo dije; que telo estoy diciendo; que aquí las lunas llenas son mu jodías; que te dan un bocaíto y luego se te llena la carita de pelos; y sale hocico; y no echas el filete a la plancha...; que tú misma con lo de las vacaciones"... Bueno, que para poder tener peli no hay más que atender a los parámetros de la imprudencia. THE HOWLING es un film correctito (una obra maestra comparándola con sus interminables y frenopáticas secuelas) con un par de cosas interesantes, como es la saludable jocosidad de algunos personajes, transitando casi por el esperpento, y sobre todo sus espectaculares efectos especiales, que dejaron a más de uno con la mandíbula tonta, aunque personalmente prefiero la aterradora transformación del magnífico film de Landis. Aquéllos fueron tiempos propicios para los licántropos, una especie de fiebre desatada que, la verdad, tampoco duró mucho; y, aunque sigue siendo un título especialmente mítico, el reto consiste en ver si la nueva vuelta de tuerca es posible.
Saludos en este terrorífico Domingo de Ramos.

Wrecking

domingo, 21 de marzo de 2010

Microcosmos

Como me he dado cuenta de que últimamente hablaba en demasía de películas que, de una manera u otra, no hacían más que exasperarme, hoy me doy (les doy) un capricho y traigo aquí una de mis películas favoritas, tal cual.
Efectivamente, me encanta DELICATESSEN casi en la misma medida que he llegado a odiar AMELIE... La cosa es así ¿qué le vamos a hacer?...
Y es que más allá de ser otro estreno resaltable (la rondan los veinte añazos), la ópera prima de Jean Pierre Jeunet y Marc Caro fue una impactante revelación, la de un cine innovador en la forma, respetuoso en el fondo y que ponía al día los preceptos de Keaton, Chaplin y compañía; cine silente en plena era del ruido, deudor del universo de Jacques Tati y con un toque expresionista y decididamente tétrico, una especie de cuento de terror, amor y humor, todo muy bien mezclado y con un sentido del ritmo absolutamente antológico. Como antológicas son algunas escenas que han pasado a la historia del cine y que forman parte del imaginario colectivo de las dos últimas décadas. Sirva para ilustrarlo el maravilloso "diálogo" musical en los tejados de ese terrible edificio, que a modo de 13 Rue del Percebe guardaba más de una sorpresa; o el desconcertante inicio, donde uno no sabe si reír u horrorizarse por lo que está viendo; por no hablar de su mejor escena, un prodigio de montaje que es capaz de ensamblar una serie de onomatopéyicas imágenes como si de viñetas en movimiento se tratara; un clásico que luego ha sido burdamente imitado, incluso por sus mismos creadores.
DELICATESSEN fue para muchos un descubrimiento a todos los niveles y la apertura de un cierto cine europeo que en nada desdeñaba ni entretenimiento ni originalidad, lástima que todo ello acabase casi tan rápido como empezó.
Deliciosos saludos.

Sr. Vermell amb nens

Gallina - Sr. Vermell amb nens from laproduktiva on Vimeo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Recuérdamelo mañana

Les juro que no pretendo perpetrar un silogismo chirriante, pero debo confesar que ETERNAL SUNSHINE OF THE SPOTLESS MIND la tenía flotando en el limbo de lo ignoto, perdida entre la ofuscación de aquella de John Malkovich y la magnífica impresión que me produjo BE KIND REWIND. El caso es que siempre he tendido a confundir y refundar los trabajos de Charlie Kaufman, entroncarlos con los de Michel Gondry o Spike Jonze; la alegre pandilla, vamos. Tenía entendido también que ésta, de la que hablaremos hoy, era la más reputada, casi como un punto de inflexión menos surrealista y más lírica... ¿Es así? A ver, porque yo, que nunca veo casualidades en esto del cine, me resisto a pensar que el pazguato de Jim Carrey, de golpe y porrazo, se convierta en un actorazo sólo por mostrarse inexpresivo. Sí, me molesta sobremanera este señor, del que no puedo desprender su condición de trade mark humano, aunque a Kate Winslet le tiñan el pelo y la pongan (precisamente) a hacer de Carrey ¿?, aunque Kaufman siempre tenga el punto de fuga hasta en los momentos más calmados (léase un simple diálogo), o aunque el elemento excéntrico, en este caso, ya roce lo tremendista. De acuerdo, el que no tiene imaginación soy yo, y el que perdió su lado infantil soy yo, pero no sabía dónde meterme con lo de la maquinita esa que te borra los recuerdos...; y la subtrama (la manía de Kaufman de embrollarlo todo, más bien) final con Tom Wilkinson, Mark Ruffalo y compañía. Y todo por la progresiva desnaturalización de una historia que es de lo más simple, que se ha contado mil veces, pero que forzosamente se nos vende como novedosa; me pasó igual con la insoportable 21 GRAMOS o la terrible EVENING... ¿Por qué esta última tendencia a comenzar con buen ritmo, con ánimo de contar cosas y acabar por meterlo todo en la batidora y mixturizarlo para que no se noten las carencias de guión? Porque, como digo, el comienzo es prometedor, pero al cabo de una hora me importa un pepino la dichosa maquinita y la histérica de la Winslet, y me pregunto cómo es posible que Jim Carrey no mueva un solo músculo facial entre tanto desbarajuste. No, no le veo la gracia, a lo mejor si me olvido de que la he visto otra vez...
Saludos para los que están ahí fuera.

