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sábado, 28 de junio de 2025

Los psicovivos


 

Entonces el artista empieza a fiarse más de su pulso que de su cerebro. No piensa, ejecuta. Tiene la precisión del tiburón ante su presa, y desgraciadamente termina por impregnar toda la obra de esa ponzoña, barata y descuidada, que es "el talento". Ya algo temíamos con Amat Escalante, enfant terrible (venido a menos) de la camada "reygadosiana", que comenzó su andadura con la osadía de mostrar las cloacas de su propio país en HELI, o invitarnos al macabro festín intergaláctico de LA REGIÓN SALVAJE; films que componían una cosmovisión, un poco pagada de sí misma si se quiere, pero con indudable fiereza formal. El problema con PERDIDOS EN LA NOCHE es que en ningún momento sabemos qué nos están contando, ni desde dónde. Volvemos a los motivos de HELI en su impactante arranque, con una activista secuestrada por la policía al oponerse a la construcción de una mina. Bien, pero después ya tenemos a su hijo, que años después no ceja por encontrarla, centrando el objetivo en una excéntrica familia de artistas, curiosamente establecidos al lado de la extracción, y cuyo inexplicable comportamiento va derivando al film hasta una especie de sainete vodevilesco difícilmente defendible. Yo, qué quieren que les diga, le hubiese quitado media hora y cambiaría algún personaje que simplemente estorba. Lo peor, que al final ya ni nos acordamos de por qué hemos llegado hasta allí...
La peor de este estimable director, y con diferencia.
Saludos.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Rincón del freak #622: Cocoloco electrolítico conoce a Don Manita Suelta


 

Conozca a Juan Carlos; no sea como Juan Carlos. Un policía con mente de monje de clausura, que da bofetones a las parejas que se dan besitos porque en realidad arrastra un complejo de Edipo que no se lo salta un albano-kosovar a la hora del té. Su jefe está hasta el gorro de que no resuelva el único caso que le ha asignado, un asesino de mujeres sin identidad conocida, porque ni cejas tiene el hombre. Agobiado por su dilema moral e incapacidad laboral, le viene un amigo hipnotizador, cuyas sesiones lo establecen en una calle neblinosa con farolas y muchas sombras, donde vislumbra penosamente al tipo sin facciones, lo que le frustra e irrita a partes iguales, por lo que decide mandar al carajo a su abnegada e inviolada novia, despedir a la chacha por un cuchicuchi con su ortodoxo novio rural y apretarse una fila de tequilitas por lo de los nervios, y porque la cantante del club de Chihuahua se parece a su mamasita cosa mala. Extrañísimo ejemplo de tardoexpresionismo mexicano, EL HOMBRE SIN ROSTRO es un clásico muy poco clásico, que demostraba que la censura en el país azteca iba beoda perdida y que las máscaras malrrolleras siempre han sido un must insoslayable para subrayar simbolismos psicológicos que se ven a la legua, pero son de lo más eficaz.
Rara es poco, y sólo se la recomiendo a declamadores con chaquetas de un solo uso...
Saludos.

viernes, 24 de marzo de 2023

El "pastocho"


 

Por ir finiquitando lo de Sitges (que ya me vale también), me parecía significativo exponer aquí otro ejemplo de terror reciente mexicano, aunque por motivos totalmente diferentes a los que traje la semana pasada. Si conveníamo en que HUESERA suponía un estimulante paso adelante, respondiendo a las demandas de un terror inteligente que no cae en la pedantería, el caso de LA EXORCISTA desmantela cualquier expectativa al respecto, abandonando la posibilidad de reírse de uno mismo, para caer en la comedia involuntaria. Me parece una oportunidad perdida, fiándolo todo a unos efectos digitales que no siempre funcionan, y a lo remedado de multitud de producciones similares, dando lugar a un término que mezclaría el pastiche y lo pastoso. Aquí había material, muy del gusto, por ejemplo, de Álex de la Iglesia, con la figura de una joven monja oficiando de exorcista improvisada en un pueblito, donde un devastador demonio va tomando posesión de cuanto incauto se le cruce, aunque su motivo último sea otro muy diferente. Insisto, la idea de partida, así leída, parece interesante, pero el resultado es poco menos que decepcionante.
Saludos.

sábado, 18 de marzo de 2023

El chasquido


 

