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lunes, 10 de octubre de 2022

Familia política


 

Ésta no la vimos venir, que en su caso vendría a ser que nos la han colado de alguna manera bastante deshonesta, porque donde unos ven un homenaje otros olemos el oportunismo más burdo. El título no es casual, ROB ZOMBIE'S THE MUNSTERS, y es el ejemplo perfecto para dar una explicación a una película realmente inexplicable. Esta versión del original televisivo ni siquiera llega a ser una actualización cinematográfica, porque Zombie prescinde de ese formato y entrega un "episodio piloto" en un desganado digital, repleto de cartón piedra y sólo sustentado por un buen trabajo de maquillaje. Y es que la gracia de la serie era precisamente su formato, no ser más que una sucesión de píldoras extravagantes, que nos obligaba, en su vertiente pop, a vernos y reírnos de nosotros mismos. Lo que Zombie propone es una estampida de estas píldoras, encadenándolas hasta casi las dos horas, sin que esto sea necesario ni pertinente. Ya digo, creo que va a decepcionar gravemente a los muchos fanáticos de la serie, mientras que los profanos apenas van a atisbar un subproducto más de Netflix, y no uno que puedan considerar divertido ni original.
Una lástima, pero también es signo de estos tiempos tan adulterados.
Saludos.

sábado, 1 de julio de 2017

El slasher abstracto (o ensimismado)



No es casualidad, ni motivo de extrañeza, que el último film del músico y cineasta Rob Zombie se estrenara en Sundance. La deriva del cine de Zombie ha ido adquiriendo unos tintes que bien podríamos calificar de experimentales, fuera de los parámetros de la industria convencional, incluso de la que promulga productos similares a los suyos, slashers de serie Z, a la vieja usanza, con nulo gusto por los efectos digitales y una querencia enfermiza por manchar a señoritas poco arropadas con salsa de tomate. 31 es una película que quizá no guste tanto a los fans del género, un espídico paseo por una especie de recreación del infierno, al que llega un grupo de amigos que representan el ideal setentero de comuna liberada de dogmas sociales. Desconozco si al señor Zombie le ha dado la vena conservadora y babea filmando la penitencia de quienes se atrevan a ser libres; no creo que sea así, pero su texto no es algo que no hayamos visto antes, y sí que arriesga en lo conceptual, dotando a la película de una estética de cómic descarada (planos congelados que dan paso a encuadres de viñeta... presentación exclusivista de cada uno de los personajes). Como si intentara fusionar al Tarantino más salvaje y al Batman de "Arkham Asylum", Zombie filma en sincopado, a hipidos, resintiendo una historia que habría sido más interesante con un guion más elaborado y apoyado, apenas, en algunos parlamentos pretendidamente filosóficos y un retablo de deformidades que incluyen lindezas como enanos chicanos nazis, gigantes alemanes con tutú o payasos con motosierra. Y repito: el concepto visual lo maneja este señor, pero contar algo inteligible como que no.
Saludos.

sábado, 24 de enero de 2015

La estampa y el movimiento



Yo ya conocía a Rob Zombie desde hace bastante tiempo por su banda, White Zombie, que era más un tumulto de referencias y tributos por parte de un rendido iconoclasta, que una banda de rock al uso. Aquella fórmula tenía poca vida, así que Zombie se recicló en director de cine, actividad que le ha ampliado el campo de acción considerablemente y le ha revelado como un cineasta solvente teniendo en cuenta la temática que inunda sus películas. No había visto nada suyo anteriormente, y confieso que recelaba y no tenía muchas ganas, hasta que el otro día me puse con THE LORDS OF SALEM. Se trata de una película atípica, anticlimática, distanciada de lo que se suele hacer en Hollywood en materia de horror, y casi diría que ni siquiera es una película de horror, sino un cúmulo de obsesiones estéticas que bebe de muchas fuentes, pero cuyo verdadero referente no es otro que Alejandro Jodorowsky. Claro, el impedimento de Zombie es (hasta que se libere de estas ataduras, que por otra parte tanto le han ayudado) instalar una cierta sensación de terror en un puñado de imágenes que buscan el impacto sensorial más que la lógica narrativa; ahí, el chileno era un maestro, y apenas se preocupaba por el hilo conductor, pues su prosa era precisamente el asalto a nuestros sentidos, su provocación. Desgraciadamente, teniendo en cuenta que Jodorowsky ya venía de empaparse, sobre todo, al primer Buñuel, convengamos en que el experimento a Zombie le viene grande; hay una gran distancia cualitativa entre los momentos "convencionales" y los "alucinados", y casi prefiero estos últimos, ya que los primeros imprimen poca emoción al conjunto y terminan siendo tediosos. Por explicarla brevemente, me parece que es una celebración de lo pagano frente a lo institucional, una lucha por lo atávico en un mundo hiperindustrializado... Ya, vale, es cool, tío. Ahora sólo nos queda creernos a Sheri Moon en todo ello...
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!