martes, 30 de diciembre de 2008

Y si todo esto es cierto...

... pues nada, se demostrará finalmente que los estados unidos que jamás serán vencidos son un hervidero de incongruencias que se verifican a sí mismas mediante toneladas de información inservible que termina por tapar y confundir.
Francamente, me importa poco quién mató a Kennedy y menos después de tanto tiempo; ¿qué más da? Kennedy fue uno de los presidentes con más frentes bélicos abiertos y, sin embargo, no son pocos los que siguen diciendo que fue el mejor de todos; el más carismático sí, probablemente.
Luego está la película con la que Oliver Stone debía haberse retirado y ahorrarnos la cantidad de peñazos que hemos tenido que soportar desde entonces.
En JFK, todo lo ocupa la obsesión del fiscal Jim Garrison por demostrar que el asesinato de Kennedy en Dallas no fue la solitaria obra de un magnicida, sino que existía una enorme conspiración de ramificaciones incontables. Vale, muy bien, eso demuestra ¿qué? Stone no tuvo ningún empacho en presentar la película a los oscar y obtener hasta un par de premios, por lo que presumimos que se trata de un reflejo artístico de su autor, hiperdramatizado y convenientemente montado ¿o no? El film, como film en sí, es magnífico, de ritmo hipnótico y una solvencia para ir encadenando ideas sin precedentes, pero de ahí a pensar que Stone es un visionario media un mundo. Sobre todo porque ha pasado el tiempo y JFK ha quedado como lo que es: un soberbio entretenimiento de tres horas acerca de la ignominia humana. Aparte, claro está, de contener la única evidencia palpable de que Kevin Costner sabe actuar... que también tiene su mérito.
Saludos conspiradores.

California über alles

Los Kennedy que la palmaron fueron tantos que dieron hasta para un grupo punk.


lunes, 29 de diciembre de 2008

Retrato de familia

La pregunta sería: ¿Cuál es el verdadero motivo que impulsa a un cineasta como Stephen Frears a inmortalizar la oscura circunstancia acaecida entre la muerte de Diana de Gales y el mutismo de Isabel II ante tal hecho? Lo digo porque no veo mucho resentimiento en el director británico, que se queda con la figura infranqueable del monarca abstraído en sus importantísimos quehaceres de monarca abstraído. Esto es: irse de caza por sus dominios; preocuparse por las facturas del palacio de Windsor; no ser demasiado rígida ante la primera visita del nuevo primer ministro... A su alrededor, unos moscones más o menos molestos (el rey consorte, el príncipe Carlos...) le hacen la rosca y mantienen esa "normalidad a toda costa" tan incomprensible, esa hipocresía aceptada.
Pero Frears es un director que siempre ha ganado en las distancias cortas, por eso daba la impresión, a priori, de que THE QUEEN iba a quedarle algo grande; su acierto es aceptar los formalismos del gran relato para cuando no ocurra nada relevante y reservarse las cargas de profundidad para los espectadores inteligentes que saben y gustan leer entre lineas. Evidentemente, contar con Helen Mirren es fundamental para ello; es muy complicado sostener la mirada y el gesto al principio, cuando aún no sabemos por dónde van a ir los tiros, y volver a hacerlo una hora después, transmitiendo una sutil sensación de tristeza al haber sido derribadas las barreras.
Porque THE QUEEN es la visión sobre la monarquía de un antimonárquico compasivo con un grupo de personas que, vistos con lupa, no tienen nada de privilegiados, que son capaces de vender su humanidad por preservar la constancia de un linaje inalterable a través de los siglos. Se nos dice que Diana quiso huir de esa muerte en vida, lo que ya no nos queda tan claro es el grado de culpabilidad de esa reina al borde del llanto cuando ve los miles de ramos apilados frente al palacio... pero ni eso es capaz de permitirse.
Saludos reales.

Me estoy volviendo loco

Mercury y los suyos sublimaron el concepto "barroco" en el rock con un disco, Innuendo, que creo que todavía no se ha valorado en su justa medida. He aquí una muestra.


domingo, 28 de diciembre de 2008

Dark spy

Mierda, tengo que hacer un montón de aclaraciones acerca de este post y no me van a caber... en fin...
Antes que nada, no es ninguna inocentada. Luego, no soy para nada adepto del personaje de James Bond y su leyenda. Resumiendo, no voy a gastarme ni un duro... perdón, euro, en ver la última de 007.
Teniendo en cuenta todo esto... ¿para qué cojones me pongo yo a hablar de CASINO ROYALE? Pues no lo sé, malas resacas supongo. Bueno, también está Eva Green y su escote... Mads "Walkencito" Mikkelsen... las partidas de cartas muy bien filmadas, mejor, por ejemplo, que en MAVERICK o ROUNDERS... que Martin Campbell, un tipo que se llama a sí mismo "director de cine", haya logrado tener al fin audiencia con el diablo... que se haya hecho la misma escena de Halle Berry pero al revés, es decir, que un tío cachas sale del agua a cámara lenta... que a Giancarlo Giannini no se lo comió Lecter, así que puede hacer una y otra vez el mismo papel sin que lo notemos... que Judi Dench es capaz de echarle la bronca a 007 como si fuera Billy Elliott... o (y esto es peor) que Paul Haggis, alias "hastaenlasopa" pretenda emular al mismísimo Ian Fleming, cuando todo el mundo sabe que Fleming era un burdo novelista al estilo Marcial Lafuente Estefanía...
Vamos, como loco voy por tragarme UN POQUITO DE CONSUELO... ¡Dios, qué nombre tan horroroso!
Saludos sin licencias.