HUESERA fue una grata sorpresa en Sitges, llevándose el premio "blood window", y ofreciendo una mirada muy distintiva de lo que podría ser un típico relato de terror. Más que eso, lo que propone la directora Michelle Garza es una valiente aproximación a los traumas y problemas de la maternidad, sobre todo cuando se tienen dudas de si era ésa la vida realmente elegida. De hecho, lo más interesante en ningún caso es el elemento sobrenatural, de peso más bien tangencial, mientras que el film queda sobrevolado por la ambigüedad sexual de su protagonista, a la que ni siquiera su familia apoya como futura madre. El ritmo es el adecuado, introduciéndonos en el complicado día a día de Valeria y su embarazo, la extraña y amenazante presencia que sólo ella parece ver, o el deseo irreprimible de volver en brazos de la mujer que ha amado toda la vida. Todo ello compone un film que, aunque irregular y algo desvaído, nos presenta a una cineasta con una mirada y un discurso más que prometedores.
Saludos.

domingo, 18 de diciembre de 2022

Rincón del freak #533: Reygadas, el colonizador, el bastardo sin patria


 

Me he encontrado, indagando en estos últimos años de Sitges, con un título del que ya había oído hablar, y no precisamente bien. Una vez vistos los interminables 80 minutos de TENEMOS LA CARNE, puedo confirmarlo. Esto es un soberano pajote de Carlos Reygadas, productor infiltrado de una cinta que es en todo momento incapaz de despegarse de su gratuita extravagancia, el juguetito de un señor que entonces tenía 26 años, y que no es más que la falsa careta de Reygadas, del que llega a copiar impúdicamente algunos planos que retumban como una broma sin gracia. Huyendo a toda prisa de un guion inteligible, el colmo de la pedantería es pretender filmar un poema, llevar a imágenes lo que subyace en el subconsciente. En realidad estamos ante una tontería de tomo y lomo, con pollas y coños, con felaciones y coitos, con carne cruda y cocinada, y con cuerpos embadurnados de mugre en lo que es el más gilipollesco infierno que se podría representar en el cine. Un infierno de papel maché pintado, de frases enternecedoramente rimbombantes. Hay una cosa peor que una mala película: fracasar al escandalizar.
Saludos.

domingo, 12 de abril de 2020

Rincón del freak #401: El valor de la elocuencia



Confieso que he perdido la cuenta de los días de confinamiento, cuasiperdido en jornadas interminables de ensayo y repetición, en una espiral que pondría los dientes largos a Aronofsky o le movería el flequillo a Warhol. La morralla es mucha, pero también necesaria, para no perder la perspectiva ni el solaz. La primera por el cuñadismo, los bulos y la vomitera de quienes siguen desayunando banderas, quizá porque es lo único que les queda en su huesudo cerebro. El segundo porque no sé qué haríamos sin perder un poquito la cabeza, aunque sea un poco nada más. Hay muchos descubrimientos, pero no todos agradables, algunos son tan ínfimos que se parecen a la subnormalidad de sostener una mascarilla con la bandera española. Peor aún es intentar explicar una coproducción entre España y México, que según veo debe haber costado menos que una mascarilla (sin bandera), y que se enclava en la bonita localización de El Garraf, aunque podría haber sido cualquier otro sitio, por lo poco que de ella se muestra. El título de la reseña alude directamente al elocuente título, ATROCIOUS. Un título perfecto para designar la surrealista campaña de acoso y derribo de estos "ultrapatriotas", a los que deseo toda la suerte del mundo cuando los echen de unas instituciones que nunca los han necesitado...
Saludos.

lunes, 19 de agosto de 2019

El extraño en su casa



NUESTRO TIEMPO es el último "monstruo" fílmico de Carlos Reygadas, una película que ronda las tres horas para apenas contar un asunto de cuernos consentidos, hipocresía conyugal, miedo a la libertad y niños manchados de barro. Puro Reygadas. En una entrevista al director leo que no le quedó más remedio que ser él el protagonista, tras la infertilidad del actor que había elegido y al que tuvo que despedir; por tanto, no extraña que, en plena fiebre masturbatoria, le surgiera la ocurrencia de que su mujer en la vida real coprotagonizara, y ya puestos, pues también sus tres hijos y hasta la chacha, que es la única que no sé si es también la de verdad. En fin, no hay mucho que contar, excepto que Reygadas es un maestro en lo de vulgarizar el arte, o al contrario, sublimar lo meramente ordinario. Hay conciertos para timbal, el muertho de Tijuana (maravilloso) tocando en el salón de casa, toros destripando caballos y una fotografía en formato panorámico más extensiva que nunca. Una telenovela culta, cool, ridícula cuando se pone seria y maravillosa cuando se desprenden momentos de comicidad involuntaria. Casi una terapia, o un exorcismo, o qué sé yo, pero al menos a Reygadas no le da miedo mostrarse como un machista disfrazado de liberal, en vez de lo contrario, y eso es mucho más valiente de lo que la mayoría de directores pueden decir ahora mismo.
No es ninguna obra maestra, nunca he visto ninguna película suya (las he visto todas) que lo sea, pero me gusta el marchamo de falsa humildad catequista, incluso cuando al protagonista le afloran las lágrimas a los pies de su amigo moribundo... sólo de pensar que un pinche gringo se está tirando a su esposa en modo swinger...
Saludos.

