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viernes, 24 de mayo de 2019

Bifrontismo



Hacía tiempo que no veía nada de Shinya Tsukamoto, mucho tiempo, para ser exactos. No me entusiasma el cine turbio, estridente y desubicado del japonés, quizá porque veo una intención que no termino de comprender, o porque veo una forma de narrar que epata y sorprende en sus primeros minutos, pero que luego se hace largo, imposible de remontar. Uno de sus títulos recientes (aunque es de 2011) fue KOTOKO, asfixiante retrato de una personalidad bipolar, una mujer incapaz de distinguir la realidad de la visión, deformada y amenazante, que constantemente le lanza su maltrecha mente. Interpretada con convicción por la cantante Cocco, a Tsukamoto le pueden sus obsesiones y resbaladeras, y no le basta con torpedear una y otra vez con primeros planos del rostro de la protagonista o mostrar cómo se lacera físicamente para mitigar el sufrimiento psíquico, sino que además (oh casualidad) resulta que sólo consigue cierto balance mediante una serie de canciones, que no es que esté mal traído, pero que en alguna escena roza lo paródico por lo alargado del tema. Una película difícil de ver, de ubicar y hasta de apreciar, pero que, fíjense, ni siquiera es de lo más bizarro de su autor. Ahora, que rueda lo que le da la gana con cuatro perras, pues también...
Saludos.

martes, 9 de junio de 2009

Películas que no entiende ni el que las hizo# 2

Y no podía faltar el elemento nipón, cuya críptica forma de ver el séptimo arte es capaz de retorcer hasta lo más cándido. Ahí está el hentai para corroborarlo.
He visto cosas mu raras, pero que mu raras, y una de las que se llevaría la palma (y no la de oro) sería este artefacto esquizoide y malsano que atiende al nombre de TETSUO, y que tiene ya sus buenos veinte años, por lo que, como no podía ser de otra forma, ha pasado a engrosar esa lista capitalina de films "de culto"; templo casi inviolable de ratitas de cineclub y mosca cojonera que va a contracorriente de todo lo que sea normal, aunque un día habrá que definir qué es normal y qué no, pero esa es otra historia. La que nos ocupa hoy la voy a contar tal es, igual que ayer, a ver si alguien me ilumina...
Y eso que el principio no pinta tan mal. Un tipo se pasea por un desguace (no esperen justificaciones, que todo pasa por la cara), recoge un tornillo enorme, se raja el muslo de arriba abajo y se lo introduce en primer plano... Vale, lo normal. Al cabo de un tiempo, el estropicio está infectado y lleno de gusanos y el tipo se asusta y sale corriendo... ¿Pero qué tenemos ahí arriba, alma de pollo...? Bueno, después otro tipo está sentado en un banco junto a una mujer, hay una cosa en el suelo como un motor en miniatura, la mujer lo toca y se convierte en una loca con costras. Persigue al asustado tipo por toda la estación. Luego, estos mismos (sí, sí, los mismos) están en casita haciéndose arrumacos; a partir de ahí la cosa se desquicia. Al tipo le van saliendo tuberías, chapas, tubos de escape, cables... yo qué sé, y la guinda: un súper-taladro gigante en lugar de pene... ¿? Aquello parece una de zombis, hay sangre, caras raras, gritos miles; todo rodado a híper-velocidad y con una banda sonora que hará las delicias de los seguidores de Einstürzende Neubauten.
Era 1988, lo de los ciberpunks, AKIRA hacía furor... de acuerdo, pero el stop-motion tiene un límite, si quieres simular acero no uses papel albal, y, por encima de todas las cosas, haber evitado ese final a lo Power Rangers hartos de coca... Los tíos ahí dándose mamporros con los trajes esos de metal, las calles convenientemente desiertas... un dislate, vamos
El problema es que hay un montón de gente que la adora, así que debe ser que no he entendido nada. Ah, y creo que la tercera parte está rodándose... Que Gasset nos coja confesaos.
Saludos del chatarrero.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!