I spy

Temazo, grupazo y artistazo... Con ustedes, Mr. Jarvis Cocker and Co.


viernes, 26 de diciembre de 2008

Stand-up cinema

Hubo quien decía que en el agotamiento extremo es donde más fuerza se saca. El modelo norteamericano de cine está agotado, muerto y enterrado. Me importa un carajo que sigan machacando con apabullantes listas de records de asistencia y con capullos enseñando dientes en el multiflash publicitario de los estrenos, donde lo que menos importa es la película porque todos quieren publicitarse. ESO NO ES EL CINE; si quieren hablamos de ello, pero no es cine. Como decía, en yanquilandia el star system cruje y se tambalea, incapaz de soportar su propio peso o incapaz de observar su fealdad maquillada en los espejos de la independencia.
Ahora bien: ¿Es LITTLE MISS SUNSHINE una refrescante forma de renovación cinematográfica? No. Y podría citar muchos ejemplos y nombres de "salvadores" de la industria que no son más que morosos amasadores de una sola idea, esperando el momento del orgasmo total y encandilar como si hubiesen inventado algo. Y eso que la película, si no la tomamos demasiado en serio, es hasta entretenida. De un tiempo a este, hemos asistido a un curioso ejercicio de flagelación antipatriótica del que serían punta de lanza los humoristas salidos de la stand up comedy, el relevo natural de los Jerry Lewis, Danny Kaye o Bob Hope; agitadores que se hacen el gracioso a base de machacar al prójimo partiendo de sus defectos. El retrato de los tipos singulares con sus propias diferencias parte, precisamente, de lo contrario; se nos ha dicho demasiadas veces que los americanos son, por definición, superiores al resto de la raza humana, cuando este modelo se agota y deja de convencer se nos cuenta todo lo contrario, que para eso está el europeo con su abierta mentalidad para entenderlo y asimilarlo todo. Vale, pero yo leía a Nietzsche con trece años y no por ello era un semipsicópata que se quedaba callado (¿eso es una revolución?), por no hablar de cómo se resuelve que se muera el abuelo en mitad de un viaje... Pero no importa, si hay buen rollo y la familia está unida se puede vencer cualquier obstáculo. Perdón, pero ¿no es ese, en esencia, el mensaje republicano? Vivir para ver.
Pequeños saludos.

Gastr del sol

¿Son oscuros o son luminosos?... Son diferentes...


jueves, 25 de diciembre de 2008

El color

Algunos recordarán que el cine oriental no siempre fue un extraño artefacto exótico y resbaladizo; desde casi siempre llegaban a Europa trabajos de gran calidad, especialmente de Japón y posteriormente del gigante chino. Los festivales eran los grandes beneficiados de este singular desembarco, ganaban prestigio y difundían unos trabajos que evidentemente no iban a ser de fácil aceptación.
En Japón, los grandes maestros tenían su parcela conquistada desde mucho tiempo atrás. En China, no fue hasta finales de los ochenta/principios de los noventa que se supo de un reducido grupo de cineastas que conjugaban con gran maestría las tradiciones visuales de su país y atrevidos experimentos de corte cuasivanguardista. Zhang Yimou fue la gran cabeza de lanza de este cine con títulos decisivos más de veinte años después. Me resulta incomprensible la última tendencia de Yimou hacia el soporífero cine de artes marciales al estilo MATRIX, cuando ha sido capaz de firmar trabajos tan poderosos como JU-DOU (Semilla de crisantemo, en español). En ella, la incuestionabilidad de las ancestrales leyes rurales, en las que una mujer es comprada sin alteración alguna por un anciano, son enfrentadas a un torbellino de sentimientos que se desata en mitad de una pasión casi incestuosa. En medio, el color. Zhang Yimou hace serpentear su cámara entre las telas teñidas de la tintorería, diríase que casi puede tocarse ese color repleto de vida propia. Otro contraste: la falta de dicho color en la presencia del impotente y amargado anciano, incapaz de engendrar el hijo deseado y la explosión irisada y metafórica de los amantes, clientes de un gozo vital casi místico. Se celebra la vida y el amor para dar paso a la crueldad y el resentimiento; y todo ello es manejado por el que probablemente sea el más grande director surgido de China, aunque en los últimos tiempos haya sucumbido (también él) a los encantos del star system.
Saludos a pleno color.

