miércoles, 22 de julio de 2020

Inadaptados inadaptables



Ha muerto Juan Marsé, en mi opinión uno de los diez mejores escritores en lengua española de todos los tiempos. Palabras mayores. Y Marsé ha sido llevado al cine, mucho, lo que sólo ha servido para constatar que nadie ha sabido trasladarlo, atinar con el pulso de su prosa, siempre elevada, siempre a ras de suelo. ÚLTIMAS TARDES CON TERESA, además de parecerme su mejor novela, puede que sea la mejor adaptación de Marsé al cine, y eso que es una película medianita, alejadísima del intrincado mundo sentimental de esa Barcelona inadmitida, desapercibida para el turista conceptual. Apenas rozando la epidermis, el irregular Gonzalo Herralde se aprovecha, sin embargo, de las aportaciones de Ramón de España y el propio Marsé, inoculando ambos una ambientación que es lo poco salvable del film, pero que no parece entender la brutísima psicología del "Pijoaparte", desaparecido dios sabe por qué, para dar paso al otro, a Manolo Reyes, dejándose ahí el vértebro de la novela, la insalvable diferencia de clases y el roto desprecio del chulo, el ladrón de motos, el braguetero sin aficiones, más allá de medrar por un merecimiento que sólo él sabe cuál es. La novela es voraz, inmisericorde, trasladable a cualquier época, aunque difícilmente a otro lugar; el film, corto de miras, funciona como catálogo de enamoraditas, pero, más que pinceladas, aporta brochazos.
Marsé era de letras, visuales pero letras. Le echaremos tanto de menos...
Saludos.

martes, 21 de julio de 2020

Todo en una noche



Esta vez creo que es mejor ir al grano. THE VAST OF NIGHT es como una hermana pequeña de ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE, pero con un filtro aún más sorprendente, al menos en su primera y excelente mitad. Andrew Patterson se las arregla en su segunda película para introducirnos a toda pastilla en los años 50 tal y como eran, muy en la línea de AMERICAN GRAFFITI, a base de diálogos rápidos clichés de sobada ingenuidad y goma de mascar. Pero también hay que señalar que esta primera mitad está realizada, casi enteramente, con largos planos secuencia y alguna escena de larga duración, magníficamente resuelta por Sierra McCormick, joven actriz proveniente de Disney Channel, y que está francamente estupenda junto a Jake Horowitz. Ambos dan vida a un locutor de radio local y una joven telefonista, que por casualidad descubren una extraña emisión, lo que les lleva a indagar preguntando a la audiencia si reconocen el ruido que acaba de sonar en antena, y tras una intervención aún más extraña en directo el misterio todavía será mayor. Una película realmente fresca, no tan ingenua como parece, pero que al menos nos da un respiro con esto de los revivals, haciendo suyas las referencias (principalmente Spielberg y TWILIGHT ZONE), pero sin renunciar a las posibilidades de narrar siempre y cuando haya algo que contar.
Curiosa y recomendable.
Saludos.

lunes, 20 de julio de 2020

Buscar o ser encontrado



THE NIGHTINGALE es la segunda película de Jennifer Kent, tras su aclamado debut, THE BABADOOK. No es una película fácil de digerir, las segundas películas suelen ser desconcertantes, y salir indemnes de ellas es un magnífico indicio para confiar en la solidez de una carrera incipiente. Desmarcándose del tono onírico y alucinado de aquélla, THE NIGHTINGALE es una historia más física, de marcada brutalidad, y con un sorprendente uso de los tiempos narrativos, que son muchos a lo largo de sus más de dos horas. El arranque no hace prisioneros, con una especie de reserva en Tasmania, comandada por un grupo de soldados, al cargo de otros tantos convictos europeos, confinados en el nuevo continente. Allí, Clare, que es irlandesa, malvive junto a su marido y su hija recién nacida, a la espera de poder conmutar una pena que se les sigue alargando; sin embargo, el teniente que rige el puesto tiene una fijación malsana con Clare, chantajeándola para poder poseerla.
Prefiero no seguir contando más, pese a que la escena clave sucede en los primeros veinte minutos, o quizá por eso, pero sí indicaré que es una escena particularmente dura e inesperada, pero que marca decisivamente el resto del film. Kent se revela como una magnífica contadora de emociones, pero se descose en cuanto debe narrar convencionalmente, y en esa descompensación la película sufre y se convierte en un fuelle, desinflándose por momentos para volver a coger aire y enjundia. Es una crónica de aquel tiempo, a principios del XIX, y una historia de venganza y justicia, en absoluto complaciente; no esperen ningún tipo de endulzamiento, y sí mucha sangre, barro y cosas aún peores.
Podría haber sido mejor, al menos un poco más corta, pero Kent sale indemne del segundo largo, y no es poco.
Saludos.