sábado, 22 de junio de 2019

Desde el jergón



Aunque en una órbita completamente diferente, NAZARÍN volvía a encontrar los caminos de Buñuel y Galdós, esta vez en una de sus más famosas "novelas espirituales", en las que el escritor canario sondeaba los recodos del alma virtuosa, sometida constantemente a las agujas de la tentación, y encarnado en la granítica figura del padre Nazario, un cura de origen español que arrastra su imperturbable misericordia por un México que lo mira como a un extraterrestre. De nuevo hay una lección interpretativa de Paco Rabal, perfecto transmitiendo toda la honestidad del padre zarandeado y humillado, pero incapaz de negar socorro a quien lo necesite, ni siquiera a las dos prostitutas que se convierten en fervientes seguidoras suyas, aunque ello levante aún más suspicacias en torno a su discutible, a veces incomprensible, fervor. Todo ello lo compone Buñuel con una sobriedad desarmante, ofreciendo el hueso de la narración original, pero sirviéndose de ese tuétano para detonar sordas cargas de profundidad, no contra la iglesia, sino contra su habitual hipocresía, defendiendo siempre la radical postura del padre Nazario, aunque alentando también la discusión sobre esa religión que debería mirar al desfavorecido, pero se ensimisma en el oropel y el muelle que por principios debería rechazar ¿Cuál es, entonces, la postura más arcáica y desfasada? En ese imposible dilema transita este extraordinario film, que obligadamente necesita de varios visionados para comprenderle sus honduras contextuales, de tan rabiosamente modernas. Como esos tambores de Semana Santa de Calanda sonando en mitad de un desierto mexicano...
Saludos.

viernes, 1 de marzo de 2019

Me lo dices o me lo cuentas (del sentido de la obviedad)



El cine de Alfonso Cuarón ha ido mutando de una manera extraña, quizá la explicación esté en la asunción de un lenguaje de las formas, los sonidos, las sensaciones, en detrimento de un cine "hablado", con las muchas connotaciones que dicho adjetivo conlleva. Cuarón está, lo quiera o no, en el stablishment hollywoodense, y hay un malestar muy complicado de explicar que me impide verle como un autor plenamente emancipado, pues me parece que, insisto, de un tiempo a esta parte, está rodando para gusto y deleite del espectador norteamericano (y atención, que aquí me despeño) huérfano de sabores genuinos y sobado por la dictadura del digital. Estoy intentando diseccionar, más que el "qué", el "por qué" de una película como ROMA ¿Es mejor lo que cuenta o cómo lo cuenta? Y no me refiero a la historia en sí, sino más bien a cómo su más que previsible pudor le impide entrar de lleno en una memoria que se nos quiere vender como terrible, pero obvia la carga implícita de racismo y explotación, que es (o yo no veo otra) la gran excusa argumental de un film que no tiene más argumento que el de cualquier culebrón de tres al cuarto. Ahora bien, eso es lo que cuenta, y personalmente me conmueve lo justito, pues todo lo que ocurre es previsible y conocido; el gran mérito de Cuarón es cómo lo cuenta, la dialéctica de sus planos en un blanco y negro purísimo y que desmonta al mito de Lubezki, mientras el sonido parece husmear de un lado a otro, en una agónica fiesta del ensayo y repetición de lo que entendemos por "fresco". Y, sí, ya sé que la opinión generalizada es favorable y sospechosamente correcta en los análisis, y que la reata de premios no invita precisamente despacharse como abogado del diablo. Por eso, de momento y a falta de nuevos visionados, no me parece la gigantesca obra maestra que me han vendido, pero sí una película soberbia, un reto personal del señor Cuarón, al que no me cansaré de pedir que le hagan llegar buenos guiones... (guiño al respetable)... O eso, o melodía miserabilista de pollas y mierdas, de bebés muertos y padres ausentes... Porque a lo mejor no era más que eso, una venganza alargada en exceso...
Saludos.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Rincón del freak #336: Ni para ir al WC...