Sembrando las semillas del amor

Impresionante video para este metamórfico tema que anunciaba el fin de la edad de la inocencia.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Puntillismo literario

Oye ¿y a mí que PLENILUNIO me parece una buena película? Algo tosca, sí; basada principalmente en la constatación de mitos, sí; de lento (por literario) desarrollo, sí; pero una buena película también.
Debo confesar, antes que nada, que hará diez o quince años estuve fascinado con la escritura de Antonio Muñoz Molina, fue a raíz de leer esa obra maestra que es El Jinete Polaco y descubrir que los escritores que más me gustan son aquellos a los que no puedo acercarme escribiendo. Busqué seguidamente la siguiente obra del jienense y de nuevo quedé impactado con su rapidez y concisión de ideas, aunque su prosa sea lenta y digerida, como de otro tiempo.
La película, rodada poco tiempo después, creo que absorbe perfectamente el trozo medular de la novela, el referido a la descripción del asesino de niñas, además de dar con su antítesis en la figura del inspector que llega a la ciudad de provincias tras haber sido amenazado por ETA. Imanol Uribe conjuga en estas dos caras de la luna (la visible, la oculta), una luna llena omnipresente en todo el relato, una narración que nos podría remitir a propuestas tan dispares como BLUE VELVET o M; quizá con menos aliento poético y más conciencia social, pero con la misma fuerza visual.
Mención aparte para la extraordinaria recreación de Juan Diego Botto, un buen actor al que le toca desprenderse de la pesada losa de aparecer en el imaginario erótico femenino de este país, que pone en pantalla a un asesino nada usual, cercano a mucha gente que conocemos, lo que produce más terror. Una buena película para recordar(nos) que hay cine y hay cantera de sobra, sólo falta poner la guinda del otro lado.
Saludos a la luz de la luna.

The killing moon

Otra preciosa nana navideña para los que no les gusta la navidad... ni quieren irse a dormir...


lunes, 22 de diciembre de 2008

La historia que no se cuenta

Una de las preguntas más recurrentes a lo largo y ancho de la blogosfera suele ser una de difícil respuesta: ¿Qué es arte?
El cine es arte, una parte del arte, y por tanto le toca una porción sustancial de dicha explicación.
Michelangelo Antonioni ha sido uno de los cineastas que mejor ha empleado la noción de arte en su cine, empapando, de paso, a gran parte de seguidores, cuando no imitadores: la escuela "antoniniana".
En L´AVVENTURA, Antonioni exige un alto concepto del espectador como receptor y deglutor único y decisivo de las ideas de un artista. La mínima historia de la joven desaparecida misteriosamente en una excursión a una remota isla es, probablemente, lo menos interesante de este ensayo acerca de ausencias y repercusiones; todo un complejo estudio psicológico que pocas veces se ha visto fuera del ámbito literario. El director italiano nos muestra no sólo el imprevisible e intrincado comportamiento de un amplio abanico de personajes, sino también cómo podría ser dicho comportamiento teniendo en cuenta aleatoriedades, coincidencias y caprichos. Lo fácil, en este caso, es decir que Antonioni es un director aburrido y ensimismado y que sus películas son lo más parecido a una paja mental. Ése es un argumento vacío, que no dice nada de Antonioni y sí mucho de una clase de espectador que no está dispuesto a realizar esfuerzo alguno, acostumbrado a la papilla visual, precocinada y envasada al vacío de ideas, de cierto cine comercial. No sólo es que Antonioni sea una figura esencial para entender el séptimo arte, es que hablamos de un paso decisivo en la modernidad como asidero humano, como referencia tanto intelectual como social y hasta filosófica, teniendo en cuenta que la filosofía no puede enseñarse de ninguna manera: se construye mediante los actos humanos. He aquí una de las obras fundamentales para entenderlo, para intentar entenderlo.
Saludos aventureros.

Aventuras de Kirlian

¡Auténtica arqueología televisivo-sonora! Casi veinte años contemplan ya esta mítica actuación del grupo vasco en aquel oscuro EL SALERO, de TVE. Pijo-Pop de calidad...


domingo, 21 de diciembre de 2008

Crónica de sucesos

Imaginemos que un día nos levantamos, ponemos la tele y en un telediario, en la sección de sucesos, se nos informa de que el mundo se va a acabar... una vez más. Lo siento, pero no hay que ser condescendiente con la inclinación estadounidense al apocalipsis más desaforado; simplemente no entiendo qué clase de retorcido placer se puede encontrar en enumerar 1001 formas de exterminar a la raza humana, porque por acumulación la cosa acaba por ser ridícula.
M. Night Shyamalan es el director más cercano a aquel viejo ideal que existió en Hollywood alrededor de los años cincuenta, cuando la guerra fría alimentó el imaginario de incipientes frikis en forma de platillos volantes y alienígenas ultraavanzados. Ese género dentro de otro género ha subsistido hasta nuestros días, transmutando la amenaza hasta formas tan sofisticadas como la que nos ocupa, pues esta última, encarnada en el film THE HAPPENING, ya no tiene ni forma, es una especie de llamamiento que la tierra hace a los seres humanos para que se autoexterminen y así dejen de realizar tropelías sobre la misma.
Vaya por delante que Shyamalan es un director capaz de fascinarme (UNBREAKABLE, SIGNS, LADY IN THE WATER) en la misma medida que me exaspera con sus tramposos golpes de efecto (THE SIXTH SENSE, THE VILLAGE y esta última), dejando al descubierto la fragilidad de la tramoya. Mi opinión, en esencia, es que no se debe desaprovechar un buen hallazgo cuando has topado con él (los hombres cayendo en masa desde los edificios y filmados desde abajo), así como tampoco abusar del duelo interpretativo cuando, incomprensiblemente, has decidido cargar dicha responsabilidad sobre los hombros de dos actores muy flojitos, relegando a un insignificante rincón a un muy buen actor como John Leguizamo.
La trama, como digo, es una chorrada que sirve a Shyamalan para engordar la cuenta y preparar la siguiente, que no sabemos si será la de cal o la de arena. Esperaremos.
Saludos "incidentados".