A night is enough

jueves, 18 de marzo de 2010

Hilando fino

Luego de pecar de presuntuoso al despejar una lista con las películas más importantes del decenio, es inevitable experimentar la desazón de comprobar cómo no sólo nos quedaban otras mejores por ver, sino peor aún, cómo habíamos visto alguna y luego no nos hemos acordado.
Respecto a tan inquietante conclusión, debo hablar hoy de LE VOYAGE DU BALLON ROUGE, de Hou Hsiao Hsien; ese extraño y fascinante film que parece hablar de una cosa y luego cambia de meandro, para terminar por dejarnos con un palmo de narices justo cuando creíamos haber dado con el tono. Pero no hay "tono" en esta magnífica cinta, sino una amplísima paleta de colores distribuida al antojo del cineasta chino en la que es su más rotunda incursión en el panorama europeo. LE VOYAGE... muestra a Simon, un niño que vive con su madre separada (Juliette Binoche), que trabaja como peculiar narradora de cuentos terribles en un espectáculo de marionetas; ésta, para compaginar su ajetreada vida laboral, contrata a una estudiante china para que acompañe a Simon y cuide de él. El film es más un work in progress que se va desatando, deshilando, a medida que sabemos un poco más de los personajes, sobre todo por la peculiar y pacientísima narrativa de HHH, que deja que sean ellos quienes se vayan descubriendo por sus interacciones con otros personajes que de repente irrumpen en escena; casi como si hubiesen instalado una cámara y no hubiesen dicho nada. Craso error, porque la puesta en escena de HHH es minuciosa y requetemedida hasta la náusea, quizá la única forma de lograr ese aspecto desaliñado y espontáneo. Me da en la nariz, en cambio, que van a hacer falta algunos (bastantes) años para otorgarle el lugar que se merece; desde luego no como supuesto revitalizador de cierto cine francés (ya saben). Puede que su verdadero lugar aún esté por definirse o que estemos ante la apertura de una nueva corriente alterna; dato este poco menos que inquietante si tenemos en cuenta la ya larga (y reconocida) trayectoria del taiwanés.
Por cierto, las concordancias con el maravilloso mediometraje de Albert Lamorisse no pasan del caprichoso errar del elemento inflado. Cada uno que vea lo que quiera, o lo que pueda ver.
Saludos de helio.

