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miércoles, 5 de abril de 2017

En el espacio, tampoco nadie puede oír tus gilipolleces...



Desbrozando ya los últimos flecos de los oscar, me encuentro con PASSENGERS, que estaba nominada a mejor diseño de producción (este premio tendrían que explicarlo algún día) y mejor banda sonora, que me horrorizó cuando escuché la terrible composición de Thomas Newman. Y, como vaticiné hace un par de años respecto a aquello de THE IMITATION GAME, al noruego Morten Tyldum lo han seguido llamando de Hollywood, aunque para productos como éste, sucedáneos de dramas de ciencia ficción supuestamente inteligentes, y que se quedan en un subproducto vacío y olvidable. Sin embargo, todo responde a la torpeza del guion de John Spaihts y a la condescendencia de su realizador, que son capaces de destrozar una idea de partida absolutamente fantástica: una nave parte de la Tierra hacia un planeta lejano pero similar. A bordo lleva miles de personas hibernadas, ya que la duración del traslado supera el siglo. Pero la nave choca inesperadamente con un meteorito gigante y queda dañada, por lo que uno de los pasajeros despierta erróneamente... ¡90 años antes!...
Lo dicho, un argumento que, aplicado con inteligencia, podría haber sido una pasada, un drama existencial, claustrofóbico, una indagación sobre los límites de la soledad, o incluso una nueva prueba de ingenio, del hombre frente a la máquina luchando por su propia subsistencia... En lugar de ello, al bueno de Chris Pratt le da un calentón cuando ve a la bella durmiente Jennifer Lawrence y, a partir de ahí, ya tenemos pastelazo romanticón y empalagoso.
¿Lo mejor? el papel de Michael Sheen haciendo de camarero robot, aunque también queda infrautilizado. Luego sale Larry Fishburne y no se sabe para qué, y, pásmense, Andy Garcia cinco segundos al final de la película... Y es que hay cosas que no se entienden por mucho que nos las expliquen...
Saludos.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Un hombre como una máquina



Empieza aquí la (atrasada) recta final del repaso a las nominadas al oscar'15.
THE IMITATION GAME. Acabaríamos antes diciendo que THE IMITATION GAME es, simplemente, una película aburrida; si me apuran, increíblemente aburrida, teniendo en cuenta el apasionante tema que trata, y que queda reducido a un jueguecillo de Domingo para aspirantes a señor inteligente, versión "escribo en Facebook". Vale, Benedict Cumberbatch está bien, ya me he enterado; los que no están bien son los críticos que han basado su valoración estrictamente en el trabajo del actor británico y han pasado por alto los terribles fallos de montaje, el cutre terminado de las escasas imágenes de guerra y la sensación de que la Segunda Guerra Mundial se ganó en un pub brindando con pintas... y me parece que no fue así. Malgastar dos horas en todo esto es una estupidez, y mucho más cuando se tiene, al fin, la oportunidad de abordar una figura tan crucial como oscura. Alan Turing quedó él mismo encriptado para la historia por su condición de homosexual, de nada le sirvió ser la mente que logró descifrar los mensajes en clave del ejército alemán; y quizá un documental habría sido más revelador y menos sensacionalista, porque hay que tener cuidado en saber dónde acentuar con exactitud para no desbarrar hacia el mero cotilleo sin fundamento. El dato de que existe más química entre Benedict Cumberbatch y su máquina, "Christopher", que con una Keira Knightley más alelada que de costumbre (que ya...), lo dice absolutamente todo sobre un film que yo no tildaría de frío, sino solamente soso y un poco ridículo.
No, no me ha gustado, pero al noruego Morten Tyldum no le faltarán los encargos en el próximo lustro...
Saludos.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!