domingo, 19 de julio de 2020

Rincón del freak #415: Historia de una empanada



Comencemos diciendo que HORSE GIRL no es en ningún modo una mala película, pero quizá no sepa lidiar adecuadamente con su propia extravagancia, lo que la lleva a habitar un lugar difícil de catalogar, y que descoloca tantas veces al espectador, que se puede llegar a sentir realmente abrumado. Esta es la historia de una enfermedad mental, de una joven que va cayendo víctima de sus alucinaciones, hasta que éstas conforman una realidad paralela que le es imposible discernir. No pasa nada por decirlo, el film empieza desde muy pronto a descubrir sus cartas, encarnadas todas en la fabulosa interpretación de Alison Brie, que es el punto más fuerte de un metraje verdaderamente complicado de ubicar en un todo argumental. Jeff Baena, colaborador habitual de los hermanos Duplass (asimismo productores), ya dio cuenta en JOSHY de una rara estirpe de nuevos inadaptados, gente que no sabe si madurar o quedarse en un pasado idealizado. Sin embargo, aquí riza el rizo, y la inadaptación proviene de una mente seriamente dañada, y que en el tramo final es una verdadera orgía de barbaridades. Podría ser mejor, pero también mucho peor, aunque rara es rara pero que muy rara, no tienen más que verla.
Saludos.

sábado, 18 de julio de 2020

Pulpos y garajes



Ni en Hollywood se hace ya cine así. "Así", un eufemismo para denominar un estado mental, el de José Luis Garci, que es el de las patrias, nostálgicas todas, pero sin guiños. De hecho, EL CRACK CERO está trufada de imágenes de época, de un Madrid vacío, o repleto, de taxis negros, de Galerías, de las tascas con transistor, de las veladas de boxeo y de los carteles iluminados, que no luminosos. Yo será porque a Garci tengo muchas cosas que agradecerle, que le perdono muchas cosas, como sus diálogos mecánicos, sus planos solapados o sus inexplicables tejemanejes de casting. No sé, creo que a estas alturas Garci puede hacer ya lo que le salga de los cojones, y que tampoco le va a importar a mucha gente, y que a él tampoco le va a importar si a alguien le importa. Así las cosas ("así"), este nuevo acercamiento al detective Germán Areta, ni es nuevo ni es un acercamiento; lo que Garci se saca de la manga esta vez es un ejercicio de fantasmagoría desplazada, como un homenaje a uno mismo a través de una mirada ajena. Muy raro todo, pero incluso dentro de su anacronismo, de sus inacabables licencias, o de dramaturgia de manual, aún queda ese componente que el cine preserva más que otros artes: la memoria como sujeto, como argumento en sí. El sustrato de este "CRACK" es el mismo que el protagonizado por Alfredo Landa (dignamente recreado por Carlos Santos), pero en este caso sí que hay una regresión en toda regla, 45 años nada menos, y el ensimismamiento, si cabe, es aún mayor, por lo que la forma gana al contenido, y el argumento roza el pie de página a base de anécdotas de cafelillo y poses preambulares. Cine negro, antiguo, apolillado, gozoso de su pañal mal ajustado, insensato en su indefendible adhesión. Ni falta que le hace...
Saludos.

viernes, 17 de julio de 2020

¿Somos amados?



Esta interrogación es la que más poderosamente resuena en las imágenes de RELIC, debut de la australiana Natalie Erika James, especialmente en un momento particularmente significativo, donde la narración vira por completo y se convierte en otro tipo de historia, justo al contrario de lo que habíamos estado presenciando. Se trata de un film que presenta todas las costantes de un relato terrorífico, pero que guarda otro tipo de reflexión, como los oscuros secretos de esa apartada casa en el bosque, donde llegan una madre y su hija para encontrar a su madre y abuela, desaparecida sin dejar rastro. Lo mejor de la película, además de su corta duración, es que no es nada tramposa, y muestra en todo momento qué es ese enigma que corroe las entrañas de la casa y su única habitante, tan sólo debemos saber mirar en la dirección correcta y no errar los pasos. Sólo se permite una pequeña licencia, cuando ingresa en el terror físico, cosa que no le hacía ninguna falta, teniendo un sentido de la claustrofobia francamente conseguido. Del final se hablará, puede que maraville o repugne, pero no deja indiferente, y muestra a una cineasta a la que no parece asustarle asumir riesgos formales, mientras aprovecha el estupendo trío protagonista para poner en pie esta siniestra fábula que visibiliza la corrupción de la enfermedad, pero también lo mucho que pueden llegar a necesitarnos los demás.
Saludos.