Sólo a un desafecto navideño se le ocurriría cerrar la sección dominical del presente curso con una cosa como LA MANSIÓN DE LAS SIETE MOMIAS. Archidiabólico título al que yo añadiría multitud de añadidos, como "Aventuras y desventuras de Blue Demon y Superzan contra (nada menos ¿eh?) el Diablo (con cuernos y todo), un magnate vestido de mariachi y una paralítica con frufrúnelrostro". No está mal, y además están las momias, que son más de siete y parecen los primos anémicos de los zombis lentorros de TWD. Y sale Manuel Palacios "Manolín", ignoto cómico mexicali, mezcla de Keaton y Mario Moreno, pero con un 0'1 de humor en las venas. En las mismísimas profundidades de la serie Z, el subgénero de los luchadores de lucha libre, ejerciendo como defensores castos y amilanados de jóvenes con escotazo y pamelón, fue toda una fiebre que les daba cierta ración de celuloide al pueblo llano y casi mesetero. Estas películas (por llamarlas de algún modo) solían introducir no pocos elementos esotéricos y típicos del cine de terror, por lo que estos tipos de sempiterna máscara podían subir al ring con Drácula, Frankenstein o el hombre lobo. Ésta es de las más infectas protagonizadas por un ya entradito en carnes Alejandro Muñoz Moreno y su compañero de fatigas, Alfonso Mora Veytia, que paseaban como si nada por las calles de Antigua Guatemala sin quitarse las máscaras ni para... En fin, ustedes saben...
Saludos.

jueves, 15 de marzo de 2018

El horror del placer



LA REGIÓN SALVAJE, último film de Amat Escalante, mezcla diversos géneros para crear uno totalmente nuevo. Un salto al vacío (otro) tan desconcertante como en último término estimulante, y que sitúa al director mexicano en una madurez compositiva que nos hace augurar que sus mejores trabajos aún debemos esperarlos. Ahí va eso: Un asteroide flota en el vacío. Cae a la Tierra. En un apartado cobertizo, una familia guarda el secreto del espacio exterior, una criatura capaz de proporcionar un goce sexual ilimitado. Aparte, Escalante nos narra la escabrosa historia de amor homosexual entre un hombre y el hermano de su mujer. En un momento dado, los personajes se cruzan, y, como si una specie de influjo tomara parte, todos van abocados al desastre. El dato diferenciador es la criatura, quizá un pretexto psicologista, cuando lo que más importa es la imposibilidad de unas relaciones humanas normales en mitad de un lugar donde imperan las normas de la violencia y el disgusto. Es esa "región salvaje", repleta de miseria moral, en la que incluso un ser inhumano puede llegar a ser lo único que de verdad merece la pena. Confirmándose como un maestro de la controversia, Amat Escalante evita todo lugar común, aunque los transite todos, desde el melodrama a la tragedia, pasando por el terror y el humor surrealista, una amalgama de tonos y frecuencias que dan como resultado un film insólito, inclasificable, pero al mismo tiempo de una calidez extraña, tanto lo pudiera ser estar abrazado a un montón de tentáculos...
Saludos.

jueves, 12 de octubre de 2017

A este lado de la carretera



Hoy, el día en el que es despilfarrada una cantidad seria de euros públicos en un acto de orgullo no muy lejano a otro que incluye carrozas y motivos bélicos, vamos a hablar de una película que va de un cerdo y su cuidador. MR. PIG es la tercera incursión en la dirección de ficción del también actor Diego Luna, y supone un interesante cambio respecto a sus otros más previsibles trabajos anteriores, una conmovedora road movie que se encuentra a mitad de camino de una reflexión necesaria sobre la verdadera identidad del ser humano y la tozuda dignidad de un protagonista que, en más de una ocasión, nos puede hacer pensar en un Alvin Straight aún más terminal. Luna se toma su tiempo para contarnos las verdaderas motivaciones de Ambrose (un descomunal Danny Glover), un veterano cuidador de cerdos, huraño y alcohólico, que emprende un último viaje con su preciado Howie, un pura raza por el que va a percibir una importante suma y así poder retirarse, aunque en ningún momento podríamos adivinar si su intención es quedarse en México, junto a su hija en California o, más probablemente, ensayar una autodestrucción consciente y solitaria. Sé que a mucha gente le puede parecer empalagosa, e incluso algo repetitiva, pero son de alabar los numerosos puntos de fuga con los que Luna intenta que comprendamos la hermética personalidad de Ambrose, y cómo se convirtió en un humano demasiado humano para el resto de humanos respetando y amando a un ser tan espetable como un cerdo.
Muy recomendable.
Saludos.

