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miércoles, 7 de julio de 2021

Películas para desengancharse #86


 

Era inevitable traer a BARTON FINK aquí. Ya me parecía una proeza haberla pospuesto durante tanto tiempo, pero qué mejor retruécano que éste, tratándose de la mejor película acerca de la procrastinación. El equilibrio entre lo que sucede dentro de la cabeza y fuera compone el tema principal de esta película, elaborada como un cuento gótico, pero realizada en clave de cine negro. Y no es ni una cosa ni la otra. Para entendernos, es muchas cosas: una corrosiva crítica a los férreos sistemas de control creativo de Hollywood, pero también a los "creadores pretenciosos", buscadores de una pureza inexistente dentro de los márgenes de la industria del entretenimiento. La excusa es la intensa figura de Fink (John Turturro en su mejor papel), que triunfa en New York con una obra "socialmente comprometida", y que empieza a recibir parabienes con ese único éxito; pero la realidad se impone, y su editor lo envía a Hollywood, para ingresar en la magra nómina de escritores anónimos para ignotos films de serie B. No nos engañemos, porque los Coen no lo hacen. Son los años 40, y la figura del autor total parece más una broma entre snobs descarriados que una realidad. Sin embargo, la historia muta hacia otros territorios, convirtiendo el siniestro hotel donde Fink se aloja en un personaje más, y haciéndonos ya dudar sobre si no será todo lo que estamos viendo una representación idealizada desarrollándose en la maltrecha psique de este escrito "sin ideas", el gran procrastinador, que se va internando en algo más terrible que el fracaso, como parece representar el antológico personaje interpretado por John Goodman. Porque lo peor no es el fracaso, es el olvido...
30 años después, no ha perdido ni un gramo de vigencia.
Saludos.

viernes, 15 de marzo de 2019

Aquella vieja América



También se fue de vacío, aunque esta vez de los oscar, THE BALLAD OF BUSTER SCRUGGS, con la que los hermanos Coen recuperan gran parte de la sorna que les hizo famosos con sus primeros trabajos, aunque es cierto que el carácter episódico le resta empaque al conjunto, y se atisba un nivel irregular, con algunos momentos de traca y otros que pertenecen desde ya a lo mejor de su filmografía. Con la excusa de presentar un libro de relatos sobre el viejo Oeste, la película intenta capturar diversos instantes de un tiempo mítico y pretérito, del que se ha hablado, escrito y filmado mucho, pero del que se ha mitificado aún más. La historia que abre es la que presenta al personaje del título, Buster Scruggs (un hilarante Tim Blake Nelson), mitad trovador del cancionero clásico y mitad pistolero cuasi infalible, cuyo carácter desenfadado no le libra de tener que batirse en duelo constantemente. Un arranque estupendo y que determina el tono general de la película, que sin embargo baja bastante en el siguiente episodio, excesivamente descuidado y en el que James Franco interpreta a un atracador que encuentra más dificultades de las previstas para llevarse el dinero de un desvencijado banco en mitad de la nada, con la única oposición de un anciano cajero. Podría haber dado para mucho más. El tono cambia radicalmente en el tercer segmento, donde Liam Neeson interpreta a un buhonero que se gana la vida ofreciendo actuaciones del "fenómeno que encontró en las calles de Londres", un joven sin extremidades que recita largos pasajes de Shakespeare y remata con un famoso parlamento de Abraham Lincoln. Sin embargo, la audiencia va disminuyendo y el buhonero tendrá que tomar una decisión drástica, que los Coen son capaces de rodar con elegancia y suma inteligencia. Luego, de nuevo hay un cambio radical, con un irreconocible Tom Waits interpretando (magistralmente, en mi opinión) a un viejo buscador de oro, que cree haber dado con un filón en la orilla de un apartado río. Aquí brilla con luz propia la excepcional fotografía de Bruno Delbonnel, alcanzando cotas casi de puro hiperrealismo e ilustrando un episodio francamente memorable. Le sigue el que creo que es el mejor de todos los episodios, o al menos el de guion más elaborado, con una joven tímida y poco agraciada (estupenda Zoe Kazan) que se embarca en una caravana junto a su hermano, para casarse con un supuesto prometido que éste se ha encargado de buscarle, pero el hermano muere enfermo y ella queda totalmente desprotegida. Pero uno de los guías de la caravana termina por cogerle cariño y le hace una proposición conveniente para ambos cuando la caravana llegue a su destino. El desenlace, sin embargo, tan inesperado como brillantemente resuelto, da cuenta de las muchas vueltas que puede dar el destino, incluso cuando hagamos lo posible para que éste no cambie. De lo mejor que han rodado los Coen en muchísimo tiempo, y los que hayan seguido su filmografía pueden corroborarlo y confirmarlo. Y para terminar, un episodio que, sin estar mal rodado, da la sensación de quedarse a medias de casi todo lo que propone. Un típico relato oral a cinco bandas en el interior de una diligencia, en el que coinciden un trampero, una señora de edad que va a reunirse con su marido, un jugador de cartas, dos cazarrecompensas y el cuerpo del último tipo al que han dado caza y que deben entregar. Imagino que los Coen querían clausurar el film con una especie de lección moral y metafísica, e intuyo que no pueda leerse literalmente, sino como ese "final de trayecto" que a todos nos llega de un modo u otro.
En definitiva, una estupenda película, que no entiendo cómo no ha tenido mayor repercusión, y que vuelve a insuflar vida a unos cineastas a los que todavía les queda muchísimo por contar.
Saludos.