¿Qué fue del siglo XX?

Mítica actuación del mítico grupo granadino 091 en el no menos mítico programa Plastic, en el que se daba un acertado repaso, en clave apocalíptica, a muchos de los mitos del ya extinto siglo.


sábado, 20 de diciembre de 2008

Demasiado para tan poco

Mucho tiempo después, el gran monstruo fue consciente de que ya no tenía nada que ofrecer, así que usó sus últimas energías en absorber todo lo que podía serle útil, adaptarlo a su propio tono y ofrecerlo como propio, original... aunque cada vez cuele menos y se pase directamente al engaño.
El monstruo es, evidentemente, la industria americana, cuya preocupante falta de ideas, lejos de arredrarla, obliga a la incorporación de ideas, motivos y hasta géneros de los que habitualmente se mofaba.
¿Qué es si no CLOVERFIELD? Una enorme y costosísima broma; una manera nada sutil de robarle su dinero a millones de personas sin posibilidad de reclamación. Cuando en los años cincuenta y sesenta el complicado imaginario nipón caía rendido ante los brutales encantos de un tipo enfundado en un traje de lagarto dedicado a aplastar edificios de cartón piedra, pocos podían imaginar que había nacido no sólo un mito, sino toda una particular forma de abordar el cine de ciencia ficción. Cincuenta años después, la cosa sigue igual y hasta peor, pues lo que era entretenimiento naif pasa ahora por frases tan tontas y pretenciosas como "blockbuster de arte y ensayo" o "una manera de rodar sin precedentes"... Ni lo uno ni lo otro, sólo una intensiva campaña captadora de incautos; una trama inverosímil, en la que ya puede acabarse el mundo que siempre hay un tipo con la cámara encendida; o la trilladísima jugarreta de no mostrar al monstruo más que unos pocos minutos ya al final, cuando todos hemos entendido que nos han vuelto a engañar... y que no hemos podido hacer nada por impedirlo...
Saludos destrozones.

Intergalactic

... Y digo yo... ¿Por qué no dejarnos de gilipolleces y reírnos hasta de nuestra sombra?


jueves, 18 de diciembre de 2008

El muro de la vergüenza

A menudo hemos defendido desde estas páginas que no se pueden pasar la necesidad de un cine-tipo que no se olvide de su condición concienciadora; espectáculo, sí, de eso se trata en esencia, pero debe haber algo más para no caer en un bucle repetitivo de hastío estético.
El cine alemán suele ser seco, atropellado, carente de la agilidad americana o la elocuencia francesa. Si pensamos en sus mejores títulos, inmediatamente nos vendrán a la memoria las amargas visiones decadentes de Fassbinder o Herzog; evidentemente, omito a los grandes clásicos como Lang o Lubitsch, porque ese cine ya es irrecuperable para Alemania.
Hace muy pocos días, me refería aquí mismo a un excelente film que narraba el proceso de deshumanización de un gris espía de la Alemania Oriental; hoy le toca el turno a la no menos excelente GOOD BYE, LENIN!, que, enclavada en el mismo marco, no deja de ser el reverso de la moneda. Sólo contemplar al vitalista e imaginativo protagonista (magnífico Daniel Brühl) nos remite a otros "héroes de película", en este caso con la difícil misión de mantener a ojos de su madre, recién salida de un coma mientras el muro era derribado, su mundo comunista inalterado. Las peripecias de este joven nos recuerdan a un Charlot sonoro, capaz de cualquier cosa por hacer realidad el imposible deseo la madre; mientras tanto, otro de los grandes aciertos de la película consiste en el muestrario de cómo se adapta un país a la democracia, capitalismo de por medio, logrando momentos de extraño surrealismo, aunque no dudemos de su veracidad, como esa insólita escena en la que un establecimiento abarrotado hay un televisor emitiendo una película porno y la gente está de pie, mirando, sin saber muy bien qué está viendo, con la mirada aún inocente de quien ha tenido vedado el acceso a cualquier tipo información externa. Y la película está trufada de estos momentos en los que no sabemos (tampoco nosotros) si reírnos o preocuparnos, porque esto ocurrió hace menos de veinte años.
Saludos democráticos.