martes, 20 de junio de 2017

Empatía no es simpatía



Añadimos otro nombre reciente a seguir en los próximos años. El mexicano Michel Franco, con tres películas espaciadas en los últimos diez años, está intentando un ejercicio de funambulismo que se antoja complicado de mantener en el tiempo, y no sólo porque su propuesta sea arriesgada, tomando temas poco favorecidos y atractivos, sino porque se le atisban muchas influencias, y muy dispares, pero de momento le queda camino para ser poseedor de una mirada que se sepa totalmente propia. CHRONIC es su mejor película hasta la fecha, y aun así, aun ganando el premio al mejor guion original en Cannes, aun teniendo una interpretación memorable de ese gran actor que es Tim Roth, y aun echando un vistazo a lugares donde nadie quiere mirar con una calma encomiable, lo cierto es que Franco, como también ocurre con el "asimilado" Iñárritu o los outsiders Reygadas y Escalante, no consigue que entremos de manera completa en el hermético mundo interior que propone alrededor de la (no)vida de un enfermero, tan volcado e involucrado en su complicada tarea, cuidar a enfermos en su fase terminal, que probablemente toda su vida ha quedado reducida a dicha actividad, y le ha convertido en una especie de fantasma, un hombre que sencillamente no hace nada cuando no trabaja, y del que descubrimos que tuvo una vida familiar, y que seguramente la dejó escapar. Este hombre no es simpático, es empático, y esto es algo que no está bien visto en una sociedad que valora apariencias por encima de aptitudes. Es, con muchas dificultades, lo que Franco ensaya en este acercamiento al cine frío y distante (y también brutal) de Haneke, o incluso con un ojo puesto en Chantal Akerman, pero con una diferencia fundamental: no encontraremos aquí a psicópatas, solipsistas o manipuladores emocionales, tan sólo a un hombre que ayuda a otras personas antes del complicado tránsito hacia la desaparición.
Por cierto, leerán muchas cosas y ninguna positiva acerca de su plano final. Sí, es tan malo y prescindible como parece, una autoconcesión típica de un director poco experto.
Saludos.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Algunas cosas que ya no vuelven



Con el motivo de los cien años de la revolución mexicana, varios productores decidieron realizar un largometraje dirigido por diez directores diferentes y que intentara captar la esencia de dicha revolución cien años después, cómo ha cambiado el país y qué consecuencias pueden aún rastrearse de lo que, más allá de lo simbólico, parece haber quedado en una especie de recuerdo ensoñado. Afortunadamente, no hay ni rastro de panfletos ni peroratas, y pese a su desigual recorrido, REVOLUCIÓN ha quedado como un inmejorable paso a nivel a una de las cinematografías más interesantes y florecientes de los últimos años.
Abre la función el oscuro lirismo de Fernando Eimbcke en "La bienvenida", donde un humilde lugareño, de un humilde poblado, con una humilde existencia, pasa toda una noche en vela ensayando con su tuba al raso la bienvenida a alguien que se supone honrará con su presencia a su pequeño pueblo. Sólo fataría que se presentase, claro...
Patricia Riggen afloja el discurso, aunque su mezcla de crítica social y humor negro, más que de revolución, habla de los lazos perdidos entre generaciones. "Lindo y querido" nos sitúa en L. A., donde una mujer asiste perpleja a una tradición que desconocía por completo a causa del fallecimiento de su abuelo, que supuestamente combatió junto a Zapata. Se supone que un mexicano de estirpe tiene que volver a su tierra para ser enterrado, pero siya es complicado traspasar una frontera estando vivo...
Menos afortunado aún está el actor Gael García Bernal, que en "Lucio" propone una visión maniquea y absurdamente rupturista alineando los preceptos de la revolución mexicana (y, de paso, glorificándola sin querer) con la rebeldía juvenil de un chaval que esconde un crucifijo bajo la cama, porque no cree en iconos...
Por su parte, Amat Escalante, uno de los "nuevos" directores mexicanos con más proyección y personalidad, acomete en "El cura Nicolás colgado" un fantasmagórico ensayo propulsado por el surrealismo de Buñuel y con un discurso crudo y elocuente. Unos niños encuentran a uncura colgado de un árbol, aún vivo; su burro y su monaguillo han sido literalmente quemados. Tras ayudarlo y caminar varios días por el desierto, el film parece transfigurarse de aquel pasado revolucionario y brutal a otro aún más terrorífico, que es la jungla de coches y restaurantes de comida rápida al otro lado de la autopista...
Y, cómo no... Reygadas. "Este es mi reino" es una locura orgiástica en la que cabe de todo alrededor de un interminable banquete al aire libre que pretende, como todo el cine de su controvertido autor, conciliar a lo bestia los dos Méxicos, el que "gringuea" y el que no lo hace porque no lo dejan. Hay coches incendiados, locas del putiferio, ancianos pajilleros, máscaras del ring, poetas sin discurso, perros, camisetas del Chelsea, polos de Lacoste, pulque en vasos de plástico pringoso, niños huidizos, alcohol... más alcohol... Hogueras...
Mariana Chenillo también patina con "La tienda de raya", donde no da con el tono justo y parece olvidar el trasfondo que demanda el film en el que está inscrito. Una empleada de supermercado tiene una cita con un tímido encargado, pero debe resolver el dilema dental que la aflige antes del Viernes... La verdad, no sé qué pensar...
Más difícil es el caso de Gerardo Naranjo, que en "R-100" efectúa un ejercicio de vaciado que raya un absurdo lo suficientemente bien organizado para que, más allá de la lectura que podamos hacerle, y pese a que se trata de una historia llena de tensión y misterio, la sensación es la de que estamos ante un estupendo preámbulo o in troducción a un film que no existe, pero que se presume más grande y elaborado. Un hombre lleva a otro, moribundo, a cuestas por el desierto (esos desiertos...), llega a una autopista e intenta parar un coche, sin éxito, así que tendrá que usar métodos... menos "formales"...
Sin embargo, mi segmento favorito es "30-30", en alusión a los fusiles utilizados en la revolución. Rodrigo Plá, director uruguayo radicado en México y autor de la estupenda LA DEMORA, acompaña a la pesada figura del nieto de Pancho Villa, mostrándolo como un hombre sencillo que se plancha sus camisas y que, tembloroso, espera su turno para ofrecer un pequeño discurso que apenas si es capaz de memorizar. Es una fiesta conmemorativa, pero a nadie le interesa ya escuchar qué pasó realmente, siempre es más edificante bailar un narcocorrido o disfrazar a un puñado de modelos como si fuesen revolucionarias del Playboy...
A Diego Luna, en "Pacífico" le pasa también que se queda a medio camino de la poesía visual, el relato trascendente y la búsqueda "reygadiana". No sé exactamente qué es lo que intenta contar, excepto que un tipo tiene una discusión con su pareja y luego se va a dar machetazos a un terreno que pretende vender... ¿?...
Menos justificable es, sin embargo, el cierre, a cargo del estomagante Rodrigo García. No porque se trate de un cineasta colombiano, que no seré yo quien le dé importancia a tamaña fruslería, sino porque se gusta tanto, se relame tanto, se perfuma e inviste tanto, que parece una tontería no engañotarlo a él, igual que a tantos, como autor de videoclips. "La 7th street y Alvarado" es una sucesión de postales que parecen sacadas del National Geographic, rodadas a cámara ultralenta y que (ahí es nada) mezcla una calle californiana, repleta de gente en sus quehaceres diarios, con una tropa de revolucionarios que miran, eso sí, desafiantes a cámara. Me pregunto qué es la revolución, un relato filmado que se quiera presentar como revolucionario... Esto, desde luego, está en las antípodas...
Saludos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