99 luftballoons

martes, 16 de marzo de 2010

La ininteligibilidad

Debe ser a posta, impostado o peripatético, pero ¿vieron ustedes PUFFBALL?... Sí, la que hizo Nicolas Roeg hace dos o tres años; sí, el mismo que hizo la de Bowie descendiendo de las estrellas... ¿Han leído el título del post? Intentaré explicarlo de alguna manera.
Una arquitecta guapa y joven se va a vivir al campo y se construye una bonita casa rural que no tiene nada de rural pero está en el campo. Sus vecinos son las de la foto... inquietantes ¿eh? Pues resulta que la señora mayor, aparte de no tener estilista, es una bruja de esas que hay por Irlanda campando a sus anchas; la de la derecha es su hija y la de arriba no me acuerdo... La arquitecta echa un apasionado (aunque fugaz) polvete con su novio encima de una piedra de esas que dicen que son mágicas, la señora bruja coge el condón pringado sin pedir permiso y produce un brebaje mágico para dejar preñada a su hija, que no puede porque es mayor pero sí quiere... en fin... La cosa es que el yerno bebe del brebaje, la arquitecta bebe del brebaje, la cosa se embrolla y los dos se enrollan, con el fatal desenlace de que es la arquitecta la que se queda preñada, aunque no quiere porque es muy urbanita e independiente aunque se haya ido a vivir al campo...
Luego hay un tira y afloja muy rarete, con conjuros, gente que va al médico a hacerse ecografías y efectos especiales chungos estilo "Hammer". La arquitecta decide tener el bebé, pero le hace creer a su santo que el rorro será suyo... En estas que llega Donald Sutherland... Sí, sí, no me pregunten que diantres hace ahí, porque su papel se reduce a siete minutos de observaciones arquitectónicas de lo más bizarras...
Vale, luego todos se ponen de acuerdo, se dicen las verdades a la cara y terminan en un happy end que parece "El diario de Patricia Irish version".
Luego no me digan que no les advierto...
Saludofff... coff... coff...

Pretty Polly


Judy Collins - Pretty Polly - 1969
Cargado por thegirlstheyrock. - Ver los videos de música recién destacados.

lunes, 15 de marzo de 2010

Las cosas que me pasan a mí

Porque sí, porque en cuestión de cine más que comer engullo; así me pasa que de vez en cuando me trago algo realmente indigesto. En este caso, se trata del enésimo subproducto (lo de "sub" totalmente justificado) de terrorcillo zafio, incomprensible y detestable que yanquilandia no cesa de producir mientras haya mongoloides como yo que se lo traguen.
Y como siempre en estos casos, seré breve.
BABY BLUES vendría a ser la traducción de "depresión postparto" o algo así, lo que a un par de chalados les da para firmar un guión que, por no ser, no es ni malo, sino demencial. Una mujer vive en una apartada granja con sus dos hijos no mayores de doce años, su marido es camionero y casi siempre está fuera... Sigo con la apasionante sinopsis. Entre tostada y tostada, sin que ocurra nada extraño, a la buena mujer le da por coger un cuchillo de cocina y perseguir a los niños por la dichosa granja, así, por las buenas. Y sesenta minutos después, la señora y el cuchillo, y los niños escondiéndose; y también sale un vecino que fuma porros y que (evidentemente) se cargan... y el marido no llega porque tiene que hacer horas extras... En fin, que no la vean, que aprovechen y revisen la obra de don Miguel Delibes, después me lo agradecerán...
Saludos tristones.

Esto tiene que acabar

viernes, 12 de marzo de 2010

Solaz de frikis

Está claro que el bueno de Javier Fesser, antes de cargarse a Ibáñez y al Opus Dei (por ese orden), intentó ganarse un lugar en el exclusivo mundo de los creadores, los autores, los que obraron el milagro e hicieron algo de nada. Su aportación fue una curiosa película que parece ser lo que no es y termina siendo lo que no parece... E intentaré explicarlo.
EL MILAGRO DE P. TINTO parece excéntrica, pero en realidad es entrañable y costumbrista; en principio no se parece a nada que hayamos visto antes, pero entonces aparece toda la tradición del cómic humorístico-sarcástico de nuestro país, con el dios Ibáñez y el TBO a la cabeza mas los estropicios de la Warner. Esto es más un lastre que otra cosa, porque lo que empieza siendo un ingenioso galimatías guionístico, deriva en un inquietante abuso de la sustancia psicotrópica del cine: el efecto digital.
Fesser comienza tirándose a la piscina: P. Tinto es el hombre fuera de toda lógica y convención; pretende fundar una familia numerosa junto a Olivia, su mujer, que no ve tres en un burro. Para ello se van a vivir a un sitio en ninguna parte, pero los hijos no llegan, y es que la extraña pareja cree que los hijos "han de llegar", como simples pasajeros de tren. Y toda esta carga de ingenuidad y buenos modales logra sostener al film en su sorprendente primera parte, mientras nos preguntamos qué diablos va a pasar en la siguiente escena, porque el delirio es tal que nos esperamos una nave espacial tanto como una tortilla de patatas voladora o un repartidor de butano solipsista. El problema, como en casi todo el cine reciente, es que una vez está superada la maquinaria inicial ya hay pocas cosas que llamen la atención y todo el film se convierte en un inmenso slapstick ibérico al que sólo salva un genio de la interpretación que curiosamente sólo tuvo este papel protagonista en su dilatada carrera, hablo de Don Luis Ciges.
Saludos con Casera.