Sweet home Leningrado

Los Leningrad Cowboys son un bizarro grupo del que el no menos carismático Aki Kaurismaki echó mano en un par de desquiciadas películas. La siguiente actuación yo no sabría cómo clasificarla, si no es como auténticamente marciana. Interpretan el clásico de Lynyrd Skynyrd junto al coro del ejército rojo... ¿? Vivir para ver...


miércoles, 17 de diciembre de 2008

A golpe de sentimientos

Hay casos verdaderamente curiosos en el alocado e impredecible carrusel cinematográfico. Me gustaría hacer hincapié en el fenómeno acaecido en Argentina porque creo que es digno de estudio. Mientras aquí seguimos chocando con nuestra propia ineptitud, copiando de fuera, sin ningún tipo de rasgo identificativo, en un país sumido en una profunda crisis (y eso sí que es una CRISIS) surge de repente, casi de la nada un montón de realizadores de muy diversa índole y con un denominador común: ¿quién ha dicho que para hacer buen cine haya que gastar una pasta?
Son muchos los títulos a la sombra de este curioso paraguas, pero hay uno que será recordado mucho tiempo porque sirvió de caballo de Troya, con un éxito sin precedentes en casi todo el mundo. En EL HIJO DE LA NOVIA, Juan José Campanella nos devuelve el maravilloso espíritu de Frank Capra, anteponiendo los sentimientos y la bondad de corazón a la falta de escrúpulos y la especulación. Realmente, aquí no hay "malos", sino que el hijo adicto al trabajo se redime a través de la enternecedora historia de amor entre su madre enferma de alzheimer y su padre, fundador del negocio familiar. Sólo por ver las soberbias actuaciones de Héctor Alterio y, sobre todo, una IMPRESIONANTE Norma Aleandro, merece la pena sumergirnos en esta pequeña historia que nos habla de esa parcela tan a menudo olvidada que son los sentimientos. Alguien hablará de sensiblería, pero nos da igual, porque también nos encanta esta película; además, como somos poco navideños, qué mejor postal que ésta.
Saludos con el corazón.

Ay, la leche, que me invade el espacio el video...

The feeling

Buen tema de clara influencia beateliana que a muchos os sonará de algo...


martes, 16 de diciembre de 2008

Auuuu

Una de las muchas batallas que son imposibles de ganar en esto del cine sigue siendo la de los efectos especiales ¿A alguien le resultan más creíbles los alienígenas de los últimos STAR WARS que los de las tres primeras? A que no...
De todas formas, yo, que he flipado y he babeado con el stop motion de Harryhausen, no quisiera llevar esta discusión al terreno de "lo creíble"; sobre todo porque esto es cine y nos complace que nos engañen.
Hay una película de las que a los frikis les gusta llamar "de culto" y que no deja de ser una curiosidad, o anomalía, dentro de la previsible producción de terror yanqui.
AN AMERICAN WEREWOLF IN LONDON tiene momentos hilarantes (lo de La Oveja Degollada es impagable) y otros verdaderamente terroríficos. Entre medias, la improbable historia de dos paletos norteamericanos que se van de excursión a las brumosas highlands y la trillada maldición del hombre lobo cae sobre uno de ellos. Por no hablar de los encuentros entre el brand new licántropo y su amigo fallecido, que se le aparece como una especie de espíritu burlón fruto de la transformación, no sólo física, sino psíquica. Como digo, la película es tremendamente entretenida y mantiene el interés hasta la escena más esperada: la transformación. A lo largo de todo este tiempo y a partir, más o menos, de los años cuarenta con la original de George Waggner, hemos visto transformaciones de hombre a lobo de toda índole; veintisiete años después, el magistral trabajo de maquillaje de Rick Baker sigue siendo insuperable (sólo se acercaría el film de Neil Jordan THE COMPANY OF WOLVES). La mezcla de agonía, expresividad y credibilidad hace que ver esta escena justifique el visionado de la que sigue siendo la única gran película dirigida por el tramposo John Landis... Bueno, y THRILLER, claro...
Ya veremos cuando se estrene la de Benicio del Toro con todos los efectos digitales y demás...
Saludos lupinos.

Someone´s in the wolf

¡Atención! Este video hay que ponerlo muy fuerte... Vaya temazo, vaya grupazo, vaya tela marinera...