De Quijotes ordenados



Y, por tanto, terminamos (de momento, claro está) esta aventura a la inversa de introducirnos en el peliagudo universo cinematográfico del mexicano Carlos Reygadas. JAPÓN es el escueto y misterioso título de su primer largometraje; no sé por qué, si todo transcurre en una remota región montañosa de México... La historia presenta a un tipo que cojea y que se ha ido al culo del mundo a suicidarse... o a decir que se va a suicidar y luego no hacerlo, que suele ocurrir... o a hacer turismo outlet y ver si le llega la inspiración para pintar. Inspiración no le falta al bueno de Reygadas para endosarnos otro mamotreto de fotos fijas, a cual más molona, con indios borrachos, pajotes en soledad y recogimiento y música de Bach y Shostakovich. Y habrá quien siga diciendo que es lo más de lo más, y que la introspección de las mentes primitivas o que de nuevo se produce el choque entre contrarios que están más cerca de lo que parece. No sé. El tipo hojea un libro de pinturas mientras su impasible anfitriona, anciana, aislada, a punto del desahucio cruel, le habla del punto de cruz y los guisos de cabrito justo cuando una araña deja ver su testuz multiocular. Esto, inevitablemente, se la pone dura al rengo, así que le propone a la desdichada echar un primer y último polvo antes de que le derriben el troje para llevarse las piedritas. No será porque yo no haya visto una versión porno de Heidi, claro...
Saludos.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Cabeza de viejo, cuerpo de joven...



