sábado, 31 de agosto de 2013

El territorio interior



La premisa es simple: no se topa uno todos los días con un film como THE ADJUSTER. Con Atom Egoyan disfrutando de su máximo esplendor como creador absoluto de sus bizarras y desencajadas historias de obsesiones, adicciones y soledades, esta excepcional película fue la culminación de aquel joven canadiense de raíces armenias, que ya apuntaba alto desde su contratación como realizador a sueldo de la versión ochentera de "Alfred Hitchcock presents...". THE ADJUSTER es una obra ambiciosa, sorprendente y con dos referentes perfectamente identificables en su metamórfica estructura: el meejor David Lynch y el más inquietante David Cronenberg. Si se pudiese hacer un resumen de su intrincado argumento, diríamos que se trata de un desapasionado retrato de unas personas atrapadas en un sitio que no es ningún sitio, una urbanización fantasma a medio construir donde no vive nadie, excepto Noah, un "liquidador", un tasador de seguros cuya extrema implicación con sus clientes, personas que lo han perdido todo, le llevará a sustituir a su anodina familia por estos agradecidos individuos, que ven en él su único horizonte de esperanza. Noah tiene frecuentes encuentros sexuales con clientas, encontrando el sustitutivo a su frígida esposa, Hera, que es censora de películas pornográficas y que como buena armenia respeta a su madre, que no habla más que su lengua natal, por sobre todas las cosas. Hera le reprocha a Noah que se conforme con vivir en un sitio tan impersonal, pero éste sabe que su "otra vida", la que deriva de su profesión, depende de la anulación de su vida "real", que no le reporta ninguna satisfacción. Así, con la suavidad de un narrador preciso y delicado, Egoyan introduce en la vida de Noah a dos inclasificables personajes, una pareja de millonarios aburridos que necesitan que toda su vida sea una representación ficticia, para poder dar cabida a todas sus fantasías sexuales. Todo dará un vuelco cuando esta extraña pareja alquile la casa de Noah, haciéndose pasar por una productora de cine en busca de localizaciones.
De atmósfera extrañamente enfermiza, THE ADJUSTER es una película sin género, una especie de pesadilla psicologista mucho más púdica y retraída de lo que cabría suponer leyendo su sinopsis; un film que no ha perdido nada de su fuerza original y que colocaba, en 1991, a su director en lo más alto de los creadores independientes (valga como ilustrativa la Espiga de Oro que conquistó en Valladolid). Mi recomendación es que no debería faltar en cualquier filmoteca inquieta que se precie.
Saludos en la diana.

jueves, 29 de agosto de 2013

El origen de las cosas



Efectivamente, tanto la fabulosa película de John Carpenter como su horroroso remake/precuela o lo que sea, estaban precedidas en el tiempo por una curiosa producción de la RKO de 1951. Muy curiosa, y no sólo por su novedosa mezcla de terror claustrofóbico y ciencia-ficción, sino también porque el nombre que encabezaba el proyecto no era otro que el de Howard Hawks. Mucho se ha especulado acerca de si no fue el propio Hawks quien dirigió este film tan alejado de sus obras más famosas, mientras usó al artesano televisivo Christian Nyby como salvaguarda de su intachable reputación en Hollywood. Sea como fuese, THE THING FROM ANOTHER WORLD es una típica película de serie B de la época, con actores desconocidos, escasos recursos y una saludable querencia por ir al grano sin marear mucho la perdiz. Una serie B, eso sí, con una calidad superior a la media y unos diálogos excelentes, sin un solo asomo de endeblez formal. La historia ya se la saben, no hay apenas variaciones, excepto la que supone la gran diferencia entre este film y el de Carpenter; y es que el terror de THE THING FROM ANOTHER WORLD proviene de un crescendo tensional a medida que sus personajes se van dando cuenta de a qué están a punto de enfrentarse. No veremos nada hasta ya el final de la cinta, pero lo que se nos va narrando irá formando las terribles imágenes que en la versión de 1982 sí fueron explícitas; esto es, un alienígena sin forma y que toma la apariencia de sus víctimas como camuflaje. Como la mayoría de títulos de la época, es imposible no pensar en el símil metafórico de la guerra fría, aunque (y esto es curioso por sí mismo) compensan la carga militarista los excelentes e inusuales diálogos y la banda sonora de Dimitri Tiomkin, de gran carga dramática. Un clásico en toda regla, no tan mítico como en realidad merecería pero que se ve con una frescura que es complicado encontrar hoy día en propuestas similares y que además anticipa los trillados caminos del slasher menos físico.
Saludos árticos.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Si la cosa funciona...