domingo, 5 de febrero de 2017

Rincón del freak #257: La mirada satinada



Por muy increíble que parezca, es ya la segunda ocasión en que el cine de los hermanos Coen aparece en sesión dominical. Cine que, vaya por delante, me ha ayudado a comprender mejor los entresijos de la creación cinematográfica con un puñado de obras maestras y otras que, sin llegar a dicha categoría, son películas maravillosas. Pero parece que los Coen, si no podemos hablar abiertamente de crisis creativa (ahí están barbaridades como INSIDE LLEWYN DAVIS), sí deberíamos hacerlo de un más que probable atisbo de autocomplacencia galopante. En HAIL, CAESAR!, los Coen están encantados de haberse conocido, aunque no llegan a concretar si en mejores épocas que ésta, y en un guion tan delirante y una producción tan coral se habría echado de menos una pizquita más de concreción, y no esa dispersión que da como resultado una colección de "números", a la mayor gloria de algunos actores, mientras que otros pasan directamente desapercibidos. No sé, no me ha gustado, aunque me la esperaba mucho mejor, una especie de divertimento inteligente, pero los personajes están poco conectados, apenas por dos o tres excusas argumentales; y pese a que hay un par de actuaciones memorables, las de Josh Brolin y Alden Ehrenreich, el resto, aunque viste mucho, aporta poco, comenzando por un George Clooney tan perdido como su propio personaje, uno de los protagonistas más endebles de todos los que los Coen nos han ofrecido. Seguiremos esperando...
Saludos.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Películas para desengancharse #21



Mucho me temo que este dispar y alucinado monográfico, repleto de sustancias de procedencia y finalidad dudosas, no habría estado completo sin un guiño a los hermanos Coen. Ahora bien ¿de qué película suya me parece que habría que desengancharse? Dejando aparte su calidad, y sobre todo su influencia en una gran cantidad de directores y guionistas posteriores (y haría hincapié en el sorprendente y celebrado auge de la ficción televisiva), no me cabe la menor duda de que ese título debe ser THE BIG LEBOWSKI. Ahora conocemos con pelos y señales la trayectoria de los Coen, hemos asistido a su consolidación y también a una última etapa (reciente) en la que parecen querer escapar a cualquier tipo de encasillamiento, eliminando tics y jugándose incluso la fidelidad de su legión de seguidores, pero en 1998 la sensación era de que casi todo había quedado dicho en FARGO. No sólo no fue así, sino que ...LEBOWSKI fue abrazada, si no como su mejor trabajo, como un necesario punto y aparte; un dilema que resolvieron con la exageración en sus puntos más jocosos, una trama que fluctuaba entre lo delirante y lo directamente alucinógeno y los que posiblemente sean sus personajes más emblemáticos, puede que no los mejores, pero sí los que con más fuerza se han quedado en nuestro imaginario. Y por encima de todo ello, Lebowski, "El Nota"; mezcla imposible entre Homer Simpson, Charles Bukowski, Jeeter Lester y algún coleguilla de la magnífica "Regular show". A estas alturas no nos choca ver a actores de prestigio embarcados en proyectos que en otros tiempos se ponían en manos inexpertas; ahora son legión los que quieren ser como Jeff Bridges, pero ser Jeff Bridges, componer un personaje cuya comicidad está implícita en su circunstancia personal de vago, pasota y enemigo de los líos, es una tarea más complicada de lo que parece. "El Nota" es la fuerza gravitatoria alrededor de la que salpicar esta sinfonía del absurdo con los satélites, unos secundarios igualmente brillantes e insólitos ¿Por qué, por tanto, desengancharse de THE BIG LEBOWSKI ahora que es un facsímil contemporáneo? La respuesta la tienen los Coen, ellos supieron hacerlo cuando aún estaban a tiempo.
Saludos.