Reygadas. Pasos para atrás... para atrás... hacia atrás...
A ver, porque luego, los que me atizan, que dicen que me pongo insoportablemente y bressonianamente descriptivo, con un olor a cloroformo y látex aséptico que tira para atrás... para atrás... hacia atrás. Pero no sé de qué otra forma iniciar un comentario sobre BATALLA EN EL CIELO; igual, supongo, que le pasaría al pobre Reygadas para empezar su película. Sí, porque ¿de qué mejor manera ilustraríamos el subconsciente masculino que con una felación? Y no una cualquiera: la de una bella joven, de níveas curvas y jocosas rastas, a un tipo (y si me pongo más descriptivo la lío) simplemente feo. Que, oye, a lo mejor esto es una metáfora fitzcarraldera sobre los molestos prejuicios sociales puestos en boca y vista de un artista machote pero desprejuiciado. Está bien, pero si no va a haber clase media, señor presidente, al menos que exista conflicto, que esto no es política, sino cine. Y no lo hay. BATALLA EN EL CIELO, aun teniendo (otra vez) un puñado de imágenes maravillosas para un stand en el MOMA, aburre a cualquier cacereña insomne y es otra prueba flagrante de que Carlitos necesita un guionista como JJV una hostia despertadora. Al grano... y descriptivamente. Esta película cuenta el buen rollo entre una niña pija y rica que se prostituye ¿? y un tipo no sólo gordo y feo, sino alelado, que es su chófer, que arría la bandera nacional en la Plaza Mayor y que, por si faltara algo, se le ha ocurrido junto a su gorda, fea y alelada señora secuestrar a un niño para pedir rescate... ¿Que todavía no hace falta un guionista que ponga orden? Vale, pues sigo. El tipo pierde las gafas en el metro, pero su rostro no varía; su mujer vende gilipolleces en el metro, pero su rostro no varía. La meretriz voluntaria le calienta con insinuaciones que uno no sabe a cuento de qué, pero su rostro no varía; su mujer le dice que el infante retenido ha sufrido un percance y se ha muerto, pero su rostro  no varía. Además, teniendo en cuenta que Pumas ha ganado el campeonato nacional de fútbol, lo celebra con un pajote en el salón de su casa, mientras su familia lo espera para ir de excursión, pero su rostro no varía. Finalmente, ya que su rostro no varía, se lo tapa con una capucha para hacer penitencia... total...
Yo, reconozco que la vi con una mezcla de estupor, regocijo y rendimiento renal... y tampoco se me movió una sola ceja...
Saludos.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Abducidos por el espanto



Curso nuevo... Reygadas... El horror...
LUZ SILENCIOSA es un espanto. Les encantará LUZ SILENCIOSA.
LUZ SILENCIOSA es un plagio de autor. No sé si tal cosa existe en realidad, pero si Carlos Reygadas puede plagiar a su tocayo Dreyer, entonces cualquier cosa vale. LUZ SILENCIOSA va de una mujer que se muere y luego resucita, pero para llegar a ello es necesario interponer más de dos horas de intimidad menonita en Chihuahua... Que ya...
La mujer no es la protagonista. La mujer no importa, pero Reygadas no es un machista, es un autor capaz de trasplantar el gnosticismo chiflado del buen Johannes a su propio país de charros y mariachis ¿Cómo? Prescindiendo del español y las teces curtidas y yendo a un ignoto cúmulo de granjeros rubicundos y escasos de juerguismo. Y es allí, no importa. Tenemos un granjero que bendice la mesa y embaraza a su mujer por sistema divino (una y otra vez, claro), pero que decide que más valen los polvos negligentes que los lodos maritales. Y si no fuera por los petos vaqueros y los árboles de madrugá... hombre, pues a lo mejor alguien dice que se aburre y se duerme. No es así. En un último arrebato de asco misántropo, al amigo ya no le aguanta más su gran salvador, Alexis Zabé, y nulifica la posibilidad de un giro final sustantivo. No, Reygadas termina en Dreyer. Y eso duele como una piedra en carne viva. Porque para quien no haya flagelado su carne con postales innecesarias, esto es un plagio, de autor, así que disfrútenlo mientras les quede bazo.
Bienvenidos de nuevo.

viernes, 8 de agosto de 2014

Amoralmexicana



SANGRE fue el primer largo de Amat Escalante, un depurado ejercicio de estilo, más preocupado de mantener sus (descuidadas) formas que de indagar caminos propios, lo que la hace a ratos sugerente, por momentos incomprensible y, las más de las veces, simplemente idiota. A lo mejor era la intención del director mexicano, pero yo no le veo la gracia, y además esto  ya lo había visto en otra parte... (¡Ah, hombre! ¡Reygadas, cómo no!). Feísmo de pulso cero, tensión inexistente, personajes en el límite de lo patrañero y cierto tufillo a naturalidad impostada; que no puede ser, que o es natural o es artificial, y aquí hay mucho tetra-brik de escuela de cine, o demasiadas palmaditas antes e tiempo. Me importa un comino lo que le pase a ese tipo descaradamente feo (demasiado descarado, creo yo), sus soeces escenas de sexo, su agilipollamiento crónico (feo, idiota, aburrido... ¿alguien da más?). Y poco más, porque me da que Escalante ha sabido remontar, no mirarse el ombligo y empezar a darle importancia al guion, cosa que aquí luce por su ausencia. Y me gustaría que alguien me explicase qué debo leer entre líneas en tan poca cosa, porque tengo entendido, si nos ponemos metafísicos, que entre líneas, efectivamente, no hay nada...
Saludos.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Colorear a Tarr