lunes, 15 de diciembre de 2008

Buscando desesperadamente la redención

Son los alemanes un pueblo ciertamente curioso. En un ejercicio silencioso, inadvertido para casi todos, llevan buscando una especie de perdón universal por lo que todos ya sabemos; y no precisamente tirando de religión, que suele ser lo típico, sino abriendo, desnudando casi, su inexpresiva manera de entender la vida. Tenerse a uno mismo por un pueblo gris y monótono no debe ser muy alentador después de haber cometido un genocidio; los americanos, al menos, tienen a Jay Leno y a Will Smith...
Otro de los capítulos más asquerosos (lo siento, éste es el adjetivo adecuado) de la historia germana vendría a ser la construcción del muro de Berlín y sus catastróficas consecuencias económicas y sociales. Seguro que tiene que ser muy divertido vivir en Alemania a día de hoy, pero en las clases de historia debe haber superávit de pañuelos enjugando frentes ¿que no?
Curiosamente, y dado que una de las formas modernas de redención consiste en el exorcismo del cine, no son muchas las películas que se hayan atrevido a afrontar este controvertido momento de la historia alemana. Hace un par de años, el oscar a la mejor película de habla no inglesa fue a parar al insoportable (por lo contenido) retrato de un antiguo oficial de la STASI, encargado de interrogaciones y otras familiaridades. En DAS LEBEN DER ANDEREN, lo fundamental, creo yo, viene a ser el cambio que se va produciendo en este ser sin sentimientos ni vida propia a partir de dedicarse a espiar a un tipo que vendría a ser su antítesis: un escritor de ideas progresistas, con éxito y una mujer igualmente envidiada. Me interesa sobre todo este aspecto en tres fases: el interrogador que pasa a ser espía en la sombra, para acabar, en un puñado de escenas sobrecogedoras, como repartidor de un supermercado. Se describe perfectamente en esta incomodísima película cómo el ser humano siempre acaba aplastado por el sistema al que sirve, incapaz de separar su servidumbre casi animal de una existencia personal carente de sentido (y "sensibilidad").
Magnífica película, que no concede tanta importancia a los sobados aspectos históricos para centrarse en la tortuosa mente de una persona en claro proceso de deshumanización.
Saludos desde el otro lado del tabique.

Imagen pública limitada

Los Sex Pistols eran una mierda y engañaron a todo el mundo... pero estaba John Lydon, y P.I.L. dio la mejor versión de la música nihilista, que poco tenía que ver con el punk. Si podéis bajar este legendario concierto en Japón hacedlo, es buenísimo.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Dificultad comunicativa

Una de las cinematografías más resbaladizas del panorama europeo es, sin duda, la italiana. Tras años de esplendor alrededor de Cinecittá, de la reducción intimista de Rossellini o de Sica, del decadentismo consecuente y arrollador de Visconti, el barroquismo incontrolado de Fellini o la abstracción zen de Antonioni, lo cierto es que Italia se encontraba en una especie de stand by creativo en el que se echaban de menos nuevas figuras y nuevas propuestas. Algo parece estar cambiando lentamente en todo esto y gran parte de culpa la tienen dos filmes que actualmente se pasean de la mano por festivales, sembrando controversia e inquietud. Algo es algo.
Hablaré más adelante de GOMORRA, cuando su exagerado perfume narcótico haya desaparecido o, al menos, atenuado. Hoy le toca a la otra, bastante más fácil de abordar.
IL DIVO arranca presentando a la clase política italiana exactamente igual que Tarantino hacía con sus señores coloreados en RESERVOIR DOGS, primer punto en contra. En interiores, la cámara no cesa de sobar del zoom hacia los rostros, unos rostros a veces desencajados, otras impertérritos... se pretende emular la desbordante coralidad de 8 1/2, pero Fellini es muy grande para eso. De repente, un enorme salón vacío, pasos y su eco y una figura oscura al final; estética por la estética, porque la figura no dice ni hace nada... probablemente demasiado Greenaway en el subconsciente. De vez en cuando, el director salpica esa "realidad forzada" con imágenes al borde del surrealismo, oníricos bailes sin sentido aparente... ¿Han visto INLAND EMPIRE? Encima se nos exige una memoria de elefante a la hora de interpretar toneladas de información acerca de la corrupción política italiana y sus conexiones mafiosas; hasta tal punto, que unos simpáticos e informatizados cartelitos deben recordarnos de quién se habla en cada momento.
Por cierto, la película habla de Giulio Andreotti.
Saludos por piezas.

The kids

Otro tipo que lleva más de cuarenta años escupiendo barbaridades sin mover ni un músculo facial...