jueves, 30 de octubre de 2014

El after shave de los Coen y Kaurismäki



Sabía un par de cosas acerca de THE MAN WHO WASN'T THERE. Sabía que todo el mundo me hablaba de ella y que yo aún no la había visto. Sabía que era en Blanco y Negro. Puntos a favor y puntos en contra. Luego supe que a favor se tiene lo que no se espera, y que si se sabe demasiado sobre algo puede que todo se vuelva en su contra. Es, creo, la película más hierática de los Coen; y Billy Bob Thornton, Ed Crane, uno de sus mejores personajes de una galería apasionantemente larga. Luego es verdad que la película ofrece menos de lo que parece, es menos intrincada y más dada a la contemplación; es cine negro sólo porque así parece haber sido concebida, pero hay mucho de hastío existencial y cansancio metafísico en la historia de un anodino barbero cuya grisura es tal que parece desear desaparecer en cualquier momento. Es ahí donde los Coen encuentran la inspiración en Kaurismäki, en una gelidez formal inaudita y que paraliza cualquier tentación de estruendo. EL HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO ALLÍ empieza como un film de Siodmak, continúa como lo continuarían los Coen y termina con una sentencia kafkiana, allí donde el absurdo se impone por su propio e insostenible peso. Es verdad que después de verla, al fin, no puedo decir que sepa muchas más cosas... ¿pero a quién le importa?...
Saludos.

lunes, 3 de marzo de 2014

La dificultad de ser sutil en estos tiempos



¿Quién sería Llewyn Davis en esta época de supuesta crisis en la que ningún cantante pasa hambre? Eso parecen preguntar los hermanos Coen desde el lado oscuro de los focos, donde se instala esta pesimista y a ratos incluso desagradable película; tan fuera de cualquier jolgorio, tan poco condescendiente consigo misma, que si no fuera por el nombre de sus creadores no creo que hubiese obtenido ni sus dos irrisorias nominaciones (fotografía y sonido). Y me cuesta digerir que una película tan teledirigida como NO ES PAÍS PARA VIEJOS fuese una conmoción y INSIDE LLEWYN DAVIS vaya a quedar en el fondo de armario de los Coen ¿Por qué? Pues porque INSIDE..., por encima de sus complejos personajes, por encima de su sombrío y taciturno mensaje o por encima de su exquisita puesta en escena, nos devuelve la fe en ese gastado axioma que predica que en cada pequeño rincón de esta miserable existencia aún hay millones de historias esperando a ser encontradas. Y los Coen consiguen disparar en múltiples direcciones la desesperante epopeya de este trasunto de Nick Drake mucho antes de que la figura del cantautor insobornable y atormentado atrayese a nadie; porque mucho antes de que Llewyn Davis vea con el rabillo del ojo cómo un gangoso muchachito de Minnesota se encorva sobre una harmónica, lo único que ha recibido es indiferencia, negativas, burlas y hasta violencia. Davis es el mártir necesario para que los que sí tuvieron suerte un poco más tarde, pudieran empezar a escribir con resplandecientes letras de oro. Luego podemos hablar de la película, de si Oscar Isaac consigue un hito al componer un antihéroe repleto de ternura (y no ternurismo), o si los fabulosos momentos musicales llegan exactamente cuando tienen que llegar, que es cuando menos los esperas. Podemos hablar de qué coño nos importan aquella lejanísima bohemia del Village, pero nada de eso nos apartará de la que es, por derecho propio, una de las mejores películas de los hermanos Coen.
Por cierto, atentos a este nombre: Garrett Hedlund.
Saludos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