jueves, 16 de julio de 2020

Fragmentos



Y Godard, por supuesto. O mi titánica tarea de empecinarme desde hace décadas, por clarificar, ordenar, documentar. UNE FEMME MARIÉE, de 1964, es pura modernidad, un salto adelante significativo en la forma de entender el cine (y de pensarlo) del cineasta suizo. La imagen se llena con vacío desde el subtítulo: "SUITE DE FRAGMENTS D'UN FILM TOURNÉ EN 1964". Se elimina el argumento y se va a por las ideas, sin intermediarios. Godard ejemplifica a la mujer moderna desde el sometimiento, el placer del engaño, la indecisión moral o el aburrimiento descuidado de quien pasaba de ser ama de casa a plena esposa. También amante. Macha Méril, aquella enigmática actriz, que en realidad era una noble rusa, se muestra entera, vergonzosamente impúdica, y Godard la observa con curiosidad, como a una estatua, mientras sus dudas y pensamientos van del lecho conyugal al compartido con el amante. Podría ser el mismo placer, pero también el mismo dolor; ninguno de los dos la entiende, cada uno a su manera. Quizá una película de género sin género, una de misterio, sin pistas, sin claves, con el enigma femenino como único lema...
Saludos.

miércoles, 15 de julio de 2020

Black lives matter



DETROIT es la última película de Kathryn Bigelow, y curiosamente ha pasado mucho más desapercibida de lo que cabría esperar, sobre todo por la actualidad que ha cobrado el tema de la desigualdad racial en los últimos tiempos. Sin embargo, su agotador visionado justifica muchas de las críticas cosechadas, básicamente por el regodeo, a veces gratuito, en el polémico suceso acaecido en el motel Algiers en julio del 67, en el que la brutalidad policial se llevó la vida de un joven sin motivo aparente. El film abre con brío, registrando la progresiva transformación de un suburbio negro en un campo de batalla, por algo tan nimio como la detención de unos jóvenes que celebraban en un bar clandestino. La cámara de Bigelow transita de la urgencia documental al escrutinio minucioso en espacios íntimos, pero el desfase entre ambas miradas se nota demasiado, y deja tambaleándose una historia tan potente como descompensada, incluso mucho más que desmesurada. Sí, las interpretaciones son convincentes, y la forma de contarlo es valiente, sin la habitual demagogia de, por ejemplo, Spike Lee; pero hay algo que no termina de encajar en sus dos horas y media, una especie de cojera arrítmica, lo que le resta el empaque que la historia necesita para encontrar su propia voz.
En ningún modo es una mala película, pero podría haber dado muchísimo más de sí.
Saludos.

martes, 14 de julio de 2020

Malbien



La primera duda tras ver ARKANSAS es inevitable: ¿He visto una buena película o una mala película? Yo no sabría decirlo, pero hay puntos a favor por lo primero, como otros tantos que no lo son tanto. Es una ópera prima, y eso hay que valorarlo, porque el actor Clark Duke ha logrado realizar un típico thriller sobre traficantes de mayor o menos grado, sin que se le note la bisoñez. Aunque hay cosas en las que sí se le nota, y chirría. La película adopta varios puntos de vista, y transita del humor socarrón a la violencia explícita, de la verborrea incontinente a inesperados lagos en calma. Se nota la ambición por por la exigencia, intentar que el relato avance sin lugares comunes, pero éstos van apareciendo como champiñones, inevitables. Es un film que se parece a Tarantino, y también a los Coen, en el que otra vez sale Vince Vaughn como en la penúltima de Zahler, y en el que hay clímax bien traídos, pero que quedan diluidos por un uso de la elipsis cuanto menos discutible. Ni siquiera sabría decir si es corta o larga; se hace larga cuando muchos hilos quedan sin conectar, pero corta por ello mismo... No sé, es una película que hubiese dado para una serie, con mayor desarrollo de personajes, pero quizá da igual, quizá sólo es un debut templado y hay que esperar algo con mayor enjundia.
Saludos.

