lunes, 14 de julio de 2008

Señoras y señores...

Todavía sigo sin poder ver entera esa cosa que perpetró Baz Luhrmann a base de imágenes digitales y muy poca vergüenza.
Lo he intentado, pero cada vez que veo ese gusto por lo excesivo, sin medida, sin una pausa para contar algo... ¡Ah, claro! Es que hace falta una historia, y aquella era el eterno chico-conoce-chica pasteloso e infumable.
¿Y Lautrec? He ahí el asunto, amiguitos. Toulouse Lautrec, una figura que por sí sola es capaz de llenar y justificar toda una existencia, la del mítico Moulin Rouge.
¿Cómo saltarse a la torera un personaje tan fascinante, tan contradictorio, tan arrollador?
Es por eso que la verdadera película llamada MOULIN ROUGE sea la que en 1952 puso en pie ese genio de lo impetuoso que fue (y es) John Huston.
Cine clásico, sí; pero también el paso definitivo del cine en busca de la armonía en grandes espacios y con cientos de personas moviéndose. Me acuerdo ahora de ese "paso más allá" que comenté hace tiempo respecto de RUSSKIY KOVCHEG y el suicidio formal que emprendió Sokurov.
En MOULIN ROUGE, Huston nos propone una interesante dicotomía entre la fastuosidad del mítico templo del can-can y la íntima introspección del artista en lucha constante entre su desbordante talento y su tara física. Respecto a esto último me gustaría destacar el titánico trabajo de José Ferrer, que tuvo que rodar de rodillas para alcanzar la estatura adecuada.
En este caso, la espectacularidad está totalmente justificada (¿Qué era si no el Moulin Rouge sino puro espectáculo?) y no distrae en ningún momento la atención del espectador, que asiste a todo un juego impresionista de colores y formas, que a veces incluso somos incapaces de separar de la obra pictórica de Lautrec.
Otra vez, bien lo sé, me enfrento a los que sucumbieron ante el videojuego de lujo que hizo Luhrmann, pero ése es el trato ¿no?
Por cierto ¿alguien sabe qué ha sido de su "meteórica" carrera?
Un saludo y un brindis.

3 comentarios:

Capri c'est fini dijo...

Desde luego el Moulin rouge de Baz Luhrmann era un inmenso papel de caramelo sin nada en su interior porque la historia no sustentaba todo el decorado. Efectivamente Toulouse-Lautrec se merece más protagonismo, porque sin duda tuvo una vida fascinante. Por cierto, Baz no está desaparecido, está a punto de estrenar Australia, con Nicole de nuevo, una especie de historia épica en tierra de los canguros. He visto el trailer y tiene una pinta infumable. En momentos así, yo también invoco a Huston, qué remedioooo. Un saludo.

Capri c'est fini dijo...
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dvd dijo...

Me alegra tener a alguien de mi lado en esta historia, que para mí, desde luego, no tiene mayor trascendencia. El problema es que sólo prestamos atención a lo evidente y cada vez nos cuesta más poner de nuestra parte como espectadores.
¿Consecuencia de la suplantación de la palabra por la imagen?

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!