El maravilloso mundo de los idiotas



He vuelto a ver FARGO, que era algo que me había prometido hace mucho tiempo; creo que es la tercera vez. La primera no me enteré de nada, no sabía qué movía a los personajes a ser como eran (ojo, no a hacer lo que hacían), ni tampoco me mojé las bragas con su espartana puesta en escena. La segunda aún fue peor, pues, sabiendo como sabía el desenlace, sólo me quedaba disfrutar con el trabajo de los Coen, pero me seguía pareciendo una película demasiado rutinaria (y más con la perspectiva de todos sus films posteriores) como para elevarla a los altares. Cine negro hay mucho, de muy diversos pelajes, dosificados por presupuestos, calidad del guion o la indescifrable atmósfera que a veces le da ese toque único con regusto a buen whiskey; pero cada vez está más difícil sorprender. FARGO tiene ya quince años, como digo la he vuelto a ver por tercera vez y tampoco me dice gran cosa, pero al menos le reconozco un valor que quizá pasé por alto: su extraordinaria concisión. En un mundo actualmente dominado por el relleno innecesario, movido quizá por una injustificada justificación de presupuestos en plena crisis económica, los Coen no ponen más que lo que necesitan, que no es mucho; apenas una hábil escisión entre el delito que se va a llevar a cabo y la subsiguiente cadena de crímenes y la entrada en escena de la agente Marge, a la que le bastan dos interrogatorios y un golpe de suerte para "encontrar" a los desastrados malhechores. Me gustó mucho otro aspecto, pero está tan descuidado que en el segundo tramo de la película ya no parece interesar, y sin embargo podría haber salido una magnífica sátira social; me refiero a los oscuros intereses del suegro de Jerry Lundegaard, que no sólo lo arrinconan en su propia familia sino que le llevan incluso a desearle la ruina económica. Ahí había material inflamable para meter el dedo en la llaga, pero también es cierto que la película habría sido otra muy diferente; en lugar de ello, los Coen se son fieles a sí mismos y se empecinan en su desfile de retrasados mentales que hablan sin mirarse, como si decir sandeces todo el rato fuese algún tipo de síntoma de normalidad. No sé, francamente, no me parece una bazofia ni mucho menos, se ve sin mayores problemas y es entretenida, pero está a años luz de, por ejemplo, MILLER'S CROSSING, aunque no tengan nada que ver, ni en fondo ni por supuesto en forma. Y que conste que esta reseña no viene dada por los resultados de ayer... no sean suspicaces...
Saludos nevados.

domingo, 27 de marzo de 2011

Rincón del freak #20: Pequeños altibajos en filmografías (casi) intachables



Cuando los hermanos Coen decidieron rodar una adaptación de la obra maestra de Alexander MacKendrick, puede que subestimaran su valor real como el mejor ejemplo de comedia negra y sutilidad a la hora de conjugar lo zafio y lo elegante, algo expresamente implícito en la trama, de una ambigüedad moral tal que es capaz de congelar todas las risas posibles. La trama, aquí, es trasladada a un Sur de Estados Unidos caluroso y apacible, en el que se presenta el excéntrico profesor Dorr, ataviado con una gabardina y presentado como director de orquesta y que alquila una habitación a la dulce anciana Marva Munson. Poco a poco irán llegando unos personajes bastante "particulares" con el fin de ensayar en el sótano, aunque en realidad sus intenciones son otras muy distintas, puesto que lo que se supone como un quinteto de música clásica no es más que una vulgar banda de ladrones que realizarán un túnel desde dicho sótano hasta un casino flotante sito en las proximidades de la casa de la señora Munson.
Amén del pintoresco carrusel de personajes, a cuál más freak y con especial mención a esa improbable pareja de pseudo-tiroleses llamados Garth Pancake y Mountain Girl... !!!, debemos ser justos y admitir que asquí los Coen se equivocaron de todas todas; no basta con la intención, ni siquiera con el homenaje o la recreación, porque precisamente se trata de unos autores que siempre intentan imprimir un marchamo propio a cada nuevo proyecto (el ejemplo más claro es la reciente TRUE GRIT, otro remake), algo que en LADYKILLERS apenas asoma en escasos detalles que no se encuentran entre lo mejor de su ya vasta filmografía. Hay momentos, claro, y Tom Hanks hace lo que puede con un personaje siempre al borde del ridículo, pero su escasa hora y media se hace insoportablemente larga y uno sólo espera que se mueran todos y que se acabe ya, porque apenas nos conmueven las rarezas del grupo de atracadores más improbable que hemos visto en el cine. O dicho de otro modo: comportarte como si fueras inglés no te convierte necesariamente en inglés.
Saludos aniquiladores.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¿Notable alto?