lunes, 13 de julio de 2020

Sangre de mi sangre



A principios de este fatídico mes de Marzo, estrenaba Netflix la tercera temporada de CASTLEVANIA. Sí, aquella mítica saga de videojuegos, hoy hecha serie animada, y que reconozco que sólo he reparado en ella recientemente, por lo que he aprovechado el confinamiento para ver sus tres temporadas, que no son demasiado largas, he de decir. Lo que sí es necesario señalar es la diferencia entre las tres. Si la primera (sólo cuatro episodios) está enteramente dedicada a la figura de un Drácula, si se quiere "humanizado" por el amor que profesa a su esposa, la segunda se centra más en la introducción y desarrollo de personajes que serán capitales en la tercera, en mi opinión la mejor, más completa y satisfactoria, y que presenta la batalla ¿final? entre los vampiros y sus cazadores. Sí, porque de eso, básicamente, va CASTLEVANIA, de un mundo en el que humanos y vampiros conviven a duras penas, se enfrentan, e incluso son capaces de forjar alianzas impensables. Drácula, enamorado, jura destruir a la humanidad que ha quemado en la hoguera a su esposa; Trevor Belmont, perteneciente a un legendario linaje de cazavampiros, llega para destruir al enloquecido Drácula; mientras, Alucard, su hijo, recoge su herencia a regañadientes, pues odia más a su padre que a los humanos; y en paralelo, cuatro hermanas vampiras conspiran para dominar el mundo, gracias a la sumisión de un maestro forjador, hechiceros con la habilidad de esclavizar y potenciar a cualquier ser muerto. En definitiva, una serie amena, no apta para todos los públicos, y que se ve prácticamente de un tirón; y para los nostálgicos de aquella conmoción ochentera perpetrada por Konami... Qué diablos, seguro que también les gusta...
Saludos.

domingo, 12 de julio de 2020

Rincón del freak #414: Sobre la apropiación indebida



A todos los que nos bombardean hoy día con pildoritas ochenteras, intentando convencernos de lo chulos que fueron aquellos años, cuando en realidad ni siquiera estuvieron allí. Yo estuve, y las cosas te gustaban mientras tuvieras la inocencia y la capacidad de asombro intactas, pero luego había otras muchas cosas que deberían haber hecho caer el peso de la ley sobre quien correspondiese. A RETURN TO SALEM'S LOT es una desvergüenza total, peor que una copia, un insulto a Stephen King (que no quiso saber nada de ella) y la constatación de que Puede que Larry Cohen haya sido el director con más caradura de la historia. Les cuento: Michael Moriarty es un antropólogo con mal carácter que está en la selva investigando a una tribu antropófaga; cinco minutos después está en Yanquilandia porque ha recibido una llamada de su ex esposa, para que se haga cargo de su hijo, al que no ha visto en años. En el aeropuerto decide llevarse al chaval a Salem's Lot, porque da la casualidad de que tiene familia allí, o eso dice. Allí todos son vampiros, aunque tienen esclavos a los que llaman zánganos y en realidad beben sangre de vaca... Salen los típicos punkis de pendientillo, Moriarty va de aquí para allá, e incluso deja encinta a una bella chupasangres, y el niño presencia una boda infantil, mientras al padre le piden que escriba una biblia vampírica, por lo de la posteridad y eso. La cosa se redondea con caretas de goma para caracterizar a los monstruos y lo mejor de todo: ¡Samuel Fuller!... Desconozco si Fuller era amigo íntimo de Cohen o si le debía dinero, pero allí estaba el mítico cineasta haciendo de cazador de nazis metido a cazador de vampiros... La película, por llamarla de alguna manera, es terrible, una miseria en imágenes, y no se comprende muy bien en qué estaban pensando los productores cuando decidieron hacerla, e incluso copiar (literalmente) el cartel promocional de la de Hooper, que hay que tenerlos cuadrados...
Olvídense de ella, no la vean, no sean necios...
Saludos.