A estas alturas no es que me preocupe mucho, pero es poco menos que sintomático la tendencia del cine comercial a "revisar" títulos clásicos, lo que en sí no tendría por qué ser contraproducente si la puesta al día fuese, efectivamente, medianamente novedosa; desgraciadamente, comprobamos con estupor cómo la superabundancia de efectos digitales y la hiperprofesionalización de los intangibles (por otra parte, los que daban gran parte del encanto) no suelen lograr el efecto ¿deseado?, sino que inevitablemente nos acordamos del original, y éste termina ganando la partida ¿A cuento de qué, por tanto? ¿O es que acaso hay algo más que la taquilla pura ahora que las cifras, por comparación, resultan ridículas? No tengo la respuesta, pero ésta debe encontrarse en las impuras imágenes de artefactos como el que la Universal (lo que quede de la mítica productora) anunció a bombo y platillo hace un par de temporadas como el enésimo acontecimiento. THE THING es, como su título indica, cualquier cosa menos algo original. Ni siquiera importa que se trate de una precuela (¿para qué mierdas sirven las precuelas?), porque el encanto de la obra maestra de John Carpenter residía precisamente en que no había explicaciones, ni falta que hacían. Además, los personajes están tan mal dibujados, con un peso específico tan nimio, que nos importa un comino quién sea el próximo en diñarla, ya que de ello se encarga su pésimo guion, que hace aparecer y desaparecer gente como un David Copperfield cualquiera... La película es malilla, incapaz de dar una idea por sí sola, y para colmo, en el apartado de los monstruitos (que es donde podría haber tenido algo que decir) no hay color. Carpenter contó con un equipo de efectos visuales que rondaba las cincuenta personas, lo que dio como resultado alguna de las criaturas más fascinantes del cine de horror de todos los tiempos; en cambio, este señor con un nombre que me niego a reproducir tiró de la Amalgamated Dynamics Inc., que como su propio nombre indica redujo lo que era riqueza e imaginación a un amasijo de carne digital que resulta difícil de descifrar incluso en Stand By...
¿Conclusión?: Total, completa y absolutamente innecesaria...
Saludos, alienígenas...

martes, 27 de agosto de 2013

Las máscaras del héroe #2



Imaginen que Luis Bárcenas, Mariano Rajoy, Iñaki Urdangarín y la madre que los parió a todos reciben un anónimo instándoles amablemente a que devuelvan todo el dinero que han birlado, de lo contrario sufrirán las consecuencias, sin que éstas sean especificadas, lo que dota al asunto de aún más misterio si cabe... Firmado: Judex. Imaginen que hay alguien decidido a hacer justicia, sin más; no a cortarle el gaznate a nadie, ni a ponerle una bomba debajo del coche, sino a lograr que ese desalmado reflexione acerca de sus deplorables actos y, lo que es mejor, sin usar la violencia. El JUDEX ideado por Georges Franju, que por estas fechas cumple sus bodas de oro, respetaba la esencia original del apasionante folletín de Feuillade y le añadía un grado de sofisticación rayano en el pop-art, aunque afirmar esto sería quedarnos muy en la superficie, puesto que el cine de Franju existe por y para sí mismo, y más que aglutinar tendencias las crea por su propia y absolutamente libre concepción del ritmo cinematográfico. JUDEX contiene algunas escenas memorables, como el baile de máscaras, la elaborada introducción de cada personaje y, sobre todo, el alucinante enfrentamiento final entre los secuaces de la malvada Diana Monti (inolvidable Francine Bergé) y el propio Judex (al que interpretaba Channing Pollock, ilusionista en la vida real), ayudado por Daisy (Sylva Koscina y sus curvas...). Hay quien la encuentra pretenciosa, lenta y críptica; para quien esto escribe, es uno de los films más fascinantes e inclasificables de su autor, asimismo un director de cine totalmente fuera de estereotipos y que nunca me cansaré de reivindicar y recomendar desde estas páginas. Si no lo conocían, ya tardan.
Saludos por los tejados de París.