No suelo poner nota a las películas, me parece reduccionista y molestamente autocomplaciente y poco exigente con uno mismo; dicho esto, TRUE GRIT (versión hermanos Coen) es a la autoría lo que un bloguero a una crítica cinematográfica. Esto es: depende de cómo dicho bloguero haga suyo lo que escribe, así, los Coen revisitan, remodelan y reinteriorizan tanto la novela de Charles Portis como el magnífico film de Henry Hathaway, pero no reinventan nada que no hayamos visto demasiadas veces como para que ya apenas nos sorprenda casi ninguna "nueva vuelta de tuerca". TRUE GRIT clama por viajar en el tiempo y enclavarse en otra época, otro Hollywood donde, irónicamente, creo que los Coen no encajarían demasiado bien; su cadencia, sus diálogos, su reposado sentido del humor, sus continuos golpes de emoción (con un final antológico y no apto para corazones sensibles), son reverberaciones de un cine clásico que siempre ha subyacido en las películas de estos inconformistas del sistema. La historia es de sobra conocida, así que me centraré en otros aspectos, como las interpretaciones; no es el mejor papel de Jeff Bridges, pero tampoco le hace falta, porque Bridges ya sólo hace de sí mismo y ha alcanzado tal grado de maestría que, al igual que aquel último John Wayne, que ganó su único oscar por su Rooster Cogburn, le basta con una mirada (esta vez ciclópea), un gesto o una sonrisa de través para llenar la pantalla. Matt Damon está correcto y la "media lengua" le viene fenomenal; y la niña pues hace de niña repelente pero determinada, aunque me gustaba más Kim Darby que tenía más gracia. Me da la impresión de que los Coen se dan cuenta demasiado tarde de que, transcurridas tres cuartas partes del film, aún le quedan demasiadas cosas por meter, así que el último tramo se precipita con personajes que aparecen y desaparecen, lo que le resta empaque a una narración que avanzaba lenta pero segura; y sólo a la mitad se permiten un par de licencias (que una peli de los Coen no lo sería si las mismas) en sendas escenas que rozan lo onírico, como es el descubrimiento de un ahorcado a una altura exagerada y la jocosa aparición de lo un curandero digamos "pintoresco" y que no desvelaré aquí.
TRUE GRIT es una magnífica película; al principio, cuando no sabía qué iba a encontrarme, me recordó agradablemente a MILLER'S CROSSING, su mejor film, pero luego los Coen aflojan un poco (aflojar, no flojear) y se abren a un género, el de aventuras, en este caso cruzado con un western, para regalarnos un par de horas de entretenimiento de calidad no tan inolvidables como podía parecer en un principio, aunque sí de una solidez que da cuenta de la maestría que sus autores han alcanzado a estas alturas. No le pongo nota, pero casi llega al notable alto de recomendación, así que véanla.
Saludos legales.

sábado, 8 de enero de 2011

Inventario



Bien, tenemos el placer de presentar BLOOD SIMPLE, o lo que es lo mismo, el debut en esto del cine de los hermanos Coen, quizá los más destacados representantes (al menos los últimos) de una posmodernidad consciente sin salirse demasiado de los parámetros hollywoodenses, obteniendo el beneplácito de crítica y público y además avanzando en cada nuevo título algunas claves que otros sólo podrán "adoptar" en sus propios trabajos.
Ni es la mejor, ni, por supuesto, es la peor suya; simplemente se trata, además de una brillantísima ópera prima, de ese taller básico que adora su multitudinaria legión de incondicionales. Con una trama tan transparente como contundente, los Coen son capaces de crear toda una atmósfera reconocible con apenas tres brochazos de genio. La mujer infiel pero sin maldad; el amante sin muchas luces; el marido despechado y sediento de venganza; el detective pintoresco y manipulador. Todo ello es mezclado de manera que nada sea lo que parezca y nada salga finalmente como debiera; y eso es, esencialmente, el cine de los Coen, una subversión milimetrizada de un género en concreto y la presión inaudita de esos otros dispositivos que, hasta que ellos lo hicieron, parecían escondidos o ni siquiera existentes. Cine negro de gran calidad, salpicado del humor surreal de estos tipos y con algunos momentos verdaderamente inmortales, como lo es el prodigioso montaje que va desde el convencimiento del marido de que la única solución pasa por un salvaje doble crimen hasta el increíble desenlace, donde cada elemento cuidadosamente planeado parece predestinado a salir exactamente al revés. Sí, el destino y sus azares, una materia tan lábil como deslumbrante cuando se acierta; ahí, y no en otro lado, es donde comenzó a construirse una de las obras generales más imprescindibles de los últimos veinticinco años.
Saludos chupaos.