sábado, 11 de julio de 2020

Placer culpable 2



25 años después, la Warner se atrevió a "actualizar" la miniserie de 1979, y repitió el formato, y lo curioso es que no es el gran bodrio que se podría haber esperado. Primero porque, aun con todas sus obvias limitaciones, este SALEM'S LOT, de 2004, intenta ser aún más fiel al libro de Stephen King, lo que curiosamente ralentiza su ritmo interno, aunque se convierte en una versión más "esclarecedora" si se quiere. El reparto, algo irregular, acierta en los nombres menos conocidos, pero patina con un acabado Rob Lowe como un protagonista más que soso, y dos villanos que salen muy poquito, supongo que por presupuesto, porque eran nada menos que Rutger Hauer y Donald Sutherland. No sé, es raro, porque mejora a la de Hooper en la coherencia del relato, pero le fallan los momentos míticos, como las macabras visitas de los vampiros o la incursión final en la mansión Marsten. Son de nuevo tres horas que se pueden ver de una sentada, entretenida y sin muchas pretensiones. O lo que es lo mismo: un telefilm de cierta calidad.
Saludos.

viernes, 10 de julio de 2020

Placer culpable 1



Si saben a lo que me refiero me entenderán. SALEM'S LOT fue la adaptación que Tobe Hooper realizó, allá por 1979, de la segunda novela de Stephen King, y que aquella segunda cadena emitió en formato de miniserie, si no me equivoco en tres episodios de una hora. La he vuelto a ver aún un par de veces más durante todo este tiempo, y aún conserva gran parte de su encanto, algo inocente, pero que da como resultado una entretenida y curiosa historia de vampiros, aunque la novela (en mi opinión de las mejores de King) contiene un sustrato interior al que no se llega a rozar, pese a las tres horas empleadas. Hooper, especialista de lo truculento, sufre a la hora de engarzar diálogos y situaciones, pero da el todo por el todo en algunas secuencias clave, como la aparición de los vampiros, a cual más inquietante (la foto que ilustra es una de mis pesadillas recurrentes). Vista 40 años después, aún podemos estremecernos con los extraños socios Straker & Barlow, flipar con el escritor que interpretaba el rubio de "Starsky & Hutch", o descubrir a una joven Bonnie Bedelia antes de ser rescatada por Bruce Willis; incluso el gran James Mason tomó parte en este clásico, involuntariamente de culto, y con el que seguiremos durante el fin de semana, pues no acaba aquí todo el jugo sacado a esta historia del genial Stephen King.
Saludos.

jueves, 9 de julio de 2020

Los follamentes



El afán completista nos lleva a fijarnos en aquellos directores con los que, de una manera u otra, se ha ido formando nuestra cinefilia. Es el caso de David Cronenberg, asiduo de estas páginas, pero del que hemos reparado en cierta dejación hacia sus primeros títulos, asunto que intentaremos solventar en la medida de lo posible de aquí en adelante. Y empezando por el principio, su primer largo data nada menos que de 1969, y aunque no sea ni mucho menos nada del otro jueves, sí es cierto que un jovencísimo Cronenberg (26 años) ya mostraba muchas de sus obsesiones y referentes estéticos. STEREO es una hora escasa de autismo extremo, en el que el director canadiense parece inmolar el relato distópico a base de conjuntar imágenes en B/N, bajo una narración en off, casi en clave documental. Se entiende lo que se dice, pero no el porqué, y en apenas diez minutos queda clara la previsible pedantería del estudiante de cine, armado de escasos 3500$, y que pretende erigir una especie de distopía que amalgama seres telepáticos, totalitarismo social, experimentos genéticos y sexualidad de laboratorio. Sí, puro Cronenberg, dirán algunos, pero francamente, esto es una chorradita que no se la podemos perdonar ni a él, por mucho que veamos asomar SCANNERS o VIDEODROME, muy, pero que muy a duras penas.
Saludos.

