Bien, pues, después de algunos coqueteos con el miserabilismo, hoy le toca a la que dicen por ahí que es la película de la temporada. Y si lo dicen por ahí será que es verdad, digo yo. Lo primero que debo hacerles es una advertencia: porque como yo sé que todos ustedes son buenos chicos e irán a su cine de confianza a verla, es importante que se lleven tapones de cera y/u orejeras, porque corren el riesgo de quedarse sordos. Tampoco lleguen tarde, a fin de poder sentarse en el centro de la sala, porque yo tuve que acomodarme en esos asientos de todo punto hijoputas (diseñados por hijoputas), en un lateral, y el mareo fue considerable.
Bien, he oído/leído por ahí que si Nolan "patatín patatán"... Kubrick... Obra maestra absoluta... Obra definitiva... Que me corro de gusto... Vale, que sí, que todo es muy bonito y muy limpito y bien diseñado y encaja como un guante y suena muy fuerte y eso, pero que no nos pasemos, no nos vayamos a volver locos ahora con lo mayorcitos que somos. INCEPTION tiene cosas muy buenas y cosas muy malas; y por malas yo entiendo "repelente niño Vicente queriendo levantarnos a la novieta en el cole"... Lo de que Christopher Nolan es incapaz de insuflar un mínimo de sentido del humor a sus maniqueos personajes (
tableaux vivants lo definiría bien; no confundan con los deliberados "modelos" bressonianos), es una verdad ya patente en cada uno de sus trabajos. Nolan deja a otros lo de las emociones y se dedica a lo otro, "las sensaciones"; así que entrega un producto 100% sensorial que impide que el espectador se pregunte acerca de qué está viendo y por qué lo está viendo. Porque, francamente, me importa un rábano qué pueda mover a Di Caprio y sus compis para que Nolan nos venda la burra con la enésima historia sobre delincuentes llenos de bonhomía y secretos de estado que sólo conocen unos pocos privilegiados. El pretexto, lo de actuar en diferentes niveles de percepción, de sueño en este caso, ya lo vimos en MATRIX, pero desde luego en esa obra maestra de la literatura que es la Alicia... de Lewis Carroll, en la que Nolan debía haberse fijado un poco más para no caer en la pedantería del que piensa que ha hecho algo original, cuando eso es ya imposible. INCEPTION intenta ser cine, dejar atrás los fantasmas del nuevo siglo y reinventarse como producto tangible, de carne y hueso, pero la propia ineptitud de Nolan para los asuntos humanos (en su cine, hasta beber un vaso de agua ha de tener un doble sentido) es la que plastifica el producto y lo convierte en un bonito recuerdo ambarino del que quedan pocas cosas reseñables.
Pero INCEPTION tiene cosas muy buenas, buenísimas; lo que pasa es que necesitamos un complicado ejercicio de abstracción y de indulgencia. Porque si nos olvidamos del rollo pseudofilosófico y de lo sonrojante de algunas actuaciones (rayando el ridículo, cuando pretenden ser profundas), la cinta de Nolan se revela como un thriller trepidante y dinámico en las distancias largas, justo donde a la mayoría de directores les duele bandearse. Y es paradigmático de esto último cómo ha ido ampliando su campo de acción desde un curioso minimalismo de altos vuelos hasta este ejemplo de megalomanía supuestamente inteligente, donde cada detalle sufre el peso asfixiante de la necesidad de explicar, de decir que hasta esto puede existir, aunque no nos importe lo más mínimo, aunque a Nolan no le importe que no nos importe, igual en el juego de espejos enfrentados que nos propone y del que al final ni él sabe cómo salir.
¿Que es entretenida? Sí, mucho, pero también es verdad que no le hacían falta dos horas y media.
Así que he llegado a la inquietante conclusión de que este señor es antes un diseñador de producción que un director de cine, lo que explica muchos de los vicios que infectan al cine comercial de la nueva era digital, presentando genios donde sólo hay expertos ingenieros. Pero véanla, al fin y al cabo merece la pena.
Saludos originales.