Spooks in space

jueves, 11 de marzo de 2010

Aviso para navegantes

Esto no es un post de cine; el cine hoy no es más que una mera excusa para teclear un rato mientras Adriana imita a Pocoyó tirándose de cabeza desde el sofá. La señora de la foto es la de aquello que nos hizo tanto daño a algunas generaciones; "Friends", sí. Seguramente ella piensa a sus cuarentaymuchos tacos que todavía no se la ha valorado como es debido, así que de vez en cuando asoma su cara de devoradora de copos de fibra por alguna peli de esas que nunca debieron salir del limbo de Estrenos TV...
Total, que ir al dvdstore un lunes a primera hora, no para devolver sino para quedarte un rato husmeando, tiene sus riesgos; el mío fue toparme con una cinta que desde su misma portada viene a decirnos que no es nada convencional... Pero déjenme que se la cuente, a ver qué tal.
La Cox (llamémosla así) va con su novio en el coche en una escena que podríamos haber sacado perfectamente de la teleserie antes mencionada, de repente le dice que quiere algo dulce, y mientras le pone ojitos de cordera degollada, prometiéndole futuros placeres con o sin salto de cama, le conmina a que pare el cacharro en un seveneleven cualquiera de esos que hay a patadas por yanquilandia. Bueno, pues resulta que la Cox escucha una especie de disparo y se acerca al seveneleven, de donde sale un maromo corriendo. Sí, eso es, se acabó el plan y todo lo demás, pobre chaval. Hasta aquí, todo podía haber sido correctito, pero Greg Harrison (así se llama el perpetrador de esto) se empeña en jodernos vivos y nos pone la misma escena una y otra vez pero desde distintos ángulos de vista. Que si ahora la cámara sigue al chaval, que si ahora es el ladrón, el dueño de la tienda... Pero aún hay más, porque la Cox va al psiquiatra y le dice que todo eso es un sueño, así que también vemos a la Cox miríadas de veces subiendo las escaleras del psiquiatra de diferentes maneras... y así sucesivamente hasta que añoramos aquel día que jugueteamos con la idea del suicidio... Un puta mierda de la peor clase, de la que tiene ínfulas de una supuesta intelectualidad pero que nunca explica nada de lo que pasa, sino que se limita a embrollarlo todo y confundamos lo complicado con lo lioso sin más.
Háganse un favor y no la alquilen nunca. Avisados están.
Saludos en Marzo.

Isabella

miércoles, 10 de marzo de 2010

Ahora que nieva tanto

Ahora que nieva tanto, me he acordado de una peli de esas que ya nadie se acuerda, con espías, miradas que matan, cadáveres misteriosos, "mascás", gorros de visón, Lee Marvin, William Hurt, Joanna (¡dios!) Pacula, Skoda grises, más miradas chungas, estrellas rojas y mucha pero que mucha nieve ¿Alguien llegó a leer algún best-seller de Martin Cruz-Smith un verano de aquellos que olían a Nivea, se jugaba al tenis con cinta en el pelo y aún existía la Mirinda? Pues si es así, bienvenidos al hiperhermético mundo interior de GORKY PARK, un thriller en toda regla, tal y como le gustaba decir a Pumares. Una de esas películas tan replegadas sobre su núcleo principal que es incapaz de cuestionarse lo más mínimo ¿que si esto es malo?, pues no lo sé; lo que sí sé es que estamos ante una película sin tonterías, que pone en pie un misterio casi indescifrable y lo adereza con una conveniente dosis de guerra fría y eso. Lo más interesante, después de una reciente revisión, ha sido comprobar cómo los parámetros de este tipo de cine se mantienen intactos; puede que hayan cambiado los lugares, los motivos del conflicto y hasta sus intereses, pero no hay tanta diferencia entre esta película y propuestas actuales como THE INTERNATIONAL o LIONS FOR LAMBS. No nos equivoquemos, Michael Apted nunca ha sido un intelectual, pero tampoco lo pretendía; mientras tanto, Redford (incuestionable deudor de este tipo de cine) sigue esforzándose por dar lecciones magistrales con libros de primaria; y qué decir de Tykwer, su discípulo más aventajado y remolón. Para una tarde aburrida de domingo, GORKY PARK es un excelente entretenimiento que no trata demasiado mal a los rusos ni demasiado bien a los yanquis... algo es algo.
Saludos... chisssss!!!!