jueves, 21 de enero de 2010

Por ejemplo esto

A ver... dadme un punto de apoyo y moveré el mundo... Un punto de apoyo, he dicho. Bien, entonces probemos con otra cosa.
Los freaks del mundo están salvados porque los de Muchachada Nui, a este paso, acabarán por dar las campanadas de Nochevieja; además, existen los hermanos Coen. A SERIOUS MAN es el colmo de la extravagancia hecha mainstream, porque ésta es una película de los Coen y la gente no va a darle la espalda, aun con todas las reservas actuales en materia de espectadores. Como digo, A SERIOUS MAN pasa por el mismo filtro estético de NO COUNTRY FOR OLD MEN, pica profundamente (mucho más) en la inflamada abstracción de BURN AFTER READING y se expande en una miríada de ramificaciones argumentales que, en el mejor de los casos, no llevan a ninguna parte, que es el sitio más cómodo para los Coen y sus experimentos.
Imaginen al tipo más lerdo, sumiso, apocado que conozcan y añádanle el espíritu de un Gusiluz..., porque ése es el protagonista de esta comedia que no es comedia, sino otra cosa que no sé qué es. Resulta que este tipo, que encima es judío y profesor de matemáticas, sufre una serie de "catastróficas desdichas" que lo zarandean a lo largo de un metraje angustioso, intrincado y cancerígeno; una mezcla entre Godard, Bergman, Pedro Lazaga y las historias para no dormir de Ibáñez Serrador. Si pensaban que lo habían visto todo, están en lo cierto; los Coen lo saben y hacen una película que se parece a cualquier película que imaginen y luego se parece a otra, y luego a otra... Ahora bien, teniendo en cuenta todo esto, me gustaría finalizar diciendo (aclarando) que no es una mala película, sólo extraña de cojones, y que entre la amalgama de situaciones, casi sketches en vez de escenas, hay hallazgos memorables como el antológico arranque, que es probablemente lo mejor que han filmado los Coen en su vida pero que, haciendose honor a ellos mismos, no tiene absolutamente nada que ver con lo que viene después, o al menos yo no soy capaz de ubicar esta brillante escena. No se preocupen demasiado si el final les deja con un palmo de narices, porque esa era precisamente la intención; un final que suena como un portazo o una puerta suavemente entornada, depende de tantas cosas... y hay tan poco tiempo para contarlas...
Saludos serios.

viernes, 2 de octubre de 2009

Notas estrictamente subjetivas

Y a mí que se me antoja O BROTHER, WHERE ART THOU? mucho más carismática, o rompedora, o inclasificable, que otros films de los Coen que sí han obtenido esos calificativos casi por unanimidad; y digo, por ejemplo, THE BIG LEBOWSKI, NO COUNTRY FOR OLD MEN o, por supuesto, FARGO. Desde luego me divertí muchísimo más que con las otras tres (sí, ya sé que excepto la primera, las otras dos no tienen mucha gracia), pero lo mejor de todo fue esa sensación de no tener ni puñetera idea de qué iba a encontrarme a partir de esos tres improbables presos fugados. Y es que O BROTHER!... salta a través de los géneros con una facilidad desarmante, algo a lo que contribuye George Clooney, encarnando a su enésimo Cary Grant elevado a la máxima sinvergonzonería y un John Turturro menos excesivo que de costumbre, esperando el momento adecuado.
Son los "Tres amigos", los Marx, los tres chiflados, la viva y paradigmática estampa de un tiempo y un lugar donde la picaresca era la única manera de salir adelante. Sin embargo, en una película de los Coen puedes esperarte cualquier cosa, y si no se tiene suficiente con la descacharrante huida (muy Jarmusch, sí) o la interminable sucesión de secundarios, se incluye aquí una de las mejores escenas (y de las más delirantes) de toda su filmografía, la imposible grabación del disco a punta de pistola, a partir de la cual se desarrolla una barroca sucesión de acontecimientos de lo más surrealista. Puede que su trama sea más "ligera" que la de otros títulos más famosos, pero ello no nos priva de pasar una hora y media de cine de lo más divertida, lo que empieza a no ser poco hoy en día, qué quieren que les diga.
Ah, y la banda sonora es una pasada.
Saludos, hermanos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Manual de inmortalidad

