jueves, 24 de julio de 2008

Ecología apocalíptica

En 1983, los fantasmas de la guerra fría resurgieron encarnados en la amenaza nuclear. En un país tan dado a los catastrofismos como U.S.A., el ascenso al poder de un personaje como Reagan supuso una inquietante incertidumbre a nivel de relaciones exteriores. Vamos, que se dedicó a acojonar a diestro y siniestro cual ángel exterminador tocando la trompeta del juicio final.
Toda esta crispación también tuvo su reflejo en el cine de aquel tiempo. Con mayor o menor fortuna, asistimos a múltiples andanzas post-nucleares (la saga de Mad Max); desesperanzadas (THE DAY AFTER) o encubiertas (WAR GAMES).
Pero el siempre avispado F.F.Coppola, tras su particular visión del apocalipsis, intentó un giro más a la situación. Aunó esfuerzos con el director de fotografía Godfrey Reggio y juntos filmaron un poema visual que se mantiene hasta nuestros días con gran vigencia. KOYAANISQATSI significa, en la olvidada lengua de los indios hopi, vida desordenada, caótica, absurda, al borde de la autodestrucción.
90 minutos que trascienden el documental concienciatorio, bañados por una imponente y sobrecogedora partitura del por entonces desconocido Philip Glass. KOYAANISQATSI comienza en la quietud de la naturaleza, los grandes cañones impasibles, las cuevas que nos remiten a nuestros orígenes. Poco a poco, la imagen se acelera; vemos nubes amenazantes, algo nos dice que la naturaleza va a dar paso a lo artificial. La música de Glass, en principio quieta y evocadora, se torna furiosa, como una apisonadora sin sentimientos. Las imágenes nos dan de bruces. Máquinas, centros comerciales, cadenas de montaje, casinos abarrotados, autopistas incesantes... El mundo que gira cada vez a una velocidad mayor, y lo que aparentemente es cotidiano se vuelve insoportable, nos cuesta creer que formemos parte de ese infierno.
KOYAANISQATSI, pese a nacer en medio de la vorágine nuclear, no explicita su mensaje en torno a ello, sino que trasciende la meditación filosófica sobre esa enfermedad que azota al planeta llamada ser humano.
Es una cinta que suelo revisar de tanto en tanto y que me sirve para no caer en la desidia de lo confortable y creer falsamente que vamos en el buen camino. Más tarde, se realizó una continuación, POWAQAATSI, que ahondaba más en el mapa humano. Finalizando con la optimista y multicolorista BARAKA, del colega de Reggio, Ron Fricke. Sin embargo, la inicial que hoy hemos destacado, quizás siga siendo la más significativa, por su innovador uso de imagen y sonido y, sobre todo, por su inteligente planteamiento, lejos del ecologismo barato, colocando al ser humano en el ojo del huracán. Y eso nunca es fácil de asimilar.
Saludos globales.

2 comentarios:

wedge dijo...

Otro interesante film que tendre que visionar,me tengo que poner las pilas y ver algunas de las utimas recomendaciones.Por cierto no conocia nada de este señor Glass y la verdad es que mola,siempre es un honor que dvd,el gran guru de la musica,nos descubra nuevos sonidos que alegren nuestros indefilos oidos.saludos indefilos.

wedge dijo...

Otro interesante film que tendre que visionar,me tengo que poner las pilas y ver algunas de las utimas recomendaciones.Por cierto no conocia nada de este señor Glass y la verdad es que mola,siempre es un honor que dvd,el gran guru de la musica,nos descubra nuevos sonidos que alegren nuestros indefilos oidos.saludos indefilos.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!