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sábado, 11 de marzo de 2017

El quinto continente a descubrir



Que como en Disney son muy solidarios y además ya han dado cuenta de América, África, Asia, y de Europa  ni te digo, pues les faltaba marcharse a las Oceanías y, como el que no quiere la cosa, contarnos la historia de una muchacha que que hace windsurf en un mundo repleto de seres mitológicos (de la mitología de allí) para encontrar una piedra, o algo así, que haga resplandecer su isla de nuevo. Eso es MOANA... o VAIANA, que vaya usted a saber por qué tiene dos nombres la película, y los dos parecen sacados de un desodorante con aroma a limones salvajes del Caribe, de Oceanía en este caso. Poco más a añadir a un producto perfectamente diseñado, sin sorpresas y con la saludable intención de emular a los grandes clásicos contemporáneos de la compañía (ALADDIN, LA SIRENITA...), y para ello, nada mejor que hacer confluir a ese pasado cercano y al futuro más pujante en una dirección que cuenta con los veteranos John Musker y Ron Clements, y a los más jóvenes Don Hall y Chris Williams.
No ganó nada en los oscar, pero es ideal para verla un día muy caluroso con un daiquiri helado... a poder ser sin alcohol, claro...
Saludos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Cine en crisis #4



Seamos francos. Lo único que le queda a la Disney, la Disney de los niños y los padres, es serse fiel a sus estatutos, los que la han llevado, durante 75 años, a dominar el panorama estrictamente sentimental de quienes aman la forma como fondo argumental. Cualquier intento de sedición más o menos soterrada ha sido perfectamente polarizado por su monstruoso organigrama empresarial, y es por ello que sus fiascos económicos se han ido notando menos que sus brillantes, resplandecientes colecciones de hits. Así, TREASURE PLANET, que es una de las mejores películas de animación que la Disney ha facturado en los últimos tiempos (es de 2002), ni se comió un colín, ni se la ha reivindicado lo suficiente, ni se han explicado lo bastante los motivos de su descalabro, que a mi entender nos llevan a la monotonía del mercado y en ningún caso a su extraordinaria calidad, primero puramente técnica, pero sobre todo por el entretenidísimo resultado de su puesta al día de un clasicazo como "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson. Y aunque las naves vayan por el cielo, impulsadas por la energía solar que llena sus velas, el espíritu de descubrimiento es el mismo, y su joven protagonista aprende a no fiarse de las apariencias y a valorar la amistad por encima de todo. Y John Silver, que se ha reinventado en un embaucador cyborg, le demostrará que no es oro todo lo que reluce en un tesoro, y que la vida es un camino accidentado. Una muy buena película para todos los públicos, un alarde técnico punteado por una inusual partitura de James Newton Howard y un sonoro fracaso en taquilla para la Gran Factoría, que no sólo no osó repetir el experimento, sino que apenas reconoce a esta joya como hija suya... Sí, un poco como "Long" John Silver y Jim Hawkins, aunque sin aprender que el dinero no lo es todo...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!