miércoles, 8 de julio de 2020

La linterna mágica



No me quedaba otra que hablar de CINEMA PARADISO, es así. Hay tanto donde elegir para acercarnos a Ennio Morricone, que resulta abrumador, pero si hay una banda sonora que se agarra a tu corazón, lo pellizca fuerte, y ya no lo suelta, es la de este precioso film que, de una manera u otra, no vimos venir. A mí me pilló justo cuando más interés le estaba poniendo a esto del cine, y mi figura era la de Totò, o más bien quería serlo, porque yo quería entrar en el sitio del que salía esa luz prodigiosa, desde donde se esculpían los sueños en celuloide. Tornatore apenas había hecho una película y pasaba de la treintena, pero seguro que había visto mucho cine, y sobre todo había "estado" en muchos cines, cuando aún esa frase cobraba todo su sentido. Estructurada entres partes bien diferenciadas, la infancia, juventud y madurez de Totò en el ficticio pueblo siciliano de Giancaldo, la narrativa de Tornatore es nostálgica al tiempo que pedagógica. Y somos testigos de su extraña orfandad, con su madre esperando a un marido muerto en Rusia; los primeros escarceos amorosos, en realidad un amor imposible y que se prolonga en el tiempo, incluso cuando, ya mayor, y convertido en director de cine, vuelve a ver a aquella chica que esperaba cada día bajo su ventana. Pero si algo es CINEMA PARADISO, lo encontramos en la relación entre Totò y Alfredo, el operador del cine (maravilloso, inolvidable Philippe Noiret). Ahí cobra sentido toda la sensiblería, que amenaza con apoderarse de una película al borde de todo, de las lágrimas, del ridículo, del magisterio, o de esa cosa sin nombre que de vez en cuando nos devuelve un aire cálido y confortable, y nos recuerda que, más allá de lo que somos, siempre seremos lo que fuimos.
Si no lloran viéndola es que no les queda corazón, a mí me basta ver la platea repleta con la maravillosa música del maestro Morricone de fondo.
Una delicia.
Saludos.

martes, 7 de julio de 2020

Dioses y monstruos



Otra de las composiciones más espectaculares de Ennio Morricone es, no hay duda, THE MISSION. De hecho, ni se entiende la película en sí, ni a estas alturas conozco a nadie que logre disociar lo uno de lo otro. Y es curioso, porque esta epopeya postcolonial, que juega al acercamiento tramposillo a Herzog, habría sido mucho mejor si se hubiese quedado en las imágenes, obviando un discurso tan pretencioso como deslavazado. Es así, después de dos horas agotadoras, metidos hasta las trancas en la Amazonia, estamos como aturdidos; yo la vi muy joven, en el cine, y no entendí nada, excepto que me flipó el crucificado cayendo por la catarata, y que aquella banda sonora la ponían hasta en los 40 principales, lo juro. Robert De Niro y Jeremy Irons lo ponen todo, y aun así falta química y sobra frialdad... pero qué bien tiran las flechas con los pies... Todo el rollo del esclavista metido a jesuita como que no te lo crees... hasta que lo ves al tipo escalar una montaña arrastrando unas corazas... Es decir, que tenemos una cáscara reluciente, circunspecta, magnánima, pero cáscara al fin y al cabo... Y luego está Morricone, y el resto te da todo igual ante esos hermosos sonidos... Así es.
Saludos.

lunes, 6 de julio de 2020

Los hombres sin nombre



Ennio Morricone daría, por sí solo, para hablar largo y tendido; tanto como de un director o de un actor, tal es su impagable legado. Con un pie en la vanguardia y otro en la tradición de raíz, el compositor romano es uno de los nombres clave para entender los últimos 50 o 60 años de cine, y su muerte nos deja un poco más huérfanos, pero también supone la oportunidad de efectuar un breve repaso por una carrera para la que necesitaríamos meses. Y una de sus obras más paradigmáticas, no tengo ninguna duda, es PER UN PUGNO DI DOLLARI, primer spaghetti western de Sergio Leone, y en el que Morricone prácticamente reinventa la noción de banda sonora, con una partitura expresionista, formada por una incesante guitarra eléctrica (muy Shadows) y un silbido fantasmal, que brota desde algún lugar tras los rostros hieráticos de Clint Eastwood, Lee Van Cleef o Gian Maria Volonté. El primero es un cazarrecompensas, un hombre "sin nombre" con el único propósito de ir tras el botín más suculento. El segundo es un ex militar, que aparentemente tiene el mismo dudoso oficio, pero que en realidad va tras el tercero en discordia, "El Indio", un asaltabancos desquiciado y escurridizo, que planea un gran golpe desde hace tiempo. Leone las hizo mejores después, es cierto, pero no lo es menos que aquí empezó a gestarse toda una forma de entender el cine, insoportable para unos, fascinante para otros. Eran los años sesenta, estábamos en Almería y los astros comenzaban a conjuntarse de una manera un tanto extraña. Mañana continuaremos...
Saludos.

domingo, 5 de julio de 2020

Rincón del freak #413: Explota, explota me explo...