Como decía hace algunos días, vayamos con Carlos Reygadas. Con su última propuesta, más exactamente. POST TENEBRAS LUX se vio en Cannes, su director se llevó el galardón que le acreditaba como el mejor de entre todos y luego nadie entendió nada... o se entendió muy bien, o a lo mejor es que no hay nada que entender y la sinopsis se la escriben los críticos que sí entienden... Yo tengo algo bueno que decir, y es que no me aburrí viéndola pese a los dolores de retina, las ganas de reírme con cierta infografía o los muchos momentos de pasividad anímica de su "impuesto" (o impostado) guion. Resumirla se la puede resumir, por aquí hemos visto cosas aún más "postenebrosas" y luego nos hemos ido a un burguer; me parece que al director mexicano le pesa infinitamente cierto sentimiento de culpa burguesa, su constante deseo de colisión entre dos mundos coexistentes pero talmente contrapuestos le ocupa demasiados minutos. Demasiada claridad ahí. Por otro lado, Reygadas no es indulgente, ni con unos ni con otros: el diablo se cuela en casa de un niño pijo que se ha llevado a la familia a vivir al campo. Una desgracia. La desgracia proviene de quien no tiene la posibilidad de irse a vivir al campo, porque la miseria le obliga a vivir en el campo. Antes, como digo, el niño pijo disfruta de una mastodóntica fiesta familiar navideña que igual podría haberse desarrollado en Europa. Hablando de Europa, es discutible que el nexo entre ambos continentes deba ser un partido de rugby juvenil en Escocia, sin más explicación. Una vez vistas las intenciones de retrocolonialista de Reygadas, éste nos regala su habitual dosis de sexo jabberwockyano en una sauna francesa donde se estila el intercambio de parejas a garrafón.
Y hasta ahí el show Reygadas. El lugar común donde unos se ven confortables y otros tuercen el gesto.
Pero bueno, el film comienza con una larga y hermosa introducción, en la que se ve a la hija del propio director corriendo por un paisaje embarrado, rodeada de animales (caballos, perros y vacas), mientras el cielo va tornándose cada vez más hostil. Adivinaron. Como en EL CABALLO DE TURÍN, el apocalipsis será el advenimiento de la oscuridad absoluta. Al final, copiar a Tarr, colorear a Tarr, es, una vez más, lo mejor que le puede ocurrir a un director que jamás podrá llegar a su nivel.
Saludos.

viernes, 25 de julio de 2014

Lo que no se cuenta



LOS BASTARDOS es la película perfecta para anticipar HELI, con un discurso ya más elaborado y pleno de confianza. Antes, este lacónico retrato de algo que primero parece una cosa para ir convirtiéndose detalladamente en otra refleja una realidad: la mayoría de lo que ocurre en la inmigración ocurre en los márgenes. En un largo plano inmóvil, Escalante da cartas de presentación a su improbable pareja protagonista, Fausto y Jesús, que vienen dándole patadas a un balón desde la lejanía de un canal vacío. Son elementos sin ocupación, individuos sin ubicación en una sociedad, la norteamericana, que no les quiere pero les explota. A continuación, una despreocupada conversación entre un grupo de inmigrantes ilegales, entre los que se encuentran los antes mencionados. Salen, casi sin querer, los chascarrillos escabrosos (¿Te acuerdas del gringo que me quería violar?); sólo esperan un "algo" que en realidad es una pickup arquetípica, con un tipo arquetípico con zapatillas Nike y gorra, que sólo quiere mano de obra rápida y barata (10$ la hora). En un par de escenas, Amat Escalante traza un línea que, después, le permite digredir el discurso sin solución de continuidad. Fausto y Jesús deambulan por una lujosa urbanización, cae la noche y buscan una casa. A partir de ahí, el relato se tensa y la atmósfera se llena de violencia, aunque el gran hallazgo de Escalante es colocar a sus personajes cada uno en un extremo y que sea la incomprensión mutua la que se apodere de sus actos. El final, abrupto, tan nihilista como significativo, lo deja todo como al principio; ni siquiera un estallido de brutalidad o una venganza pagada puede alterar el estado de las cosas, así que todos seguiremos tan felices como siempre... siempre que no nos lo cuenten.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!