Ya tenía yo ganas de dejarme de pamplinas y tocar alguna vez en el hueso; es inquietante la cantidad de basura que uno debe tragarse hasta dar con algo verdaderamente grande.
Es posible que los hermanos Coen sean los realizadores más comentados en los foros de discusión de internet; su perfecto equilibrio entre clasicismo y modernidad, inteligencia y entretenimiento, les han hecho acreedores de una fama que a lo mejor sólo Tarantino puede lucir allá donde va. No soy mitómano y por tanto tampoco seguidor habitual y enfermizo de tal o cual autor, por lo que la obra de estos hermanos me convence como si de otro cualquiera se tratara, sin que medien influencias meramente "apriorizadas"; así, igual que destrocé sin miramientos la alabada NO COUNTRY FOR OLD MEN para inaugurar estas indéfilas páginas, otro día debía ser el turno de la que, a día de hoy, es su techo cinematográfico y uno de los más grandes filmes de la historia. MILLER'S CROSSING (¡Qué gran título! ¿Por qué lo cambiaron?) es la historia de cómo se puede sobrevivir entre hijoputas: siendo el más hijoputa. Aquí no hay medias tintas ni guiños al público familiar, no hay un solo minuto de descanso en sus cortísimas dos horas ¿Qué clase de héroe encarna el tremendo Gabriel Byrne? ¿Sólo por ser capaz de demostrar un resquicio de sentimientos, de bondad? "¡Mira en tu corazón!, le implora un desecho humano (grande Turturro) que es capaz de engañarnos hasta a nosotros; no queremos que le mate y poco después nos damos cuenta del error; la escena vuelve a repetirse en un salto al vacío narrativo que o es magistral o cae en el ridículo. Pero hay mucho más. Un soberbio Albert Finney encarna al gangster sabio, hondo, circunspecto, capaz de tener un único amigo (Byrne), y volvemos a caer en la trampa, todo está dispuesto para que corra la sangre y poco a poco el espectador recupera un cine que parecía muerto y enterrado, aquél donde James Cagney era el rey de los cabrones y Bogart arrastraba su mirada indolente antes de tirarle el whiskey a la cara a Lauren Bacall, ¡Todo un universo! MILLER'S CROSSING es una película de cinéfilo de los de antes, que obliga a no perder de vista las referencias y a saborear los hallazgos, que aquí son muchos. Hay uno de los tiroteos mejor filmados que he podido ver; un face to face... bueno, más de uno, que corta la respiración, donde la suciedad moral embadurna cada palabra; la música de Carter Burwell, de corte irlandés, es suave y se agradece la supresión de los habituales ruidos ensordecedores. Todo está aquí construido con gusto, un gusto por el cine, por la honestidad a la hora de narrar, por remarcar la diferencia de un personaje a otro, por enseñarnos que aunque el 75% de lo que produce es basura, se pueden seguir haciendo obras maestras en Hollywood.
Saludos muy muy a gusto.