lunes, 26 de agosto de 2013

De verdad... Jean Rouch #13



PETIT À PETIT es una película tan divertida como satírica, tan entretenida como mordaz, y equilibrar opuestos tan aparentemente alejados no es fácil, y menos con las herramientas que usaba Jean Rouch para construir sus "cuentos verdaderos". "Poco a Poco" es el nombre de una ficticia sociedad de exportaciones que Damouré, Lam e Illo, antiguos pordioseros nómadas, han construido basándose en el modelo occidental, lo que les ha hecho inmensamente ricos aunque su verdadera felicidad consiste en placeres sencillos y una vida completamente normal junto a sus vecinos. Sin embargo sienten que aún deben hacer algo, nada menos que construir en su apacible pueblo de chozas y rebaños un rascacielos como los que se ven en las postales. Así que Damouré se marchará a París y allí tomará infatigables notas acerca de los usos, costumbres y un montón de cosas más de "esos extraños seres", los parisinos. El periplo que va desde que Lam, alarmado por las "locuras" que Damouré describe en sus cartas, decide ir a rescatarlo, hasta que vuelven con dos secretarias (una blanca y otra negra), un quebequés borracho y un Bugatti de principios de siglo, es un rabioso y fresco canto a la imposibilidad de encerrar las almas libres en "edificios como latas de sardinas", así como un lacerante experimento sobre qué pasaría si los observados en un documental fuésemos nosotros y los que observaran pasmados fuesen los africanos... No se puede tener siempre la razón en todo... Brillante, emotiva y muy divertida, PETIT À PETIT es uno de los grandes títulos de Rouch.
Saluditos.

Las máscaras del héroe #1



Judex no usa armas de fuego, tan sólo se sirve de su inteligencia y su valor. Tiene multitud de amigos que le facilitan su ardua tarea de lucha contra el mal. Allá donde se haya cometido una fechoría el malvado temblará, pues Judex no tardará en hacer prevalecer la justicia. Su sentido del honor no le permite mentir, y sólo usará diversos disfraces para confundir a sus enemigos. Judex nunca falla, sus movimientos son calculados y precisos; puede que le lleve más de doce episodios desentrañar un misterio en el que cualquiera puede ser culpable y donde la multiplicidad de personalidades no hará más que complicar el caso. No teman, no huyan, no se escondan... ¡Judex les encontrará!...


domingo, 25 de agosto de 2013

Rincón del freak #119: Pollazos y pelucones en un avejentado mar de filosofía barata



Hace pocas fechas dimos cuenta en esta misma sección de una película que atendía al contradictorio título de ROMANCE X, encontrando poca sustancia en ambos extremos, puesto que ni el romance era tal ni sus escenas de sexo explícito (como suele ocurrir) incomodaban, excepto por lo mal que estaban rodadas. Igual entonces que ahora, intentamos defender el patrimonio fílmico (en su momento será con títulos concretos) de su directora, Catherine Breillat, de la que sigo sin entender cómo se decidió a dirigir semejantes fantochadas teniendo en cuenta que tiene trabajos tan estimables como el que ha estrenado recientemente con Isabelle Huppert a la cabeza del reparto. El caso es que, con cinco años de diferencia, Breillat volvió a intentar convencernos de que Rocco Siffredi es actor, aunque lo único que me quedó claro tras un peñazo llamado ANATOMIE DE L'ENFER es que su mango no mengua pero su calva sí que calvea... En fin, 77 minutos que increíblemente se hacen eternos y en los que una muchacha pequeñoburguesa, abúlica y aburrida, sostiene la teoría de que es capaz de seducir a un gay. El problema es el siguiente: Amira Casar se dedica a pagar al susodicho para que la observe desnuda y haciendo(se) cositas, pero su preocupante falta de morbo intrínseco crea más estupor que atracción, aunque lo peor es que nos tenemos que tragar que Mr. Siffredi, un tipo que se pone pinocho con un plato de acelgas, va a mantener la compostura como buen homosexual de toda la vida... y, claro, no puede...
Una vergüenza que pretende pasar por cine. He dicho.
Saludos anatómico-forenses.