sábado, 13 de diciembre de 2008

Las cuatro esquinas

Si hay una película de la que se haya hablado hasta la saciedad, hurgando en cada detalle, descifrando nuevos códigos dentro de su "intrincada sencillez" y alabando prácticamente sin discusión posible sus genialidades y hallazgos, esa es, sin duda, TO KILL A MOCKINGBIRD. Sí, es una obra maestra, así que ¿para qué repetirnos?
Tras haber digerido adecuadamente los numerosos dardos de dignidad impartidos por Mr. finch & Co., ya sólo me queda centrarme en el esoterismo que desprende el circuito cerrado, a lo Peyton Place salvaje, que comienza a intuirse desde la descripción (minuciosa) del principio y que muy finamente va jugando con nosotros a las cuatro esquinas sin que nos demos cuenta, hasta soltarnos algo vapuleados en la inolvidable escena final, donde uno ya no sabe si sentir miedo, alivio o simpatía. Y es que los matices aquí son inaprensibles, se escapan igual que esa cámara que no enfoca, sino que vuela alrededor de los personajes y sus circunstancias, como el ruiseñor del título (¿Les suena todo esto a los incondicionales de BLUE VELVET y su escena final con el simpático pajarito?). TO KILL A MOCKINGBIRD es un fastuoso grand guignol de las miserias humanas y la imposibilidad de combatirlas con honestidad y ¿por qué no decirlo? cierta ingenuidad idealista. Pero nos quedaríamos muy en la superficie si obviamos la simbología sobre el difícil paso hacia la madurez, encarnado en el inolvidable personaje de Scout o la ambigüedad a la que nos vemos sometidos por nuestros repugnantes prejuicios "morales", cuando no simplemente estéticos, con los que Robert Mulligan se permite el intrigarnos con el falso cuento de terror que representa la figura ya mítica de Boo Radley, del cual dudamos de su existencia hasta, como digo, el final. La última esquina, la más importante, la que de verdad separa a este realista cuento de hadas de sus edulcorados clones, se encuentra en la sorprendente actitud de un tal Atticus Finch, un working class hero imperturbable y justo de imposible nombre e impecable traje sureño; un verdadero superhéroe de carne y hueso que no reparte hostias ni vuela sobre los edificios, sino que aguanta estoico que una alimaña le escupa mientras le refriega la superioridad de la maldad y que usa como armas una perspicacia y obstinación a prueba de bombas, cómo no de escupitajos e improperios.
Lecciones de humanidad y lecciones de cine, desprovistas de asfixiada moralina, con una mirada tan moderna que hace palidecer a Soderberghs y similares. Una obra maestra, una más.
Íntegros saludos.

Wake up Boo

Aunque luego resultaron ser el enésimo fiasco proveniente de U.K., los Boo Radleys fueron, a principios de los noventa, presentados como "los nuevos Beatles"... Señor, señor...


viernes, 12 de diciembre de 2008

La verdad tiene mil caras

Hubo un tiempo en el que una gran película se medía, sobre todo, en la capacidad de su director para conjugar la fuerza de una estética propia y reconocible junto a una historia/guión de probada solidez y solvencia, coronando todo esto con un final convincente y rotundo. Si se le puede unir el trabajo de grandes actores y encima se contrata para componer la banda sonora a uno de los mejores músicos de la historia, lo más probable es que nos queden seis o siete películas mitológicas, irrepetibles.
En ANATOMY OF A MURDER, Otto Preminger no necesita hablarnos de personajes ni situaciones fuera de lo cotidiano; antes al contrario, lo primero que vemos es al gran Jimmy Stewart como un abogado de perfil medio, enclaustrado en una pequeña ciudad y dedicado casi en exclusiva a pescar y emborracharse con su peculiar ayudante. Seguidamente se nos presenta una retahíla de personajes-piezas con las que ir completando poco a poco el deslavazado puzzle de un asesinato con un fondo de podedumbre moral que actualmente nos debe sonar bastante. Preminger traza magistralmente cada detalle de cada personaje y con ello el film crece a lo largo de sus casi tres horas sin permitir que decaiga el vertiginoso ritmo narrativo. Así vemos a la masoquista y embaucadora Lee Remick, prototipo de la mujer objeto manoseada por los hombres y carente de todo glamour fílmico, rasgo éste no muy frecuente de ver en este tipo de cine. Mientras, Ben Gazzara es un resentido y violento soldado del que intuímos a través de su feroz mirada cómo se las debe gastar con su gatita cuando nadie está mirando. El incesante cruce de formas y motivos entre todos estos personajes, digamos "en busca de la moral perdida", nos lleva irremediablemente hasta un juicio en el que nada termina siendo como podríamos haber pensado y donde nos damos cuenta (Stewart se da cuenta) de que todo el mundo tiene lo que se merece y pudiera ser que un juicio no siempre esclarezca nada, sino que sólo sea la cara oficial de las iniquidades y desmanes del ser humano... ¿quién sabe?
Saludos anatómicos.

Hypnotized

... como después de sufrir la mirada irreal de Lee Remick, tras una cortina de humo...


viernes, 5 de diciembre de 2008

No busquen explicaciones

No, no las busquen que no las hay. Igual que la cara de tonto después de enterarte de que un niñato que no tiene ni puta idea de lo que es la vida le pega dos tiros a bocajarro a un hombre de setenta años en plena calle por nada. Sí, por nada. Cuando alguien mata a alguien a sangre fría siempre es por nada; es necesario recalcarlo para no perder la perspectiva.
Hablando de lo nuestro, y al hilo de lo anterior, se hace bastante difícil buscar el tono adecuado para comentar una película como HENRY: PORTRAIT OF A SERIAL KILLER. Independientemente de su calidad, que puede que no sea mucha, por la desnudez con la que intenta ponernos delante de la jeta el horror de lo cotidiano, o lo vulgar que llega a ser el ejercicio de la atrocidad. Porque, lejos de sublimar al asesino, como en la mayoría de filmes de este tipo provenientes de Hollywood (nos acordamos de Lecter, Myers, Vorhees, Jigsaw, etc...), John McNaughton, director perfectamente enrolado en la mejor tradición de la serie "B" negra, presenta a Henry como lo que es: un tipo sin motivaciones que le coge gustillo a lo de cargarse gente. No, no hay explicaciones metafóricas sobre el bien y el mal o adecuaciones más o menos filosóficas acerca de la ambigüedad de la moralidad occidental... Nada de eso. Henry le incrusta un televisor a un tipo que no le quiere arreglar el suyo, después le incrusta a una mujer un vaso roto en la cara y termina cargándose a "su mejor amigo", descuartizándolo y metiéndolo en una maleta... Y ya está, ésa es la película. No es que pueda decir que sea muy buena o muy mala, sólo que se trata de un caso absolutamente insólito a la hora de hacer cine en U.S.A., donde el asesino en serie ya es casi como de la familia.
Saludos pre-navideños.