My shit's fucked up

lunes, 8 de marzo de 2010

Perfección absoluta

Entre mis aspiraciones, se encuentran algunas realmente variopintas, vanas, escabrosas y hasta indefendibles, por ejemplo: encontrar alguien que no le guste SINGIN' IN THE RAIN y pueda contártela; es decir, alguien que la haya visto, claro. Y es que, no sé qué pasa, pero tras una nueva ceremonia de los oscar, de las películas que me acuerdo es de las que hicieron verdaderamente grande esto del cine. Más que nada porque me molesta que bazofias como NINE o MOULIN ROUGE sean consideradas como "vueltas de tuerca", cuando no son más que pretenciosos ejercicios de estilo en la cuerda floja del vacío narrativo.
Ahora bien, lo gracioso es cómo Stanley Donen recoge una historia de lo más simple y la dota de eso tan complicado que se llama magia; a día de hoy es todo un misterio. Sí, claro que los números musicales eran cosa de un tal Gene Kelly, pero seamos francos... Kelly está con Debbie Reynolds en una escena a punto de explotar de tan acaramelada ¿cómo lo resuelve un director para que sobrevuele nuestra imaginación y la deje allí para siempre? El misterio de SINGIN' IN THE RAIN, lo que hace que la veamos una y otra vez sin cansarnos, es una especie de poética del movimiento que incluye tanto a la dinámica del encuadre respecto a una simple conversación, como a la suavidad y coherencia con la que se van sucediendo tanto diálogos como coreografías. Nada es gratuito ni impostado, no vemos actores intentando convencernos de que no van a desentonar (un día hablaré de Daniel Day Lewis), sino el ejemplo de que eso de que "cualquiera puede bailar" no es más que una falacia para ahorrar costes de manera ignominiosa.
Para mí, SINGIN' IN THE RAIN es un todo, un círculo perfecto de asombrosa imaginación visual, pero qué quieren que les diga... Esa maravilla, esa escena única, mítica; ese icono eterno e inconmovible... Llueve, y Gene Kelly pasea sonriente mientras llueve torrencialmente ¿Qué cosa sino el amor puede hacer que baile frenéticamente y patee los charcos? Poner eso en imágenes es lo que comúnmente se conoce como "Obra maestra absoluta".
Saludos pasados por agua.

Campanas de Bastabales

domingo, 7 de marzo de 2010

Tiempo, gitanos y otras hierbas

Recuerdo que vi GATO NEGRO, GATO BLANCO en Madrid, si no me equivoco en los Ideal. También me acuerdo de que el día antes había agarrado una monumental melopea a base de calimochos de a litro en el savoir faire de Huertas, así que no me apetecía ni por asomo tragarme dos horas de la hiperactiva estridencia visual de Emir Kusturica. Para rematar, me clavaron mil pelas de las de 1998, así que sólo ciertos encantos feminoides lograron que aquel día aciago, de resaca y nubarrones, entrase al cine para encontrarme precisamente con lo que me temía. Efectivamente, un montón de gitanos con sus cabras y sus carros, y sus trompetas y corriendo de aquí para allá porque es imposible que estén quietos ni un segundo. Y unos jovenzuelos se casan, pero hay unos gangsters al estilo gitano que no quieren y unos banquetes al aire libre de aquí te espero. Y todo el mundo persigue a todo el mundo, y si hay un par de dientes de oro pues allí que pone su cámara el bueno de Kusturica. Y al final no te has enterado de nada, pero como todo el mundo aplaude el slapstick pues tú no quieres ser menos y hasta parece que la resaca ya no es tanta, pero no es más que una ilusión, porque sales a la calle rodeado de sonrientes domingueros de sala y enfrente sólo hay un "seveneleven" comandado por un par de chavales que llevan una camiseta de Mercromina y otra de Clesa. Dicho cúmulo de sensaciones se te agarra cruelmente a la garganta como un gancho y por un momento crees haber asistido a un verdadero acontecimiento cinéfilo. Justo hasta que ves al gitano tirar de un trozo de lavabo que sobresale de un contenedor frente a la impertérrita mirada de un burro que tira de un carro hecho con dos somieres... y te das cuenta de que los gitanos no saben que Kusturica existe, ni falta que les hace...
Saludos B&W.

