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miércoles, 1 de mayo de 2019

Sin vivir en mí



Hay muy poco en BOY ERASED, el segundo largo dirigido por Joel Edgerton, de lo que elevaba su debut, EL REGALO, muy por encima de su premisa de cine de género. Da la sensación de que el cartel "basado en hechos reales" le pesa como una losa a este, por otra parte necesario, toque de atención sobre los fundamentalismos que se esconden tras la apariencia bondadosa de los grandes salvadores espirituales. Se nos cuenta la historia de un muchacho normal y corriente, hijo de un pastor baptista, que es internado en una especie de "escuela" para jóvenes descarriados, donde efectivamente se les someterá a un borrado de su propia identidad y orientación sexual, convenciéndolos de que ello no es más que una enfermedad que puede ser curada. Hasta ahí, las intenciones son magníficas, e incluso se podría destacar a un más que notable elenco, con el joven Lucas Hedges al frente y dos estrellas como Nicole Kidman y Russell Crowe, además del propio Edgerton reservándose el papel más ingrato. El problema está en cómo se aborda todo ello, y en cómo BOY ERASED recuerda más a un telefilm de perfil bajo que a una obra cinematográfica de entidad, con la capacidad para conmover y llevar a la profunda reflexión. Aun así, me parecería injusto pedir a Edgerton que roce la excelencia en cada trabajo. Un trabajo correcto, sólido y que también sirve para cimentar una próxima trayectoria en la dirección.
Saludos.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los recuerdos envueltos



Como su propio nombre indica, THE GIFT es un regalo, inesperado por otra parte, a cargo de un grupo de actores dirigidos por uno de ellos, y que es una sorpresa desde el punto de vista tanto formal como argumental. Digamos desde ya que el gran puntal reside en el excelente trabajo de Joel Edgerton (delante y detrás de la cámara), Rebecca Hall y un sorprendente Jason Bateman, que se despoja de muchos de sus insoportables tics y compone el personaje estrella de la función. El argumento, siendo simple y trillado, al no buscar el efectismo barato de género bordea los márgenes del cine de terror psicológico e ingresa en otra parte, que podríamos describir como "un drama de equívocos, donde nadie es quien aparenta ser". Ellos son una pareja perfecta, ideal, que se mudan a California buscando tranquilidad para que él pueda desarrollar su trabajo en una importante empresa. El único "lunar", que, aunque lo intentan, no consiguen tener un hijo. Un día se encuentran con un antiguo compañero de escuela de él... y toda su vida cambiará. Y permítanme que no desvele nada más, porque la gracia está en ir paso a paso con un guion magníficamente estructurado y que intenta ser lo más honesto posible, con sus personajes y con el espectador. El debut de Edgerton en la dirección, pese a algunos titubeos explicativos, es un triunfo del guion, de cómo éste malea a su antojo a unos personajes que dejan de serlo para aparecer como personas reales, con problemas reales y consecuencias reales. Sí, ya se ha hecho mucho de esto, de recuerdos que permanecen enterrados y afloran un día para atormentarnos, pero hacía tiempo que un cineasta prescindía del sustito, la miradita o el gestito, y ponía a los actores a hablar con coherencia, sobre todo para que al final (un final que dejará pensando a más de uno por su indefinición moral) no digamos que no estábamos avisados. No hay sangre, no hay cuchillos ni sierras mecánicas, y ni siquiera muere nadie, apenas un par de cachetazos en algún momento, pero insisto, a más de uno se le va a tambalear su convicción acerca de los buenos sentimientos...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!