La exploración, profunda e indiscriminada, de los fondos de catálogo puede resultar una experiencia francamente sorprendente. Así, hay un inacabable corolario de títulos simple y llanamente ignotos, artefactos que no pudieron llegar a estrenarse en salas y fueron directamente a la televisión. Eran los tiempos del telefilm, y los que rondan mi edad nos hemos tragado una enormidad de ellos en aletargadas tardes dominicales. No eran series, pero bien podrían haber sido el piloto de muchas de ellas, aunque sí tenían, prácticamente todas, un hilo en común: aunaban a jóvenes que peleaban por asomar la cabecita junto a antiguas pseudoestrellas en franco declive. De casualidad he tenido la "suerte" de toparme con NIGHTMARE IN BADHAM COUNTY (aquí fue ALAMBRADAS DE CRISTAL), un curiosísimo telefilm que recordaba vagamente, y que contiene todos los ingredientes para hacer las delicias de Tarantino; de hecho, y pese a estar a años luz del talento del mismo, uno sonríe al ver la avalancha de referencias en muchos de sus films. El argumento es demencial, con dos jovencitas que se van de vacaciones y son detenidas por un policía corrupto (un ajado Chuck Connors), que viola a una de ellas mientras las tiene entre rejas; al ser juzgadas, la muchacha se lo cuenta al juez, que es igual de corrupto, y de una pequeña multa las envía a una especie de campo de trabajo por falso testimonio. Allí las pasaran canutas, recogiendo hortalizas y sometidas a toda clase de vejaciones por las oficiales, que tienen el dudoso hábito de entretenerse carnalmente con las reclusas. Seguro que les viene a la mente la palabra exploitation, y así es, un calamitoso y desvergonzado ejercicio de blandiporno, con felpudos de la época y abundancia de carne embarrada. Una cosa que ahora mismo parece improbable hacer, pero que en los sesenta y setenta constituían gran parte de los ingresos de las cadenas televisivas, que obtenían grandes beneficios a un coste ridículo. Entre las curiosidades, que la protagonista era Deborah Raffin, que no pasó de esa-chica-resultona-que-he-visto-en-alguna-parte, pero sobre todo hay que destacar a la gran Fionnula Flanagan, que no se sabía muy bien qué hacía por allí, pero allí estaba...
Saludos.

sábado, 4 de julio de 2020

Regresar



Y sí, UNFORGIVEN tuvo un remake 20 años después, y se hizo en Japón, y está muy bien hecha, pero YURUSAREZARU MONO, que así se llama, arrastra un ineludible problema: ya estaba hecha. Con todo, esta versión es tan fiel al original como novedosa, introduciendo el motivo de los ronin, que le da un empaque si se quiere diferente. La dirigió Lee Sang-il, director coreano que nació en la prefectura de Niigata, y que ha desarrollado toda su carrera en el país nipón. Así, sin desviarse en exceso del guion de Webb Peoples, el director y guionista se lleva la historia hasta el Japón de mediados del XIX, estableciendo múltiples concordancias con dicho tiempo y lugar, y el lejano Oeste, en un asombroso ejercicio de mímesis argumental. Es cierto, Ken Watanabe no es Clint Eastwood, pese a que es capaz de componer un protagonista de una pieza, el atormentado ex asesino Jubei, que lucha incesantemente por dejar su sangriento pasado atrás. Una película muy bien rodada, repleta de momentos de brutalidad y belleza, sin componendas, y que pasó muy desapercibida en su momento, teniendo en cuenta en qué está basada. Al igual que su protagonista, supongo que no debe ser fácil mirar hacia atrás...
Saludos.

