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miércoles, 21 de febrero de 2018

Cuando fuimos los mejores



MICROBE ET GASOIL es uno de esos títulos destinados a permanecer indelebles en nuestra memoria sentimental... aunque todo depende de la edad con la que nos pille su visionado. El director Michel Gondry realiza un fascinante retorno a la adolescencia, a sus gozos, pero también a sus sombras, y lo encuadra todo en la emocionante amistad entre dos chavales que pasarían por raros, pero sólo porque son los dos únicos con verdadero talento de su clase. Uno dibuja, tiene un hermano punk, una madre "coelhiana" y no consigue ligar con la chica que le gusta porque aparenta menos edad de sus catorce años. El otro es un literato genuino, que rechaza las convenciones, lo vulgar, y que desprende generosidad por los cuatro costados. Ambos construyen un vehículo que es como una casa con ruedas, y se marchan en vacaciones a recorrer el país por su cuenta, lo que terminará siendo un viaje iniciático y de descubrimiento personal. Gondry lo filma con un tono nada relamido, acentuando donde corresponde, en la emoción incierta de tener una edad en que todo es posible, y al mismo tiempo todo parece a una distancia sideral. Una película que ha pasado injustamente desapercibida en nuestro país y cuyo sentido de la moral, el honor y la camaradería me remite directamente a un Robert Louis Stevenson, igual de seguro de que lo que cuenta es lo correcto...
Saludos.

viernes, 19 de marzo de 2010

Recuérdamelo mañana

Les juro que no pretendo perpetrar un silogismo chirriante, pero debo confesar que ETERNAL SUNSHINE OF THE SPOTLESS MIND la tenía flotando en el limbo de lo ignoto, perdida entre la ofuscación de aquella de John Malkovich y la magnífica impresión que me produjo BE KIND REWIND. El caso es que siempre he tendido a confundir y refundar los trabajos de Charlie Kaufman, entroncarlos con los de Michel Gondry o Spike Jonze; la alegre pandilla, vamos. Tenía entendido también que ésta, de la que hablaremos hoy, era la más reputada, casi como un punto de inflexión menos surrealista y más lírica... ¿Es así? A ver, porque yo, que nunca veo casualidades en esto del cine, me resisto a pensar que el pazguato de Jim Carrey, de golpe y porrazo, se convierta en un actorazo sólo por mostrarse inexpresivo. Sí, me molesta sobremanera este señor, del que no puedo desprender su condición de trade mark humano, aunque a Kate Winslet le tiñan el pelo y la pongan (precisamente) a hacer de Carrey ¿?, aunque Kaufman siempre tenga el punto de fuga hasta en los momentos más calmados (léase un simple diálogo), o aunque el elemento excéntrico, en este caso, ya roce lo tremendista. De acuerdo, el que no tiene imaginación soy yo, y el que perdió su lado infantil soy yo, pero no sabía dónde meterme con lo de la maquinita esa que te borra los recuerdos...; y la subtrama (la manía de Kaufman de embrollarlo todo, más bien) final con Tom Wilkinson, Mark Ruffalo y compañía. Y todo por la progresiva desnaturalización de una historia que es de lo más simple, que se ha contado mil veces, pero que forzosamente se nos vende como novedosa; me pasó igual con la insoportable 21 GRAMOS o la terrible EVENING... ¿Por qué esta última tendencia a comenzar con buen ritmo, con ánimo de contar cosas y acabar por meterlo todo en la batidora y mixturizarlo para que no se noten las carencias de guión? Porque, como digo, el comienzo es prometedor, pero al cabo de una hora me importa un pepino la dichosa maquinita y la histérica de la Winslet, y me pregunto cómo es posible que Jim Carrey no mueva un solo músculo facial entre tanto desbarajuste. No, no le veo la gracia, a lo mejor si me olvido de que la he visto otra vez...
Saludos para los que están ahí fuera.

lunes, 12 de octubre de 2009

A los que aman el cine

Una de las mejores sorpresas que dejó el año pasado fue la bellísima declaración de amor que Michel Gondry dejó firmada mientras, como un Frank Capra del siglo XXI, nos reconciliaba con ese viejo espíritu del do it yourself que alguna vez hubo de embargarnos en la niñez. Es allí, donde deseábamos jugar a ser piratas, astronautas, cowboys, o princesas que esperan a su príncipe; allí donde no existen los absurdos límites castradores del merchandising, Gondry pone la cámara y se pone a grabar no lo que se supone que se debe hacer en una película, sino lo que haríamos nosotros si pudiésemos, si nos dejasen.
BE KIND REWIND es la improbable, demencial, enternecedora y arrolladoramente libre, historia de un modesto videoclub de barrio regentado por un hombre (Danny Glover) que ama las películas y que mantiene heróicamente el formato VHS frente al monopolio impuesto del DVD; junto a él siempre está una extraña pareja formada por el bobalicón Mos Def (extraordinario papel el suyo) y un desastre hiperactivo llamado Jack Black. Este último convence al otro para boicotear una planta eléctrica, pues está seguro de que de allí salen ondas malignas y perniciosas; de tal hecho, Black sale imantado, así que borra todas las películas del videoclub. La primera media hora de BE KIND REWIND es la que cuenta esto y su simplicidad gamberra no se corresponde con el resto, donde asistimos al delirante periplo de esta pareja cuando deciden grabar ellos mismos cada película borrada, de forma totalmente casera. Así, por nuestros ojos pasan las versiones de CAZAFANTASMAS, ROBOCOP y hasta PASEANDO A MISS DAISY que todos querríamos hacer, con el barrio como decorado, los vecinos como intérpretes, cero presupuesto y una caradura impresionante que deviene tierna ingenuidad y que muchos no habrán podido ver sin que una furtiva lacrima asomase por ahí, estoy seguro. El momento Capra sucede ya al final, con la proyección de ¡la primera producción con guión original!, basada en las improbables aventuras de un oscuro músico de blues que supuestamente vivió en el edificio donde ahora está el videoclub. Al final la lección de humanidad de Gondry es aún mayor que la de cine, mostrando un barrio que se une en pos de una idea descabellada pero de enorme belleza intrínseca, desafiando cualquier convención, por inamovible que parezca.
Si aún no la han visto no sé a qué esperan para correr hasta su videoclub más cercano...
Saludos rebobinados.
... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!