The killers

A muchos os va a sonar este tema que, cosas de la publicidad, le da la vuelta a su cáustico mensaje y lo presenta como ejemplo de superación deportiva... Qué cosas...


jueves, 4 de diciembre de 2008

Un salto adelante

Hay un debate en esto del cine que apasiona y divide a los que se toman en serio esto del cine. Y como esto del cine es, ante todo, no sé si entretenimiento, pero al menos evasión de lo cotidiano, pues la polémica está en encontrar el punto justo entre ambas (y necesarias) cosas. Sobre todo porque (yo lo veo así) casi todo está ya dicho, porque los santurrones de alma profética ya pasaron y porque no todo lo que aparece es aparente. Y éste podría ser un buen ejemplo.
He elegido para tal menester ROBOCOP, de Paul Verhoeven, por varias razones. Fue la aplastante puesta de largo del holandés en Hollywood y, en clave de teen entertainment, se saltó todos los preceptos de la censura con un relato ultraviolento y muy crítico con el american way of life en su vertiente más tecnológica. Recuerdo el gran impacto al verla en cine con 14 años (no sé cómo me dejaron entrar), divertido al principio con las persecuciones y demás, porque sabía que luego saldría ese robot tan chulo (incontestable icono del sci-fi) y todo ocurriría como en las pelis de Spielberg... ya me entendéis. Bien, pues la narración se ve interrumpida con la cruel y casi gore "muerte" del policía, más cerca de Abel Ferrara que de George Lucas, anticipando certeramente a Tarantino y sus tiroteos. Luego, Verhoeven se permite dar rienda suelta a su vena humorística, que la tiene, con la famosa transformación, para acabar dando un señor repaso a la especulación y falta de escrúpulos por parte de las multinacionales en su afán por controlar al ciudadano. Todo ello envuelto con unos efectos especiales que ya han pasado a la historia y con un ritmo narrativo que mantiene al espectador pendiente de lo que ocurre en todo momento. He ahí una posible respuesta a los que ningunean a las películas de "acción", metiéndolas a todas en el mismo saco y apostando por un cine más "cerebral"; pero esto último sigo sin entenderlo y, por supuesto, sin compartirlo.
Saludos de un autómata.

We are the robots

Si ya lo decían ellos... Casi cuarenta años en la brecha y siguen impertérritos.


miércoles, 3 de diciembre de 2008

El frente del Este

A la hora de encarar el siempre controvertido tema de la segunda guerra mundial y evitar el simplismo de los bandos enfrentados, sin intentar profundizar en las razones de tamaña carnicería, sin ponerse en el lugar de los que literalmente fueron obligados a matarse por una cuestión de megalomanía incontrolada, es lógico que se caiga en el manierismo de las producciones americanas, sonrojantes en los años 40 y más atenuadas en los 50, para volver a caer bajo en los 60. No fue hasta la irrupción de Rossellini y su cámara a ras de tierra que pudo verse a través del cine un enfoque que hiciera justicia a un conflicto que sólo dejó víctimas.
Ha habido muchos intentos en Europa de contrarrestar la tozudez americana. En Francia, Italia, Gran Bretaña, Rusia... Sin embargo, siempre han sido enormemente interesante la expectación por descubrir la mirada alemana. Alemania es el gran Leviatán del conflicto, finalmente derribado por el arcángel yanqui, instaurador de la paz y la democracia frente al monstruo totalitario. Un poco exagerado, pero no es menos cierto que ninguna película americana ha retratado el miedo y la frustración de los soldados alemanes; y fue en el frente ruso donde esto se hizo más patente. STALINGRADO es un enorme mural blanco en el que los monstruos se humanizan, los soldados son abandonados por los altos mandos y reducidos a meros instrumentos de acción bélica. Podemos ver el sufrimiento de haber perdido toda esperanza, con los tanques rusos para rematarlos... el principio del fin de la locura nazi.
STALINGRADO son más de dos horas de gran cine, cine bélico. Cine que no elude su condición de superproducción, como también es capaz de lograr momentos de gran lirismo a costa de unos personajes elevados (mal que les pese a algunos) a la categoría de mártires. Y es que eso también fue la guerra.
Saludos nevados.

Stalingrado

Banda Bassotti es un inusual combo de resistencia afincado desde hace un par de décadas en Italia. Aquí ejercen un curioso mestizaje de raíces rusas y jamaicanas que no le va a la zaga al gran Bregovic.


... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!