viernes, 3 de julio de 2020

Volver



Caí en la cuenta de que tampoco había hablado hasta ahora de UNFORGIVEN. Imperdonable, por supuesto. Son estas cosas que se te pasan sin que sepas muy bien por qué. Y eso que debo haberla visto un buen puñado de veces desde que la estrenaron; era la primera vez que veía un western en pantalla grande, y es por ello que amo este género, porque son películas hechas para verse a lo grande. UNFORGIVEN es muy grande y muy pequeña también, una pequeña historia que habla de cosas muy grandes; del destino, del odio, la justicia, la crueldad. Pero también habla de una forma inusual de un mundo idealizado hasta el extremo, en el que cada acto parece estar definido de antemano. No es así en el magistral guion de David Webb Peoples, que desde el arranque marca una tendencia clara: todo lo que ocurra es susceptible de verse alterado. El motor principal es el truculento episodio, en el que una prostituta es marcada a cuchillo; sin embargo, no sabemos muy bien qué tiene esto que ver con William Munny, el ex pistolero, ex asesino, retirado a una ínfima granjita de cerdos junto a sus dos hijos, y llorando en silencio ante la lápida de su mujer, fallecida a los 29 años. Y menos aún, cuando las prostitutas deciden tomar venganza por lo sucedido, porque se introduce a otro personaje (Bob "el inglés"), que sirve asimismo para dimensionar la figura de "Little" Bill, un sheriff despótico y psicopático. Es decir, que el rodeo que se toma el film para llevarnos hasta su implacable tercio final es absolutamente maravilloso, y mucho más moderno que el de otros cineastas que suelen no resistir la comparación con Eastwood. He sentido cosas muy diferentes a medida que me he enfrentado a esta impresionante película, en mi opinión la cumbre de su director y uno de los westerns más grandes de todos los tiempos, sin medias tintas; y en esta ocasión, dejando aparte las frases lapidarias, las monumentales actuaciones o los momentos de calma que preludian el desastre, me ha fascinado todo ese rodeo a modo de regodeo, pero que cobra todo su sentido a la hora de remarcar el doloroso destino de cada personaje en esta historia inolvidable, irrepetible...
Obra maestra absoluta.
Saludos.

jueves, 2 de julio de 2020

Reloj de plata



Una cosa lleva a la otra. Uno ve un precioso homenaje en imágenes a John Wayne, e inmediatamente cae en la cuenta de lo rápido que pasa el tiempo; tanto, como que hacía nada menos que cinco años que no escribía nada sobre John Ford, y al maestro conviene no olvidarlo nunca. Y entonces busco, elijo, encuentro SHE WORE A YELLOW RIBBON y convengo que no ha envejecido un ápice, y tiene 71 años. Y me encuentro una película soberbia, que no recordaba así, como si hubiera cobrado otra dimensión; más sosegada, más sabia, más filosófica si se quiere. LA LEGIÓN INVENCIBLE (así se llamó aquí) es casi un western cubista, un amasijo de intrahistorias en torno a las últimas horas de un hombre que se retira, aunque se resista todo y más. En apariencia es eso, pero el uso del paso del tiempo, aunque sea breve, permite que todas las subtramas se deslicen con naturalidad, encontrando su punto y momento justos. El capitán Brittles acepta escoltar a la mujer y la hija del mayor, pero al mismo tiempo debe evitar que los indios se hagan con el control de unos territorios gracias a la venta ilegal de rifles. Uno no sabe hacia dónde mirar, se solapa la emoción de Brittles cuando visita la tumba de su esposa e hijo con sus descacharrantes encuentros con el sargento Quincannon (Victor McLaglen); su amistad con los indios, que choca con la obligación de luchar contra ellos; o la caprichosa hija del mayor, jugando con sus dos enamorados (la cinta amarilla del título lo atestigua), y que vuelve escarmentada tras ver cómo se jugaban la vida. Una historia que en otras manos haría aguas, pero que Ford conjuga con mano maestra, sin grandes alardes, y con asombroso equilibrio entre los momentos íntimos y los épicos. Remachando, cómo no, con una pelea casi de cine mudo, y con una fotografía antológica a cargo de Winton C. Hoch, uno de los verdaderos padres del Technicolor, y que se llevó un merecido oscar.
Obra maestra, se la mire por donde se la mire.
Saludos.

miércoles, 1 de julio de 2020

Fin del camino



Debe ser algo frustrante tener que acabar una filmografía como la de Claude Chabrol con un film como BELLAMY, pero así era Chabrol, imprevisible dentro de su rigor, un rigor que quizá sólo él conocía y era capaz de entender, o no. BELLAMY es difícil de ubicar, comenzando por su protagonista (era la primera colaboración con Gérard Depardieu), un comisario al que pillamos de vacaciones, pero que no puede evitar seguir siendo policía, aunque sus problemas reales los tiene fuera del trabajo. Un tipo bonachón, generoso y enamorado de su mujer, a la que pide constantemente un poco más de "atención". Así, Chabrol nos introduce en una especie de comedia costumbrista, con algunos adornos policíacos, pero que acaba virando hacia una extraña clase de patetismo de andar por casa. Hay un asesinato, o un accidente, pero es más interesante ver a Depardieu con sus frustraciones sexuales, o soportando a su hermano, ludópata y alcohólico. No sé, parece como la peor película para despedirse, y es curioso, después de una carrera tan larga, pero así es, y así se lo hemos contado, incluso con una pandemia de por medio, porque tampoco nosotros paramos, por supuesto...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!