viernes, 2 de enero de 2009

Inventando la nueva comedia

Bueno, indéfilos, Iniciamos aquí el segundo curso gratuito de cinefilia subjetiva; y como al final conseguimos el propósito de no repetir ningún director hasta final de año, en éste nos moveremos con mayor libertad y capricho ¡viva la anarquía! Para empezar, saldaré una cuenta pendiente con mis hermanos favoritos, pues lo cierto es que no salieron demasiado bien parados en el post que inauguró este blog a cuenta de su laureada aventura texana con Bardem y Co.
Lo cierto es que no me costó mucho abstraerme de dicho fiasco a la hora de enfrentarme a BURN AFTER READING, que supone tanto la enésima vuelta de los Coen a la comedia más alocada y surreal como una nueva vuelta de tuerca a las obsesiones y motivos que sustentan su particular fomanera de entender el cine. Sí, vamos, que me ha gustado.
Me gustó lo bien que engarzan a cada uno de los personajes (aquí echan mano una vez más del reparto coral) en un engranaje narrativo bien sincronizado. Me gustó ese tono agridulce que a ellos les sale tan bien y que hace que te quedes con la sonrisa congelada. Me gustó que no escondiesen en ningún momento que están parodiando el género de espías y que no hace falta tirar de "realismo" para que nos creamos su propia inverosimilitud. Me gustó John Malkovich, que da respeto al principio y luego nos enseña su lado más patético. Me gustó Frances McDormand, capaz de hacer reír con una frase perfectamente matizada. Me gustó George Clooney, lo que a estas alturas es más que suficiente sin que tenga que explicarlo. Me gustó mucho, pero mucho, Brad Pitt y su espectacular composición dramática, porque no debe ser fácil salirte del canon "superguapo envidiado y pagado de ti mismo"; puede (ojalá) que sea éste el principio de su redención como actor versátil y solvente. Pero lo que más me gustó es algo que pocas veces encuentra uno en el cine americano y que es el gran logro del europeo: la capacidad de emprender una fuerte crítica al stablishment en general y al sabihondillo en particular con una faz aparentemente inofensiva, guardando la bomba expansiva muy al fondo, donde sólo llegan los espectadores acostumbrados a trabajarse los significados de una obra.
¿Ha quedado claro que me gustó?
Saludos que se autodestruirán en cinco segundos. Cinco, cuatro...

martes, 22 de abril de 2008

Ni para viejos ni para lelos

Iniciaremos las aportaciones indéfilas reseñando la absoluta libertad de criterio a la hora de establecer cualquier crítica, lo cual será inamovible seña de identidad desde este incierto principio.
Vaya esta pequeña introducción por delante, porque a mí me parece absolutamente necesaria a la hora de comentar la que creo que es la película más sobrevalorada del año.
En un ejercicio depravado de inmisericorde cortapega, los Coen parafrasean su propia decadencia creadora en simbiosis con el desértico relato de McCarthy, al tiempo que taladran la mente del espectador más permeable (la imagen habla por sí sola) con una sucesión de absurdas persecuciones al más puro estilo Tom y Jerry, ninguneando la motivación de los personajes (no entiendo por qué todos, sin excepción, actúan con la misma cara de palo que esgrime Bardem) y rizando el rizo a la hora de magnificar la idiotez del americano medio como no se sabe qué arcana forma de heroísmo y, finalmente, sacrificio.
Pasaré por alto el comentar detalladamente tal o cual escena, ya que ellas mismas lo hacen en su insana vacuidad, y destacaré una única cosa a tener en cuenta (ojito, mitómanos): por fin, después de veinticinco años de carrera, los Coen no se hacen los graciosos y parece que asumen que se han hecho viejos en un país demasiado díscolo como para financiar verdaderas obras independientes.
La fotografía: lamentablemente perfecta.
La música: eso ya lo hizo mejor Neil Young con el tío Jarmusch.
Los actores: como no tengo el más mínimo amor patrio, sólo diré (y espero que sirva como reflexión) que a la historia, y sobre todo a su supuesto patetismo, le habría ido mucho mejor con un villano más escurridizo y liante (vease la brillante interpretación de Woody Harrelson). Pero claro, ése ya es un problema, supongo, de quien escribió la historia; la cuál, por cierto, creo que no pasa de sanguinolento best-seller de aeropuerto, aunque el torpón de Cormac haya visto revisada su obra recientemente tras esta vorágine creada al amparo de (cómo no) una inteligente campaña promocional.
Ahora me parece un buen momento, antes de despedirme, el recuperar una joya jamás suficientemente valorada del negro negrísimo, de violencia despiadada y abanico de personalidades como es LEMMY CONTRA ALPHAVILLE, del más que maestro Godard.
Un saludo indéfilo.








... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!