Chambre separée

sábado, 6 de marzo de 2010

80 años no son nada

El otro día estuve pensando en METROPOLIS y llegué a la misma conclusión a la que llego siempre, que no la entiendo, pero que me encanta; que me subyuga y eleva, y me hace mejor persona y más inteligente, pero que mi pequeña nuez no es capaz de penetrar en su infinitud de recovecos morfológicos a propósito de la puesta al día de la estupidez humana, esa que nadie discute.
Fritz Lang vistió su aterrador pesimismo con desfiles marciales que derivan en las momias andantes del nuevo milenio; no hay ninguna duda ni media tinta acerca de lo que se expone en imágenes: el hombre es un lobo para el hombre cuando pierde la perspectiva de sus sentimientos y considera al prójimo como un mero instrumento. Lo que no alcanzo a comprender jamás es un mero problema heurístico: ¿Cómo es posible asistir al horror, la deshumanización, el declive del hombre en pos del autómata, sin mirarnos a nosotros mismos? Nosotros, los que creemos estar fuera del alcance del holocausto totalitario, no somos más que espectadores confortables de una "película", un cuento fuera de toda mitología e inmerso en lo que algunos filósofos (probablemente Hume, sobre todo) tildaron de nueva modernidad, que no es más que el refinamiento de la barbarie, nunca su erradicación.
Así las cosas, METROPOLIS no es tanto un explosivo alegato futurista como una contundente advertencia que, recordemos, se hizo realidad en poco tiempo. Alabamos su arquitectura, su imaginación visual, sus hallazgos cinematográficos, pero nunca olvidemos lo que Lang dejó para la historia, porque ya sabemos qué pasa si olvidamos nuestros errores.
Sí, hablamos de una de las cimas del séptimo arte, una de esas contadas obras que se resisten a perder vigencia por muchos años que pasen; el cómo debamos abordar su terrible discurso es algo que le toca dirimir a cada uno con su propia conciencia. Charlar con nosotros mismos siempre nos ha dado auténtico pavor.
Saludos metropolitanos.

Lover of the bayou

viernes, 5 de marzo de 2010

Las cosas del poder

Aprovechando que el gran Clint Eastwood acaba de estrenar una película de las que a los pedantes les gusta denominar "menores", hoy les voy a hablar de un Eastwood "menor", tibio y comedido, ese Eastwood pre-MYSTIC RIVER y post-UNFORGIVEN, un Eastwood que toca grandes temas pero se olvida de que sus virtudes, las que le han colocado en el olimpo cinematográfico por derecho propio, emanan directamente de su particular intimismo, el que ha hecho grandes los títulos que todos tenemos en mente y que en otras manos no hubiesen pasado de mera anécdota.
Y ABSOLUTE POWER es un buen ejemplo de todo esto. Con una fascinante escena inicial, con una maestría inusual en lo tragicómico, adelantando grandes título que estaban por venir (GRAN TORINO, sobre todo), esta delirante historia sobre un tipo despreciable que se ve envuelto en un terrible asesinato y que es... ¡El presidente de los Estados Unidos!, patina precisamente por sus altas pretensiones que van derivando en una desgana narrativa impropia de este gran cineasta. Aquí, Eastwood interpreta a un adorable ladrón que es testigo de tan escabroso suceso, pero dicha escena (lo mejor de largo de la película) da paso a una interminable sucesión de dimes y diretes de telefilm que desembocan en un preocupante tedio. Y es curioso, porque lo mejor, en este caso, es un elenco de lujo que tampoco parece ser aprovechado. Aquí estaban Gene Hackman, Ed Harris, Laura Linney, Scott Glenn...; pero ninguno, ni siquiera el propio Eastwood, brilló en un film de impecable factura, muy cerca de Frankenheimer o Siegel, pero que pasa por ser uno de los más olvidados (creo que justamente) de la última etapa del maestro.
Poderosos saludos.