sábado, 24 de agosto de 2013

Ausencias irremplazables



THE BEST YEARS OF OUR LIVES es una película que me encanta, que me zarandea casi sin quererlo y que pertenece a una rara estirpe que se aprovecha de un guion excelentemente escrito, esta vez a cargo del maestro Robert E. Sherwood (por cierto, investigado por supuesto antipatriota), para extraer sorprendentes y novedosos hallazgos de donde habitualmente no hay más que rutina y convenciones. Ya desde su inicio, Wyler, con un trabajo de concisión encomiable, presenta a los tres personajes que sin ser realmente centrales, ya que la historia avanza con varias ramificaciones, sí componen el tronco neurálgico de este manifiesto antibélico en el que las palabras sustituyen a las balas, y donde las heridas (aunque en algunos casos sean dolorosamente visibles) son tan profundas que sólo afloran a golpes de sinceridad. Son tres hombres muy distintos, de diferente extracción social, pero que se sabrán camaradas desde su primer encuentro, y prometerán encontrarse en un local conocido de uno de ellos, que se convertirá en una especie de lugar sagrado donde curar los estragos de la guerra. Fred ha sido piloto de bombarderos, ha visto morir a los hombres en aviones en llamas y cómo desaparecían poblaciones enteras debajo suyo; ahora es incapaz de mantener su modesto empleo como dependiente de unos almacenes. Al ha sido un reconocido oficial, pero las manos le tiemblan en el banco donde ostenta un cargo de prestigio mientras empieza a conceder créditos a los veteranos que a la vuelta sólo han encontrado miseria, algo que choca con la conservadora postura del banco y su director. Homer, en cambio, debería sentirse afortunado, ha obtenido multitud de medallas en la marina y le esperan su madre y su novia de toda la vida, con la que probablemente se casará; pero no se atreverá a pedírselo, porque aunque Homer es un tipo honesto, con sentido del humor y la cabeza en su sitio, sus manos son ahora dos ganchos que debe operar desde los muñones que le han quedado como secuela para toda la vida.
THE BEST YEARS OF OUR LIVES apenas habla de la guerra, sus personajes no evocan pesadas batallitas ni inútiles gorificaciones; en vez de eso, se dedican a una empresa mucho más difícil: ser normales, ser justos, retomar sus vidas y vivirlas. Al mismo tiempo, sus familiares se enfrentan al reto de no juzgar a estos hombres devastados, de darles su apoyo y entenderles, lo que ocurrirá con desigual fortuna para cada uno de ellos. El reparto, irrepetible, estaba formado por Dana Andrews, Fredric March (que ganó la estatuilla de un total de 7), Harold Russell (que efectivamente carecía de ambas manos y que también se llevó el siempre discutido galardón "condicionado"), la maravillosa Myrna Loy, Virginia Mayo y una jovencísima Theresa Wright. Y Wyler, que se llevó su premio, al igual que Sherwood, coronados todos con el de mejor película en un año en el que, por poner un ejemplo, QUÉ BELLO ES VIVIR no ganó nada y había unas peliculillas de nada... ENRIQUE V, BREVE ENCUENTRO, DUELO AL SOL, ENCADENADOS, LOS NIÑOS DEL PARAÍSO, ROMA, CIUDAD ABIERTA... Aquellos años... ¿Los mejores años?...
Saludos.


viernes, 23 de agosto de 2013

Peldaños sin rumbo



Finalmente las benditas vacaciones han supuesto un intervalo dilatado entre iguales; curiosa paradoja, pero vaya, aquí estamos y es lo que importa. Hilamos, por tanto, entre dos films de un joven director canadiense no sólo para dar a conocer su personal manera de entender el cine, sino para reivindicarle (exigirle, más bien) una mayor potencia fílmica a la hora de desarrollar unas ideas, que de tan originales terminan por decepcionar. ASCENSION, su segundo film, de 2002, es un ejemplo perfecto de cómo jamás se debe acometer una idea ambiciosa, y lo es. Se trata de una supuesta experiencia a medio camino del misticismo mesiánico, el terror atmosférico y eso que se lleva tanto ahora y que es "una peli sobre el fin del mundo". Tan a medio camino, que no llega a ninguna parte, exactamente igual que sus tres impávidas (y únicas... ¡cuidado!) protagonistas, tres mujeres ataviadas con túnicas y capuchas que llegan a una especie de fábrica abandonada para hacer una cosa rarilla, que no es otra que subir escalones en una "ascensión" que, supongo yo, metaforiza una posible subida a los cielos donde les ha de esperar eso tan pinturero que es "El Creador"... En fin, que no les como más la moral y les prevengo de que en la peli no pasa nada de nada, excepto subir escaleras durante hora y media larga, y que si a uno no le da por mirar la sinopsis ni sabemos que ha ocurrido un apocalipsis ni leches. Resumiendo: que el señor Hussain, de nuevo y exactamente igual, se ve impotente para plasmar en imágenes lo que supuestamente bulle en su "privilegiado" cerebro. Pero, oh pobres mortales... ¿qué sabremos nosotros de los designios de los iluminados?...
Saludos con síndrome post-vacacional agudizado...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!