Mostrando entradas con la etiqueta John Mackenzie. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta John Mackenzie. Mostrar todas las entradas

jueves, 12 de junio de 2025

Frío como el hielo


 

El tiempo nos juega malas pasadas. O no, porque si bien THE FOURTH PROTOCOL no es exactamente la misma película que recordaba haber visto por última vez hace unos treinta años, sigue siendo un film de intriga absolutamente eficaz en lo que se propone. Y creo que John Mackenzie acierta con el tono del guion, escrito con el propio Frederick Forsyth, atendiendo menos a la cuestión política, y más a unos personajes, antítesis unos de otros, que se van desplegando hasta su impactante final. La trama nos habla de un agente soviético, aparentemente infalible, que es enviado a Londres nada menos que para detonar una bomba atómica en una base norteamericana. Los servicios secretos británicos trabajan contrarreloj para evitar el desastre, aunque todas las pistas parecen palos de ciego. Tremendista trama, ciertamente, pero que avanza ágilmente gracias, sobre todo, a su acertada pareja protagonista, un Michael Caine que es ese agente imperfecto pero honesto, enfrentado a un Pierce Brosnan aún no muy conocido, y que borda a un escalofriante agente, que por momentos ni siquiera parece humano. Todo ello bien hilvanado por un minucioso trabajo de montaje, que va acercando imperceptiblemente a estos dos personajes, exponiendo sus insalvables diferencias, y colapsando en ese final deliberadamente hitchcockiano. 
Quizá no sea la película que yo recordaba, pero la emoción sigue intacta.
Saludos.

martes, 4 de febrero de 2025

Los ausentes


 

Película oscura, sepultada por los años, relegada a un sitio resrvado a buscadores incansables, UNMAN, WITTERING AND ZIGO ahonda en las obsesiones por las tinieblas de los sistemas educativos, adoptando una vertiente tremendamente intrigante, al menos mientras vamos descubriendo una trama audaz y descabellada, que tiene serias citas con un ridículo al que esquiva por la curiosidad que despierta. El joven profesor Ebony llega como sustituto del anterior, trágicamente desaparecido al despeñarse por un acantilado. Cargado de ideas renovadoras, se topa con un ambiente extraño y hostil por parte de la clase, compuesta por adolescentes, que le aseguran que fueron ellos quienes asesinaron a su antecesor. Es esa audacia la que no le da cartas de autoridad como el thriller psicológico al que aspira ser, y prefiere ir por los derroteros de la truculencia que por ese micromundo en el que las reglas sociales parecen detenerse y dar paso a una anarquía francamente inquietante. El título alude a los últimos nombres que el profesor menciona al pasar lista, y Zigo, por lo que sea, siempre está ausente...
Una rareza a descubrir y reivindicar. Ya están tardando en ponerla al día.
Saludos.

viernes, 9 de mayo de 2014

La gloria del Imperio



Esta semana nos dejó de manera muy inesperada el actor británico Bob Hoskins, del que a lo largo de estos últimos años hemos ido dejando constancia de rendidos admiración y respeto por su inagotable variedad de registros y gran profesionalidad. Hoskins ha tenido una larga y escurridiza carrera, alternando esos papeles de "carácter", que le iban como un guante, con su inclasificable vis cómica. Uno de esos tipos del que podías esperar una noche de juerga inolvidable tanto como que te diese un navajazo en una oscura esquina. Se me vienen a la cabeza no menos de quince o veinte personajes suyos realmente memorables y que no imaginaríamos a otro actor haciéndolos. Uno de ellos es Harold Shand, una especie de precursor de otros gángsters en su misma línea de complejidad moral, capaz de alternar su capacidad de análisis con una brutalidad ilimitada. THE LONG GOOD FRIDAY supuso una cierta conmoción en su momento (1980), por la falta de complejos con la que el estimable director John Mackenzie (CÓNSUL HONORARIO, EL CUARTO PROTOCOLO...) exponía su verosimilitud al mezclar mafiosos londinenses con la problemática del IRA irlandés. Aunque seríamos más justos (y en ello contribuye decisivamente la ventaja de nuestra perspectiva temporal) si nos quedásemos con el excelente crescendo que va tomando el film a medida que su maraña de intereses cruzados va quedando al descubierto. Shand está a punto de cerrar un oscuro y jugoso negocio vagamente inspirado en la posibilidad de construir un puerto para... ¡las Olimpiadas de 1988 en Londres!, pero una serie de muertes y atentados en su entorno no sólo darán al traste con la operación, sino que hasta su integridad y la de su organización se verán amenazadas. Con dos escoltas de lujo, Helen Mirren y el gran Eddie Constantine, Hoskins dota de grandeza dramática a un personaje que comienza titubeante y termina de forma gloriosa con un discurso que nos hace reflexionar sobre la verdadera integridad. Shand es un mafioso, pero mil veces más preocupado del honor de su país que los políticos, que no salen precisamente bien parados en esta intensa y entretenidísima película que merece la pena rescatar, aunque sólo sea por rendir tributo a un magnífico actor.
Saludos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!