¿Por qué me llamas a estas horas?

martes, 2 de marzo de 2010

No le deis dinero a un friki (3ª parte)

Bueno, antes que nada debo aclarar que sólo los habituales del blog saben qué significa el título de esta reseña y supongo que no habrán puesto caras raras...
En fin. Pues resulta que Jack Black interpreta a un fraile mexicano... ¿? que se dedica a repartir la comida en su congregación, donde se cuida a unos huérfanos; sin embargo, lo que realmente desea Ignacio (conocido por sus amigos como Nacho) es con vertirse en luchador de lucha libre... ¿? Así que se alía con un desgarbado indigente al que apodará "Esqueleto"... ¿? y frecuentará improvisados rings callejeros de poca monta, donde cobrará por ser el dúo que mejor recibe las hostias... ¿? Poco a poco, y pese a no tener ni la más mínima condición física, Nacho Libre y Esqueleto van siendo conocidos y los huérfanos les tienen como auténticos ídolos. Nacho está enamorado de una monja y le demostrará su amor a base de mamporros, más recibidos que dados.
Y esto es NACHO LIBRE, la segunda película de un señor llamado Jared Hess, aunque yo lo conozco por "el hermano retardado de Wes Anderson"... Y, aunque me cueste pensar que haya alguien que haya disfrutado con este engendro del demonio, espero que al menos haya sido por la espléndida fotografía full color del mexicano Xavier Pérez Grobet o con la abigarrada partitura de Danny Elfman... (¿se acuerdan de Danny Elfman?). Lo demás es una tontada sin sentido ni intención que es como lo de los Zucker/Abrahams pero con mucha menos gracia. De todas formas, la cosa se ve venir de lejos desde su bizarro debut con NAPOLEON DYNAMITE (el héroe es un ninja que baila y vive en Iowa... ¿?) y su reciente y olvidable GENTLEMEN BRONCOS, que creo que no tuvo distribución en España, pero que da igual, vamos.
En definitiva, una de esas cosas raras que a las multinacionales les da por producir (en este caso es la Paramount), y no lo digo por la calidad, que es escasa y no debe sorprender, sino porque es una frikada de cuidado y no se sabe qué carajo estamos viendo. Recomendable tener a mano el mando del DVD para pulsar STOP cuando Jack Black se declara a la monja... ¿?
Saludos liberados.

Seronda

lunes, 1 de marzo de 2010

Estado puro

Empecemos bien el mes... Tiremos la casa por la ventana y hablemos de una de las películas más grandes de la historia del cine.
Es posible que THE APARTMENT sea uno de los films (y esto es francamente curioso) más densos y complicados que he tenido la oportunidad de ver; esto, si tenemos en cuentra su "tono" de comedia clásica (ojo, esto no es cierto, sino otra prueba de maestría de Wilder), la convierte en un objeto único, inclasificable e institucional (fundacional, más bien) ¿Qué les parece a ustedes contar la peripecia vital de un don nadie que se resigna a su suerte de empleado que alberga vanas ilusiones de ascender por méritos propios en su (ya entonces) alienada empresa, mientras sus superiores vilipendian su dignidad (menuda alegoría) usando su apartamento de soltero para llevarse a sus amantes? ¿Y qué les parece la hermosa historia de amor no correspondido, soterrado, entre dicho empleado y una bella pero esquiva ascensorista? ¿Y la cuadratura del círculo entre ambas situaciones y la entrada en escena del jefe de este empleado? ¿Y la terrible soledad que desprende este empleado cuando al fin puede hacer uso de su propio apartamento? ¿Y el terrorífico desenlace que tiene a un inocente bombín como inesperado detonante?... ¿Aún les sigue pareciendo THE APARTMENT una simple comedia? Yo puedo asegurar que esta obra maestra absoluta de Billy Wilder, ni es simple ni es comedia, sino un sarcástico, amargo y demoledor retrato del "nuevo hombre impotente", esclavo de sus deseos no satisfechos y vapuleado por su estatus social que, sin embargo, acepta sin rechistar. Y sólo un genio de la interpretación como Jack Lemmon podía dar vida a este don nadie que debe resultar gracioso cuando todo lo que le ocurre es francamente dramático; su oscura epopeya es la del hombre moderno, incapaz del más mínimo movimiento que provenga enteramente de su propio interior; una grotesca marioneta que celebra el año nuevo frente al televisor y prostituye su falta de carisma en una deseperada búsqueda de reconocimiento.
Hablamos de una de las más grandes películas de todos los tiempos, personalmente el techo cinematográfico de Wilder. Una de esas joyas que se pueden ver una y otra vez, porque sabemos que de nuevo se nos va a congelar la sonrisa al mismo tiempo que Lemmon se congela en un banco del parque porque no puede dormir en su propio apartamento.
Maravillosa, genial, irrepetible...
Saludos indefílicos.

The world before last

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!